- Siéntese. – le indicó Inojin amablemente a su paciente. Se encontraba en su consultorio, el aroma a desinfectante sobresalía por doquier.
- Dígame, ¿Cómo se siente? –preguntó el doctor Yamanaka dando inicio a la consulta.
-Ay doctor... Pues, no tengo nada. Para que mentirle…-dijo la paciente tomándose el cabello y con la mirada hacia abajo. Inojin captó rápidamente. Hizo la receta a un lado y se puso a observarla con cautela. Ambos se miraron y comenzaron a sonreírse el uno al otro.
-¡Doctor! Lo busca la señorita Sarada, se encuentra en recepción.- dijo la enfermera entrando al consultorio, interrumpiendo la atmosfera que acababa de crearse. Inojin cambió su expresión completamente y se levantó rápidamente de su asiento.
- Con permiso. Atiéndala por favor.- le indicó Inojin a la enfermera y salió con velocidad de su zona de trabajo dirigiéndose hacia donde estaba Sarada, a quien tenía ya bastante rato pretendiendo a su manera. Por otro lado la paciente solo se mostró decepcionada ante lo que acababa de suceder.
-¡¿A QUE DEBO ESTA GRATA SORPRESA DESLUMBRANTE!?- preguntó Inojin con emoción desbordándole por los ojos.
-No seas cursi Inojin por favor.- dijo Sarada en tono seco y sintiéndose avergonzada de que los demás pacientes en espera hayan presenciado eso. –Está bien, tú mandas. - dijo el doctor.
-¿Y ese milagro? ¿Tan temprano por aquí?- preguntó Inojin.
-Vine a preguntarte si quieres acompañarme unos días a la hacienda- lo invitó Sarada con una sonrisa en el rostro.
-¿Muchos días?
- Dos o tres.
-Fíjate que si lo necesito, me está haciendo falta campo, oxígeno, horizontes y sobre todo mucha tranquilidad. – dijo Inojin, suspirando.
-Eso si no te lo garantizo.- comentó Sarada riendo un poco.
-¿No me garantizas tranquilidad?- preguntó Inojin asombrado.
-Sí, claro que la tendrás pero tú sabes cómo es la vida de rancho. Los animales pues, emiten sus sonidos característicos. No creas que todo va a estar en silencio.
-Sí bueno, al final eso no tiene importancia, todo entra en la diversión.- dijo Inojin sonriente viendo los ojos negros de la Uchiha.
-Entonces ya sabes, prepárate porque un día de estos nos vamos.- le respondió Sarada con entusiasmo tomándolo del brazo.
Inojin al sentir su tacto, se acercó más a ella. Sus rostros ahora estaban frente a frente, demasiado cerca para Sarada. Ella solo desvió la mirada apenada y algo incómoda.
-¿Será en la hacienda donde me des el sí? Ese "Sí" que tanto anhelo.- le preguntó Inojin aún demasiado cerca mirándola esperanzado.
-Tú qué crees… -respondió Sarada con sudor en la frente y la mirada aún desviada.-Bueno, yo te avisaré el día que vayamos a salir. –añadió la Uchiha con otro tono y moviéndose hacia la salida del consultorio.
-Ya lo estoy deseando, estoy seguro que en la hacienda viviré contigo los momentos más emocionantes de mi vida.- añadió el doctor tomándola de ambas manos.
-No lo dudes.- respondió Sarada soltando una de sus manos para poder limpiar el sudor de su frente cuidadosamente. Detestaba que fuera tan meloso.
Lidiar con Inojin era parte de su plan y para que este funcionara tal como ella quería iba a requerir bastante paciencia.
