Disclaimer: Twilight le pertenece a Stephenie Meyer, la historia es de Assilem33, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight is property of Stephenie Meyer, this story is from Assilem33, I'm just translating with the permission of the author.
Capítulo beteado por Yanina Barboza
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3. Bella Cullen
—Estaremos aquí a primera hora de la mañana —indica Henrietta, besando mi mejilla.
Harold toca la bocina, sin duda despertando a todos los vecinos.
»Ese hombre —se queja Henrietta, sacudiendo la cabeza y despidiéndose mientras camina por la acera—. Ya voy, viejo. Tranquilízate.
Harold baja la ventanilla.
—No me estoy haciendo más joven, mujer. Vamos ya.
—Buenas noches, Harold. ¡Nos vemos por la mañana! —grito.
—Prepara el café y mis regalos —grita de vuelta.
Edward se ríe detrás de mí. Siempre pensó que Harold era hilarante.
Más bien chocante diría yo.
Una vez que Henrietta está en el auto, cierro la puerta y pienso en golpearme la cabeza contra ella una y otra vez.
Esme se fue hace una hora, pero Harold, ese hombre, hay que amarlo hasta la muerte, es difícil deshacerse de él.
—¿Podemos irnos a la cama ahora? —pregunta Edward.
Ya quisiera yo.
—Tengo que terminar de envolver los regalos.
—Quiero desenvolverte a ti —replica él, jalándome a sus brazos, tratando de meter la mano por la parte delantera de mi pijama—. Vamos, cariño, déjame hacerte el amor bajo el muérdago.
—El muérdago es para besar.
Él acaricia mi cuello y baja la cremallera de mi pijama hasta la mitad.
—No te preocupes. Te estaré besando.
Estoy tan tentada. Quiero mandar al diablo todo y dejar que Edward se salga con la suya conmigo, pero qué decepcionados estarían Everly y Forrest mañana por la mañana sin regalos envueltos. Pensarían que el pobre Santa es una farsa.
Quiero decir, lo es, pero todavía no necesitan saberlo.
—Después de los regalos —sugiero, arqueando un poco el cuello para que él pueda lamer y chupar mejor la piel de allí—. Solo son unos pocos y luego puedes hacer lo que quieras conmigo.
Gime y muerde mi cuello con demasiada fuerza, pero solo un poco antes de levantar la cabeza.
—Creo que deberíamos beber chocolate caliente —respiro sin aliento.
—¿Por qué?
—No lo sé. Es Nochebuena. Bebes chocolate caliente en Nochebuena.
—¿Según quién?
—¡Yo! ¡Lo hacemos todos los años, cariño!
—Vamos —se ríe—. Te ayudaré a envolver. Cuanto más rápido hagamos esto, más rápido podré follarte.
Qué romántico.
En serio.
Tiene tal habilidad con las palabras.
Me lleva por el pasillo, su mano en mi nuca, apretándome sexualmente, poniéndome caliente y desesperada.
Todavía le gusta hacerme sentir incómoda, excepto que lo único que me incomoda en este momento es la forma en que mis bragas se me pegan a la entrepierna.
Dios mío, como diría Henrietta.
Ahora tenemos un vistazo a la vida de casados de Edward y Bella... qué les parece?
