EL BESO

CAPÍTULO 3: CENA FAMILIAR

Tomoyo se dejó caer sobre el banco, agotada. Los entrenamientos de la clase de Educación Física del instituto habían sido ese día más duros de lo habitual y además todavía estaba cansada del recorrido del día anterior que había organizado el club de básquet de 20 kilómetros. Miró a Sakura, ella todavía estaba peor ya que no podía ni tenderse en pie.

-Todavía tengo las agujetas de ayer!

-Yo no puedo ni caminar! –reclamó Meiling apareciendo de repente.

Tomoyo no dijo nada, simplemente se dedicó a masajear las partes adoloridas.

-Es mejor que regresamos ya al aula.

-Tienes razón! –exclamó Sakura- a mi me toca optativa… mejor me voy! Bye!

-Vaya prisas… -suspiró la china- Vamos Tomoyo?

-Mejor ve yendo tú Meiling, el maestro me ha pedido que le ayude a recoger los conos.

-Está bien, pero date prisa.

Tomoyo salió poco después del vestuario y se dirigió al gimnasio donde el maestro ya estaba recogiendo. Se apresuró a ayudarlo. Tomoyo solía quedarse a ayudar a recoger los conos ya que era la delegada de clase. Debido a esto a menudo llegaba tarde a clase.

-Siento haberte pedido ayuda Daidouji –se disculpó cogiendo el cono que la amatista le pasaba-

-No importa.

Cuando terminaron Tomoyo siguió su camino hacia los vestuarios para coger su mochila. La amatista se desperezo, sintiendo que tenía todos los huesos agarrotados.

De camino a clase sintió como si alguien la estuviera observando. Se volteó confundida pero entonces ya no había nadie. Tomoyo siguió su camino pensando que se debía al cansancio.

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-Hiraguizawa –dijo una voz grave y fantasmal a su espalda. El oji-azul dio un brinco por el sobresalto y se volteó con una gran gota en la cabeza para encontrarse con Tanaka, de dos metros de altura. Desde su perspectiva le hacía sentirse infinitamente bajito.

-Emn Tanaka, querías algo?

-Ayer teníamos entrenamiento.

-En serio? –rascándose la cabeza pensativo. Que se suponía que era ayer? Miércoles? Jueves?- Perdona amigo, pero tengo algo de prisa…

Y se fue.

Que sucedía? Eriol nunca se olvidaba de ir a ningún entrenamiento… Suspiró agotado, que hacía ayer?

Flash Back

-Ya estoy aquí! –anunció en cuanto entró a casa. De repente sintió que el ambiente estaba demasiado silencioso- "Qué pasa aquí?" – se preguntó mientras se dirigía al salón. Ahí encontró a su padre encorvado sobre la mesa y haciendo varios gestos muy raros que lo hacían ver graciosamente estúpido. Se acercó por detrás para sorprenderlo y ver que estaba haciendo: Estaba intentando abrir un sobre… sin romperlo… sin dejar ninguna seña de que hubiera sido tocado… y ese sobre tenía el nombre de…

-Qué haces!

-Wahhhh! –del susto dejó caer todo al suelo. Eriol lo recogió. Se trataba de una carta de Tomoyo.

-Jeje –el ojiazul lo miró de mala manera y se fue a encerrarse en su habitación.

-Qué será? –se preguntó, abriéndolo. En el sobre había varias cosas pero lo que más llamó su atención fue un papel bien doblado que estaba escrito con el puño y letra de su ángel.

"Hola Eriol! Como estás? Te escribo para enviarte las fotos que nos hicimos en el parque de atracciones la semana pasada. Algunas son realmente graciosas!"

Fotos? Eriol escarbó el sobre pero no encontró ninguna foto, lo único que había era…

"Como puedes darte cuenta hay un regalito para ti. Ahí están las fotos (te lo digo por tu manía con la tecnología: realmente sabes lo que es un DVD? O.o?)"

Tomoyo a veces era realmente amable… Si, amable, graciosa y un poco demasiado sarcástica.

Carraspeó mientras dejaba el balón a un lado, no importaba que llegara un poco tarde, verdad? Mientras pudiera ver que era lo que había en ese disco…

Volvió al salón donde, inesperadamente, Clow ya no estaba. Había una nota en la mesa: "Vuelvo enseguida" decía. Abrió la televisión, se acercó un poco a la repisa y abrió las puertas. Ahí estaba el #-$ (insertar insultos) de aparatos electrónicos. Hn de arriba abajo estaba: la minicadena, el video, el terrestre, otra cosa que no sabía que era y que su padre utilizaba con fines desconocidos (los cuales prefería no saber) y por último el DVD.

Colocó el disco y…

Nada.

Volvió a intentarlo.

¡Su DVD no cogía discos que no fueran originales!

Tras maldecir el aparato llamó a su hermana Rika y ella se prestó a que fuera a su casa para verlo. Con tantos contratiempos lógicamente olvidó por completo ir a los entrenamientos…

Fin Flash Back

Finalmente el disco contenía una serie de imágenes que se mostraban aleatoriamente y de diferente forma: centelleando, en forma de espiral, etc… A Rika le había gustado tanto que lo envió a que investigara en que programa lo había hecho pero él… pasó olímpicamente n.nU

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Era Domingo por la mañana, apenas la luz del sol empezaba a salir por el horizonte. A Tomoyo le gustaba levantarse temprano, era una costumbre que tenía desde que era pequeña. Pero, sin importar todo esto, Tomoyo tenía una razón para ello. Este era un día importante.

Flash Back

-Oye mama –le dijo a Sonomi un día después de su cita con Eriol. Para sorpresa de la mujer eran las doce de la mañana y la amatista recién se había levantado.

-Tomoyo! Sabes que hora es?

-Si… ehem… es un poco tarde, no? –puso sus manos sobre sus caderas- Quería hablarte sobre el Sábado que viene…

Sonomi la miró, dudando.

-Ya lo sabes?

-Si… digo… Que es lo que tengo que saber?

-Te lo diré… -sonrió-… cuando esté cien por cien segura. Pero ahora dime que es lo que quieres…

-Yo… iba a pedirte si puedes llevarme a Kyen el próximo Sábado…

-A Kyen… ahí fue donde tuviste aquella competición de básquet, no? –sonriendo- Vive allí tu novio? –haciéndola sonrojar-

-Bueno… puedes llevarme o no?

-Si quieres puedo llevarte dentro de dos semanas… El Sábado nos vamos de compras, cariño!

-De compras? Y eso? Porque tan de repente? –a la amatista le gustaba ir de compras con su madre, pero le sorprendía que ella ya lo hubiese planeado todo sin haberle dicho nada, y más cuando le estaba diciendo que quería ir a Kyen… No podían ir otro día? O incluso entre semana…

-Tiene que ser ese día hija… -Tomoyo la interrogó con la mirada- forma parte de la sorpresa de la que te he hablado… lo sabrás cuando lo crea oportuno.

-Pero dices que no estas segura…

-Si al final no puede ser te lo diré el Viernes… para que puedas avisar a tu amigo de que vas.

-Perfecto! Aunque me parece muy precipitado…

-Confía en mi.

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Tomoyo hablaba por teléfono con Eriol. Le contaba lo que había hablado con su madre y que posiblemente no podría ir.

-No te preocupes, puedes decírmelo el Viernes. –le aseguraba Eriol, pero la amatista se sentía algo culpable ya que por su culpa Eriol no podría hacer otros planes si al final no podía ir- Estoy seguro de que tu madre tiene una buena razón para haberte dicho eso, así que por mi no te inquietes. Yo prefiero estar contigo, quiero y necesito estar contigo –rectificó- y se que tu te sientes igual que yo, y eso me basta. Así que aunque el Sábado no puedas venir… se que estarás conmigo igualmente –sonrió-

-Mucha facilidad de palabra tienes… -rió, aunque en verdad había sentido aquellas palabras como si fuesen suyas propias, y la habían emocionado-

-Tu me inspiras, mi ángel. –miró a sus espaldas, donde ya había un par de personas más esperando fuera de la cabina a que saliese- Tengo que colgar ya –suspirando- te llamo luego.

-Vale, hasta luego!

-Adiós!

El viernes por la noche tuvo que avisarle rápidamente al oji-azul de que no podría ir. Parecía irritada y Eriol intentó tranquilizarla más de una vez. "No te pongas así" le decía "no importa" o "otro día será".

Cuando colgó fue a buscar a Sonomi.

-Mamá, ahora me vas a decir cual es esa "sorpresa"? –llevaba preguntándoselo toda la semana pero la señora Daidouji continuaba igual de evasiva que la primera vez. Sin embargo esta vez volteó hacia ella y con una sonrisa le respondió a su dudas.

No lo pudo creer, aquello era fantástico.

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-No puedo creer que papá vaya a volver mañana! –exclamó contenta Tomoyo en cuanto entró a la furgoneta de su madre y se colocaba el cinturón de seguridad. Cualquiera que la viera podría darse cuenta de su felicidad, ya no quedaba ni una pizca del resentimiento del día anterior por no dejarla ir a Kyen.

Iban al centro comercial. Primero se comprarían un conjunto nuevo ya que aquello era considerado una ocasión especial, y luego irían a comprarle un regalo de bienvenida. Tomoyo no había podido dormir en toda la noche, hacía muchísimo tiempo que no veía a su padre ya que él trabajaba en Europa, y se le había ocurrido la idea de que fuera Eriol con ellos. Pero no se había atrevido a preguntarle a su madre ya que se suponía que sería algo familiar, e incluso sus tíos y tías lejanos acudirían a la fiesta. Sería un poco vergonzoso.

-Oye mami… -para Sonomi siempre que la llamaba así era que quería pedirle algo- quería preguntarte si… si Eriol podía venir mañana…? –y no estaba tan mal encaminada…-

-Eriol? –si preguntaba si Eriol era su novio, amigo, etc… (lo había llamado de tantas formas ya para no afrontarla) seguro que ella se avergonzaba y no querría seguir hablando ya así que optó por suponerlo- Tan pronto quieres presentárnoslo?

-Solo quiero estar con él… -aquellas palabras le salieron sin que se diese cuenta. Bajó la cabeza, avergonzadísima-

-Será una cena familiar… y ya sabes como son los tíos… verdad?

-No pararan de importunarme en toda la velada y de preguntar cosas estúpidas tanto a Eriol como a mi… pero es lo que todos los familiares hacen.

-Qué fácil lo ves ahora… que no el año pasado te encerraste en tu habitación para no ir?

-Bueno… es que el tío me dijo que…

-Sí, él y sus rodeos. Te dice lo primero que se le viene a la cabeza y tu te lo crees… -entonces sintió curiosidad- Qué te dijo?

La amatista intentó desviar el tema, si su madre supiera lo que le dijo… no dejaría de reírse de ella ni hasta el próximo milenio… Ahora le parecía tan ridículo…

-Entonces le pediré a Eriol que venga! Díselo a papá cuando llame esta noche.

-Como sabes que va a llamar?

-Lo se desde que tengo siete años… Sabes que te puedo escuchar claramente desde mi habitación? –Sonomi se puso como un tomate, se suponía que aquello era algo privado, algo que Sonomi Daidouji nunca diría… pero se suponía que estaban en privacidad!

"Debí de poner paredes insonorizadas!" Recordó que Tomoyo lo había pedido cuando se habían hecho la casa nueva pero Sonomi se había negado pensando que lo pedía para hacer "cosas raras" y así la tendría más vigilada de ahora en adelante… pero le salió el tiro por la culata!

"A la otra hazme caso… JAJA" pensó Tomoyo, pero se calló cuando pensó en el castigo que le tocaba. "Hummm"

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El centro comercial resultó ser toda una gozada. Las instalaciones eran enormes. Las tiendas estaban una tras otra formando un círculo. Habían cuatro salidas: dos daban a la calle, colocadas de forma paralela, y las otras dos daban una a un supermercado y la otra a una tienda de deportes enorme. Cada pocos metros había una fuente en forma rectangular de gran longitud mientras que en la entrada había una especie de conexión instalada en el subsuelo que cuando pisaban un punto específico hacía activar un mecanismo que hacía salir chorros de agua.

Era la primera vez que iban, Tomoyo parecía muy ilusionada y Sonomi no dejaba de comentar esto y aquello.

-Qué bonito! –ambas se paseaban por un lado y por otro admirando la belleza del diseño. Vieron un gran número de gente que se había aglomerado en el centro así que decidieron ir también a ver que era lo que sucedía. Premiaban un viaje a Hong Kong y un coche de última generación, solo tenías que hacer una compra superior a 200 Euros (no se cuantos yenes serán). Tomoyo y Sonomi… pasaron de largo.

-Donde quieres ir a comer?

-Mmm a una bocatería?

-Pues busquemos si hay alguna por aquí cerca…

-Yo he visto que antes de entrar al centro comercial había una bocatería a mano derecha…

Sonomi asintió y ahí se dirigieron. Comieron tranquilamente y cuando vieron que los restaurantes iban llenándose de gente salieron para ver si de esa forma las tiendas estaban más vacías ya que era hora de comer, pero resulto que mucha más gente pensó de igual forma.

Estuvieron viendo las tiendas detenidamente. Tomoyo se compró un vestido de una sola pieza negro que le llegaba por las rodillas por un lado mientras que el otro le llegaba un poco más por debajo. Sonomi decidió ir más clásica y se compró un vestido de dos piezas: una falda un poco por debajo de las rodillas y una blusa beige. El conjunto iba con una chaqueta que decidió comprársela por si hacía un poco de frío por la noche. Tomoyo, en cambio, se compró un chal. Se reunirían tanto por la tarde-mediodía como por la noche así que su atuendo era un poco difícil de elegir. Aún así quedaron satisfechas.

Decidieron ir a comprar un helado antes de elegir el regalo para el señor Daidouji. Para llegar pasaron por la fuente principal, pero Tomoyo iba tan despistada de un lado a otro que lo pasó por alto completamente y solo lo recordó cuando sintió que pisaba algo abultado. Miró al suelo donde las primeras gotas ya empezaban a elevarse. Abrió los ojos grandemente. ¡Iba a choparse de arriba abajo! Y lo peor es que no tenía nada para cambiarse! Intentó apartarse pero por donde quisiera que caminara las gotas de agua comenzaban a salir. Intentó buscar con la mirada a Sonomi y la vio caminando tranquilamente hacia el edificio sin darse cuenta de su ausencia. De pronto sintió que alguien la tomaba del brazo y la empujaba. Cerró los ojos inconscientemente y cuando los abrió se halló en el centro, rodeada de los múltiples chorros de agua que competían ferozmente contra la gravedad y que llegaban incluso lo que era dos veces su altura. Fue levantando la mirada, aturdida. De repente había sentido como si alguien la zafase con fuerza pero no había tenido tiempo de pensar en nada más.

En cuanto alzó la mirada se topó, para su sorpresa, con un par de ojos azules. Por un momento creyó ver en ellos a Eriol. Se vio sumergida en aquellos orbes azules: parecían decir tanto y tan poco a la vez… Pero se obligó a recuperar la compostura y alejándose un par de pasos e intentando limpiar un poco su falda mojada le agradeció cortésmente. El joven respondió de igual manera y se alejó con pasos lentos.

¡Como se parecía a Eriol! Ya no solo eran sus ojos sino su cabello, su forma de hablar o incluso de andar! Era como ver al Eriol de dentro de seis años!

Levantó la muñeca para cerciorarse de la hora y se dio cuenta de que su pulso latía a mil por hora.

¿Qué era esa sensación?

Dejó caer las manos a un lado mientras recordaba todo lo que le había pasado en poco más de un mes. Deseaba ver a su padre, lo necesitaba, él siempre le solucionaba las cosas con tan solo una mirada. Era como si se entendiesen sin palabras.

Y ahora parecía haber sucedido lo mismo.

Fin Flash Back

Era ya Domingo, su padre no tardaría en llegar. Bajó rápidamente las escaleras en forma de caracol. Olvidó colocarse las zapatillas de dormir así que casi cae escaleras abajo, pero consiguió agarrarse en el último momento. Suspiró mientras bajaba con más calma el resto y buscaba con la mirada a su madre. Escuchaba ruidos en la cocina así que supuso que sería allí donde Sonomi se encontraba.

La encontró haciendo un gran pastel de nata.

-Wah! Mama, me hubieras podido avisar…

-Ya está casi terminado hija, además no tenía tiempo para que te despertaras.

-Pero… cuando vamos a comerlo?

-Yunho vendrá a comer… nos reuniremos con todos más tarde… Tampoco he hecho para comer nada excepcional… ya sabes como comen tus tíos (y como nos hacen comer), si comemos mucho a la hora de cenar nos va a coger algo…

-Tienes razón…

-Avisaste a Eriol? –Punto para Sonomi: finalmente se había aprendido su nombre.

-Sí… al principio no quería venir, dijo que era algo muy formal y que no quería molestar, menos cuando papá volvía a casa. Pero lo convencí.

-Y a que hora vendrá? Y con quien? –recordando que uno u otro siempre estaban pensando como sobornar para que les llevaran u.uU

-Le llevara su hermana Rika… creo que dijo que iba camino a la capital…

-En serio?

-Pero me hubiera gustado ver a Miina, es una monada!

Tomoyo comenzó a hablarle sobre la pequeña con la que se habían encontrado en el parque de atracciones, claro que obviando algunos puntos… Su madre se contagió de la misma alegría que la amatista.

La mañana pasó volando y alrededor de las dos del mediodía escucharon el sonido de un auto pararse frente a su casa y luego el timbre empezó a sonar. Tomoyo y Sonomi se observaron con una sonrisa y la menor corrió a abrir la puerta. Cuando lo hizo pudieron ver a un hombre de unos cuarenta y pocos años, cabellos grises y mirada cansada, la cual se iluminó al ver a las dos chicas esperando en el umbral. Sonrió y extendió las manos: tanto Tomoyo como Sonomi fueron a abrazarlo.

-Como estáis mis niñas? –su rostro se había iluminado de una dulce sonrisa-

-Papá!

-Yunho!

Exclamaron ambas. Hacía tanto tiempo que no se habían visto que se sentían nerviosas y exaltadas. No encontraban las palabras correctas para mostrarle cuanto le habían echado de menos: pero sus ojos llenos de lágrimas lo decían todo.

-Qué pasa? Porque tanto lloriqueo? –bromeó- Tomoyo! Hay que ver como has crecido! Y tu Sonomi… por suerte te han crecido otras cosas! –Tomoyo enrojeció ante el comentario y Sonomi rió estruendosamente, haciéndose un poco la avergonzada y tapándose la boca. Un tic en los labios de la amatista indicaba su irritación.

-Hay que ver Yunho… tu no cambias, jaja

-u.uU "porque a mi?" pensó Tomoyo mientras se alejaba un poco. ¿No podían hacer esas cosas en privado? Y luego su madre se quejaba… ¬¬

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-Eriol!

Múltiples voces femeninas se escucharon desde la lejanía. El oji-azul estaba practicando en la cancha de básquet que había cerca de su barrio. Estaba solo ya que así le era más fácil practicar, necesitaba un silencio completo para desarrollar nuevas técnicas. Pero la recién aparición de "su club de fans" no haría más que estorbar sus planes. Se colocó nuevamente su gorra y dio un gran suspiro. Durante el resto de media hora se dedicó a hacer triples, entradas, fintas (obvio con alguien imaginario u.uU)…

Incluso camino a casa sentía los pasos de las jóvenes tras él: aquello podía llegar a ser más que una pesadilla. Aceleró el paso y se metió en casa, que parte de "estoy saliendo con alguien" no entendían? Nunca antes se había tomado eso tan mal, había aprendido a ignorarlas, a no sulfurarse por lo que pudieran hacer e incluso tener un poco de educación para tratarlas con amabilidad. Pero ahora era diferente. Lo perseguían a todos sitios, le hacían preguntas constantes, lo acosaban y tenían una clara tendencia a romper todo a su paso cuando oían algún comentario sobre Tomoyo.

Era horrible.

Pero se concentró en el día de hoy. Tenía que ir a una cena con Tomoyo y aquello lo ponía muy nervioso… Era tan repentino… todavía no conocía ni a sus padres! Como debería comportarse? Dio vueltas por la sala hasta que apareció la pequeña Miina y se le echó encima. Eriol la tomó en brazos y la sentó en el sofá mientras él seguía cavilando sobre el tema.

Fue a arreglarse. Donde estaba Rika cuando la necesitaba? Una vez vestido y bien peinado salió a la terraza: allí encontró a su hermana. Se paró frente a ella y la mujer se levantó de inmediato.

-Que guapo estás Eriol! –lo estrechó entre sus brazos- Mira! Si te han salido hasta colores! Jaja Ojala pudiera ir a esa cena…

-Ni lo sueñes! –replicó, ceñudo. Que Rika fuera a la cena solo podía acabar en desgracia… sobretodo por sus comentarios sobre cuando era niño o algunas anécdotas por lo demás vergonzosas.

De camino a Tomoeda Eriol podía sentir su nerviosismo. No es que no le agradara la idea de conocer a su familia sino que creía que esto era demasiado importante para Tomoyo y no quería arruinarlo.

Sin embargo recordar su sonrisa le hizo tranquilizarse.

Había olvidado por un momento lo realmente importante: no importaba ninguna circunstancia, estar juntos era lo que realmente valía la pena.

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Rika lo había dejado a la puerta de la casa Daidouji. Eriol bajó del auto bajo la atenta mirada de los tres inquilinos, sentía sus pasos motorizados, jamás había sentido tanto como ahora el peso de ser observado. Sonrió cortésmente, dejando encantados a ambos adultos la forma en la que se había presentado. Tomoyo lo observaba atenta, en busca de algún detalle que hubiera pasado por alto. Pero no, Eriol estaba perfecto. Aquel traje, pese a no ser la ropa usual a la que estaba acostumbrada a verlo, le quedaba fenomenal. Aquel pensamiento hizo que se sonrojase.

Tomoyo se disculpó, pidiendo permiso para ir al tocador antes de desplazarse hasta la mansión de su abuelo, donde se celebraría la cena. Eriol aprovechó ese momento para perseguirla, aludiendo que su hermana le había dado una especie de pañuelo para colocarlo en el vestido y Tomoyo se había ofrecido a colocárselo debido a su torpeza con el tema. Los señores Daidouji sonrieron con complicidad y le dieron camino abierto para que alcanzara a su hija.

Aquello no era del todo mentira.

Tomoyo le había dicho que le ayudaría si tenía algún problema en lo que fuese, y ese era el caso, solo que Rika si que se había ofrecido a colocárselo.

Y él se había negado.

¿Pero que había de malo en aquello?

Todos sabemos porque Eriol había de hacerlo.

Incluso los padres de Tomoyo.

Pero ellos también estaban ocupados en otras cosas… como recuperar el tiempo perdido. Visto desde fuera parecían una pareja acabada de desposarse. Y ya llevaban casi veinte años casados.

-¡Eriol!

Se sorprendió la amatista cuando abrió la puerta. Estaba en el baño, retocándose el moño en el que tenía amarrado su cabello cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta. Había abierto con aparente tranquilidad, pensando que sería su madre que venía a "informarle" sobre alguna cosa más que tenía que arreglarse.

Había estado así todo el día.

Pero se sorprendió al ver al oji-azul al otro lado de la puerta. Con su sorpresa olvidó decirle que pasara.

-¿Puedo pasar? –preguntó por fin, había estado esperando que ella se lo ofreciera-

-S-Sí… -titubeó-

Fue entonces cuando se dio cuenta de la ligera proximidad de sus cuerpos. Aquello era muy incómodo y vergonzoso, pero Eriol no parecía inmutarse.

-¿Me ayudas a colocarme esto? –extendiéndoselo-

-Emm… claro –se acercó un poco más a él y le colocó el pañuelito en la obertura del bolsillo superior derecho. Su padre también había pensado en eso, todos lo habían hecho en realidad, esa noche haría un poco más de fresco. Aunque no creía que fuera para tanto, al fin y al cabo estaban casi en verano y no podía refrescar mucho, no para tener que traerse una chaqueta, bastaba con permanecer un rato en un sitio cerrado. Pero, sin duda, el traje-chaqueta quedaba más elegante y mejor visto en Eriol. Estaba realmente atractivo.

Tanto que tuvo que reprimirse para no observarlo prolongadamente, rápidos vistazos de reojo. Aquello era suficiente.

-Gracias –le dijo observando en el espejo el arreglo de la amatista- ¿Te ayudo yo en algo?

-No, gracias, creo que ya está todo –caminó hacia la puerta y la entreabrió, pero Eriol la volvió a cerrar empujándola con una mano. La amatista lo observó, extrañada por el acto repentino de su novio.

-Creo que esta ha sido una forma muy fría de saludarnos… -susurró-

-¿Q-Que dices, Eriol?

No le dio tiempo a continuar. Antes de decir una palabra más sus labios fueron atrapados por los de él en un fiero y atrevido beso.

Sintió el sofocante calor de sus mejillas, y en su pecho. Sentía la lengua del oji-azul explorar su boca sin vacilación. Colocó una mano en el pecho del chico, intentando alargar la distancia.

-Eriol… para… -le dijo, azorada-

El chico se separó de ella pero el gran silencio que se formó entre ellos indicaba el nerviosismo del oji-azul, no era que él no estuviese asustado, como ella, sino que intentaba dar un paso en el que Tomoyo no había pensado. Y aquello la atormentaba.

Volvieron donde sus padres que les esperaban con infinita calma.

Incluso se extrañaron de que volviesen tan pronto.

-Oye Tomoyo… -le dijo en voz baja cuando ya habían empezado el trayecto- Si te he molestado…

-No! –se aventuró a decir- No… para nada. Yo…

Eriol cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del asiento. No dijo nada. Y la amatista imitó su silencio.

Ambos iban sentados en el asiento trasero, Sonomi y Yunho iban sentados delante, hablando sobre cualquier cosa y riendo sonoramente.

En lo que un principio parecía ser una escena incómoda y silenciosa se convirtió en un escenario de carcajadas y comentarios sarcásticos. Tomoyo y Eriol habían abandonado su aire pasivo y vergonzoso para unirse a las burlas de sus padres quienes, al ver a ambos jóvenes tan apagados, empezaron a bromear con ellos, parloteando y emitiendo inmensas risotadas.

Olvidaron por completo lo que antes había pasado.

Lo que parecía ser pronto llegaron a la mansión Daidouji y los cuatro descendieron lentamente. Observaron el lugar: inmenso, impotente… Aquello más bien se asemejaba a un palacio de la Edad Media, con sus grandes arcos y sus pasillos enormes.

-¿De verdad tu abuelo vive aquí?

Preguntó Eriol sorprendido, aquello lo dejaba sin aliento.

El único que observaba el lugar tranquilamente era el señor Daidouji. Yunho había nacido y crecido allí, para él era algo normal la grandeza de la mansión y los aires altaneros de todos cuanto allí vivían. En cambio Sonomi solo había ido allí con su esposo después de su luna de miel. No quiso volver. Aquello no estaba hecho para ella y detestaba la majestuosidad del trato, los sirvientes estrictos y serios que la habían atendido aquella vez… Sin duda lo único que le agradaba de allí era el viejo Daidouji, el abuelo de Tomoyo era una persona magnífica. Cariñoso con su familia pero estricto cuando debía serlo. Era su difunta esposa la que manejaba la mansión cuando aquella vez, pero sin duda las cosas habían cambiado enormemente desde la muerte de la anciana. Y aquello se podía notar más cuando entraron al interior: ya no eran los rostros endurecidos los que se presentaban detrás de aquella enorme puerta sino caras sonrientes y jovenzuelos bien mozos que ahora trabajaban para el señor de la casa con inmensa cura. Todo allí había cambiado, pero había algo que le hacía sentir como si fuera igual. Había un aire en el ambiente… si… era el olor que el viejo Daidouji siempre había despedido. Ahora, a pesar de los años, aquella fragancia todavía podía llegar a su olfato.

Y se sentía bien.

Entraron silenciosamente y los hicieron esperar en la sala por cerca de veinte minutos.

Ningún invitado había llegado todavía y el viejo Daidouji todavía seguía arreglándose. Debido a su edad cada vez le costaba más ocuparse de sus tareas diarias y odiaba que los otros hicieran las cosas por él.

-Se ve que por aquí todo sigue igual… -rió Yunho con un poco de nostalgia-

¿Cómo iba a seguir todo igual? Se preguntaba Sonomi, pero no dijo nada, al fin y al cabo Yunho ya sabría de lo que estaba hablando.

Cuando el viejo Daidouji bajó los cuatro pudieron sentir más de cerca el olor a colonia que Sonomi había sentido débilmente en cuanto había puesto un pie en el lugar. El hombre hizo una leve reverencia que los otros respondieron con nerviosismo para unos y familiaridad para otros. Después el viejo Daidouji y Yunho se abrazaron con fuerza, después de tanto tiempo sin verse no hacía falta tantas formalidades.

Fue alternando las miradas: primero en Sonomi, le comentó la juventud en la que se había conservado, le dijo que seguía tal y como la recordaba. La mujer sonrió completamente complacida. Después siguió la mirada hasta Tomoyo.

-Qué guapa y que mayor que estás Tomoyo! –la agarró de las manos fraternalmente- Estoy muy orgulloso de tener una nieta tan hermosa… -y cambió su mirada por una que pretendía ser un poco severa- pero cuídate un poco… estás demasiado delgada…

A Tomoyo no le dio tiempo de contestar ya que el señor ya había reparado en la presencia de Eriol.

-Y quien es este joven tan agradable? –que él supiera Yunho y Sonomi solo tenían un hijo… se quedó pensativo un momento y luego miró a Tomoyo.

-Eriol Hiraguizawa, señor –se presentó, captando de nuevo su atención.

En ese mismo instante la campanilla volvió a sonar. Habían llegado unos nuevos invitados. Se trataba de la hermana del padre de Tomoyo: era una persona odiosa y temperamental, lo que más amaba era viajar y se había aplicado la cirugía plástica sobre su rostro ya dos veces. Su marido era un hombre calvo y sin atractivo pero era dueño de una empresa multinacional. La familia tenía dos gemelos: un chico y una chica. Sus caracteres eran totalmente opuestos. Mientras Miki era una persona materialista y se asemejaba al prototipo de mujer que era su madre, su hermano Leo era una persona de agradable trato e inteligente, pero su defecto era que, en cuanto a belleza, al igual que su padre dejaba mucho que desear.

-Padre –comenzó la señora Ageha Daidouji- ¿A que se debe que este año celebremos la cena en su casa?

La mujer, pese a ser una persona desdeñosa y desagradable, no podía evitar doblegarse ante el viejo Daidouji. Pese a su edad era alguien que infundaba respeto.

JaeJoong Daidouji hizo una inclinación de cabeza- Si me preguntas un motivo no sabría que responderte. –dijo simplemente. Su hija no insistió-

Continuaron llegando más invitados, los cuales, por fortuna, resultaron ser nada desagradables. El ambiente era más soportable y las bromas constantes del tío de Tomoyo (un hombre llamado Xiah) hacían olvidar a ambos chicos la presencia de la mujer y de sus quejas constantes.

Claro que, ella también había hecho su propio círculo de conversación y discutía con su marido, su hija y otra mujer tan insoportable que ella que era amiga de la difunta vieja Daidouji.

-Hey, hey, Tomoyo niña, es tu novio? –el hombre de ojos café señaló al oji-azul- ¿Cómo se llama?

-E-Eriol… Hiraguizawa

-Mmm… no había escuchado ese apellido antes… Bueno chaval, y cuantos años tienes? –esta vez dirigiéndose a Eriol, él le contestó-

Continuaron hablando durante un rato más hasta que una de las sirvientas llegó con una gran tarta.

-¿¡Y esto? –exclamó Sonomi extrañada-

-Es para celebrar el regreso de Yunho, por supuesto!

-¿En serio? Wow, que buena pinta tiene!

JaeJoong le pidió a la mujer que sirviera un pedazo a cada uno y la sirvienta se retiró. Tomoyo degustaba un trozo de su tarta cuando sintió que algo se removía entre sus piernas. Miró bajo la mesa y vio a un pequeño gato pardo. Abrió los ojos grandemente, miró a todos y cada uno de sus tíos, volvió a mirar bajo la mesa, miró al gato, miró a Eriol…

-Ahora vengo… -el gato salió persiguiendo a la amatista y Eriol siguió con su tarta sin darse cuenta de nada.

-Oye, oye… -el oji-azul levantó la cabeza, encontrándose con la muchacha pelirroja, era Miki- ¿De verdad estás saliendo con la tonta de mi prima?

El moreno ignoró a la chica pero al ver que insistía de nuevo le contestó con una simple inclinación de cabeza.

-¿No quieres divertirte un rato conmigo? –sonrió coquetamente, aunque lo único que le producía en esos momentos era repulsión-

-Haré como si no hubiera escuchado nada…

-No te molestes querido –se giró, molesta- Los de tu clase sois todos una pérdida de tiempo.

Y volvió a refrescarse en la conversación general.

Eriol observó al hermano de la muchacha. Hacía ver que escuchaba atentamente asintiendo con la cabeza de vez en cuando pero el oji-azul podía ver por debajo de su largo cabello los auriculares que llevaba puestos. Soltó una carcajada que llamó la atención de Leo.

El pelirrojo simplemente lo hizo guardar silencio con la cabeza.

Tampoco Eriol pensaba decir a nadie nada.

Pasaron los minutos. A Eriol ya empezaba a parecerle raro que tardara tanto… ¿Dónde se había metido Tomoyo?. Se disculpó con el resto y salió a buscarla. La encontró en el jardín jugando con algo que no alcanzaba a ver.

-¡Qué lindo! ¿De quien será? –se preguntaba mientras lo cogía de las patitas y lo levantaba. El gato maullaba divertido.

-Tomoyo?

La amatista volteó.

-Ey! Mira que monada! –en el momento que el oji-azul se acercó el gato salió corriendo- uhm?

-Parece que lo asusté…

-¡Lo asustaste!

-Eso he dicho… n.nU

La amatista lo miró desaprobadoramente y luego comenzó a reír.

El sol ya comenzaba a salir por el horizonte cuando Eriol, Tomoyo y sus padres volvieron a casa. tras la cena ambas parejas y algunos tíos de la amatista habían decidido ir a una discoteca donde pasaron la mayor parte de la noche. Tras esto pensaron que ir a emborracharse era lo mejor dejando a Tomoyo y a Eriol de lado. Ellos, por su parte, habían planeado ir a pasear por la playa. Sentir el cosquilleo de las olas al chocar contra sus pies, el aire al golpear débilmente su cara y, ambos, cogidos de la mano atravesar por la arena hasta los acantilados donde se sentaron para ver pasar la noche y con ella el encanto y la magia de aquel día.

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-Hola! –saludó la esmeralda a Meiling en cuanto esta entró. La china respondió al saludo algo ausente. Luego Sakura recordó su conversación en la mañana y le preguntó con una ligera risa:- Como te fue con tu universitario? ¿Te declaraste?

-¿Con Yue? Pues si, me declaré y me rechazó. Me dijo que era gay.

-¿¡QUE? –exclamaron ambas chicas a la vez-

-Luego me dijo que era una broma y que le parecía mona por lo que aceptaba salir conmigo. Pero cuando pasó un par de horas me di cuenta de que no congeniábamos así que corté con él. De todos modos era un poco creído así que no lo eché en falta aunque ayudaba a que los chicos se fijase más en mi… -y rió durante un rato haciendo que a ambas les saliera una gran gota de la cabeza- Luego conocí a otro chico. No era guapo pero era divertido y sabía contar muchas cosas interesantes… Se apellidaba igual que tu Tomoyo.

-¿En serio? –preguntó esta-

-Leo se llamaba. Pero era de mi misma edad así que pensé que era un crío para mi y me fui sin pedirle el teléfono ni nada… Pero él me persiguió y me dijo que le gustaba… Me pareció tan valiente de su parte (porque, todo hay que decirlo, con lo guapa que yo soy…) así que acepté…

-Wow! Todo eso ha pasado en un día? O.O

Era Lunes por la tarde y estaban en casa de la esmeralda tomando unas pontas (fanta de uva XD) cuando Mei Ling había aparecido. Tomoyo no había ido en la mañana al instituto ya que regresó de la cena a la hora de empezar las clases. En cambio, se quedó en casa tomando unas pizzas con Eriol y viendo la tele, abrazados.

Alguien llamó a la puerta. Eriol fue a abrirla ya que la amatista estaba en esos momentos en la ducha. La abrió: era el pizzero.

-¿Pizza? –preguntó extrañado. De igual modo cogió su mochila y le pagó al señor, después se acercó a las escaleras y desde ahí llamó a Tomoyo- Has pedido tu una pizza?

Tomoyo gritó una afirmación y al cabo de poco tiempo bajo, todavía con la toalla sobre la cabeza.

-¡Que buena pinta tiene! –exclamó acercándose al oji-azul y quitándole un trozo. Luego volvió a desaparecer.

Regresó con unos refrescos y el cabello ya peinado. Se sentó a su lado y encendió la TV- Mis padres han salido esta mañana temprano… -Eriol asintió con la cabeza- Dijeron que volverían más tarde para buscarte… -él volvió a asentir. La amatista apoyó la cabeza en su hombro y le habló en un susurró- Te pasa algo?

Él la miró, dudando entre contárselo o no.

-Esta mañana he recibido un mensaje…

-Y eso es malo?

-No lo se… -el ojiazul, a su vez, apoyó su cabeza en la de Tomoyo- solo que… después de tanto tiempo…

No dijo más. Se había quedado dormido.

Tomoyo esbozó una sonrisa y lo tapó un poco con la manta que ella misma había dejado ahí hacía unos minutos.

Tal vez, ella también dormiría…

Continuará…

NdKeru: Ohayou! Espero que os haya gustado aunque ya noté que perdí la inspiración a mitad de capítulo… u.uU que remedio, lo hice lo mejor que pude…

El capítulo es muy largo… y no me va a dar tiempo para contestar reviews. Gracias a daidoji-tomoyo, Ishari, nanita, Miss Kudo, Shami y Basileia Daudojiu por vuestros comentarios.

Eriol: ¿Por qué todo me pasa a mí?

n.nU Lo siento Eriol-kun…

Me voy de vacaciones el día 28 por una semana… Yuhu! n.n so I'll try to update soon…

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Siguiente capítulo:

Operación Tomoyo

¿Cómo hacer que dos personas se gusten?

n.ñU

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Kisses!

Keru