Diclaimer: Este fic no es originalmente mío, la historia es de la autoría de Cristina Carvias, yo solo la he adaptado al mundo de CCS, y hablando de ellos, tampoco me perteneces... en fin, nada es mío, todo es prestado XD.
"Un ángel para mí corazón..."
By Lady Verónica Black.
Capítulo XI
Los días iban pasando con lentitud mientras ella esperaba ansiosa el regreso de Shaoran. Lo imaginaba atravesando la puerta de su dormitorio a media noche, despertándola con un suave beso en la frente, murmurándole palabras tiernas… Lo imaginaba acostándose a su lado y rodeándola con sus fuertes brazos, esos brazos que durante un espacio de tiempo que había sido demasiado fugaz, habían sido la expresión de su hogar, de su lugar de pertenencia.
Sin embargo, nada de eso sucedía. En lugar de eso, él la condenaba a la más absoluta soledad. Ni unas letras para decirle que estaba bien, que la echaba de menos… ¡Qué ironía, pensó. Después de un mes en el que solo había llamado en dos ocasiones para interesarse por la salud de Nana, aún esperaba algo así de alguien como él. Se sintió estúpida por fantasear acerca de las cosas que Shaoran Li nunca le diría. "Te extraño… Te amo…" Sin duda, eran palabras que no tenían cabida en el resabido vocabulario de Shaoran Li.
Qué poco se parecían él y Yamato. Apenas una semana después de la partida de su familia había recibido noticias suyas. Una carta extensa, conmovedora, cargada de disculpas y buenas intenciones para el futuro. En ella, Yamato le anunciaba que Tomoyo y él esperaban un hijo. Lo habían sabido al regresar de su viaje y Sakura adivinaba que por fin, Yamato había aclarado sus sentimientos hacia las dos. Él quería ser un buen marido, un buen padre y un buen cuñado. Amaba a Tomoyo y al hijo que iba a nacer. Y de su parte, le deseaba que fuera tan feliz como lo eran ellos en ese momento con su marido. Lloró de alegría al saber la noticia. Corría por la casa en ese momento ansiosa por contarle a Nana la buena noticia, cuando el alboroto en el exterior de la casa la alarmó.
¡Shaoran!
Shaoran había vuelto. Se arregló el cabello con nerviosismo y echó una rápida ojeada a su aspecto en el espejo del salón antes de abrir la puerta y bajar las escaleras de la entrada corriendo. Pero su alegría se desvaneció rápidamente al comprobar que no se trataba de él...
El ojiazul soltó el bolso de viaje para abrazarla con fuerza y besarla efusivamente en la mejilla.
-"¡Mi queridísima Sakura!" -la apartó un poco para observarla mejor, frunciendo el ceño al reparar en las ojeras que se dibujaban en el contorno de sus ojos-. "Estás horrible, pequeña. ¿Acaso no te trata bien mi desconsiderado primo?"
-"¡Imagínate!" –Nana agitó su bastón en el aire, refunfuñando-. "Hace más de un mes que se marchó y aún no ha regresado. ¿Te parece que sea forma de comportarse? Con una chica tan bonita esperándolo en casa…"
-"Ay, abuela, mejor no me cuentes nada aun…" -Eriol bostezó, aunque Sakura supo por el guiño que le hacía, que solo fingía estar cansado para no escuchar los largos y tediosos discursos de la anciana Li-. "Voy a subir mis cosas arriba y luego hablamos…"
Se acercó a Sakura y con un leve movimientos de sus labios sobre su oído le susurró en un tono de voz que no los oyera nadie.
-"Te espero en mi guarida, ángel. Tengo algo muy importante para contarte..." –dijo el moreno, antes de subir ágilmente la escalera de madera hacia su cuarto.
Sakura asintió y se escabulló en cuanto pudo hacia el segundo piso, dejando que Kai Ling y los demás entretuvieran a Nana con los preparativos de la cena de bienvenida.
Subió apresuradamente las escaleras y se encontró con Eriol en el umbral de su habitación, la hizo pasar rápidamente y cerró la puerta de su cuarto de inmediato. Sakura contenía la respiración por la curiosidad.
-"No vas a creerlo…"
-"Eriol, me está asustando…" -le dijo. Él se echó sobre la cama y estiró los brazos bajo la cabeza. Tenía la misma expresión risueña de un niño que acaba de recibir su regalo de Navidad.
-"Ahh, mi encantadora musa… No tienes porqué, créeme" -sonrió abiertamente-. "¿Adivina a quién he tenido el placer de acompañar en las dos últimas semanas?"
Sakura negó con un gesto con una sonrisa curiosa.
-"May Lai" -informó lentamente entornando los párpados, y sonriendo seductoramente. Se irguió inquieto sobre el colchón-. "La bellísima y cruel May Lai… que tres años atrás me arrojó a los leones, y me convirtió en un ser errante y en un pésimo jugador…"
Hablaba de forma teatral y Sakura suspiró, comprendiendo que por más que Eriol fingiera lo contrario, aun sentía algo muy profundo y especial por esa mujer.
-"¿Y... ?" -arqueó las cejas, invitándolo a que le relatara el resto de la historia.
-"Me parece estoy soñando, ángel… Ella se alegró mucho de verme y como acompañaba a su padre por negocios, tuvimos la ocasión de pasar la mayor parte del tiempo juntos… Y no creerías lo que nos sucedió…"
-"Por favor, basta, me espantas" -le pidió con falsa actitud reprobadora-. "Cuénteme de una buena vez qué pasó, Eriol.."
-"Me dijo que se había sentido muy confundida cuando sucedió lo de Xiao… Que tenía miedo a mi forma de vida y que temía que yo nunca maduraría lo suficiente como para darle el compromiso que ella esperaba…"
-"Eriol…" -lo apremió.
-"Me ama… ¡Me ama, ¿puedes creerlo?" -Eriol se había acercado a la joven y la había abrazado y levantado del suelo casi medio metro, girando con ella en sus brazos preso de la euforia-. "Estoy tan feliz, mi hermosa y pequeña flor, que siento el deseo de besar a todo el mundo…"
Y sin pensarlo, lo hizo. La tomó por los hombros y estampó un sonoro beso en los labios de la ojiverde, que lo observaba entre divertida y asombrada. Aunque la diversión solo duró un instante, ya que el sonido de la puerta al golpear contra la pared, hizo que ambos se separaran avergonzados.
La expresión del sujeto era aterradora. Su figura se recortaba en el umbral y a Sakura le recordó al personaje de un viejo cuento para niños que siempre la había asustado en la infancia. En el caso del hombre, el personaje tomaba nuevas dimensiones. Mirada cruel, labios apretados y aquella vena que se elevaba paulatinamente en la curva de su cuello como si estuviera a punto de explotar. Observó como cruzaba con fuerza los brazos sobre el pecho. Aunque a pesar de todo, tuvo que reconocer que una parte de ella se alegraba de verlo. Seguía siendo un arrogante egoísta sin modales… Pero era el arrogante egoísta sin modales más atractivo que había conocido en su vida.
-"¿No quieres besarme a mí también, primito?" -la voz de Shaoran estaba cargada de desprecio y rabia-. "Quizá no estás tan feliz después de todo... O quizás, mi encantadora esposa ya sacio en mi ausencia tus ansias de prodigar besos al mundo."
Eriol titubeó antes de aproximarse.
-"No he venido a traer problemas, Xiao. Y por supuesto, no eres mi tipo" -dijo con una suave sonrisa, en un vano esfuerzo por romper la tensión entre ellos-. "Pero estrecharé tu mano en señal de paz."
Shaoran sin despegar los ojos de los del ojiazul apretó la mano que le ofrecía con tanta fuerza que Eriol la tuvo retirar enseguida, temiendo que su cuello fuera el siguiente objetivo de las manos de su primo.
-"¿Cuándo…?" –Sakura no pudo terminar la frase. Una sola mirada furiosa del castaño había bastado para silenciarla.
-"¿Cuándo he vuelto?" -terminó por ella con cinismo-. "Hace unos minutos. Justo a tiempo para no perderme esta conmovedora escena... Eriol siempre fue especialmente efusivo en los rencuentros, ¿no es así, primito? Aunque mantenía la esperanza de que mi fiel y recatada esposa tendría el buen gusto de no lanzarse a sus brazos como una gata callejera en celo."
-"¡Xiao! Estás siendo injustamente grosero con Sakura" -replicó Eriol, esta vez realmente enfadado. Pero la expresión de Shaoran seguía tan dura como el granito, impasible e impenetrable.
-"No me digas... yo creo todo lo contrario, me parece que estoy siendo bastante educado dada la situación."
-"Para tu información, primo…"
-"Para tu información, primo…" -Shaoran imitó su voz con desdén para después acercarse con paso rápido al moreno hasta quedar a pocos centímetros de tocarlo. Luego con un tono feroz disfrazado en una voz helada le dijo sobre su rostro-. "Ella no es ni tu pequeña flor, ni tu musa, ni tu ángel, ni nada de nada tuyo…¿entiendes primito?... Se llama Sakura, ¿lo oyes? Sakura Kinomoto, o por si no lo sabía ahora es Sakura Li, la esposa de Shaoran Li tu primo ¿recuerdas?. ¡Ahora es MI mujer, Eriol! ¿Crees que podrás recordarlo durante el resto de tu estancia en la isla?"
Y dicho eso, cerró de un portazo la puerta tras él y salió maldiciendo entre dientes algo en chino, pero no sin antes lanzarle a la temblorosa Sakura una última mirada llena de furia, y aunque Sakura no lo podía creer, de dolor.
Eriol miro la puerta y luego a su amiga, se sintió más que culpable y apenado al ver como esta a duras penas lograba reprimir un sollozo.
-"¡Dios santo!" -se pasó la mano por el pelo, entre derrotado y ligeramente asustado-. "Xiao está peor que la última vez. Ha perdido el juicio, o sino le falta muy poco para perderlo…"
-"Se... será mejor... será mejor que me vaya…" –murmuró Sakura, con la mirada gacha, no quería que Eriol viera sus ojos llenos de lagrimas.
-"Sakura..." -trató de retenerla tomándola de la mano, pero ella se apartó bruscamente. Temía que Shaoran regresara, esta vez completamente decidido a acabar con ambos-. "Te aseguro que nunca en mi vida lo había visto perder los nervios de esta forma, no esta en s naturaleza demostrar sus sentimientos… Ángel, no será que él... ¿acaso finalmente ese idiota se dio cuenta que esta... enamorado de ti?"
-"No diga tonterías, Eriol" -Sakura enrojeció violentamente ante las palabras del ojiazul.
-"Ah, no… Esta sí que es buena" -rió estrepitosamente-. "Ahora sí estás metida en un buen lío, ángel mio. Porque mi primo jamás te dejará ir, ¿lo entiendes?"
"Y yo no quiero marcharme", quiso gritarle. ¿Es que nadie podía entender que lo amaba a pesar de sus defectos y del modo horrible en que la trataba; a pesar de su rudeza, de sus agravios…? No sabía ni como, o porque, pero lo amaba con locura.
-"Nos veremos en la cena, Eriol… Cuando hayas dejado de alucinar" -se despidió, rezando porque Shaoran no la aguardara escondido en los recodos del pasillo. Por suerte, él había desaparecido. De vuelta.
O o o O o o OSakura recostó la espalda contra el sofá. Los demás se habían acostado hacía un largo rato luego de haber pasado más de dos horas charlando y escuchando las historias de Eriol acerca de su nuevo trabajo en la galería. Por su parte, Shaoran no le había dirigido la palabra en toda la noche y en cierto modo, agradecía que fuera así. Aunque era muy consciente de que eso no significaba que Shaoran le ofreciera una tregua. Tan solo significaba que postergaba sus reproches para otra ocasión. Se preguntó si la ocasión había llegado cuando lo vio entrar en la biblioteca silencioso como un felino. Se sentó en el sofá contiguo a ella, respetando su deseo de leer bajo el diminuto halo de luz que arrojaba la lámpara de cristal. Sakura suspiró. En la penumbra, se sintió casi a salvo. Él no podía percibir la expresión de tristeza y dolor que nublaba sus ojos.
-"¿Piensas quedarte levantada hasta muy tarde?" -inquirió hoscamente; ella ni siquiera levantó la mirada de su lectura para contestarle.
-"¿Reclama mis obligaciones conyugales, señor Li?" -Sakura comprendió demasiado tarde que no era el mejor momento para ser irónica. Aún así, no había podido evitarlo.
-"Me siento tentado a hacerlo solo por el placer de ver como me rechazas, señorita Kinomoto" -esta vez, su tono fue extraño. Sakura contuvo el aliento cuando él le quitó el libro de las manos y lo lanzó con desgana sobre la mesita. ¿Ahora qué tendría que hacer? ¿Debería confesarle que en realidad aguardaba con impaciencia el momento en que él la llevara al dormitorio para hacerle el amor? ¿Debía confesarle que también lo deseaba, y que apenas podía pensar en otra cosa que no fueran sus dedos recorriendo cada centímetro de su piel? No lo creyó oportuno. Shaoran Li ya tenía bastante poder sobre ella como para saber algún dato más para herirla con sus comentarios.
-"Tenemos que hablar, Sakura" -pronunció su nombre con énfasis, mientras se estiraba cómodamente, con la amenaza de que la conversación sería tan larga como le apeteciera.
-"¿Hablar… de qué?" -se acurrucó, ocultando su rostro de la luz.
-"De Yamato Hanagata" -lo soltó como un jarro de agua fría, y ella no pudo dejar de dar un ligero respingo que, por suerte, él no vio.
-"¿Ya-ma-to?" -tartamudeo-. "¿Qué… qué quiere saber de él?"
-"¿Cómo lo conociste?" -Shaoran no se andaba con rodeos y Sakura tuvo la sensación de que estaba ocurriendo algo más de lo que en realidad sucedía-. "Cuéntamelo, pequeña flor de cerezo. Me interesa mucho conocer tu versión de la historia."
-"¿Mi versión? ¿A qué…?"
-"Verás, querida. Durante mi ausencia, tuve la grata casualidad de coincidir con el señor Hanagata en un restaurante" -le informó con naturalidad-. "Los dos estábamos allí por cuestiones distintas. Yo esperaba cerrar un trato con un ejecutivo japonés, y él esperaba que tu hermana saliera del baño después de pasar media hora encerrada en él. A causa de su embarazo, como ya sabrás, anda muy sensible con las comidas. Comprenderás que eso nos proporcionó el tiempo suficiente como para charlar detenidamente sobre ciertos asuntos... asuntos muy interesantes te diré, especialmente para mí."
-"¿Hablaron... sobre mí?" -Sakura no ocultaba su sorpresa.
-"Sobre ti"-repitió con voz grave y añadió en el mismo tono-. "Y sobre algunas cosas que sucedieron hace un tiempo."
-"¿Yamato le contó…?"
-"¿Que le presentaste a tu hermana en plan de cuñada y que luego te dejó por ella?" –la miro fijamente y después negó con la cabeza lentamente. Sakura no podía ver su cara, no sabia si eso significaba que lo complacía o le desagradaba-. "Eso es lo que él me dijo. Y también que fuiste muy valiente y amable al marcharte de tu casa y alejarte de ellos para no interferir en su relación."
Sakura no contestó. Se sentía avergonzada y humillada ante la posibilidad de que Shaoran la compadeciera. No quería eso de él. No necesitaba su compasión, era lo único que jamás aceptaría de él.
-"¿Lo fuiste?" -insistió al ver que ella no respondía-. "¿Fuiste tan valiente y amable, Sakura?"
-"Solo hice lo que me pareció correcto dada la situación" -murmuró con los labios apretados, y mirando para el lado contrario a donde estaba el ambarino.
-"Pero permitiste que yo creyera lo contrario"–señaló Shaoran, molesto-. "Me permitiste pensar que habías huido de tu casa porque no podías soportar la idea de que él y Tomoyo fueran felices juntos."
-"Yo no hice tal cosa" -replicó en voz baja-. "Usted mismo sacó sus propias conclusiones sobre el asunto."
Quiso añadir 'como siempre'. Pero le pareció que Shaoran no estaba de humor para sarcasmos.
-"¿Y bien? ¿Te apartaste de todo lo que amabas porque era lo mejor para ellos? ¿Es así?"
-"Sí, pero…" -titubeó un instante-. "Nunca ame a Yamato… Al menos, ahora se que aquello no era amor sino cariño. Ni siquiera sabía lo que era el amor en ese entonces."
-"¿No lo sabias?" -él arqueó las cejas, confuso y luego también furioso por haber comprendido algo que ella no alcanzaba a entender-. "¿Quieres decir que ahora sí lo sabes?"
-"Sé que lo de Yamato no era amor. Y me basta con eso."
-"Entiendo… ¿Has hablado de esto con mi primo, querida?"
-"¿De Yamato?" -debía ser muy tonta, porque no entendía qué relación guardaba todo aquello con Eriol.
Shaoran negó con la cabeza. Era imposible que ella imaginara el efecto que sus palabras tenían en él. Sentía deseos de besarla, de torturarla, de amarla hasta la saciedad… todo al mismo tiempo. Todo para arrancar de ella aquellas sensaciones que él no le provocaba y que lo llenaban de rabia y de celos.
-"De tus descubrimientos acerca de tan noble sentimiento" -se burló, fingiendo una calma que no sentía-. "Supongo que Eriol tendra algo que decir al respecto."
-"Supongo… También ha descubierto el amor, ¿se lo ha contado?" –momentaneamente le alegró la idea de que ellos hubieran resuelto sus diferencias y pudieran hablar con la confianza y el afecto que nunca debieron perder.
-"No, no me lo ha contado" -escupió la respuesta, maravillado por la forma inocente en que ella veía el mundo. Los ojos de Sakura Kinomoto eran capaces de expresar honestidad incluso cuando no hubiera nada de honesto en lo que ella estaba reconociendo abiertamente. Se contuvo a duras penas, maldiciendo entre dientes. ¿Acaso no tenía el más mínimo pudor? ¿Creía que él era otro Yamato Hanagata, amable e indulgente, que le concedería la libertad como si nada y la dejaría marcharse lejos de él para vivir como quisiera su edulcorada versión de lo que llamaba amor? Ella no tenía la menor idea de lo peligrosa que estaba resultando la conversación. La miró con el ceño fruncido. ¿En realidad estaba tan loca que creía que se quedaría de brazos cruzados mientras Eriol le arrebataba a la única persona que…? Le ordenó a sus pensamientos que se detuvieran. ¿Qué estaba pensando…? Definitivamente, él también debía haber perdido el juicio. Él no la queria. Por supuesto que no. Esto no esra un asunto de sentimientos, sino de orgullo y honor. Su matrimonio no era más que un negocio conveniente para ambos. Todo esto era por Nana. Por su bienestar… ¿Qué le estaba ocurriendo? Las cosas no tenía que ser de aquel modo. Él no tenía que sentirse traicionado ni dolido, no existían motivos reales por los cuales tendría que sentirse traicionado. Había comprado su compañía al casarse con ella, solo eso. Quizá incluso el matrimonio le otorgó cierto derecho sobre su cuerpo, aunque odiaba pensar que cada vez que la tomara ella lo despreciaba, pero no había comprado su corazón. Sakura había sido muy clara en ese sentido. ¿Por qué sentía entonces que algo estaba fallando en su perfecta ecuación? Los labios de ella lo confundían con sentimientos y sensaciones que no entendía. Su mirada cristalina y sincera lo enloquecía. De repente, pensó que cuando ella se fuera echaría de menos aquellos brillantes ojos verdes que censuraban sus malos modales. Cuando se fuera… Demonios… No había previsto que algo así pasaría...
-"¿Debo suponer que mi primo tiene la intención de que sea algo serio y no otra de sus aventuras pasajeras?" -preguntó, con las facciones contraídas por la furia.
-"Eso espero" -Sakura parpadeó confusa. ¿Qué le pasaba a Shaoran, porqué no se alegraba? Pensó que talvez era demasiado orgulloso para aceptar que finalmente May Lai había terminando escogiendo a Eriol. Apartó con un gesto brusco las lágrimas que humedecían sus ojos al pensar aquello. Momentáneamente lo odió en silencio. ¿Era necesario que fuera tan cruel? Podría al menos fingir que respetaba el hecho de que ella fuera aún su esposa, durara lo que durara la farsa de su matrimonio. ¿No podría fingir que la noticia de qué Eriol y Mai Lai estuvieran juntos no lo volvía completamente loco e irracional a causa de los celos; no podría disimular al menor que no estaba ardiendo en deseos de buscar a aquella mujer para hacerla cambiar de idea?
-"¿Debo suponer igualmente, que la afortunada dama piensa resolver sus asuntos antes de cometer la estupidez de seguir a Eriol al fin del mundo?"
Sakura se mordió la lengua, Shaoran nunca tendría suficiente, eso era evidente. Estuvo tentada a enviarlo al diablo y decirle que se lo preguntara directamente a su primo o a la misma May Lai en lugar de incomodarla a ella con sus comentarios hirientes. Pero en lugar de eso solo asintió.
-"¿De verdad esperas que esto me parezca una buena idea, señorita Kinomoto? ¿Realmente esperas que sea comprensivo?" –Sakura miro de reojo como su seño estaba más fruncido que nunca y como sus ojos brillaban de la furia. Decididamente Shaoran parecía estar dispuesto a cualquier cosa menos a mostrarse comprensivo. Y comprobarlo la torturaba aun más si eso era posible-. "Sinceramente, cariño… ¿En serio albergas la más mínima y remota esperanza de que voy a dar consentimiento a algo tan descabellado y estúpido sin siquiera hacer algo por impedirlo?"
-"Puede hacer lo que quiera" -ella esta vez no pudo ocultar su tristeza, dos finas lagrimas escaparon de sus cristalinos ojos.
-"¿Lo que quiera?" –dijo él en un tono que Sakura no supo reconocer. Shaoran se había acercado tanto a ella que sus respiraciones se mezclaban en la oscuridad. Sus dedos recorrieron los labios femeninos con una delicadeza que la desarmó-. "Creo que no puedo hacer lo que quiera, ángel. Por lo menos no con ella... Porque no puedo hacer que ella me ame, ¿verdad?"
"¡Pero yo si te amo!", quiso gritarle desesperada por el dolor. "¡Te amo! ¡Te amo con toda mi alma, maldito arrogante! ¿Porqué no puedes sentir lo mismo que yo? ¿Porqué te gusta lastimarme de esta forma?" Deseó con todas sus fuerzas que algo sucediera en ese momento, cualquier cosa con tal de que él dejara de acariciarle el rostro y mirarla como si quisiera besarla. Pero, ¿algo como qué?
Shaoran había dejado de pensar en cualquier otra cosa que no fuera aquella pequeños labios rozados entreabiertos, palpitantes y con sabor a fresas que se encontraba a pocos centímetros de los suyos… ¡Al diablo con Eriol! ¡Al diablo con ella! ¡Y al diablo con su empeño en amar a hombres que nunca podrían amarla como ella se merecía...! Hombres que la amaban como él… como él la amaba. Ya esta, lo había dicho. Su corazón se lo había dicho a su obstinado cerebro, que insistía en negar lo evidente al final. Pero ya era imposible que se lo siguiera ocultando. Amaba a Sakura como nunca amo a nadie en su vida. Al menos, aquel asunto ya estaba claro.
Vio como aquellos hechiceros ojos castaños se iban cerrando con lentitud, como su rostro se acercaba cada vez más al de ella y como se quedaba quieto a pocos milímetros de rozarse. Sin aliento la japonesa vio como un ligero destello ámbar brillaba en los de vuelta entreabiertos ojos de su esposo... Al ver como ella no le rehuía la mirada el hombre se aventuro a besarla, primero con una cierta con brutalidad, para después besarla con inusitada ternura al ver que a ella le gustaba el beso tanto como a él mismo.
Sakura percibió el cambio en la intensidad de sus caricias y se abandonó entre sus brazos abrazándose con fuerza a sus hombros, mareada por el torbellino de emociones que despertaban aquellos dedos enredándose en su cabello. Shaoran estrechó su cuerpo con tanta fuerza que temió que sus huesos se quebrasen bajo tal abrazo. Cuando largos minutos después se separaron, ella temblaba descontroladamente por lo que dejó que sus manos la sujetaran firmemente por la cintura para evitar que perdiera el equilibrio.
-"Dime que nadie te ha besado como yo…" –dijo furioso porque ella respondía con pasión a sus caricias a pesar de todo-. "¡Dime que me deseas, que quieres que te haga el amor!"
-"Sí…" -musitó, conmovida y turbada por la urgencia de su petición.
-"Di: 'Shaoran, te deseo…' ¡Dilo, por favor!" -insistió, poseído por una ira que parecía provenir de lo más profundo de su alma, dondequiera que esta estuviera.
-"Sí... sí… Shaoran… te deseo, te deseo más que nada en esta vida" –aceptó. No protestó cuando instantáneamente él la volvió a besar y la tomo en brazos para llevarla hasta su dormitorio.
Mucho tiempo después, mientras ambos jadeaban aún recuperando el aliento perdido, Sakura se atrevió a analizar su expresión. Shaoran yacía boca arriba, con la mirada perdida en algún punto invisible del techo y los labios apretados en un gesto que revelaba su personalidad arrogannte. ¿Cómo podía amar a alguien que le había hecho el amor para castigarla por culpa de otra mujer? Cerró los ojos, desesperada.
-"¿Te arrepientes de lo que hicimos?" -la pregunta de Shaoran la tomo por sorpresa.
-"No" -contestó en un susurro.
-"Me alegra escuchar eso, ángel mío…" -su tono era suave, pero su expresión sombría indicaba que su respuesta no lo complacía del todo-. "Porque nunca serás de otro, ¿me oyes? Eres mi esposa, Sakura Kinomoto… En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, para lo bueno y para lo malo… Hasta que la muerte nos separe... Lo juraste, ¿recuerdas? Juraste que vivirías toda tu vida a mi lado..."
Sakura lo escuchó recitar las mismas palabras que había recitado el sacerdote durante su boda. Le pareció que aquellas palabras adquirían un nuevo significado en aquel momento dichas por sus labios. El suyo era un compromiso que iba más allá del simple acto de colocar una alianza en su dedo.
-"Sin amor…" -señaló con tristeza, volviéndole la espalda para ahogar un sollozo contra la almohada.
-"Como vos gustes" -él no lo negó, pero su tono era hiriente al añadir: "Si, será siempre sin amor… Elegiste eso cuando aceptaste ser mi esposa. En ese entonces no te parecía algo tan terrible."
-"No elegí ser tratada como un objeto más de la casa" -replicó, dolida por su falta de sensibilidad.
-"Nunca deseé hacerle el amor a esa mesa, ni a esa silla…" -Shaoran señalo los objetos en la oscuridad de la habitación. Pegó su cuerpo al de ella, rodeándole con un brazo la cintura y acariciando con su boca el lóbulo de su oreja al hablar-. "Solo sé que hay algo en ti, algo especial… Ni un solo minuto pude dejar de pensar en tu cuerpo mientras estuve afuera… era como una enfermedad silenciosa que me carcomía por dentro lentamente..."
¿Una enfermedad, eso era para él? ¿Algo desagradable que le impedía conciliar el sueño y que sanaría cuando ella estuviera bien lejos? La hirió su sinceridad. Minutos después escuchó su respiración acompasada y pensó que finalmente se había dormido. Suspiró suavemente, consciente de que en el futuro aquello era todo cuanto podía esperar de él. Unas horas a su lado en la intimidad de aquella habitación donde no había espacio para el amor.
-"Soñé que me dabas un hijo..."
Se sobresaltó al escucharlo. De pronto, la habitación comenzó a darle vueltas. Él le había soltado aquello con tal naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo que ellos hablaran de aquello. ¡Un hijo! Al parecer la ambición de Shaoran Li no conocía límites.
-"Lo vi en mis sueños…" -su aliento le rozaba la mejilla, provocando un estremecimiento involuntario en ella-. "Tenía mis ojos, iguales a los ojos de mi padre y de mi abuelo, y de toda una larga generación de varones Li; tenia el cabello castaño y abundante, la ternura de Nana… y tu sonrisa… tu sonrisa... Ha sido tan real que casi podía tocarlo con mis manos."
-"Nunca…" -susurró, con la intención de herirlo tanto como él la había herido.
Shaoran no contestó. Nuevamente, el ritmo de su respiración le hizo creer que estaba dormido. Sin embargo, no lo estaba. Solo fingía estarlo, mientras digería de la manera más civilizada la negativa de ella. Contuvo el impulso de encender todas las luces. De gritarle a pleno pulmón que exigía que, en aquel mismo instante, desterrara de su mente y de su corazón a todos los Eriol que lo ocupaban. Shaoran no podía saber que aquella noche, ella le había entregado algo más que su cuerpo. Le había entregado su corazón a sabiendas de que él lo destrozaría sin contemplaciones.
Ambos silenciosamente se habían condenado a sufrir por un amor que creían no era correspondido.
Continuara...
Nota de la Autora:
¡¡Buenas, buenas...!
Dios bendito! No sé ustedes pero después de este capítulo tengo los nervios a flor de piel... ¡¿Rayos, porque son tan testarudos? ¿Por qué no se dicen de una vez lo que sienten? Menudo par de cabezotas que son, con lo felices que podrían ser si fueran sinceros con el otro... Pero bue, espero que el capítulo les haya gustado. Bien rapidito porque no tengo mucho tiempo les quería agradecer sus reviews, cada uno de ellos son preciosos y únicos y me hacen muy feliz, así que MUCHÍSIMAS GRACIAS! Espero saber de vuelta de TODOS ustedes.
Muchos besos! Cuídense!
Lady Verónica Black.-
Avances del Próximo Capítulo:
"... ¡Mujer inconsciente! ..."
"...Será mejor que te vayas..."
NOTA DE LA PARTE MALVADA, ADICTA Y SICOTICA DE LADY VERÓNICA BLACK.
Quiero muchos reviews pq sino se van a quedar con carita de ¿? Por mucho tiempo... muajajajaja... MUCHOS MUCHOS... muajajajjaajmuajajaja... (toy chiflada lo sé)
"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"
¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!
