Diclaimer: Este fic no es originalmente mío, la historia es de la autoría de Cristina Carvias, yo solo la he adaptado al mundo de CCS, y hablando de ellos, tampoco me perteneces... en fin, nada es mío, todo es prestado XD.
"Un ángel para mí corazón..."
By Lady Verónica Black.
Capítulo XII
Se limpió los labios con el dorso de la mano agotada por el terrible esfuerzo que había supuesto contener las náuseas en presencia de Shaoran, al mismo tiempo, se sintió liberada de aquel extraño peso que había soportado durante horas en la boca del estómago. Aunque aún no había tenido el valor para confirmar sus sospechas estas se iban confirmando solas a medida que los días pasaban.
Una vez más, Shaoran Li conseguía lo que quería...
Como si no solo no le bastara desear algo que ella no quería, sus deseos se convertían en realidad... ¿Cómo iba a abandonarla ahora que esperaba un hijo suyo? Acarició con ambas manos su plano estomago, sonriendo tontamente cuando Nana le ofreció sentarse a su lado mientras la observaba con expresión ceñuda.
-"¿Te encuentras bien, mi niña?" -la voz de Nana sonaba preocupada y extrañado ante tan raro comportamiento.
-"Claro, Nana."
Sakura mintió. ¿Bien? Ni siquiera sabía como se las iba a arreglar… Sola, y con un hijo que nunca tendría padre… Miró a Nana de soslayo. ¡Cuánto iba a echarla de menos! Cuánto le hubiera gustado que las cosas fueran diferentes y que aquella anciana adorable pudiera disfrutar de su bisnieto, aquel bebe que la anciana tanto deseba… Pero, no, no podía... No era posible que encadenara a Shaoran a quedarse con ella cuando la odiaba... él tenia que ser feliz a pesar de ella misma.
Eriol llevaba allí una semana y la situación ya era insostenible. La rivalidad entre ambos primos crecía más a cada minuto que pasaba, logrando que la mayoría de los encuentros entre ambos terminara en discusiones o en el peor de los casos diciéndose comentarios que Sakura encontraba sin sentido lógico, al parecer ambos hombres hablaban de cosas que solo ellos comprendían, como de un código privado. Por las noches, Shaoran permanecía encerrado en su despacho hasta muy tarde, en el día ignoraba a todos salvo a Nana y cada vez que le dirigía la palabra a Sakura era siempre cargada con frialdad y rencor. Día a día lo escuchaba colarse en su habitación bien entrada la madrugada cuando creía que ella estaba dormida. Para Sakura aquella situación ya era insostenible, cuando sentía que él se había dormido sollozaba en silencio al descubrir que había perdido lo único que parecía unirlos. Shaoran ya no tenia ningún tipo de interés por ella, no le hablaba, no la tocaba... simplemente la ignoraba. Ante tal perspectiva, había tomado la decisión de irse de la isla. Esperaba que tía Sonomi la recibiría con los brazos abiertos a pesar de haber abandonado a su esposo estando embarazada... su tía adoraba a los niños y siempre podía volver a trabajar en la florería de su familia… Y por otro lado, estaba Tomoyo. Ahora que las dos iban a ser madres, podrían ver crecer juntos a sus hijos. Creyó que eso le bastaría para ser feliz, estar con su familia y su hijo. Al menos, no tendría que sufrir cada día el tormento de saber que él no la amaba y que estaba con ella por compromiso… Claro que todo eso tendría que esperar. Shaoran parecía dispuesto a quedarse en la isla tanto tiempo como permaneciera Eriol con ellos. Por descontado, no se le había ocurrido hacer el equipaje mientras él estuviera allí. Shaoran Li podía no amarla, pero la consideraba su propiedad y bajo ningún concepto, la dejaría ir si no es porque él así se lo ordenaba. Por primera vez, deseó que Eriol acortara su estancia en la casa. Rezó fervientemente porque May Lai reclamara la presencia de alguno de los dos en algún lugar alejado de la isla.
-"¿Estas segura, querida? Te noto un poco pálida..."
-"Estoy muy bien, Nana" -mintió de nuevo, se calzó las cómodas zapatillas y se levantó de un salto-. "Creo que voy a dar un paseo por la playa antes de cenar. ¿Puedo, Nana?"
-"Qué pregunta tan tonta, mi niña" -ella sonrió-. "No eres nuestra prisionera, ángel. No tienes que pedir permiso para hacer lo que quieras. Tu eres la señora de la casa."
-"En ese caso… Daré un paseo" -correspondió a su sonrisa con un beso cariñoso.
-"Está bien. Pero no te alejes demasiado, querida. Kai Ling dice que los pescadores llevan varios días sin echarse al mar" -informó muy seria-. "Parece que se avecina un temporal y puede ser peligroso meterse en el agua o acercarse mucho a los acantilados. Así que no te alejes mucho, ¿lo prometes?"
-"Lo prometo, Nana" -agitó una mano como despedida y comenzó a andar en dirección a la costa. Se había colocado un chal sobre los hombros y se dijo que había sido muy prudente, ya que empezaba a refrescar a medida que se aproximaba a la playa. Se quitó las zapatillas para facilitar el ascenso y paseó distraída entre los suaves medanos, observando como los cangrejos se escabullían a su paso y se ocultaban en los agujeros de las piedras para no ser aplastados bajo sus pies o barridos por los golpes del mar que eran cada vez más impetuosos. Tuvo la sensación de que ella hacía lo mismo. Huir de los acontecimientos… Lo había hecho con Yamato y Tomoyo. Y ahora lo hacía con Shaoran. Pero, ¿qué otra alternativa le quedaba? ¿Pasar el resto de sus días junto a un hombre que no la amaba y que no mostraba la más mínima señal de aprecio por ella? Siguió su paseo, tratando de no pensar más en ello. Lo que tenía que suceder, sucedería. Shaoran Li podría haberle robado el corazón, pero no permitiría que le quitara lo único que podía llamar suyo en el mundo. No permitiría que la mantuviera encerrada en su castillo maravilloso, criando a su hijo y fingiendo que no le importaba que él suspirara de amor por otras mujeres, cuando ella no podía dejar de amarlo a pesar de todo. Era un sacrificio que no podía afrontar, ni siquiera por el cariño que sintiera por Nana y por él.
Saludó a un grupo de pescadores que reparaban sus redes en la orilla. Uno de ellos le gritó algo en chino, pero Sakura encogió los hombros, apenada porque sus buenas intenciones de esforzarse en aprender aquel idioma ya no tenían sentido. En el futuro, Shaoran Li podía gritar y maldecir en el idioma que le viniera en gana, porque ella ya no estaría allí para aguantarlo. Se alejó de los pescadores, buscando con la mirada y frunciendo el ceño con curiosidad al descubrir la vieja gruta de la que le había hablado Niko, el jardinero de la mansión, en una ocasión. Había dicho que los habitantes del pueblo nunca se adentraban en ella porque existía la leyenda de que quien lo hacía nunca más volvía a ser visto. Se sintió excitada por su descubrimiento. ¡Lo había hecho ella sola! Sin la ayuda de nadie, había sido capaz de encontrar la gruta maldita que asustaba a los pequeños cuando dormían. Le pareció que Nana y Kai Ling se reirían mucho cuando le contara que la tímida señorita Kinomoto había sido lo bastante valiente como para explorar la cueva maldita. Haciendo caso omiso de las advertencias que aquel día le había hecho Niko, se adentró en ella con expresión risueña, dispuesta a demostrar a todos que era algo más que la esposa obediente y sumisa de Xiao Lang Li.
Al principio, se sintió como la indomable heroína de aquellas historias románticas que leía para Nana pero después de un buen rato en el que la extensión de la gruta y el número de pasillos ocultos parecían no tener fin, comprendió que estaba perdida. Se desanimó, imaginando la escena que le esperaba al regresar. Se sentó un momento sobre una roca que parecía estable y calculó mentalmente el tiempo que había transcurrido. Una hora, dos o quizás tres… Nana estaría preocupada, y Shaoran debía estar furioso, seguramente repasando su sermón para recibirla y reprocharle que fuera una idiota irresponsable sin sentido común. Se mordió los labios, alarmada al escuchar como el mar azotaba las paredes de la gruta con insistencia, como si quisiera derrumbarlas para arrastrarla con él, el eco del viento y de las olas rompiendo era ensordecedor y espeluznante. Tenía tanto miedo que apenas podía pensar. Se tapó los oídos con la palma de las manos y se acurrucó con las rodillas encogidas en el vientre. Y sin darse cuenta, se quedó dormida.
Fue el destello de unas linternas lo que la despertó de repente. Veía los halos de luz dibujando extrañas formas en el fondo de la gruta se intento parar pero tenia las piernas entumecidas del frío, con mucho esfuerzo logro ponerse de pie y sostenerse con una mano de la resbaladiza roca, interiormente rezaba porque quien quiera que fuese el portador de la luz no se diera por vencido.
"Sigue alumbrando, por lo que más quieras… Estoy aquí", se repetía mentalmente, mientras trataba de guiarse por las débiles luces para encontrar la salida. Pero todo era inútil. Su sentido de la orientación había quedado reducido a la nada a causa del miedo. Así que se quedó muy quieta en el lugar donde había pasado las últimas horas, esperando que sus misteriosos rescatadores la encontraran. Podía escuchar las voces de varios hombres que avanzaban hacia el interior de la gruta, golpeando las paredes para comprobar si alguien les escuchaba al otro lado de los pasillos. Gritó con fuerza.
-"¡Aquí!" -hasta ese instante, no había notado la humedad que empañaba sus ropas y las miró aterrada. Echó una ojeada a su alrededor. Por alguna grieta, el mar había comenzado a ganarle terreno a la gruta y en ese momento, el agua le cubría casi hasta la altura de las rodillas. Elevó la mirada, observando con disgusto las gotas que caían incesantemente sobre su cabello y el resto de su cuerpo desde la parte superior de la cueva. Estaba empapada y tiritaba de frío… ¿Cuánto llevaba allí encerrada? Llenó sus pulmones de aire y continuó gritando cuanto pudo. Las luces eran cada vez más intensas y las voces se escuchaban ya cercanas, hasta que finalmente, vio al primero de los hombres correr hacia ella. Pero ya no tenia más fuerzas sentía el cuerpo frió, inerte, le costaba respirar bien y el cuerpo no paraba de temblarle... entre un quejido ahogado de alegría y dolor sus piernas no la pudieron sostener más, cayendo lentamente hacia el agua helada.
-"¡Gracias a Dios!" -la voz le sonaba familiar, pero no pudo distinguirla. Casi había perdido el conocimiento, dejó que unas manos fuertes la elevaran en el aire, apartándola del agua helada que la lastimaba-. "¡Mujer inconsciente!"
Sakura no protestó. Se sentía a salvo entre aquellos brazos, con la mejilla apretada contra aquel pecho que se elevaba rápidamente a causa de la agitación. No supo en qué momento la sacaban de la gruta, ni cuanto tardaron. Le pareció que flotaba durante el camino que debía conducirla hasta la casa, era una sensación extraña... como si se encontraba saltando entre suaves y cálidas nubes de algodón de todos colores. No podía abrir los ojos, y sentía que cada bocanada de aire que respiraba era como una sarta de agujas que se insertaban en sus pulmones.
-"¡Bendito seas, hijo, la has encontrado!" –escucho la voz de Nana que se movía nerviosa a su alrededor, pero Sakura no tenía fuerzas para tranquilizarla.
-"¡Santo Cielo!... ¿Está viva?" -la pregunta de Eriol sonaba desesperada y Sakura quiso tener las fuerzas para contestarle que todo estaba bien ahora, que no se preocupara más por ella.
-"¡Claro que está viva, Eriol! Ángel… ¿puedes oírme?" -insistió Nana con la voz entrecortada, le pasó los arrugados dedos por la frente.- "Ay, Dios… Estás helada, chiquilla… ¡Kai Ling!"
-"Estoy aquí, señora…" -Kai Ling ya estaba cubriéndola con una manta. Sakura se quejo débilmente. Quería decirle que no era necesario que montaran aquel alboroto.
En sus sueños ella había visto como alguien fuerte y poderoso la había rescatado de las entrañas de la gruta y la había protegido celosamente con su abrazo de cualquier peligro que pudiera amenazarla. Ya no había porqué estar asustada… Su salvador seguía allí, abrazándola, transmitiéndole su calor para tibiar sus huesos y su corazón…
-"Mi pequeño ángel..." -la voz de Nana sonaba lejana y Sakura dejó que el cansancio la venciera.- "Llevémosla arriba, Shaoran… Haré que llamen al doctor enseguida."
Pero Shaoran permanecía inmóvil, con aquel cuerpo menudo y empapado apretado contra el suyo, la mirada vidriosa y los labios contraídos en un gesto de rabia y profundo dolor.
-"¡Shaoran!" -lo apremió la anciana.- "Tenemos que llevarla arriba y hacer que entre en calor…"
Al ver que no reaccionaba, Nana se impacientó y tiró de su camisa con asombroso vigor.
-"¡Shaoran!... ¿No me oyes?... Hay que…"
El castaño cerro los ojos con fuerza, y reaccionando obedeció a su abuela y subió las escaleras como un autómata a toda velocidad. Eriol lo seguía, pero se apartó de inmediato cuando el castaño abrió la puerta de su habitación, fulminándole con la mirada. Shaoran empujó la puerta con la rodilla y la depositó con delicadeza sobre las sábanas. Acto seguido, se dirigió al baño y con movimientos mecánicos llenó la bañera de agua caliente.
-"¿Puedo ayudar?" -Eriol se sentía impotente. Por alguna razón, Shaoran parecía culparlo de lo sucedido e intuía que no permitiría que se acercara a ella.
-"Ya has hecho bastante, ¿no te parece?" -contestó entre dientes, empujándolo con brusquedad para poder pasar y regresar junto a la cama-. "Será mejor que te vayas. Voy a intentar que el agua caliente la haga reaccionar, y para eso tengo que desnudar a mi esposa."
-"Shaoran, yo..."
-"¡Vete ahora mismo, Eriol, porque no estoy seguro de cómo reaccionare si te veo un segundo más cerca nuestro" –el ambarino le grito lleno de furia, mientras lo miraba ferozmente a los ojos-. "Te lo advierto, vete ya mismo de este cuarto... no me gustaría hacer algo que a Nana le dolería mucho..."
Eriol salió de la habitación dando un ligero traspié, estaba asombrado y ligeramente maravillado ante las palabras de su primo.
Cuando vio la puerta cerrarse Shaoran se acerco al cuerpo de su esposa y comenzó a sacarle la ropa con cuidado, en el proceso se sentía incapaz de apartar la mirada de su rostro amoratado por el frío.
-"Eri-ol…" –dijo la ojiverde en un susurro entrecortado. "No puedes irte", pensó Sakura confusa, "tienes que comprender a Shaoran… él también la ama". Pero nadie contestaba. Shaoran la oyó delirar, trato de no prestar atención a sus palabras aún cuando ella le había desgarrado el alma llamando a su primo, la condujo hasta el cuarto de baño para meterla en la bañera aguantando todas las sensaciones que sentía en su interior. Después de un buen rato frotando su cuerpo con energía hasta comprobar que la sangre circulaba con normalidad por sus miembros y que su temperatura volvía a ser normal, la sacó del agua y la envolvió en una toalla. La dejó nuevamente en la cama y la cubrió con un par de mantas gruesas. Cuando hubo terminado, se recostó a su lado, rodeándola fuertemente con sus brazos. Se la veía tan frágil e indefensa, los labios pálidos y el cabello todavía húmedo esparcido sobre la almohada. Enredó los dedos en él, acercando su rostro al de ella para aspirar su aroma.
Sakura entreabrió los ojos un instante. En su mente, las imágenes se agolpaban sin sentido… ¿Eriol se había marchado? Quizá tenía que reunirse con aquella mujer… May Lai… ¿Era tan hermosa como decían todos? Era obvio que lo era… Porque los dos la amaban… Shaoran la amaba. Por eso no había querido ir a buscarla y había dejado que aquel otro hombre amable cuidara de ella… ¿Estaba mal que durmiera con él? Alargó los dedos inconscientemente, y acarició el áspero mentón del extraño. La había tratado con tanta ternura... como si la amara realmente, a pesar de no ser nadie para ella… "Lo siento… No puedo… Amo a Shaoran…", quiso decirle. "No debe estar aquí… Se pondrá furioso", pero él no escuchaba las voces en su mente. Solo la abrazaba con fuerza, y le acariciaba el cabello con dulzura. Y con la sensación de que no la abandonaría de nuevo en la gruta, perdió la conciencia nuevamente.
-"Te amo Sakura..."
"Y yo te amo a ti, Shaoran..."
Continuara...
Nota de la Autora:
Buenas! Creo que esta vez me he desaparecido bastante tiempo, pero espero me sepan disculpar porque ando con la agenda a reventar... apenas tengo tiempo de conectarme una par de veces a la semana (con suerte). Desde ya les doy las gracias por sus preciosos reviews, creo que si no sintiera tanto apoyo de ustedes a veces dejaría todo en el cajón, muchas gracias! Y también les pido disculpas por la longitud de este capítulo, pero espero comprendan que con suerte he podido escribir esto... así que era uno cortito o espera un par de semanas más sin nada... Pero igualmente espero que les haya gustado.
Espero verlos pronto, cuídense mucho!
Att. Lady Verónica Black.-
"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"
¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!
