Las cosas entre Harry y Ginny no estaban bien. El moreno recientemente se había mudado a la habitación de huéspedes tras una discusión y desde entonces no dormían juntos, a duras penas se dirigían la mirada, obligados más que todo por sus hijos, que parecían confusos antes la nueva distancia entre ambos.
Harry no quería que las cosas fueran así, pero su orgullo le impedía remendar las cosas.
—Harry—Apartó la mirada de su taza de café y miró a Hermione, minutos atrás le había comentado sobre su tensa situación con Ginny—Deberías hablar con ella, resolver las cosas... admitir tus errores y perdonar los de ella.
Se hundió un poco en la silla, desviando nuevamente la mirada. Sus dedos se movían nerviosamente sobre la taza humeante, evitaba mirar a su mejor amiga porque sabía que ella aguantaba sus ganas de regañarlo por lo estúpido que era.
—Harry—Llamó nuevamente, suspirando con pesar—Quiero hacerte una pregunta—Entonces el moreno se atrevió a mirarla, Hermione parecía meditar cuales debían ser las palabras correctas. Ella volvió a suspirar, cerrando los ojos para luego abrirlos nuevamente y clavarlos con seriedad en Potter—¿De verdad amas a Ginny... eres feliz con ella?
El moreno lo pensó, vaya que lo pensó. Sus labios se fruncieron y su pulso aumentó, pensó en su esposa; claro que la amaba, era la mujer con la que debía pasar el resto de su vida, era lo que todos esperaban de ellos, pero simplemente... "Uh, es complicado" pensó.
—Amo a Ginny, y por supuesto que soy feliz con ella—Respondió luego de varios minutos en silencio, frunciendo el entrecejo. Hermione lo analizaba con la mirada, buscando alguna señal de mentira en sus palabras. Pero es que era impresionante, porque hasta Harry titubeó por lo que dijo.
Mione entonces suspiró por enésima vez y pareció pensativa, más no insistió en el tema, cambiaron el tema de la conversación y charlaron por varios minutos hasta que la ministra vio la hora que era.
—Tengo que regresar al ministerio—Anunció la mujer, levantándose y dejando unas cuantas libras sobre la mesa para pagar—¿Vienes conmigo?
—No...—Hermione encurvó una ceja—Me quedaré un poco más.
—Bien, nos vemos—Granger sonrió y antes de que Harry pudiese responderse se apareció dejándolo solo.
Terminó su taza mientras seguía enfrascado en sus pensamientos, lleno de remordimientos y confusiones recientes, la pregunta de su mejor amiga se repetía una y otra vez en su cabeza y no lo dejaba en paz. ¿De verdad amaba a Ginevra? Quería creer con todo su corazón que sí, que aún sentía esa emoción típica del enamoramiento y la alegría de estar a su lado, el problema es que casi no la veía por su trabajo en El Profeta, y cuando estaban juntos era mayormente por sus hijos y nada más. Y cuando no estaban James, Albus y Lily discutían por cualquier cosa insignificante.
Ginevra era una mujer hermosa e inteligente, no había razón para no amarla, entonces, ¿Por qué comenzaba a dudar de su amor por ella? Todo matrimonio tenía sus altas y bajas, ¿Por qué no trataban de solucionarlo? No podía sí ella no se disculpaba primero, ¿Por qué sentía que nada de aquello era real, es decir, su matrimonio entero?
Levantó la mirada y se encontró con una cabellera rubia platinada, sacó unos billetes muggle y pagó mientras se levantaba de la mesa. Había olvidado por completo todo lo que había ocurrido con anterioridad y ahora sonreía ampliamente al mismo tiempo en el que se acercaba a Draco Malfoy.
—Comienzo a creer que me sigues a todas partes últimamente, Malfoy—Rió por su propio comentario una vez que estuvo a su lado, en cambio a Draco no le hizo mucha gracia.
—Y lo dice la persona que me acosaba—Esbozó una sonrisa al notar que Harry se había tragado sus palabras y se había ruborizado.
—Ya...—Balbuceo, antes de recuperar la compostura—¿Qué haces aquí?
—¿Qué acaso no puedo estar en una cafetería muggle?
—No es lo que quiero decir, es solo que... se supone que no te agradan mucho estas cosas ¿No?—Draco le miró de reojo, mientras un chico joven le daba su café para llevar y le sonreía.
—Pues sí,—Se encogió un poco de hombros—Pero las personas cambian, supongo—Y le pagó al joven antes de girar en su propio eje quedando muy cerca del moreno—Me da mucha curiosidad saber que hace el auror Potter en Londres muggle.
—Pasaba el rato con Hermione—Explicó,—Pero ella se ha marchado.
Y se sumergieron en un incómodo silencio, Malfoy no mencionó nada al respecto y Harry rascó incomodamente su mejilla, sin saber exactamente que decir para romper el silencio. Abrió un poco la boca, pero la cerró de inmediato cuando Draco posó sus orbes grices en él.
—¿Qué harás en año nuevo?—Preguntó con presura, los labios del albino se encurvaron en una ligera y presuntuosa sonrisa.
—¿Por qué el interés, Potty?
Harry lo miró con cierto arrepentimiento por lo que estaba apunto de decir, a pesar de ello habló con voz suave.
—Pensaba en invitarte a ti y a Scorpius a Grimmauld Place sí no tenían nada que hacer en año nuevo... —Hizo una pausa, Draco lo miraba expectante—Pero creo que ya tienes otros planes para ese día ¿No?
Draco no respondió de inmediato, pareció inmerso en sus pensamientos buscando las palabras correctas. En el fondo quería demostrar cierto dramatismo en su respuesta para no parecer desesperado, pues, siendo realistas; no tenía planes para año nuevo, tal vez se quedaría junto a Scorpius, le enviaría una lechuza con una carta a Narcissa, tendrían una cena y posiblemente Zabini o Parkinson pasarían para saludar. Pero nada de ello era certero, por lo que, probando un sorbo del café muggle que para su sorpresa no era tan desagradable como se lo había planteado, aclaró su garganta y con un tono claro dijo:
—Creo que no tengo ningún inconveniente en pasar año nuevo contigo y los Weasley—Y momentáneamente evitó mirar a Harry. El moreno sonrió y sus orbes verdes brillaron ligeramente alegres.
Ni siquiera sabía porque se alegraba.
—Entonces, hasta pronto—Harry le sonrió, antes de palmear unas tres veces con suavidad su hombro, se apareció antes de que Malfoy pudiese arrepentirse.
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En la víspera de año nuevo, el número doce de Grimmauld Place se llenó de vida. Se oían risitas y cuchicheo, Molly había insistido en preparar ella misma los manjares que comerían esa noche a pesar de los intentos de Ginny de convencer a su madre de que ella podía hacerlo. Percy había asistido junto a su esposa e hijas y hablaba con George, este le remedaba girando los ojos de forma burlesca cuando Percy no le miraba, generando carcajadas en Fred II.
Harry sonrió, observando a todos. Sus ojos se posaron momentáneamente en su esposa, Ginny hablaba con Fleur animadamente y se le veía feliz. Recordó la pregunta de Hermione y su sonrisa de borró por completo, pero se recompuso al instante cuando Lily lo abrazó.
—Papá—El moreno la miró, acariciando su rojo cabello que estaba perfectamente peinado y tenía pequeñas mariposas azules de pedrería adornandolo—¿El señor Malfoy vendrá, verdad?—Preguntó ilusionada.
—Lo más probable es que sí—Contestó, Lily sonrió por ello.
—Qué bien—Mencionó alegre—Tengo un regalo para él, pero no sé si le gustará—Y entonces se ruborizó, Harry frunció el entrecejo.
Debía ser una broma muy mala, Lily no podía gustar de Draco Malfoy, un hombre de la edad de su padre. Aunque muy en el fondo solo esperaba que fuera una simple ilusión que se le pasaría con el tiempo, o sencillamente admiración.
—¿Qué le vas a regalar?—Preguntó con curiosidad.
—No te puedo decir, sí te digo ya no sería secreto papá.
Estuvo apunto de decir algo, pero un chillido de emoción le puso los vellos de punta. Lily se había separado abruptamente de él y se dirigía a toda prisa hasta Draco Malfoy, que vestía una túnica elegante y portaba su típico aire de superioridad, aunque dicha superioridad se vio remplazada por humildad, pues comenzaba a tenerle respecto a los Weasley tras su anterior reunión en navidad. Lily Luna parecía tener la intención de abrazarle, pero sorprendentemente se contuvo y simplemente le sonrió, saludándolo. Draco respondió el gesto, y desvío un poco la mirada de la pelirroja encontrándose con la de Harry, el moreno lo saludó con un simple gesto con su mano que fue correspondido del mismo modo.
—¡Señor Malfoy!—Exclamó alegre la niña—Le tengo un regalo..—Mencionó esta vez con timidez, y del bolsillo de sus pantalones azulados sacó una pequeña bolsita de color verde esmeralda, se la extendió con las mejillas coloradas como su cabello—Lo hice yo misma—Draco sonrió por el regalo y lo abrió, topándose con un pequeño collar tejido del mismo color de la bolsita que tenía en dorado sus iniciales—Es muy útil, sirve para ahuyentar a los Wrackspurt—Y Malfoy pensó "¿Qué diablos son los Wrackspurt?" mientras se ponía el collar.
—Está muy bonito Lily, gracias—La pelirroja sonrió de oreja a oreja.
—¡También tengo uno, hace juego con el de usted, y el que le voy a dar a papá, mamá, a Scorpius, Albus y Jamie!—Lucía realmente feliz—Quise hacer para todos, pero no me alcanzó el tiempo y aún no puedo usar magia—Mencionó en tono lamentero, pero volvió a su semblante alegre y de alejó dando pequeños brincos hasta Ginny.
Draco puso los ojos en blanco y se acercó hasta Harry, quitándose su túnica y dejándola sobre la silla antes de sentarse a su lado.
—Eh, Potter —Llamó Draco en un susurro, inclinándose un poco hacia el más bajo—¿De casualidad Lily no es hija de Lunática Lovegood?—Era una broma, no buscaba ser ofensivo en realidad.
—Sí lo fuera, ya todos se habrían dado cuenta—Respondió, rodando los ojos—Es que pasa mucho tiempo con Luna desde que regresó con Rolf y los gemelos—Explicó, encogiendose un poco de hombros.
—Aunque bueno...—Se enderezó un poco sin despegar su mirada de Harry—Eso la hace... peculiar, supongo.
El moreno no mencionó nada, en cambio sonrió un poco mirando a su hija, que abrazaba a Ginny y luego se acercaba a Albus que trataba de zafarse del agarre de Teddy con las mejillas rojas de vergüenza, que lo elevaba un poco del suelo, como sí tratase de cargarlo y reía ligeramente.
Entonces notó que Scorpius se acercaba a Draco con un semblante serio, se sentó al lado de su padre y no dijo ni una sola palabra. Como si estuviera molesto con él o incluso consigo mismo. Draco le miraba con cierta preocupación, sabía perfectamente que ocurría y también sabía que sí comenzaba a hablar al respecto con su hijo, este se enojaría aún más o incluso rompería en llanto.
La cena transcurrió con normalidad, cervezas de mantequilla sobrevolaban la mesa deteniéndose en quién las hubiese convocado, al igual que postres y platillos deliciosos. A pesar de su anterior enojo, Scorpius sonreía levemente y escuchaba uno de los relatos de Charlie. Hermione le dirigía miradas fugaces a Harry que no pasaron desapercibidas por Ron ¿La razón? Platicaba con Malfoy como sí nada e incluso se había reído de un comentario sarcástico de este.
Ronald hizo una mueca de total disgusto, era el único Weasley al que Draco aún trataba despectivamente y el odio parecía ser mutuo. No le agradaba mucho que su mejor amigo conviviera con el "Enemigo", Harry ignoró por completó las miradas de Hermione, Ron e incluso de Ginny, su esposa lucía ciertamente desconcertada por la inusual tranquilidad con la que platicaba con Malfoy; como sí no le repuganara su presencia. Y es que en realidad no le repugnaba, incluso podría decirse que Malfoy podía llegar a ser agradable cuando no andaba de malas o con humos en la cabeza.
Harry se atrevió a darle una mirada fugaz a Ginevra, que frunció los labios en desacuerdo. A la pelirroja no le agradaba Malfoy en lo absoluto, y presentía que algo ocurriría "¡Alerta permanente!"
A pesar de las miradas furtivas de Ginny y la forma desconfiada de tratarlo de Percy, Draco se sentía cómodo y alegre, la cena había terminado y los más jóvenes se habían reunido en otra habitación, dejando solos a los adultos, aún faltaban dos horas para año nuevo por lo que entablaron conversación. Trabajo, el ministerio, Sortilegios Weasley, Gringotts, eran los temas típicos de esperarse; Draco descubrió que esos temas le aburrían tanto como las antiguas clases de historia de la magia y se sorprendió de no haberse dormido sobre el respaldo de la silla.
Llevó a sus labios el vaso de vidrio con whisky de fuego y tomó un poco, sintiendo por milésima vez esa noche la mirada de Ginny Weasley sobre él, sonrió con malicia solo para ver como se ruborizaba de ira, para así reír por lo bajo. Y terminándose el vaso, se escabulló cuando nadie le miraba.
Arriba, en las escaleras, escuchó vocecillas y risas. Resopló un poco, sentándose en el primer escalón con la mirada perdida, preguntándose sí de verdad Scorpius se la estaría pasando bien.
—¿Muy aburrido para ti, Malfoy?—Levantó la mirada, Harry estaba no muy lejos de él y se acercó a paso lento, hasta que por fin llegó al escalón y se sentó a su lado.
—Demasiado—Confesó poniendo los ojos en blanco.
Y es que aún se le hacía raro todo eso, estar en la Madrigera o en Grimmauld Place, con Harry y los Weasley, y coexistir con ellos como si anteriormente no hubiesen tenido sus diferencias y disgustos mutuos.
—Ginny piensa que tramas algo—Mencionó de repente, y notó digusto en su mirada—Pero yo creo que ella exagera.
—No estés tan seguro de ello—Atajó con severidad Draco—Tal vez pueda emplear la maldición cruciatus para que me des información del ministerio en este mismo momento—Se había molestado, por supuesto. Harry hizo una mueca—No lo haré, idiota.
Ninguno de los dos dijo más nada. Draco estrujaba sus manos sin mucha fuerza y Harry miraba la pared, sintiéndose un poco idiota por lo que había mencionado con anterioridad.
—Scorpius no quería venir—Confesó Malfoy, con la mirada clavada en sus manos. El moreno le miró curioso—Digamos que este no es su día favorito, pero yo pensé le que vendría bien salir de la mansión y estar con más personas aparte de mi—Sonaba tranquilo aunque su entrecejo estaba fruncido—Astoria murió hoy hace un año, antes de que fueran las doce... y él la vio—Y apretó con fuerza sus manos enrojeciendo un poco su pálida piel, Harry entreabrió los labios, sorprendido—Es muy joven, demasiado...—Dejó sus palabras en el aire.
Harry, aunque sabía perfectamente como debía sentirse Scorpius, no sabía que decirle a Draco para hacerle sentir mejor, ¿Bastarían unas palmaditas en el hombro y un "Tranquilo, él lo superará, es fuerte"? No, para nada. No sabía que hacer, nunca fue muy bueno para consolar a las personas y personalmente comenzaba a entrar en pánico por el prologado silencio de Draco.
—Sí lo deseas, yo... yo podría hablar con él—Dijo, con cierta desconfianza de sus propias palabras. El rubio platinado le miró con sorpresa.
—No hace falta, Potter—Espetó, con un nuevo y repentino digusto—Yo puedo manejar la situación.
Nuevamente aquella tensión, Harry se removió incómodo y Draco permaneció con una mirada gélida, gritándose mentalmente por soltarle algo tan personal a Potter generando que este solo se le quedará mirando como un estúpido.
Aunque, realmente, su disgusto se disipó cuando escuchó como bajaban las escaleras a toda velocidad y los más jovenes gritaban alegres, los adultos se asomaron confundidos por el alboroto y entonces James gritó:
—¡¡Feliz año nuevo!!
¿Qué? ¿¡Ya eran las doce!? ¿Tan rápido había pasado el tiempo? Harry y Draco se levantaron de un salto, el moreno casi tropieza cuándo sus sobrinos e hijos se le lanzaron encima para abrazarle y felicitarle. Y así fue como las risas se retomaron. Draco despeinó el cabello de Hyperion en señal de afecto y este lo abrazó por lo menos durante un minuto o más, incluso pudo ver la incredulidad de los Weasley al descubrir que Malfoy no era apático con su hijo.
—Gracias, papá—Escuchó que le susurraba al oído el rubio menor antes de separarse y felicitar a Harry. Quedó ensimismado y sonrió, cuándo Angelina puso música y Molly lo tomó desprevenido para abrazarlo.
Todos regresaron al comedor y notó que no estaba solo, miró por encima de su hombro a Harry, que lo miraba con sí esperase algo, ansioso.
—Feliz año nuevo, cara cortada—Dijo al darse la vuelta. Draco se dio la vuelta nuevamente, dispuesto a entrar también en el comedor, pero la mano de Harry sujetando su brazo se lo impidió, entorno una ceja incrédulo, mirándolo de reojo.
—Feliz año nuevo—No supo porque había evitado que se fue, tampoco sabía porque no quería soltarlo y ansiaba que Draco se acercara un poco más hasta él, apretó su mandíbula—¿Sabes que cuentas conmigo, no? Somos amigos ahora.
Draco río entre dientes y Harry lo soltó.
—Claro, Potty—Dijo, con un dije sarcástico en su voz,—Pero quiero que sepas, que no somos amigos—Y se marchó, entrando también en el comedor.
El moreno rodó los ojos y lo siguió, entrando auna burbuja rebosante de calidez, Draco sonreía y le dirigió una mirada disimulada, se repetía una y otra vez "Amigos, amigos", no podía evitar sentirse feliz por tan simples palabras.
Harry lo consideraba su amigo. Y claro, estaba su orgullo ante todo, por lo que en definitiva, no diría ni expresaría su emoción, ni le afirmaría —de momento—, a Potter que también lo comenzaba a considerar con su amigo.
