Y parecía que las desgracias perseguían a Draco Malfoy.

Era de noche cuando ocurrió, ya había transcurrido una semana desde los acontecimientos en el ministerio y El Profeta aprovechó hasta la mínima oportunidad para denigrar sus medidas de seguridad, además, una foto en la primera plana causó conmoción y temor. El mensaje dejado por aquel trabajador bajo la maldición imperius dejó mucho de qué hablar los días siguientes.

Es que no hacía falta ser un genio para comprenderlo. Era un llamado a los mortífagos, pero.. ¿De quién?

Gruñó por lo bajo, sintiendo otra vez esa punzada en su pálida piel. La marca tenebrosa había adquirido recientemente un color negro intenso, dejando atrás su color grisáceo opaco. Draco sabía perfectamente lo que significaba, pero era imposible, debía ser imposible.

Terminó de responder una carta de Scorpius y se dirigió a paso decidido hasta su lechuza que era tan blanca como la nieve, la lechuza ululaba y le extendió la carta, segundos después la vio marcharse por el ventanal de su despacho.

Sabía que era tarde, bostezó cansado, y justo cuando giró sobre su propio eje para marcharse a su habitación, escuchó un ¡Poof! detrás de él.

—Hey, Malfoy—Miró por el rabillo del ojo a Harry, este le sonreía de oreja a oreja.

—¿Qué quieres?—Preguntó secamente, a pesar de ello el moreno no borró su sonrisa y eso comenzaba a perturbar a Draco, que nunca había visto a Harry sonreír por tanto tiempo.

Pero Harry no respondió, en cambio, se acercó a él hasta el punto en el que Draco se sintió acorralado y tuvo que retroceder hasta chocar con la puerta, el moreno nuevamente cortó la distancia entre ambos y el rubio puso de inmediato sus manos sobre el pecho de Potter para alejarlo.

—¿Qué mierda te pasa?—Estaba molesto, no entendía el comportamiento de Harry, y tampoco sabía porque se ponía nervioso después de tanto tiempo.

Sus mejillas ardían pero mantenía su entrecejo fruncido al igual que sus labios, Harry soltó una risita.

—Nada, nada—Se inclinó más hacía él, al punto en el que sus narices rozaban y podían sentir la respiración del otro. Pero Draco no quería aquello, nuevamente volvió a empujarlo y esta vez, la sonrisa divertida de Harry se esfumó—Sigues siendo una putita difícil ¿No, Draco?

Draco de inmediato desenfundó su varita y lo apunto justo en la yugular con la punta. Sus orbes grises analizaban el rostro de aquel Harry con actitud extraña con una frialdad y odio descomunal, pronto cayó en cuenta de algo. La cicatriz estaba desapareciendo lentamente y su color de piel estaba cambiando.

—Rodolphus Lestrange—Dijo entre dientes, apartándose abruptamente sin dejar de apuntarle con su varita. El hombre frunció el entrecejo, tal vez decepcionado de que la posición multijugos no hubiese durado lo suficiente.

Y sin darle siquiera tiempo de abrir la boca, un destello verde salió de su varita, Lestrange esquivó el hechizo. El despacho de Draco pronto se vio hecho trizas, pergaminos quemados por doquier, una repisa llena de libros partida por la mitad, el escritorio en llamas, las sillas y el mueble que estaba justo al lado de la chimenea con el relleno afuera y grandes cortaduras en la tela, vidrios rotros esparcidos por el suelo.

—¡Tienes algo que mí señora necesita, entregalo y juro no asesinarte!—Gritó el mortífago, pero Draco sabía que eran palabras vacías, y que sí era necesario podría matarlo con tal de conseguir aquel objeto.

También sabía que era lo que necesitaba, un objeto brillante que llevaba adentro del bolsillo izquierdo de sus pantalones, y no estaba dispuesto a entregarlo tan fácilmente. Por lo que siguió dando pelea. Apretaba tanto su varita que sentía que podría agrietarse y enterrarsele en la mano, ni se inmutó por los ataques de Rodolphus.

—Dile a tu señora, quién quiera que sea, qué se vaya a la mierda—Gritó, Lestrange pareció furioso por aquel comentario.

Y Draco no lo vio venir, el hombre movió tan rápido sus labios que aduras penas pudo entender lo que dijo. Sus pulmones se quedaron de repente sin aire y cada hueso en su interior se rompía y desgarraba su piel, tosió y al hacerlo sus labios y barbilla se llenaron de sangre. Sus ojos estaban desorbitados, abiertos como platos y llenos de lágrimas de dolor, cayó sobre sus rodillas mientras trataba de que el aire regresara a sus pulmones. Su rostro se puso rojo por la asfixia.

Otro hechizo apareció justo desde la puerta, Lestrange pareció herido por ello pies se aferró a su abdomen, y segundos después de desapareció soltando un insulto por lo alto.

El grito de Narcissa hizo eco en su cabeza y segundos después perdió el conocimiento.

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Escuchaba voces lejanas, eso hizo que se removiera incómodo, pero no sirvió de mucho, pues una luz molesta evitó que siguiera durmiendo. Abrió con lentitud sus ojos, analizando dónde se encontraba.

Estaba acostado en una camilla, con vendas en sus brazos y abdomen, su cuerpo dolía y se sentía pesado, supuso que se encontraba en San Mungo. Pronto las voces se volvieron más claras y reconoció a su madre, Narcissa, junto a otra persona que no conocía pero que suponía era un sanador. Trató de sentarse pero al intentarlo, sintió un desgarre y reprimió un grito, las vendas de sus brazos se marcharon de sangre.

La puerta se abrió, una mujer ya no tan joven entró, Narcissa lucia sumamente cansada, cómo sí no hubiese dormido en lo absoluto. Detrás de ella, Harry Potter entró. Este, al igual que ella lucia cansado y tenía unas ojeras terribles, aunque, al contrario que su madre que tenía una mirada de preocupación, él parecía molesto.

Narcissa se hecho a llorar cuando se dio cuenta de que su hijo estaba despierto. Se contuvo de abalanzarse sobre él pues temía que las heridas se abrieran como le había comentado el sanador. Draco le susurraba que no llorara, que estaba bien. Pero ella negaba con la cabeza sin dejar de sollozar.

—Trataron de asesinarte, por supuesto que no estás bien—Replicó ella, sin dejar de llorar. Y el rubio a pesar del dolor, la abrazó suavemente, ella siguió llorando desconsoladamente, incapaz de soportar la idea de perder a su único y amado hijo.

Finalmente, cuando Narcissa se tranquilizó y Draco le insistió en que fuera a comer algo y que fuera dormir, ella se despidió de ambos hombres con la mirada perdida y cerró la puerta tras de ella.

Harry permanecía en silencio observando a Malfoy, no quería sonar imprudente ni hacerlo molestar pero era su deber interrogar a Draco. Además, no soportaba el hecho de que alguien le hubiese hecho daño a su amigo, por esa razón se sentía sumamente molesto.

—¿Qué ocurrió exactamente?

Draco lo miró, y luego de unos segundos en silencio respondió.

—Rodolphus Lestrange trató de robarme algo—Dijo sin más miramientos, Harry frunció el ceño por ello—Sí, el ex-mortífago que se supone debería estar en Azkaban y no por ahí como sí nada.

El moreno entonces suspiró.

—Escapó anoche, y horas después te atacó en Malfoy Manor—Pensó en voz alta—Entonces ¿Qué quería robarte? ¿Mencionó algo?

—Dijo que su ama necesitaba esto—Y entonces, con sumo cuidado de no lastimarse, sacó del bolsillo de sus pantalones un objeto brilante y dorado, Harry había visto uno igual hace mucho años, exactamente en su tercer año en Hogwarts. Un giratiempo.

—¿Por qué estás en posesión de un giratiempo? ¿Sabes que debes estar calificado para usar uno y que es sumamente peligroso alterar el pasado o el futuro?—Draco rodó los ojos por las palabras de Harry. Sabía perfectamente eso, y no necesitaba que el cara cortada se lo recordará.

—El giratiempo ni siquiera funciona—Bufó desviando la mirada—Está averiado, así que el ataque fue en vano.

El silencio reinó por unos minutos.

—Y la marca tenebrosa volvió a adquirir su color original ¿O me equivoco?—Draco palideció y eso confirmó la interrogante del auror—Por eso en el ministerio huiste al igual que Parkinson—Concluyó—El mensaje dejado por el hombre bajo la maldición imperius, hablaba de la marca, y tal vez la 'Heredera' es la misma persona que mandó a Rodolphus Lestrange para que te arrebatará el giratiempo y te asesinara de ser necesario.

Ahora todo encajaba en la cabeza de Harry, todo se veía más claro.

Entonces el rubio recordó la bochornosa escena que había montado el ex-mortífago tratando de hacerse pasar por Harry, quiso comentarle al respecto pues debía ser otra pista crucial para su investigación, pero sintió vergüenza y confusión, ¿Por qué Rodolphus había optado hacerse pasar por Harry Potter en vez de alguien más cercano a él? No es que el moreno no fuese cercano a él, pero bien pudo ser su madre o por doloroso que fuese su padre ¿Por qué ser especificamente Harry para conseguirlo? ¿Y por qué actuar de esa manera?

Gruñó por lo bajo, sintiendo su cabeza doler. Harry no despagaba sus orbes verdes de él y por unos segundos su molestia fue remplazada por verdadera preocupación.

—Otra vez se vienen tiempos oscuros, Potter—Susurró también con preocupación.

—Tal vez sea hora de volver a reconstituir la Orden del Fénix—Dijo el moreno, tal vez hablaba consigo mismo pues su mirada se había vuelto ausente, pero sus orbes verdes se volvieron a posar en los grises de Draco.

Una nutria de color plateado apareció en la habitación y comenzó a dar vueltas al rededor de Harry, y con la voz de Hermione dijo fuerte y claro: "Reunión de emergencia, preferiblemente en tú casa, debemos discutir algo serio, ya cité al resto" Y el patronus de Hermione desapareció.

Harry miró rápidamente a Draco, nervioso de dejarlo solo y justo cuando estuvo apunto de decirle algo este lo interrumpió.

—Adelante, vete, la primer ministra te necesita—Suspiró antes de agregar:—Prometo no morir mientras no estás, Potty—A Harry no le hizo mucha gracia—Anda, ya vete hombre.

—Volveré en la tarde para ver como sigues—Avisó, antes de regalarle una de esas sonrisas a Draco y desparecerse.

Malfoy se hundió en la camilla, con una ligera sonrisita en sus labios. Aún sabiendo qué, esa sonrisa se borraría tarde o temprano por los nuevos y futuros sucesos en el mundo mágico, porque ciertamente tenía razón. Se acercaban tiempos oscuros.