-¡Cuidado, Saito!-gritó Yuichiro, al ver la inestabilidad de la estructura.
-¡Neeee! ¡No te preocupes! ¡No soy tan torpe como Lan!
El hombre rió por lo bajo. Siguió a su hijo, con un pequeño grupo de ayudantes, por lo que parecía ser un antiguo laboratorio en un pequeño pueblo al este de Dencity. Habían llegado hace poco y ya estaban investigando. Una fuente dijo que en él había unos documentos sobre una antigua familia que, al parecer, era antecedente a los Hikari.
-¡Mira, pa! ¡Encontré algo!
Yuichiro y sus ayudantes entraron en una especie de cueva. Estaba completamente oscura, por lo cual encendieron sus linternas. Era un espacio muy grande y Saito se quedó admirándolo bastante tiempo.
-Es enorme... ¿Qué crees que hacían acá?-preguntó a su padre que se encogió de hombros.
-No lo sé. Para algo vinimos.
El chico rió y recorrió con la vista la habitación, encontrándose con algo que brillaba con las luces de la linterna. Intrigado, se dirigió al objeto. Este estaba enterrado con varios escombros que habían caído de la inestable estructura.
-¡Pa! ¡Ven, mira!
El hombre se acercó y vio entre los escombros que algo brillaba con las linternas. Llamó a sus ayudantes y juntos sacaron del objeto las vigas de madera, polvo y todo material que estuviese sobre él.
-Es... –empezó uno, cuando terminaron de desenterrarlo.
-Un ataúd.-terminó Yuichiro.
Saito miró el símbolo que tenía tallado la tapa. Este brillaba tenuemente. ¿Era por las linternas o poseía un brillo propio? Lo palpó con la yema de sus dedos y descubrió que tenía una peculiar forma. Era un círculo con una cruz.
-Veamos que hay adentro.-sugirió uno y Yuichiro asintió.
Con dificultad, lograron abrir el ataúd y todos ahogaron su aliento.
-"No puede ser... es él... "-se dijo a sí mismo Yuichiro.
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-Raaayos... ¿Por qué no vinimos por otro camino?-se quejó Lan, apartando unos escombros y al hacerlos, otros cayeron del techo.
-Ten cuidado. Seguramente el techo se nos vendrá encima en cualquier momento.-advirtió Laika seguido de Regal.
-Siempre tan optimista, Laika.
El coronel gruñó y el castaño rió. Siguieron su camino mirando por todas partes. Lan se tropezó con algo y cayó de cara al suelo.
-Eso dolió... y de veras que dolió.-dijo, frotándose la cara.
Los otros dos alcanzaron al chico y vieron una montaña de escombros.
-¿Cómo es posible que no hayas visto semejante cosa frente a ti?-inquirió Regal asombrado.
-Seguramente necesita anteojos.
-¡¡Bass!-gritó Lan a su navi, oyéndolo reír.-¿Habrá algo abajo?
Los otros se encogieron de hombros y el trío comenzó a remover los trastos sobre lo que estuviera debajo. Al terminar, se dieron cuenta que era un ataúd de color negro con un símbolo sobre la tapa que brillaba tenuemente. El castaño lo palpó el emblema y vio que se trataba de un círculo con una cruz.
-¿Qué estará haciendo un ataúd en un lugar cómo este?
-Vamos a abrirlo.-sugirió Laika. Regal lo miró.
-¿Seguro?
-¿Por qué no?
Los tres empujaron la tapa con mucha fuerza pero esta no cedía. Regal miró por el lugar viendo si podía utilizar algo... ¡Ahí!
-Apártense.
Puso una vara de hierro en la hendidura del ataúd y comenzó a hacer palanca. Lan lo ayudaba y Laika intentaba abrir la tapa con sus manos. La fuerza aplicada hizo que la tapa se abriera rápidamente.
-Wo... Wow... –fue lo único que Lan pudo decir.
Dentro del ataúd había un joven con unas pequeñas alas de demonio. Su cabello era negro y blanco y vestía unas ropas que no eran de la época actual. Estaba encadenado y parecía estar durmiendo.
-Si no me equivoco... –comenzó Regal.-Esas ropas corresponden al siglo dieciocho.
-¿Entonces...?
-Parece ser que encontramos un vampiro o un demonio, o lo que sea, de trescientos años.-respondió alegremente el científico a la pregunta de Laika.
Lan miraba al joven con asombro. ¿Un vampiro? ¡Esto se ponía interesante!
-¿Será él?-preguntó en voz baja Laika a Regal, que asintió.
-Tiene que ser él.-afirmó.-Yuichiro seguramente ya habrá encontrado al otro.-el coronel asintió.-¿Qué te parece si traemos a tu padre?-sugirió en voz alta.
-¡Sería grandioso! Pero... ¿Y si se despierta? ¿No sería mejor que alguien se quedara a observarlo?-dijo Lan.
-Nosotros nos quedaremos, tu ve a buscar a tu padre.-respondió Laika.
El castaño asintió y salió de la habitación. Regal se acercó al bicolor y lo miró fijamente.
-¡Laika!-se oyó a Lan gritar.-¡Laaaaaaiiiikaaaaaaaa!-el científico se sobresaltó ante los gritos del castaño.
-¿¡Y AHORA QUÉ QUIERES!-respondió enojado este.
-¡¡Veeeeeen! ¡¡Papá encontró otro vampiro!
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Saito miraba al vampiro en el ataúd. Era increíble que tuviese un cabello tan largo como el que tenía, además de que era blanco. No parecía tener más de diecisiete o dieciocho años. Lo que más le intrigaba eran esas alas de demonio que tenía.
-Pa...
-¿Hum?
-Si lo toco, ¿él estaría frío?
-No lo sé. Por qué no pruebas.
Con inseguridad, el chico acercó su mano al rostro del albino. Esta temblaba de emoción pero acarició la mejilla derecha del vampiro con la yema de sus dedos. Se sorprendió y colocó toda su palma sobre ella. Su cuerpo estaba tibio, casi como el de un humano.
-Es... Imposible... –se dijo a sí mismo.
Acunó el rostro en sus manos y sintió su temperatura con sus labios, que los colocó en su frente. Si, parecía tener su misma temperatura. Se separó del cuerpo y lo miró. No podía tener alta temperatura siendo un no muerto.
Sin que él lo notara, el símbolo de la tapa comenzó a perder su brillo y a derretirse con lentitud.
-Está tibio.-dijo al fin.
-¿Tibio?-repitió Yuichiro.-¿Estás seguro?-Saito asintió.-Que extraño...
-Supuestamente los vampiros suelen estar fríos por ser no muertos.-su padre asintió.
-Ya es tarde. ¿Por qué no regresas con Lan y Laika al hotel?
-¡Pero---!
-Sin peros, tu madre estará preocupada.-Saito bajó su rostro en derrota y comenzó a salir del edificio.-Ustedes también necesitan un descanso.-le dijo a sus ayudantes.
-Pero, doctor...
-Háganlo.-dijo secamente Yuichiro.
El resto de los ayudantes se retiró, siguiendo a Saito que estaba ya en la salida. El hombre miró al vampiro albino que seguía sin moverse. Dio un suspiro y se acercó a él.
-Espero que recuerdes... –le susurró, antes de marcharse junto con Regal.
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Saito se movía constantemente en su cama. Tenía sudor por todo su cuerpo y su rostro estaba completamente rojo.
Secuencia del sueño
"-¡¡BLUES!-gritó él.
Saito enrojeció fuertemente y gimió por lo bajo. Mordió su labio inferior, enredando sus dedos en la cabellera de su compañero.
-¡Ah!-exclamó, tirándo su cabeza hacia atrás, liberándose en la boca de él.-Tómame de vuelta... por favor...
Su compañero rió por lo bajo otra vez. Se acomodó entre las piernas del chico y le corrió algunos cabellos de su sudado y rojo rostro.
-Eres hermoso, ¿lo sabías?-dijo este. Saito sonrió y lo abrazó por el cuello.
-Tu tambiéeeeennnn... Ohh Bluuuues... –gimió, cuando entró en él."
Fin del sueño
El joven se despertó bruscamente. Jadeando se levantó y se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de si. Se lavó la cara varias veces antes de secársela y mirarse al espejo. Su rostro seguía rojo y se sonrojó más aún recordando ese, extraño, sueño.
-Blues... Blues... No me suena... Pero... Suena familiar... Ugh...
Sacudió su rostro y apagó la luz. Se puso las pantuflas y salió de su habitación para entrar en la de su hermano, que curiosamente estaba despierto frente a la chimenea con una manta a su alrededor y una taza en sus manos. Lan se viró y lo miró.
-¿Qué te pasó?-inquirió.
-Tuve... un sueño.
-Yo también.-respondió, mirando el fuego chispar. Saito se sentó a su lado.-Era algo raro.
-El mío también.-Hubo un silencio entre ambos y Lan dijo.
-¿Conocemos a un tal Chaud?-Saito negó con su cabeza.
-¿Algún Blues?
-¿Blues como nombre o cómo la música del blues?
-Como un nombre, idiota.
-No.-Saito apoyó su cabeza en el hombro de su hermano y suspiró.
-Ya hemos tenido estos sueños. ¿Qué serán?-inquirió y el castaño se encogió de hombros.
-No lo sé.
-¿Debemos decirle a papá?
-No. Esto será entre nosotros. Sólo entre nosotros. ¿De acuerdo?-el morocho asintió y el castaño sonrió.-¿Vamos a dormir? Ya me agarró sueño...
Saito se levantó junto con su hermano y ambos se dieron las buenas noches, dirigiéndose a sus respectivas habitaciones.
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El emblema de las tapas de los ataúdes, que habían sido puestos juntos luego de que el grupo se marchara, terminó por derretirse. El excedente se escurrió por la superficie hasta chocar con el suelo.
Las cadenas chirriaron cuando uno de los vampiros comenzó a moverse. Abrió sus ojos violetas y estos se tornaron rojos de inmediato y brillaron suavemente en la oscuridad de la noche, que estaba completamente en silencio. Rompió las cadenas de su cuerpo y estiró sus alas a gusto. Tronó sus nudillos y sus alas crecieron al triple de su tamaño.
-Hermanito... Es hora de despertar... –le susurró al bicolor.
Este gimió y apretó sus ojos. Se movió entre sus cadenas que chirriaron con fuerza antes de abrir sus ojos. Estos eran de un azul eléctrico y parpadearon un poco antes de acostumbrarse a su nuevo ambiente.
-Ooou... –dijo, y trató de moverse pero no pudo.
-Déjame ayudarte un poco.
El albino sacó sus garras y rompió las cadenas liberando a su hermano. El bicolor agitó suavemente sus alas con felicidad. ¡Se sentía tan bien! Luego de estar dormido trescientos años...
-¿Dónde estamos?-preguntó el menor y su hermano se encogió de hombros.
-No lo sé.-se sorprendió al percibir un olor muy, muy, muy familiar.-¿Hueles eso? ¿No se te hace, conocido?-dijo con mucho entusiasmo.
El menor comenzó a husmear el aire como su hermano y si, percibía dos aromas conocidos. Uno le llamaba la atención.
-¿No será...?-comenzó y el albino asintió.-¿Vamos a buscarlos?
-No. Dejemos que ellos vuelvan y nosotros le daremos una sorpresa.
-¿Y si no recuerdan?
-Seguiremos su juego y, poco a poco, los haremos recordar. De todo. Absolutamente, todo.
