Saito se arqueó sobre la cama gimiendo otra vez. Apretó las sabanas de su cama y abrió sus ojos repentinamente.
-¡Blues!-exclamó.
Cuando se dio cuenta que estaba despierto, comenzó a normalizar su respiración por tercera vez en esa noche. Aunque ya eran las nueve de la mañana cuando se despertó. Se sentó en su cama y miró a su alrededor. Si, todavía estaba en su habitación. Dio un suspiro y se levantó, dirigiéndose al baño.
Se lavó la cara y se miró al espejo. Otra vez.
-Blues. Blues... ¿Quién es Blues?-se preguntó, mientras algunas imágenes de su reciente sueño se presentaban en su mente.
"-¡¡Siiiiii! ¡¡Más, MÁS!-oyó a su compañero gruñir.
-¿Acaso no tienes satisfacción alguna?
-¡Tu eres mi satisfacción! ¡BLUES! ¡Hazlo de vuelta!
Su compañero embistió en su cuerpo una y otra vez, hasta que llegaron a su clímax, gritando el nombre del otro."
Saito se sobresaltó al escuchar a alguien llamarlo. Se lavó la cara y trató de bajar la temperatura de su cuerpo. Cuando vio que no podía, simplemente se dio por vencido y se dirigió a la puerta de su habitación y la abrió.
-¿Maylu? ¿Qué ocurre?
-Lan me pidió que te despertara. ¿Estás bien?
-Si, ¿Por qué?-la chica puso una mano en su frente.
-Estas algo caliente.
-No es nada.-respondió, con una sonrisa nerviosa.-Me... abrigué mucho anoche.-la pelifuccia retiró su mano y lo miró no muy convencida.
-Tu padre te está esperando con Lan en ese lugar que están viendo.
-Gracias.-cerró sus ojos en cansancio y sacudió su cabeza.-Arrgg... Dile que no iré. Estoy muy cansado.
Ella asintió y se retiró. Saito cerró la puerta y se recostó nuevamente en su cama. Se tapó con las sábanas y frazadas, acurrucándose. Suspiró. Sabía que no se sentía bien, pero no sabía por qué. Gruñó y se acurrucó aún más.
-Y justo ahora me tengo que enfermar... espero que papá no se enoje...
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Lan vio con incredulidad, como el resto, a los dos vampiros durmiendo en sus respectivos ataúdes, sin sus cadenas. El castaño se acercó junto con su padre y el coronel, observando.
-Seguramente se despertaron anoche.-dijo Laika.
-Es lo que nos sugiere esto.-respondió Yuichiro.-Creo que debemos esperar hasta el anochecer para hablar con ellos.
-Ooohhfa... –dijo Lan.
-Ya podrás tener tu oportunidad. Por el momento, regresemos al hotel. Maylu me dijo que Saito se veía algo enfermo esta mañana.
El grupo se dio media vuelta y se retiró del edificio, pero el castaño se quedó. Se acercó donde el bicolor dormía y se agachó, mirándolo de cerca.
-Me pregunto si estará tan frío como esos libros que describen a los vampiros.
Con temor, deslizó las yemas de sus dedos sobre su mejilla. El joven vampiro apretó sus ojos pero se dejó llevar por la suave caricia. Lan se sorprendió que el bicolor estuviese tibio, tanto como él. A pesar de eso, le parecía un joven muy apuesto.
Se sonrosó ante el pensamiento. Le llamó la atención ver que tenía un collar en su cuello. Con cuidado, comenzó a sacar la fina cadena de entre las ropas del bicolor, haciéndole un suave cosquilleo en su cuello con sus dedos.
-Mrrrrr... –gimió este en sueños, acurrucándose.
Lan sonrió y tomó el dije entre sus dedos. Era una especie de relicario. Lo abrió, pero la fotografía estaba muy corroída para saber quién estaba con el bicolor. Aunque, el castaño se daba una ligera idea de quién podría ser.
-¿Quién eres?
-¡WAAAAAAAAAAH!-Lan se alejó lo suficiente como para que el vampiro lo mirase con curiosidad.-¿¡Có-Cómo!
-Cómo, ¿Qué?-el bicolor se puso de pie y salió de su ataúd, abriendo sus alas.
-¡Pe-Pero si los vampiros...!
-¿Eso de salir en la noche?-el castaño asintió.-Este es un lugar cerrado donde no entra luz solar.
-Ah, es cierto...
-No respondiste a mi pregunta.
-¿Cuál pregunta?
-¿Quién eres?
-L-Lan... –los ojos del bicolor se dilataron. ¿Era él? ¿Lo era?
Se acercó al castaño y se arrodilló frente a él, para comenzar a olerlo. ¡Era él, era él!
-Yo soy Chaud Blaze. Aquel que todavía está durmiendo es mi hermano mayor, Blues Blaze.
-¿Ch-Chaud? Se... Me hace familiar... tu nombre.-el bicolor le sonrió.
-¿En qué siglo estamos?
-Veintiuno.
-¿Qué año?
-Dos mil cinco.
-Ya veo. Nosotros somos dos vampiros del siglo dieciocho, alrededor del mil setecientos. No recuerdo bien qué fecha exacta. ¿Tienes algún hermano o hermana?
-Un hermano. Se llama Saito.
-¿Saito?-el albino se había despertado con ese nombre y miró a los dos chicos con cara somnolienta.-Recuerdo que tuve un amante con ése nombre.
Lan sudó gotitas y el bicolor rió.
-Por cierto... ¿Quién es que está en tu relicario?-preguntó, señalando el medallón de Chaud que lo tomó entre sus manos y lo abrió.
La fotografía estaba algo rota pero sabía que estaba con su amante. Sabía quién era, pero, todavía no era el momento.
-Con mi amante.-respondió.-No lo recuerdo muy bien, ya que pasé mucho tiempo dormido.
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El morocho se despertó luego de dormir casi todo el día. Miró su reloj y vio que marcaban las siete de la tarde. Gruñendo se levantó y se dirigió al baño para lavarse la cara. Se cambió de ropas y salió de la habitación, encontrando a su hermano corriendo en el pasillo.
-¡Saito!
-¿Qué pasa?
-Los vampiros despertaron. Y, lo que más me asusta es que uno se llama Chaud.
-¿Y el otro?-el castaño lo miró.
-Blues.
-¿¡Qué! ¡Debe ser una coincidencia!
-Supongo. Papá quiere que vayamos con él a verlos.-el morocho gruñó.
-No tengo ganas.
-Yo tampoco.
Saito suspiró fuerte y lentamente. Gruñendo, tomó la muñeca de su hermano y lo arrastró fuera del hotel.
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La pequeña esfera perdió su brillo y comenzó a quebrarse antes de romperse en pequeños pedazos que cayeron al suelo.
-Regresaron.-dijo una fuerte voz en la oscuridad.
