-¡Esto está delicioso!-exclamó Django, metiéndose una generosa porción de su curry caliente en la boca.

-Este es tu quinto planto. ¿No crees que exageras un poco?-le comentó Otenko, preocupado por la salud del chico.

-¡Nah! ¡Tonterías, maestro!-dijo divertidamente el rubio, mientras se metía otra cucharada dentro de su boca. Masticó todo y lo tragó.-Además, hace tanto que no comía curry. De vez en cuando es bueno salirse y tan solo ¡Disfrutar!-exclamó, terminando el plato. Con un pedazo de pan, barrió la salsa y se tragó el pedazo con la salsa.-¡Mesera! ¿Podría traerme otro, por favor?-le gritó a la mujer que lo atendía y esta asintió.

-¡Django!-exclamó Otenko, furioso.

-¡Si, si! Todavía tenemos que encontrar a Sabata.

-Django...

-También tenemos que llegar a la ciudad y retar a esos cazadores por su ignorancia. Me lo has dicho trescientas veces, maestro.

-Entonces, ¿¡Por qué no me haces caso!-reprochó Otenko, con las puntas de sus hojas puestas sobre su tallo.

-Es que, todavía tengo hambre... .-el estómago de Django gruñó, haciendo que el girasol sudara gotitas.

-¿¡Cómo es que todavía tienes hambre luego de lo que te comiste!

-Debe ser porque tengo cuatro estómagos. Y tengo que llenarlos a todos, jeje... UU-un plato humeante de curry fue puesto por la mesera frente al rubio. Este lo miró, sin antes darle las gracias a la mujer que dio una leve inclinación de su cabeza.-¡Muy bien! ¡Hora de comer!

Otenko suspiró. A veces no podía con el chico, simplemente, no podía.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-Esa exposición estuvo linda.-dijo Maylu, nuevamente agarrando los brazos de los gemelos, mientras regresaban.-Ése artista tendrá buen prestigio. Los retratos y auto retratos que hizo eran simplemente asombrosos. Tenían mucho detalle.

Saito escuchaba la conversación entre la chica y Lan, pero su mente vagaba por otra parte. Es cierto, los cuadros estaban hermosos pero, estaban estos dos cuadros, mejor dicho, tres, que le habían llamado la atención.

Comienzo del Flashback

-¡Oooii! ¡Miren!-dijo la pelifuccia, encontrando otro cuadro muy bueno.

Saito y Lan se acercaron. El castaño simplemente se quedó anonado por la belleza de la pintura, mientras que el morocho comenzaba a ponerse nervioso.

El cuadro mostraba a una criatura. Y digo criatura, porque tenía unas especies de alas enormes, como las de un demonio, según lo describiría la Biblia. Estaba de medio perfil, visto desde atrás. Sus alas eran lo que mas sobresalía de la pintura, además de que aquel personaje tenía un cabello blanco muy extenso, llegándole hasta por debajo de sus glúteos.

Estaba abrazándose a sí mismo, en un gesto provocativo.

Poseía una especie de larga y blanca túnica alrededor de su cintura que caía con suaves pliegues al suelo. Su rostro estaba cubierto por su largo flequillo pero el detalle del artista logró capturar, no sólo la belleza de aquella criatura macho, sino también unos pequeños colmillos sobresalientes de su boca. Se titulaba "Vampiro de Medianoche I"

-¡Wow!-exclamaron el castaño y la pelifuccia a la vez, luego de admirar el cuadro y leer su título.-¡Simplemente genial! ¿Realmente, existen?-les murmuró por lo bajo a los gemelos.

-Claro que si, jovencita.-dijo una nueva voz.

El trío se viró y vieron a un hombre de unos cuarenta y pico detrás. Vestía con ropas comunes, de la clase baja. Pero estaba bien vestido para la ocasión, aunque su traje estaba algo sucio y maloliente.

-Soy el pintor que dibujó y dio vida a todas estas obras. Soy Juan Pablo Castel.

-Un gusto, señor.-saludaron los tres al mismo tiempo.

-Y con referente a tu pregunta, si, los vampiros existen.-respondió por lo bajo, para que nadie más los escuchara.

-¿¡De verdad!-exclamó emocionado Lan y el pintor se colocó un dedo sobre los labios para que callara o baje la voz.

-Si. Aquel que ven en el cuadro-dijo, señalando al de cabello largo.-es un vampiro que conocí en uno de mis tantos viajes que hice por Europa. No recuerdo su nombre, o por ahí nunca me lo dijo.-esta última frase hizo reír a los jóvenes.-Luego, está él.

Al lado de la pintura había otra, con otra criatura parecida a la anterior. Era otro vampiro, pero tenía sus alas un poco más chicas. Tenía el cabello blanco pero corto. Nuevamente, estaba de medio perfil y una de sus alas tapaba sus ojos y sólo se veía la expresión de su boca, que era muy provocativa como en el anterior. Su ala también obstruía la visión del resto de su cabello y nuevamente, se podían observar, gracias al detalle, unos colmillos salir de su boca. Esta criatura también vestía una túnica que caía hasta el suelo delicadamente de color blanca.

"Vampiro de Medianoche II", decía en una plaquita de oro sobre el marco de la pintura.

-Es su hermano. Que tampoco recuerdo su nombre. Creo haberlos conocidos en Creta, la isla que está al sur de Grecia, en el Mediterráneo. Pero, eran una clase diferente de vampiros a la opinión popular de la gente y lo que la Biblia describe sobre ellos.

-¿A qué se refiere?-inquirió Saito.

-Me contaron, que hay otra clase de vampiros. Estos no dependen de la sangre humana para sobrevivir. Pueden comer la comida que nosotros, los humanos, ingerimos para poder mantenernos activos. Pero, claro, no pueden estar tanto tiempo sin beber sangre por lo que van en una caza activa, durante toda una noche, y beben sangre hasta saciarse.

"Esta es la principal característica de estos vampiros pero, también está esta. Son únicos en su especie, porque uno de cada mil vampiros tienen el cabello blanco, como estos, por lo que son vulnerables. Me refiero a que son más visibles que los otros por tener esta cualidad."

-Vaya... –dijo Lan.-¿Ese cuadro muestra a los hermanos juntos?

-Si. Realmente no pensé que se dejasen retratar por mi. Pero, simplemente no podía resistirme a ellos. La Biblia dice que los vampiros son criaturas a las que no les importa si es hombre o mujer, simplemente los atraen. Eso me pasó. Ellos posaron para mi, y los pinté. ¡Ah! ¡Ya recuerdo cómo se llamaban estos vampiros!

-¿Ah si?

-Se los suele llamar "Mensajeros de la luna".

-¿Y por qué?-inquirió Maylu.

-Porque, se dice que la diosa de la luna los envía a la tierra de los humanos para que estos controlen a los otros vampiros. Son como una especie de jueces. También se los llama, como en mis pinturas, "Vampiros lunares de la medianoche", es un poco más largo que el nombre de las pinturas, es por eso que lo acorté.

-Son hermosos.-dijo la pelifuccia.

-¡Oh, y no sabes cuánto, jovencita! Los he visto personalmente y casi caigo en sus provocativos gestos pero ellos vieron que yo sólo quería pintarlos. Me parecieron muy pacíficos. Algún día espero volver a verlos.

-Hum... –comenzó Maylu, y un sonrojo se hizo visible en sus mejillas.-No estarán a la venta, ¿Verdad?-Castel negó.

-No, no lo están. Son mis obras favoritas. Además, estos cuadros sostienen una promesa que le hice a esos hermanos. Nunca daría o vendería las pinturas, salvo a quien se lo merezca. Y todavía, no he encontrado a esa o esas personas.

-Comprendo. Por cierto, ¿Qué hora es?

Castel miró su reloj de bolsillo y contestó.

-Son las seis de la tarde.

-¡Ahhhhh! ¡Mamá nos va a matar!-exclamó el castaño.-¡Fue un gusto, señor Castel, pero debemos irnos!

-Espero verlos, niños. Si quieren, pueden venir a visitarme así les cuento más sobre los vampiros.

-¡Sería genial!-dijo emocionada Maylu.-¡Adiós!

Lan arrastró a su amiga a través de la multitud. El morocho se quedó admirando el cuadro primero de los vampiros, el que tenía el cabello muy largo. Castel sonrió. Interesar a los jóvenes de esa época en un arte tan antiguo como la pintura era simplemente todo un logro.

Pero abrió sus ojos repentinamente al sentir una energía recorrer su cuerpo. De su pintura salía una especie de neblina roja que rodeaba al cuerpo de Saito. El pintor miró a todas partes. Parece que sólo él podía verla.

-Es él... –dijo una voz en su cabeza.

Castel se acercó al chico y le preguntó.

-¿Realmente te gusta?-el morocho se sonrosó.

-P-Pues, s-si... –balbuceó.

-¿Te gustaría llevártela?-los ojos verdes de él se agrandaron.

-¡Pero son sus obras favoritas! Además, usted dijo que no estaban a la venta, ni que se las podía dar a nadie...

-Que no lo mereciera, si, es cierto. Pero tu, pareces merecer esta.-contestó, colocando una mano sobre el marco del vampiro con cabellos largos y blancos.

-No podría aceptar.

-Pero te la estoy obsequiando.-Castel mantenía su sonrisa amigable. Saito bajó sus hombros al igual que su rostro.

-No me parece, correcto, señor.

-Piénsalo. No daré esta pintura a nadie más que a ti. Sólo tu podrás poseerla. Cuando estés listo, sólo mándame una carta y te la enviaré personalmente.

Castel le entregó a Saito un papelito en donde había anotada una dirección. La guardó en su bolsillo y se despidió cordialmente del pintor.

Fin del recuerdo

"Desde ése entonces, no he pensado en nada más que en ésa pintura. La tentación de escribir una carta al señor Castel cada día es más fuerte. Hay algo, algo en ella, que simplemente me atrae. Es más, ya he comenzado a hacer un borrador de lo que sería la carta original que alguna vez le mandaré para que me dé la pintura pero, no sé, es, extraño.

Es extraño que, así tan de repente, quiera poseer algo con tanta fuerza. Nunca me ha pasado antes...

Saito."