Saito se había pasado las dos horas correspondientes arropado en la cama. A su lado, también arropado, estaba un Blues completamente hipnotizado por los suaves masajes que el morocho le hacía en su cabeza, cuello y pecho. Aunque Saito le hacía los masajes con mano temblorosa en este sector, sintiéndose realmente nervioso.

-Neeeeee... ¿Saito?-inquirió Serenade, hablando por primera vez desde que su operador se había despertado.

-Dime.

-¿Estabas despierto?

-Si. ¿Qué ocurre?

-Nada. Lan me mandó a ver si estabas levantado.

-Dile que sigo durmiendo.-exclamó Saito viendo que Blues se le acercaba y rodeaba su cuerpo posesivamente.

-Él y los demás están muy preocupados por ti. ¡Has dormido todo el día y ya son las diez de la noche!

-¿Y?

Serenade se quedó callada unos instantes y sólo pudo oír los suaves ronroneos extraños que el albino generaba en su garganta en respuesta a los masajes del joven chico.

-Saito... Andas raro.

-¿Raro? ¿Por qué habría de actuar raro?

-No lo sé. Pero desde que descubrieron a los dos vampiros sucedieron cosas extrañas.

-Pero no han sucedido cosas extrañas conmigo ni con Lan, ¿Verdad?

-Si, pero...

-En ese caso, no creo que debas preocuparte.

La navi se quedó callada antes de darle las buenas noches, mandarle un mensaje al castaño y entrar en modo de suspensión. El vampiro se movió para quedar sobre el morocho que se sonrojó furiosamente al sentir la respiración caliente y elaborada de Blues sobre su cuello.

-¡Ah!-exclamó al sentir los colmillos de dicha criatura sobre él.

Apretó las ropas de la criatura con fuerza al sentir su sangre ser absorbida por el albino. Pronto, comenzó a estar débil. Sentía mucho sueño y sus brazos cayeron a los lados de su cuerpo sin fuerzas.

Y inconsciencia lo dominó por completo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¡Heeeeeermaaaaaano!

Gruñó y se dio media vuelta. ¿Por qué toooodo el mundo lo molestaba? ¿Acaso no ven que intentaba dormir? No había pegado el ojo en toda la noche y estaba tremendamente cansado. ¿Y por qué no había dormido? Por el simple hecho de que una curiosa criatura lo había venido a visitar durante la noche. Los cuadros de Castel se le venían a la cabeza todo el tiempo, en especial de ésa criatura.

-¡¡¡¡LAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!-gritó Saito entrando.

-¿¡Qué rayos quieres ahora!

-¡Lan! ¡Has dormido todo el día! ¿Por qué no habría de despertarte?

El castaño se levantó y miró incrédulo a su hermano.

-¿Cómo que dormí todo el día?

-Son las cinco de la tarde. Mamá no te pudo despertar y papá tampoco.

-Oh... Está bien.

-Recuerda que hoy iremos a la fiesta del conde, eh. ¡No te olvides! Mamá nos quiere listos para las siete.

-¿Pero no era la semana próxima?-Saito lo miró confundido.

-¿Te sientes bien?

-Si, por qué la pregunta.

-Por el simple hecho de que hoy es la próxima semana.-Lan tardó un poco en procesar la información.

-¡Pero si ayer fuimos a una exposición!

-¡Eso fue la semana pasada! ¡Dios, Lan! ¿Acaso te afectó lo que comiste o simplemente estás desorientado?

El castaño se sorprendió. ¿La semana pasada?

-Supongo... que... estoy desorientado.-le respondió nerviosamente.-No creo que sea nada por qué preocuparse.

El morocho lo miró con desconfianza pero luego sonrió.

-Bueno, lo que tu digas. Peeero recuerda estar listo a las siete.-Lan sudó gotitas.

-¡Si, si! Ya puedes irte.-Saito hizo un puchero.

-¡Ugh! ¿Así me tratas? ¡Así lo haré yo también!

Ofendido, el morocho salió de la habitación de su hermano cerrando la puerta detrás de él. Lan se levantó y se acercó a la ventana, observando al sol ir escondiéndose en el horizonte.

-Es extraño... El sueño que tuve anoche fue sobre esa exposición. Y recuerdo que Maylu dijo algo al respecto pero, ¿Cómo es que pasó tanto tiempo de un sueño a otro? Debería estar soñando con el día siguiente... A menos...

Se apresuró y revolvió su escritorio, encontrando su diario. Pasó varias páginas hasta encontrar las anotaciones íntimas que había hecho los días anteriores que él no soñó pero que irremediablemente pasaron.

La primera línea correspondía al evento al que fue, por lo que pasó la página y encontró lo que buscaba.

"¿Sabes? Creo haber tenido un sueño. Uno, raro. En realidad no sé si fue un sueño, pero te lo cuento de todas maneras.

No podía dormir. Lo que nos dijo Castel siempre estaba rondando por mi cabeza una y otra vez sin cesar. Las pinturas parecían estar pintadas en mi cabeza. ¡No me las podía sacar de mi memoria! Pero, no eran las tres. Era una sola, la que más me había atraído. La del hermano menor de ése vampiro de pelo largo. No sé por qué, pero simplemente me gustó.

La cosa es que yo estaba en el balcón, sentado, sin hacer nada. La noche estaba fría y no me importaba. Tenía frío pero tampoco me importaba. En eso siento que unas manos recorren mi cuello y yo me estremezco.

-Estás muy frío. Deberías entrar y abrigarte... –susurró una voz de forma provocativa en mi oreja derecha y yo me estremecí.

Me di vuelta y vi a una criatura detrás de mi. Sus alas de mediano tamaño le cubrían su rostro. Tenía las mismas vestimentas que la criatura de la pintura de Castel.

-¿Qui-Quién sos?-pregunté. Estaba asustado pero en alguna parte de mi cabeza, sentía que no iba a correr riesgo alguno.

-Alguien.-me respondió.-Vamos, entra. Te estoy viendo temblar...

Era cierto, pero muy a penas temblaba. Cómo lo logró ver nunca lo sabré. Al menos por ahora.

Pero, cuando entré, recuerdo haberme desmayado o algo, porque no recuerdo haberme metido en la cama con una bata de seda fina de color bordó oscuro bordada con hilo de oro, ya que ni yo, ni mi hermano ni mis padres tienen una.

Cuando desperté y la vi, inmediatamente recordé a la criatura. Pero pronto me la quité y la guardé en un lugar seguro. Ahora, todas las noches la uso para dormir. Es muy cómoda y me abriga mucho. Tal vez la criatura tenía miedo de que volviera a salir sin abrigo jeje... "

Lan pasó a la siguiente página.

"¡¡Falta poco! Papá nos dejó ir a la fiesta del conde. ¡Estoy muy emocionado! ¡Será mi primera "reunión" formal!

Papá nunca nos había llevado a mi y a Saito a ese tipo de eventos, dice que somos muy jóvenes todavía. ¿Con dieciséis años? ¡No lo creo! Pero como Maylu va, seguramente se ablandó un poco. Quién sabe.

Hoy fuimos a otro paseo los tres juntos, y con Laika persiguiéndonos como siempre. Esta vez yo lo encaré y lo obligué a que se nos uniera en ir a una pastelería. ¡Fue divertido! En especial porque Maylu fue quien lo terminó de convencer, con lo que ella dice que son "los encantos femeninos". No sé a qué se refiere, pero tanto ella como Pride y mamá me dijeron, es un secreto de mujeres.

La verdad que me sorprendió los gustos de ese ex coronel. Simplemente le fascinan las tartas y tortas de frutas. También adora las de chocolate, como a mi y a mi hermano. Recuerdo que se comió cinco pedazos de todas las tartas y tortas que había en la pastelería. Se lo veía muy feliz. Tal vez, anteriormente no podía disfrutar como lo hace ahora.

La cuestión es que arrasó con todo. Bebió mucho té de hierbas y conversó mucho. Esa es otra cosa que me sorprendió. Lo charlatán que se puso. No había forma de apagarlo. Hablábamos de un tema y lo cortábamos, para luego hablar de otros tres temas y volver a retomar el primero y así se nos fue toda la tarde.

-¡Tenemos que volver a hacer eso!-les dije, una vez que salimos.

-¡Laan! Si comemos así mañana, seguramente nos enfermaremos.-me contestó mi hermano en forma juguetona.

-¡Nah, está bien!-exclamó Laika, con una amplia sonrisa.-Yo también disfruté de la tarde. Hace mucho que no compartía todo ese tiempo con alguien.

-¿No fue lindo?-le preguntó Maylu y el coronel asintió.

-Claro que lo fue. Si quieren, mañana podremos ir a dónde ustedes quieran.

-¿Eso significa que vendrás con nosotros?-pregunté ansioso.

-¡Puedes apostarlo!

-¡Woho!-grité.-¡Ya nos vamos!-tomé a mi hermano del brazo y ambos comenzamos a correr mientras nos despedíamos de ellos con las manos.-¡Nos vemos mañana!

¡No puedo esperar a mañana!"

El castaño se había reído mucho al leer eso. Esperaba que Laika fuese igual en el presente a como su yo pasado lo describía en el diario.

-Eso sería muuuy divertido. A Pride le encantaría.

Miró su reloj y vio que eran las seis y cuarto. Dio un quejido y marcó la hoja de su diario para recordar por dónde había dejado.

-Mejor me cambio o mamá se pondrá furiosa.

El castaño se acercó a su guardarropas y al abrirlo se encontró con la bata que se había descrito en su diario. La tomó y la abrazó, con un leve sonrojo en sus mejillas sintiendo un perfume que creyó recordar.

Dejó la bata en su lugar y sacó las ropas que iría a usar. Seguramente su hermano también vestiría como él. Tenían cierta tendencia a vestirse de la misma manera cada vez que un evento formal se acercaba. ¿Por qué? Simplemente no tenía idea pero parecía ser su personalidad de ser mellizos.

Se había terminado de cambiar en media hora y el reloj marcaban las siete menos diez por lo que decidió seguir leyendo lo que había escrito en su diario. Pero los días siguientes no estaban expresados en palabras y eso lo sorprendió. ¿Por qué no habría de hacerlo? Tal vez en los días que siguieron no había ocurrido nada importante o algo de lo que a Lan lo hubiese sorprendido.

Suspiró y se acercó a la ventana. El sol ya estaba completamente escondido pero algunos rayos teñían el cielo de color rosa al igual que algunas nubes. El castaño suspiró soñadoramente.

-¿En qué tanto piensas?-la voz de su hermano lo había sorprendido.

-¡Saito!

-¿Quién más?

-No te oí entrar.

-Lo supuse. ¿En qué pensabas?

-Nada en especial.

-Veo que nuevamente nos vestimos de la misma manera.

-Es posible... –respondió sin haber oído claramente lo que dijo el morocho. Su mente vagó y sus pensamientos se concentraron en la criatura que lo visitaba todas las noches.

-¿Qué es posible?

-Que nos hayamos vestido igual.

-Pero si lo hicimos.

-¿Lo hicimos?-lo miró.-Si lo hicimos. Jeje... Creo que ando distraído.

-Se nota. ¿Te sientes bien?

-¡Si! Es que estoy algo nervioso. Papá nunca nos había llevado a un evento así.-Saito le sonrió al castaño.

-¡Con que es eso!-exclamó y lo abrazó.-No te preocupes, todo saldrá bien. Además, conoceremos a esos desperdicios de linduras.

-Si, los hermanos de May. ¡Que emoción!-gritó y Saito se separó de él.

-Mamá nos espera abajo. ¿Vamos?

-¡Claro que si!

Lan se apresuró y salió corriendo pasando a su hermano.

-Lan...

-¿¡Qué!

-¿Irás descalzo?

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¡Vamos, vamos que se nos hace tarde!-exclamó la madre, poniéndose un tapado.

Saito y Lan la siguieron. Yuichiro le dio unas indicaciones a los sirvientes antes de salir con el resto de su familia.