-¡Pero que bonita casa!-dijo Haruka, del brazo de su esposo, cuando llegaron a la casa del conde.-¡Que envidia!

-Si es muy bonita, pero no tanto como la nuestra.-dijo Yuichiro y ambos rieron.

Saito y Lan estaban nerviosos. No se despegaban de sus padres por nada mientras observaban a su alrededor. Caminaron por el jardín y veían algunos carruajes que se detenían en la entrada de la casa y de ellos bajaban, evidentemente, personas importantes para el conde.

-¡Yuichiro! ¡Oye, amigo!

El hombre se detuvo. Se puso en puntas de pie y vio a un hombre ya en el umbral de la casa saludándolo con su brazo.

-¡Regal!-dijo contento cuando lo reconoció.

-¡Los espero adentro!-gritó, y desapareció entre la multitud.

-Pensé que sólo Maylu y sus hermanos iban a venir.-dijo Haruka.

-Sabes que Regal es un padre muy sobre protector.-dijo Yuichiro.

-Pero no cabe duda que ama a sus hijos. ¿Verdad?-comentó sonriente y recibió un dulce beso de su esposo.

-Como nosotros.

Saito y Lan hicieron muecas. Al entrar, unos sirvientes les pidieron sus abrigos y les entregaron unos antifaces a cada uno. Los mellizos comenzaron a burlarse entre si pero su madre los calmó al instante. Se notaba que estaban tremendamente nerviosos pero por esa razón no deberían de hacer líos.

Una mucama los guió por un pasillo ricamente decorado e iluminado hasta llegar a una doble puerta. Puso sus manos en ambas manijas y las empujó con suavidad revelando un gran salón delante de ellos. No había tantas personas como los hermanos se habían imaginado. Parecía ser sólo una reunión entre amigos y familiares.

-¡Laaan! ¡Saito!

-Hola Maylu.-dijeron a la vez ellos y la mucama se retiró con los padres de ellos, dirigiéndolos a su mesa respectiva.

-¡Me alegro que hayan podido venir! Mis hermanos están ansiosos por conocerlos. ¡Yai también vino!-exclamó ella muy contenta.

-¡¿Desde Francia! ¡¡No lo puedo creer!-dijo Lan, con evidente entusiasmo.

-¡¡Si! Está sentada por allá, hablando con su primo, Tory. No se veían desde años y no los puedo separar por ninguna circunstancia.

-May, ¿Por qué no traes tu antifaz?-preguntó curioso Saito. Ella rió.

-Porque era incómodo. Se lo di a mi mamá para que me lo cuidara de las manos de mis hermanos. Ya lo veo todo desplumado para cuando la velada termine.-los chicos rieron.-¿Por qué no se van a sentar? La entrada será servida pronto y el conde y su esposa entrarán en breves.

Los chicos asintieron y la pelifuccia los guió hasta su mesa en la cual se sentaron. Maylu saludó a los padres de sus amigos y se fue corriendo a su lugar, que era frente a los mellizos.

Las mesas estaban dispuestas lado a lado del salón, dejando en el medio un gran espacio para el baile y la orquesta. Maylu saludó con su mano a los chicos y ellos hicieron lo mismo. Notaron que, además de ella y sus padres, había otros dos chicos sentados a cada lado de ella. Ambos con dos antifaces negros u oscuros. No los veían bien por estar tan lejos u por tener los suyos puestos.

-¿Has visto a alguien como ellos que tenga el pelo blanco?-inquirió Lan a su hermano.

-No, esta es la primera vez que veo a alguien albino.

-El más chico también tiene pelo negro.

-¿Ah sí?

-Ahá... Debajo del blanco. ¡Es bicolor!-le susurró contento con una sonrisa.

-Que extraños...

-¡No digas eso! Si May te escucha se pondrá triste.

-Pero no es mi culpa que me parezcan extraños.

Mientras ellos discutían, unos ojos los miraban atentamente. Esperando, con ansias, con lujuria, con la necesidad de abrazarlos, susurrarle al oído cosas lindas, acariciar sus cabellos...

-Buenas noches, mis queridos amigos, familiares.-dijo un hombre frente a la orquesta, vistiendo elegantemente. Era alto, de unos treinta y pico, rostro blando y un inusual brillo en sus ojos marrones. Su cabello era completamente rojo. Su brazo izquierdo estaba entrelazado con el derecho de una mujer pelirosa, también vestida muy elegante.-Quiero darle las buenas noches, y un gran saludo de mi parte. Luego de la primera tanda los iré a saludar uno por uno y si hay algunos nuevos integrantes, entonces estaré más que feliz de conocerlos.

Tenía un extraño acento, ya que arrastrabas las r, como un francés lo haría. La pareja saludó superficialmente y se fue a sentar en su respectiva mesa, con otros invitados, tal vez muy cercanos.

-Ése es el conde Match.

-¡GAAH!-exclamaron Lan y Saito al ver a su amiga entre ellos, ahí arrodillada.

-¿¡Cómo llegaste tan rápido!-preguntó Lan. Ella sonrió.

-Digamos que fue cuando ustedes estaban distraídos.

-¿Y ella es su mujer?-inquirió Saito.

-Si. Se llama Maddy. Nos llevamos muy bien. Yai y yo la tratamos como una hermana mayor y Maddy nos quiere mucho. ¡Oh! Debo irme. Los veré en los bailes.

-Claro.-dijeron los chicos a la vez, viendo a Maylu correr nuevamente para sentarse en su lugar.

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Chaud miraba al castaño dormir otra vez. Se había acostado a penas terminó de comer el desayuno y ya eran las cinco de la tarde.

-Oug... –Lan apretó sus ojos y los abrió lentamente. Se sentía muy mareado.-¿Chaud?-llamó con suavidad, moviendo sus manos para buscar al vampiro.

El bicolor tomó las manos de él con las suyas fuertemente y lo acercó a su cuerpo.

-Chaud...

-Dime.

-Me siento maaal... Muy mal...

El bicolor notó que la temperatura de su cuerpo comenzaba a subir y pronto Lan se encontró jadeando. Chaud sabía que no soportarían mucho más tiempo.

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-¡Au!-chilló Maylu cuando Haruka le pasó una crema por toda su espalda.

-Lo siento.-la chica bajó sus orejas.

-¡Uh! ¡Esos malditos cazadores! ¡¿Por qué no los dejan tranquilos!-gruñó.-Esperaron tanto tiempo... Y ahora parece que tan sólo la historia se repetirá otra vez.

-Mientras siga viva no se volverá a repetir. No lo permitiré.-dijo firmemente la mujer, apretando el pomo de la crema haciendo que saliera mucha cantidad.-¡Ay no!

La esparció por sus palmas y le dio un poco a Maylu para que se pasara por los brazos y piernas.

-Sus cuerpos y mentes no aguantarán mucho tiempo más.-dijo de repente la chica.

-¿A qué te referís?-Maylu viró un poco su rostro.

-La presión que están teniendo es mucha. Además, todavía no los han recordado. La mayor parte del tiempo que la pasan durmiendo es para recobrar fuerzas. Sus recuerdos son muy difusos. No conozco ningún hechizo para darles alivio. Blues y Chaud deberán dejar de ejercer presión sobre ellos por algún tiempo.

-Me lo suponía.

-Podemos llevarlos a la casa y explicarles medianamente todo. Me parece más... saludable.-sugirió Maylu con una sonrisa.

-¿Qué te parece si lo hacemos mañana por la noche?

-Sería lo más conveniente así Blues y Chaud podrán acompañarnos.-fijó su vista al frente y preguntó como a sí misma.-¿Qué estarán recordando?

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Las arañas y candelabros se apagaron suavemente. Sólo un piano y unos violines de la orquesta permanecían iluminados.

-You won't admit… -comenzó a cantar una suave voz.-…you love me…

El piano comenzó con una melodía suave. El violín hizo unos pocos acompañamientos hasta que el piano comenzó a tocar una especie de estribillo.

-And so how am I ever know to know… You always tell me… -una mujer alta y rubia había aparecido de entre las sombras con un vestido negro hasta los pies. Tenía un tajo del lado derecho que empezaba en la cintura y terminaba en el suelo. Un escote profundo hacía visible sus grandes proporciones. Abrió sus ojos azules brillantes e hizo una mueca con sus labios pintados de un rojo vibrante.-Perhaps, perhaps, perhaps...

La mujer comenzó a acercarse mientras sus instrumentos hacían un silencio corto antes de empezar a tocar. La rubia se fue acercando a pasos cortos, moviendo sus caderas suavemente y jugando con su largo cabello.

-A million times i have asked you, and then, I ask you over, again… -se apoyó contra una el borde de una mesa, abrazándose a sí misma.-You only answer... Perhaps, perhaps, perhaps…

Se ayudó con un leve empujón y se colocó en medio del espacio que había para el baile, y alzó un poco su voz.

-If you can't make your mind up, we will never, get started… And I don't wanna wind up… Being parted, broken-hearted.

Dio una media vuelta y miró a los mellizos que se sonrojaron debajo de sus máscaras. La mujer les dedicó unas muecas provocativas y continuó cantando mientras se acercaba a ellos, suavemente.

-So if you really love me... Say yes, but if you don't dear, confess.-se acercó lo suficiente a ambos y comenzó a jugar con unos mechones de ellos y estos estaban, idiotizados.-But please don't tell me... –ella golpeó con sus caderas, en un acto coqueto, los brazos de los chicos.-Perhaps, perhaps, perhaps...

Se fue al centro nuevamente y el piano la acompañó.

-If you can't make your mind up, we will never, get started. And I don't wanna wind up, being parted, broken-hearted.-se acercó a la mesa del frente, y comenzó a coquetear a los albinos que sonreían suavemente. El piano comenzó a bajar su tonada y la mujer su voz, convirtiéndola en un tono provocativo.-So if you really love me, say yes. But, if you don't dear, confess.-ella entrelazó sus dedos en el largo cabello blanco del mayor y levantó su brazo suavemente dejando caer algunos de ellos.-And please, don't tell me... –ella soltó sus cabellos y comenzó a caminar nuevamente hacia el piano.-Perhaps, perhaps, perhaps... –meneó sus caderas un poco, mientras desaparecía entre las sombras y la canción llegaba a su fin.-Perhaps, perhaps, perhaps... Perhaps... Perhaps...-ya casi desapareciendo entre las sombras, agregó la última palabra.-Perrrrrhaaaaps...

El piano terminó y una lluvia de aplausos no se hizo esperar.

-¡Que linda es!-dijo Lan, todavía rojo. Saito asintió.

-¡Si! ¿Cómo se llamará?

-Es Dreigon, una de las amigas de Match.

-¡GAAAAAAH!-Maylu sacó su lengua divertidamente y sonrió.

-Lo siento, se me está convirtiendo en hábito. Su nombre completo es Dreigon Diesmes Draconis. ¿A qué es linda?

-¡Mucho!-respondieron los tres hombres de la mesa. Haruka miró de reojo y maliciosamente a su esposo que sudó gotitas, con una sonrisa nerviosa.

-Ahora vendrá una tanda de baile. ¿Quieren ir?-preguntó la pelifuccia.

-¡Claro! ¿Me enseñás?-preguntó el castaño.

-¿No sabés?-Lan se sonrojó en vergüenza.

-No. Saito sabe, y mucho.

-¡Con gusto te enseñaré! ¡Ven, vamos!-lo tomó de las manos y lo arrastró a la pista de baile en donde ya varias parejas, incluidos los condes, estaban.

-¿Vamos?-sugirió Yuichiro, ofreciéndole su brazo a su esposa.

-¡Me encantaría!

Ambos se levantaron y fueron a la pista, dejando a Saito solo en su mesa mientras veía a las parejas ir y venir al compás de la suave música de la orquesta.

-¿Uh?-dejando su copa sobre la mesa y detrás del plato, el morocho vio al único ocupante de la mesa de Maylu, que era el chico con los cabellos larguísimos. Lo miraba fijamente a través de los antifaces que tenía. Movía sus dedos suavemente y jugaba con su copa, como invitándolo.

Saito se sonrojó y apartó su rostro. Le era extraño que un chico lo estuviese coqueteando de aquella manera. Esperó un poco y volvió a mirar pero la cantidad de parejas hacía que no pudiera saber si el chico lo seguía mirando, o perdió interés.

-¡Saito!

-¡Yai!-exclamó este en sorpresa, reconociendo la voz de la chica. Sonriendo la miró.-¿Cómo has estado tanto tiempo?

-¡De maravilla! ¿Conocés a Tory?-preguntó, señalando con la cabeza a un chico que tenía atrapado por su brazo.

-No antes, pero si ahora.-respondió y los tres rieron.

-Es mi primo que vive acá. Hace años que no lo veía. Oye, ¿te parece si vamos a bailar?-le preguntó a Tory que asintió.

Y nuevamente el morocho se quedó solo. Suspirando, se recostó sobre la mesa, algo aburrido. No tenía pareja con quien hablar o bailar y eso lo ponía triste. Rió al ver a Lan tropezar a cada rato ante las clases de Maylu que trataba de seguir pero al parecer, le eran imposibles.

Sus ojos vieron por allí y por allá, hasta toparse otra vez con el chico que estaba nuevamente mirándolo fijamente. Saito volvió a sonrojarse, pero esta vez más fuerte, y hundió su rostro entre sus brazos.

-¡Dooooh! ¡No a mi! ¿Será uno de los hermanos de Maylu, verdad?

-¿Quién?

-¡GAAAAAAAH! ¡MAY DEJA DE HACER ESO!-le gritó a la pelifuccia que volvió a sonreír.

-¡Lo siento!-a su lado, estaba un Lan cansado.-Jeje... Tu hermano si que sabe cómo gastar los zapatos. ¡No acertó ni a uno pero fue divertido!-los dos rieron al oír al castaño gruñir.

Al poco tiempo Yai y Tory se presentaron y los cinco comenzaron a hablar con alegría, como si nunca se hubiesen visto. La música seguía sonando, a pesar de que en la pista había sólo diez parejas. Los chicos seguían charlando animadamente pero se detuvieron al ver que uno de los albinos estaba detrás de ellos, más en especial, de Saito.

El chico le ofreció su mano y con voz suave preguntó.

-¿Me concedes esta pieza?-dijo con una sonrisa.

Saito enrojeció y se señaló.

-¿¡Y-Yo!

-¡Anda! ¡No te morderá!-lo alentó la pelifuccia.-¡Es muy buen bailarín, te lo puedo asegurar!

Aún inseguro, el morocho tomó la mano del albino y se puso de pie. Ambos no rompieron el contacto visual mientras se acercaban a la pista.

-¿Quién es, May?-preguntó Lan.

-Es mi hermano mayor, Blues.

Los ojos del castaño se dilataron. ¿¡Blues!

-¡Pero él no es...!

Pero su mundo se volvió oscuro.

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Sabata miraba como el rubio y el girasol entraban a la ciudad que tanto estaban buscando. Rió con ternura al ver a Django sentarse y reclamarle algo a su mentor que volvió a enojarse. El chico se levantó del peñasco y desapareció en una nube violeta.

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-¡¡Pero tengo haaaambre!

-¡¡Django! ¡¡Es increíble! ¡¡No podés tener hambre luego de lo que te comiste en el día!

-¡¡Pero tengo haaaaambre, maestro! ¡¡Me mueeeeero de haambre!

Otenko suspiró, ya cansado de tanto discutir el mismo tema una y otra vez. Dándose por vencido, le dijo a su aprendiz que irían de inmediato a un restaurante y comerían un poco antes de buscar un buen lugar para dormir y así poder buscar a los vampiros.

Django lo seguía saltando en felicidad. ¡Iban a comer algo! Se sonrojó al sentir otra vez la calidez del talismán en su pecho. Sonrió y rió suavemente, pensando en Sabata otra vez.

-¡Neeee! ¡Sabata!

-¿Dijiste algo?

-¡N-No, na-nada maestro!-Otenko se le acercó y Django sudó gotitas con una sonrisa nerviosa.

-¿Qué me estás ocultando?

-¡Na-Nada! ¡En serio!

-Djaaaango...

-¡Está bien, está bien! Es Sabata.-dijo en un susurro, jugando con sus índices.

-¿Acaso algo con el talismán?-el rubio asintió tímidamente.-Ése si que no sabe rendirse...

-¿A qué te referís con eso, maestro?

-Sabata te transmite algunas de sus emociones a través del talismán. Supongo que debes de sentir alguna calidez provenir de él, ¿Me equivoco?-Django negó.-Él sólo intenta estar cerca de vos con la ayuda de ese talismán. No sólo permite al poseedor un gran poder, sino que puede transmitir sus sentimientos a otra persona.-el rubio sacó el collar y puso el dije entre sus manos.-Es cuestión de tiempo, pero aprenderás a hacerlo como Sabata lo hace vos.

Otenko siguió flotando hacia la ciudad pero Django se quedó atrás, observando al talismán con alegría. Sonrió ampliamente antes de guardarlo nuevamente dentro de sus ropas y correr para alcanzar a su mentor.

: La canción es "Perhaps, perhaps, perhaps", no sé quién es su interprete original pero sé que la canta una tal Doris Gray.