-Hace frío.-comentó Saito, a medio camino.-Y eso que estamos entrando en el verano. La primavera no suele ser tan fría.
-Es cierto, pero con todas las lluvias que trae por los fuertes vientos es imposible que no haga frío.-el albino se acercó a él y lo codeó un poco.-Además, no es tan malo el frío.
-¿Ah no?
-A mi me gusta.
-¿Por qué?
-Porque me gusta sentarme delante del fuego y comenzar a pintar o dibujar lo primero que se me venga a la mente. A veces dejo alguna ventana abierta y siento esa suave brisa fría. Me da escalofríos...
-¿Te gusta mucho el frío?-el albino asintió.
-Mucho, mucho. Amo el invierno.-Saito sonrió y miró al frente otra vez.
-A mi también.
-He notado algunos gustos en común entre nosotros.
-Yo también.-un fuerte viento los golpeó.
El antifaz del albino salió volando por la intensidad de la ráfaga y sus cabellos revolotearon en el aire. Cesó por completo y abrió sus ojos que eran de un color violeta suave.
-Esa fue una fuerte. ¿Qué pasa?
El morocho no podía creerlo. ¿Era... él?
-Hay algo que no te he preguntado desde que empezamos a charlar.-dijo.
-¿Ah si? ¿Qué es?
-¿Cómo te llamas?
-Blues. Blues Blaze. Tu tampoco me has dicho tu nombre.-el morocho sonrió.
-Soy Saito Hikari.
-Suena... lindo y se oye lindo. Me gusta.-declaró, caminando nuevamente.
Saito tenía un revoltijo de ideas en su cabeza. El albino que estaba a su lado era igual al vampiro que en su mundo se hace llamar de la misma manera. ¿Por qué? ¿Acaso se habían conocido hace trescientos años atrás? Era muy posible. Pero ¿Por qué no lo recordaba? Abrió sus ojos como platos.
-No... lo recuerdo.
-¿Dijiste algo?
-No, nada. "¿Por qué no lo recuerdo? ¿Por qué, por qué? ¡¡Quiero recordar!"
Comenzó a sollozar sin poder contenerse y esto atrajo la atención de Blues. Se acercó al morocho y le levantó el rostro.
-¿Qué pasó?
-No recuerdo.
-¿Qué no recuerdas?
-Muchas cosas.-el albino lo miró desconcertado.
-¿Qué cosas?-Saito lo miró a los ojos pero no pudo responderle. Se abalanzó a sus brazos y hundió su rostro en el pecho de él.
Blues tomó inesperada esa acción pero le devolvió el abrazo al chico. Acarició su cabeza suavemente e intentaba reconfortarlo con palabras susurradas a su oído. ¿Cómo decirle a él que no recordaba la vida pasada que tuvo? ¿Cómo decirle que todo lo que estaba "viviendo" en realidad era todo un sueño? ¿Cómo decirle al verdadero Blues, el Blues de su mundo, que no podía recodar quién era, o mejor dicho, quién fue?
-Neee... Ya, ya. Estamos cerca de tu casa. Si quieres, puedo quedarme contigo y a hacerte compañía hasta que tus padres y tu hermano regresen. ¿Te parece?-El morocho asintió en el pecho del albino sin soltarse.-Eso es. ¿Continuamos?
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Blues le quitó las lagrimas que habían salido de los ojos cerrados de Saito. Las secó con las sábanas y corrió algunos cabellos de su rostro. Suspiró tristemente. Parecía que poco a poco se iba dando cuenta del pasado, de su pasado.
-May...
-¿Hum?-respondió la felina, acurrucada al lado su hermano.
-Si despierta, y, recuerda y... se enoja...
-Es posible que se enoje.
-¿Me odiará por no decirle nada?-la gata levantó su cabeza y miró al albino con ternura.
-No lo sé. Saito es una persona que no suele odiar a alguien por ese tipo de razones, pero sabiendo la situación, es posible que te tenga un poco de hostilidad al principio.
Blues se arrodilló en la cama, con sus ojos aguados.
-¿Hubiese sido mejor decírselo cuando lo volví a encontrar?-Maylu negó con la cabeza.
-Hubiese pensado que estabas loco o delirabas. No te preocupes. Él estará bien. Por lo que tenemos que preocuparnos es por su salud y esos molestos cazadores.-se bajó de la cama, y salió de la habitación sin hacer casi ni un ruido.
El albino se inclinó y besó al morocho dormido. Susurró su nombre en la oscuridad y volvió a recostarse con comodidad a su lado, atrapándolo en sus brazos. No se resistió y volvió a besarlo en los labios. Sentir otra vez ese sabor en ellos... era adictivo. Abrió con suavidad la boca de Saito con sus dedos. Sus ojos se tornaron rojos y brillantes. Besó al chico con cuidado e introdujo su lengua dentro de la cavidad del morocho.
Una fuerte sensación de posesión lo apoderó otra vez. Lo abrazó con fuerza y continuó besándolo sin poder despegarse de él. Sintió las manos de Saito colocarse sobre su pecho, como queriendo separarlo, pero al poco tiempo apretaron sus ropas, devolviendo el beso con timidez e inconscientemente.
Un suave gemido se escapó de la garganta de Blues al sentir que el morocho le respondía. Ambos comenzaron a recorrer sus cuerpos con sus manos como si nunca se hubiesen tocado antes. El rostro de Saito se sonrojó con fuerza y poco a poco se iba despertando de aquel sueño profundo.
Blues se colocó sobre él, sin dejar de besarlo, y comenzó a desabrochar la camisa que el morocho traía puesta. Acarició su cuello y sintió el pulso acelerado de su compañero lo que motivó al vampiro a moderle su cuello con fuerza dejando una marca roja y muy visible. Corrió el material de su pecho y fue besando la piel hasta encontrarse con uno de los pezones del chico que mordió y lamió suavemente.
El morocho abrió sus ojos sorpresivamente al sentir aquella sensación recorrer su cuerpo. Se movió nerviosamente y Blues lo miró a los ojos con pasión oculta en ellos. Apoyó su frente en la de Saito y ambos se miraron fijamente por un largo rato, sin decir nada.
-Saito... –murmuró el albino acunando el rostro del nombrado en sus manos.
-¿Por qué no me lo habías dicho antes?-sus ojos se aguaron y una tristeza se apoderó de él. El vampiro cerró sus ojos antes de volver a abrirlos.
-¿Le creerías a una persona que acabas de conocer todo lo que te dice? Tu no recordabas nada. Sólo tenías visiones difusas en tus sueños que creías que no significaban nada.
-Aún así no me gustó que me hayas ocultado algo de mi. ¡Era mi pasado!
-También el mío, Saito. Y no sabes cuánto me dolió saber que no me recordabas.-suspiró y el morocho le pidió que se quitara de encima.-Lo lamento.
El morocho no le respondió. Simplemente se levantó y caminó descalzo hasta la ventana. Corrió las cortinas, pero la luna no se veía por ningún lado. Sus ojos verdes y tristes reflejaban el brillo de las estrellas que centelleaban en el cielo nocturno. Blues desvió su rostro. Estaba a punto de irse cuando el morocho habló.
-Me gustaría saber qué es lo que sigue.
-¿Eh?
-Quiero saber, qué haces cuando llegamos a mi casa, allá en el pasado. Sé que haces algo. Quiero saber qué haces.-le explicó, dándose la vuelta con una sonrisa en su rostro.
El vampiro le sonrió por igual y se levantó de la cama. Se acercó al chico y le dijo que se colocara de frente a la ventana.
-Concéntrate, y deja que yo te visualice tus recuerdos.
Saito asintió y cerró sus ojos. Se sonrojó al sentir los brazos de Blues a su alrededor.
"-Dime, ¿Cómo son tus pinturas?-preguntó el morocho, sentado en uno de los sillones de su sala de estar. Enfrente, estaba el albino.
-Ya te lo he dicho. Mi tema es la sensualidad, la atracción.-el chico rió.
-Ya lo sé. Me refiero a qué pintas. ¿Qué escenas tienen tus cuadros?
-Varias.
-Eres muy elusivo.
Ambos rieron con suavidad. Blues se levantó y se sentó frente al fuego que ardía. Saito lo acompañó y siguió insistiendo hasta que logró que el albino le respondiera.
-Sobre encuentros sexuales entre personas.-el morocho se puso de un rojo furioso ante la naturalidad con la que él hablaba de ese tema en particular.
-¿De-de verdad?
-Si. No va a ser de mentira.
-Hum... ¿Y la gente? ¿Qué dice de ellos?
-¡De todo! En especial cuando ven algunos específicos
-¿Qué tan específicos?
Blues se puso de pie y caminó hasta una de las ventanas que daba al jardín de la parte de atrás. No había luna ni estrellas esa noche. Tampoco nubes.
-Tengo una cierta inclinación sobre mis gustos.-el morocho también se puso de pie y se colocó a su lado.-Mis gustos por las personas son algo, retorcidos. Y por eso pinto lo que siento.
-¿Y cómo te sientes usualmente?-el albino entrecerró sus ojos y le mandó una mirada provocativa al menor que se sonrojó.
-Muuuy sensual... –respondió, acercando a Saito a la ventana y dejarlo frente a ella.-Siento que puedo atraer a cualquier persona y que me desee con tanta fuerza que tenga que arrodillarse a mis pies y gritarme que me desea. Es una sensación tan deliciosa... –dijo, relamiéndose los labios. Se colocó detrás del morocho y puso sus manos sobre sus hombros.-¿A que no son retorcidos?
-N-No le veo lo retorcido...
-¿Y si te dijera que... –acercó su boca a su oído.- ...me siento atraído hacia los hombres?-Saito se quedó tieso ante eso.-¿Cómo reaccionarías ante eso eh? ¿Me gritarías que soy una clase de demonio como lo he oído tantas veces decir de aquellas personas que ven mis cuadros? ¿Eh?
El morocho se quedó en silencio un largo rato antes de contestarle, sin mirarlo y sin voltearse.
-No.
-¿No?
-No te diría nada.
Blues se quedó muy sorprendido ante la respuesta del joven ingenuo que tenía delante. Muchos otros chicos de su misma edad le hubiesen dicho atrocidades tremendas. Pero él simplemente respondió de una manera suave y delicada.
-No te diría nada porque, es el gusto personal de cada uno. ¿No lo crees así?-le dijo con una sonrisa al voltear su rostro sonrosado. El albino lo miró incrédulo antes de que una sonrisa perversa cruzara su rostro.
-En ése caso... ¿Te importaría si te mostrarse cómo son mis cuadros?-el ingenuo chico negó con la cabeza y volvió su vista al frente, como si supiese que era lo qué exactamente iba a suceder.
Blues atrapó la cintura del morocho entre sus brazos antes de comenzar a subir sus manos por su torso. Oyó al menor dar un quejido cuando encontró sus pezones por entre la tela de su fina camisa.
-Mis cuadros hablan mucho de mi.-comenzó el albino.-Sobre mis gustos, sobre las personas que prefiero, sobre mis deseos más secretos y profundos.-sintió a Saito aferrarse de su cadera con fuerza produjo una sensación, muy placentera para Blues, cuando deslizó sus manos debajo de la camisa y comenzó a jugar con sus tetillas.
-¡Ahh!-exclamó el morocho con su rostro rojo.
-¿Quieres que te siga mostrando?-ante su sorpresa, Saito asintió.-Como te había dicho antes, mis cuadros tratan sobre el sexo. ¿Y sabes por qué?-el menos negó con la cabeza.-Porque me parece un tema tan atractivo... Es una especie de prohibición a los humanos, si no es por amor, pero a la vez es tan adictivo... No te le puedes resistir.-sintió a Saito arquearse contra él cuando paseó su mano derecha entre sus piernas.-¿Sigo?
-¡S-Si!-exclamó el morocho.
-Tratan también de cómo uno puede expresarse en él. Tu sabes, mediante roces, toques... –metió una mano dentro del pantalón del chico que se arqueó notablemente ante las sensaciones de placer, completamente extrañas para él, que inundaban su inexperto cuerpo.-También besos... –empezó a besar el cuello de Saito sin aumentar el ritmo de su mano.-Mordiscos, lamidas, soplidos. Y también uno puede encadenar o atar a su compañero. Dominarlo... mrrr... –acentuó esa palabra en un tono provocativo mientras movía sus manos por el cuerpo del chico.-¿Quieres que continúe?
El morocho apretó sus dientes y sus ojos. ¿Por qué le gustaba eso? Incluso cuando un hombre se lo estaba haciendo. Pero, simplemente no podía decir no. Le estaba gustando mucho y ansiaba por más. Sentía su rostro hervir, su corazón palpitar tan rápido que parecía que iría a salirse de su pecho y esas sensaciones que parecían sacudidas eléctricas en su cuerpo cuando Blues lo tocaba en zonas que nunca hubiera permitido a alguien acceder más que a su propio cuerpo.
-S-Si... Continúa...
-Las escenas entre hombres son muy comunes en mis cuadros, pero también hay mujeres.
-¿Mu-Mujeres?
-Si. Como especies de diablillos que tratan de seducirte a toda costa para que te acuestes con ellas. ¿Acaso no es lindo?
-Uhhh...
-Luego, cuando estoy muy activo, mis cuadros comienzan a narrar un acontecimiento.-aumentó el ritmo de su mano entre las piernas del chico, esta vez tomando su miembro con fuerza.-Entre hombres, por supuesto.
Saito se arqueó otra vez.
-El menos experimentado deja que su compañero lo despoje de sus ropas y lo deje desnudo sobre el suelo, un sofá, una cama o cualquier cosa donde puedan estar. Luego, el experimentado se quita las suyas y se sube sobre su compañero que está ansioso, esperando, listo para probar y sentir nuevas sensaciones.-lamió el cuello del morocho y unos colmillos se hicieron visibles. No podía resistirse más.
Saito gimió nuevamente y apretó sus manos contra la cadera de Blues. Sentía una sensación debajo de su estómago muy fuerte. Su cuerpo hervía y no sabía si iba a aguantar hasta el último instante. El albino comenzó a jadear en el oído del chico que gimió al oírlo tan de cerca. Con una sonrisa, Blues siguió narrando.
-El experimentado comienza un juego de besos, mordiscos y lamidas que abarca toooodo el cuerpo de su compañero inexperto. Éste pide más y más en silencio. Le empieza a gustar y quiere más. El experimentado llega hasta sus piernas, y lo mira suavemente, pidiéndole permiso y el otro asiente, le dice que si.
-Bl-Blues... –dijo el nombre del albino en un susurro pero hizo que este se estremeciera en placer.
-Abre su boca, y saca su lengua húmeda. Y mira el miembro de su compañero con lujuria, antes de lamerlo suavemente. Oye a su compañero gemir y lo siente arquearse.-Saito gimió ante esto, ya que una imagen mental se le iba formando a cada narración de Blues.-Quería más y él se lo iba a dar con todo gusto. Abre su boca nuevamente y lo introduce dentro, comenzando a succionar con fuerza pero sin lastimarlo.
-¡Bluuuues!-exclamó el morocho jadeando con fuerza. Otro escalofrío recorrió el cuerpo de este.
-Y el inexperto percibe una sensación muy fuerte debajo de su estómago. Su cuerpo hervía intensamente en emociones que nunca creyó poder sentir alguna vez. A medida que su compañero experto continua con sus tareas, va percibiendo que esa sensación es cada vez más fuerte, y no sabe si resistirá al último instante. Mueve sus caderas pidiendo más en silencio... –Saito hizo eso pero contra el albino que ahogó lo que sería un fuerte gemido de su parte.-Y su... compañero continúa y continúa... –su mano ya había alcanzado su velocidad máxima y estaba esperando a que llegase el morocho.-Oh Saito...
-¡¡BLUES!-gritó con tanta fuerza al sentir una fuerte sacudida de sensaciones en su cuerpo, como si hubiese llegado a un punto culmine, en donde sentía lo mayor que pudiese hacer.
De su miembro salió un líquido blanco que se impregnó en sus ropas pero la mayor parte de él fue a parar a la mano del albino que jadeaba en la oreja del menor.
-Y así, el inexperto llegó a su clímax. Se vino dentro de la boca de su compañero y se relajó rápidamente... –lamió el excedente con tanto deleite que no pudo evitar "compartirle" un poco a Saito. Mientras veía al morocho lamer inseguro esa sustancia, prosiguió.-Eso es lo que normalmente expreso en mis obras. ¿Acaso no es interesante?
-Si, es muy interesante. ¿Por qué no me... cuentas, un poco más sobre tus cuadros otro día?
-¿A si que, te gustaron?
-No los he visto todavía pero por lo que me has contado, suena, interesante.-Blues sonrió perversamente.
-Quizás, quizás... te los muestre. Pero, no todavía."
Saito abrió sus ojos. Su rostro estaba completamente rojo. Su cuerpo estaba sudado y se aferraba a las caderas de Blues como si fuese lo único que lo mantenía en ése mundo.
