giosseppe: merci, me alegra que estés disfrutando de esta historia.
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-Ma¿Adónde vamos?-preguntó Saito.
-A un lugar especial.-respondió ella.
-¿Qué tan especial?-dijo Lan, mirando alrededor.
-Muy especial.
Los tres guardaron silencio. Haruka se detuvo.
-¿Qué pasa?-ella se viró y les sonrió a sus hijos.
-Blues y Chaud los guiarán desde aquí.
-Awww... ¿por qué?-inquirió tristemente el castaño.
-Porque yo lo digo.-los mellizos hicieron un puchero y la mujer rió.-Ya están grandes para que los esté acompañando a todas partes.-afirmó, mientras se retiraba.
-¿Blues y Chaud?
-Vendrán en un rato. Espérenlos aquí.
La mujer desapareció entre los árboles y los chicos no tuvieron mejor cosa que esperar sentados en ése diminuto claro. Saito estaba recostado en el césped mirando el cielo nocturno y Lan estaba apoyado en un árbol. Ambos no se dijeron nada durante unos veinte minutos.
-¿Chaud... te contó?-el castaño entrecerró sus ojos.
-Si. ¿Y Blues?
-Fueron los sueños los que me lo contaron, digamos que él los terminó.
-¿Estás enojado con él?-Saito asintió.
-Un poco.
-Yo también.-el morocho suspiró y se acurrucó al lado de su hermano.
-¿Cuándo vendrán? Está empezando a hacer frío.
-No lo sé. Cuando mamá dice en un rato, es dentro de una o dos horas para ella.-Saito hizo una mueca.
-Me muero de frío...
Además de estar aburriéndose a lo grande, ambos comenzaron a notar que el ambiente estaba más pesado. Sus cuerpos se sentían cansados y pronto les agarró ganas de dormir pero se mantuvieron despiertos lo suficiente como para ver dos sombras descender frente a ellos.
Blues cerró sus alas y Chaud hizo lo mismo.
-¿Cuándo crecieron sus alas?-preguntó sorprendido el castaño. Ambos vampiros lo miraron.
-¿A qué te refieres?
-Que yo recuerde, tu tenías unas alas mucho más pequeñas que las de Blues.-Chaud se sonrojó fuertemente.
-Es que, puedo hacer crecer mis alas dependiendo de las distancias que tenga que recorrer pero como a mi me gustan las alas pequeñas por ser más cómodas...
-¿Nos vamos? Tengo frío.-interrumpió Saito.
El albino sonrió suavemente y les indicaron por dónde ir, yendo a la cabeza. Blues abrió un ala y acercó al morocho a su cuerpo. Este se sonrojó con fuerza y desvió su rostro. Luego de un rato lo miró de reojo y volvió a sonrojarse.
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-¿Es aquí?-preguntó Django, con un mapa en las manos.
-Tiene que ser aquí.-respondió Otenko.-Supuestamente debemos estar en las afueras de la ciudad, en el bosque Otoñal.
-¿Otoñal¿Por qué otoñal?
-No lo sé. Tampoco mucho nos importa así que, sigamos.
-Pero ¿por dónde, maestro?
El girasol le señaló una dirección con una de sus hojas.
-Por allí y no me contradigas.-agregó al ver a su aprendiz abrir la boca.
-Si maestro.-masculló entre dientes con un puchero el rubio mientras seguía a su mentor.
-Por ahí no es.-dijo una nueva voz.
Los dos se viraron y vieron a Sabata sobre una rama de un alto árbol, en cuclillas. El chico oscuro le sonrió al rubio que se sonrojó fuertemente y miró a otro lado.
-¿Y a vos quién te preguntó?-dijo enojado el girasol.
-Conozco este lugar como la palma de mi mano y sé que están yendo por el camino incorrecto.-explicó. Suspiró al ver la cara enojada del girasol.-Otenko, realmente sos un cabeza dura. ¿Por qué no aceptas mi ayuda un poco?
-Por el simple hecho de que no confío en vos.-respondió secamente el mensajero.-Vámonos, Django.
-Neeee... ¿Maestro?
-¡Qué!
-¿Y si le hacemos caso a Sabata por esta vez?
El girasol se dio media vuelta con una gran vena.
-NO.
-Si, maestro. ;;
El chico oscuro vio al rubio y a la planta desaparecer en el follaje. Hizo un ruido de desaprobación a la vez que sonreía.
-Tsk, Django no logró caer en mi trampa. Ese maldito de Otenko siempre tiene que intervenir.-sacó la punta de su lengua y se puso de pie.-Bueno, ya tendré mejor ocasión.-miró el relicario colgando de su cuello y desapareció en una nube violeta.
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-¿Desde cuándo está esta casa aquí en el bosque?-inquirió el castaño al ver la estructura por primera vez.
-Desde siempre. Hace trescientos años allá al norte estaba la ciudad principal, y por aquí estaban algunos pequeños campos, incluida esta casa, la nuestra y la de los condes.-explicó Blues.
-¿Match y Maddy?-dijo Saito y Chaud asintió.-¿Y esta casa¿De quién es?
-Nuestra, idiota.-respondió Lan. El morocho lo miró con rabia y una venita.
-¿A quién le dices idiota, idiota?-al castaño le salió una venita pero no contestó.-Ju...
-¡Lan¡Saito!
Los jóvenes vieron a un gran felino correr hasta ellos. Maylu estampó a ambos contra el suelo con sus patas y lamió la cara de ambos con felicidad.
-¿Quién eres?-preguntó el castaño, con una leve sonrisa. La felina los miró con sus ojos marrones.
-Ah, es cierto.
Ella se alejó de los muchachos y brilló antes de convertirse en una humana pero con sus orejas y cola de gata. El morocho y el castaño se quedaron boquiabiertos, sin poder creerlo. La pelifuccia les sonrió con ternura antes de abrazarlos.
-¡Ha pasado el tiempo¡Todavía me acuerdo de ustedes y todas las macanas que se mandaban juntos!-los mellizos se sonrojaron.
-Pero ¿Cómo es que te conviertes en gato?-inquirió Saito nerviosamente.
-Porque yo soy su guardián. Yo los cuidaba cuando mis hermanos no podían, o sus padres no podían.-respondió. Tomó las manos de los chicos y los arrastró dentro de la casa.-¡Vamos, vamos!
Los vampiros miraron al trío entrar en las sombras del edificio. Pronto le siguieron, algo temerosos.
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-Es increíble que no haya cambiado en nada.-dijo Lan, al mirar la sala de estar.
-¿Por qué no fue atacada o robada?-preguntó Saito, sentándose en uno de los sillones que levantó una nube de polvo cuando lo hizo y tosió un poco.
-Porque yo la protegía.-respondió Maylu.-Como Blues y Chaud habían sido sellados, yo me quedé aquí esperándolos a ustedes cuatro a que volvieran.-ella sonrió.-Pueden revisar toda la casa si quieren. Los libros, las hojas, las pinturas, las porcelanas todo está intacto. Yo he dedicado estos últimos trescientos años en cuidarlos.
Saito sonrió y una idea le cruzó por la cabeza. Si ella había estado cuidando todo... Se puso de pie de un salto y corrió a las escaleras. Las subió frenéticamente y comenzó a buscar su habitación, pasando por puertas que sabía a qué piezas pertenecían cada una pero ninguna en esos momentos le importaba.
Llegó a la puerta, y se colocó frente a ella. Estaba nervioso y su corazón latía a mil por hora. Tragó secamente y abrió la puerta.
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Lan tosió un poco cuando corrió las cortinas, que cubrían la ventana de su pieza, cuando liberaron una nube de polvo. El chico se sacudió el pelo y se quitó los restos antes de dirigirse a la ventana y abrirla. Salió al balcón y admiró el paisaje que este le brindaba.
El mismo cielo, los mismo árboles. Sólo, faltaba algo...
-Tal vez si buscas en tu armario, la encuentres.-la voz de Chaud lo arrancó de sus pensamientos.
Lan sonrió y se sonrojó suavemente, dándose media vuelta para mirarlo. El vampiro estaba entre las sombras de la habitación pero se veía una sonrisa en su rostro.
-Maylu dijo que había estado cuidando todo. ¿Por qué no te fijas?
Lan sonrió abiertamente y se dirigió a dicho mueble. Abrió las puertas y se encontró con lo que una vez habían sido sus ropas. No había olor a humedad y las prendas estaban intactas. Hurgó entre ellas y encontró lo que andaba buscando.
Sacó una bata bordó oscuro, bordada con los hilos de oro. La atrajo a su cuerpo y rostro, sintiendo un peculiar aroma en ella. Por fin lo pudo reconocer.
-Este aroma, es el tuyo¿verdad?-le preguntó al bicolor que sonrió en silencio.
-Si.
-Y aquel que sentí cuando me desmayé por primera vez en el bosque¿también era tuyo?
-Si.-Lan sonrió abiertamente y se dio la vuelta.-Quítate la ropa.
-¿Eh?
-Que te desnudes.-el castaño se sonrojó fuertemente.
-¡Qué estás diciendo¡Hace mucho frío!-Chaud rió suavemente.
-Haz lo que te digo.-los ojos del bicolor se tornaron rojos y brillantes. Una mueca seductora apareció en su rostro.-Amenos que quieras que lo haga yo mismo...
El castaño desvió su rostro rojo. Cerró la ventana y corrió las cortinas, dejando a la habitación en completa oscuridad. Lan dejó la bata sobre el borde de la cama y comenzó a quitarse los abrigos.
Sabía que el vampiro no le sacaba los ojos de encima y eso lo ponía muy nervioso. Sintió el frío intenso cuando se quedó en su camisa de mangas largas. Se quitó el calzado con sus pies y sus medias por igual. Por lo pronto su pantalón, quedando con la camisa que tapaba su regazo y su bandana azul con el emblema de Bass en ella.
-También quítate la bandana.-Lan desató el pañuelo y lo dejó caer al suelo.-Mmm... Por ahora te ves irresistible... –el castaño se volvió a sonrojar.-Por ahora... Termina¿Si?
Lan tragó secamente y, cerrando sus ojos, se quitó su ropa interior quedando con la camisa solamente, que era la única prenda que lo cubría. Chaud tomó la bata y la colocó sobre los hombros del castaño mientras comenzaba a desabotonar la prenda sobre él.
-Hace mucho, que no te veo de esta forma.-confesó el bicolor, paseando su índice por el pecho desnudo del chico que comenzó a ponerse nervioso.
-Pues, yo tampoco te he visto desnudo. Y pasó bastante tiempo ya.-Chaud lo miró provocativamente y Lan se sonrojó otra vez.
-De haberlo dicho antes, te hubiera acompañado. Pero ya que insistes...
El bicolor le arrancó la camisa y le dejó solamente la bata que le sentaba muy bien al castaño. Este intentó cubrirse con ella pero el vampiro no lo dejaba.
-Recuéstate en la cama, que ya te acompaño.-le dijo, mientras le sacaba la punta de su lengua divertidamente.
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Saito pasó las hojas de su diario con lentitud. Tenía una leve sonrisa en su rostro al ver su manuscrito en perfecto estado. Revisó la última fecha y esta marcaba el veinte de diciembre de mil setecientos ochenta y ocho. Era el día en que él y Blues, en el pasado, había cumplido un año de estar juntos. Suspiró suavemente y sintió la textura del papel en sus manos.
-Tenías diecisiete en ése entonces.-la voz de Blues era suave y distante.
El morocho sonrió y siguió hojeando su diario. Encontró algo que le llamó la atención. Leyó unas lineas y se puso de un rojo furioso al instante. Oyó al albino reír con suavidad y sus brazos alrededor de su cintura. Hociqueó su cabello, con una sonrisa.
-Era impresionante cómo escribías, Saito. Tenías... como se diría ahora, alma de poeta.-abrió sus ojos violetas y miró los verdes del chico antes de besarlo.-Me hacías unas narraciones, poemas y versos que simplemente me derretía en tus brazos cada vez que me los leías a la medianoche.
El chico se sonrojó fuertemente y desvió su rostro.
-¿Y qué expresaba en ellos?-Blues le sonrió ampliamente, volviéndolo a besar.
-¿Qué no es obvio?-Saito tardó unos momentos en comprenderlo pero al hacerlo, lo miró con algo de timidez.
-¿Sobre... nosotros?-dijo dubitativamente.
-Si, sobre nosotros. Absolutamente todo.-respondió a la pregunta de Saito antes de que este lo hiciera.
-¿Incluso...?-el vampiro asintió.
-Aja... Como era un mundo nuevo para ti, simplemente te dejabas llevar en la literatura y no parabas hasta terminar. Aunque eso sólo te tomaba media hora... Pero lo que escribías era... tan, delicioso... –sus ojos se volvieron rojos en un instante y brillaron con tenuidad.
Saito lo miró con su rostro rojo y devolvió su atención a su diario a medio leer. Había notado que faltaban varias fechas antes de la última escritura del veinte de diciembre.
-¿Blues?
-¿Hum?
-¿Por qué faltan fechas?-el albino abrió sus ojos.
-Porque, para ése entonces, los cazadores nos habían encontrado a mi y a mi hermano. Y tú y Lan no querían separarse de nosotros aunque les habíamos dicho que era peligroso, que podrían llegar a morir. No nos hicieron caso y los cuatro tuvimos que escaparnos del pueblo e ir a la ciudad a buscar refugio...
"-¡SUÉLTALO!-gritó el morocho golpeando a un cazador con un duro y grueso pedazo de madera en la espalda.-¡Él no te ha echo nada¡Déjalo en paz!
-¡Apártate, mocoso!-gritó el hombre, y con una fuerte energía estampó al chico contra los muros.
Los ojos de Blues se dilataron y una oleada de furia se apoderó de él. Frunció su ceño e hizo crecer sus garras. Golpeó a su enemigo con sus alas y lo dejó tirado en el suelo.
El cazador se reincorporó dando un gemido. Sintió las manos del vampiro alrededor de su cuello apretando con tanta fuerza que creía que se quedaría sin aire en esos precisos momentos. El albino lo miró con rabia y siguió aplicando la presión en el cuello del cazador.
Se relamió, disfrutando del momento. Hace mucho que no mataba a un humano de esa forma. Dio una especie de gemido y vio los ojos inyectados en sangre de su oponente y eso le produjo más placer todavía.
-No debieron meterse con nuestro compañeros... –dijo el albino, señalando con su cabeza al aterrorizado Saito.-¿Acaso no sabían que los vampiros nos tornamos extremadamente agresivos cuando molestan a nuestro compañeros?
El hombre gimoteó antes de quedar flácido. Blues soltó el cuerpo que cayó al suelo con un ruido sordo. Se volvió a relamer los labios y miró a Saito.
-Vete, no te gustará lo que haré ahora.-le ordenó.
-Pero Blues...
-Hazlo. Yo sé lo qué te digo.-se arrodilló delante del cuerpo, y sonrió perversamente.-Reúnete con Chaud y Lan en la iglesia. Yo me encargaré de este enclenque...
El morocho se puso de pie y se acercó al albino antes de arrodillarse a su lado. Se ruborizó fuertemente y besó al vampiro antes de ponerse de pie y salir corriendo del callejón. Blues sonrió tiernamente y se volvió al hombre. Tronó sus nudillos y preparó sus garras para una mutilación completa."
El morocho abrió sus ojos. Miró al vampiro y dijo con voz suave.
-No dejaste nada¿verdad?-Blues negó con su cabeza.
-Me tenían la paciencia colmada. Ya no los soportaba más. Ni yo, ni tu, ni mi hermano ni Lan. Todos estábamos hartos de ellos. Pero adónde íbamos, ellos estaban. Era casi imposible librarse de ellos.
-Aún no respondiste mi pregunta. ¿Por qué faltan fechas en mi diario¿Dónde están?
-A partir del veinte de diciembre, tuvimos que marcharnos completamente de tu casa. Te olvidaste de tu diario pero lo compensaste con algunas hojas que encontraste o compraste en los puestos. Pero, los cazadores las quemaron. Esos recuerdos escritos ya no los podrás recuperar más.
-¿Por qué no?
-Por el simple hecho de que fueron quemados, Saito. Tu hermano también escribía en un diario. Y también algunos de sus recuerdos fueron quemados. Él tampoco recordará aquellos que fueron destruidos.
-¿Cómo puedo recuperarlos?-inquirió desoladamente el morocho, casi al borde de las lágrimas. Blues sonrió.
-Yo puedo ayudarte. Pero, sólo los recuerdos que están desde mi punto de vista o los que tengamos en común. En algunas ocasiones tuvimos que dejarlos completamente solos durante horas, por lo tanto, esos no te los puedo recuperar a menos de que ése recuerdo no haya sido borrado de la cabeza de Lan.
Saito abrazó su diario contra su pecho, llorando suavemente. El vampiro lo abrazó con fuerza y con sus alas cubrió a ambos. El morocho se dio vuelta y enterró su rostro en el pecho del albino, tomando sus ropas con fuerza. Blues acarició el suave cabello del chico, intentando calmarlo.
Sintió la presencia de los cazadores acercándose con rapidez a la casa.
Abrió sus ojos de repente y su cabello se erizó un poco. Comenzó a gruñir con suavidad y fue percibido por Saito.
-¿Qué-Qué ocurre?-preguntó.
El albino no le respondió.
-¡MAYLU!-gritó.
La pelifuccia apareció a los pocos minutos en la puerta junto con Lan y Chaud, que tenían sus cabellos revueltos. La chica se transformó en su forma felina al ver la cara de su hermano mayor y les dijo a los chicos humanos que se subieran a su lomo.
-¿Blues¿Adónde irán?-preguntó Saito, sin querer dejar a su amado. Lan tampoco quería hacerlo y no se separaba del pecho del bicolor.
-Les daremos la bienvenida a esos cazadores... –respondió el albino.
-Pasó mucho tiempo desde que nos divertíamos con ellos¿verdad hermano?-Blues asintió sin quitarle la vista de los ojos del morocho.
-No te preocupes. No nos pasará nada malo. Volveremos dentro de dos o tres horas a sus habitaciones. Maylu los llevará de regreso al hotel.
-¿Qué pasará con la casa?-preguntó Lan, subiéndose al lomo de la felina con ayuda de Chaud.
-La magia protectora de tu madre está siempre presente. No podrán tocar esta casa bajo ninguna circunstancia.-explicó el bicolor. El castaño se inclinó y lo besó profundamente con un leve sonrojo en sus mejillas.
-Cuídate.-le susurró y el vampiro sonrió.
-No te preocupes. Estaré bien.-le calmó.
Chaud ayudó a subir al morocho detrás de su hermano. Maylu miró a los vampiros y estos todavía no daban ninguna señal. Pasado cinco minutos, estos movieron sus alas y la felina salió por la ventana como un rayo, sorprendiendo a los mellizos.
Los vampiros, una vez que se hubieran asegurado de que ya se encontraban lejos, salieron de la casa y del campo protector para encontrarse con cuatro sombras delante de ellos. Blues sonrió y tronó sus nudillos. Uno de los cazadores se estremeció ante el sonido, con algunos recuerdos no muy placenteros acerca de ello.
-Pasó mucho tiempo.-dijo el bicolor haciendo crecer sus alas.-¿Todavía buscan más pelea?
-No vinimos a pelear con ustedes, jovencito.-dijo el líder.-Vinimos a liquidarlos de una vez por todas.
-Quisiera verlo... –amenazó el albino.
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-¡VAMOS DJANGO¡¡NO LLEGAREMOS A TIEMPO!-exclamó histérico Otenko a un rubio jadeante detrás de él.
-¡En eso estoy maestro pero vas muy rápido!-le respondió.
-¡Oh no, oh no¡Demonios¡Estúpido Sabata¡Tenía que retrasarnos!-gruñó el girasol.-Ya no queda tiempo... Oh, Belleza Lunar¡Por favor ayúdanos!-rezó el mensajero.
-¡Maestro!
-¿Qué?
-¿Qué pasa si no llegamos?
-La historia para esos jóvenes se volverá a repetir una y otra vez hasta que puedan estar juntos sin que nadie los moleste. Y me temo, que si se vuelve a repetir, las posibilidades de que vuelvan a vivir son nulas.
Django sollozó un poco antes de secarse las lágrimas. Con expresión decidida, continuó a su mentor por el bosque Otoñal.
