-¡Señor! ¿Qué ocurrió?-preguntó un cazador al ver a su líder entrar en la guarida muy mal herido. Este se desplomó en el suelo, sin decir palabra.-¿Señor?

-Hay... que, apurarnos...

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Blues observaba a Serenade con mucho interés y ella por igual. Estuvieron así durante, fácilmente, dos horas y ninguno había dicho nada. Al vampiro le dieron prendas nuevas, que eran de la época, que le eran muy curiosas. Completamente negras. Su pantalón era de cuero y algo ajustado (cosa que le incomodaba un poco), una musculosa y unas botas muy buenas, según el gusto del albino.

-Hum... ¿No te aburres ahí adentro?-se dignó a preguntar. La navi negó con la cabeza.

-No. Al menos la mayor parte del tiempo no.

-¿Qué eres? Saito me dijo algo sobre eso-dijo señalando el Pet blanco y marrón.-, pero nada sobre ti.

-Bueno... como hace poco que has despertado, supongo que será algo complicado de entender para ti.

-Es posible, pero aún así quiero saber.-se irguió de repente, y miró al durmiente morocho sobre la cama.

-¿Sucede algo con Saito?

El vampiro no contestó. No, no era con Saito. Había algo cerca de él que lo estaba molestando...

Blues se acercó a la cama y se trepó a ella, colocándose sobre el cuerpo del chico. Vio una tenue neblina violeta a su alrededor y supuso que sería de ése tal Sabata. Gruñendo, se levantó y salió de la habitación.

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-Lan.

-Dime.

-¿No... sientes temor?-preguntó Chaud, entre los brazos del castaño.

-¿Temor? ¿Por qué habría de sentir temor cuando estoy contigo?-le dijo, sonriendo. El bicolor entornó sus ojos rojos.

-Por... los cazadores. Quieren repetir la historia...

-¿Tienes miedo?-su compañero asintió y se acurrucó en sus brazos.-Tranquilo, todo saldrá bien, tu me lo has dicho muchas veces.

-Si, pero algunas veces no sabría decirte si realmente estarán bien las cosas... ¿eh?-con su aguda visión pudo percibir una especie de neblina violeta alrededor del castaño. Gruñó con fuerza y se levantó.-Ahora vengo.

Sin más, salió de la habitación.

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-¿Señor? ¿Se encuentra mejor?

-Uhg... –gimió el líder, abriendo sus grises ojos.-Algo mejor...

-¿Qué ocurrió?

-Nos... atacó... un demonio...

-¿Demonio? ¿Se refiere a los vampiros que buscamos?-él líder negó con la cabeza con algo de dificultad.

-No... Este era... mucho más fuerte que ellos... Era... un demonio sin alas... Tus compañeros murieron, pero él parecía estar extasiado con el terror que les irradiaba... Los mutiló por completo. Y él lo llamaba "una obra de arte"... –su subordinado se estremeció.-Si, lo sé. Está completamente loco... ¿Alguna noticia?-el joven cazador asintió.

-Uno de los vigías dice haber visto al Maestro Otenko y al joven chico solar, Django, entrar en donde los vampiros se están ocultando en estos momentos.

-¿Y qué hizo el chico solar? Imagino que los habrá acabado... –el cazador comenzó a sudar y a ponerse nervioso.

-N-No señor... No lo hizo.-tragó saliva al ver la cara de furia de su líder.-El vigía me dijo que luego de que el maestro Otenko entrara junto con su aprendiz, al poco tiempo, vio a los vampiros todavía dentro. Incluso estuvieron hablando, pero el maestro Otenko no acató ninguna orden de destruirlos señor.

-Pero ¿por qué no lo hizo? ¡Se supone que debemos acabarlos!-le dio un ataque de tos y comenzó a escupir sangre antes de calmarse.-Seguramente, hay algo que no sabemos, pero, me es extraño que el maestro Otenko no haya ordenado matarlos... –sus ojos se abrieron en sorpresa.-A menos que... ¡Claro! ¡Seguramente es parte de un engaño de esos vampiros! ¡Si! ¡Debe ser eso! No hay... de qué preocu... parnos...

El hombre quedó inconsciente y profundamente dormido. El joven cazador suspiró y lo tapó hasta los hombros. Se dirigió a la puerta y lo miró una última vez antes de salir y dejarlo solo.

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-¿Blues?

-¿Qué haces aquí?

-Supongo que por la misma razón que tu, ¿verdad?-el mayor asintió.-¿Una neblina violeta?

-Si. Y creo que es de Sabata.

Chaud golpeó la puerta suavemente y se escucho un "¡Adelante!". El bicolor abrió la puerta y encontró al joven cazador sobre su cama, tratando de atrapar unas burbujas que el chico oscuro iba haciendo con una mezcla de agua y jabón para luego meter un sorbete dentro y soplar, dejando que las burbujas salieran flotando por el aire. Otenko simplemente veía a su aprendiz disfrutar de uno de sus pocos tranquilos momentos al lado de Sabata, sobre una almohada.

-¡Blues, Chaud! ¿Qué se les ofrece?-preguntó alegremente el rubio, atrapando otra burbuja.

-¿Es por la neblina que vieron cerca de sus compañeros?-preguntó el chico oscuro volviendo a soplar otra tanda.

-¿Qué neblina?-inquirió el girasol.

-Es un hechizo.-respondió el chico oscuro, soplando nuevamente.-Es una medida de seguridad para que pueda saber cuándo ellos están en peligro y así pueda enterarme y poder avisarles.-volvió a soplar.-También nos servirá para cuando tengamos que esconderlos de los cazadores.

-¿Cómo un hechizo protector?-dijo el bicolor y Sabata asintió.

-Django también tiene uno.-dijo.

-¿A qué te refieres con eso?-preguntó el rubio, mirándolo de reojo antes de atrapar otra burbuja con sus manos. El demonio sin alas sonrió.

-Es para evitar que otras criaturas nocturnas, como los Bok, Mummies y esos, te lastimen. Sabes que me pongo muy violento cuando te veo herido.-Django se sonrojó.

-Si, lo sé.

-Por lo tanto, no deben preocuparse. Y no, no se trasmitirá ningún sentimiento de ellos a mi.-respondió a la pregunta que Blues iba a hacerle por lo que calló de repente.-Ni de mi hacia ellos.-agregó al ver la cara del bicolor.

-Pero ¿Será suficiente?-dijo este, con su rostro bajo.

Sabata se detuvo y bajó el sorbete. Miró con sus ojos rojos y furiosos a Chaud. Los cabellos de Blues se erizaron y comenzó a gruñirle al chico oscuro en forma de advertencia. Django se asustó un poco al ver el talismán brillar en un tono rojizo.

-No me subestimes.-fue lo único que le dijo antes de que los dos vampiros se retiraran de la habitación.

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-Fue una velada interesante.-le dijo Saito a Blues, cuando este lo dejó en el balcón de su casa.-Me gustó mucho.-el vampiro sonrió.

-Me alegro de que así fuera. ¿Te parece si mañana hacemos lo mismo?-el morocho se sonrojó y alzó su rostro para ver al albino que estaba sobre el borde de la barandilla.

-Si, si no quedo muy cansado del día, supongo que si.-Blues sonrió y rió.

Saltó y atrapó al chico entre sus brazos y ambos cayeron al suelo. Saito enrojeció por completo y miró los ojos rojos del vampiro. La criatura se sentó sobre su regazo y comenzó a abrirle el chaleco para luego hacerlo con su camisa. Recorrió el pecho desnudo de este y se inclinó para dejarle algunas marcas más.

-¡Te dije que no me marcaras más!-exclamó el chico por lo bajo pero el albino no le dio importancia.

Lo miró directo a los ojos antes de acercarse a su lóbulo. Bajó su boca un poco y le dispuso una gran marca, producto de haber hecho una gran succión en esa zona. Blues lo miró, y miró la marca. Estaba satisfecho con ella. Sonrió de lado y besó al chico en los labios antes de ponerse de pie.

-Te mataré si mis padres la ven.-le dijo, poniendo una mano sobre dicha marca.

-No me interesa que la vean. Simplemente, me interesa que sepan lo que significa.-lo miró de reojo con una mueca perversa.

-Y, ¿Qué significa?-Blues rió suavemente y se paró sobre la barandilla, mirando la luna en cuarto menguante.

-Que eres mío, mío y de nadie más.-se deleitó al ver la cara sonrojada de Saito.-Te veré mañana.-sin más, remontó vuelo y desapareció en la oscuridad de la noche.

El morocho se puso de pie y entró en su pieza, cerrando la ventana detrás de él. Corrió las cortinas y comenzó a desvestirse en la penumbra. Tiró su ropa al suelo, quedando desnudo en medio de su habitación. Tomó una bata oscura del suelo, de seda bordada con hilos de oro, y se la colocó. Se acercó a la puerta y la trabó con llave, antes de dirigirse a su cama.

Se trepó a ella y se arropó con las sábanas. Aún queriendo dormir, no podía ya que sus pensamientos deambulaban con lo último que le dijo Blues.

"Eres mío."

Entrecerró sus verdes ojos y observó el techo durante un largo rato.

-Y tú... ¿Eres mío?-preguntó a la oscuridad que no le respondió.-¿Eres completamente mío, como yo lo soy?-se llevó una mano al lugar que fue marcado y volvió a sonrojarse con fuerza.

Se dio media vuelta, y comenzó a tratar de interpretar sus sentimientos hacia él. ¿Era lujuria? Seguramente en parte. ¿Amor? Pero ¿con un hombre? El morocho se acurrucó un poco entre las sábanas. Si, era amor, con un hombre ¿y qué? A Blues parecía no importarle, ya que él mismo había dicho que le gustaban los hombres.

-"Pero ¿Y a mi? ¿Realmente me atraen los hombres en general, o es sólo él? ¿No será que sólo juega conmigo? Castel nos dijo que los vampiros jugaban con sus presas antes de darles el golpe final y matarlas... ¿Yo seré uno de ellos?"-sus ojos se abrieron en sorpresa al darse cuenta de algo.-¡¡Lan!

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-¡Sabata, Sabata!-dijo Django, recostándose sobre el cuerpo del chico oscuro con una amplia sonrisa.-¡Neee! ¡Sabata!

-¿Qué ocurre?-preguntó este, jugando con los mechones del chico rubio.

-¿Vamos a pasear?-sugirió. El demonio sin alas le sonrió y miró a Otenko que le asintió sin decir palabra alguna.

-Si, vamos a caminar un rato. Supongo que ya debes de estar harto de estar encerrado.

-¡Si! ¡Estuve mucho tiempo en esta habitación y me aburro! ¡Ne! ¡Voy a cambiarme y nos iremos de inmediato!

El chico solar saltó de la cama y tomó unas ropas comunes, antes de dirigirse al baño. El chico oscuro se quitó su musculosa blanca y la lanzó al suelo antes de ponerse de pie.

-Cuídalo. Si algo le pasa, te frío con el Pile Drive.-le advirtió el girasol. Sabata rió, poniéndose unos pantalones de jean.

-Otenko, tu más que nadie debe saber muy bien que yo siempre cuido a Django. Lo quieras o no.-el girasol lo miró fijamente.

-Ya lo sé. Pero esos cazadores me dan miedo. Seguramente alguno de sus hombres ya deben de habernos visto entrar aquí y no hacer nada al respecto de los jóvenes vampiros.-el chico oscuro se puso una remera verde claro y tomó su bufanda violeta, colocándose alrededor de su cuello.

-Si esos cazadores se acercan más de la cuenta hacia Django, créeme que no vivirán para contarlo.-le respondió, con sus ojos rojos y tronando sus nudillos con sus garras listas.

-No armes escándalo en público. Sería impactante para Django y ninguno de los dos lo quiere así.-le replicó el mensajero, oyendo la puerta del baño abrirse.

El rubio salió con un jean azul oscuro y holgado. Tenía una remera negra y su bufanda roja estaba alrededor de su cuello como la de Sabata. Tomó del escritorio su cinturón, el cual contenía la Gun del Sol, y se lo puso en su cintura.

-¡Neee! ¡Ya estoy listo! ¿Nos vamos Sabata?

-A tus órdenes, precioso.-el chico oscuro también tomó su cinturón el cual contenía su Gun del Hell, y lo puso en su cintura, tapándola con su remera.

Tomó la mano del rubio y ambos salieron de la habitación, con Django despidiéndose de Otenko.

-Diviértanse.-la puerta se cerró y el girasol suspiró, bajando sus hojas.-Espero poder confiar en Sabata... La situación está muy delicada en estos momentos...

Se acercó a la ventana y vio los rayos del sol de las cuatro de la tarde entrar en la pieza. Suspiró otra vez, y regresó a la cama, para acurrucarse en una almohada y quedar profundamente dormido al instante.