Capítulo 4 – La dama de las espadas

Levantó el dedo del botón que había estado apretando y se quedó mirando el horizonte del camino. Ni dos minutos habían pasado cuando entre los árboles empezó a verse una enorme nube de polvo. Una nube de polvo que se iba acercando a gran velocidad.

No tardó en ver aparecer, en el límite visible de aquel camino, la imponente figura de un enorme todo terreno de color negro.

OooooooooooOooooooooooO

Tres figuras habían llegado corriendo a donde se encontraban los dos árboles para encontrarse que la joven que antes estaba allí, ahora ya no estaba con ellos.

Gandalf, Lord Elrond y Légolas miraban el espacio vació todavía con la sorpresa reflejada en sus rostros.

-¿Qué ha ocurrido? –La dulce voz de Nelia les hizo reaccionar de la sorpresa.

-Es Sandra. Ha cruzado la puerta y ha vuelto a su mundo –contestó Légolas girándose para poder contemplar la armoniosa figura de la elfa

-¿Sabéis si ha ocurrido alguna cosa que pudiera haber afectado a Sandra? –preguntó Lord Elrond con gran interés.

-No –contestó Nelia-. Ayer, después de las prácticas de la mañana, estuvimos un rato escuchando las explicaciones de Liguerión sobre lo magnífico y buen guerrero que era –en ese punto, Légolas no pudo hacer otra cosa que poner sus ojos en blanco, aquel elfo le sacaba de quicio-. Ya cayendo la tarde estuvimos paseando por los jardines, hablando sobre cosas de la Tierra Media y de su mundo y de su amiga que quedó allí.

-La echa mucho de menos –dijo Gandalf-. Por lo visto es una joven muy especial.

El ruido de unos caballos que se acercaban a pleno galope les hizo mirar atentamente hacia la entrada de la ciudad.

Dos elfos a caballo llegaron a donde se encontraban y desmontaron, inclinando sus cabezas en señal de respeto hacia los presentes.

Eran dos elfos con el pelo dorado, pero el primero de ellos tenía un aspecto realmente imponente. Era muy alto, igualaba al propio Gandalf, se veía muy seguro de sí mismo y todo su ser reflejaba tranquilidad y serenidad.

-Haldir de Lothórien –saludó Légolas-, nuestros ojos se alegran de volveros a ver.

El recién llegado sonrió levemente y se dirigió a Lord Elrond.

-Traigo un mensaje de Dama Galadriel –dijo al mismo tiempo que extendía un blanco pergamino perfectamente y pulcramente enrollado.

Lord Elrond miró al elfo y después a los caballos. Los animales estaban sudorosos y notablemente cansados. Habían venido galopando sin apenas descanso.

El rostro de Lord Elrond reflejó su comprensión hacia la urgencia del mensaje de Dama Galadriel. Conocía muy bien a Haldir, el capitán de la guardia de la ciudad del Bosque de Oro. El enorme y poderoso elfo nunca habría forzado tanto a su caballo a no ser que el mensaje que le había entregado fuera en verdad urgente y de gran importancia.

-Vayamos a mi despacho.

Todos, sin decir una sola palabra, siguieron a Lord Elrond, que se adentró en el palacio y marchó directamente a su despacho.

Una vez se sentó en su silla, procedió a desenrollar el mensaje que le enviara Dama Galadriel. Instantes después levantaba una mirada sorprendida para fijarla directamente en Haldir.

-¿Dama Galadriel os ha informado del contenido de su mensaje? –le preguntó con tono serio.

-No, Lord Elrond –contestó el elfo-, Dama Galadriel mencionó que debía entregaros el mensaje y estar al tanto de vuestras instrucciones.

El señor de Rivendell asintió con la cabeza y volvió a contemplar el contenido del pergamino.

-Dama Galadriel –comenzó a explicar- me informa que ha visto en su espejo movimientos oscuros en Insengard. Ha visto renacer a los orcos y a los uruk-hais. También teme que el nuevo señor del mal, que todavía no se ha revelado, atente contra la vida de la gran maga blanca y que es de suma importancia para Tierra Media que la traigamos a la seguridad de Rivendell y que logremos que la dama de las espadas la acompañe. También indica que Haldir estará relacionado con la dama de las espadas.

-¿La dama de las espadas? –Légolas miró a Lord Elrond- ¿Dice Dama Galadriel quién es la dama de las espadas?

-No, no lo dice –terminó diciendo el señor de Rivendell-. Lo único en lo que hace hincapié es en la relación que existirá entre Haldir y esta dama.

-Debo ir a buscar a Sandra –digo Gandalf al mismo tiempo que se incorporaba de su asiento- Esté donde esté, ahora está en peligro.

-Iremos –intervino Légolas-. Os acompañaré.

-A pesar de que sé que os incomoda, haré que Liguerión os acompañe, es muy hábil y necesitaréis toda la ayuda posible –añadió Lord Elrond al mismo tiempo que hacía llamar al elfo- Haldir –volvió a decir-. Debéis acompañar al grupo. No sabemos en qué consistirá vuestra relación con la dama de las espadas que nos ha anunciado Dama Galadriel, pero lo que sí es seguro es que es de vital importancia vuestra presencia allí.

Haldir inclinó su cabeza. Se haría todo lo que tanto Dama Galadriel como Lord Elrond indicaban.

Liguerión llegó en esos momentos al despacho de Lord Elrond y cuando se enteró de que Sandra había vuelto a su mundo palideció intensamente.

-¿¡Qué? ¡No puede ser! ¡Debo ir a buscarla! –el elfo casi estaba fuera de sí, todos los presentes le miraban atónitos, no se habían esperado nunca tal reacción.

-Acompañaréis al grupo que irá en su busca –concluyó Lord Elrond-. Será mejor que se preparen para el viaje. Piensen lo que deben llevar, no se sabe el tiempo que tardarán en dar con ella.

OooooooooooOooooooooooO

El salón de aquella casa estaba inundado por las risas y las voces de dos mujeres jóvenes que compartían un desayuno, felices de volver a estas juntas.

Sandra se había abrazado a Julia nada más bajar esta del coche y apenas la había soltado hasta llegar a la casa.

Sentadas una frente a la otra con unos platos de pasteles y una jarra de zumo y otra de café, Sandra estaba explicando a su amiga todo lo que había en Tierra Media, cómo era Rivendell, la ciudad en donde vivía. Como eran los elfos que había conocido y lo que Gandalf le estaba enseñando.

El brillo en los ojos de la joven decía claramente que aquel era el lugar al que pertenecía, Julia nunca había visto ese brillo en los verdes ojos de su amiga.

-Pero echaba muchísimo de menos a mi mejor amiga –continuó explicando Sandra-. Se me ha debido de notar porque todos te conocen de todo lo que les he explicado, incluso Légolas y Gandalf han reconocido que eres una gran persona.

Julia miraba a su amiga con clara sorpresa en su rostro. Ni se le había ocurrido que Sandra hablara de ella. Sabía que el afecto que la joven le tenía era muy grande, pero estaba gratamente sorprendida de que realmente ese sentimiento fuera tan intenso.

Sandra continuó explicando como era Nelia y también pasó a describir a Liguerión.

-¿Liguerión? –el rostro de Julia reflejaba su sorpresa con los extraños nombres que estaba oyendo- ¿Es un ligón?

Sandra, al oír esto no pudo contener las carcajadas, aquello sí que no lo había pensado.

-No –intentaba hablar entre carcajada y carcajada-, es el instructor de los elfos. Muy hábil con el arco y la espada pero tendrías que verlo cuando está frente a nosotras y modestamente empieza "yo soy el mejor de lo mejor de lo mejor".

-¡Horror! ¡Ese no necesita abuela! –Julia se contagió de las risas de su amiga.

Continuó explicando el cariño que todos le daban en aquel lugar. Gandalf la enseñaba igual que un abuelo bondadoso que con gran paciencia y cariño intenta que su nieta entienda algo que solo los muchos años de experiencia vividos puede llegar a enseñar. Lord Elrond y Netherion le estaban enseñando a hablar élfico. Liguerión intentaba enseñarle el uso del arco y de la espada cuando no presumía de sus habilidades, y como que eso nunca paraba, era Légolas el que intentaba lograr que aprendiera algo.

-Yo creo que Légolas y Nelia terminarán juntos –dijo en tono un tanto confidencial- Ambos se lanzan unas miraditas que lo dicen todo. Son muy buenos amigos. Cariñosos y desinteresados.

De pronto el rostro de Sandra se endureció y pareció concentrarse en algo que estaba ocurriendo muy lejos de allí.

-Algo está pasando –dijo en un susurro

-¿Qué está pasando, Sandra? –preguntó Julia al mismo tiempo que todos sus sentidos se ponían en estado de máxima alerta y atención

-Algo ha ocurrido –continuó Sandra-, van a venir a buscarme

-¿Quiénes? –la mirada de Julia era extremadamente dura

-Son cuatro los designados –su mirada continuaba perdida en la lejanía- Gandalf, Légolas, Liguerión y un tercer elfo que no conozco, pero que algo me dice que estará relacionado contigo. Bien relacionado contigo. Algo muy grave ha ocurrido.

-¿Sabes cuando aparecerán?

-Creo que no tardarán ni treinta minutos –concluyó Sandra al mismo tiempo que volvía a recuperar su expresión normal y miraba fijamente a su amiga.

-Será mejor que vaya a buscarlos –dijo Julia cogiendo las llaves del todo terreno-. Sultán, Sombra, no os separéis de Sandra en ningún momento, cuidad de ella –ordenó a sus dos mascotas al mismo tiempo que salía de la sala.

OooooooooooOooooooooooO

Gandalf, Légolas, Liguerión y Haldir miraban el espacio que había entre los dos inmensos árboles, dispuestos ya para iniciar su viaje.

Todos llevaban sus armas y comida para cinco días. Tiempo en el que esperaban poder encontrar a Sandra y regresar sanos y salvos a la seguridad de Rivendell.

Comenzaron a caminar, y al mismo tiempo que se acercaban, Gandalf levantó sus manos. El espacio entre los dos árboles volvió a inundarse de luces multicolores. Con gran determinación se adentraron y en ellas y no se detuvieron ni un solo instante.

Tres pasos más tarde, una vez que llegaron al otro lado de la puerta los cuatro recién llegados se quedaron literalmente petrificados.

Con ojos completamente abiertos hasta el límite de sus posibilidades vieron como frente a ellos estaba una mujer joven, vestida con pantalón y camiseta completamente negros. Tenía el pelo muy negro y muy corto, algo no visto antes en toda la Tierra Media. Tenía una forma de ojos sumamente extraña, parecía como si fueran de borde de metal y que salieran de su cara, y eran de un color oscuro. Para mayor sorpresa estaba tranquilamente apoyada en una cosa sumamente extraña, también de color negro, que era muy grande, enorme. No podían describir lo que estaban viendo ya que les era totalmente imposible conocer en la Tierra Media la existencia de los vehículos todo terreno.

La mujer se incorporó y se separó de aquella cosa tan extraña, acercándose a ellos hasta quedar a apenas 3 metros. Una de sus manos fue hacia su cara con la intención de quitarse lo que en realidad eran unas gafas de sol.

Los cuatro recién llegados miraron con caras horrorizadas como aquella mujer se estaba arrancando lo que parecían sus ojos. Finalmente lo que creían que eran sus ojos fue quitado de la cara, dejando al descubierto sus verdaderos ojos de color marrón. No se sabía quien de los cuatro tenía con la expresión más sorprendida. Acababan de llegar al mundo de Sandra y ya lo que les rodeaba les dejaba estupefactos.

La mujer miró fijamente al más anciano

-Usted debe ser Gandalf –dijo con voz tranquila la mujer.

-Así es –contestó el mago- yo soy Gandalf, y si no me equivoco, vos sois Julia, la amiga de Sandra.

-Sí, soy yo –contestó mirando luego a los que le acompañaban, Sandra tenía razón, las orejas causaban un efecto sorprendente- Légolas, si no me equivoco –saludó al príncipe, quien asintió al mismo tiempo que inclinó su cabeza, su mirada pasó al segundo elfo- Creo acertar si supongo que es Liguerión –el elfo asintió inclinando la cabeza-. Vuestra pose presumida os delata –El elfo abrió los ojos claramente sorprendidos por lo dicho por aquella mujer-. En cambio, de él no tengo ninguna descripción que me ayude a identificarlo –terminó Julia mirando a Haldir.

-Mi nombre es Haldir –respondió el enorme elfo-, soy capitán de la guardia del Bosque de Oro.

Julia sonrió y volvió a mirar a Gandalf.

-Vamos, Sandra nos está esperando. Suban al coche.

Les guió directamente hacia el todo terreno y cuando fue a subir se quedo sorprendida al ver cómo Liguerión intentaba subir al coche levantando una pierna e intentando meter un pie por la ventanilla de cristal de la puerta, que por cierto estaba cerrada.

-Así no –Julia mostraba una gran paciencia. Sabía que de donde venían no sabían nada en absoluto de todo lo que había en este mundo. Les enseñó como se abría la puerta y como se tenían que sentar.

Hizo que Gandalf y Légolas subieran en la parte trasera manteniendo a Liguerión entre ellos. Haldir se sentó en el asiento delantero del acompañante.

-Deben abrocharse los cinturones de seguridad –continuó con sus instrucciones.

Casi no puede contener las carcajadas cuando vio que los cuatro comenzaban a apretarse el cinturón que sujetaba sus ropas. Resistiéndose al máximo y logrando mantener una mirada seria y tranquila les mostró como debían abrocharse los cinturones de seguridad.

Podía ver claramente en las expresiones de los hombres que el que los atara no les mostraba muy conformes. Para su satisfacción, les mostró como podían desabrocharse los cinturones, pero cuando más relajados estuvieron fue cuando ella subió al asiento del conductor y también se abrochó el cinturón.

Introdujo la llave en el contacto y arrancó el motor. El ruido que causó hizo que los recién llegados dieran un salto dentro de sus asientos y su sorpresa aumentó en gran manera cuando el vehículo comenzó a andar "solo", sin ningún caballo que estirara de él.

Julia evitó en todo momento ir a una gran velocidad, no quería asustarlos más de lo que ya lo estaban, pero aquello no iba a durar mucho tiempo.

-¿Dónde vamos ahora? –quiso saber Gandalf

-A mi casa –respondió la joven-. Sandra nos espera allí

En esos momentos el todo terreno circulaba a "la gran velocidad" 50 kilómetros por hora y ya sus ocupantes empezaban a mostrar un poco de miedo a esa velocidad.

-¿Sandra está bien? –el tono preocupado de Légolas llamó la atención a la joven.

-Sí, cuando la dejé estaba en perfectas condiciones ¿ocurre algo?

-Tenemos noticias de que hay un ser maligno que para conseguir sus propósitos está planeando atentar contra su vida –informó Gandalf- Hasta que no podamos regresar a la seguridad de Rivendell Sandra está en peligro.

No dijo nada más, ni un solo gesto se pudo ver en su rostro, pero el pie derecho de Julia apretó hasta el fondo el pedal del acelerador, haciendo que el monstruo mecánico saliera disparado por los caminos del bosque a una velocidad de casi 130 kilómetros por hora y tanto el mago como los elfos comenzaran a gritar asustados al mismo tiempo que veían venir hacia ellos, a gran velocidad, a todos los árboles del camino y que eran dejados atrás tan rápidamente como habían aparecido. Cinco minutos después de una loca carrera, el todo terreno fue frenado en seco al llegar frente a una casa. Sus ocupantes, de no ser por los cinturones de seguridad, habrían salido catapultados por el cristal delantero.

-¿Qué clase de monstruo es este? –Légolas estaban más pálido que una hoja de papel

-Un Land Cruiser –respondió la joven al mismo tiempo que su penetrante mirada examinaba los alrededores de la casa- Todo está tranquilo- dijo un poco más relajada y sacando un pequeño mando a distancia de la guantera del coche y apuntando a la puerta de entrada, haciendo que esta se abriera.

Con gran estupor, los elfos miraban como una gigantesca puerta metálica se abría sin que nadie la tocara.

-¿Has hecho magia? –preguntó Gandalf

-No. Es un simple mecanismo activado por infrarrojos. La señal del mando sale y se refleja directamente en el sensor receptor, que lee si la frecuencia infrarroja es correcta, cuando lo verifica, activa el dispositivo eléctrico-hidráulico que abre la puerta. Es muy sencillo.

Cuando volvió a mirar al resto de ocupantes del vehículo, le fue extremadamente difícil contener la risa. Los cuatro la miraban completamente quietos y con la boca abierta.

-Procure no preguntarme muchas cosas –siguió Julia mientras les sonreía amigablemente-, No creo que el funcionamiento de los artefactos de aquí sea muy apto para la compresión de sus mentes.

El todo terreno pasó la entrada y se detuvo al lado de la puerta de entrada de la casa. Cuando la joven les indicó la forma en la que podían abrir las puertas del vehículo y que podían bajar ya no pudo retener una leve risa al ver como todos corrían a salir del coche y como, arrodillándose, comenzaban a besar el suelo como dando gracias a estar vivos después del viajecito.

-Venga muchachos –dijo intentando que no se notara tanto que estaba riendo- Que no ha sido para tanto..

Los elfos levantaron inmediatamente la cabeza y la miraron fijamente

-Esta mujer es un monstruo –susurró Liguerión.

-Será mejor que entremos –dijo la joven mirando a Liguerión de forma penetrante, tanto que hizo que el elfo se estremeciera.

Abriendo la puerta de la casa hizo que todos la siguieran hasta llegar a una amplia estancia, en donde una muy intranquila Sandra les estaba esperando y se levantó del sillón que ocupaba nada más verlos entrar.

-¿¡Se puede saber en qué estabais pensando? –Liguerión avanzó hacia ella con paso firme- ¿!Cómo se os ha ocurrido hacer semejante estupidez de venir aquí y poneros así en peligro?

Sultán no entendía los sentimientos del elfo ni sabía la intranquilidad que había en su corazón, en cambio sí que identificaba el andar altivo y el tono de voz alto y amenazante y no dudó ni un solo segundo en lanzarse contra el ser que parecía ir contra la joven.

Liguerión no supo qué había pasado, cuando quiso darse cuenta estaba tendido en el suelo y con un gigantesco perro negro encima suyo que le mostraba sus amenazadores y terroríficos colmillos al mismo tiempo que gruñía de una manera más amenazadora todavía.

-Quieto, Sultán –la firme voz de Julia hizo que el enorme perro se levantara de encima del elfo y se quedara sentado a su lado, pero sin perderle de vista ni un solo segundo.

-Será mejor que te tranquilices Ligue –dijo Sandra en tono serio, pero destornillándose de risa por dentro.

Todos la miraron sorprendidos. Julia ya no pudo aguantarlo más y una fuerte carcajada se oyó por todo el comedor.

-¿Qué os ocurre? –preguntó extrañado Haldir

-Nada –Julia seguía riendo sin parar-, es por el diminutivo que ha usado Sandra

-Es muy curioso, lo reconozco pero ¿por qué habéis reaccionado así?

-Es que aquí "ligue" no es un nombre es una palabra con un significado muy concreto.

Ahora ya también Sandra estaba riendo sin poder contenerse mientras que los elfos las miraban cada vez más extrañados. Finalmente, Julia se apiadó de sus sorprendidas mentes y les explicó lo que la palabra ligue realmente significaba.

Légolas y Gandalf se unieron a las risas de las dos jóvenes. Haldir, dentro de su pose seria y tranquila tenía verdaderas dificultades para contenerse y finalmente el pobre Liguerión estaba que literalmente echaba humo por las orejas.

-Ahora, si no les importa –dijo Julia una vez calmada-, me gustaría que me explicaran qué es lo que está pasando o qué ha ocurrido y qué significa eso de que Sandra esté en peligro.

La seriedad volvió de pronto al rostro de todos los presentes. Gandalf fue quien inició la explicación.

-Para que puedas entender lo que está sucediendo, creo que debo hacer un pequeño repaso de la historia. Hace treinta años se libró en Tierra Media una cruenta batalla. Una batalla entre las fuerzas del bien y las del mal bajo el mando de Sauron. En esa batalla murieron muchísima gente, elfos, hombres, enanos. En Tierra Media estábamos cinco Istari, magos blancos designados por los Valar para proteger a todos sus habitantes y lograr un equilibrio entre el bien y el mal. El mal representado por un anillo, un anillo que encarnaba el mal y que en manos de Sauron haría que la oscuridad reinara en toda la Tierra Media. Uno de los magos, el mago blanco, el más poderoso de los magos, Saruman, nos traicionó a todos y desde su torre de Insergard sirvió a los designios de Sauron –Gandalf fue narrando a grandes rasgos toda la historia y las batallas ocurridas hasta la definitiva destrucción del anuncio en el monte del destino- Ahora, Dama Galadriel, ha vuelto a ver renacer a los orcos y a los uruk-hais en la torre de Insergard y ha visto renacer a un nuevo ser maligno, aunque todavía no se la revelado su identidad. Volverán las batallas y la lucha por la dominación de toda la Tierra Media. A mí, los Valar me han indicado que debo marchar a proteger otras lejanas tierras y que para proteger a Tierra Media habían dispuesto la llegada de una gran maga blanca, que sería la encargada de luchar con su magia contra la fuerza maligna. Realmente tememos que este ser maligno quiera librarse de Sandra antes de que todo su poder se despierte. Está en un serio peligro.

Todos estaban con el rostro serio. Gandalf y los elfos, por recordar todo el dolor y el pesar que los pueblos de Tierra Media habían sufrido hasta conseguir la destrucción del anillo. Sandra por la incredulidad que le suponía ser la persona designada para esa nueva campaña. Julia, pensando en todo lo que había oído y que empezaba a analizar desde todos los lados posibles, terminó por levantarse de su asiento e ir a asomarse por una de las ventanas que daba al bosque. Aquello apenas tenía sentido para ella, claro que antes nunca había creído en la existencia de elfos y ahora tenía a tres sentados en el comedor de su casa.

-Sandra –dijo Légolas con voz suave, logrando la atención de la joven-. Dama Galadriel ha mencionado la existencia de una dama de las espadas ¿Sabes de alguna mujer que tenga o sepa luchar con espadas?

Sandra asintió y solo giró su cabeza para mirar a su amiga, dando la respuesta al mago y a los elfos.

-¿Con qué armas cuentan? –Julia se volvió a mirar fijamente a los elfos.

-Además de la magia de Sandra, contaremos con los arcos y las espadas élficas y de todos aquellos que se unan a la lucha.

-Un armamento de primera –la mirada de la joven mujer casi se volvió irónica- ¿Hay ninjas en las fuerzas de ese tipo?

-¿Ninjas? –preguntaron todos a la vez- ¿Qué cosa es un ninja?

-Olvídenlo. Una pregunta más. El tipo ese, el que vivía en esa torre llamada Inser... bueno, como se llame ¿Fue sacado de allí?

-No –contestó Gandalf-. Permaneció allí recluido y sin poderes.

-¿Habría alguna manera de que haya podido recuperar sus poderes?

-No lo sabría decir. En Insergard estaban todos los manuscritos y todos los libros que nos legaron los Valar.

-Ya tiene al malo de la historia. Voy a preparar mi bolsa

-¿Tu bolsa? –preguntó Sandra sorprendida

-Sí, Sandra. Si piensas que puedo permitir que vayas sola a esa ciudad y a enfrentarte contra todos esos bichos raros y que vas a estar sin tenerme a tu lado, ya puedes esperar sentada.

-Ya te preparo yo la bolsa, dime qué quieres que te ponga- Sandra sonrió a su amiga

-3 mudas completas, ah, y ni se te ocurra buscar un maldito vestido –advirtió viendo el vestido que ella traía puesto- Voy a buscar mis catanas -Tanto Gandalf, como Légolas y Haldir sonrieron. Si lo que Sandra les había indicado era cierto, la dama de las espadas iría con ellos- ¿Me acompañan caballeros?

Se levantaron inmediatamente y acompañaron a la joven morena hacia una gran habitación que estaba a oscuras. Al encender la luz, los rostros del mago y de los elfos mostraban su clara sorpresa.

Era una habitación amplia y sin mueble alguno. Las paredes estaban forradas de madera. En una de ellas y con una separación de 30 centímetros entre uno y otro, apoyos clavados en la pared sostenían infinidad de espadas. En otra de las paredes, una especie de palos de madera de diferentes colores apoyados en sus correspondientes soportes. En otra de las paredes, como ocupando un lugar de honor había dos soportes que sostenían dos palos de madera de color negro. Ambos palos estaban separados unos 45 centímetros entre sí.

Légolas y Haldir se acercaron a la pared que contenía las espadas.

-Son imitaciones de exposición, no están afiladas –aclaró Julia al ver como miraban con ojos brillantes la belleza del labrado de todas aquellas espadas- Haldir, ¿Podría ayudarme, por favor?

El elfo se apresuró a ir junto a la mujer que empezó a entregarle los palos de madera de colores mientras que ella, como si fuera un ancestral ritual, cogía en sus manos los de color negro y se los colgaba en la espalda. Más tarde fue donde Haldir sostenía el resto de sus catanas y cogió un par, colgándoselas también de la espalda. Ante la cara sorprendida del elfo en la que la joven podía ver que no entendía absolutamente nada, cogió una de las catanas de colores y la sacó de su funda. El brillo del afiladísimo metal sorprendió al elfo. Volvió a guardar la afilada hoja en su correspondiente funda y todos salieron de la habitación para encontrarse con Sandra.

Salieron de la casa y los elfos se pararon en seco cuando vieron a Julia dirigirse hacia el monstruo en el que habían venido

-¿No iremos en eso ¿Verdad? –la cara de Liguerión era todo un poema.

-No –contestó la joven desde su asiento-. Voy a guardarlo. Iremos en otra forma de transporte.

El todo terreno no tardo en estar perfectamente resguardado en el garaje que tenía la casa y todos marcharon hacia la parte trasera de la vivienda, en donde una construcción en madera era bordeada por un gran recinto vallado.

-Esperad aquí –dijo Julia al mismo tiempo que se adentraba en el recinto y marchaba hacia la construcción de madera.

Apenas pasaron tres minutos cuando volvió a salir al exterior, pero no la hizo sola. Detrás de ella venían tres imponentes, maravillosos y magníficos caballos, uno de color completamente negro, otro de un inmaculado color blanco y un tercero de color tordo con las crines y la cola amarilla. Los tres animales tenían largas crines que les llegaban por debajo del cuello y una cola que les llegaba rozando el suelo. Los tres elfos los miraban maravillados.

-Iremos dos en cada uno de ellos. No llevaremos sillas de montar, prefiero que se acostumbren a lo que se suele usar allí.

-Son los caballos más bellos que he visto en toda mi vida –murmuró Légolas

-Son de pura raza española

-¿De pura qué?

-Mejor no liarse con lo que están oyendo.

Cuando salió con los caballos detrás, Liguerión se acercó al alazán blanco y le susurró unas palabras en el oído con el resultado que el caballo se encabritó y casi le cocea al ponerse apoyado únicamente en sus patas traseras.

-Están acostumbrados solo a mí –dijo la joven intentando mantener la serenidad y ocultar su diversión. Primero miró al príncipe- Légolas, montará el alazán negro, deberá llevar a Sandra consigo- el elfo asintió con la cabeza, subiendo al caballo al mismo tiempo que Haldir ayudaba a Sandra a subir detrás- Gandalf, usted montará el blanco, tendrá que hacerse cargo de Liguerión –el mago asintió subiendo al semental seguido de Liguerión- Haldir, tendrá que compartir montura conmigo –dijo al mismo tiempo que subía al semental tordo y le tendía su mano para ayudarle a subir. Sultán y Sombra se pusieron uno a cada lado del caballo tordo.

Emprendieron camino a un paso tranquilo y esta vez tardaron casi media hora en llegar donde se encontraban los dos árboles unidos por sus copas.

Sandra cerró sus ojos y las luces multicolores volvieron a aparecer y sin dudarlo ni un solo momento se adentraron en ellas.

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Lord Elrond estaba paseando por los jardines, la verdad es que tanto él como Netherion no paraban de mirar a donde se encontraban los dos árboles que formaban la puerta por la que sus enviados debían volver a aparecer.

Ambos intentaban ocultar sus preocupaciones, pero se conocían desde hace milenios y ninguno de ellos podía engañar al otro.

Ya casi estaban a punto de ir hacia el gran salón para la comida cuando el espacio entre los dos inmensos árboles comenzó a brillar. Los dos elfos quedaron pendientes y expectantes de lo que estaba a punto de aparecer.

Tres caballos fueron los que aparecieron al mismo tiempo. Tres magníficos sementales que causaron la admiración de todo aquel que los venía. En uno venía Légolas y Sandra, en otro Gandalf y Liguerión y en un tercero Haldir acompañado de una mujer desconocida que parecía llevar algo colgado de su espalda.

-La dama de las espadas –susurró Lord Elrond sin ocultar su sorpresa.

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Hasta aquí este capítulo. Espero de todo corazón que os haya gustado.

Millones de gracias a Amazona Verde, Sonia11, Leahnorr Naril Potter, HADA, y Eladreaw, por sus maravillosos comentarios. A los que estén registrados les contesto personalmente.

Amazona Verde: Sí, creo que se va a liar una buena, nuestro amigo Liguerión, también conocido de tanto en tanto como Ligue se va a meter en más de un problema con cierta joven que le va a dar más de una lección. Me alegro muchísimo que te haya gustado!. Un abrazo muy fuerte.

Muchas gracias a NLD por su crítica constructiva. Gracias por la página la le daré un vistazo. Ah, una pequeña cosita, si hubieras leído un poquito más atentamente y no solo por encima un ratito, te habrías dado cuenta que la protagonista no será pareja de Légolas. Otra cosa curiosa es que, me parece realmente genial que haya lectores que envíen críticas constructivas y precisamente son estos lectores los que omiten dejar su e-mail para poder intercambiar pareceres.

Un abrazo muy fuerte para todos