Capítulo 6 – Magia y saludos

La sala en la que se encontraban bien podría definirse como una biblioteca ya que sus paredes estaban llenas de grandes estanterías y éstas, a su vez, llenas de libros.

En un amplio escritorio y sentados uno a cada lado del mismo, Gandalf estaba explicando a Sandra los puntos débiles de los orcos y de los uruk-hais.

-Los orcos no soportan la luz del sol –decía Gandalf- y con buen hechizo de luminosidad se pueden ahuyentar y son más fáciles de eliminar. Los uruk-hais, por el contrario, son mucho más fuertes y resistentes que los orcos y la luz del sol no les afecta.

-Interesante –dijo Sandra que prestaba gran concentración y atención a lo que el mago estaba explicando.

-Sí, ahora vamos a ver cómo se puede conseguir crear una potente luz que tenga tal intensidad que los orcos se queden prácticamente ciegos. Para lograrlo debemos levantar el báculo y...

-Gandalf –interrumpió Sandra-, recuerda que yo no tengo báculo

-Ah, esto... si es verdad, se me había olvidado –sonrió el mago-. Levanta una de tus manos y concéntrate en la luz que quieres crear. Veamos qué pasa.

Sandra levantó su mano y se concentró no en la luz que producía el astro sol, sino en una luz mucho más potente que esa, en la luz que emitía una supernova.

Mantenía los ojos cerrados y su mano derecha en alto con la palma hacia fuera. Poco a poco, la mano comenzó a brillar de una forma que Gandalf nunca había visto antes de ahora. Aquel brillo no tardó en irradiar una luz blanca muy potente que no tardó en inundar toda aquella sala. El mago no tuvo más remedio que taparse los ojos para no quedar ciego a causa de aquella intensa luz.

-¡Para! ¡Detente! –gritó el mago. Aquella luz incluso traspasaba sus manos y se le clavaba en sus ojos.

Sandra, alertada por los gritos del mago, descendió su mano y la luz desapareció.

-¡Por los Valar! –exclamó Gandalf- ¿Qué clase de luz has creado? La luz del sol no es tan intensa.

-No he creado la luz del sol –la voz de Sandra reflejaba una gran tranquilidad-, he imitado la luz que crea una supernova.

El mago la mira completamente estupefacto sin entender absolutamente nada.

-Una super... ¿qué?

-Una supernova –repitió la joven con la mayor tranquilidad del mundo.

-¿Me podrías explicar qué es eso de una supernova? Nunca antes lo había oído.

-Lo intentaré, pero no sé si los conceptos que he estudiado son fácilmente asimilables para ti.

-Haré un esfuerzo –contestó el mago sonriendo, ya se había sorprendido más de lo que había llegado a creer cuando estaba en el mundo de Sandra y no creía que aquello le viniera de nuevo.

-Verás Gandalf –comenzó Sandra sonriendo al mago-, tú sabes que el cielo está lleno de estrellas –el mago asintió sonriendo-. Esas estrellas son en realidad planetas que están agrupados en sistemas, y que estos sistemas, a su vez, están agrupados entre sí formando galaxias –la sonrisa de Gandalf se iba apagando poco a poco- A veces, el planeta principal de un sistema, que es una estrella, explota. La supernova es una estrella que estalla y eso da lugar a destellos de luz intensísimos que pueden durar desde varias semanas a varios meses. Es una reacción parecida a la que crea la explosión de una nova, pero con la gran diferencia de que la energía que genera la explosión de una supernova es un millón de veces superior.

El mago la miraba con los ojos completamente abiertos y la boca que casi le rozaba el suelo. Estaba claro que no había entendido nada de nada, pero Sandra sabía perfectamente que intentar explicarle un concepto tan científico de una tecnología y formación que eran completamente desconocidos era sumamente difícil.

-Dudo que haya orco que se salve de esa luz –terminó por reaccionar Gandalf- y empiezo a pensar que los uruk-hais tampoco podrán salir muy airosos si los enfocas con ella.

-Esa es la idea –sonrió la joven

-Vamos ahora a ver la forma de lograr que saques el elemento fuego

-¡Es sencillo! –Sandra casi reía- Ya lo he hecho alguna vez.

-¿Qué ya qué? –la sorpresa se reflejaba en el rostro de Gandalf- ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?

Sandra se estaba divirtiendo muchísimo, aquello no parecía una clase, era casi como si estuviera en un programa o representación teatral cómica que tanto le gustaban.

-Vamos por partes ¿De acuerdo? Bien –empezó a hablar la joven- Ya he hecho salir fuego por mis manos. Estaba con Julia el mismo día en que llegué aquí. Le expliqué lo que mi cuerpo intuía que podía hacer y ella me animó a probarlo. Sólo levanté mi mano –dijo al mismo tiempo que levantaba la mano con la palma hacia el techo- y dije el nombre del elemento y apareció ¡Fuego!

Tal como había pasado cuando estaba con Julia unos días atrás, una llama apareció en la palma de su mano. Sandra sentía como una energía recorría todo su cuerpo, desde la primera hasta la última célula que lo componía y sintió que podía conseguir más.

Levantando ambas manos y apuntando las palmas en dirección hacia la puerta, que era el lugar más alejado de la habitación y se concentró

-¡Fuego acude a mí! –dijo en voz alta

De las palmas de sus manos salió una gigantesca llamarada que se dirigía directamente hacia la puerta de acceso a la sala.

OoooooooooOooooooooooO

Lord Elrond estaba en la puerta del palacio contemplando a un grupo de personas que se estaban acercando. Sonrió abiertamente al verlos cerca de él.

Eran cuatro los recién llegados. Aragorn, Rey de Gondor, Arwen, su amada hija, la joven Therese y el adolescente Nierómer, hijos de Aragorn y Arwen, sus adorados nietos.

-Bienvenidos a Rivendell –saludó Lord Elrond al mismo tiempo que sus nietos desmontaban de sus caballos y se acercaban a abrazarlo

-¡Abuelo! –saludaron sonrientes los dos jóvenes mientras abrazaban al señor de Rivendell

-Mis pequeñas y adoradas joyas. Mi corazón salta de alegría al volver a veros

-Nosotros también, abuelo –dijo Niéromer- Hacía mucho tiempo que no te veíamos.

Aragorn bajó de su montura y ayudó a Arwen a bajar de la suya.

-Padre –saludó la elfa al mismo tiempo que le abrazaba.

-Hija mía. Hacía casi 3 años que no venías a ver a este elfo gruñón

-No digas eso, Elrond –sonrió Aragorn al mismo tiempo que le estrechaba fuertemente la mano.

-Digo lo que cierto es –sonrió el elfo a su yerno y amigo.

-Hemos oído rumores sobre la llegada de una maga blanca –intervino Arwen

-No son rumores, Arwen –contestó Lord Elrond-, una gran maga blanca nos ha sido enviada por los Valar. Una gran maga blanca y la dama de las espadas.

-¿La dama de las espadas?

-Así es –afirmó el señor de Rivendell al mismo tiempo que entraba en palacio acompañado de su familia recién llegada-. Una mujer joven con una capacidad para la lucha con espadas que supera incluso a Aragorn

-Abuelo –intervino Niéromer-. Nadie puede ganar a papá con la espada.

-Eso creía yo, mi pequeño Niéromer- sonrió el elfo-, esta mañana mismo derrotó a Liguerión en un corto entrenamiento, en el que mi mejor instructor no tuvo ni la más mínima posibilidad de victoria.

-¿¡Venció a Liguerión? –Aragorn estaba muy sorprendido. Liguerión era el mejor instructor elfo que había visto en toda su vida, él mismo le había enseñado a manejar la espada desde pequeño.

-Sí –ratificó el elfo mientras continuaban caminando por los pasillos-. No solo le venció con la espada. Le derrotó con el arco siendo la primera vez que lo utilizaba. En la lucha cuerpo a cuerpo le dejó inconsciente con sólo 4 golpes que apenas parecían fuertes y con la espada empezó luchando con una y luego con dos al mismo tiempo.

-¿Con dos espadas al mismo tiempo? –Aragorn estaba completamente sorprendido al mismo tiempo que su suegro afirmaba con la cabeza.

-Me cuesta de creer –Arwen reflejaba la misma sorpresa en su rostro-. La maga blanca ¿Por qué la has llamado gran maga blanca?

-Porque así ha sido designada por los Valar que la anunciaron a Gandalf. Su poder es inmenso y no necesita de báculo para hacer su magia. Ahora debe estar practicando con Gandalf, vamos a saludarla.

-Sí, vamos –afirmó Therese

Caminaron por uno de los pasillos hasta llegar al final del mismo en donde una gran puerta doble franqueaba la su entrada.

Lord Elrond abrió las puertas y sus ojos quedaron abiertos como platos y su cuerpo completamente petrificado.

Una inmensa llamarada venía directamente hacia él.

Los reflejos de Aragorn fueron rápidos y empujó a Lord Elrond hasta tirarlo al suelo al mismo tiempo que gritaba a su familia que hiciera lo mismo, cosa que hicieron sin rechistar.

La llamarada pasó por encima de ellos y cuando despareció un leve olor a algo quemado empezó a notarse en el lugar.

Aragorn y Lord Elrond empezaron a oler el ambiente para saber de dónde venía ese olor hasta que el Rey de Gondor empezó a gritar al mismo tiempo que se sacudía la parte de su anatomía que era donde terminaba la espalda, para mayor localización, el trasero, zona que había sido rozada por la enorme lengua de fuego que había salido de la habitación.

Lord Elrond también comenzaba a sentir un ligero calorcito en la parte alta de su cabeza

-¡Abuelo! –exclamó Therese- ¡Tu pelo!

Arwen comenzó a intentar eliminar de la cabeza de su padre los restos de pequeñitas llamas que estaban sobre su cabeza.

-¡Lo siento! –se oyó desde el anterior- ¡Agua! ¡Ven a mí!

Como si alguien hubiera roto la puerta de un estanque, una imponente ola salió de la habitación y les cubrió a todos, apagando el fuego de los pantalones de Aragorn y la parte del pelo chamuscada de la cabeza de Lord Elrond.

Cuando la inmensa ola desapareció del lugar, todos que sufrieron sus efectos se movían como si estuvieran nadando en un lago para al final quedar sobre el suelo completamente empapados.

-¡Lo siento! –Sandra salió al pasillo seguida por Gandalf. Se sentía culpable y avergonzada de haber causado todo aquel estropicio.

-No os preocupéis, Sandra –dijo Lord Elrond levantándose del suelo- Esto nos enseñará a no intentar interrumpir el entrenamiento de una gran maga blanca sin avisar primero.

-A mí me ha enseñado que cuando llama a un elemento y le grita "ven a mí", más vale salir corriendo –afirmó Gandalf todavía muy impresionado por todo lo sucedido.

-De verdad que lo siento –volvió a disculparse Sandra.

-Somos nosotros los que debemos disculparnos –intervino Aragorn al mismo tiempo que inclinaba su cabeza en señal de respeto, el poder de aquella joven era enorme, se notaba incluso sin hacer magia.

-Sandra –intervino Lord Elrond-, os presento a Aragorn, Rey de Gondor –la joven palideció al saber la identidad de aquel hombre- mi hija Arwen, su esposa y mis nietos Therese y Niéromer

-Me alegra poder conocerles –saludo la maga todavía nerviosa por todo lo que había sucedido.

-Más nos alegramos nosotros –dijo Arwen con su voz suave y melodiosa- Vuestra presencia nos honra y nos llena de gozo.

Lord Elrond sonreía al ver la expresión de la joven maga que todavía se sentía culpable por lo ocurrido y un ligero rubor estaba subiendo a sus mejillas.

-Será mejor que vayamos a cambiarnos de ropa –dijo manteniendo una leve sonrisa-. Se acerca la hora de la comida y podremos hablar tranquilamente.

-Sí –contestó Aragorn-, tengo verdaderos deseos de conocer a la dama de las espadas. Todavía no me hago a la idea de que haya vencido a Liguerión

-Julia es única –intervino Sandra, su voz mostraba lo orgullosa que estaba de su amiga.

-¿Dónde debe estar ahora?

-Légolas, Haldir y Nelia le estaban enseñando la ciudad

-¿Haldir y Légolas están aquí? –los ojos de Aragorn brillaron de alegría al saber que su gran amigo Légolas estaba allí así como el enorme elfo del Bosque de Oro por el que sentía un gran respeto.

-Sí –afirmó Lord Elrond-, llegó con un mensaje de La Dama Galadriel y permanecerá en Rivendell por ahora.

-Dadme unos momentos para poder cambiarme de ropa y me reúno con todos vosotros –el Rey de Gondor salía hacia sus aposentos, seguido de toda su familia. Ninguno de ellos quería perderse conocer a la misteriosa dama de las espadas.

Apenas veinte minutos después, todos se encontraron en la puerta de palacio y marcharon por las calles de la ciudad en busca del las cuatro personas que deseaban encontrar.

Su paso era tranquilo. No tenían prisa. Mientras caminaban, Therese y Niéromer hablaban con Sandra haciéndola preguntas sobre su mundo. Nunca habían oído algo parecido y su curiosidad había alcanzados cotas verdaderamente astronómicas. Sandra les contó la forma cómo vivía la gente, cómo viajaban, como se agrupaban las ciudades. Los hijos del Rey de Gondor estaban realmente asombrados.

Pronto el grupo se quedó parado y mirando completamente sorprendido a un elfo que pasaba por ese mismo lugar muy cerca de ellos.

Liguerión tenia la mirada perdida en sus pensamientos y no vio a ninguno de los que estaban cerca de él.

-Tengo que hacer que me enseñe –no hacía otra cosa que susurrar- Le pediré que me enseñe. Tengo que hacerlo. Se lo pediré.

El grupo completamente parado, con los ojos como platos y la boca abierta, veía como el instructor elfo caminaba errático y sin rumbo fijo sin parar de decir una y otra vez que debía aprender.

-¿Qué es lo que debes aprender? –reaccionó Aragorn

La voz del Rey de Gondor hizo que Liguerión despertara de su estado ensimismado y girara la cabeza hacia donde le habían hablado.

-¡Aragorn! –exclamó alegre por volverle a ver

-¡Liguerión! ¡Amigo mío! –Aragorn se acercó al elfo y estrechó fuertemente sus manos.

-Mis ojos se alegran de veros

-Y los míos se han quedado preocupados por verte tal como estás ahora ¿Qué es lo que te preocupa? Eres el mejor instructor de Rivendell y mi mejor maestro de espada ¿Qué te atormenta?

-Sí –sonrió el elfo- soy el mejor instructor de Rivendell, pero no soy el mejor con la espada. La Dama de las Espadas es quien no tiene rival dominando ese arma.

-¿Qué piensas hacer ahora?

-Estaba pensando pedirle que me enseñara, me gustaría llegar a ser tan hábil como ella, aunque creo que eso es muy difícil

Sandra miró al elfo sorprendida y enternecida y al ir a su lado para darle ánimos tropezó con una de las losas del suelo cayendo hacia delante.

El instructor elfo con mirada llena de temor corrió lo más rápido que pudo y llegó a tiempo para impedir que la joven maga diera con el duro suelo.

-¿Estáis bien? –preguntó con auténtica preocupación en su voz

-Sí –contestó la maga que sentía que un ligero calorcito invadía su rostro- Gracias. Liguerión.

-¿¡Qué es eso? –el terror se reflejaba en el rostro del joven Niéromer

Todos miraron hacia la dirección donde señalaba el adolescente y tanto como Aragorn, como Arwuen y Therese demostraron su terror al ver, según ellos dos auténticos monstruos. Aragorn se dispuso a sacar su espada

-¡No! –exclamó Sandra

-¡Son monstruos!

-¡No son monstruos! ¡Si Julia te oyera entonces sí que estarías en peligro! ¡Esos no son monstruos, son sus mascotas!

Los dos gigantescos Dogos Alemanes habían visto las expresiones en el rostro de aquellos seres y estaban con el cuerpo en tensión, listos para lanzarse al ataque.

-Sultán, Sombra –les llamó la joven maga-. Mis pequeños, venid. No os harán nada, no son peligrosos.

-¿Sus pequeños? –Aragorn miró a su suegro, quien asintió para que se tranquilizara.

Los inteligentes animales, viendo la relajación del grupo se acercaron a la joven maga moviendo su rabo y reclamando sus caricias.

-Estos animales parecen muy poderosos –comentó Therese

-Lo son –contestó Sandra al mismo tiempo que acariciaba las cabezas de los dos perros- Son fuertes, inteligentes, muy fieles y absolutamente fieros y terroríficos cuando alguien ataca lo que están protegiendo.

-¿Los puedo acariciar?

-Desde luego –sonrió la joven maga-, pero primero tú y tu hermano extender una de vuestras manos. Que os huelan y los conozcan.

Los dos jóvenes obedecieron y los dos enormes perros comenzaron a olfatearlos y a conocer su olor para instantes después mover sus rabos en señal de aceptación y dejar que los acariciaran.

El relinche de unos caballos hizo que giraran su mirada hacia una zona situada hacia su izquierda. En una pradera que estaba cerca del río tres magníficos caballos corrían libremente.

-¡Qué magníficos animales! –exclamó el Rey de Gondor.

-Son sementales de pura raza española –dijo Sandra- Julia los crío desde que eran unos potrillos. La adoran y sólo la obedecen a ella.

-Cada vez me asombra más todo lo que oigo de vuestra amiga –dijo Arwen.

-Es alguien muy especial.

Un grito les alertó y hizo que todos se giraran en redondo hacia la entrada a la ciudad.

Un caballo entraba galopando a toda velocidad hasta llegar a la entrada del palacio. Su jinete, un joven elfo estaba apoyado en el cuello del animal, completamente inconsciente y con una flecha negra clavada en la espalda.

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Hasta aquí este capítulo, espero de todo corazón que os haya gustado y que sigáis pasando un rato divertido leyéndolo.

Millones de gracias a Sonia11, HADA, Amazona Verde, Eladreaw, Ginebra y PauMalfoy por sus magníficos y bellos comentarios, que tan feliz me hacen y que me animan a seguir adelante.

HADA: Me alegra muchísimo que te haya gustado el capítulo. Espero que este te haya gustado también.

Amazona Verde: Sí, estas dos amigas van a revolucionar a todo el mundo. Liguerión ha tenido su escarmiento. Me alegro muchísimo que te haya gustado el capítulo.

Los que estáis registrados os contesto personalmente con el reply de la página.

Besos y un abrazo muy fuerte para todos.

Os adoro.