Capítulo 7 – Enfrentamiento

Se acercaron rápidamente a donde el caballo se había detenido. Lord Elrond y Liguerión fueron los primeros en llegar al elfo herido, al que con la máxima suavidad y delicadeza que pudieron bajaron de su montura.

Aragorn y su familia, Sandra y Gandalf llegaron al lugar en ese mismo instante, al igual que tres miembros de la guardia de Rivendell.

Arwen se llevó las manos hacia su boca.

-¡Por todos los dioses! –exclamó horrorizada- ¡Si es un niño!

-¿Quién ha sido capaz de herir a un niño? –Sandra estaba impresionada y al mismo tiempo tremendamente enfadada, quien quiera que fuese el que había hecho eso, se había jurado darle su merecido.

-Hacía mucho tiempo que no veía una flecha como esta –comentó Liguerión mientras la observaba sin apenas tocarla ya que sabía que el dolor que causaría al joven elfo sería indescriptible.

-Uruk-hais –se oyó decir detrás de ellos al mismo tiempo que Aragorn se volvía sorprendido al reconocer el tono de la persona que había hablado.

-¡Légolas! –exclamó con alegría en sus ojos, feliz por volver a saludar a su gran amigo.

Légolas se acercó al Rey de Gondor y ambos estrecharon sus manos con gran fuerza

-Haldir –saludó Aragón con una sonrisa y una ligera inclinación de cabeza en respeto al elfo.

-Mis ojos se alegran de volver a veros –saludó a su vez Haldir.

Al mismo tiempo una mujer vestida completamente de negro y con unas ropas muy extrañas y de cabello muy corto y más negro que una noche sin luna se acercó al joven elfo herido.

-Hemos oído el grito y hemos venido lo más deprisa que hemos podido –dijo a Lord Elrond- ¿Qué ha ocurrido?

-Es uno de nuestros adolescentes que había salido a practicar equitación –informó Liguerión- La flecha es de las que pertenecen a los uruk-hais.

-¿¡Un niño? –la expresión de la joven reflejaba una inmensa furia.

-Sí –Lord Elrond montraba su pesar-. Un sanador está en camino, hay que quitarle la flecha lo antes posible.

La mujer asintió y con gran rapidez y facilidad rasgó la camisa de herido, dejando al aire libre la espalda en donde la fecha estaba clavada.

-Sufrirá muchísimo –la suave voz de Nelia reflejaba su inmenso dolor- Estas flechas son muy difíciles de poder quitar, se clavan de tal forma que quedan atrapadas dentro del cuerpo. Su sufrimiento será atroz.

-No si yo puedo evitarlo –la decisión se reflejaba en el rostro de la joven de pelo negro.

Julia posó sus manos en la espalda del muchacho herido, comenzando a presionar suavemente alrededor de la flecha que tenía clavada.

Comenzó a presionar poco a poco la zona, moviendo sus manos en círculo alrededor de la herida, haciendo una mayor presión cada vez que sus manos se apoyaban en la espalda.

Sus manos pararon cuando un leve gemido se pudo escuchar con gran claridad.

-Tranquilo, pequeño –intentó tranquilizarle-. Relájate y verás como antes de que te des cuenta te habremos sacado esta flecha.

Sus manos dejaron el lugar donde presionaban para hacerlo por la parte del cuello y de la base del cráneo. El joven elfo no tardó en quedar relajado y dormido.

La joven volvió a posar sus manos alrededor de la herida reanudando nuevamente sus movimientos y presión de la zona mientras que todos los demás mantenían un expectante silencio.

Poco a poco vieron como, gracias a aquellos movimientos y presiones que la mujer realizaba, la superficie de la herida se iba ampliando pero, a pesar de ello, ni una sola gota de sangre salía al exterior.

La presión que hacía se iba intensificando cada vez más hasta que con un rapidísimo movimiento que tomo a todos completamente desprevenidos por su extrema rapidez, Julia cogió la flecha y de un solo tirón la sacó del joven cuerpo del elfo.

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de todos los presentes al ver la flecha fuera de donde estaba clavada.

Julia miraba tiernamente al joven elfo. Ya le habían explicado las características de la vida de los elfos y una detallada observación por su dulce e inocente rostro le dijo que, equiparándole con la edad de los humanos, aquel niño tendría alrededor de 13 años de edad. Su enojo iba en aumento por momentos. Con su mano izquierda acarició suavemente la cabeza de aquel niño y con la derecha apretó fuertemente la flecha que tenía en sus manos. Instantes después levantó su mirada.

Sandra se sorprendió, había visto en su amiga muchas formas de mirar y aquella hizo que se estremeciera de tal forma que sus manos asieron lo primero que tenían a su lado, las manos de Nelia y la de Liguerión.

Los elfos, sobre todo Liguerión, se sorprendieron de la acción de Sandra y más aún al ver su expresión. Su rostro reflejaba algo que no sabían bien qué podía ser, pero sí que advirtieron que su mirada estaba fija en un lugar concreto, los ojos de su amiga Julia.

Todos estaban impactados. La expresión que veían en aquellos ojos marrones era verdaderamente terrorífica. Su rostro no había cambiado en absoluto, estaba igual que antes, serio y sereno, pero sus ojos no. Al mismo tiempo que reflejaban un tremendo dolor por el pequeño elfo, se habían vuelto muy fríos y calculadores, una fiera determinación y mostraban una auténtica peligrosidad.

-Si algo es sagrado para Julia, son los niños –comentó Sandra en voz baja, todavía observando a su amiga.

Haldir estaba muy preocupado, aunque no exteriorizara ese sentimiento. Podía ver el dolor que la mujer sentía.

-Tranquila –dijo suavemente poniendo su mano en el hombro de la sonriendo tranquilizadoramente-. Iremos en su busca y acabaremos con ellos.

Julia levanto su mirada y la posó en los azules ojos del gran elfo, suavizando su expresión y asintiendo suavemente.

-Ahora vuelvo –dijo con voz suave al mismo tiempo que corría hacia el palacio.

Dos sanadores aparecieron en ese mismo instante y se pusieron a atender a niño herido.

-Ánimo, pequeño –dijo tiernamente Sandra al mismo tiempo que se inclinaba y acariciaba suavemente su cabeza-. Te pondrás bien.

-Liguerión –intervino Lord Elrond-. Prepara un grupo que vaya en busca de esos uruk-hais. Es peligroso tenerlos cerca y no podemos estar con los brazos cruzados y sin preparar defensas.

-Si consiguen escabullirse informarán a su nuevo señor –dijo Aragorn-. Debemos partir enseguida. Yo iré con el grupo.

-¿Se sabe quien es el nuevo señor de la oscuridad? –preguntó Arwen.

-Todavía no se ha revelado –dijo Gandalf-. La Dama Galadriel todavía no lo ha visto en su espejo, pero Julia cree que puede ser Saruman.

-Si así fuera, será mejor que nos preparemos cuanto antes –afirmó el Rey de Gondor.

-Ya estoy lista –una voz hizo que todos se giraran

Caminando hacia ellos, Julia venía acompañada por sus dos imponentes mascotas y en su espalda habían desaparecido las katanas de colores, siendo reemplazadas por las dos de color negro que siempre tenía en sus habitaciones en un lugar de honor.

-Julia –dijo Lord Elrond- Permite que te presente a Aragorn, Rey de Gondor –ambos se miraron fijamente e inclinaron levemente sus cabezas en señal de respeto-, mi hija Arwen, su esposa –la elfa la miró con una amplia sonrisa y Julia volvió a inclinar levemente su cabeza- y mis nietos, Therese, la mayor y Niéromer, por ahora el benjamín de la familia –en este punto la mujer cambió su expresión y una sincera y luminosa sonrisa saludo a los dos hermanos-. Ella es Julia, la Dama de las Espadas.

Alrededor de donde se encontraban un pequeño grupo se estaba formando. Varios miembros de la guardia de Aragorn ya estaban listos para partir, al igual que varios de la guardia de Rivendell.

Un elfo traía varios caballos, el de Aragorn, el de Légolas, el de Liguerión, el de Haldir y una preciosa yegua castaña para Sandra. En ese mismo instante un fuerte galopar se oyó y todos se giraron para comprobar de qué se trataba.

Los tres magníficos sementales de la Dama de las Espadas corrían a pleno galope al encuentro de su dueña bajo las asombradas y admiradas miradas de los presentes. Primero llegaba el semental negro, seguido del blanco y el tordo en último lugar.

-No te he oído llamarlos –comentó Nelia

-No lo he hecho –sonrió la joven-, ellos saben cuando deben venir –terminó diciendo al mismo tiempo que se acercaba a ellos y los acariciaba con gran amor.

-Son los caballos más fuertes y bellos que he visto en mi vida –Aragorn miraba embelesado a los tres sementales.

-Amigos –dijo Julia a sus amigos con voz suave- Es hora de partir. No es un viaje de recreo y diversión. Vamos en busca de los que han atacado a ese niño –dijo señalando al joven elfo herido-. Voy a luchar y será duro.

Sandra sonreía al ver a su amiga hablando con los sementales y acariciándolos al mismo tiempo. Nunca había entendido cómo podía lograr que tanto sus perros como sus caballos entendieran y comprendieran todo lo que ella les decía, pero sabía que con ella se podía esperar de todo.

Asombrados, vieron como el semental negro se acercaba más a la mujer y se ponía de rodillas, indicándola que subiera a su espalda, cosa que ella hizo al mismo tiempo que los otros dos sementales y los dos enormes perros se posicionaban a su alrededor.

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Llevaban dos horas de camino. Apenas hablaban, todos concentrados en encontrar la pista del grupo de uruk-hais que podía estar tan cerca de la ciudad.

Liguerión y sus hombres se afanaban en buscar pistas. El cambio obrado en el elfo había sido radical. Ya no se veía altanero ni presumido, se mostraba como un ser normal y corriente que había aprendido una gran lección.

Légolas y Haldir habían decidido ir un poco por delante del grupo para ver si podían encontrar rastros que les indicaran por dónde seguir.

Los miembros de la guardia de Aragorn se habían posicionado en la retaguardia del grupo y estaban en alerta constante para proteger a su señor y a las que ellos creían dulces y frágiles damas que le acompañaban.

Aragorn permanecía junto a Sandra y Julia, hablando tranquilamente sobre las actividades habituales de las dos amigas.

-La verdad es que nunca había visto unas espadas como la que tenéis en la espalda –decía a la joven guerrera.

-No son espadas –Julia ya había dejado como imposible que dejaran de llamar simplemente espadas a sus amadas katanas- son katanas.

-¿Y qué diferencia tiene con las otras espadas?

-La katana, al igual que aquí las espadas, están hechas artesanalmente y no en una factoría y se hacen para la persona para la que estará destinada.

Aragorn puso cara de haber visto un dinosaurio rosa con estrellitas verdes al oír la palabra factoría.

-Una factoría –dijo Sandra intuyendo lo que le ocurría al Rey de Gondor- es un lugar donde trabaja mucha gente y se fabrican todo tipo de cosas en gran número.

-Ah –contestó Aragorn con un gesto un poco dubitativo-, creo que lo entiendo

El Rey de Gondor no se confiaba, a pesar de que sus hombres y los elfos estaban por los alrededores, no bajaba la guardia ni un solo segundo. Una rápida mirada hacia la Dama de las Espadas, le demostró que la joven tampoco lo hacía.

Estaba sumamente asombrado. Las dos amigas parecían dos jóvenes normales y corrientes que hablaban de todo lo que les rodeaba como cualquier otra joven más, pero notaba que ambas estaban muy bien compenetradas y la observación constante que hacía de Julia le revelaba que realmente sería muy tonto y estúpido tenerla como enemiga.

Otra cosa que le había causado gran sorpresa eran los tres sementales. Los tres estaban en estado de alerta constante, vigilando todos los alrededores. Les veía muy nobles, fieles y poseedores de una gran fuerza. Cuando regresara hablaría con Arwen para intentar que su hermosa yegua blanca se cruzara con uno de esos sementales, el principal problema sería ¿con cual?

Siguieron a paso lento y sin relajarse un solo momento.

Ni los elfos ni los hombre de la Tierra Media dejaban un solo instante de vigilar y estar atentos a todo lo que les rodeaba. Por desgracia, sabían por experiencia lo que los uruk-hais podía hacer.

Julia nunca había visto un uruk-hais pero, como guerrera, sabía interpretar muy bien los gestos y la forma de estar de todos lo que la rodeaban y ellos ya habían vivido esta situación antes de ahora, por lo que estaba atenta a todo lo que ocurría.

Sandra, de lucha no tenía experiencia alguna, pero sí que conocía a su amiga y sabía interpretar todos sus gestos, y si Julia estaba en tensión constante y alerta continua, ella no iba a ser menos.

Un fuerte relinche de los sementales de la Dama de la Espadas y un amenazador gruñido de los dos gigantescos perros hizo que los presentes se tensaran más todavía.

Légolas y Haldir llegaron en esos momentos a pleno galope, seguidos por los demás elfos y se acercaron al grupo que allí había.

-Son unos 40 uruk-hais –informó Haldir

-Sí –afirmó Légolas- vienen directamente hacia aquí

-Preparémonos –indicó Aragorn a los elfos y a sus hombres.

Liguerión y Haldir desmontaron y marcharon directamente al lado de las dos amigas.

-Sandra –dijo Liguerión, su semblante y su voz reflejaban una auténtica y extrema preocupación- No os separéis de mí.

Las dos jóvenes desmontaron de sus caballos y se quedaron alerta.

-Sultán, Sombra –llamó Julia, haciendo que los dos dogos alemanes corrieran hacia su dueña moviendo el rabo de puro contento de poder ayudarla. La joven acarició sus cabezas con gran cariño y ternura- Por favor, adelantaros y estar pendientes. Ocultaros, que no os vean. Avisadnos en cuanto estén cerca.

Los dos animales lamieron la cara de la joven y marcharon a toda carrera hacia donde su instinto les indicaba que estaba el peligro.

-¿Tendrás cuidado? –preguntó Haldir

-Desde luego –afirmó Julia-, esas cosas tendrán que cuidarse de mí.

Légolas y Aragorn se acercaron a ellos

-No tardarán –dijo el Rey de Gondor- Sandra, no os separéis de Liguerión. Los uruk-hais son muy poderosos y muy resistentes. Es un grupo numeroso y no será fácil.

-Así lo haré –aseguró la joven maga.

-Julia –dijo Légolas a la joven guerrera-, Aragorn tiene razón, son muy rápidos, resistentes y muy fuertes ¿Podréis defenderos?

La joven miró al elfo, no estaba enfadada ni mucho menos. El joven príncipe, tal como Sandra le había dicho hacía unos días, era un verdadero amigo y se preocupaba por ellas de forma totalmente desinteresada y ella lo apreciaba. También miró a Haldir. El enorme elfo estaba pendiente de ella con una gran preocupación reflejada en su rostro.

-No os preocupéis, los dos –contestó sonriendo- estaré bien

-Sí –afirmó Sandra, estaba nerviosa, pero también tranquila viendo quienes la rodeaban-. Esos bichos no saben con quién se la están jugando.

-Liguerión –dijo Julia mirando fijamente al instructor elfo- Cuida a Sandra, por favor.

-Lo haré –la determinación brillaba en su mirada.

Unos aullidos alertaron a todos los presentes.

-Ya están aquí –anuncio la joven guerrera.

Al cabo de medio minuto aparecieron 40 figuras grotescas, oscuras, terriblemente horrendas y horrorosamente nauseabundas y apestosas.

-¿Qué demonios es eso? –preguntaba Sandra con los ojos muy abiertos

-Los más pequeños –explicó Liguerión- son los orcos. Los grandes son los uruk-hais.

-Bien, cuanto más grandes son más fuerte caen –susurró Julia al mismo tiempo que su mano derecha sacaba una de sus katanas negras.

Tanto Liguerión, como Légolas y Haldir exclamaron asombrados al ver la espada fuera de su estuche.

Era igual de fina que las que había usado para su entrenamiento con el instructor elfo, pero era muchísimo más brillante y se veía que era infinitamente más afilada que las otras.

-¿No parece muy endeble? –preguntó Aragorn

-No te fíes de las apariencias, mi buen amigo –dijo Légolas

-Una como esa fue la que partió mi espada por la mitad –terminó diciendo Liguerión

-¿¡Partió por la mitad una espada élfica?

Los tres elfos afirmaron con la cabeza y el Rey de Gondor miró su espada como queriéndola proteger.

Fue entonces cuando empezó todo. Los elfos hacían gala de su gran pericia con el arco y las flechas y Aragorn y sus hombres se lanzaron a un combate de espadas.

El griterío se confundía con el fragor de la lucha. Los elfos no daban ni un solo segundo de tregua y sus flechas, una tras otra se iban clavando en los cuerpos de los orcos.

Seis uruk-hais se estaban acercando hacia donde se encontraban Légolas y Haldir y cuando los elfos creían que no podrían continuar un brillante y afiladísimo metal cruzó frente a ellos.

Julia se acercó a los uruk-hais con gran decisión. El primero fue a asestarle una estocada, y se encontró con que un preciso movimiento con su katana, la joven le había cortado el brazo, había vuelto a girar su arma y limpiamente el afiladísimo metal atravesó el duro cráneo del uruk-hais, partiendo su cabeza en dos. Siguió haciendo las mismas acciones y en poco más de un minuto, los seis seres oscuros habían dejado de existir.

No muy lejos de allí Sandra se había separado un poco de al lado de Liguerión y pronto se vio frente a un grupo de quince orcos y uruk-hais. Sus verdes ojos se abrieron hasta el máximo de su capacidad y una idea vino a su mente.

-¡Hola chicos! –exclamó alegremente

Los uruk-hais se quedaron bastante sorprendidos, aquella humana parecía alegrarse de verles.

-Me alegro de veros –siguió diciendo la joven maga-. Estoy realmente admirada, sois muy fuertes ¿Quién ha logrado un ser tan perfecto como vosotros?

-Nuestro señor –dijo la rasposa voz del primero de los uruk-hais

-Me gustaría mostrarle mi admiración ¿Quién es?

-Saruman –volvió a decir el ser oscuro.

-¡Fantástico! Ahora si no os importa, me gustaría hacer algo que todavía no tengo cogido por la mano y me gustaría que me ayudarais ¿no os importará, verdad?

-¿Qué quieres hacer?

-Nada del otro mundo –contestó la joven maga levantando sus manos y apuntando con sus palmas a aquellos seres exclamando con todas sus fuerzas- ¡Fuego! ¡Ven a mí!

De las palmas de sus manos salió una inmensa llamarada muchísimo mayor que la que había logrado en su entrenamiento con Gandalf. Una enorme lengua de fuego que rodeo tanto a orcos como a uruk-hais.

Cuando la lengua de fuego se extinguió lo único que quedaba de sus atacantes era una montañita de seres carbonizados y humeantes.

Miró hacia donde se encontraba su amiga y verla en plena acción era algo que nunca podría olvidar. Aquello no era un entrenamiento. Julia había sacado su segunda katana y daba estocadas tras estocada no dando ni un solo respiro a los seres que tenía delante. Las katanas brillaban reflejando la luz del sol, cosa que molestaba a los uruk-hais y que eran aprovechado para seguir dando estocada tras estocada.

Aragorn y los elfos la miraban completamente anonadados. El Rey de Gondor nunca había visto nada igual. Aquella mujer era el mejor guerrero con espada que había visto en toda su vida y aquellas espadas era el arma más perfecta que sus ojos contemplaron jamás.

Con sus espadas, una en cada mano, la joven guerrera seguía, estocada tras estocada, cortando brazos y las cabezas de los uruk-hais. Sus movimientos eran rapidísimos y de un precisión absoluta. A su alrededor se amontonaban restos y restos de seres oscuros.

Al cabo de veinte minutos todo había terminado. El ruido y el fragor de la batalla había dejado paso al silencio absoluto.

Liguerión, muy preocupado porque al girarse no encontró a Sandra a su lado, comenzó a buscarla con el corazón lleno de angustia. No se había dado cuenta de cuando se habían separado. La encontró a los pocos instantes contemplando algo a sus pies.

Al acercarse pudo ver que se trataba de cuerpos tanto de orcos como de uruk-hais. Todos estaban carbonizados y humeaban todavía.

-¡Sandra! –el elfo corrió a su lado- ¿Estás bien?

La joven maga se giró para encontrarse a unos preocupados y desesperados ojos que la miraban totalmente acongojados. Le sonrió con ternura.

-Estoy bien, Ligue –contestó ella con voz muy suave- Uno de ellos me ha dicho quien es su señor –añadió señalando al primero de los uruk-hais carbonizados que estaban a sus pies.

-¿Quién es?

-Saruman.

-Vamos –dijo el elfo, apoyando suavemente su mano sobre la espalda de la joven, guiándola fuera de la horrenda visión que eran los humeantes restos a sus pies.

Légolas y Haldir miraban a Julia cuando terminó con su último atacante. Sacudió sus adoradas katanas limpiándolas de los restos de sangre que tenían y las volvió a guardar en sus fundas. Ambos sonreían.

Aragorn la miraba sorprendido y con una mezcla admiración y respetuoso temor. No había conocido nunca ningún guerrero con aquellas habilidades.

-Me inclino ante vos –dijo el Rey de Gondor mostrando un mayor respeto por la joven- Nunca había podido conceder a un guerrero con vuestras aptitudes.

-¿Os acordáis, cuando estábamos en su casa, que Julia os preguntó si entre las filas de esos bichos había ninjas? –preguntó Sandra llegando al lado de Liguerión.

-Sí, me acuerdo perfectamente –dijo Légolas mirando a Julia fijamente- ¿Qué es un ninja?

-Légolas –la voz de Sandra era melodiosa- Julia es una ninja. Los ninja son guerreros muy especiales, fieros, valientes, no les temes a nada y son absolutamente letales.

-Demos gracias a los dioses porque no hayan encontrado ninjas para sus filas –añadió Aragorn.

-Desde luego –dijo finalmente Julia-. Estos seres realmente apestan. Su cuerpo suelta un hedor nauseabundo ¿Qué no se duchan?

-Es el olor natural de los orcos y los uruk-hais –sonrió Haldir

-Odio a los hombres que huelen mal –la joven frunció el ceño-, no los puedo soportar. Al primero que coja y que apeste mal olor, lo liquido.

Muy cerca de allí había un pequeño lago.

Los hombres de Aragorn comenzaron a correr con todas sus fuerzas dejando a los demás en estado de alerta por si nuevos uruk-hais aparecieran, pero no. Con unas sonoras carcajadas, vieron como todos se lanzaban al agua y comenzaban a frotar su cuerpo frenéticamente para eliminar cualquier mal olor que pudieran desprender.

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Hasta aquí este capítulo, espero de todo corazón que os haya gustado.

Millones y millones de gracias a HADA, Sonia,11, PauMalfoy, Amazona Verde, Demona, Eladreaw, Alatarladyofthering, Ginebra por sus bellísimos comentarios que tan feliz me hacen y que me animan a seguir esforzándome para que os siga gustando la historia.

Amazona Verde; Me ha hecho muy feliz tu comentario. Sí, entre tanta seriedad y formalidad, es mejor que siempre haya alguien que ponga su pequeña nota de humor y ¿qué mejor que las dos protagonistas?. Julia empezará a mostrar sus facultades y causará más de una sorpresa. Espero que este capítulo también te haya gustado.

Demona: Me ha alegrado muchísimo que te haya gustado la historia. La parte del coche es una de las que más me divertí escribiéndola, intenté imaginármelos dentro del todo terreno y la verdad es lo que escribí es lo que me salió. Sí, también a mí Haldir es un personaje que me encanta, y sí, tanto él como Julia estarán relacionados ¿cómo? Admito todo tipo de sugerencias. Espero que este capítulo también te haya gustado.

alatarladyofthering: Intento responderte por reply y no me lo permite. Debe ser porque no ha tenido tiempo ff de incluirlo en la web, misterios de la informática. Me ha hecho feliz que te haya gustado el fic y que te caigan bien nuestras dos amigas, más todavía. Espero que este nuevo capítulo te haya gustado también. No te preocupes, ya estoy trabajando en el nuevo capítulo de Nirhana, espero no tardar mucho en poder subirlo.

Ginebra: Intento responderte por el reply pero no me lo permite, cosas raras de la informática o que no haya tenido tiempo ff de ponerlo en la web. Tienes razón, ya empezó el jaleo. Como has podido ver el pequeño elfo se salvará y nuestro querido Liguerión se va normalizando. Nada mejor como una buena tunda bien dada.

Los que estáis registrados os contesto personalmente con el reply de la página.

Besos y un abrazo muy fuerte para todos. Cuidaros mucho.

Os adoro