IV
Momentos incómodos
—Lincoln, cariño. ¿Todo está bien?
Rita con su puño tocaba a la puerta de su hijo preocupada por el ruido que Lola había escuchado salir de la habitación. Lynn en la cama y cubierta por la sábana y la cobija, temerosa trató de agravar su voz para responderle.
—Sí. Todo bien, mamá.
—¿Seguro? ¿Por qué no me dejas entrar?
—Ah... ¡Estoy leyendo cómics y estoy en ropa interior!
—Pues no deberías estar así. Suena a que te estás resfriando.
El acto de cambiar la voz no resultaba del todo convincente.
—¡Termino un par más y me vestiré! Por favor dame algo de privacidad.
Luna que salió de su habitación cargando a Lily tras haber escuchado todo aquel ruido, exclamó.
—¿Y desde cuándo te da vergüenza que te vean en interiores?
A Lynn le molestó que Luna interfiriera. ¿Qué le había explicado su hermano cuando ella le preguntó lo mismo?
—¡Desde que me dio recato femenino!
Afuera madre e hija se vieron confundidas entre sí por tal respuesta. Lily rio divertida.
—¡Linky dice cosas chistosas!
Tras dejar a Lana viendo televisión en la sala, Luan subió uniéndose al grupo frente a la puerta de Lincoln.
—¿Y ahora qué ocurre?
—Que Lola y yo escuchamos un golpeteo continuo en el cuarto de tu hermano muy extraño —Rita le explicó y del otro lado Lynn con tristeza miró su pelota de béisbol—, pero Lincoln no quiere abrir porque está en ropa interior, su voz está rara y le da vergüenza que lo veamos.
Luan se encogió de hombros.
—Significa que es un adolescente.
La comediante se acercó y golpeó un par de veces la puerta.
—¡Lincoln, escucha! Lo que estás haciendo no está mal. Muchos chicos de tu edad lo hacen. No tienes nada por qué avergonzarte. Termina con... tu momento relajación. Tranquilo. Sólo procura ser discreto que hay niñas pequeñas aquí que no tienen que saber todavía sobre las abejas y sus aguijones, también no hacerlo tan fuerte, no te lo vayas a arrancar, ¿está bien?
Del otro lado de la puerta, Lynn tan abochornada como lo estaban su madre y Luna que se apresuró a taparle los oídos a Lily, exclamó tras un largo silencio.
—S, sí. Está bien. Lo tomaré con calma.
Luan satisfecha se volvió hacia su madre y hermanas.
—Listo. Mejor hay que dejarlo solo. En esto nadie puede "darle una mano", que le basta con la suya, ¿entienden?
Se alejó riéndose de su propio chiste mientras que Luna tras torcer el gesto, se marchó con una muy confundida Lily.
—No entendí, Luna.
—Y eso está bien, hermana.
Un poco más tranquila, pero no menos avergonzada, Rita golpeó quedamente la puerta una última vez.
—Te, te hablaré cuando la cena esté lista, hijo. Ah... le diré a tu padre que hable contigo... otra vez.
Lynn suspiró cuando su madre por fin se marchó, lamentando el no haber pensado antes que quizá el ruido que provocaba al rebotar la pelota alertaría a alguien que algo no andaba bien en la habitación. Se desquitaría con Lola por haberla delatado con su madre, si no fuese porque no tenía modo de explicar el por qué lo haría.
Un par de golpecitos de algo contra la ventana la alertaron. De un salto se puso de pie y al asomarse se encontró a Lincoln abajo quien, tras haberle arrojado unas pequeñas piedras, agitaba una mano para llamar su atención. Lynn suspiró agradecida temiendo no poder llevar el engaño por mucho más tiempo.
Ella lanzó una vez más afuera la cuerda de rapel y Lincoln trepó por ella lo más rápido que pudo hasta llegar a su habitación. Una vez adentro, el chico tomó aire y miró a su alrededor.
—¿Todo fue bien?
—Perfecto, aunque mamá quería entrar tras... algo que se le ocurrió, pero descuida, le hice creer que estabas haciendo lo que los chicos hacen a escondidas en el baño consigo mismos por la noche y me dejó en paz.
—¿Qué tú qué? —Exclamó alarmado.
—Nada importante, al menos no más allá de lo que seguramente sueles hacer.
—¡Yo no hago esas cosas, Lynn! —le soltó sonrojado poniéndose a la defensiva. Lo que hacía en sus pocos momentos privados no era asunto de nadie.
—Sí... seguro. Lo que digas —no pareció convencida—. Mejor cuéntame, ¿conseguiste el dinero?
—Sí, me pasé la tarde ayudándoles con... ya sabes, cosas de granja.
Lynn lo miró con sospecha de arriba abajo, incluso se le acercó poniéndolo nervioso por la forma en que lo estaba olfateando recordándole a Lana.
—Para haber estado tanto tiempo trabajando en una granja, no te ves sucio e incluso hueles mejor que yo a los treinta minutos de calentamiento.
Un tanto nervioso, trató de zafarse restándole importancia al tema.
—¿Qué te puedo decir? No tengo tantos problemas de transpiración como tú.
Lynn alzó su brazo y se olió a sí misma. ¿Realmente ella tenía esa clase de problemas?
—Como sea. Será mejor que me vaya para poder "llegar a casa" finalmente. Luego me cuentas bien todo.
Lincoln pensó, eso le daría tiempo para más adelante armar una historia más creíble qué contarle.
Una vez su hermana se marchó con su mochila al hombro saliendo por la ventana y tras recoger la soga para guardarla, se dejó caer en la cama para descansar de lo que a su ver fue una fantástica tarde en la compañía de su nueva amiga.
Rememoraba la sonrisa de Lesly mientras hablaban, sus modos de expresarse, su voz y todo aquello que le producía un agradable cosquilleo. Incluso juraría mientras se cubría con su sábana que podía percibir un dulce aroma el cual, aunque desconocido, le producía un agradable sosiego. ¿Es que acaso también estaba imaginándose el aroma de Lesly? Esto último lo hizo sonrojarse. No recordaba haber olido algo en particular en ella, pero lo que percibía le fascinaba, por lo que asumió su mente le estaba jugando una pasada haciendo que se imaginara el probable dulce aroma de esa niña, uno semejante a la vainilla.
Siendo la más cercana a la puerta cuando sonó el timbre, Lola fue a abrir antes de ir a la cocina por un vaso con agua. Se encontró sin sorpresa a Lynn con un aspecto ligeramente agitado.
—¡Ya llegué! Vaya que el entrenamiento estuvo pesado.
—Entonces ve a darte un baño antes de cenar —. Le ordenó socarrona—. ¡Apestas!
Cuando la princesa se alejó de ella, con duda Lynn volvió a levantar su brazo confundida, pues todo el día lo había pasado acostada en la cama de su hermano sin hacer más ejercicio que botar la pelota contra la pared. ¿Lola solo estaba comportándose como de costumbre, o es que ella realmente tenía problemas de transpiración? No le pareció que oliera mal, si acaso a un poco a la vainilla del shampoo que usó en la mañana cuando se duchó.
No había contemplada ninguna salida para el próximo sábado. Había ocasiones intercaladas en que sencillamente no se presentaba ninguna actividad y los chicos no tenían de otra más que entretenerse por su cuenta o ayudar en el orfanato, o en la casa hogar donde ella prestaba sus servicios.
—Supongo que tendremos que posponer la salida hasta la próxima semana, Lesly.
La niña en el pórtico parecía cabizbaja ante la noticia que Amanda le daba.
—Entonces... no podré hablar con Lincoln de nuevo.
—Debes de ser paciente. Así que...
—¿No puedes llevarme con él por tu cuenta a algún sitio? —se volvió a ella esperanzada con una idea en mente—. Podrías pedirle a la señorita Hepburn que te dejara... no lo sé, ¿una salida de chicas?
El silencio de Amanda incomodó a Lesly, imaginando que estaba pidiendo mucho y quizá incluso arriesgándola a meterla en problemas, no podía ver a la cuidadora con una expresión pensativa, buscando una solución al problema.
—Se me acaba de ocurrir algo, pero no te garantizo que funcione.
—Lo que sea te lo agradeceré.
Después de clases, Lincoln se dirigía a su casa en compañía de sus amigos. Una vez más había sacado su celular mirando su lista de mensajes. Nada nuevo y ya era jueves.
—¿Sucede algo? —Clyde le preguntó—. He notado que todo el día has estado más al pendiente de tu celular a lo habitual. Hasta te pareces a Lori.
—Es cierto —Stella lo regañó—. Será mejor que tengas cuidado, o a la próxima el señor Bolhofner te quitará tu celular en el mejor de los casos. He escuchado que una vez con una chica perdió tanto la paciencia que se lo quitó, lo arrojó al suelo y luego lo pisó.
A Lincoln no le extrañaría que dicho rumor fuera cierto conociendo el carácter del docente. Debería de tener más cuidado la próxima en lugar de estar tan ansioso.
—¿Es que acaso te estas mensajeando con una chica? —Rusty le preguntó con aire cómplice y pícaro—. ¿Alguna conquista que hiciste, Lincoln?
—No es nada de eso, sólo... Ronnie Anne parecía preocupada por un problema en la escuela y quería estar al tanto de cómo lo está llevando.
—¿Sigues en contacto con ella? —Liam le preguntó—. ¿Qué es lo que tiene?
—Asunto privado, Liam. Le prometí no decírselo a nadie. —Eso y que no se le ocurría algo que inventar más allá de haber responsabilizado a su amiga de su comportamiento.
Zach resopló con fastidio.
—Clyde tiene razón. Ya eres igual que tu hermana Lori. Supongo que mi papá tenía razón y esos aparatos a la larga terminan por crear dependencia al igual que las sustancias tras su exposición prolongada, en especial cuando se consigue una novia, Lincoln. Te estamos perdiendo.
—Primero: Ronnie Anne no es mi novia. Segundo: Tú también tienes un celular, Zach.
—Y trato de usarlo moderadamente. Además, te agradecería que no lo dijeses en voz alta cuando mis padres estén cerca, que quiero conservarlo.
Stella miraba al pelirrojo con desaprobación. Por lo menos esperaba que tuviese el número de su propio hogar si no tenía modo de comunicarse con sus padres en caso de una emergencia.
—Lincoln, si Ronnie Anne es algo así como tu novia a distancia, no es algo por lo que te tengas que avergonzar.
—No tú también, Stella. Ronnie Anne no es mi novia. No tengo ninguna novia.
De pronto el celular de Lincoln comenzó a sonar. El chico no reconoció el número, pero a pesar de todo con ilusión contestó.
—¿Bueno?
—Lincoln, soy yo. Amanda.
—¡Amanda! He esperado tu llamada todo el día.
Los chicos de inmediato se detuvieron mirando con sorpresa y asombro a Lincoln. El chico dándose cuenta tardíamente que lo estaban escuchando, dio un par de pasos hacia atrás haciéndoles un gesto con una mano para que le dieran espacio.
—Sí, puedo imaginarlo —pareció reírse al respecto—. Oye, tengo a alguien aquí que quiere saludarte.
Hizo una pausa y Lincoln reconoció otra voz que no pudo sino terminar por alegrarle el día.
—¿Hola? ¿Lincoln? Soy yo. Lesly.
—¡Hola! ¿Cómo estás?
Pudo escuchar su risa, una muy bonita y adorable a su parecer.
—Muy bien, gracias. Dime, ¿de verdad te gustaría que nos juntáramos de nuevo el fin de semana?
—Por supuesto que me encantaría volver a salir contigo. ¿Sí es posible? ¿A dónde los llevarán ahora de paseo?
—A ningún lado esta vez, pero Amanda convenció a la señorita Hepburn de que tengamos ella y yo una salida de chicas, claro, esa en realidad va a ser la manera para que tú y yo podamos salir.
—¡Excelente! ¿Dónde te encuentro?
—Te paso a Amanda de nuevo para que te diga dónde.
Mientras tanto los chicos, aunque a una distancia prudente, no dejaban de observar interesados a su amigo y la conversación que entusiasmado tenía por teléfono.
—Sí, sé dónde es... es en serio, el mes pasado fui con un amigo a una presentación que tuvo ahí una de mis hermanas con su banda... A las cuatro está perfecto... Por supuesto... Muchas gracias, Amanda... Hasta el domingo entonces.
Colgó y la gran sonrisa de su rostro flaqueó cuando al volver la vista se encontró con sus amigos mirándolo perplejos.
—¿Qué?
—Entonces... —Rusty sonriéndole le preguntó— ¿Amanda es el tercer nombre de Ronnie Anne o algo así?
El resto de sus amigos parecieron imitar su sonrisa y mirada inquisitiva.
—Chicos, basta. No es lo que parece.
—¿En serio? —Stella apuntó divertida—. Porque lo que parece es que tendrás una cita el domingo. ¿Y Amanda cómo es?
Lincoln lo pensó un poco, tratando de recordarla mejor más allá de las camisas de manga larga o los pantalones holgados con que la había visto. No solía ser a ella a quien ponía más atención.
—Ah... es delgada, pelo castaño, usa anteojos. También es alta.
Lincoln pensaba en que se le figuraba apenas un poco más alta que su madre, aunque Stella se la imaginaba por su parte tan alta como ella.
—¿Y es bonita?
El chico refunfuñó entendiendo lo que ella quería saber.
—Supongo, se trata de una de las amigas de Lori. Sólo va a ayudarme como tutora con algunas materias con las que estoy teniendo problemas.
—¿En domingo? —Stella lo acusó.
Rusty parecía especialmente emocionado.
—Saldrás entonces con una chica mayor a la que le gustan los chicos menores. Nada mal, Lincoln. Nada mal. ¿No tendrá alguna amiga con sus mismos gustos? ¿Tal vez los pelirrojos también?
—Dejen de imaginarse cosas. Sólo va a darme un repaso.
—¿Así es como le dicen ahora a "eso"? ¡Excelente! Si tienes suerte te convertirá en un hombre tras que te "repase" por completo.
Ahora sí estaba molesto.
—Rusty, estoy a nada de practicar contigo algunos de los movimientos de lucha que Lynn me enseñó.
Rindiéndose, Rusty levantó las manos en señal de rendición. Continuaron caminando hasta llegar al punto donde se separarían, siendo el primero Lincoln, no sin antes dirigirse a Liam.
—¿Entonces es seguro que tus padres me pagarán si me quedo todo el sábado a ayudarles a limpiar la porqueriza y el gallinero?
El granjero se sorprendió.
—Pues, sí. Fue lo que te dije. ¿Sí podrás ir entonces?
Su amigo le había hecho la propuesta desde el lunes, pero al principio Lincoln la declinó pensando que el sábado saldría con Lesly.
—Por supuesto. ¿Crees que me paguen más de lo acordado si limpio o hago algunas otras cosas que necesiten?
El joven granjero pareció meditarlo un poco.
—Si después de clases mañana nos ayudas a recoger la cosecha de maíz es posible. ¿Pero tendrás tiempo? Dijiste que le ayudarías a Lana a reparar el coche de su profesora, ¿o era a Luan con la fiesta?
—Lo de Luan es hoy. Terminé de arreglar eso con Lana antier, además de conseguir un extra con el señor Grouse y otros vecinos por podar el césped —esta vez se dirigió a todos—. Entonces nos vemos mañana. Pasen un buen fin de semana, amigos.
Finalmente se marchó y el grupo lo observó alejarse con cierta pena, en especial Clyde.
—Realmente se está matando por juntar el dinero del curso. Ya le presté algo junto con lo que mis padres le pagaron por ayudarnos a limpiar el martes la cochera, pero creo que no es suficiente todavía.
—Descuiden —Liam los calmó—. Con el extra que mis padres le den por la cosecha estará más que servido. Fácil serán alrededor de cincuenta dólares, claro si además no le molesta bañar a los animales.
—Hmm... bueno, si a eso le sumamos lo que ganó junto con Lana, Luan y lo que su abuelo prometió darle... creo que tendrá ya lo necesario para suscribirse sin problemas por fin.
Stella fue la primera en sentirse aliviada.
—Me alegro por él. Se nota que ya está muy cansado. Por cierto, Clyde, ¿dónde fue que Luna tocó el mes pasado? No recuerdo que ni Lincoln o tú nos mencionaran nada.
—No fue algo importante. Contrataron a Luna para tocar en un acto de beneficencia que hubo en la galería de la universidad comunitaria. No es que fuéramos a escucharla. Luna necesitaba ayuda extra para manejar su equipo y Lincoln me convenció para que lo acompañara.
Terminó por responderle desinteresado. Estaba por retirarse cuando de pronto Rusty exclamó.
—Entonces Lincoln tendrá una cita el domingo a las cuatro con una universitaria. Ya tenemos casi toda la información, salvo un detalle. Clyde, ¿no sabes quién es Amanda?
Consternado por la manera en que le sacaron el lugar de la cita, el chico negó con un gesto.
—Ni idea.
—Vamos, Clyde. De todos es a ti a quien Lincoln tiene más confianza. Seguro te ha contado algo.
—Sé lo mismo que ustedes. Es una chica que le va a dar tutoría.
—¿Tutoría de qué?
—Pues de... —tras un breve y reflexivo silencio en el que Clyde estuvo pensando, de pronto confundido y con sospecha musitó— en realidad Lincoln no me ha llegado a mencionar nada de que esté teniendo problemas con alguna materia. De hecho, su promedio ha sido bastante bueno como para necesitar tutorías.
—Y si de verdad fueran tutorías —Stella agregó—, ¿por qué hacerlas en una galería? ¿Por qué no sólo va a su casa a dárselas y ya?
Clyde de pronto pareció un tanto molesto. ¿Por qué Lincoln no le contaría nada acerca de estar saliendo ya con una chica? Además, había algo que ahora que lo pensaba mejor, le inquietaba.
—No conozco a ninguna de las amigas de Lori en donde ahora estudia, pero sí a todas las que aquí tenía y no me suena el nombre ni la descripción que nos dio de ninguna Amanda.
Stella lo miró preocupada.
—¿Realmente conocías a todas las amistades de Lori?
—Me dio por saber más de todas sus amistades y gustos durante la temporada que la consideré el amor de mi vida.
—Eso es acoso.
—Ya lo superé, tranquila. La pregunta es quién es esa chica.
Rusty confiado hizo la propuesta.
—Eso es fácil. Vamos el domingo a las cuatro a la galería y la vemos con nuestros propios ojos.
Stella refunfuñó molesta.
—Eso también es acoso.
—No es acoso si "casualmente" nos encontramos a Lincoln y a su novia donde "pensábamos ir" también nosotros.
—Coincidentemente al lugar donde Lincoln nos dijo que tendría su cita.
—Stella, Lincoln nunca nos dijo directamente que sería el domingo a las cuatro y no creo que se diese cuenta del todo que lo escuchamos; si así fuera y nos pregunta por qué no lo invitamos, fue porque precisamente sabíamos que estaría ocupado con sus "tutorías" el domingo, además que no teníamos idea de dónde sería, pues nunca lo mencionó ni por teléfono, esa parte Clyde nos la contó.
Algo de lo que el chico en parte se arrepentía, pero en parte también sentía curiosidad por saber quién era la misteriosa novia de su mejor amigo. Un conflicto semejante Stella parecía estar teniendo por la manera en que indecisa trataba de tomar una decisión al respecto.
—Supongo que no tendría nada malo ir, encontrarlos, saludarnos e irnos para dejarlos seguir en su cita... ¡clases! Lincoln dijo que era una tutoría, quizás de verdad podría habernos dicho la verdad y eso será todo lo que haga con esa universitaria.
—En el caso que sea una universitaria —Clyde agregó—. Todo lo que Lincoln dijo era que se trataba de una amiga de Lori, una que no puedo ubicar, así que incluso en eso pudo tratar de engañarnos.
Con tantas dudas en mente, hasta Stella terminó por rendirse.
—Está bien. Ustedes ganan. El domingo después de las cuatro nos vemos en la galería. No hay que llegar a la hora exacta si no queremos espantarlos haciendo que se vayan.
En su habitación Lincoln terminó de contar el dinero que había reunido. Lynn estaba feliz por su hermano al ver junto a él que casi ya había reunido la cantidad que necesitaba.
—Más lo que junte de trabajar de aquí al domingo en la granja de Liam, tendré lo suficiente para pagar el curso por mi cuenta.
—¡Genial, Linc! ¿No tendrás problemas para que cubrirte todo el fin de semana?
—No será necesario. Ya me levantaron el castigo así que podré salir sin problemas.
—Perfecto, que esta vez no podrá ayudarte debido a que saldré mañana a Detroit en la tarde con papá y no regresaré hasta el domingo en la noche.
—Perfecto. Ahora, ¿podrías salir de mi habitación?
—Lucy está haciendo esas cosas extrañas con esa tabla de ouija en la mía. Déjame quedarme un rato más contigo hasta que termine.
—¿Al menos podrías levantarte y dejarme la cama?
—Pero es muy cómoda. No seas tacaño. Hay espacio suficiente para ambos.
Se hizo a un lado y Lincoln en realidad dándole lo mismo, se recostó junto a ella como en los viejos tiempos. Todavía faltaban un par de horas antes de salir al evento de Luan y ya había terminado sus deberes, por lo que podía permitirse perder un poco el tiempo.
Una vez más Lincoln percibió y con mayor fuerza ese aroma que había relacionado con Lesly. Curioso, se volvió hacia Lynn para preguntarle algo cuando tocaron a su puerta, tras avisar a quien fuese que podía entrar, el señor Loud apareció mirando con desconcierto a su hija primero antes que a de Lincoln.
—Chicos, ¿están ocupados con algo?
—No, papá —Lynn le contestó irritada porque interrumpiera lo que sintió fue un agradable momento de paz al lado de su hermano—. ¿Necesitas algo?
—Venía a hablar con Lincoln.
—¿De qué se trata? —el chico lo notó preocupado.
—Es... son cosas de "hombres", campeón. Es algo que de verdad necesito hablar contigo antes de irme mañana con Junior, incluso tu madre me pidió que lo hiciera ya.
Rápidamente la deportista incómoda se puso de pie para marcharse con apuro.
—¡Suerte, apestoso!
Una vez que se quedó a solas con su padre, Lincoln atinó al suponer que la siguientes dos horas antes que Luan le avisara que ya era hora de irse, serían bastante incómodas.
Tras haber terminado de ayudarle a la señorita Hepburn a atender a todos los chicos además de a Lesly, Amanda juntó sus cosas y se preparó para marcharse, un ritual bastante largo por la manera en que los integrantes de la casa hogar se tomaban su tiempo para despedirse de ella, en especial los niños varones.
—¿Vendrás el sábado a jugar con nosotros? —le pedía con mirada suplicante un pequeño niño rubio de cinco años.
—Lo siento, Adam. No podré. Pero el viernes regresaré para recoger a Lesly. Cuando regresemos, puedo leerte un cuento con Mallory y Margue.
—No es justo, ¿Por qué sólo saldrás con Lesly?
La señorita Hepburn fue a su rescate.
—Porque hay cosas que sólo atañen a Lesly como en ocasiones se hace con cada uno de ustedes por separado. Respeta eso, Adam.
El niño se marchó haciendo un puchero en compañía de la encargada, la cual le guiñó un ojo a Amanda antes de llevar al pequeño a la habitación donde se quedaba. La joven universitaria salió de la casa seguida de Lesly quien se guiaba tomándola del brazo.
—Muchas gracias por ayudarme con esto. Te debo una.
—Ni lo menciones, Lesly.
—¿Cómo conseguiste que la señorita Hepburn te diera permiso de sacarme el domingo?
—Le dije que como ya eres una señorita en edad de crecimiento, ya es necesario darte la "charla de chicas", ahorrándole el trabajo a ella de hacerlo, lo que pareció aliviarla. Así que descuida, el domingo a las dos vendré por ti.
Lesly también se sentía aliviada. Era increíble que la señorita Hepburn se lo haya creído, por lo que podría relajarse y prepararse para... ¿las dos?
—Pero Amanda, recuerdo que le dijiste a Lincoln que nos veríamos a las cuatro.
—Sí, eso me dará dos horas más que justas para darte la charla.
La niña no parecía tenerlo del todo.
—Pero ¿a qué te refieres con lo de "charla de chicas"?
—Pues de los cambios que tu cuerpo está experimentando ahora que estás pasando por la pubertad y...
—¡Eso era en serio! —una vez más volvió a sonrojarse—. Pero ya sé todo eso. Fui el año pasado a un curso especial.
—Una charla es distinta a eso. Hay más cosas que sólo otra chica te podría explicar mejor prestándote toda su atención, que un profesor que le habla a toda una clase.
—¿De verdad es necesario?
—Sí. Pese a lo que todos creen por lo que aparentas, en realidad ya eres una adolescente que va a salir con un chico. No era sólo una excusa para llevarte a tu cita, iba bastante en serio en eso, señorita.
—¡Pero si Lincoln y yo sólo somos amigos! —escandalizada intentó dejárselo en claro con el rostro completamente rojo—. No vamos a hacer nada de... "eso".
—Eso es bueno, pero sólo por si acaso tú y yo hablaremos largo y tendido. Además no sólo se tratará de chicos. Por cierto, eso me recuerda, ¿cómo vas con tu reserva de toallas femeninas? Creo que ya cumpliste el mes desde que te dio tu primera...
—¡Bien! —soltó con resignación.
—Perfecto. Entonces hasta el domingo, hermanita.
Tras darle un beso en la frente, se marchó. Lesly suspiró imaginándose que previo a su salida con Lincoln, pasaría dos horas bastante incómodas.
