Capítulo 14
Luz y oscuridad
La señorita Hepburn se tomaba un té preocupada mirando el reloj de la sala. El tal Lincoln no tardaría en llegar con sus padres o uno de ellos. Casi todos los niños estaban viendo en la televisión del estudio una película de dibujos animados. Todos excepto Lesly, quien en lugar de estar sentada entre ellos escuchándola, se encontraba acompañándola en el otro extremo de la mesa en el comedor jugando con sus dedos sobre el borde de su vestido con ansiedad.
—Mu… De nuevo, muchas gracias por dejar que Lincoln venga, señorita Hepburn.
—Por nada. Aunque lo dudes, me alegro por ti de que hayas hecho una amistad con alguien ajeno a esta casa. Eso te preparará más para aprender a interactuar socialmente con otras personas cuando seas mayor, me refiero a algo más allá que una charla casual.
—No lo había visto así. Supongo que tiene razón.
—Sin embargo, te reitero que no debes de hacerte muchas expectativas a largo plazo. Nadie sabe lo que el futuro nos puede deparar, siendo a veces es caprichoso en propiciar eventos que no nos gusten.
Más allá del significado de sus palabras, Lesly había detectado un dejo amargo con que la señorita Hepburn había expresado eso último. Aunque sentía injusto que comparara la relación entre Lincoln y ella con… la suya y el señor Hepburn, pudo comprender que sólo quería prevenirla para que no se sintiese mal si las cosas entre ella y su amigo terminaban de un modo semejante a como les sucedió a ellos.
—Lincoln es un buen chico. Usted misma podrá darse cuenta cuando lo conozca.
La mujer suspiró. Admitía que en cierta forma la impresión inicial que le causó el muchacho no fue tan mala, aunque seguía un tanto disgustada que sus encuentros los hubiesen hecho a sus espaldas. Siendo más discreta en su propio nerviosismo, volvió a mirar la hora. ¿Qué clase de padres serían los señores Loud? Quería pensar que se trataba de una pareja razonable, pero el hecho que en esta época les diese por tener más hijos que los que ella tenía a su cargo, le daba mucho en qué pensar.
—¿Quieres un té, Lesly?
—Sí, gracias.
—Pues acompáñame a prepararlo. Me vendría bien otro.
Aunque fuese por un corto tiempo, ambas consiguieron distraerse antes de la llegada de sus invitados. Tanto Lesly como la señorita Hepburn envidiaban un poco el hecho que sus visitas no tuvieran que hacerse un manojo de nervios como ellas.
—Y no olvides que debes de llamarla en todo momento "señorita" Hepburn cuando te dirijas hacia ella, Lucy —Lincoln le explicaba una vez más a su hermanita en su habitación—. Así, completo. También por lo que más quieras, no menciones nada relacionado con la muerte o la pérdida con los otros chicos. No sabemos si están ahí porque sus padres murieron o algo así de trágico. No quiero que por accidente ofendamos a alguien. Y nada de pedirle a Lesly que te ayude con invocaciones o cualquier clase de ritual esotérico.
Lucy suspiró un tanto harta que Lincoln le repitiera por enésima vez las mismas reglas que habían repasado los días previos al domingo, como ayer por la noche tras la cena, o esa misma mañana antes del desayuno.
—*Suspiro*. Ya te dije que sí a todo, hermano. Tenme un poco más de fe en que sabré comportarme y relájate un poco.
—Lo siento. Es que de verdad quiero que nuestra visita con Lesly sea perfecta y por eso necesito dejarle a la señorita Hepburn la mejor impresión de todas para que me permita seguir yendo a visitarlas.
Lola que al pasar los escuchó, se apoyó sobre el marco de la puerta interesada en su conversación.
—Y por eso es que cometiste un error en escoger llevar a Lucy, Lincoln. Si lo hubieras hecho conmigo, créeme que dejaría sorprendida a esa mujer al punto que hasta ella misma me pediría lecciones de etiqueta.
Detrás de ella, Leni le puso una mano sobre el hombro a la niña.
—Ya déjalos, Lola. Aceptamos dejar que Linky llevara hoy a Lucy. Si le va bien, tal vez la próxima vez nos lleve a nosotras, o traiga a Lesly a casa para presentárnosla correctamente.
Lincoln dudaba mucho que la señorita Hepburn dejara salir así como así a su amiga para que los visitara. Aunque si lo hacía acompañada de Amanda o ella misma para supervisarla… pensaría en eso más tarde, por ahora era suficiente con la preocupación inmediata que ya tenía.
—Sí. Luego me ocuparé de eso, Leni.
A falta de Lori, Lincoln pensó en pedirle algunos consejos a Leni sobre cómo comportarse con la señorita Hepburn, dado que también tendría que tratar con ella, aunque la mayor de los Loud tenía más experiencia y de sobra acerca de convivir de manera cercana con la familia de su novio, tan numerosa como la suya… o con las de otras amistades como en su caso. ¿Qué tan cercana sería Leni con la de su novio?
—Por cierto, Leni... ¿normalmente cómo te llevas con…?
A la vez que le hablaba, se escuchó un coche estacionarse al frente de la casa, lo que hizo sonreír a la modista, que pronta se marchó despidiéndose de sus hermanos.
—¡Isaac ya llegó! ¡Nos vemos! ¡Suerte con la familia de Lesly, chicos!
La escucharon decirle adiós a quienes se encontraba en su camino por la casa. Lincoln, Lola y Lucy se asomaron por la ventana para verla salir y subir en el coche de aquél chico que trabajaba en el cine donde lo conoció un par de meses atrás cuando fue con sus amigas.
Luna y Luan no se encontraban tampoco, también estaban con sus respectivas parejas aprovechando el domingo. Lynn se había marchado a hacer ejercicio. Con cierta resignación Lincoln miró a Lucy y a Lola.
—¿Alguna de ustedes puede darme un consejo para llevarme bien con la señorita Hepburn?
Lucy suspiró dándole a entender que eso estaba fuera de su alcance. Lola parecía querer recomendarle algo, pero no se le ocurría nada que no fuese lo que ella misma solía poner en práctica.
—A mí me sirve para ganarme a los jueces el halagarlos un poco. ¿Recuerdas a mi amigo y pretendiente Chris? A mamá le cayó bien y todo lo que tuvo que decirle fue: "ya veo de dónde Lola sacó lo hermosa que es". Intenta eso.
—Sí… no creo que la señorita Hepburn sea la clase de personas que se dejan comprar así de fácil. Además, Lesly no es su hija realmente.
Lucy lo meditó un poco.
—Por lo que me han contado de lo poco que saben de esa mujer, me suena a que se trata del tipo muy estricta y recatada, que se fija mucho en la disciplina.
Lola asintió.
—Puedes decirle entonces: "ya veo de dónde Lesly sacó lo bien portada".
Lincoln no estaba muy seguro que aquello le funcionara, pero se lo guardaría por si acaso. Miró su reloj. Si quería ser puntual con Lesly y, sobre todo, con la señorita Hepburn para causarle una buena impresión, lo mejor sería que se marcharan ya.
—Bueno. Es hora. ¿Estás lista Lucy? Sólo voy al baño y nos vamos enseguida.
—Sí, te esperaré en la puerta.
Cuando Lincoln se marchó, Lola detuvo a su hermana antes que saliera de la habitación.
—Sobra decir que cuando regreses vas a contarnos todo sobre cómo les fue.
—*Suspiro*. ¿Tanto interés tendrás en saberlo?
—Todas lo tendremos.
—*Suspiro*. No recuerdo que ni con Ronnie Anne o Stella pusieran tanto interés como con esa chica.
Lola hizo un gesto avergonzado.
—Es… diferente. Esas chicas no… bueno… Lesly es…
—¿Diferente?
Lola se sonrojó. Al igual que la mayoría de sus hermanas, tenía ciertas dificultades para hablar acerca de la amiga de Lincoln cuando tocaban el tema de su discapacidad, siempre apenadas y preocupadas de decir algo indebido, siendo curiosamente Luan la más correcta de todas al casi nunca mencionar nada al respecto
—Me alegro que Lincoln tenga una amiga y quizás… un "interés", si sabes a lo que me refiero.
—Obvio.
—Pero… es raro que se haya fijado en una niña que tenga… "eso".
Lucy asintió.
—Comprendo que es un terreno completamente nuevo para todas, incluso para mí si te soy honesta. De lo que me entere, les contaré hasta donde lo vea conveniente, pero no me presionen. Tengo que mantener el favoritismo que Lincoln tiene sobre mí para que no pierda la confianza que me ha dado.
Lola la miró con fastidio.
—Corta eso. Es obvio que no eres su favorita.
—Lo sé —Lucy se permitió sonreír—. Sé que nuestro hermano nos ama a todas por igual, sólo me parece divertido molestarlas un poco.
—No seas absurda, ¿en serio crees en esa tontería que siempre repite? Es obvio que tiene una favorita y esa soy yo —con firmeza y arrogancia, se dio la vuelta ondeando su larga caballera rubia y agitándola también con sus manos para crear un efecto glamoroso— Sencillamente Linky mantiene el secreto para no hacer sentir mal a las demás.
—¿Cómo estás tan segura de eso?
Pavoneándose se dirigió hacia la puerta, entonces se giró hacia ella y la autoproclamada princesa del hogar, le guiñó un ojo.
—Tengo mis métodos.
Lucy volvió a suspirar manteniendo aparentemente su semblante inexpresivo, en realidad le había hecho gracia su actuar y estaba sonriéndole. Lola que sabía identificar las emociones de Lucy como cualquier otro miembro de la familia, se sintió satisfecha por su logro, así decidió que ya era hora de irse, pero al volverse para hacerlo chocó contra alguien quien, pese al impacto, no se movió ni retrocedió ni un milímetro como ella sí lo hizo.
—¡Ly… Lynn! —además de por la inesperada aparición de su hermana, tartamudeó asustada al darse cuenta de su expresión enfadada—. ¿Hace cuánto que estás aquí?
—Llegué hace un momento. Subí cuando vi a Lincoln ir al baño.
La niña de ocho se tensó un poco.
—Tú… ¿nos escuchaste?
Algo más que le divirtió a Lucy de Lola, fue la expresión temerosa que adoptó al sentir la mirada de Lynn clavarse en ella, al menos hasta que perdió interés en sus tonterías para dirigirse hacia ella.
—Creí que Lincoln y tú ya se habrían ido a ver a esa niña.
—En un momento lo haremos. ¿Es que interrumpiste tus actividades porque quieres acompañarnos?
Por el contrario, en realidad Lynn se había marchado para evitarlos hasta que se fueran. Tal vez debió der darles más tiempo antes de regresar.
—¿Por qué querría desperdiciar mi domingo acompañándolos? Seguro será algo aburrido si la maestra… directora… o lo que sea esa mujer, no va a dejarlos jugar si va a querer que se porten de manera muy formal y obediente.
—Yo no voy a "jugar", sólo quiero conocer a Lesly y su entorno. Siento que debe de ser fascinante un ambiente familiar muy distinto al convencional, donde la hermandad no se mide por parentesco, sino por las semejanzas de una vida sin unas genuinas figuras paternas o maternas.
—Eso dije. Aburrido.
Lola alzó la mano un tanto disgustada, recuperándose de la impresión que Lynn le causó.
—A mí todo eso sí me llama la atención. Estoy segura que esos niños tienen historias interesantes qué contar.
—Y de pedírselas que te las cuenten, al no conocerte te dirán que te metas en tus propios asuntos.
Muy a pesar, ambas tuvieron que darle la razón en ello. Si se trataban de temas muy personales, tal vez incluso delicados, difícilmente querrían hablar de ellos de buenas a primeras. Recuperando su confianza, Lola se encogió de hombros.
—Estoy segura que no me costaría trabajo conquistar el corazón de esos chicos con mi encanto para que se abran conmigo. Soy hermosa, adorable y si Linky lo consiguió con su amiga, yo también podría.
Lynn tensó sus puños ante la mención. Lucy tragó saliva lamentando el error que Lola cometió.
—Sabes, estoy lo suficientemente cansada como tener que soportar a una niña malcriada con delirios de grandeza —relajó sus manos y tomó aire en una claro intento de controlarse—, pero más lo estoy de escuchar a cada momento acerca de la "amiguita" de Lincoln, como si no tuviera nadie otra cosa de qué hablar. ¡Me voy mi habitación!
La niña impresionada por su reacción, con fastidió le espetó.
—¡Está bien! Ya entendí que Lesly no parece agradarte, ¿pero por qué? ¿Qué te hizo en el estadio? ¿Estás así sólo porque te quitó la atención de ese día? Si es eso, ¿qué importa? De todas maneras perdieron el juego —poniéndose ambas manos a los lados de la cintura la retó—. ¿O es que vas a decirnos que por su culpa perdiste? Sería curioso que en eso Linky y ella tuvieran algo en común, ¿no te parece? ¡Que ambos consideres que te dan mala suerte!
Alarmada, Lucy se acercó convencida que Lynn le tiraría algunos dientes a Lola, pero esta fue mucho más rápida que ella cuando la asió por los tirantes del vestido hacia su rostro.
—Vuelve a echarme en cara "eso" otra vez y antes de participar en el próximo concurso de belleza, primero haré que necesites cirugía plástica.
De nuevo perdiendo su valentía, Lola asintió sintiendo un nudo en la garganta.
—Querrás decir cirugía reconstructiva —Lucy le señaló—. Plástica es sólo para corregir imperfecciones, mientras que la primera es…
Una mirada de Lynn bastó para callarla.
—Gracias por responderme algo que no te pregunté, Lucy —volvió a mirar a Lola aterrada entre sus manos. Dándose cuenta de lo que estaba haciendo, la soltó con brusquedad—. Vaya "favorita" que eres.
Se marchó y un par de segundos después la escucharon azotar la puerta de su habitación al cerrarla.
—*Suspiro*. Al menos ya estoy lista, así que por ahora no tengo que entrar por nada más a mi cuarto.
—En serio, ¿qué rayos le pasa a Lynn?
—Eso mismo podría preguntar de ti.
—¿Disculpa?
—¿Es que no te diste cuenta del error que cometiste al recordarle aquél suceso? Aun cuando Lincoln la perdonó por lo que esa vez hizo, como al resto por seguirle la corriente, admitiendo que fue también su culpa por propiciarlo, Lynn nunca se ha podido perdonar a sí misma por lo que le causó.
Lola se encorvó un poco avergonzada.
—Sí, está bien. Reconozco que se me fue de más la lengua. Pero aparte de eso, en serio, ¿qué sucede entre Lynn y Lesly? ¿Realmente no le agrada esa niña?
—No lo sé —le mintió—. Digamos que los demonios aun viajando por las turbulentas cascadas, se muestran incapaces de entrar en los jardines sagrados.
Lola miró un instante a Lucy sin perder la costumbre de no entender su "jerga poética" como pensaba de su forma de hablar.
—Lo que sea. A mí me hubiera gustado tomar el té con Lesly y enseñarle modales gustosa. ¿Tú vas a hacer alguna ceremonia rara de las tuyas con ella?
—Lincoln no me dejó.
—¿Qué hay de los otros chicos que estarán ahí?
La sonrisa de Lucy se hizo más pronunciada. Mientras no tocara ciertos temas con esos chicos, Lincoln no le dio con ellos tantas restricciones como con Lesly.
Lincoln al salir del baño miró hacia la habitación de Lynn y Lucy, seguro de haber escuchado la puerta azotarse. Pensó que tal vez Lynn había regresado. Por un momento pensó en tocar a la puerta para despedirse, pero por la fuerza del azote estaba claro que Lynn se encontraría de mal humor. Concluyó que lo mejor sería dejarla tranquila, otro día se ocuparía de ella.
Fue a la sala donde su madre se encontraba para despedirse de ella. Estaba mirando una película animada con Lily y Lana. Su padre había ido al restaurante para revisar que todo estuviese en orden
—Mamá, ya me voy con Lucy a visitar a Lesly.
La mujer asintió. Abrió la boca sólo para cerrarla enseguida. Lincoln la notó extraña.
—Lincoln… ve con cuidado y cuida a tu hermana. Pórtense bien.
El chico estaba por preguntarle algo, pero al comprobar una vez más la hora, prefirió guardárselo. Desde que conoció a Lesly, su madre le daba la impresión que no estaba del todo cómoda con su amiga, pero no sabía por qué y por mucha curiosidad que tuviera, tenía miedo de preguntar. Amaba a sus padres tanto como a sus hermanas, a quienes sentía como una pareja liberal en muchos sentidos al no ser racistas, homofóbicos o intolerantes a alguna religión siendo agnósticos, por lo que odiaba la idea de que al menos su madre pudiera guardar algún prejuicio contra las personas con discapacidad visual o cualquier otra.
—Sí, mamá. Gracias. Voy por Lucy.
—¡Saluda a tu amiga de nuestra parte! —Lana le pidió.
—¿Por qué tenemos que usar esto?
Margue se quejaba del bonito vestido rosa que llevaba. Heidi no tenía problema con el suyo que era verde, como tampoco Mallory con su vestido blanco, aunque la pequeña ya lo había ensuciado un poco al jugar con Adam para exasperación de la señorita Hepburn. A los chicos sólo los había limitado a usar zapatos en vez de tenis, con camisas de cuello en lugar de playeras o camisetas sin mangas, además de pantalones en lugar de shorts.
—Porque vamos a tener visitas y es correcto estar presentables para causarles una buena impresión.
—Que fastidio —Carl se quejó una vez más—. Pero si el novio de Lesly sólo viene a verla a ella, no a nosotros.
—Sus padres lo acompañarán. Y el joven no es el novio de Lesly, Carl.
—Hasta donde sabemos.
El chico se calló ante la reprimenda que la mujer le dio con la mirada, aunque la hizo dudar un poco. Lesly suspiró. Ya se había cansado de aclarar que Lincoln no era su novio, por lo que sencillamente los dejaba bromear al respecto cuando comprendió que eso era lo que en realidad hacían.
—Tal vez los papás de Lincoln quieran adoptar a uno de nosotros.
Adam sonrió optimista ante su idea, pero fue el único que pensó algo así, ni siquiera su amiguita Mallory creía que eso pudiera suceder. Preocupada porque el resto se formara tales ideas, la señorita Hepburn estaba por decirles algo, cuando de pronto el timbre de la entrada sonó. Miró el reloj de su muñeca. La primera impresión que los Loud le causaron fue muy positiva ante la puntualidad que tuvieron.
—Muy bien, chicos. Recuerden sus modales cuando los presente con los señores Loud. Lesly, acompáñame.
—¡Sí, señorita Hepburn!
Tal vez sus amigos mostraran fastidio, pero Lesly tan pronto escuchó el timbre sintió un vuelco en su corazón. Mitad entusiasmo por reunirse una vez más con Lincoln en persona, mitad nerviosismo porque la visitara en su casa por primera vez, la niña le pegó ligeramente a la señorita Hepburn tras embestirla al dirigirse apurada hacia la entrada.
—¡Perdón!
—Cálmate, Lesly. Tú también compórtate. En todo caso los señores Loud me parece que ya tienen una buena impresión de ti. No vayas a perderla, por favor.
—¡No lo haré!
Sólo porque conocía cada rincón de la casa, es que se permitía dar saltitos sin temor a tropezarse con nada.
Aunque Andrea quería reprenderla, a pesar de parecerle un poco preocupante su emoción por reencontrarse con el chico, también le pareció adorable.
Cuando la señorita Hepburn abrió la puerta, se encontró en efecto con el muchacho peliblanco Lincoln Loud, acompañado de una niña cuyos ojos estaban cubiertos por un flequillo negro. El oscuro color del cabello de la niña le resultó extraño, pues su tono de piel era tan blanquecino como el de Lesly.
—Buenas tardes, señorita Hepburn —Lincoln la saludó, aunque su mirada inmediatamente bajó de su rostro al de Lesly detrás de ella, que se irguió apenas escuchó su voz— ¡Hola, Lesly!
—¡Hola Lincoln! ¿No tuviste problemas en llegar?
—Ninguno. La noche anterior revisé un mapa del pueblo por mi celular para ubicar tu casa y trazar una ruta para saber cómo llegar y con tiempo.
—¡Genial! No sabía que podías hacer eso con tu teléfono.
La señorita Hepburn carraspeó bruscamente para recordarles que estaba ahí todavía.
—Buenas tardes, joven Loud. ¿Quién es esa niña?
—Es una de mis hermanas: Lucy Loud. Lucy, saluda.
La estoica niña inclinó la cabeza brevemente. La impresión que le dejó a la señorita Hepburn, fue que se sentía aburrida o quizás hasta molesta por tener que acompañar aquí a su hermano en domingo.
—Encantada, señora.
—¡Señorita! —fue Lincoln quien la corrigió con apuro—. Es "señorita Hepburn", Lucy.
—Lo lamento.
Definitivamente esa niña era bastante peculiar, pero no de un modo que a ella le agradará.
—Ah… está bien. Encantada —al levantar la mirada no encontró por ninguna parte a los señores Loud como esperaba—. ¿Dónde están sus padres?
Lincoln se encogió de hombros.
—Papá tiene un restaurante y está supervisándolo, aunque también cocina. Mi mamá está en casa cuidando a mis hermanas más pequeñas.
La mujer parecía repentinamente molesta.
—¿Acaso no habíamos quedado en que si visitaría a Lesly, lo haría acompañado, joven Loud?
Lincoln parecía confuso.
—Pues… sí. Por eso traje a mi hermana.
La señorita Hepburn se preguntó si acaso el chico se estaba haciendo el tonto a propósito, provocando que comenzara a perderle la poca simpatía que le había generado en un inicio. La niña de cabello negro suspiró pesadamente antes de dirigirse hacia ella.
—"Señorita…" Hepburn. ¿Le aclaró a Lincoln que, por acompañamiento, se refería a alguno de nuestros padres?
Ahora que lo pensaba bien, no. No lo hizo. Lincoln parecía genuinamente sorprendido al no habérsele ocurrido que a eso se refirió cuando le dio aquella indicación. Bien, con esto la señorita Hepburn entendió que el chico no se hacía el tonto a propósito… sencillamente lo era.
—¿Les dijeron sus padres algo antes que vinieran aquí?
—Que le mandáramos sus saludos y que nos comportáramos.
El que no tuvieran reparos en mandar a dos de sus hijos casi al otro lado el pueblo sin ningún adulto acompañándolos, le hizo pensar que eran un tanto negligentes con ellos. No se imaginó a ninguna agencia de adopción permitiéndoles una con ese antecedente. Lincoln se preocupó.
—Entonces… ¿tenemos que irnos?
Lesly ansiosa se giró hacia la señorita Hepburn. Había esperado mucho el domingo, por lo que también parecía frustrada ante la posibilidad que por el error de Lincoln… y también de la señorita Hepburn por no haber sido más específica, tuviera que decirle ya adiós a su amigo.
—Se… ¿Señorita Hepburn?
Andrea suspiró resignada. Peores modales tendría ella sí solo los mandaba a volar ahora que ya estaban aquí.
—Adelante. Pueden pasar.
Suspirando con alivio, ambos obedecieron. El muchacho vestía ligeramente informal. La directora pensó que a sus chicos no les haría gracia percatarse de este detalle después que los hizo vestirse de forma presentable para las visitas, al menos la extraña niña llevaba un vestido negro, aunque no precisamente bonito a su criterio.
—Lesly, te presento a mi hermana Lucy. Ella no estaba con el resto cuando pasó el altercado en el estadio. Lucy, ella es mi amiga Lesly.
—Hola, Lucy. Encantada.
Lesly levantó la mano y Lucy se acercó para estrecharla.
—El gusto es mío por conocer finalmente a la amistad que mantiene a mi hermano constantemente distraído al permanecer en sus pensamientos desde la mañana hasta el anochecer.
—¡Lucy! —Lincoln la amonestó—. ¡Deja eso!
Lesly se sonrojó ligeramente al entender más o menos lo que le dijo aquella otra hermana de Lincoln. Su mano al tomarla la sintió muy pequeña, casi como la suya o incluso un poco más, por su manera y tono al hablar había pensado que se trataba de una chica mayor.
—¿No me habías contado que Lucy tenía diez años, Lincoln?
—Los tengo —recalcó Lucy sorprendida—. No me imaginé que mi hermano te contara sobre mí.
—Lo ha hecho de todas. Cosas buenas por supuesto.
—Me siento halagada.
Fue el turno de Lincoln de suspirar, agradecido porque Lesly no delatara que también le había contado las cosas malas de estas.
Andrea los condujo a la sala donde el resto de los chicos con distintas reacciones vieron a la pareja de hermanos. Lincoln se puso algo nervioso al sentirse examinado por aquellas miradas, tal como cualquiera en su familia lo haría con el pretendiente en turno de una de sus hermanas.
—Niños, saluden. Ellos son los amigos de Lesly.
Algunos escuetos "hola" se escucharon.
—Hola a todos. Me… me llamo Lincoln y ella es mi hermana Lucy… ah… un placer… chicos.
Avergonzado, Lincoln se dio cuenta que en realidad no estaba muy seguro de cómo dirigirse hacia ellos. Aquellos niños los observaban como si esperaran algo, específicamente de él. De pronto inesperadamente Lucy se robó la atención de todos sacando de la nada una baraja.
—¿Alguien quiere que le diga la fortuna o su futuro? Puedo leérselas sin problema.
Ágilmente Lucy se pasó de una mano a otra las cartas de manera consecutiva. Lincoln estaba sorprendido, pero no por la habilidad que su hermanita tenía al barajarlas.
—¡Lucy! ¿De dónde sacaste eso?
—Obvio que de mi habitación —ignorándolo, continuó animando a los niños a su modo—. Entonces, ¿a nadie le gustaría?
Nervioso, el muchacho miró a los chicos imaginándose sin estar seguro por qué, que estarían molestos, sin embargo, sólo estaban extrañados. Un chico de la edad de las gemelas se le acercó a Lucy interesado.
—¿Eres una adivina de verdad?
—Prefiero el término "vidente" pero sí, la idea es parecida.
—No seas tonto, Carl —una niña sólo un poco mayor que el chico se inmiscuyó—. Nos está tomando el pelo. Esas cosas no existen.
Lucy parecía mirarla con dureza, o esa es la impresión que le dejó a la niña, ya que no podía ver sus ojos ocultos detrás de ese cabello negro.
—Puedo leerte tu futuro inmediato para que me pongas a prueba. Me gustan los retos.
A algunos les causó gracia la reacción consternada de la niña.
—Yo… no lo sé.
Miró a la señorita Hepburn como buscando su aprobación o que le dijese que no debía de hacer eso, Lincoln también lo hizo pensando que estaría molesta por lo que su hermana provocó, pero ella estaba tan sorprendida como ellos por lo que Lucy estaba haciendo. También era muy escéptica de las supersticiones, pero no creía que la niña se estuviera burlando de nadie, sencillamente ella creía en esas cosas y era la forma en que estaba buscando romper el hielo con los chicos. Extraño, pero efectivo.
—Si no quieres, no tienes que hacerlo, Heidi.
—¿Yo sí puedo dejar que me lea el futuro? —Le pidió el varón mayor del grupo, que a Lucy le pareció tenía diez años como ella.
—Pues… sí. Si ella quiere hacerlo y tú también, Brian.
No sólo Brian, pronto el resto de los chicos y chicas, salvo por Heidi que estaba indecisa, se estaban presentando uno a uno a Lucy buscando turnarse para jugar con ella. La señorita Hepburn no se sentía del todo convencida ya de aprobar la actividad.
—Esperen, niños. La señorita Lucy es una invitada. Hagan orden y por favor recuerden que sólo se trata de un juego, no se lo tomen tan en serio… aunque no estoy muy segura de permitirles jugar a algo relacionado con una baraja.
—También puedo leer la mano —Lucy le explicó—. Incluso le puedo leer su fortuna a usted, señorita Hepburn.
—Bien, entonces primero vayan todos al comedor. Les prepararé unos aperitivos.
Lincoln quedó olvidado en la sala junto a Lesly, sin embargo, suspiró aliviado de que su hermana se haya encargado de los chicos. Lesly emitió una risita a su lado.
—Tu hermana es tan… particular, como me contaste.
—Sí. Esa es Lucy.
Una niña de siete años que se quedó rezagada del grupo, exclamó.
—Es muy rara.
—¡Mallory! —Lesly la reprendió—. No seas grosera. Es la hermana de Lincoln.
—Pero sí lo es. De todas formas, me cayó bien. ¿Pero cómo es que su cabello es negro si es como tú?
A la niña le habían explicado que casi todas las personas albinas tenían por lo general el cabello rubio o blanco.
—Se lo pinta —Lincoln le explicó—. Su cabello en realidad es blanco como el de Lesly o el mío, pero desde que era muy pequeña prefirió tenerlo negro.
—¿Tampoco puede ver como Lesly? No vi que tuviera ojos.
—Los tiene, pero por el cabello no se le ven.
—¿Cómo es que tu piel no es tan blanca si tienes el cabello blanco? ¿Te lo pintas como ella?
—No. Realmente mi cabello es blanco, aunque no soy albino como ellas.
La niña miró con simpatía al chico. Le extendió la mano.
—Me llamo Mallory.
—Y yo Lincoln. Encantado, Mallory. Lesly me ha hablado mucho de ti.
—¿De verdad?
—Claro, de todos ustedes. Es un placer conocerlos.
—¿Y qué te contó?
—Que tu mejor amigo es un chico llamado Adam —que por lo que Lesly le contó, Lincoln atinó al suponer que se trataba del niño rubio de cinco años—. Que te gustaría tener un perrito y no te gustan los nabos.
—¡Guau! Los nabos saben feo.
Lesly estaba encantada. Lincoln parecía haberle puesto mucha atención cuando le habló de los niños con los que convivía en la casa hogar como para recordar aquellos detalles. Aunque apreciaba bastante eso, le gustaría, aunque fuese un poco, pasar el tiempo con Lincoln ella sola.
—¿No quieres que Lucy te lea el futuro, Mallory?
—Sí. Ya voy. Lincoln es lindo. Ya entendí por qué te gusta mucho, Lesly.
Y la niña se marchó al comedor haciendo unos gemidos como un cachorrito. Con un poco de suerte esperaba que Lucy le dijera que cuando creciera se casaría con Adam.
Lincoln se sonrojó, aunque no tanto como Lesly, la cual se tapó por un momento la cara con ambas manos al sentirse muy abochornada.
—¡Mallory! ¡Nunca dije eso!
—Mallory ya se fue. —Lincoln le contestó.
—Ah… Estas niñas dicen cada cosa rara.
—Descuida, tengo varias de esas en mi casa.
—¿Quieres ver mi habitación?
—¡Seguro!
Lesly alzó su mano y entendiendo lo que quería, Lincoln la tomó. Lesly se sintió feliz por ser ella esta vez quien lo dirigiera a él en un sitio que conocía bastante bien.
—Los chicos son grandiosos.
—Gracias, Lincoln. Tal vez los conozcas mejor después de que jueguen con Lucy.
En el comedor la señorita Hepburn sirvió unos vasos con refrescos para los chicos y también para la pequeña invitada, que estaba examinando la mano de Margue, la niña pelirroja de siete años, tras haber hecho lo mismo con el pequeño Adam.
—Veo una larga vida que compartirás con un hombre apuesto y humilde, rodeada de muchos niños.
—Estoy segura que estás equivocada. Los niños no me gustan.
Lucy volvió a pasar sus dedos sobre la palma de su mano.
—Tal vez me equivoqué y se trata de una mujer hermosa.
La señorita Hepburn abrió los ojos y por un extraño instante dio crédito a lo que Lucy le estaba diciendo a la niña, pues no le sorprendería que tras lo que le ocurrió, Margue podría tal vez ser…
—Da lo mismo como sea esa mujer —la niña exclamó—. No me molesta tener amigas o amigos, sólo que los romances son tontos, por lo que no quiero casarme nunca.
—Suenas como mi hermana Lana cuando tenía tu edad. El mes pasado Lincoln se enfureció con ella y más con su amiguito cuando los vio demasiado juntos una vez en el taller del papá de él.
—¡Eso es tan tierno! —Heidi exclamó—. ¡Ya me toca!
—¿No habías dicho que no creías en esto?
La niña se ruborizó.
—Bueno… no creo, esto solo es un juego y… quiero jugar.
La niña tomó su lugar y durante un par de minutos tras darle su mano, Lucy terminó por examinarla.
—Tu vida será larga y feliz. Aunque no veo ningún chico por ahí —eso decepcionó a Heidi, al menos antes de recordar que no debería tomarse en serio lo que esa niña le dijera—. Bueno, en realidad veo muchos, también chicas, todos te buscan esperando que les enseñes algo.
—¿Enseñarles? ¿Qué cosa?
—De todo; de cómo funcionan las cosas, lo que ocurrió en el pasado, la naturaleza, la química. ¿Es que alguna vez has pensado en convertirte en maestra?
Heidi no estaba segura de cómo tomarse eso. Ciertamente le gustaba aprender cosas nuevas y era la que por lo general prestaba más atención a las clases de la señorita Hepburn o a las de los maestros particulares que los visitaban. No es que le gustara un tema en específico, sino un poco de todo, además era la que usualmente ayudaba a los más pequeños con lo que no entendían de lo que les enseñaban.
—Nunca lo he considerado.
—Pues aquí veo que lo harás y te irá bien haciéndolo.
Cuando Lucy le soltó la mano, Heidi se la miró con escepticismo tratando de comprender cómo es que Lucy vio todo eso.
—¡Sigo yo!
En cuanto se levantó, Brian ocupó su lugar mirando con fascinación a Lucy. La niña percibió esto y se sintió agradecida porque al menos ese chico tomara en serio sus predicciones. Esperaba ver algo bueno para él.
—Supongo esperas a que te diga que te convertirás en Ace Savy —Carl se burló—. Sabes que eso nunca pasará aunque te lo diga, ¿cierto?
—¡Cállate, Carl! —El chico se ruborizó y miró a Lucy avergonzado—. No le hagas caso. No es que me imagine por ahí yendo a cazar criminales y esas cosas.
Al principio pensó que Lucy no los escuchó dada la manera tan concentrada en que estaba mirando su palma, llegando al punto que lo incomodó bastante, al menos hasta que ella elevó su rostro para responderle.
—Pues parece que serás muy bueno haciéndolo cuando tengas la oportunidad.
—¿A qué te refieres? —de pronto se imaginó a sí mismo usando una máscara y el traje de Ace Savy.
—Te veo más alto, más corpulento, más apuesto, llegando a jubilarte ya anciano con un uniforme azul y una placa.
Brian no estaba seguro de qué lo dejó más satisfecho, si la idea de convertirse en policía para ayudar a la gente y poner en prisión a los tipos malos, o que Lucy considerara que al crecer sería apuesto.
Mientras tanto, la señorita Hepburn tomando una galleta, le encontró extrañamente sentido también a esa predicción. Se obligó a sí misma a recordarse que no debía de tomar aquel juego tan en serio, aunque agradecía el que Lucy dijese eso del niño, a que por el contrario él repetiría… ¡Basta! Tuvo que detener su tren de pensamiento escandalizándose del mismo. Brian no se convertiría en un degenerado como el que lo agredió. Lo conocía bien y sabía que era bastante noble como para hacer algo así.
—Veo una playa. Vives cerca de una —Lucy le decía al pequeño Simon—. Te veo pescando… junto a tu familia.
—Pero si no tengo papás.
—No, pero te convertirás en uno algún día, incluso llegarás a ser abuelo.
El niño estaba boquiabierto y las chicas se rieron de él. Carl suspiró cansado.
—Bueno, ¿qué hay para mí?
La señorita Hepburn le llamó la atención por el modo en que quitó a Simon del asiento para ocupar su lugar prácticamente empujándolo, o cómo al darle la mano a Lucy casi le da un golpe, lo que provocó que incluso Brian se molestara y diera unos pasos hacia el chiquillo un poco tenso.
—Está bien. No pasa nada —Lucy los calmó y tomó la mano del chico—. Sabes Carl, me recuerdas a un chico que casualmente se llama como tú… aunque vive en otra ciudad y es latino.
—¿Tu novio?
—Gracias al cielo, no —por algún motivo Brian se sintió aliviado de saberlo—. ¿Te gustan los coches?
—Sí, ¿por qué? ¿Voy a volverme un corredor?
—No. Un mecánico.
—¿Eso es todo? —se irritó— ¿Me ves trabajando en el taller de alguien?
—El taller es tuyo.
—Pues… genial. Tendré mi propio negocio. Aunque no estoy seguro de querer hacer eso toda mi vida.
—No me preocuparía mucho por eso. —La niña le dedicó una sonrisa enigmática que le produjo escalofríos.
—¿Qué quieres decir?
—Que por tu bien, procura pagar tus deudas y no tratar de aprovecharte de la aseguradora haciendo como si "algo" le pasó a tu taller. Hay cosas que pueden salirse gravemente de nuestro control.
La directora se puso de pie al ver la tez pálida de Carl imaginándose lo que Lucy le estaba insinuando.
—¡Señorita Loud!
Antes que pudiera continuar, Lucy la tomó de la mano de forma inesperada.
—Señorita Hepburn, con gusto será la siguiente.
Desconcertada, la mujer miró a los chicos que parecieron divertidos ante las posibilidades sobre lo que Lucy le dijera.
—Bien, ¿qué es lo que ve?
—Bueno… en su futuro sigue haciendo lo que le gusta en este lugar, en realidad seguirá haciéndolo por siempre y mientras pueda a lo largo de su vida, aunque…
Lucy extrañada pegó la palma de la mano de la señorita Hepburn más a su cara incomodándola. Ella estaba por sugerirle que si no podía verla bien, debería de hacer a un lado su cabello.
—¿Ocurre algo señorita Loud?
Lucy respingó sobresaltada.
—Creí que ciertas marcas me indicaban que se ganaría la lotería o algo así, pero sólo se trataban de las migajas de las galletas que nos dio.
Los chicos comenzaron a reír y la mujer sólo bufó. Una lástima. Algo de dinero extra para la casa y los niños le vendría bien.
Mallory divertida fue a sentarse frente a Lucy, quien tomó su mano para hacer con ella lo suyo. Los chicos en su mayoría estaban divirtiéndose, Lucy también, siendo aquella de las escasas ocasiones en que conseguía poner en práctica sus dotes, pocas veces apreciadas por los demás a pesar del empeño que puso en aprenderlas y mejorarlas.
—Me pregunto qué es lo que le dirá a Lesly cuando llegue su turno. —Heidi preguntó.
—Tal vez le diga que se casará con Lincoln. —Margue opinó.
Lucy sonrió de forma más amplia interrumpiendo su predicción sobre una veterinaria al pensar lo interesante que sería algo así.
—Saben, hace un tiempo le leí la fortuna a mi hermano, aunque con él usé la baraja, pues siento es más precisa y menos compleja que leer la mano.
—¿En serio? — Heidi exclamó—. ¿Y qué fue lo que viste?
—Fue algo extraño. Resultó ser de esas personas cuyo futuro se siente demasiado incierto, o tal vez yo aún estaba aprendiendo y no pude interpretar con claridad lo que vi. Por ejemplo, en un futuro aparentemente se quedaría soltero, pero aun así tendría tantas hijas como nuestros padres, así como también un hijo. Todos le causarían un caos en su vida, aunque llegaría a apreciarlo. Sin embargo, no por ello mis hermanas o yo nos alejaríamos de él, sino que extrañamente nos sentiríamos mucho más vinculadas a él a como lo estamos ahora.
—Eso suena raro. —Margue exclamó, inmediatamente imaginándose que el chico podría llegar a ser de esos sujetos que se desentienden de sus hijos, pero no estaba segura, al menos no como con ella, cuyos padres por igual lo hicieron.
—Cierto, pero era notable el amor que parecía guardarle a sus hijos —reflexionó un poco—, aunque había un detalle que me llamó la atención, que debería tener cuidado con el alcohol —hizo un gesto de desagrado antes de continuar, sin darse cuenta de lo mucho que preocupó a todos con aquella observación—. En otro sólo tendría tres hijas. Todas vinculadas por sangre y apellido, aunque… de ser franca, nunca me puse a curiosear mucho en ese probable destino, pues me ponía particularmente incómoda.
—¿Por qué? —Carl le preguntó atrapado por el relato—. Sería la vida de tu hermano. No la tuya.
—Sí, pero… no lo sé. Es algo por esas posibles hijas, me sentía en conflicto con ellas… en especial con una en particular. Extraño. Sin embargo, un futuro más normal lo predije tiempo después, uno que se hizo más constante, donde su vida se cruzaría con la de una persona a quien conocería de forma inesperada durante su temprana juventud, con quien tendría un lindo romance que culminaría con ambos jurándose amarse y respetarse, cuidarse y procurarse, compartiendo sus vidas juntos hasta que la muerte los separe. Quién sabe. Tal vez podría tratarse de Lesly.
Esto emocionó bastante a los chicos, no así a la señorita Hepburn que resopló algo irritada. Le fue inevitable hacerle una pregunta sin detenerse a pensárselo.
—Y con esa joven, ¿viste hijos?
—Cuatro niños perfectamente sanos, todos ellos, desde el segundo hasta el quinto.
—¿Segundo al quinto? ¿No dijiste que eran cuatro? ¿Qué pasa con el primero?
—Es "primera". En realidad, es algo más confuso.
Los chicos estaban confundidos. Heidi reflexionó al respecto.
—Pero, ¿cuál de todos esos futuros es el real?
—Ni yo lo sé. Deben de entender que el futuro no es algo que esté escrito en piedra que se cumplirá al pie de la letra como un instructivo de vida. Lo que veo son algo así como probables destinos, que de cumplirse, sería por tomar precisamente decisiones muy específicas, siendo que el no tomar unas, o buscar otras alternativas, lo cambiaría todo. Lo que les he contado a cada uno al leerles la mano, es quizá la opción más segura que seguirán con sus vidas, pero no la única. Si les gustó lo que les preví, continúen y sigan luchando por alcanzar sus sueños, si no les gusta, replanteen las decisiones que lleguen a tomar cuando se les presenten, siempre priorizando hacer lo correcto para cambiar su destino por uno mejor.
Los chicos reflexionaron al respecto, la misma señorita Hepburn tuvo que reconocer la verdad en toda aquella cátedra que la señorita Loud dio. Como charla motivacional era bastante efectiva y esperaba que los chicos se quedaran con lo mejor de aquella enseñanza. Aun así, no obviaría lo evidente al señalarlo.
—Eso fue muy hermoso, querida. Pero por lo que acabas de contarnos, tú misma admites que las predicciones que resultan de tales actividades de la adivinación nunca pueden resultar cien por ciento precisas.
—*Suspiro*. Lamentablemente así es.
—Eso pensé —entonces vio que muchos de los chicos parecieron abatidos por ello—. Vamos. No se desanimen, ya la escucharon. Si luchan por sus metas, algunas, si no es que la mayoría de las mismas, estoy segura que podrán llegar a realizarse. Todo es cuestión de siempre esforzarse, nunca confiarse, trabajar duro, poner mucho empeño en lo que uno quiere… y nunca tomar atajos.
Miró uno a uno a sus chicos levantándoles una vez más la moral, quedando al último Carl a quien pareció darle el último mensaje. El chico gruñó por lo bajo. Brian le preguntó a Lucy.
—¿Y le volviste a leer a tu hermano su suerte después de eso?
Lucy miró atentamente al chico, lo que produjo que él se abochornara y bajara la mirada. Lucy sentía que era buena leyendo el futuro, aunque a veces dudaba de sus capacidades, sintiéndose mucho más confiada al poder leer el pasado de la gente, algo que nunca admitiría a nadie que podía hacer, como tampoco contaría a nadie el repugnante horror que ese pobre niño vivió años atrás y pudo ver sin querer cuando leyó su suerte.
—No, pero supongo que de hacerlo en estos momentos, podría ser que me topara con un futuro muy distinto a los que les he mencionado… tal vez incluso uno al lado de Lesly. No descarto la posibilidad que los cuatro hijos que mencioné los tenga con ella.
Los chicos se llevaron las manos a los oídos exaltados ante los chillidos que las niñas dieron, ni siquiera Mallory se excluyó de la improvisada actividad grupal, sólo la señorita Hepburn se mantuvo inexpresiva un momento hasta que todos se calmaron justo cuando escucharon que alguien entró por la puerta principal. La señorita Hepburn vio el reloj. Tanto por la hora como que la recién llegada tuviese un duplicado de las llaves para entrar, no necesitó preguntar quién era o ir a ver para saberlo.
—Estamos en la sala, Amanda.
La universitaria entró sonriente, siendo recibida por los saludos de los chicos.
—¡Hola, Amanda!
—¡Buenas tardes, chicos! ¿Cómo está señorita Hepburn? ¿Qué es lo que están haciendo aquí todos juntos?
El pequeño Adam emocionado la abrazó de una pierna.
—¡Lucy nos está leyendo el futuro! ¡Dice que me haré abogado!
—¿Lucy? ¿Quién es Lucy?
Al alzar la mirada, una niña albina de diez años y con cabello negro alzó la mano. La universitaria la miró confundida.
—Ah… Hola, Lucy. ¿Llegaste hoy con la señorita Hepburn?
—Así es. Entonces tú eres Amanda, ya me habían contado también de ti.
—Espero que cosas buenas —se relajó un poco más—. ¿Cómo te ha parecido la casa hasta ahora?
—Tengo poco de haber llegado, pero está siendo una experiencia satisfactoria.
Aunque inquietante, le resultaba curioso el modo en que se expresaba. Bastante madura. Esperaba que aquello que la trajo a este sitio no fuese algo muy duro como con algunos de los chicos que estaban ahí, pero por su porte un tanto espeluznante, lo dudaba.
—Me alegra escuchar eso. Estoy segura que disfrutarás el vivir aquí.
La señorita Hepburn casi escupe la galleta que estaba degustando en ese momento, mientras que los chicos algunos extrañados y otros sorprendidos quedaron confundidos ante su comentario.
—¿Lucy vivirá con nosotros? —el más joven de los chicos exclamó—. Creí que se iba más tarde.
—No digas eso, Adam —Amanda lo amonestó—. Háganla sentir cómoda. Dime, Lucy. ¿No te gustaría quedarte aquí?
—No estoy segura que eso le guste a mis padres.
—¿Quienes?
Miró a la señorita Hepburn que negó con un gesto. Entonces creyó entenderlo. La niña se encontraba en un estado de negación por la pérdida de ambos, siendo ese el motivo por el que la transfirieron a la casa hogar como con ese chico Samuel el año pasado. El pobre había seguido insistiendo hasta que un familiar lo recogió un par de semanas después, que sus padres estaban con vida y sólo se estaban tomando su tiempo para ir por él. La pena que sintió por la pequeña fue todavía mayor.
Con tristeza, la universitaria se le acercó para rodearla entre sus brazos ante el desconcierto de todos y la misma señorita Hepburn al comprender que su asistente no había entendido su gesto. Ella acarició el cabello de la niña y le susurró.
—Todo estará bien, pequeña. Este es un buen lugar para vivir, donde podrás…
—¡Amanda! —la señorita Hepburn se apresuró a detenerla—. Lucy no es una nueva interna, es una visita.
—¿Visita? —unos segundos después lo entendió y abochornada se disculpó con Lucy separándose de ella—. ¡Lo siento! ¡Pensé que…! No importa.
Durante toda la confusión, Lucy se mantuvo inexpresiva como de costumbre, quizá contribuyendo con eso a que Amanda se imaginara que tenía alguna especie de trauma.
La asistente se había estado preguntado por qué la señorita Hepburn no le había contado que tendrían una nueva miembro del orfanato a su cuidado. Entonces y tras la aclaración de la misma, de pronto recordó que en efecto tendrían una visita, pero no se trataba de ninguna Lucy.
—No lo entiendo, creí que quien vendría sería el amigo de Lesly para visitarla.
—Lincoln es mi hermano —Lucy le contestó—. Vine con él.
La señorita Hepburn refunfuñó.
—Pero no con su padres, ¿puedes creerlo?
Amanda se rascó la mejilla pensativa.
—Pero usted no le especificó que quería que lo acompañara uno de sus padres. ¿O sí?
—¡Por sentido común debió de suponerlo! —exclamó exasperada.
—¿Y dónde está Lesly?
La joven miró a los niños esperando ver a su "hermanita postiza" entre ellos.
—Con Lincoln. —Mallory le respondió.
—¿Y dónde está ese muchacho?
—En nuestro cuarto. Lesly dijo que quería mostrárselo. Lucy, termina de ver mi mano. ¿Qué más es lo que ves?
Una vez más la atención de todos estaba en las palabras de Lucy, cuando de pronto la señorita Hepburn desconcertada preguntó al mismo tiempo que con la mirada pasaba lista entre todos los presentes alarmándose.
—¡Y quién está con ellos cuidándolos!
—... La de la izquierda es la cama de Heidi, la de enmedio es de Margue y esta es la mía.
Lesly había llevado a Lincoln ahí tan pronto el grupo se marchó con Lucy a la sala. El muchacho miró el cuarto de las chicas un poco intranquilo. Para él no era nuevo encontrarse en la habitación de una de sus amigas, pues hace mucho ya había estado en el de Ronnie Anne cuando vivía en Royal Woods, así como muchas veces también en el de Stella junto con algunos otros de sus amigos, siempre bajo la atenta vigilancia de la señora Zhau, la cuál extrañamente solía recelar más de él que del resto. Aunque ahora, sin estar seguro del por qué, sentía que había algo ahora que lo hacía diferente.
—¿Tus amigas no se molestarán porque estoy aqui? Digo, también es el cuarto de ellas.
Quiso pensar que se trataba sólo de eso lo que lo inquietaba, después de todo con sus hermanas tenía ya la experiencia que a veces les molestaba que entrara sin permiso, aun cuando fuese a visitar a la hermana quien sí se lo había dado. En mente tenía presente ciertos recuerdos relacionados con Lori y Leni como ejemplo.
—¿Por qué se molestarían? —Lesly extrañada le preguntó—. No creo que tenga algo de malo que conozcas nuestra habitación.
El chico miró hacia una de las camas, Lesly le había explicado que se trataba de la de Heidi. Avergonzado distinguió una pantaleta asomándose debajo de ella en el suelo, si estaba limpia o sucia daba lo mismo, era seguro que a la propietaria le incomodaría saber que un chico, en especial él, la vio.
—Bueno… supongo que si sólo permanecemos en tu espacio no hay problema. ¿Y cómo te ha ido en estos días?
—Bien. La señorita Hepburn finalmente me regresó mi celular, por lo que al fin pude volver a escuchar mi música y mis audiolibros.
—Genial. Veré por mi parte si encuentro algo bueno para pasarte y tengas algo más que escuchar.
Lesly se dejó caer en su cama moviéndose a un lado, dejando un espacio libre entre ella y el extremo donde Lincoln se encontraba. Se llevó ambos brazos cruzándolos atrás de su cabeza contra la almohada para ponerse cómoda y relajarse.
—Dime, ¿qué tal te ha ido en el curso? Amanda me contó que se trata de una amiga suya quien te lo está dando.
—Me va mejor ahora que la maestra ya dejó de pensar mal de mí.
Sin preguntar y por reflejo, Lincoln se sentó en el espacio libre. La cama era pequeña, pero lo suficientemente espaciosa para ambos.
—¿Y qué tal tus hermanas? ¿Dejaron de molestarte por lo que nos ocurrió en estadio?
—Ya no tanto o tan seguido como lo hicieron durante la primera mitad de la semana.
Dado que Lesly no había dicho nada por su acción, sin pensárselo mucho y sin avisar, Lincoln se recostó a su lado. La albina entonces al sentirlo, se movió de costado quedando frente a él cuando este le preguntó.
—¿Y qué hay de tí? ¿No te causé muchos problemas con los chicos cuando fui a despedirme contigo después?
—Los del orfanato me estuvieron molestando sólo un poco más, hasta que la señorita Hepburn los detuvo. Pero aquí, con mis amigos, ya te imaginarás que no fue muy diferente de lo que te ocurrió con tu familia al malinterpretar las cosas entre los dos.
—No creo que fuese lo mismo, por lo menos a ti no te acusaron de "infiel" y esas cosas. Yo tuve un poco de eso con Stella.
Lesly se sonrojó.
—Perdón por eso, creo que también tuve parte de la culpa por mi reacción… ah…¡No me refiero a que me fueras…! Si no a que pensé… ya sabes. Creí que tu hermana Lynn y tú… no eran precisamente hermanos.
Eso resultó extraño para Lincoln aquél día.
—Descuida, que en ese caso supongo que también Lynn tuvo la culpa, aunque sigo sin entender por qué pensaste que ella era mi novia.
"Por que eso fue lo que ella me dijo", Lesly se contuvo de responderle.
—No lo sé. Supongo que esa es la impresión que me dio. Tú… los dos… supongo que son… muy "cercanos", ¿no?
—Pues… sí. Supongo que soy el hermano favorito de Lynn después de Lucy. Debe de ser en parte la cercanía que tenemos en edad.
Lesly tragó saliva. ¿Se atrevería a contarle exactamente lo que Lynn le dijo en los baños sobre su "novio"? No. No se atrevería. Quería pensar que quizás había una explicación lógica detrás de todo. Tal vez e incluso no le disgustaría tanto descubrir que Lynn sólo estuvo tomándole el pelo.
—Eso es bueno, Lincoln. Yo por mi parte me siento más cercana con las chicas que con los chicos.
—Me imagino que debes de verlas algo así como tus hermanas.
—Son mis hermanas, aunque procedamos de sitios distintos, lo mismo los chicos que están ahora y los que lleguen después.
—Entiendo.
Por un momento se quedaron sin nada más que decir. Lincoln se limitó a contemplar a Lesly. Realmente era muy hermosa. La postura en que estaba recostada le despertó simpatía y cierto bochorno, en especial cuando al acomodarse y relajar sus brazos a los costados, de nuevo la prenda que llevaba le resbaló por el hombro. Esta vez no le pudo ver nada comprometedor, pero sólo por muy poco.
—Ah… ten cuidado con tu ropa, como que se te cae.
—¿Cómo dices?
Y Lincoln la tomó por un extremo cerca del hombro para alzarla y cubrirla mejor. Al sentirlo hacer eso, la jovencita se sonrojó.
—Lo siento. Gracias.
—No hay por qué.
Aunque no lo veía, ella podía sentir la proximidad en que se encontraba con su amigo. Lincoln tenía un plano muy claro de su rostro a escasos centímetros del suyo, pero Lesly podía percibir su aliento a pasta dental cuando hablaba. Por impulso ella no pudo evitar humedecerse los labios, gesto que crispó con nerviosismo y ansiedad a Lincoln inclinándose más hacia ella.
—Ah… Lesly. Y… ¿cómo te ha ido en… lo demás?
—Bi… bien —el olor de esa pasta dental se hacía más perceptible—. Lincoln… estás muy… cerca.
—¡Oh! ¡Perdón! Yo…
—Espera —hizo hacia adelante su mano hasta sentir el pecho del chico—. No me molesta, sólo… sólo decía —dudó un momento—. Entonces… ¿Stella cómo está?
—Bien. Supongo que en su casa.
—Y ella… será en realidad tu…
—Una de mis mejores amigas… y nada más —se sintió obligado a agregar eso último— Entonces… ¿de qué hablaron Stella y tú esa vez en el baño?
—Cosas de chicas.
—Como de que antes tuve una… otra amiga.
—No, pero sí una novia.
El chico se apenó.
—En realidad fueron cosas de… niños, por decirlo así. No es que lo fuera en realidad. Ronnie Anne era… tal vez… "casi" mi novia, pero sin serlo. ¿Qué hay de ti? ¿No tuviste un novio alguna vez?
—No estoy segura. Creo que sí. Tu lo has dicho. Fueron cosas de niños.
—¿Y cómo era él?
—"Ellos" se trataban de dos hermanos gemelos que estuvieron conmigo en el orfanato. Supongo que físicamente eran idénticos. Uno, José, era muy serio, algo tímido, pero lindo. El otro, Jhon, era muy intrépido, a veces incluso me daba algo de miedo, pero igual lo quería mucho.
El muchacho estaba asombrado.
—¿Y estuviste con uno y después con el otro? ¿Eso a ellos no les molestó?
—En realidad… creo que estaba con los dos al mismo tiempo, era muy pequeña entonces para entenderlo bien. Hasta donde lo recuerdo, entre ambos no parecían tener problemas por eso.
El muchacho tragó saliva al imaginarse semejante escenario.
—¿Hace cuánto dijiste que eso sucedió?
—Hace mucho, creo que yo era incluso más joven que Lucy. No pienses mal. Éramos muy inocentes los tres… al menos José y yo, de Jhon creo que ya no estoy tan segura, pero… bueno…
—¿Qué? —Preguntó con apremio.
—Nunca llegamos a… avanzar mucho más allá de lo que unos niños podrían… llegar a hacer… como podría…
—¿Suceder ahora? —Lincoln terminó por ella de hablar acercándosele todavía más. Esto tras percibirlo, animó a Lesly a también acercarse un poco más a él, sin poder pensar con claridad al igual que Lincoln.
De pronto, con Amanda detrás de ella, por la puerta entró la señorita Hepburn exclamando tras verlos a ambos en la cama con sus rostros el uno contra el otro.
—¡Oigan!
Ambos retrocedieron tanto que Lincoln se cayó de su lado de la cama, rodó un poco, pero al instante se puso de pie en posición de firmes como su abuelo alguna vez le había enseñado a hacer frente a una autoridad de alto rango.
—¡Sólo estábamos hablando!
—¡Sí, eso! —Lesly exclamó poniéndose de pie tan rápido que casi se cae al tropezar— ¡Sólo hablábamos!
Amanda quiso golpearse en la cara con cierta frustración, sintiendo que estuvo de más que ambos respondieran una pregunta que nadie les había hecho. La señorita Hepburn por su parte tuvo que reprimir el impulso de tomar a Lincoln por la oreja y correrlo de su casa. Intuyendo sus deseos, el muchacho pensó que después de todo había sido algo tonto pensar que Lucy podría hacerlo quedar mal… cuando después de todo no necesitó de su ayuda para hacer eso por su propia cuenta.
—¡Pues pueden hablar igualmente en la sala junto con el resto! ¡Vamos todos para ya en este instante!
—Sí, señora. ¡Digo! señorita.
Lincoln se dirigió hacia ellas para salir de la habitación por la puerta lo más rápido posible, Lesly estaba por seguirlo, cuando se detuvo para alisarse la ropa con ambas manos.
—Date prisa, Lesly. —La señorita Hepburn la apuró.
—Sí, un segundo. Sólo quería asegurarme haberme bajado bien el vestido.
Por impulso, Lincoln se dio la vuelta hacia ella, enseguida Amanda lo tomó del mentón obligándolo a regresar la vista al frente apartándola de Lesly. Eso no evitó que la señorita Hepburn se escandalizara por lo que la jovencita dijo.
—¡Disculpa!
—Sí. Supongo que se me subió un poco cuando me recosté en la cama.
—¡No, no lo hizo! —Lincoln se apresuró a aclarar.
—¡Oh! Gracias, Linc.
La mujer carraspeó.
—Lincoln. Llámalo Lincoln, Lesly. Es de mala educación usar ese tipo de diminutivos.
—Descuide —Lincoln le señaló con una sonrisa—. No me molesta cómo ella prefiera llamarme.
El muchacho esperó con ello romper un poco el hielo entre la señorita Hepburn y él, pero a juzgar por la expresión que le dedicó, no resultó. Amanda discretamente se inclinó hacia su oído.
—¿Sabes qué es más efectivo en estos casos, Romeo? La discreción.
Lincoln de verdad deseaba que la tierra se lo tragara.
Había pasado una hora y casi todas las niñas estaban jugando como acostumbraban por su lado. Aunque Lucy les agradó, no la habían invitado a jugar con ellas, dado que a pesar de todo les producía algo de miedo. La hermana de Lincoln no se ofendió, se encontraba en el comedor muy animada a su modo escuchando a Brian contarle su día a día.
—...Y finalmente me quitaron los brackets hace un par de meses. No importa lo mucho que Margue me envidiara por tenerlos. Sencillamente ya estaba harto de ellos.
—Dos de mis hermanas tuvieron que usarlos. Aunque no recuerdo mucho de cuando Lori lo hizo, la escuché quejarse un par de veces sobre cómo le molestaban. Luan todavía los tiene, pero si le desagradan de alguna manera, nunca nos lo ha dicho. Igual espero no tener que usarlos cuando sea mayor.
—¿Y qué habrá para ti en ese entonces?
—¿A qué te refieres?
—De tu futuro, ¿nunca te has leído la suerte a ti misma para saber a lo que te dedicarás cuando crezcas o si… ya sabes… tendrás un novio o algo así?
La niña se sonrojó casi enseguida después de él, sonriendo de forma marcada, conmovida y halagada ante el evidente interés del chico en ella. Entre lo que esperaba conseguir en aquella visita, nunca se esperó un admirador. Apenas y se dio tiempo para responderle aclarándole por qué nunca lo había hecho.
—¿Acaso un médico puede operarse a sí mismo?
Esto desconcertó a Brian.
—¿Podría?
Aunque demasiado ingenuo y a pesar de lo que le ocurrió en el pasado, Lucy admitiría para sí misma lo tierno que le pareció el muchacho, además que le agradó casi tanto como ella a él.
Los chicos miraban la televisión haciéndose bromas entre sí jugando un poco durante los comerciales, Lesly y Lincoln se encontraban con ellos. El chico Loud finalmente estaba conociéndolos mejor y estos a él, resultando una dinámica bastante agradable, todo bajo la atenta mirada de la señorita Hepburn y Amanda. Por si acaso, la primera igualmente desviaba en ocasiones la vista hacia donde Brian y Lucy conversaban, sólo por si acaso.
Carl estaba asombrado por lo que el amigo de Lesly les contaba.
—Y yo que me quejaba que hubiera aquí cuatro niñas, ¿pero diez? ¡Eso es increíble! ¿Cómo le has hecho para sobrevivir?
—Uno se acostumbra. Cuestión de práctica.
Brian se dirigió con Adam a jugar con ellos, entonces Lucy por la espalda en un abrazo se le pegó a Lincoln, que continuaba repartiendo su atención entre los chicos y su amiga.
—Hermano, ¿no me dejarías adivinarle también a Lesly su fortuna?
—Lucy…
La mirada que Lincoln le dedicó fue severa, aún estaba algo inseguro sobre la actividad que su hermana había realizado con los chicos, la cual por lo menos agradecía no ameritara una sanción de la señorita Hepburn. Las chicas que los escucharon se les acercaron curiosas.
—¡Eso suena divertido! —opinó Mallory—. Lesly faltó de jugar.
Los chicos parecían también interesados en lo que podría decirle, incluso Amanda una vez que la directora la pusiera al corriente de lo que sucedió antes de su llegada. Lincoln volteó hacia su amiga.
—No lo sé. ¿Tú qué dices, Les?
La niña se recargó en su hombro indecisa.
—No creo mucho en esas cosas.
Heidi para disgusto de Lucy sonrió victoriosa. A pesar que la encargada tampoco daba crédito a esas creencias, mentiría si dijese que no se sintió algo decepcionada. Guardó cierta intriga sobre lo que la niña pudo decirle, pero por mucha curiosidad que tuviera, no la obligaría a hacer algo que no quisiera.
—Tal vez podríamos sólo hablar —Lesly opinó—. Cuéntame algo de ti, Lucy. ¿Qué te gusta hacer?
Mientras Lucy gustosamente le contaba sobre sus autores favoritos, su poesía, o acerca del club de góticos al que pertenecía, Amanda le preguntó a la señorita Hepburn mientras los observaban.
—Entonces, ¿qué opina de Lincoln? —la mujer levantó una ceja con desconcierto—. Me refiero obviando la parte en que se quedó a solas con Lesly en su habitación, por supuesto.
La mujer suspiró.
—Admito que es educado y agradable. Temí que se mostrara algo prejuicioso con los niños o demasiado curioso, pero parece muy respetuoso al no hacerles muchas preguntas, permitiéndoles que le hablen sólo de lo que ellos quieran contarle. Reconozco que eso es admirable.
Lincoln no era ni sería el primer chico interesado en trabar amistad con sus niños, pero en casi todos los pocos casos anteriores, aquellos otros pecaron de curiosos al preguntarles el motivo por el que se volvieron huérfanos, llegando a ser tan insistentes que terminaban por resultar molestos con todo y que les llegó a pedir comprensión y respeto ante algunos temas demasiado personales y delicados, motivo por el que dichas amistades usualmente no prosperaban. Si Lincoln no les hacía muchas preguntas sobre sus pasados, más que falta de interés, parecía sólo un modo de respetar su espacio y eso ella lo apreció mucho. No obviaría su evidente interés por Lesly, así los modos en que la trataba con mucha atención, respeto y… cariño, demasiado cariño para su gusto, pero no para Lesly, quien lucía muy complacida con él. Ni siquiera el haberlo visto tan cerca de ella en la habitación de una forma un poco comprometedora, la cegaba al respecto de sus virtudes.
Aun temiendo cómo la señorita Hepburn pudiera tomárselo, Amanda se arriesgó a mencionarle.
—Sí. A mí también me parece un chico que pese a ser algo atolondrado, tiene un gran corazón. No está mal para Lesly… creo.
—Supongo que tienes razón — La señorita Hepburn volvió a suspirar intranquila—. Es imposible evitar que los niños crezcan.
Para Amanda eso era un avance en la búsqueda de la aprobación del chico. Por su parte no presionaría más a la directora al respecto.
Lesly se puso de pie y extendió su mano hacia la hermana de su amigo.
—Acompáñame, Lucy. Quiero mostrarte un disco que me regaló el director Stevens hace unos años. La música creo que es como me describiste tus favoritas.
Lucy tomó amigablemente la mano de la chica permitiéndole que la condujera ahora a ella. Lincoln inseguro de seguirlas, prefirió quedarse con los chicos para seguir platicando con ellos, considerando justo que le diera su momento a solas a Lucy con su amiga por esta vez.
En la habitación de las chicas, Lucy escuchó el disco que Lesly reprodujo en un viejo Discman, cuyas funciones conocía al tanteo perfectamente.
—¿Y bien? ¿Qué opinas?
—Que si esto te lo regaló un maestro y sueles escucharlo todavía, entonces ambos tienen muy buenos gustos. Sí, de esto es de lo que te hablaba.
Lucy continuó escuchando algo de esa música, mientras que Lesly le habló un poco nerviosa.
—¿Puedo preguntarte algo?
La pelinegra se quitó los auriculares sin sorpresa. Había intuido la doble de intención de esa chica al llevarla ahí apartándola del resto.
—Por supuesto, dime.
Ya se imaginaba las preguntas que le haría acerca de su hermano. Lola se sentiría muy celosa cuando le contara los detalles y también el resto de las chicas.
—¿Por qué te pintas el cabello de negro? No digo que no esté mal, pero, ¿no te gusta tenerlo blanco?
Entonces era eso. No se lo esperaba y por eso Lucy se desconcertó.
—Fueron mis padres a quienes se les ocurrió primero la idea cuando era todavía una bebé, pero… admito que le tomé el gusto. Tengo miedo que si me lo dejo así, blanco como es en realidad, pueda parecer un…
Contuvo la palabra a tiempo, pero no sirvió de mucho. Lesly terminó el enunciado por ella de la peor manera.
—¿Verte como un fenómeno? ¿Eso es a lo que le temes?
–¡No! No es eso. Por favor no pongas palabras en mi boca. A ti se te ve bien, pero yo parecería… un fantasma.
La comparación a Lesly le resultó divertida, lo que la hizo sentirse mal al presentir que su reacción por el contrario ofendería a Lucy.
—Creí que te gustaban ese tipo de cosas.
—Y mucho, pero de vez en cuando me da por descansar de mi misma y darle un respiro a lo que por lo general busco rodearme. Me gusta lo aterrador, pero siento que sería incluso para mí sería muy pesado el no tener la opción de aparentar normalidad de vez en cuando, algo que mi aspecto de por sí siniestro no ayudaría si a ello le agregara mi color natural de cabello.
Lesly la entendió más o menos. ¿El aspecto de Lucy realmente era tan aterrador?
—¿Es cierto lo que Lincoln y los demás dicen acerca de que ocultas tus ojos?
—Sí, y antes de que lo preguntes, no son nada ordinarios. Son aterradores, tanto que podrían inducir a la locura a quienes osen verlos.
Lucy había bajado el tono de su voz aplicando un dejo de teatralidad para transmitir una sensación de miedo en su explicación, pero Lesly no parecía afectada.
—Vamos. No pueden ser peor que estos.
Entonces Lucy ahogó una exclamación de miedo al ver los ojos de Lesly cuando ella los abrió. Sin decoro la amiga de Lincoln trató de centrarlos inútilmente en la dirección donde la hermana de Lincoln se encontraba sin mucho éxito, pues además de no poder ver nada con ellos, apenas y tenía control sobre los mismos.
—Lucy, por favor… dime… ¿Cómo son tus ojos?
Sintiendo una opresión en su pecho y ganas de llorar, Lucy temblando se hizo a un lado el flequillo sin poder creer lo que estaba haciendo. Por primera vez en mucho, mucho tiempo, había dejado expuestos sus ojos ante alguien más ajeno a su familia… ante alguien que, como Lincoln, nunca la juzgaría a mal. Contrario a cualquier otro, Lesly nunca fingiría que no le incomodaba verlos, pues no podía hacerlo.
—Mis ojos, Lesly son… uno de ellos es muy parecido a los tuyos, tan claro, casi opaco. El otro, aunque es mucho más oscuro y nor… común, su contorno se ve también igual a los tuyos.
Sin embargo, a pesar de todo ella podía ver, era lo que Lesly pensó. La diferencia era estética, pero por lo menos sus ojos eran funcionales. La jovencita sintió injusta la comparación, más no se lo hizo saber, sentía mayor curiosidad en averiguar cuáles otros detalles serían tan semejantes a los de ella.
Lesly se le acercó más guiándose por el sonido de su voz. Lucy tragó saliva sin saber qué esperar. La peliblanca alzó sus manos a la altura de su cara y exclamó.
—¿Me permites?
—Ah… ¿sí?
Lucy no estaba segura a qué se refería, cuando de pronto Lesly puso delicadamente sus manos sobre su cabeza, entonces las bajó para además de su cabello, tentar sus orejas, sus mejillas, su nariz, su boca, su cabello, sus… labios, su mandíbula, todo. Lesly sonrió.
—Por tu voz ya me imaginaba que tendrías mi estatura, pero te siento algo más pequeña. Eres linda.
Lucy se sonrojó, tanto por las caricias de Lesly, como por el halago que le hizo y el hecho que estaba demasiado cerca de ella. De forma inconsciente, se humedeció los labios preguntándose por primera vez si compartía sin saberlo algunos rasgos con Luna como…
—Tienes la misma nariz de Lincoln.
Eso pareció divertir a la adolescente. Con su comentario rompió el contacto, para Lucy el curioso momento que atravesó, se fue.
—Ah… si tú los dices.
—Sí, se sienten iguales. Vamos con los demás. Puedo prestarte el disco si quieres, creo que Amanda tiene las canciones en su teléfono y puede transferirlas al mío de todos modos.
Animosa, Lesly se levantó. Tras soltar un suspiro, Lucy fue detrás de ella acomodándose el fleco de su cabello, creyendo comprender todavía mejor por qué Lesly le gustaba tanto a su hermano.
Tras respirar hondo, Lincoln en la entrada una vez que se despidió de los chicos. Con Lucy a su lado, se aventuró a hacerle la petición.
—Señorita Hepburn… ¿podría venir de nuevo el próximo domingo? Por supuesto, si no piensan salir a alguna parte o algo así.
Los siete niños de la casa hogar junto a Amanda, miraron ansiosos a la señorita Hepburn al igual que Lincoln y Lucy.
—Sólo con la condición que esta vez lo hagas acompañado por lo menos de uno de tus padres.
—¡Por supuesto! Muchas gracias.
Justo cuando Lincoln suspiraba de alivio al igual que el resto, Lucy le dio un ligero golpe en el costado a modo de recordatorio.
—¡Ah! También… no habría problema si… ¿pudiera traer a otra u otras dos de mis hermanas?
Esta vez la directora dudó en si concederle eso. Lucy había resultado ser demasiado… extravagante, aunque es cierto que los niños se lo pasaron bastante bien con ella. A juzgar por las expresiones que ponían en ese momento, era evidente que les daba cierta curiosidad conocer al resto, o al menos a una parte de las chicas Loud.
—Sólo una. Vayamos poco a poco, joven Lincoln. ¿Está bien?
—¡Sí! Claro. No hay problema.
A diferencia de su hermano, Lucy no fue tan optimista. Supuso que sí habría un problema y sería con las chicas cuando buscaran ser la siguiente elegida. La señorita Hepburn todo lo que esperaba de la siguiente hermana, era que no resultase tan extraña como Lucy.
—¿Están seguros que no quieren que Amanda les acompañe a tomar un taxi, o que por teléfono les pida uno?
—Descuide, tomaremos el autobús —una vez más, Lincoln se dirigió al grupo tras ella—. ¡Adiós chicos! Fue un gusto conocerlos.
Ellos le dieron su respectiva despedida de nuevo dándole a entender que el sentimiento fue mutuo, igualmente para Lucy. Lesly se acercó y Lincoln se aproximó hasta ella. Su amiga lo abrazó y el muchacho la estrechó contra él.
—Muchas gracias por visitarme, Linky. Me la pasé genial.
—Y yo también, Les. Te marcaré el lunes.
La jovencita puso sus manos sobre el rostro de su amigo y, una vez que ubicó una de sus mejillas, le dio un beso rápido en una de estas.
—Esperaré tu llamada.
A Lincoln no le importó los gritos y chillidos que esto suscitó, se sentía muy feliz por el gesto como para prestarle atención a los demás.
—¿Lucy? —Lesly la llamó.
—Aquí estoy.
Repitió la acción dándole también un beso más breve a ella en la mejilla, lo que la hizo sonrojar como a Lincoln.
—Fue un placer conocerte, Lucy.
—*Suspiro*. Lo mismo digo.
Brian tragó saliva y buscando armarse de valor, dio dos pasos al frente, pero apenas la señorita Hepburn lo miró con severidad, dio otro más hacia atrás.
—¡Los veo el próximo domingo, chicos!
Y con esas palabras Lincoln salió de la casa hogar en compañía de su hermanita, tan complacido que la tomó por la cintura y la cargó haciéndola girar con él varias veces una vez que llegaron a la siguiente acera.
—¡Muchas gracias, Lucy! Supongo que nos fue mejor de lo que esperaba.
—Me estoy mareando.
Lincoln la dejó en el suelo, pero sin soltarla se la acercó y le hizo a un lado el fleco del cabello. No alcanzó a verle los ojos dado que ella alcanzó a cerrarlos fuertemente. De pronto la niña se sorprendió al sentir la humedad de los dulces labios de su hermano, cuya euforia seguía tan latente como para haberse atrevido a besarla de aquella manera.
—¡De nuevo muchas gracias por todo, Lucy! ¡Eres la mejor!
Sonrojada, Lucy se pasó la mano sobre la frente, justo donde Lincoln la había besado.
—*Suspiro*. Me alegra saber que estuviste complacido con mi compañía… pero vuelve a hacer eso sin avisarme y te maldeciré.
—Vamos, he hecho cosas más atrevidas contigo que eso.
—Y se las contaré a Lesly si no te controlas.
Durante el regreso a casa, ambos compartieron sus impresiones tanto de Lesly, como del resto de los chicos que vivían con ella; Lucy habló con particular interés acerca de Brian, extrañando a Lincoln.
—Parece que le agradaste bastante a ese niño. ¿Qué te pareció?
—Es… un buen chico.
—En fin. Lo mejor es que al final todo salió bien y nada malo ocurrió ni con nosotros y mucho más importante, tampoco con Lesly.
Lucy asintió con un débil gesto. Durante el regreso y mientras veía a su hermano caminar alegremente, recordó el momento cuando estuvo a solas con Lesly y entonces se le ocurrió por un breve segundo una pequeña idea. ¿Si ella ya no se pintara el cabello dejándolo regresar a su forma natural, se parecería a Lesly?
Esa noche, alegre aún por las visitas de en la tarde, Lesly usando sólo un audífono tarareaba la canción que escuchaba mientras se preparaba para ir a dormir, prestando atención de tanto en tanto a los animados comentarios de sus pequeñas amigas y compañeras de habitación.
—Lincoln es lindo —Heidi opinó—. Aunque su hermana me dio algo de miedo.
—Su hermana es genial —Margue la defendió—. Es muy tétrica, eso me gusta.
Lesly estaba por decirles algo, cuando escuchó la puerta repentinamente abrirse seguida de la voz de la señorita Hepburn.
—Buenas noches, niñas. Lesly, ¿estás ocupada?
—No, señorita Hepburn.
—Bien. Acompáñame a mi habitación. Tú y yo tenemos que hablar seriamente.
La desconcertada jovencita asintió. Heidi al ver la dura expresión en el rostro de la directora, con temor le preguntó.
—¿Qué es lo que sucede? ¿Lesly está en problemas?
—No. Todo está bien, Heidi. Tú y Margue vayan a dormir. Sólo necesito un momento con Lesly a solas. Más tarde se las regresaré.
De forma innecesaria, pues conocía el camino, la mujer la tomó de la mano conduciéndola hacia su habitación provocando que se preocupara cada vez más. Una vez adentro, Lesly la escuchó cerrar la puerta.
—¿Qué es lo que sucede, señorita Hepburn? ¿Hice algo malo?
—Tranquila. Sólo… sólo quería hablar contigo sobre ti y tu… amigo.
Lesly suspiró temiendo que se tratara de lo que se imaginaba. Creía que la señorita Hepburn ya había aceptado su amistad con Lincoln después de lo bien que éste se portó durante su visita.
—Lincoln es un buen chico, de verdad.
—Lo sé, me di cuenta. En realidad quiero hablarte de algo más que es muy importante —tomó aire y lo contuvo antes de dejarlo salir sintiéndose bastante nerviosa e insegura—. Tú y yo debemos tener una conversación muy "seria", en especial ahora que evidentemente estás creciendo y recién comienzas a ver… eh, salir… ¡estar con un chico! Ahora que eres una señorita experimentarás cambios que te harán percibir las cosas de un modo muy distinto a cuando eras una niña.
Lesly se sonrojó comprendiendo hacia dónde en realidad quería ir.
—¡Señorita Hepburn! No… no es necesario que hablemos de esto. Amanda ya me dio "la charla".
La mujer frunció peligrosamente el ceño.
—No me importa. Tal vez omitió algunos detalles o no te explicó correctamente otros.
—Bueno, si tengo dudas, cuando venga le preguntaré si…
—¡No! Escucha Lesly, siendo tu… hmm… tutora, es mi deber y mi derecho hablarte de los chicos y prepararte en lo necesario para cuando estés con uno —de nuevo respiró profundamente para calmarse—. Ahora, empecemos.
Realmente se escuchaba como si fuese algo muy importante para ella, pero Lesly en verdad se sentía incómoda por tener que hablar de "eso" precisamente con ella.
—¿Es en serio necesario?
—Sólo si de verdad quieres que deje a Lincoln regresar la próxima semana.
Lesly suspiró. Se preguntó si la Señorita Hepburn usaría a Lincoln como excusa de ahora en adelante cuando quisiera reprenderla o pedirle algo.
—Entonces… ¿por dónde empezamos?
—Muy bien. Vamos a repasar lo importante acerca de la pubertad. Así que, ¿puedes definirme qué son para ti las hormonas y su influencia en nuestras acciones?
La pequeña se cubrió la cara con las mangas de su vestido en un intento de ocultar su vergüenza por tener que pasar por esto una vez más. Esta sería una noche bastante larga.
