Disclaimer: el mundo mágico y sus personajes no me pertenecen, tampoco gano dinero escribiendo esto, solo dolor y sufrimiento.

Advertencias: Relación ChicoxChico. EWE: el epílogo es un invento. Descripción gráfica de violencia. Gore. Crimen. Misterio. Auror!Harry. Alchemist!Draco.

Parejas: Draco Malfoy y Harry Potter, esto será drarry.

Nota de la autora: He vuelto en gloria y majestad

En realidad aún estoy muy ocupada, pero tenía muchas ganas de publicar este capítulo... ¡Disfruten la lectura!


Pista 13

Hermione y Ron se habían ido al poco rato, habían respetado la decisión de Harry de querer estar solo y no habían hecho demasiadas preguntas luego de su impactante declaración. Para el auror el comportamiento de sus amigos era el peor escenario, significaba que ellos entendían la situación, sabían los por qué y habían previsto las consecuencias.

Al parecer solo Harry había estado ciego sobre lo que sentía.

Como no quería indagar en ello y tampoco deseaba seguir resolviendo un caso que cada vez se hacía más siniestro, decidió ir a visitar a Teddy. Además, Malfoy había tenido razón al decirle que había estado descuidando a su ahijado.

—Oh, Harry, no te ves muy bien.

Andromeda lo hizo pasar al salón en cuanto lo vio.

—Lamento venir sin avisar.

La mujer le dedicó una amable sonrisa y agitó la mano para restarle importancia. Casi de inmediato se concentró en preparar un poco de té.

—Tonterías, siempre es un gusto que estés aquí. Debes estar ocupado, hace tiempo que no te veíamos, la última vez me asustaste un poco —ella detuvo sus movimientos y lo observó—. Siento lo de tu novio.

—Estoy bien, debí haberme dado cuenta de que me estaba engañando —suspiró el Gryffindor.

Aún no era público que Roger era el principal sospechoso del caso de secuestros y Harry prefería que Andromeda no se enterara hasta que las cosas se solucionaran.

Cuando la bruja le dejó una taza de té en las manos azuladas, Harry se dio cuenta que temblaba. Le dio un pequeño sorbo a la bebida y distinguió el sabor de alguna hierba, seguramente Andromeda le había preparado un té calmante. Mentalmente agradeció la preocupación de la bruja.

—Creo que te olvidas que fui sorteada a Slytherin, Harry. He visto de primera mano muchos trucos —comentó ella al mismo tiempo que tomaba asiento.

—No sé a qué quieres llegar.

—¡Oh! ¡Vamos! Sé que ya sabías que aquel tipejo te era infiel. No te ves triste ni molesto.

—Es cierto —admitió Harry—. Malfoy lo extorsionaba bajo mis órdenes, quería ver hasta dónde llegaría con la mentira.

La mujer alzó las cejas, pero no preguntó acerca de su sobrino. Lo agradable de Andromeda era que nunca cruzaba los límites, podía ser algo estricta y sobreprotectora con Teddy y todo lo que tenía que ver con él, pero no se metía en los asuntos del resto.

—Es una pena que haya confesado —concluyó ella.

Harry asintió de forma distraída.

No le había dado muchas vueltas a la confesión del sanador, había estado ocupado lidiando con su autoría como asesino y secuestrador. Pero, ahora que lo pensaba, ¿acaso Roger había previsto que Harry estaba cada vez más cerca de descubrirlo y por eso había huido? En ese caso no tenía sentido que hubiese confesado públicamente sus infidelidades. El auror recordaba que parecía bastante alterado ese día en el ministerio. Si Harry analizaba la situación bajo un ojo más analítico, no cuadraba el perfil de psicópata que tenía un complejo de justiciero con hacer todo ese show.

De todas maneras, decidió no darle demasiadas vueltas, todavía le costaba separar la imagen de su ex con el culpable de su caso.

—¿Puedo subir a ver a Teddy? —preguntó luego de unos segundos.

—Por supuesto, Harry. Estará feliz de verte.

No era que quisiera huir, pero Teddy era un mejor compañero cuando no quería recibir lástima ni ser juzgado. Andromeda era demasiado lista, tanto como Hermione, y poseía una visión de las cosas un poco más retorcida. Harry estaba seguro que tarde o temprano ella leería todos sus conflictivos sentimientos y no estaba listo para soltar una nueva declaración. La bruja no se mostró molesta por el rechazo, mencionó algo de que aprovecharía de responder unas cartas y se retiró a la cocina.

Harry fue hasta el dormitorio del niño y se quedó parado en el umbral, viéndolo jugar. Teddy estaba sentado sobre la alfombra con varios juguetes y legos a su alrededor, se veía muy concentrado en construir una especie de torre. Apenas vio a Harry, el pequeño sonrió y su cabello azul se volvió todavía más brillante.

—¡Harry! ¡Ven! ¡Juega con Teddy! —el pequeño indicó un sitio a su lado.

—¿Qué haces, campeón? —preguntó cálidamente el Gryffindor, yendo a acomodarse al lado del crío.

—Es la cashita de Kenai —explicó emocionado—. Tiene mil cuartos, una para la cochina, para el baño, para su cama, para los juguetes, para comer, para ver televishión, para… Uhm… ¡Ah! ¡Shierto! Una para hashier alquimia…

—¿Alquimia? —interrumpió el auror.

Harry alzó las cejas y observó la construcción, si le ponía mucha imaginación podía ver la casa que había mencionado su ahijado.

—A Driaco le gusta la alquimia.

—Claro, Draco —murmuró el auror.

Teddy amplió su sonrisa y se levantó para sacar de debajo de las mantas de su cama un oso de felpa. Harry recordaba que había sido regalo de Malfoy. Al parecer, el niño se había apegado bastante al peluche, al punto de dejarlo "dormir" en su cama. Teddy acomodó el peluche a su lado y empezó a explicarle al juguete las características de la casa.

—Kenai debe estar feliz de que seas su dueño —comentó Harry.

—¡No! —el cabello del niño brilló cuando rió—. Kenai es de Driaco, Teddy shiolo lo cuida.

El color de cabello del pequeño pasó a un rubio platinado y los ojos adquirieron una tonalidad grisácea. Teddy era el fan número uno de Malfoy, Harry no quería darle muchas vueltas, pero a veces creía que su ahijado prefería al Slytherin antes que a él.

—¿No fue un regalo?

Driaco le dijo a Teddy que tenía que cuidar a Kenai hasta que alguien viniera a buscarlo.

Era un poco cruel darle algo a un crío y decirle que será temporal. Harry fijó sus ojos en el peluche y un brillo llamó su atención, el juguete tenía algo amarrado al cuello. No recordaba que anteriormente tuviera aquello, pero pudo haberlo pasado por alto en su anterior visita.

—¿Puedo verlo? —pidió el hombre.

Teddy tomó a Kenai y lo puso en las manos de Harry. Los ojos grises del niño se quedaron mirando los dedos azulados, pero no hubo alguna pregunta acerca de la tonalidad. El auror observó con atención al peluche, era un buen trabajo que se asemejaba al personaje de la película. Lo único extraño era la cinta alrededor del cuello que sostenía una piedra de un blanco traslúcido.

—¿Viniste por Kenai? —preguntó el pequeño.

—¿Qué? No —el auror miró al niño—. Vine a verte, Teddy.

—Pero Driaco dijo que la pershiona que vendría a buscar a Kenai iba a tener las manos azhiules.

—¿Te dijo que alguien con las manos azules vendría a buscar a Kenai?

Teddy mantenía los rasgos de Malfoy, pero en él todo se veía mucho más inocente. El pequeño asintió a la pregunta, sonriente. Harry volvió a observar al oso de peluche. Malfoy no habría hecho algo por azar, era un amante de los acertijos. El auror se puso de pie con el juguete en las manos, estaba seguro que allí había una pista.

—Teddy, lo siento yo…

—Tienes que triabajar, está bien —el pequeño sonrió un poco más.

—Prometo que vendré en cuanto tenga tiempo.

Andromeda no parecía muy feliz de verlo irse, pero no lo detuvo ni lo regañó. Teddy le había pedido a Harry que cuidara a Kenai y que no lo dejara solo, junto con varias indicaciones propias de un niño que creía que los peluches eran seres vivientes. Harry no sabía qué tanto era la imaginación de su ahijado y qué tanto eran las instrucciones de Malfoy, pero mantendría consigo al oso y obedecería.

Claro que para encontrar a Malfoy debía asegurarse qué tanto había intervenido el Slytherin en todos los asuntos referentes al oso. Por lo mismo había hecho un viaje rápido a su oficina y recogido las pociones que el alquimista le había dado antes de ir con Hermione.

—No esperaba verte tan pronto —saludó ella.

—Tengo una pregunta.

—Toma asiento —su expresión estaba llena de comprensión—. Dime en qué puedo ayudarte.

Harry dejó el estuche y el estuche con las pociones sobre el escritorio, luego le enseñó las manos azuladas.

—¿Esas pociones pudieron haberme hecho esto?

Hermione alzó una ceja y tomó una de las botellitas. Estuvo unos 20 minutos analizándola. Tiraba algunos hechizos y vertía unas pocas gotas en otras sustancias, comprobando los colores que tomaba, cada dato que encontraba lo iba anotando en un pergamino. Al final bajó la pluma y observó al auror.

—Es una concentración de vitaminas bastante común, pero le falta un ingrediente —Hermione señaló su pergamino—. Los huevos de doxys mezclados con aceite de menta tienen como efecto secundario una coloración azulada. Se suele poner polvo de escarabajo para neutralizarlo.

—¿La persona que hizo esta poción olvidó ponerle el polvo de escarabajo?

—Fue a propósito. El polvo de escarabajo amplía el efecto de los ojos de tritón, lo que es muy importante en esta poción —ella suspiró—. Quien hizo esta poción usó escamas de dragón para potenciar los efectos, es un ingrediente mucho más caro y voluble.

Harry no imaginaba a Malfoy equivocándose en hacer una poción, así que tenía más sentido que lo hubiese hecho a posta. Miró sus manos, analizando la tonalidad que tenían.

—¿Por qué solo las manos? —preguntó.

—La coloración es gradual —empezó a explicar la bruja—. Comienza en las palmas y planta de los pies, luego surge en el cuello y los ojos, ya después ocurre en el resto del cuerpo.

—¿Si tomo la poción una sola vez no va a teñir, no?

—Exacto, dependiendo de la dosis o la frecuencia podrías necesitar de 4 días a un mes para llegar al punto en el que estás —Hermione dudó unos segundos antes de preguntar—: ¿Quién te dio está poción, Harry?

—Malfoy, se supone que le estoy ayudando… —el auror cerró la boca.

¿Les había dicho a su mejor amiga sobre su trato con Malfoy? Todo había pasado tan rápido que quizás se había olvidado de aclarar aquel punto. Le había dicho a los aurores para evitar las sospechas en el Slytherin, ¿pero les había explicado a sus amigos? Harry se mordió el labio inferior. Tendría que arriesgarse.

—Soy parte de su experimento. Malfoy me dejó las pociones, me dió indicaciones y me dijo que fuera a ver a Teddy… Teddy tenía un peluche, Malfoy le había dicho que se lo tenía que dar a alguien con las manos azules.

Harry señaló al oso de peluche. Ella lo tomó con cuidado y su atención de inmediato se fue a la piedra de un blanco traslúcido, la cual empezó a analizar.

—Él sabía que estaban tras él. O sabía que ir a Francia sería peligroso —siguió explicando el auror.

—¿Francia? ¿Él fue a Francia?

—¡Es una víctima! ¡No es…!

—¡Harry! —interrumpió ella—. No hablo de tu caso, hablo de esto.

Ella le mostró la piedra y Harry solo pudo mirarla con una ceja alzada.

—¿Cómo puedes olvidarlo? —la bruja chasqueó la lengua— ¡Estuvimos todo el primer año intentando proteger la piedra filosofal! ¡Nicolas Flamel es el alquimista más grande de la historia! ¡Y vive en París! Malfoy, como alquimista, debió ir a verlo.

—¿Es una piedra filosofal?

—¡Concéntrate en lo importante! —ella le devolvió el peluche—. Si tu caso está en Francia, Malfoy les facilitó las cosas al ir allí.

Harry guardó el juguete en el bolsillo agrandado mágicamente que tenía su chaqueta. El joven intentó recordar toda la información posible acerca de aquel famoso alquimista francés, pero se le hacía un poco complicado.

—Pensé que Flamel estaba muerto —mencionó—. Dumbledore destruyó la piedra.

—Flamel guardó elixir suficiente para vivir unos cuantos años. Seguramente tiene un montón de cosas que solucionar antes de morir, no es extraño que siga vivo.

—Malfoy fue a ver a Flamel… —murmuró para sí—. Él debe saber algo, Malfoy solía viajar mucho a Francia. ¡Gracias, Hermione!

El viaje a Francia fue rápido, pero sumamente incómodo. Solo iban Harry y Cho, uno como representante del departamento de seguridad y la otra desde los inefables. Fueron recibidos por un grupo de aurores franceses que los llevaron a una casa de campo a las afueras de la capital. Se suponía que usarían aquel lugar como base. Cho no parecía contenta de respirar el mismo aire que Harry, y cuando el Gryffindor le pidió hablar un momento en privado, ella tenía una expresión particularmente agria.

—Como eres mi superior en este caso, te estoy avisando. Me iré, incluso si no me lo permites.

—¿Ir a dónde, Potter?

—Tengo una pista de dónde pudo haber ido Malfoy… Creo que pudo haber estado comunicándose con Nicolas Flamel, tengo que ir a verlo para saber si vio a Malfoy.

—¿El alquimista?

Cho parecía sorprendida, pero rápidamente su expresión cambió a una de preocupación. Harry no podía asegurar qué estaba pensando, pero tal vez sí le importaba lo que le pasara a Malfoy, aunque antes se hubiese mostrado como una perra.

—Te doy hasta mañana, Potter —a Harry se le iluminó el rostro—. Quizás fui muy dura antes, pero estoy preocupada por Draco. Encuéntralo, ¿bien? Yo te cubro.

Dar con Nicolas Flamel era una tarea más complicada de lo que había pensado. Luego de intentar conseguir la información con los aurores franceses y fallar, tuvo que tomarse su tiempo en analizar la situación. Harry sabía que Malfoy era un obsesivo controlador y manipulador, no le habría dejado una tarea sin una pista. Por mucho que los franceses dijeran que era imposible localizar a Flamel, Harry estaba seguro que el Slytherin le había dejado un camino de migajas. Por lo mismo fue al departamento de Zabini, tal vez había información allí.

Apenas llegó se dio cuenta que algo estaba mal. La puerta estaba forzada y el interior era un completo caos. Alguien había entrado a la fuerza y revuelto todo. Harry tiró algunos hechizos para verificar si había rastros de lucha o forcejeo, pero no encontró nada que le dijera que hubo una pelea allí. Parecía que el intruso había estado buscando algo, los muebles estaban dados vuelta y habían sacado todos los cuadros y libros de las paredes. Luego de recorrer todo el lugar y no encontrar nada útil, el auror hizo una serie de encantamientos con el fin de descubrir cualquier sitio oculto, sin embargo, parecía que el departamento era completamente muggle.

—Mierda… —soltó un suspiro—. ¿Qué quieres que encuentre, estúpido hurón?

Ya era de noche y el departamento solo estaba alumbrado por las luces que venían de la calle. Harry se sentó en el sofá de la sala de estar y sacó el oso de peluche. Si Malfoy le había dado las pociones para que sus manos se volvieran azules y le había pedido a Teddy que le diera el peluche, significaba que tenía un plan. Seguramente el rubio idiota no había esperado que el Gryffindor vinculara la piedra en el cuello del juguete con Nicolas Flamel. Los pasos más obvios a seguir serían ir a la mansión de los Malfoy. Allí Astoria habría terminado soltando su preocupación por la desaparición del alquimista y Harry habría ido a Italia a averiguar qué había ocurrido. Blaise Zabini le habría mencionado lo del departamento en París y Harry habría llegado hasta ese lugar.

—¿No podías dejar una jodida carta? Con una nota me bastaba —bufó.

Harry miró hacia la pared, intentando visualizar las escenas y crear un mapa, trataba de hacer un recorrido coherente para poder encontrar las generalidades o algún detalle que había pasado por alto. Observó la pequeña chimenea eléctrica reacondicionada que seguía teniendo el estilo antiguo y lleno de detalles que debió haber tenido el edificio hace unos siglos. Sin embargo, no fue el estilo lo que llamó su atención, sino que la cabeza de león que parecía liderar en los trazos alrededor de la chimenea.

El auror se levantó y se acercó a la chimenea. La escultura no parecía encajar, se veía mucho más nueva y casi como si la hubiesen pegado a la fuerza. Si Harry odiaba la idea de tener decoraciones de serpientes en su casa, imaginaba que Zabini tampoco habría querido tener un león. El Gryffindor tocó la cabeza y unas letras aparecieron sobre el muro hasta crear una frase "Busca a Kenai".

—¿Kenai? —murmuró Harry para luego sonreír—. ¡Kenai!

Levantó la mano con la que sujetaba al peluche y lo observó analíticamente.

—Pero ya lo busqué… —el auror frunció el ceño—. Lo tenía Teddy…

El buscar a Kenai debía referir a otra cosa. Si pensaba en la película, Kenai se había vuelto oso y su hermano lo había dado por muerto. ¿Por qué el hermano perseguía a los osos entonces? Quería venganza porque creía que el oso había matado a su hermanito, pero no buscarlo. ¿Alguien había buscado a Kenai? Harry incluso recordaba que el hermano mayor llevaba consigo el tótem de oso que le había pertenecido a Kenai para venerar su memoria.

—El oso del amor —susurró, rememorando las burlas del personaje.

El peluche vibró en sus manos y el auror sintió un tirón en el estómago, propio de un traslador. De inmediato Harry cayó de bruces en un camino de gravilla, jadeando y todavía sujetando al oso. Podía sentir el frescor de la noche y el olor a flores. Una puerta se abrió y algo de luz escapó para iluminar la tranquila noche.

—Buenas noches, señor Potter —saludó una voz cavernosa.

Harry se levantó lentamente y observó a un hombre muy viejo parado en el umbral de la puerta. Al parecer el traslador lo había llevado al jardín de una casa.

—Pase, por favor —el viejo entró a la casa—. La cena ya está lista.

El joven auror lo siguió al interior. Era un lugar cálido y bien iluminado, tanto los muebles como la decoración le daban un toque hogareño e intelectual. Harry miró las paredes, llenas de fotografías y cuadros, en casi todas estaba el mismo hombre que lo estaba guiando con una mujer igual de anciana. El Gryffindor se detuvo ante una vieja fotografía en blanco y negro que mostraba al mismo anciano canoso y delgado dándole la mano a un joven Albus Dumbledore.

—¿Usted es Nicolas Flamel? —cuestionó, poniendo su atención en el mago.

—En carne y hueso… Más hueso que carne.

El hombre caminaba lentamente y sus manos temblaban un poco. Se veía muy viejo y cansado, casi como si fuera un muerto de una película de terror muggle. El alquimista guió a Harry a la cocina donde una mujer se movía entre las ollas. Era la dama que salía en algunas fotografías, igual de decrépita que el señor Flamel. La bruja saludó con una sonrisa y les indicó que tomaran asiento. El auror se acomodó en una silla, todavía sin procesar todo.

—¿Conoce a Draco Malfoy, señor Flamel?

—Un joven con mucho talento —comentó el viejo.

—Me recuerda a ti, cariño, cuando eras más joven —secundó la mujer—. Claro que tú eras mucho más soñador, el joven Malfoy es más pragmático.

Harry observó a ambos, era extraño saber que tenían más de 600 años.

—¿Saben dónde está?

—No, lo siento mucho —Flamel hizo una mueca o algo parecido, su rostro no parecía tener demasiadas expresiones—. Iba a venir hace unos días, pero nunca llegó.

—Nos advirtió que si ocurría algo vendría alguien en su lugar —agregó la bruja, observando a Harry de pies a cabeza—. Tú.

Había algo extraño. Malfoy había preparado todo como si supiera que lo secuestrarían. ¿Y si estaba involucrado con el caso? Harry no quería pensar en él como un sospechoso, pero luego de Roger, cualquiera podría ser un potencial asesino.

—¿Malfoy tenía enemigos aquí? —preguntó, tratando de despejar sus dudas.

—No solo él. Muchos magos están desesperados por encontrarnos creen que pueden robarnos la receta para hacer su propia piedra filosofal.

—¿Alguien usaría a Malfoy para llegar a ustedes?

La bruja asintió, más pendiente de mirar lo que tenía en una olla que en ellos.

Eso le daba un poco más de sentido a los extraños sucesos. Malfoy se había preparado para viajar a Francia porque creía que alguien podría estar tras él para poder llegar a Flamel. Había preparado todo para que Harry encontrara las pistas… ¿Pero para qué? ¿De verdad no estaba relacionado al caso? El auror se mordió el labio inferior, indeciso.

—Malfoy… Quiero decir Draco… Él podría estar en peligro. Un grupo de personas lo habían seleccionado como una víctima para un sacrificio humano.

—¡Qué terrible! —exclamó la mujer, deteniendo sus movimientos—. ¿Para qué necesitan vidas humanas?

—No lo sabemos. Solo sabemos que le extraen la magia, son personas que el catolicismo considera pecadores, Malfoy estaba… ¿qué? —Harry se interrumpió al notar la expresión de horror de ambos.

—¿Dices que les están extrayendo la magia? —preguntó el viejo mago.

—Sí, con un hechizo que pide sangre a cambio…

El alquimista se levantó bruscamente y salió de la cocina a un paso demasiado rápido para su edad. Harry miró sorprendido el lugar por donde se había ido, sin saber cómo actuar. Flamel volvió casi de inmediato con una bola de cristal en sus manos. Despejó la mesa y la colocó encima, lentamente la neblina dentro de la bola cambió hasta mostrar la imagen de tres hombres atacando a una chica, mientras ella se desangraba algo brillante empezaba a tomar forma a su lado. Harry no tuvo que pensarlo mucho para saber que se trataba de la magia que le estaban robando.

—Intentan hacer una piedra —dijo la mujer, angustiada.

Ella se había acercado en cuanto su marido había traído la bola de cristal.

—¿Una piedra? —Harry observó la imagen y luego a la pareja de ancianos—. ¿¡El ingrediente de la piedra filosofal es magia de otras personas!?

—¡No! —Flamel negó tan rotundamente que hizo saltar las cosas que había sobre la madera—. La receta final no lleva algo tan horrendo… Conseguir tanta magia para crear algo que sobrepase las leyes de la física y la magia no es fácil, nunca imaginé que volverían a usar ese método.

—¿Quiere decir que ya ocurrió antes? —preguntó indignado Harry.

—Se puede hacer un prototipo de la piedra filosofal si tienes suficiente magia, eso intentaron en la caza de brujas hace siglos atrás —el viejo parecía derrotado—. Se requieren demasiadas vidas para lograrlo. Es demasiado cruel y sin sentido seguir ese método.

—¿Por qué alguien estaría dispuesto a…?

No era necesario preguntar. Incluso Voldemort había intentado apoderarse de la piedra filosofal, no era descabellado que alguien tratara de hacerla por todos los medios posibles. Tal vez Malfoy no había sido secuestrado solo como sacrificio, tal vez querían sus conocimientos de alquimista.

—Oh, Dios… —susurró Harry.

El auror sacó el peluche y observó la piedra que llevaba. Una pequeña duda se instaló en lo más profundo de sus pensamientos: ¿y si Malfoy era parte de este grupo? Él mismo le había dicho que todos los alquimistas buscaban la piedra filosofal. Probablemente habría sido muy difícil hacer todos esos crímenes en Inglaterra, pero con más personas trabajando por toda Europa, no parecía tan imposible.

—Joven Potter, coma —pidió la bruja, dejándole un plato de estofado enfrente—. Tiene que tener energía.

La cena fue silenciosa, Harry no había tenido muchas ganas de interactuar y sus anfitriones habían respetado aquello. El auror sabía que tenía que comunicarse con Cho lo antes posible para avisarle lo que había descubierto, pero estaba demasiado agotado como para pensar demasiado en ello.

La pareja de ancianos insistió en que se quedara y el Gryffindor terminó cediendo. Lo llevaron a una habitación de invitados y se despidieron de él. Harry dejó el oso de peluche en la mesa de centro y se sentó en la cama, mirando fijamente al juguete. Un suave golpe en la puerta lo sacó de su ensoñación. El auror fue a abrir, en el pasillo estaba la señora Flamel con unas cuantas sábanas flotando a su lado.

—Aquí hay un par de mantas extras.

La bruja entró al dormitorio seguida por la pila de ropa de cama. Harry tomó las ropas y agradeció en un murmullo. Mientras el joven mago acomodaba todo en una silla, la mujer se había quedado de pie, mirándolo fijamente. Ella parecía un cadáver, al igual que su marido, pero había algo que la hacía más tenebrosa. Quizás su parecido a las brujas de cuentos muggles, pensó Harry.

—¿Pasó algo? —cuestionó cuando pasaron unos minutos en silencio.

—¿Sabe que la alquimia se considera magia gris? En muchos aspectos podría asociarse a la magia negra, es demasiado voluble y engañosa —comentó la mujer—. Uno de sus principios fundamentales es la equivalencia, para obtener algo debe entregar algo del mismo valor.

—Soy consciente de ello.

Los ojos de la bruja fueron a la mesita de noche donde estaba el peluche. Harry había tenido la esperanza de encontrar una nueva pista, pero parecía que solo era un traslador.

—El joven Malfoy es un mago brillante, un genio que podrá llegar a hacer grandes cosas —aunque le hablaba a Harry, la mujer parecía hablarle al peluche—. Los genios, señor Potter, suelen tener problemas para integrarse a la sociedad.

—No creo que sea el problema de Malfoy.

—Me refiero a que no desarrollan su capacidad para empatizar. La gran mayoría se vuelve introvertida e incomprendida, pero hay algunos genios que son capaces de mover masas —la bruja finalmente miró a Harry—. Albus intentó ser un buen hombre, pero no pudo escapar de su privilegiada mente. Tuvimos la suerte de que cargara una gran culpa, si no, habría sido el mayor Mago Tenebroso de todos los tiempos.

—Quizás el profesor Dumbledore fue un poco manipulador, pero siempre lo hizo por el bien mayor —acusó Harry, algo incómodo.

La mujer sonrió, un gesto demasiado tirante y tétrico. Su mano temblorosa alcanzó la del auror, dándole un suave apretón. El Gryffindor entendió en ese momento a lo que ella se refería. Malfoy manejaba a las personas a su alrededor, había una gran probabilidad de que fuera uno de los asesinos. El cuerpo de Harry se tensó y la bruja se apresuró a retroceder.

—Hay magias muy poderosas, señor Potter. Magias que no pueden ser comprendidas de forma racional —la mujer salió al pasillo—. ¿Sabe qué hará si el joven Malfoy está intentando hacer una piedra con un método tan cruel? Debe decidirlo antes de enfrentarlo.

—Conozco mi deber —masculló Harry, apretando los dientes.

—No es una cosa de deber, es una cosa de hacer. Señor Potter, ¿matará al joven Malfoy? ¿Lo llevará a prisión? ¿O lo ayudará a cubrir el crimen?

El Gryffindor no estaba seguro. Sabía que no podía castigarlo, no podía ser el verdugo que lo enviara a Azkaban. Pero tampoco podía mirar a un lado, su conciencia no lo dejaría en paz si permitía que Malfoy se saliera con la suya.

—Lo salvaré —dijo al fin.

Aunque no estaba seguro qué significaba aquello. La bruja sonrió.

—Me alegra escucharlo —mencionó antes de retirarse.


Muchas gracias por leer :) Nos vemos la próxima semana!