El pequeño cuerpo de Anya se estremeció al momento que los pensamientos de la gente atravesaron su mente por la gran conglomeracion. Los pensamientos se transformaron en ruido, en murmullo consistente que martillaba sus oídos. De inmediato sus manos se las llevo a sus orejas tapandolas y sus ojos los cerro con fuerza.

Su cuerpo comenzó a temblar y se encogió un poco más al escuchar mas y mas fuerte el sonido que produjo otro pensamiento que se sumaba al tumulto, quería que pararan, quería parar todo este ruido.

Era demasiado ruido para su pequeña cabeza, pero por lo visto no iba a ser posible, a menos que todos se alejen, que ella se aleje. Pero sus piernas no respondian ante tanto sufrimiento,su cabeza comenzaba a doler. Era como si se la estrujaban. Pequeñas lagrimas empezaron a salir de las comisuras de sus ojos. No importaba cuanto se hiciera un ovillo, cerrara los ojos y se tapara las orejas.

Anya no podía parar de escuchar.

-Due...le mu...cho

Pronunció antes de que todo se volviera negro y se deslizara y cayera contra el suelo.

Al poco tiempo, sus pestañas humecidas por las lagrimas se agitaron y sus ojos verdes cristalizados vieron la situacion que se encontraba.

Estaba siendo cargada en la espalda de Segundo mientras él desasperadamente corria en busca de ayuda.

Podia leer sus pensamientos de preocupacion por ella a la perfeccion. Pero aun así no dijo nada para aliviarlo porque con un vestigio de dolor de cabeza y cansancio volvio a cerrar los ojos, pero esta vez sonrio.

Ya no había ruido.