Laie: ^o^ empezamos el fic!!

Yami: ¬¬' después del rollo de intro...

Laie: u__u es q...

Yugi: ^^' no pasa nada! Empezamos ya?? *empieza a saltar de la emoción *

Laie: *abraza a Yugi * eres adorable!! *^o^*

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Aviso: futuro yaoi Yami x Yugi y quizás otras parejas q los reviewers pidan.

Yu-Gi-Oh no es mío, pero si lo es el argumento de la historia.

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CAPÍTULO 1

El gran faraón Keops miraba a su hijo con expresión preocupada en el rostro. El pequeño apenas tenía dos años, y ya habían hecho una profecía sobre él. Sehemet, el hechicero real le había dicho que las estrellas predecían que su hijo no iba a reinar, pues alguien iba a destronarle. Pero según Sehemet esa persona no iba a causar ningún daño al pequeño Yugi, si no que iba a cuidar de él pues su amistad iba a ser muy profunda. El hechicero también le había dicho que el chico que destronaría a su hijo tenía ya seis años y que era el hijo del sacerdote del Templo de Ra.

Ahora Keops se encontraba en un dilema. ¿Debía ordenar asesinar al chico que destronaría a su hijo, el que le iba a quitar el trono a su familia? ¿O debía confiar en que todo era una mala predicción de Sehemet? El hechicero nunca le había fallado, todas sus predicciones habían sido ciertas. Y ahora temía que esta también lo fuera. Mancharse las manos con la sangre de un niño no era muy honorable, y no le gustaba tener que hacerlo. Pero todo era para proteger a Yugi, y si eso implicaba asesinar, sin duda lo iba a hacer.

Mirando por última vez a su hijo pequeño, que jugaba con un barco al lado del estanque de palacio, salió del jardín y entró a la sala del trono. Con un movimiento de mano, indicó a todos los sirvientes que bailaban y cantaban para entretenerle que se podían marchar, pero pidió a su más fiel sirviente que se quedara.

-Ve y avisa a Mahab de que su faraón le llama.

-Si señor -el sirviente, que había estado arrodillado delante del faraón hizo una reverencia y se marchó.

Al cabo de unos minutos, en los que Keops no dejó de hacer repicar sus dedos contra el posa brazos de su trono, entró Mahab en la sala. Era un hombre de unos treinta años, pelo negro recogido en trenzas que le llegaban a la cintura, piel bronceada y músculos muy bien formados. Su mirada era fría y calculadora, y sus ojos eran de un extraño color rojo. El hombre se arrodilló delante del faraón.

-A que debo su llamada, oh gran faraón Keops?

-Quiero que vayas al Templo de Ra y mates al hijo del sacerdote. Según me han dicho tiene unos seis años.

El hombre apretó los labios con firmeza. ¿Un niño?

-Como usted desee, gran faraón de los faraones. -con una última reverencia, abandonó el salón del tronó.

Keops undió su rostro entre sus manos. Ra lo perdonara, acababa de pedir el asesinato de un niño! La puerta de la sala se volvió a abrir y entró el pequeño Yugi. Todos los remordimientos del faraón se borraron al ver la carita sonriente del pequeño.

-Pa...pi! -exclamó, levantando sus manitas. En un momento el faraón estaba abrazando al pequeño, levantándolo del suelo.

-Y mamá?

-Mamá ha ido con tía Bastet a ver la contrucción de pirámide...

El faraón Keops sonrió.

-Papá parecer se... se... serio -dijo Yugi, sus brillantes ojitos morados examinando el rostro de su padre. El faraón rió con ganas.

-Sí, estaba un poquito serio pero ahora ya no. Mmm... si mamá ha ido a ver la pirámide... que tal si aprovechamos para jugar tú y yo juntos?

-Sii!! Jugamos!! -el pequeño rió cuando su padre le empezó a hacer cosquillas. Quién iba a decir que un faraón tan serio como Keops tenía su lado tierno, después de todo?

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Mahab entró al Templo de Amón-Ra en Karnak. Después de un día de viaje, lo que menos le apetecía era tener que asesinar a un niño, pero era su deber y el faraón en persona confiaba en él. No iba a defraudarle.

De repente, el sacerdote se paró delante suyo. Ls expresión de su cara era fría y difícil de leer, pero aún así sus ojos brillaban con determinación. A Mahab le sorprendió ver que el sacerdote tenía unos cincuenta años; normalmente los hijos no se tenían a tan adelantada edad.

-Detente. Ra me ha rebelado tus intenciones y no puedo permitir que te lleves la vida de mi único hijo.

-Lo siento mucho, Gran Sacerdote, pero es la voluntad de mi faraón y no puedo fallarle.

-Te das cuenta de que Ra no va a permitir que te salgas con la tuya? Aunque me mates o intentes matar a mi hijo, no lo vas a conseguir. Ra nos protege.

-Apártese, sacerdote. -Mahab miró amenazadoramente al sacerdote- nada me va a parar.

Pero Mahab buscó en todas las habitaciones del Templo y no encontró jamás al pequeño.

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En un carro tirado por un caballo negro, Zaia escapaba con su hijo. Aún tenía la marca que las lágrimas habían dejado al resbalar por sus mejillas, despedirse de su marido había sido muy duro. Zaia era una mujer joven, de unos veinte años, y todo había parecido indicar que no iba a poder tener hijos. Cuando su marido y ella se habían hecho a la idea, los dioses quisieron complacerles por fin, y se quedó embarazada. Pero no sólo eso, sino que los dioses decidieron que su hijo iba a destronar a Keops, e iba a ser faraón en su lugar. Su pequeño Yami, de sólo seis años... y a tan tierna edad, ya habían intentado asesinarle.

-Mamá, estás bien? -la voz de Yami siempre había sido muy madura para la edad que tenía. Quizás era porque su padre siempre lo había educado para ser faraón.

-Si hijo, no te preocupes -Zaia intentó secarse las lágrimas, que volvían a resbalar por sus mejillas.

-Aún no entiendo porqué hemos tenido que separarnos de papá -Yami frunció el entrecejo, y Zaia no pudo evitar sonreir al ver su carita llena de preocupación.

-Estoy segura de que volveremos a verle, pero hemos de ser fuertes hasta que llegue el momento.

-El momento de qué, mamá?

-Ya lo verás cuando seas mayor. Ahora has de pensar que quieres ser cuando crezcas. Has de empezar a ir al colegio... que rápido has crecido!

Yami sonrió, orgulloso mientras anunciaba que quería estudiar para ser soldado.

-Pero seré un general o algo importante, mamá! -exclamó, sus ojos brillando de excitación- Y me verás desfilar con el emblema del faraón... haré que tú y papá os sintáis orgullosos de mi!

Zaia rió.

-Ya lo estamos; estamos muy orgullosos de ti.

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Seis meses después de la llegada de Zaia a Tebas, el pequeño Yami ingresaba en la escuela militar. Allí aprendió a leer, escribir, historia, matemáticas, y aprendió a leer las estrellas.

Pero cuando volvió a su casa de vacaciones, la imagen que allí vió se le quedó grabada en la mente, como si hubiera sido escrita con fuego. Su madre estaba sentada contra la pared, muerta, y en su corazón había clavada una daga. Una daga con el emblema del faraón Keops en ella.

-Juro por Ra que me voy a vengar del faraón -dijo Yami, su voz fría como el hielo mientras lágrimas de dolor surcaban por sus mejillas- aunque sea la última cosa que haga.

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-C.O.N.T.I.N.U.A.R.Á.-

Yami: -_-

Laie: ^.^

Yami: porque he de sufrir yo??

Laie: es q generalmente siempre sufre Yugi, en los fics... va bien un cambio de planes!

Yami: ...

Yugi: ¡__¡ mi papá es un asesino!

Laie: ¬¬ representa q tu no lo sabes!

Yugi: ^///^ uupss...

Laie: en fin, dejad reviews, son el alimento de los escritores! Y no engordan!(pero si me dais muchos me pongo hiperactiva y actualizo más pronto ... vosotros decidís!)

Yami: -__- voy a vengarme de Laie... aunque sea la última cosa q haga!

Laie: ... mejor me voy! ^^U Ja ne!!