Capítulo 5
Kojiro la sacó a bailar. Con cierta timidez él puso su mano derecha en la cintura de su amiga, tomando con delicadeza su otra mano. No lo hacían mal, pero parecía que otra persona más podía caber en el espacio que ambos dejaban entre sí XD
-Este...¿me tienes miedo o qué? –bromeó Paola
-Por qué
-Parece que estuvieras escapándote por como me alejas de ti
-¿Quieres que bailemos un apretadito? –se burló su amigo
-Bueno no, pero tampoco de esquina a esquina –replicó la muchacha sonriendo divertida
-¿Así está mejor? –dijo él en voz baja, acercándola más a él, mientras la mano que tenía en su cintura abarcaba más de ella
-Creo... –murmuró Paola sonrojada mirándolo fijamente
La música lenta continuaba, y casi como acto reflejo, Paola apoyó su cabeza en el pecho de Kojiro, quien se sintió algo acalorado, pero poco a poco más relajado y cómodo. Así se la pasaron un buen rato, hasta que alguien se acercó a despedirse de Paola (más bien dicho era una vieja verde que quería acercarse a Kojiro ¬¬). Entonces ambos se dieron cuenta que ya era hora de marcharse. Salieron y descubrieron que la calle estaba muy desolada, por lo que se pusieron a caminar en lo que encontraban un taxi.
-Sólo a ti se te ocurre no traer un abrigo –la regañó Kojiro notando que ella temblaba de frío
-Me lo olvidé en Japón, con el apuro seguro se me quedó entre las cosas que dejé allá –replicó Paola
De repente la muchacha sintió sobre sus hombros cierto peso, y se dio cuenta que su amigo se había quitado la chaqueta para cubrirla.
-¿Y tú?
-Yo no tengo frío –dijo Kojiro con soberbia- Ya estoy acostumbrado...¡atchís!
-Ay sí, miren al señor acostumbrado –se burló Paola divertida
-Pudo ser polvo –alegó el tigre japonés
-Sí, como sea –dijo la chica, poniendo los ojos en blanco- Oye, como que por aquí no pasan más que automóviles particulares
-Tendremos que caminar un poco más –explicó Kojiro- Un poco más adelante hay una calle más transitada
Llegaron a lo que parecía un resguardo de la parada de buses, donde se sentaron a esperar.
-No es muy tarde y sin embargo esto está más vacío que partido de Furano sin Matsuyama –ironizó la muchacha
-Jajaja, touché –se rió su amigo
Esperaron y esperaron, varios taxis pasaron pero se hallaban ocupados.
-Toma –le dijo Paola, tratando de devolverle su saco a Kojiro- Mejor abrígate antes que te enfermes
-No puedo, póntelo tú –rechazó el muchacho
-Nah, si yo me enfermo no importará –replicó Paola sonriendo con tristeza
-¿Y por qué no? –se extrañó Kojiro
-Porque mi trabajo no me requiere demasiado sana y porque no es un trabajo físico
-¿Y crees que sólo a ti puede importarte tu salud? –dijo el muchacho ceñudo
-Bueno, sé que a Ken también le importo –alegó Paola
-No sólo a él –se le escapó a Kojiro mirándola fijamente
-Je, ¿por qué lo dices? –inquirió ella intrigada
-A mi también me importas –admitió su amigo evitando mirarla
-No inventes –bromeó Paola- Sé que en ocasiones quisieras verme bien lejos
-En ocasiones quizá, pero no por lo que tú crees... –susurró el tigre japonés seriamente
-¿Qué dices? –preguntó ella acercándose a Kojiro bastante extrañada
Kojiro alzó la mirada y la clavó en Paola, que aun lo miraba confundida, entonces levantó una mano que fue a posar en la mejilla de la muchacha y lentamente acercó su rostro al de ella, posando sus labios en los suyos; sintiendo inicialmente cierto rechazo, pero poco a poco fue correspondido OO
Díganle cinismo, confusión, soledad, emoción del momento...lo que haya sido, el caso es que no se separaron hasta que escucharon el motor de un automóvil cerca de ellos, que no era más que un taxi del que bajaba una pareja. Entonces ambos se dieron cuenta de lo que acababan de hacer, y como pudieron se pusieron de pie y se subieron al taxi.
El camino al departamento de Paola fue silencioso e incómodo. Cada quien mirando por la ventana de su lado, sentados bien alejados el uno del otro, como si el contacto pudiera quemarlos. Cuando llegaron Paola se despidió con un "gracias por todo" y salió rápidamente, mientras era seguida por la mirada avergonzada de Kojiro.
Al entrar a su departamento, con la respiración agitada, Paola estuvo unos momentos apoyada en la puerta que acababa de cerrar. Sacudía la cabeza como intentando quitarse de la mente lo que acababa de pasar, pero no podía. Se dirigió a su dormitorio, donde encontró a Ken profundamente dormido, y una punzada de culpa y vergüenza se apoderó de ella; tanto así que prefirió ir a dormir a un sillón del living, que sentirse sucia y cínica compartiendo el lecho con su esposo, a quien técnicamente le acababa de poner el cuerno con su mejor amigo OO
El sábado pasó sin novedad alguna, al menos no para Ken, quien entrenó mañana y tarde y regresó a cenar con Paola, quien se había quedado vegetando en su departamento todo el día: no se bañó, no comió y no se levantó del sillón donde Ken la había encontrado dormida aquella mañana, salvo para cambiarse de ropa por algo más cómodo y hogareño. El día entero se la pasó atormentándose por lo que había hecho.
-Cómo pude, cómo pude... –se repetía una y otra vez, abrazando sus piernas- Y con Kojiro...
Claro que ella no era la única que se sentía culpable. Durante el entrenamiento Kojiro evitó siquiera mirar a Ken a toda costa, lo que su amigo pasó por alto dado que estaba concentrado en lo que hacía. Pero cuando quiso despedirse de él al finalizar la tarde, Kojiro ni lo miró y se fue rápidamente. Cuando llegó a su departamento Paola seguía pensativa, en el sillón de siempre.
-¿Estás enferma? –inquirió Ken, saludándola con un beso en la frente
-Algo resfriada, creo –alegó ella, cubriéndose un poco más con la manta que tenía en las manos y que había estado estrujando
-¿Quieres que te prepare algo? –preguntó él, sentándose junto a ella
-No gracias, así estoy bien –replicó Paola, desviando la mirada
-No pude preguntarte por qué te quedaste dormida en el sillón
-Es que... ayer llegué tan tarde que no quise incomodarte –mintió la muchacha avergonzada
-¿Incomodarme tú? Claro que no –respondió Ken tratando de abrazarla, pero ella lo evitó
-¿Qué vamos a cenar? –preguntó Paola poniéndose de pie repentinamente
-No sé, dime tú –dijo él sin poder sentirse extrañado
-¿Una pizza?
-Si estamos en Italia...me parece lo mejor –sonrió él con ternura, ahondando la espina de culpa que su esposa ya llevaba en el pecho
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¡¡¡NNOOOOOOOO! Por eso le dije a varias amigas mías que no podría escribir el fic a menos que reuniera mucho pero mucho valor ¡cómo permitir que Paola haga eso si adora a Ken! Pero bueno, digo yo, los humanos somos tan volubles (o mejor dicho otra cosa --) y estúpidos...
Gomennasai Ken uu (ahora sí cometo seppuku )
