Capítulo 7

Como el karate keeper se lo había pedido Kojiro trató de acercarse más a Paola y hacerle compañía, pero ella se negaba a aquello. Se había decidido a olvidar el desliz cometido y no debía encontrarse en una situación que la tiente o confunda nuevamente. Kojiro le inventaba a Ken supuestas salidas y encuentros que tenía con Paola para no preocuparlo, mientras ella persistía sola y hablaba con el tigre japonés sólo para enterarse de la mentira que debía confirmar.

Las semanas fueron pasando sin cambio en la rutina de los esposos. Ken no dejaba de entrenar duramente y se había habituado a esa vida; mientras a Paola aparentaba ya no importarle su soledad, sumada a los esfuerzos de evitar a Kojiro. Sin embargo su salud le pasó factura debido al peso de tantas preocupaciones, cayendo en cama bastante enferma.

-Lo mejor será que guarde reposo –aconsejó un médico, realizando una receta

-Gracias por todo doctor –contestó Kojiro, quien había sido la persona a la que la secretaria de la empresa había llamado cuando Paola se desmayó en su oficina

-Dele media tableta de este tranquilizante cada noche, algunas vitaminas después de cada comida, y vigile que descanse y coma bien –continuó el galeno- El reposo mental y físico es lo primordial, no lo olvide

-No se preocupe

-Si su esposa presentara algún inconveniente, no dude en llamarme –sugirió el médico, dirigiéndose a la salida

-Gracias doctor –lo despidió Kojiro, sin molestarse en aclarar el error

Luego de que el médico se fue, el muchacho se dirigió a la habitación donde se encontraba Paola, absorta mirando la ventana desde su cama.

-Por qué no me dijiste que te sentías mal –reclamó Kojiro seriamente

-Fue un pequeño desmayo, nada más –dijo ella secamente sin mirarlo

-Mírame –exigió Kojiro sentándose a su lado

-Déjame en paz

-¿Qué te hice para que me evitaras por tanto tiempo? –le reclamó el muchacho, tomándola de la barbilla y obligándola a mirarlo

-Y todavía lo preguntas –bufó ella con ironía

-Tú misma dijiste que fue un error –alegó Kojiro ceñudo- ¿Entonces por qué le das tanta importancia?

-Créeme que no la tendría si yo no fuera más que la novia de Ken y si tú fueras otro amigo suyo más –replicó ella, obligándolo a soltarla

-No voy a negarte que me atraes, pero también sé en qué posición nos encontramos –continuó el muchacho

-¿Y si lo sabes por qué no te alejas?

-¡Porque no puedo! Le prometí a Ken que te cuidaría y que estaría contigo ¡y mira lo que te pasó por andar con mentiras!

-Ken no se percató que estoy enferma ni viviendo conmigo –dijo Paola sonriendo con amargura- Él está muy ocupado en sus entrenamientos, así que no te preocupes por sus reclamos

-Déjame estar contigo –pidió Kojiro casi en súplica- Recuerda que antes que nada, somos amigos

Paola lo miró detenidamente por unos instantes, luego suspiró y nuevamente desvió la mirada.

-Está bien, pero prométeme que no se enterará ni del beso, ni de la visita del médico –pidió la muchacha un poco menos tajante

-Te lo prometo –contestó su amigo más aliviado

Dicho y hecho, con el paso del tiempo Ken jamás supo de la enfermedad nerviosa de su esposa y mucho menos del beso aquél. Cada vez que lo veía Paola fingía una sonrisa y una alegría que no tenía, mientras le escuchaba contar sus grandes avances futbolísticos. Kojiro había vuelto a ser el tercio de la pareja, debiendo permanecer callado viendo cómo Paola actuaba su buen ánimo. Ella y él habían retomado sus almuerzos y cenas juntos, además de alguno que otro paseo a parques o plazas, tratando de comportarse lo más naturalmente que podían. Sin embargo había algo que ninguno podía evadir, y era que cuando se miraban era inevitable sentir que se atraían. La una sabía bien que eso no era amor, pero el otro estaba confundido.

Debido a eso ambos decidieron alejarse unos días, cada quien con excusas distintas frente a Ken. Como aun esperaban el inicio de la segunda parte del Calcio y dado que sufría de intensa fatiga muscular que le impedía entrenar, Kojiro pidió unos días de descanso. Por su parte, desconociendo lo que haría Kojiro, Paola pidió unos días de adelanto de vacaciones, ya que su salud aun no estaba del todo bien, hallando en su jefe alguien que coincidía con ella en que realmente necesitaba un buen descanso lejos de allí.

-Así que ya lo hablaste con tu jefe –le dijo Ken algo triste

-Serán sólo unos días Ken –trató de animarlo Paola- No estaré muy lejos, la isla de Córcega no queda al otro lado del mundo

-Pero aun así voy a extrañarte –alegó él, abrazándola con fuerza

-¿Extrañarme aunque aun estando aquí no me ves? –pensó ella con tristeza, mordiéndose la lengua para no decirlo en voz alta

-¿Ya tienes todo listo? –le preguntó su esposo mirándola con cariño

-Sí, ya está todo –contestó ella, quitándole delicadamente con una mano un rebelde mechón de cabello que le cubría el ojo derecho- Mañana me iré en el primer vuelo

-Entonces te despertaré para despedirme de ti antes de ir al entrenamiento

-Espero que así sea –le dijo Paola, dándole un dulce beso

Mientras, en el departamento de Kojiro, él y Wilhem se hallaban tomando un café en su cocina.

-Así que te irás a vaguear –bromeó el holandés

-¿Vaguear? De tanto vaguear casi me desgarro un aductor –satirizó Kojiro

-¿Y tu "encarguito"? Supongo que ya sabe que se quedará unos días sola

-Ya te dije que no la llames así –gruñó el japonés- Además hace unos días quedamos en darnos un tiempo

-Lo dices como si tuvieran una relación –comentó Wilhem con cierta burla

-Una relación de amistad, eso es lo que tenemos –puntualizó Kojiro

-Ya, ya, no te enojes. Igual y me alegra que hayas decidido salir de la ciudad –comentó el otro muchacho- El ambiente de Córcega te vendrá bien, ya sabes, buenas discos, lindas mujeres,...

-Una mujer es a la que intento evadir, así que ganas no tengo de saber de más –bufó Kojiro más para sí

-O sea que todo esto por un mal de amores, ya lo suponía...

-No es lo que piensas –alegó Kojiro rápidamente

-Tranquilo, soy tu amigo, no lo olvides –dijo Wilhem mirándolo con picardía- Así que el gran tigre japonés al fin fue domado...

-No sé de qué hablas –gruñó el delantero nipón

-¿Lío de faldas, cierto?

-Si quieres llamarlo así...

-¿Algún problema con ella? –inquirió el holandés bastante interesado

-Sólo un pequeño defectito –dijo Kojiro con sarcasmo

-¿Ese defectito tiene nombre y hormonas masculinas? –se burló su amigo

-Quizá... –admitió el japonés vagamente

-Así que te gusta una mujer casada –dedujo Wilhem con cierta satisfacción- ¡Qué interesante!

-No le veo lo interesante –gruñó el otro chico

-¡Jamás creí que tú te fijarías en una mujer casada!

-Y qué ¿ahora vas a publicarlo en revistas y periódicos amarillistas? –se burló Kojiro

-No, pero al menos espero que como amigo tuyo que soy me cuentes al respecto –pidió el holandés tranquilamente- Por ejemplo dime ¿la conozco?

-No –mintió Kojiro muy seguro de sí

-Lástima, ya quisiera ver a la mujer que te obliga a huirle, cuando nada lo había hecho hasta ahora

-Ella es muy especial –murmuró el japonés ensimismado

-Debe serlo, pero mientras tenga a su "defectito", no sé cuánto estés dispuesto a hacer

-A qué te refieres –inquirió Kojiro desconfiado

-¿A cuánto piensas llegar con ella antes de que la conciencia te atormente cada noche?

-A nada, ella no me ve como un posible romance

-¿Seguro de eso?

-¿Qué no me crees?

-No, porque entonces no le estarías huyendo. A menos que...

-A menos que qué

-A menos que le estés huyendo porque ella te dio alguna esperanza, lo que obviamente va contra tus principios

-Ni contra mis principios ni contra mis finales –replicó Kojiro con sarcasmo

-Piénsalo, ¿seguro que no eres correspondido? –dijo Wilhem, dejando su taza y poniéndose de pie para marcharse sonriendo triunfal, sabiendo que había picado a su amigo con una gran duda

-¡¡Ella es sólo mi amiga! –exclamó Kojiro cuando la puerta de su departamento se cerró, más como algo que quería dejarse bien claro a sí mismo- Y eso nunca cambiará... –añadió en un susurro, arrojando con violencia, contra la pared, la taza vacía que tenía en la mano

--------------------------------

Pregunta existencial: ¿ocultar la verdad es mentir? ¿verdad que no?

Y éste Wilhem me salió más avispado de lo imaginable ¬¬