Mi "regreso", dedicado a Katsuy Akano, a mi Neko y a todos los que me habéis seguido dejando comentarios pese a todo. Muchas gracias por no olvidarme! n.n
Aparece Laie cantando y bailando por el fondo de la sala
Yami: Laie u.ú
Laie: ¿hmmm? sigue haciéndose la inocente
Yami ¿no crees que ya va siendo hora de actualizar ¡Mira los reviewers! señala al fondo de la sala donde un montón de lectores están mirándola amenazadoramente
Laie: o.oU ...¿glups?
Yami: al ver que los lectores se acercan, levanta una mano para detenerles ¡Esperad! Si la torturáis no podrá escribir... sonrie malignamente Tengo una idea mejor...
Cinco minutos después, Laie está atada delante del ordenador, con sólo las manos libres.
Yami: ¡escribe!
Laie llorando ¡perdonaaadme!
Aviso: contiene un Y A O I ligero por el momento, pero se hará más intenso conforme avance la historia...
Yu-Gi-Oh! No es mío TT.TT
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CAPÍTULO 5
La mañana del día anterior, todos empezaron a recoger las cosas para volver a palacio. Después del accidente con el león, al faraón se le habían pasado las ganas de cazar, y como él era el rey a nadie se le pasó por la cabeza contradecirle.
El viaje de vuelta fue, para Joey, interminable y aburrido. Como era un simple esclavo, se veía obligado a viajar en uno de los carros que llevaban la comida y las tiendas, y eso le situaba al final del grupo. Además, el paisaje no ayudaba mucho, porque sólo había arena allá donde mirase.
Lo que más deseaba en esos momentos era ir más adelante, montando uno de esos magníficos caballos como la gente importante, y, sobretodo, lo que más quería era estar cerca de Yami. Estaba convencido que, después de lo que había escuchado la noche anterior, debía contárselo todo al chico. Algo que por ahora no podía hacer debido a su situación. Suspirando otra vez, se dedicó a observar las galantes figuras que viajaban delante de él en sus monturas.
Habían varios soldados y algún que otro aprendiz de sacerdote, gente que, como él, tampoco tenían el privilegio de ir delante con el faraón, pero que tampoco se veían sentados en los carruajes. Si forzaba un poco la vista, podía ver el inconfundible cabello blanco de uno de esos soldados, Bakura, un chico no mucho mayor que él pero que ya tenía una temible reputación a causa de su agresividad en el campo de batalla.
Se decía que en un principio se había unido al ejército para vengarse por la masacre de su pueblo, pero algo que se había encontrado en su camino le había hecho más dócil. Joey no quería ni imaginarse cómo debía haber sido antes si ahora, con lo agresivo que era, era considerado más "dócil".
En el lado opuesto a Bakura estaba Seto, o Seth como le llamaban algunos. Aunque era también un chico joven, ya tenía una reputación casi tan temible como la de Bakura. Era muy frío y serio, y algunos decían que más que aprendiz de sacerdote debería haber sido general del ejército. Pero por motivos que sólo él sabía, había decidido dedicarse a eso. A Joey Seto le parecía un chico interesante.
Tenía los ojos azules, como mucha gente en su país natal, aunque él mismo no los había heredado de sus padres. Pensar en su pueblo siempre le producía un sentimiento de nostalgia, sobretodo porque sabía que seguramente no volvería a pisar esos verdes parajes nunca más.
Rápidamente dejó de lado esos pensamientos, siguiendo con su observación silenciosa de la gente que viajaba delante. Esperaba que no tardaran mucho en llegar, porque las palabras que Rejab había pronunciado la noche anterior resonaban en su mente y sentía una fuerte opresión en el pecho, como si el tiempo que estaba perdiendo fuera de vital importancia. Lo peor era que probablemente fuera así, pero no podía confiar en nadie porque no sabía quién estaba apoyando al príncipe Rejab y quién no.
.----------. Tiempo actual, es decir, a la mañana siguiente...
Yami se dirigió a la sala donde el faraón le había dicho que estaban los hombres que le iban a ayudar en su nueva tarea de proteger el príncipe Yugi. Apartó la cortina que hacía de puerta y se encontró con una sala llena de alfombras, almohadas y platos llenos de fruta. Esparcidos por la sala había tres chicos de su edad, cuya reputación ya había llegado a los oídos de Yami en cuando había puesto un pie en el palacio por primera vez.
Los chicos no se molestaron en levantar la mirada cuando entró en la sala, y Yami suspiró silenciosamente. Estaba claro que esos tres no tenían reputación de ser temibles y desobedientes por nada; iba a ser duro lograr que le obedecieran a él, un chico de su misma edad y que encima no tenía reputación alguna –o almenos eso pensaba.
-Buenos días –saludó educadamente, aunque se mordió el labio para no gritar de rabia cuando los otros siguieron haciendo sus cosas; Bakura jugaba contra Marik Ishtar al ajedrez, mientras el aprendiz de sacerdote, Seto, leía un largo pergamino.
No entendía porqué el faraón había elegido a esos hombres entre todos los que había en palacio para proteger a su hijo. Personalmente, a Yami le hubiera gustado ser el único guardián de Yugi, pero entendía que si había más guardianes iba a ser aún más difícil intentar hacerle daño al joven príncipe.
Fuera como fuera, debía demostrarle al faraón que era capaz de controlar a todos los soldados, porque si iba a ser General eso era esencial para su cargo.
-¡Arggh¡Has hecho trampa, estúpido! –gritó Bakura mientras se levantaba, al ver que Marik le había derrotado definitivamente en el juego.
Yami enarcó una ceja. Había tenido una idea genial.
-¿Puedo jugar? –preguntó, mientras se sentaba en el sitio que Bakura había ocupado momentos antes. Los tres chicos le observaron sorprendidos, pero rápidamente ocultaron sus expresiones mientras Marik asentía, sonriendo agresivamente.
-Claaaro –rió-¿preparado para ser derrotado por mí, el Gran Rey de los Juegos?
Yami sonrío, seguro de sus habilidades.
-Creo que el que va a perder vas a ser tú.
Ante esta afirmación incluso Seto dejó de lado el pergamino para mirarle encarcando una ceja. Nunca nadie se había atrevido a decir algo así a Marik... eso iba a ser interesante.
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Media hora después, Yami había derrotado a Bakura, Marik y Seto sin problema alguno. Al ver que derrotaba a Marik con tanta facilidad, Bakura le había retado y luego Seto, pero nadie había podido vencerle. Si una cosa dominaba Yami, eso eran los juegos. No había ninguno que se le resistiera. Sonriendo complacido, Yami se dirigió a los tres que aún miraban el tablero donde las piezas estaban situadas en la posición que le había otorgado la última victoria sobre Seto.
-Ahora sí que me váis a escuchar¿no? –sonrió cuando Bakura frunció el ceño, claramente no le gustaba la idea-¿Sabéis porqué estáis aquí?
Marik entornó los ojos, pasándose la mano por los desordenados mechones rubios que caían sobre su frente.
-Claro que lo sabemos. Para proteger al principito ese.
Yami apretó los puños con fuerza, tratando de controlar el repentino impulso de golpear a Marik hasta dejarle inconsciente. O, preferiblemente, hasta matarle. Respiró hondo y, mirando a Seto, que parecía el más normal del grupo, continuó.
-Bueno, pues nos vamos a organizar de la siguiente manera; Seto y Bakura vigilarán por la noche, Marik y yo por el día –no pensaba dejar a Marik y Bakura juntos en un mismo turno, estaba claro que esos dos hacían una combinación peligrosa.
-¿Qué¡Ni harto de vino voy a poder soportar tantas horas con el sacerdote! –gritó Bakura, ofendido. Yami se masajeó la frente, recordándose que todo eso iba a demostrar sus capacidades como líder y que si mataba a alguien su reputación se vería afectada.
-Y por cierto –dijo repentinamente Marik, mirando a Seto con curiosidad-¿porqué está el monje aquí? No es soldado ni es nada.
-No soy un monje, estúpido –replicó Seto con voz fría-, y estoy aquí porque al parecer nadie se puede creer que yo no sea un soldado.
-Es verdad, tienes todo el aspecto de un militar –dijo Yami, ignorando el comentario que había hecho antes Bakura. Seto gruñó-¿porqué no elegiste ser soldado?
Seto cogió el pergamino y fue enrollándolo poco a poco, apartando su mirada de los otros tres mientras contestaba fríamente y daba por terminada esa conversación.
-Mis intereses no estaban en el ejército.
Yami sintió aún más curiosidad, pero decidió dejar el tema para otro día al ver que el futuro sacerdote no estaba dispuesto a hablar más por ahora. Volviendo su mirada hacia Bakura, retomó el hilo de la conversación realmente importante.
-Os he repartido así porque creo que Seto sabrá controlarte. Y además, Marik y tú os dedicaríais a pelearos en lugar de hacer vuestro trabajo.
Seto sonrió ligeramente, lo que hizo que Bakura se enfadara aún más. Estuvieron el resto de la mañana y parte de la tarde ahí encerrados, discutiendo todo lo que iban a hacer. Bueno, Yami y Seto planeaban, Bakura y Marik se dedicaban a criticar y gritar cuando algo no les gustaba.
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Laie se cae de la silla, atada y todo ya no puedo másssss!
Yami: Hn. Al menos has escrito más de lo habitual...
Bakura¿porqué parezco un malcriado en este capítulo?
Marik: porque lo eres. risa malvada XD
Laie: ríe con Marik Por cierto, he aprovechado para meter mi opinión sobre Seto ahí en medio...quiero decir, des de que le vi no me podía creer que fuera un simple sacerdote...con su aspecto tan agresivo, y es sacerdote! ò.ó
Yami: supongo que ya nos dirá pq se dedicó a eso...
Marik: quizá pagaban más o algo! XD
Laie: últimamente estás muy alegre, Marik
Marik poniéndose serio es mentira. Como no aparezca Malik pronto y hayan muuchos lemons, voy a lanzarte por la ventana!
Yami: eso me recuerda q...Laie?
Laie suspira y mira tímidamente a las fans siento no haber actualizado en tanto tiempo...si os sirve de consuelo, he estudiado tanto que los exámenes me han ido muy bien y he entrado en la universidad que quería... intentaré acabar este fic este verano! se arrodilla delante de todos
Gracias a todos los que habéis seguido dejando reviews con vuestras súplicas...he sido una mala autora y he tardado en responder, pero aquí estoy. Gracias por seguir conmigo pese a todo! Os quieroooooooooooooooooooooo! se echa a llorar desconsoladamente En el próximo capítulo intentaré que los primeros reviewers para este capítulo participen en el Backstage n.n
