Capítulo 10
Los dos siguientes días ambos se la pasaron recorriendo los lugares turísticos de la ciudad de Ajaccio, tales como plazas, museos y ruinas históricas; y ninguno podía negar que se la estaba pasando en grande. Mientras recorrían la avenida más transitada de la ciudad, Paola no pudo evitar el impulso de tomar a su amigo del brazo y caminar así juntos, cosa que a él no pareció molestarlo ni incomodarlo en lo más mínimo, sin percatarse que había algo que estaba cambiando entre ellos, y era la manera más próxima de hablarse, tratarse y tocarse; como si fueran unos adolescentes que no saben cómo declararle su amor al otro OO
Por la noche, después de cenar, decidieron hacer un recorrido por la playa.
-Humm, qué suave brisa –murmuró Paola encantada, cerrando los ojos mientras se detenía a recibir un tibio viento en la cara
-Linda noche –comentó su amigo, sentándose en la arena, mientras algunas otras pocas personas caminaban por ahí
-¿Se parece en algo a Okinawa? –interrogó su amiga, sentándose junto a él
-Algo sí, pero para mi Okinawa es mucho más linda –admitió Kojiro mirando algunos toques naranjas que adornaban el horizonte
-¿Por algo o alguien en especial? –inquirió Paola pensativa, también mirando el horizonte
-¿Vas a empezar de nuevo con eso? –dijo el japonés con cierto fastidio, mirándola de reojo
-No empiezo con nada, sólo quiero saber –se defendió su amiga, mirándolo- Jamás supiste sincerarte respecto a tus sentimientos
-Sabes que no me gusta hablar al respecto, además te lo dije miles de veces: Maki es sólo mi amiga
-Está bien, no te enojes –replicó ella con una pequeña sonrisa, apoyando su cabeza en el hombro de su amigo
-No podría enojarme contigo, sólo estaba aclarándotelo –dijo él, sin poder evitar el impulso de darle un beso en la frente y apoyar su cabeza en la de ella, mientras seguían mirando el horizonte OO
Al día siguiente ambos habían quedado de ir a la playa para aprender a surfear. Paola se había levantado tarde ya que noche antes se había quedado hablando hasta tarde por teléfono con Kazuki, luego de una charla breve con Ken.
-No, si él y yo hablamos peor que dos viejas chismosas –refunfuñaba Paola mientras preparaba la ropa que se pondría aquél día
Tocaron a la puerta y ella se dirigía al baño para darse una ducha rápida.
-Debe ser la camarera con mi desayuno –pensó un momento- ¡Adelante, no está con seguro! –gritó luego apurada en sus asuntos
Kojiro era el que estaba en la puerta esperando a entrar, así que cuando escuchó la aclaración entró.
-¿Paola? –murmuró al notar que ella no estaba allí
El muchacho, algo curioso, se dirigió a su habitación para saber por qué se había retrasado. Al entrar no la vio y se extrañó aun más.
-¿Dónde podrá estar? –pensó rascándose la cabeza, hasta que su mirada se topó con la puerta entreabierta del baño
Casi inconscientemente se asomó a ver si ella estaba allí.
-¿Paola? ¿estás ahí? –murmuró en voz baja, pero no pudo decir más cuando la encontró
-¡Todavía esto más! Tendré que bañarme con agua fría –protestaba Paola sin percatarse que tenía visita, dejando caer la bata de baño que era lo único que traía encima
Kojiro quedó estupefacto y los colores se le subieron rápidamente al rostro, desviando luego la mirada, saliendo aprisa hasta el pequeño hall.
-¡Cómo pude, cómo pude entrar sin avisar! –se recriminaba, golpeándose la frente con una mano
Rato después Paola apareció vestida con unos shorts azules y una camiseta blanca sin mangas.
-¡Kojiro! A qué horas llegaste –le dijo sorprendida, colgándose una pequeña mochila
-Este...hace poco –mintió él algo perturbado desviando la mirada
-¿Nos vamos? –inquirió ella sonriendo
-Vamos...
Fueron a la playa para cumplir con su programa del día. Durante las primeras horas Kojiro no podía dejar de sentirse incómodo, por lo que evitaba mirar a su amiga, quien no se percató de nada. Sin embargo con el transcurso del día el muchacho fue recobrando la serenidad y decidió tomar lo ocurrido en la mañana nada más como una anécdota que no contaría a nadie.
Estuvieron en el intento de aprender a surfear hasta la tarde. Así que como no les iba muy bien decidieron divertirse un rato con las motos de agua. Cuando regresaron al hotel casi anochecía, pero ambos se veían contentos y cansados.
-¿Quieres tomar algo? –inquirió Paola con una sonrisa
-Evito los bares –comentó su amigo
-¿Quién dijo que quería ir a un bar?
-¿Irías a mi habitación? –preguntó él con cierto escepticismo
-¿No me crees capaz? –se indignó Paola
-La verdad no, como me habías estado evitando...
-Pues sepa señor Hyuga, que no le tengo miedo –advirtió la muchacha divertida- Así que espero tenga un refresco bien frío en el mini bar...
Llegaron a la habitación de Kojiro, y mientras él buscaba un par de refrescos fríos, Paola llamó a su esposo por el teléfono que allí había.
-¿Todo bien por allá? –inquirió Ken preocupado en una parte de su conversación
-Claro ¿acaso tú no lo estás? –devolvió Paola extrañada
-No es nada, ya sabes, ridículos presentimientos míos
-¿Presentimientos?
-Sí, los tengo desde que te fuiste –confesó Ken
-Ah... –dijo ella con cierta culpa, mirando de reojo a Kojiro que hacía zapping en la televisión
-Cuento las horas para verte –le dijo el muchacho con cariño
-Y yo a ti...
-Cuídate mucho ¿eh?
-Lo haré, y tú aliméntate bien –aconsejó Paola, mientras el tigre japonés escuchaba atentamente la conversación fingiendo interés en la televisión
-Hasta mañana
-Hasta mañana Ken –se despidió Paola suspirando
-Aquí tienes –le dijo Kojiro cuando ella colgó, alcanzándole una lata de refresco
-Gracias –contestó ella distraída, pasándose la lata de una mano a otra
-No la agites que tiene gas –advirtió el muchacho, tomando un sorbo de su refresco
-¿Qué hacemos ahora? ¿hay algo divertido en la televisión? –preguntó Paola dirigiéndose al sillón que había allí
-Nada, por lo visto –replicó Kojiro, sentándose junto a ella
-¡Kuso! –exclamó ella con fastidio, ya que al abrir la lata su agitado contenido terminó empapando su camiseta
-Te lo dije... –murmuró su amigo divertido
-¿Tendrías la gentileza de dejar de burlarte y prestarme una camiseta limpia? –pidió Paola algo molesta
-Ok, no te enojes. Ven conmigo –le pidió, dirigiéndose a su habitación
-Lindo dormitorio, lo tienes ordenado pese a que eres hombre –comentó Paola mirando a su alrededor
-Gracias, pero desde niño me ha gustado ser ordenado, además hay personal de limpieza en el hotel –recordó él, buscando una camiseta entre sus cosas- Aquí tienes
-Gracias –contestó ella, sacándose la camiseta mojada y quedándose simplemente con la parte de arriba del traje de baño que tenía dentro
-¿No te quitaste tu traje de baño? –inquirió él pensativo sin dejar de mirarla
-Qué esperabas, salí tan apurada que no llevé nada para ponerme luego de la mojada –explicó Paola sacando la lengua pícaramente, mientras se secaba con la camiseta sucia una parte del tórax superiorque había quedado mojada
-Eres muy linda –comentó Kojiro de la nada, aproximándose a ella sin quitarle la vista de encima
-Gra...gracias –balbuceó ella nerviosa, poniéndola camiseta que tenía en la mano sobre la cama
-Te amo –susurró viéndola como hipnotizado, besándola en los labios
Paola se quedó de una pieza, una parte de su aun despierta conciencia le decía que detenga todo allí mismo, pero otra parte de sus absurdas e impulsivas emociones la animaba a corresponderlo...y fueron estas últimas las que ganaron la batalla de aquella guerra que acababa de empezar --U
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Conciencia, conciencia ¿dónde estas las veces que más se te necesita? XDD
No tachen a Paola de golfa ni mucho menos, porque sería como que muy machista ¿o no? Porque cuando un hombre engaña a su esposa es un méndigo desgraciado!pero qué macho es! ¬¬ En cambio si se trata de una mujer...hasta se toman la molestia de inventarle más apodos ¬¬
