Capítulo 14

29 de abril de 1925

Hotel Savoy

La prisa con la que ella salió del Savoy la abrumaba mientras caminaba con pasos enérgicos hacia la recepción pidiendo que le trajeran el auto a la entrada. Tal eran las circunstancias cuando le habló al recepcionista, que le expresó su deseo de que lo hicieran tan rápido como fuera posible. La tensión en su cara era obvia para cualquiera que la mirara y ella agradeció en silencio por una vez la etiqueta británica de discreción a pesar de las miradas que estaba recibiendo. Estaba segura, si alguien entablara una conversación con ella acerca de lo alterada que se veía ella estallaría en llanto allí en ese mismo momento.

La batalla interna con la que estaba preocupada, para no dejar aflorar sus lágrimas, se apoderó de cada pulgada de su fuerza mental. Cuanto más las retenía, mayor era la urgencia por estallar en un llanto incontrolado. Ella prácticamente había corrido cuando trajeron su auto a la entrada del hotel. Saltó en su interior mientras murmuró un rápido "gracias" al botones y arrancó. Su naturaleza era no ser tan abrupta pero el tiempo era vital. El aire en sus pulmones estaba disminuyendo con cada minuto, le dolía su garganta y lo sabía. En el momento en que respirara profundamente dejaría salir todo.

Candy no llegó muy lejos. Una vez estuvo en el tranquilo espacio de su Detroit Eléctrico se las arregló para manejar hasta la vuelta de la esquina del hotel antes de que lo inevitable ocurriera. Las lágrimas contenidos que había mantenido bajo control con todo su ser la cegaron en cuestión de unos pocos segundos. Apagó el motor y la resistencia a sus sentimientos se desvaneció. Fuertes sollozos sacudieron su cuerpo. Se inclinó hacia adelante y su frente tocó el volante que estaba sosteniendo. La aflicción que estaba sintiendo por su fuerte pelea con Archie, solo unos momentos atrás, no iba a ser algo de lo que podría deshacerse fácilmente en ese momento. En cambio, mientras más pensaba en ello, más físicos se estaban haciendo sus efectos. Estaba hiperventilando, sintiendo su corazón revoloteando en su pecho.

Delante de sus ojos inflamados podía ver el rostro herido de Archie y aún podía escuchar sus palabras de rabia reverberando en sus oídos… la completa escena ocurriendo en su mente minuto a minuto, a pesar de su fútil intento de dirigir sus pensamientos hacia otra cosa. Su primo le había dicho cosas terribles… y ella le había respondido de la misma manera.

A la mañana siguiente de su noche de baile salvaje de tango, Candy se había despertado al lado de Christian con el ánimo por las nubes, a pesar del cansancio que sentía por la noche apasionada haciendo el amor con él. Un rato después Archie vino a su mente y la culpa inmediata que sintió evaporó su buen humor.

Se hizo imperativo para ella tratar de encontrarlo, decirle lo apenada que estaba por haberse olvidado de decirle en persona que ella y Christian estaban saliendo de la Cumparsita. No fue mucho más tarde ese día cuando Candy se dio cuenta de que Archie la estaba evitando, dejando que su secretaria tomara los mensajes, diciéndole que estaba ocupado. Así que ella había decidido esperar por él en el lobby del hotel desde las cinco de la tarde. Se estaba poniendo nerviosa. Casi después de una hora y media de esperar decidió marcharse cuando se topó con él cuando entraba. Sus ojos estaban serios cuando la miró. Él sugirió que mejor hablaran en su habitación si ella quería.

"¿No te das cuenta de que pareces una cualquiera al levantarte e irte con prisa del club con un tipo?", se había girado para criticarla una vez habían entrado a su habitación.

Sus palabras todavía retumbaban fuertemente como un eco en sus oídos. Escuchándolo decir eso se sintió como un trueno entre ellos.

"Ese tipo era Christian, Archie, mi pareja", le había respondido con una voz que mostraba claramente qué tan ofendida estaba.

Ella tomó un pañuelo de su cartera y sonó su nariz después de secar sus mejillas. Más lágrimas caían por su rostro. Le era imposible parar de llorar.

Él se había servido un vaso de whisky con hielo que bebió en un par de minutos. "Tú sabes cómo escogerlos…", dio su opinión con un tinte de sarcasmo. La sangre había subido hasta su cabeza de ella. Con sus ojos brillando como un bosque tras una tormenta.

La misma rabia ahora se había transformado en una desolada tristeza. Nunca él había estado tan enojado con ella en el pasado. ¿Era tan terrible la forma como ella había actuado en un momento de locura en un club de baile?

¿Cómo te atreves?, tú más que nadie, tú eras el que nunca estaba feliz con ellos… de hecho siempre parecías decidido a espantarlos a todos", ella le había gritado.

Sin ni siquiera pensarlo, en aquella habitación de hotel, ella vació el interior de su mente en la cara de Archie, tal cual le salían las ideas en ese momento.

Él se había enfurecido. Las venas de sus sienes estaban pulsando, y su rostro brillando por la sudoración. Se había aflojado la corbata, tomando la botella de nuevo para servirse un segundo whisky antes de girar sus ojos hacia ella. "Yo no necesité espantar a Terry, sus propias acciones fueron su ruina Candy", le dijo, sonando frío.

Ella secó sus lágrimas por segunda vez antes de encender un cigarrillo para calmarse y así poder manejar hasta la casa de Christian. Sus manos estaban temblando. Trató de detenerlas cuando tomó la primera calada. Se recostó sobre el asiento del conductor. Con sus ojos como vidrios mirando en frente de ella, mirando al vacío mientras sus labios temblaban al recordar a Archie mencionándolo a él. Sí, ella esperaba que el nombre de Terry se colara en algún momento como ese, pensó, mirando al humo expandirse en una débil nube en frente de ella.

Ella no había estado preparada para el impacto de sus palabras porque sus ojos se habían llenado con lágrimas, temblando como lagos ondulantes, después de que el silencio cayó entre ellos. La rabia que ella había sentido en ese momento por el dolor que él le había causado corría como metal caliente en sus venas.

"Tú trataste de amargarle la vida de Terry con las peleas y tu abierto disgusto cuando te dije que yo no estaba interesada en ti… siento que te hayas enamorado de mi…", ella había arremetido, "Me sentí culpable por eso, pero ya es más que suficiente Archie… ¡no fue mi MALDITA culpa!, ¡Tú no fuiste lo suficientemente maduro para superarlo, por Dios!"

Ella puso las manos en sus mejillas mientras el cielo era cruzado por grandes trazos rosa y violeta. El atardecer había descendido para marcar el final de ese día que ella sabía no olvidaría. ¿Cómo pudo haber dicho esas cosas?, ella experimentaba dolor físico, no podía evitarlo. Su cuerpo reaccionaba por instinto a cualquiera que criticara a Terry en una forma sarcástica o negativa. ¿Había estado reprimiéndolo a él y a su fracasada relación tan fuertemente en su corazón que la hacían decir las cosas más horribles cuando alguien lo culpaba por lo que había pasado entre ellos?, ¿O era porque las palabras de Archie realmente le importaban?, ¿Había ido demasiado lejos con Christian?

Cualquiera que fuera el veredicto sobre eso, no le importaba. No le importaba si ella mostraba qué tanto este hombre la cautivaba. Por primera vez en su vida ella se sentía libre como un pájaro cuando estaba con él, y si tuviera que ser sincera con sus sentimientos, no quería detener eso. Lo que la lastimaba no era como la percibían los demás, a ella no le importaban ellos tampoco. Pero a ella le importaba la opinión de Archie. Por esto ella le había pedido que la aceptara desde un comienzo.

Por supuesto el que le recordara a Terry no ayudó. El escuchar las palabras de Archie tan crudas… su corazón se sintió en el interior de un puño aprisionado cuando sus miradas en el hospital tomaron forma en su mente. Ella y Terry colgando uno del otro durante unos pocos minutos antes de separarse. Ella realmente deseaba que el tiempo lo hubiera alejado. Su recuerdo le seguía doliendo.

Bajó la ventana, dejando que el aire frío de la noche se llevara el humo. Agradeció esa brisa en su cara. Ella estaba hecha un desastre. El cigarrillo cumplió con su objetivo. Había dejado de llorar un poco e hizo un esfuerzo consciente para alejar sus pensamientos y encerrarlos cuando vio su reflejo en el espejo retrovisor. La pesadumbre que llevaba internamente se había asentado como polvo. Dejo salir un gran suspiro y se echó su cabello hacia atrás, aferrándolo con una pinza. Con la ventana abierta encendió el motor… en su camino hacia la casa de Christian focalizó toda su concentración para prevenir otra crisis nerviosa.

El ver a Christian cuando abrió la puerta a su llamado fue como un rayo de calidez en su corazón. Hizo todo lo posible para esconder su perturbación. Compartieron un rápido beso antes de que él regresara a su pintura. Sin embargo, mantuvo un ojo sobre ella, mientras preparaba algo de té para los dos. No era la usual habladora, él encontró su silencio algo extraño.

"¿Estás bien cariño?", ella escuchó su voz después de un rato.

El silbido del hervidor de agua le hizo ganar un par de segundos. Iba a ser difícil para ella decirle lo que había pasado entre ella y Archie. Retiró el hervidor del fuego, vertiendo el agua hirviendo en la tetera sin responderle.

"Rose…", dijo él de nuevo, con su voz expresando algo de curiosidad mezclado con preocupación.

Con el sonido de su nombre ella se detuvo. Sus manos se sostuvieron sobre el borde del fregadero. No podría seguir adelante.

"Estoy bien", respondió con una voz débil.

Él estaba detrás de ella. Esta actitud no era común en ella. Puso sus manos sobre sus hombros.

"No creo que lo estés… vuélvete, quiere ver tu cara", le pidió ya que ella se veía reacia a hablar acerca de lo que fuera que le estaba preocupando.

Ella deseaba que esta terrible discusión con su primo nunca hubiera ocurrido. Pero fue un ejercicio inútil por su parte. En el momento en que enfrentó la mirada preocupada de Christian ella ya había empezado a llorar. Se sumergió en sus brazos sin decir nada, dejando que sus lágrimas mojaran su camisa. Los sollozos de ella amortiguados por su pecho sacaron a flote su dolor, dejando claro que no estaba bien después de todo.

"¡Vaya… vaya!", exclamó él y bajó su cabeza, tratando de observar su cara oculta, mientras lloraba sin control sobre su pecho, "¿Qué ha causado esto amor?, dijo él, con su mano echando hacia atrás los rizos que se había escapado su pinza del pelo.

Él empezó a preocuparse cuando no obtuvo una respuesta de ella. Se dio cuenta de que algo serio había pasado y se aceleró el latido de su corazón con este pensamiento. Tenía que hacer se calmara antes de poder obtener una palabra. Él escuchó una suerte de disculpa sobre su estado saliendo de sus labios en sincronía con sus sollozos.

"Tú no tienes que disculparte por la forma como te sientes Rose", le dijo, "¿Sabes qué?... qué tal si nos sentamos, y me puedes decir lo que ocurrió, ¿te parece?", añadió tratando de lograr que ella hablara.

Ella aceptó con un asentimiento de cabeza y él la llevó hasta el sofá en donde ella se sentó. "Aquí tienes…", él se arrodilló para quedar a la altura de sus ojos antes de ofrecerle su pañuelo.

La miró fijamente oscilando entre un lado y otro durante el tiempo que ella mantuvo su mirada en la suya, agradeciéndole por su ofrecimiento. Pensándolo ahora, cuando la vio fuera de su apartamento ella parecía que había estado ya llorando desde antes.

"¿Podría traer té entonces?", le preguntó mientras ella secaba sus ojos.

"Por favor…", dijo ella casi en un susurro y asintió accediendo.

Él no podía quitar la mirada de sus ojos cuando sirvió el té en las tazas de porcelana. Ella le había confesado la magnitud de sus sentimientos sin haber dicho una palabra aún sobre lo que había causado esto. Trajo las tazas de té y le dio una antes de sentarse frente a ella. Un fuerte sentimiento de protegerla de cualquier cosa que la estuviera lastimando se asentó en su pecho. Por un rato la observó tomando sorbos de su bebida caliente, reuniendo sus pensamientos, calmándose antes de empezar a explicarse.

Hacía casi dos meses desde que ellos habían empezado a salir. Christian era conocido por ser voluble en cuanto asunto del corazón. Todos creían que él era alguien que perseguía aventuras sexuales, y le daba la bienvenida a la distracción e inquietud que caracterizaba el salir con diferentes mujeres la mayoría del tiempo, y hasta un punto esto era cierto. Él era, después de todo, alguien que prefería vivir el día a día antes que planear todo lo referente a su vida, hasta ahora.

Con ella esto era diferente. Él se estaba comportando de una manera diferente. Otras mujeres más temprano que tarde mostrarían su verdadera intención. Algunas de ellas se volverían exigentes de repente, pidiendo un compromiso serio. Otras solo querían cazar un pequeño trofeo para complementar su reluciente vida, o solo querían experimentar por un tiempo la excitación de salir con alguien que era impredecible. No es que le importara, había que decirlo. Pero eso era hasta un punto a favor. Después de un tiempo esas relaciones se hacían sofocantes o aburridas, predecibles. No había nada profundo que lo mantuviese allí, no había amor. No sentía nada…

Pero Rose no era como ninguna mujer que él hubiera conocido. Después de dos meses de estar juntos ella nunca le había pedido nada, siempre dejándolo escoger sobre lo que quería hacer. El misterio de un pasado doloroso en su vida le intrigaba, pero ella mantenía los labios sellados sobre ello y él no quería presionarla. Ella estaba genuinamente con él por su compañía, él le gustaba como era, con toda la locura que acarreaba su estilo de vida.

Su estallido emocional desencadenó emociones en él que nunca había sentido antes por ninguna de sus otras novias. La fragilidad de sus reacciones era para él tan atractivos como su sonrisa. Ambas podrían ser dos versiones diametralmente opuestas de ella, pero ambas lo atraían de igual manera, acercándolo a ella. En el momento en que ella abrió su boca para decirle la razón por la cual estaba alterada, él se dio cuenta de que amaba a esta mujer que tenía al frente. La amaba por todo lo que ella era. Al darse cuenta de esto de manera repentina no se asustó. La situación que se le presentaba podría ser seria y necesitaba concentrarse en ello, aunque no podía evita sentir su corazón liviano.

"Archie y yo tuvimos una fuerte discusión…", escuchó su suave y vacilante voz en sus oídos.

Otro incidente inesperado se unía a las sorpresas del día. Por la apariencia de su primo la noche anterior él pensó que era totalmente dedicado a ella. Y si esta revelación lo desconcertaba, habiéndolo conocido solo por un día, ahora entendía por qué Rose estaba fuera de sí conociendo lo sensible era ella en privado.

"¿Sobre qué?", le preguntó encontrando que estaba muy interesado en saber la razón, sintiendo que de alguna manera él también estaría involucrado.

Ella miró a Christian con ojos húmedos e enrojecidos. Le dijo cuál era el problema de Archie. Tenía que ver con su salida sorpresiva de la Cumparsita. Para Archie el salir de aquella manera, sin habérselo dicho sobre todo a él sin decirle a dónde iban, al menos en la primera noche en que habían salido como un grupo de amigos, no era menos que una ofensa escandalosa. Una cosa era actuar libremente y solamente por impulsos pero ese comportamiento no era bien visto en una señorita que al menos debería exigir algún respeto de sus pares. La llamó una cualquiera…

"Y eso te importa…", le dijo él como una afirmación más que una pregunta. Su rostro se veía pensativo por lo que estaba escuchando de sus labios.

Ella no respondió. El temió que ella estaba cerca de otra crisis. Él abandonó su silla y se sentó a su lado, tirando de ella para acercarla a él antes de mirarla a los ojos.

"¿Te sientes una cualquiera…?", le preguntó con una voz baja.

"No…", ella respondió después de un segundo, "No soy… tú no me haces sentir como una cualquiera…", dijo ella con certeza para asegurarle que él no tenía nada que ver con la crítica de Archie, "Y no me importa lo que los demás piensen…", añadió, antes de que él le hiciera otra pregunta.

"Archie no es cualquiera opinando…", él le expresó su pensar.

Ella bajó su mirada. Ese era el asunto… a ella le importaba por la opinión que tuviera Archie sobre ella. El tildarla de una cualquiera… entonces eso debió haber sido un golpe para ella y sus sentimientos hacia Archie. Parece que tampoco era del tipo que buscaba las mejores palabras cuando algo estaba mal según su punto de vista. Él suspiró solo con pensarlo.

"¿Te sentirías mejor si yo te prometo no mostrar tanto despliegue de afecto hacia ti delante de Archie?", le preguntó con una voz suave como mantequilla.

Ella no podía creer lo que estaba escuchando. Él salía de la nada siendo tan considerado que la hacía sentir culpable depositando sobre él toda la desazón que le había causado la discusión con su primo. Antes de que pudiera hablar él la interrumpió primero.

"No tienes por qué preocuparte por mi… yo no estoy ni ofendido ni herido… cada uno con sus creencias cariño… él tiene derecho sobre los suyos", le dijo, "No todo el mundo estará de acuerdo contigo…"

Ella asintió estando de acuerdo con sus convicciones. "Tienes razón…", le susurró.

"Pero algunas veces vale la pena ahorrarse contratiempos si tu cedes un poco a las creencias de otros…", continuó él, "siempre que no le causes daño a nadie…"

Ella agitó sus pestañas para aclarar sus ojos de la niebla que los cubría. "Así que enfriaremos un poco las cosas… ¿sí?", le preguntó con calidez que se reflejaba en su mirada.

"Sí", le respondió ella.

Él apretó el cuerpo de ella contra sí, sintiendo sus curvas amoldándose a él. El latido de su corazón se aceleró por el mismo calor que se esparcía dentro de él. "Arreglaremos las cosas con Archie también…", comentó como si fuera una certeza en su mente.

El rostro de ella estaba escondido en la curva de su cuello. Ella respiraba el aroma de bergamota y menta que provenía de su colonia. Ella quería hablar pero lo único que pudo pensar en decirle fue "gracias". Ella sintió que era la única cosa que decir porque cualquier otro comentario no tendría un suficiente valor para ser expresado.

Cuando él la escuchó darle las gracias con su aliento tocando su cuello, abrió sus ojos con sorpresa. ¿Las palabras que él le había dicho le hacían agradecerle…? esto le entristecía si tenía que ser honesto… su vulnerabilidad sobre lo que había pasado le hizo darse cuenta de que la amaba. Las palabras presionaban por salir, por ser conocidas. Pero ella siempre tenía miedo de acercarse y conocer más cosas el uno del otro. Sería una locura dejarle saber sobres sus sentimientos ahora.

Ella movió su cabeza y él se echó hacia atrás. Él levantó su cabeza, manteniendo su mirada, se inclinó hacia adelante y la besó. Sus labios rozaron los de ella, eliminando la salinidad de sus lágrimas. Ella sintió su aliento antes de que él los sellara, rozando su lengua con la de ella. El abrazo de ella alrededor de su cintura se hizo más fuerte. Él se echó hacia atrás, sucumbiendo a su urgencia. Ella pudo ver ternura en sus ojos.

"Te amo…", le escuchó ella decir a él con una voz melosa. Su corazón se detuvo por un corto momento. La temperatura de su cuerpo se elevó, provocada por la inquietud que sintió en el estómago. Ella se devanó los sesos para decir algo…

Después de dos meses de relación ella seguía encontrando facetas de Christian, capas de sentimientos que no pensaba él tenía. Era cariñoso y considerado pero no eran una pareja tradicional. Pasar tanto tiempo juntos no significaba que habían encontrado el amor de sus vidas. Sentimientos de cariño, sí, ¿pero amor?, la actitud de ella no dejaba tampoco mucho espacio para un compromiso mayor. Ella había tenido cuidado de no mencionar nada sobre el futuro de su relación. Eso la asustaba. Una gran parte de ella no quería enfrentarse a eso.

La expresión de la cara de Christian después de que algunos vacíos segundos hubieran pasado y la rigidez que el cuerpo de ella había adquirido, le permitieron darse cuenta de que él estaba desconcertado o quizás molesto. Inevitablemente ella tenía que poner alguna distancia entre ellos. Se levantó sintiendo una gran tristeza hasta la médula de sus huesos, causada por su reacción. Christian en este momento era lo mejor que le había pasado en su vida. Ella no le mentiría sobre algo tan importante como eso. Él se merecía toda su honestidad y si eso dolía… pensaba ella mientras le daba la espalda.

"Christian… yo…" Él también se levantó. No podía permanecer sentado después de su reacción. Él había esperado que al admitir sus sentimientos frente a ella, podría romper el muro detrás del que ella se había escondido. La frustración lo hizo empezar caminar por la habitación, observándola, ya que le daba la espalda. Era culpa suya, no de ella… ¿por qué estaba muy cerca de sentirse enojado?

Recapitulando todo lo que habían vivido como pareja, revisando todas sus acciones en torno a ella, se vio a los dos tal y como eran realmente… él estaba haciendo todo lo posible para hacer que ella lo amara. Su reacción no lo sorprendió, él había contado con esa posibilidad que no podía descartar. Sin embargo le dolía saber que había fracasado hasta ahora para acercarla a él, hasta el punto de que sintiera amor hacia él.

"Está bien… tú no me amas… discúlpame por ponerte en un aprieto…", le dijo de manera calmada aunque la tensión en su voz expresaba otra cosa.

"No es eso Chris…", le respondió ella y se giró, con su cara mostrando preocupación.

"O amas, Rose, o no… no es muy difícil de dilucidar cariño", le dijo y sirvió un poco de vino en un vaso, olvidándose del té que se estaba enfriando en su taza.

"Me hicieron daño en el pasado… te lo he dicho", le dijo ella y se sentó en una silla al lado de la mesa. Esta era una conversación que ella no habría quería tener nunca, y especialmente no en un día tan horrible como el que había tenido. Sacó un cigarrillo de la caja que estaba sobre la mesa y lo encendió. Él la observaba mientras tomaba sorbos de su vino.

¿Y tú piensas que yo te lastimaré?, le preguntó con sus labios apretados hasta volverse una línea. Él deseaba con todo el corazón que su respuesta fuera negativa, de otra manera el disgusto por lo que ella pensaba de él sería muy difícil de disimular. Él sabía que la estaba presionando en un momento en el que ella ya se sentía mal, pero no podía retroceder.

"¡No!", ella le aseguró alzando la voz más alto con lo que pensaba, "pero… ¿puedes poner la mano en el corazón y decirme que sabes lo que el destino te tiene reservado? ¿O a mí? ¿O para nosotros incluso?" El mismo temor una y otra vez… el recordó que ella le mencionara algo al inicio de su relación.

"Yo no quiero conocer mi destino… o el destino de nadie… yo prefiero enfrentarlo día a día, sin importar lo que traiga… esa es mi manera…", su frustración sobre sus temores ilógicos era obvia por el tono que usó, "¿Por qué estás tan asustada?, ¿puedes al menos decirme eso?, le preguntó finalmente.

Ella apretó sus labios, respiró hondamente y exhaló después. "Christian… es una larga historia… te he dicho que yo no hablo acerca de mi pasado…", le dejó claro, aplastando el cigarrillo después de un par de caladas.

"Siempre está tu pasado en el medio… y tienes miedo del futuro… estás atrapada en el presente por necesidad entonces… no porque quieres vivir tu vida tal y como venga", le respondió y se cruzó de brazos.

Él se paró al lado de la mesa, mirándola, sintiendo un inmenso desagrado por esa persona que le arruinó la vida en el pasado hasta tal punto, dejándola con el alma destrozada. Con sus ojos llenos de lágrimas, rehusando comentar nada sobre lo que había dicho.

Él se dio cuenta de su reacción inmediatamente. En esta ocasión él no iba a consentirlo. Su amor tenía que ser uno muy firme si realmente esperaba llegar hasta esta chica. Él acercó su silla, sentándose y sirviendo un poco más de vino. "Bien, ahora me estoy sintiendo intrigado por saber sobre ese pasado… tuyo querida…" le dijo con una tensión en su voz, indicando que se quedaría allí tanto como hiciera falta para que ella lo contara todo.