Capítulo 11

Madrugada del día siguiente, aun todo permanecía oscuro en la habitación, mientras Kojiro se hallaba en su cama, despierto, con una emoción muy grande recorriéndole el cuerpo. Volteó un poco la cabeza hacia su derecha, intentando mirar a Paola que yacía dormida boca abajo, abrazando la almohada. Recordó de pronto una melodía que había escuchado y que le había gustado tanto que se la aprendió pese a no dominar muy bien el español, así que se puso a cantarla en voz baja, mientras acariciaba el cabello de la muchacha.

Las luces se apagaron y dos historias se juntaron en la cama

Para mezclarse entre ellas

Aquí no hay protagonistas, no hay más que dos novelistas

retratando en sus espaldas tiernas y dulces caricias

Así fue que la historia comenzó,

Así fue que en sus brazos se entregó

Que su cuerpo estremeció

Convirtiéndose ella en rosa y él la riega con amor

Son dos mundos que se encuentran una noche y nada más,

Cuando llega la mañana la sonrisa se les va

Son dos historias distintas que se mezclan sin pensar

Que juntando dos novelas se hace más largo el final...

-No sabía que cantabas –murmuró Paola adormilada

-Y yo no sabía que estabas escuchándome –replicó él con una sonrisa (cínicos ¬¬)

-Ahumm...imposible de no escuchar algo que jamás oído humano alcanzó a oír –dijo ella con ironía, bostezando

-¿Te estás burlando de mi?

-No, solamente digo que me gustó el detalle, pero vuelve a dormir que aun es temprano

-No tengo sueño

-Y qué ¿pretendes que te cante una cancioncita de cuna? –se mofó Paola

-No estaría mal –respondió Kojiro cerrando los ojos

-Chistoso...

Más tarde, aun en la mañana, Ken se paseaba de aquí para allá en su departamento. Ese día habían quedado en iniciar los entrenamientos un poco más tarde debido a una reunión que sostendrían los dirigentes del club con el cuerpo técnico. El muchacho miraba el teléfono insistentemente, no había podido dormir toda la noche porque la angustia en su pecho no lo dejaba y se había incrementado.

-Ni modo, si aun duerme tendrá que perdonarme –se dijo a sí mismo, tomando el aparato y llamando- ¿Aló? Sí señorita, ¿podría por favor comunicarme con la habitación 823? Gracias, espero...

El teléfono timbró varias veces pero nadie contestó.

-¿Ya habrá salido? –se preguntó Ken extrañado viendo que su reloj de pulsera marcaba las 8 de la mañana

Insistió por lo menos unas ocho veces más hasta que se rindió.

-Seguramente fue temprano a alguna parte –pensó preocupado- Luego la llamaré...

Cuando Paola despertó se encontró con que Kojiro no estaba. Aun algo adormilada se levantó, se vistió y se fue a su habitación a bañarse y cambiarse de ropa. Al bajar al restaurante se topó con el muchacho, que leía un periódico bastante concentrado.

-¿Algo interesante? –preguntó ella, sentándose y pidiendo su desayuno

-Sólo que el Inter programó varios partidos entrenamiento –comentó él sin dejar de leer

-¿Por qué no me miras? –reclamó Paola, bajando el periódico con una mano

-Je, disculpa, es que estoy acostumbrado a desayunar solo –replicó él, doblando el periódico

-Yo también ¿lo olvidas? –recordó ella con cierto sarcasmo

-Pero yo más tiempo que tú –alegó Kojiro divertido- Aunque felizmente yo no tengo una esposita que se dedica a entrenar en lugar de ocuparse de mi, y tampoco que se olvidó de tocarme desde hace mucho –agregó sarcástico

-Touché, tenías que mencionar a Ken –dijo Paola muy seria mirándolo ceñuda

-No sabía que era tu esposita –siguió con burla

-ES mi esposito –puntualizó la germano japonesa con enojo- Y por si se te olvidó, también tu mejor amigo...

Un duro contragolpe que le borró la sonrisa de la cara al tigre japonés.

-¿Podemos cambiar de tema? –pidió Kojiro incómodo, tomando un poco de café

-Qué ¿tan rápido se te acabó el humorcito y lo reemplazó tu conciencia? –se mofó Paola agregándole azúcar a su café

-¿Por qué tan hiriente? –reclamó él molesto

-No lo sé, dime tú...

-Lo que pasó fue de mutuo acuerdo, yo no te obligué –anunció el japonés en voz baja- Si encontraste en mi algo que no tienes desde hace mucho con tu esposo, no es mi culpa

-¿Ahora me reclamas? –devolvió ella indignada- Porque yo no me estaba lavando las manos, simplemente dije que por qué tenías que mencionar a Ken

-¿Acaso íbamos a evitar nombrarlo por lo que resta del viaje o de nuestras vidas?

-Al menos por hoy era necesario –replicó Paola dolida, arrojando su servilleta sobre la mesa y poniéndose de pie para luego irse, seguida por la mirada arrepentida de Kojiro

La muchacha fue a encerrarse en su habitación, ignorando los continuos timbrazos del teléfono de su habitación ni los golpes en la puerta.

-¿Ahora qué voy a hacer? –se preguntó desolada- ¿Cómo voy a seguir mi vida en Turín si no me atreveré a mirar a Ken a la cara?

Cerca al mediodía escuchó que abrían la puerta.

-Gracias señorita, fue muy amable –escuchó decir en el hall, luego pasos que se acercaban- Así que sí estabas aquí

-Qué haces aquí –espetó ella al ver a Kojiro en el umbral de la puerta

-No me gustó la forma en que te fuiste, así que quería hablar contigo –replicó él- Te llamé y toqué la puerta varias veces pero no abrías, así que le pedí a la encargada que abra la puerta

-¿Alegaste peligro de muerte o qué? –se burló Paola

-No, alegué insania mental –devolvió él en el mismo tono

-¿Y de qué querías hablar? –preguntó ella, sentándose en su cama

-¿Podemos salir? No me gusta el encierro...

-Así que al tigrito no le gustan las jaulas –se mofó la muchacha poniéndose de pie

-Y menos con una Principessa –añadió él- Es mucha tentación... –agregó, abrazándola y dándole un corto beso en los labios

Se fueron a pasear por la playa, por un lugar que sabían no tenía paparazzis ni reporteros cerca, tomados de la mano mientras caminaban en silencio (insisto, cínicos ¬¬)

-No podremos seguir con esto en Turín –dijo Paola rompiendo el incómodo silencio

-Ya lo sé –corroboró Kojiro seriamente- Sin embargo...

-Sin embargo qué...

-No sé si pueda alejarme de ti –confesó deteniéndose y mirándola a los ojos

-Pero tienes que hacerlo –alegó la muchacha, tomándolo con cariño del rostro- No podemos herir a Ken (¡a la hora que se preocupan! )

-Lo sé...

-Quisiera haberte conocido así en otras circunstancias –confesó Paola suspirando

-Y yo a ti...

-Pero esta es nuestra realidad y debemos hacerle frente

-No será fácil

-No, pero debemos hacerlo si no queremos romperle el corazón a alguien que ambos queremos mucho

-Espero que funcione

-Yo también –admitió ella, abrazándolo con fuerza, siendo correspondida por él

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Las estrofas mencionadas son parte de la canción "Dos historias" de Gianmarco.

¡Ya sé, ya sé! Es mucho cinismo el de ese par ¿pero qué esperaban?