Capítulo 21

Era como para no creer, a escasos milímetros del rostro de su esposa, Ken había detenido el golpe.

-Anda, pégame –lo desafió Paola ceñuda, mientras las lágrimas bañaban su rostro- Si crees que así te sentirás mejor, hazlo, yo no voy a reclamar ni a juzgarte

-Es suficiente Ken –musitó Maki temblando

-Tú no te metas –se dirigió Paola a ella con el más puro odio reflejado en los ojos

-Ni te atrevas –replicó Kojiro fríamente, poniéndose delante de Paola

-Los odio... –murmuró Ken apretando los dientes, mientras Kojiro ayudaba a Paola a levantarse

-Aquí a la única que debes odiar, es a mi –alegó la Wakabayashi- Yo soy tu esposa y debí respetarte...

-¡Pero y él! –exclamó su esposo nuevamente con lágrimas traicioneras en los ojos- ¡Era mi mejor amigo!

-¡Claro que lo era, pero ella era tu esposa y tú no la consideraste! –intervino Kojiro- ¡Aunque claro, a ti no se te puede reclamar nada!

-No, Kojiro... –musitó Paola con tristeza

-¡No, que se entere! –siguió el tigre japonés enojado- ¡Para él es muy fácil juzgarnos y decir que por qué lo hicimos! ¡y no reconoce que todo fue su culpa!

-¿Y mi culpa por qué? –bufó Ken indignado

-¡Llegaste a Italia e inmediatamente te olvidaste que tenías una esposa que te esperaba y te quería! En su lugar te sumiste en los entrenamientos, con el estúpido deseo de ser cada día mejor, sin percatarte que podías perder lo mejor que la vida te había dado...

-¡Ahora resulta que todo fue mi culpa!

-¡Sí lo fue! –aseguró Kojiro- Tú me empujaste a ser la compañía de la soledad de Paola para no sentirte culpable por ella

-¿Crees que eso los justifica?

-¡Nada nos justifica! Pero date cuenta que tuviste mucho que ver en esto...

-¡Yo no les pedí que me engañaran!

-¡Y yo no te pedí ser un objeto más en tu casa! –reclamó Paola sollozando- ¡No te pedí que me dejaras en segundo plano después de tu carrera!

-¡Tú sabías cuál era mi objetivo al llegar aquí! –explicó Ken enojado

-¡Sí, pero jamás creí que para no sentir culpa por tu egoísmo, me ofrecieras de compañero de soledad a tu mejor amigo!

-¡¡Lo hice porque confiaba en ustedes!

Silencio...los tres se miraban alternativamente tratando de decir algo, pero su respiración agitada se los impedía.

-Será mejor irnos –sugirió Maki, jalando a Ken de un brazo

-Claro que me voy, pero porque me da asco verlos –dijo Ken con rencor, zafándose y marchándose rápidamente del lugar

Maki salió detrás de él, dirigiéndole una mirada de tristeza que Kojiro ignoró, porque sentía que ella lo había traicionado de alguna manera. Una vez que volvieron a quedar sólo los dos, Paola abrazó a Kojiro y se puso a llorar desconsolada, sintiendo un tremendo vacío en el corazón, mientras él le acariciaba el cabello, sintiéndose igual de mal.

Ken vagó por las calles de Turín, rodeado de ruido y gente, pero sintiéndose en un oscuro y silencioso callejón sin final. No podía creerlo, recordar los momentos vividos todo ese tiempo junto a Kojiro y Paola sólo aumentaba su ira. Jamás lo había sospechado ¿cómo podría? Nunca en su vida habría quizá dudado de ninguno de los dos, pero ahora sabía que lo habían engañado. ¿Cómo su mejor amigo se había atrevido a involucrarse con su esposa? ¡si ella era su amiga de colegio! Incluso él, Kojiro Hyuga, su respetado y tan querido amigo, había sido su padrino de bodas...con Paola. ¡Qué ironía de la vida! ¡qué golpe tan bajo! No sabía a quién odiaba más, lo único que sabía era que no quería volver a ver a ninguno de los dos jamás.

Paola se quedó dormida en el sillón del living de Kojiro, mientras él no durmió nada durante toda la noche contemplándola. Todo había acabado ¿o no? Claro que jamás habría esperado un final así, con la intervención no programada de Ken, ¿por qué tuvo que descubrirlos? Quizá si él no aparecía aquella furtiva relación habría pasado de incógnita en la vida del karate keeper, sin causarle ningún daño a él, sólo a ellos que se mortificarían por lo que les restaba de vida.

A eso de las siete de la mañana el tigre japonés se percató que debía de prepararse para entrenar, así que muy desganado fue por su maletín con ropa y luego de darle a Paola un beso de despedida en lo que ella continuaba dormida, salió rumbo al estadio. Al llegar grande fue su sorpresa de encontrarse a Ken alistándose para entrenar, mientras Wilhem y los demás bromeaban por el moretón que tenía en la cara.

-Vamos Wakashimazu, dinos quién te dio tremendo golpe –dijo el holandés divertido, siendo ignorado por el portero

-¡Hasta que al fin llegas! –comentó Gentile al ver entrar a Kojiro, que ni saludó- Oye ¿qué te pasó en la cara?

-Tal parece que los dos salieron ayer a jugar a los superhéroes –dijo Franz burlón

-O...se golpearon mutuamente, jaja –rió Wilhem, secundado por sus dos amigos, mientras los aludidos fingían demencia

-E...este...¿qué no dirán nada? –se extrañó Schester al notar que los dos japoneses ni se miraban

-No fastidien –gruñó Kojiro, disimulando el dolor que le provocaba intentar quitarse la camiseta, dejando al descubierto tremendos moretones en el tórax

-¿Te asaltaron? –preguntó Salvatore preocupado, dejando de reír, mientras Ken se iba a la cancha

-No quiero hablar de eso –musitó Kojiro fastidiado siguiendo con lo suyo, mientras los demás se encogían de hombros

Durante el entrenamiento Ken no podía verse más agresivo, entrando violentamente en una jugada para quitarle el balón a uno de sus compañeros. Kojiro apenas se movía, disimulando los gestos de dolor que le provocaban el moverse rápidamente. Al finalizar, y dado que tenían la tarde libre, Kojiro decidió ir a encerrarse en su habitación, mientras Ken volvía a su departamento.

Paola creyó que como otros días Ken no estaría para el mediodía, así que pidió permiso en su trabajo para salir unos minutos antes y se dirigió a su departamento. Al entrar una honda tristeza se apoderó de ella, por lo que tuvo que recargarse contra la pared, observando desde allí todo lo que la rodeaba, recordando apenada todas las ilusiones con las que había llegado meses atrás. Momentos después se armó de valor y se dirigió a su dormitorio, donde sacó unas maletas y se puso a empacar todo.

Cuando Ken llegó arrojó su maletín cerca de la puerta y fue por un vaso de jugo. Iba a sentarse en el living a vegetar hasta que le toque ir a entrenar a la mañana siguiente, pensando que ésa sería su rutina desde entonces, cuando escuchó ruidos en su habitación. Extrañado hasta allí se dirigió, deteniéndose en el umbral de la puerta, viendo cómo Paola recogía sus cosas y las metía cuidadosamente en sus maletas. Ella tenía los ojos visiblemente rojos e hinchados, señal de haber llorado bastante, y su rostro reflejaba una tristeza tan honda que jamás había visto en ella.

Sintió pena y quiso acercarse y abrazarla; pero pronto recordó lo que había pasado noche antes y el rencor volvió a él, más imaginándola con Kojiro.

-Qué haces aquí –la espetó entrando en el dormitorio

Paola respingó y dirigió rápidamente su mirada hacia donde estaba él.

-Ken... –susurró apenada, desviando luego la mirada y continuando con su labor

-Te pregunté que qué haces aquí –repitió él ceñudo

-Vine por mis cosas –respondió ella lacónicamente

Aquello cayó en el muchacho como un baldazo de agua fría, sintiendo que se abría en su pecho un agujero profundo que le dolía.

-¿Te vas? –inquirió simulando indiferencia

-Como comprenderás no puedo seguir viviendo contigo –trató de explicar ella, dudando en tomar o no el retrato que tenía sobre su mesa de noche, en el que se hallaba la fotografía de su matrimonio

-Al menos te queda un poco de vergüenza –continuó él hiriente

Ella lo miró dolida y prefirió no decir nada, cosa que puso peor a Ken.

-Supongo que te irás a vivir con él –puntualizó apretando los dientes

-Si te refieres a Kojiro, no, me iré a un hotel –explicó ella, cerrando su maleta- Él y yo pusimos los puntos sobre las íes, y determinamos seguir siendo sólo amigos

-Qué fácil ¿no? –bufó indignado- Se unen y separan como si fuera la cosa más común del mundo

-Ayer nos reunimos para eso, si lo quieres saber –replicó Paola sacando apenas la pesada maleta hacia el hall

La muchacha se acercó a la puerta, donde dejó su maleta, luego por su celular llamó a un taxi y después de colgar se volvió para hablar con Ken, que la miraba acongojado.

-Toma –le dijo, sacándose del dedo el anillo de matrimonio- Te deshonré, no lo merezco...

Ken vio cómo ella dejaba el anillo sobre una mesita próxima.

-No necesitarás hacer pleitos ni rogarme para que firme –continuó Paola cabizbaja

-¿Firmar qué? –reaccionó Ken entristecido

-El divorcio –aclaró ella mirándolo a los ojos- Sé que fui la peor mujer que pudiste haber conocido y no voy a insistirte para que estés conmigo...

-¿Di...divorcio? –dubitó él asombrado, jamás esa palabra se le había pasado por la mente, ni siquiera en la noche del día anterior

-Sólo déjame decirte que lo lamento de todo corazón, y aunque sé que no tengo perdón, ya no puedo hacer nada por arreglarlo –continuó Paola, aguantándose las lágrimas- Te amo, y nunca dejé de hacerlo. Júzgame, estás en tu derecho; condéname, no te voy a reclamar; pero jamás dudes que te amo sinceramente y no amé a nadie más que a ti...

-Paola... –susurró él a punto de claudicar

-Adiós Ken... –murmuró ella, abriendo la puerta, dirigiéndose al ascensor con su pesada maleta

Lentamente él se acercó a la puerta a ver cómo ella ingresaba en el elevador, volteaba a verlo y le dirigía una última mirada de profunda tristeza, antes de desaparecer cuando las puertas se cerraron. No supo cuánto tiempo tardó en reaccionar, pero cuando volvió a ser consciente de lo que hacía, se encontró golpeando desesperadamente las puertas del ascensor con ambos puños.

-¡No te vayas, yo te amo! –exclamó Ken con lágrimas en los ojos- No me dejes Paola...te amo... –murmuró, cayendo de rodillas, sollozando con un profundo dolor que le desgarraba el alma

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¡Táchenme de cursi que me lo merezco! Pero no nieguen que me pasé de conmovedora -- (o ridícula o hiper cursi o las tres cosas XDD)

¡¡Qué pena me daría ver a Ken llorar! uu