LOS PERSONAJES DE RURONI KENSHIN NO ME PERTENECEN SON CREACIÓN ÚNICA Y ABSOLUTA DE NOBUHIRO WATSUKI
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Luego de leer el manga por decimoctava vez, ver el anime una vez más y maratonear las cinco películas en Netflix, paso y aquí estamos. AU porque jamás podría hacer algo tan hermoso como la historia original.


Capítulo 1

El hombre solitario de la colina

Debía ser honesta consigo misma. Si, era una entrometida, aunque quizás no era más que una simple curiosidad que había nacido en el momento que aquel hombre apareció. Siendo honesta sus vecinos sí lo eran, ellos definitivamente eran unos metomentodos por excelencia. Pero allí estaba ella, justo como todas las tardes cuando regresaba de la escuela de Kendo donde daba clases, allí estaba ella observando la hilera de gradas que daban a la pequeña y sencilla casita, trataba de hacer memoria y recordar quien había sido el anterior inquilino, rebusco entre los pliegues de su memoria y a duras penas recordó a aquel hombre que parecía un gigante. Macizo en músculos, debía medir como mínimo el metro ochenta, pero tenía diez años cuando lo vio por allí paseándose, o eso recordaba. Pero no, hacía unos cuatro meses había llegado una nueva persona, aquel hombre.

Estaba segura de que era un hombre, o quizás un muchacho, bajito, debían tener al menos la misma estatura, si definitivamente eso sí. Lo había visto y haciendo cuentas, tres veces en aquellos cuatro meses, pero era de esperarse, ella se partía el lomo desde el alba hasta la tarde en la escuela de kendo y aquel hombre, era un misterio. Las veces que lo había visto habían sido plenas casualidades. En el mercadito del vecindario, en el santuario y en la intersección del vecindario, donde aquella hilera de graditas dañados por el tiempo dirigía a la casita en lo que parecía una colina. Lo había escuchado de Tae.

—Se llama Kenshin, Himura Kenshin —dijo— Es muy callado Kaoru, quisimos darle la bienvenida sabes, pero se negó, quién sabe que este pasando por esa cabeza.—negó con delicadez mientras se colocaba la palma izquierda en la mejilla del mismo lado —Tiene una terrible cicatriz en pleno rostro, como una larga cruz.—

No había nada de honor en sentarse a murmurar sobre un completo desconocido, "quién sabe que este pasando por esa cabeza" las palabras de Tae se le vinieron a la mente como un pequeño recuerdo sin importancia y sus ojos viajaron desde el suelo hasta la pequeña casita. Negó bruscamente y apretó la bolsa que traía su uniforme dentro de la misma, el bōgu resonó aplastado en su mochila, el shinai que permanecía ataviado a su espalda se removió ante el movimiento de la chica y así negando, retomo el camino a su casa que estaba solo unos metros de aquella solitaria colina. Basta Kaoru, pensó, no es asunto tuyo, resoplo cansada, desde cuando era tan curiosa, sobre todo si el tema era un hombre que nadie conocía; y que de buenas a primera ya sentía que era un maleducado por no haber aceptado la pequeña bienvenida del vecindario.

—Vaya presumido. — refunfuño mientras sacudía sus zapatillas al entrar a su casa. —Padre estoy en casa — ladeó la cabeza decepcionada y observó el pequeño portarretrato con la fotografía de su padre.

El hambre se le desvaneció, prefirió solo tomar una ducha y descansar, quizás así dejaba de pensar en tonterías o pensar en esa soledad estúpida que le daba desde la muerte de su progenitor.


Aquella mañana sintió de buenas a primeras que sería un mal día. Era un poco supersticiosa sin duda, había tenido un sueño o quizás una pesadilla, lo que fuera le había dejado un amargo sabor en la boca, se apretó el estómago pensando que posiblemente el haberse acostado sin un bocado le había predispuesto a tener ensoñaciones absurdas. Se levanto a duras penas y sin pensarlo mucho se ducho con agua fría. Ese día era de competencias en la escuela de kendo, debía estar concentrada, su equipo se presentaría y eso ya era un logro.

—Concéntrate, Kaoru, enfócate — envuelta en una toalla se sentó a la orilla de su cama, se observó por unos momentos frente al espejo, las gotitas resbalaban por su largo cabello negro y sin pensarlo soltó aquello que la atormentaba desde que vivía sola —Aún parezco una niña.—

"Señorita Kaoru, vamos por aquí"

El corazón le dio un vuelco cuando recordó aquella voz que escucho en su pesadilla, sujeto la toalla firmemente a su pecho y trato de pensar en otra cosa, basta, debía concentrarse. Debía dejar de ser una niña. Apenas había cumplido los diecinueve años, tenía un cuerpo menudo, las palmas un tanto ásperas, exhaló decepcionada, y rebusco entre sus cajones. Recordó las palabras del doctor de la escuela de kendo.

—Fresco y delicado — Su hakama debería estar bien, eso era fresco, la palabra delicado se le alojo en la mente y negó, definitivamente no podía solo ponerse un hakama — De civil, ropa de civil, veamos por aquí.—

Terminó de vestirse, una camisa de siete botones y hombros caídas en un suave azul celeste y unos pantalones de pierna ancha y tiro alto en negro, se observó por un rato en el espejo mientras peinaba su larga melena en una coleta alta. No estaba mal, pensó, busco en el cajón superior y tanteo las pocas herramientas de maquillaje que poseía. No es que le molestara el maquillaje, es que no tenía idea de cómo usarlo correctamente, movió su cuello en semicírculo y apenas si coloco un tenue rosa en sus labios y una ligera sobra durazno en sus párpados. Tomó la maleta con el bōgu dentro con la mano izquierda y el shinai entre el cuello y hombro mientras abría la puerta para salir entre dos tropezones hasta la calle.

No iba tarde, tenía por los menos una hora para llegar y la escuela estaba a menos de veinte minutos, pero no deseaba que la vieran, no quería ser comidilla del vecindario por las ropas que vestía no quería se hicieran ideas equivocadas, no al menos como aquel individuo extraño de la colina, eso sí que no. Tanteo al frente por unos segundos, tomo el shinai de su cuello para acomodarlo con su mano izquierda y apoyarlo en su hombro, solo se distrajo por un momento, estaba a solo pasos de llegar a la intersección, así que apenas reacciono cuando su nariz dio de lleno entre la oreja y cabeza de aquella persona.

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Para él, la mañana había sido normal, era la primera noche en todo ese mes que ninguna pesadilla tomó su tiempo en la madrugada, era más, tuvo uno de sueños que le calmó y le hizo despertarse con la cabeza fresca y ligera.

"No debería castigarse de esa forma"

Pensó en las palabras de aquella jovencita en sus sueños. No recordaba el rostro, no recordaba un rostro así en sus veintinueve años, hizo memoria entre algunas de las chicas que alguna mala vez observó a lo largo de ese tiempo, pero no lograba pensar en alguna. Pero si podía recordar esa mirada. Los ojos azules no eran normales en Japón, pero verlos y no como cuando los mirabas en la televisión. Era distinto y en su simplismo adulto logro juntar dos palabras para describirlo.

—Eran bonitos.—

Podría sin duda juntar aún más palabras para describirlos, pero incluso para él su parquedad era una forma sincera de vulnerabilizar su atormentada alma. Tomó el jinbei borgoña que yacía tendido en el alfeizar de la casita, parecía un buen clima para el mes de mayo, apenas una ligera ventisca se apreciaba. Tomo la canasta equipada con elementos para ducharse en sus manos y pensó que era una buena oportunidad para visitar los baños públicos del vecindario. Salió por la puerta y se encamino a las graditas que conectaban su casa con el camino principal del vecindario. Quizás estaba más distraído de lo normal por el placentero sueño que había logrado tener luego de noches de insomnio. Fue un pequeño despiste, bajo la última gradita casi saltando, tanto que la sandalia quedo olvidada en la penúltima grada lo que lo hizo detenerse en la intersección. Tampoco pudo reaccionar rápidamente cuando esa chica tropezó justo con su lado derecho, aunque el ardor lo despertó de su letargo apenas si logró tomar la mitad del shinai con la mano izquierda mientras la canasta se estampaba con el suelo ligeramente mojado por el roció matutino. La chiquilla frente a él permanecía semi inclinada hacia atrás en un ángulo obtuso, tenía buenos reflejos sin duda. La chica había tratado de mantener el equilibro al chocar, como pudo estiro su mano junto al shinai y así él pudo medio sostenerla y que ninguno diera en el suelo, vaya suerte, pensó, mientras se incorporaba al igual que la chica. La observó fugazmente, el espeso flequillo cubría sus sienes, parte de su frente y ojos. Supo de inmediato que no era una estudiante de secundario o primaria, no llevaba ningún uniforme, iba reaccionar para tomar sus cosas del suelo, pero la chica ya estaba de cuclillas arreglando su canasta para luego pararse y apretarla toscamente a la altura de su pecho.

—Oh vaya, lo siento muchísimo —coloco sus palmas bajo la canasta para tomarla y sonrió tenuemente. — Eres muy amable señorita…—se pausó irremediablemente, dudo un poco al sentir que podía ser descortés.

Kaoru alcanzó a levantarse con un poco de esfuerzo después de aquel choque, por supuesto que fue su culpa, sin querer trastabillado, un ligero escozor se le coló en la punta de la nariz. Qué vergüenza, pensó, mientras las orejas se le acaloraban en el acto, como no se mantuvo alerta, había terminado chocando con aquel muchacho. Debía ser un muchacho, desprendía ese aroma masculino que pocas veces había sentido. Dejo sus pertenencias a un lado y se inclinó para recoger lo que permanecía tirado en el suelo. Mientras colocaba las cosas pensaba en que debía disculparse. Sin saber porque le molesto ligeramente que aquella persona no lo hiciera, sí, era su culpa y estaba de acuerdo, pero ¿Dónde quedaban los modales?, quizás eso la hizo reaccionar como lo hizo, casi empujando la canasta al pecho del muchacho, debió mantener la mirada en otro punto, aún sentía como las orejas seguía tibias de la vergüenza y molestia mezclada.

—Kaoru — respondió, pensó seriamente en no decir su apellido —Yo lo lamento, no estaba vigilando mis pasos.— fue hasta ese momento que mantuvo la mirada fija frente al muchacho.

Él usaba ropa tradicional japonesa, una que definitivamente debió tener mejores días y que aun así se lograba apreciar aquel borgoña que tintaba las telas. El cabello brilloso castaño cercano al cobrizo, quizás áspero o suave, pero abundante, atado en una coleta baja y descuidada. La sonrisa melancólica, y esos ojos, tan cándidos, diáfanos que albergaban una inquietante soledad. El rostro era fino, pulcro y allí estaba, recordó entonces las palabras de Tae "Tiene una terrible cicatriz en pleno rostro, como una larga cruz."

—Señorita Kaoru, gracias —mencionó entonces, y ella entreabrió los ojos, sin querer las palabras del extraño en su sueño le quedaban muy bien al joven frente a ella, quien se inclinó para pasarle sus pertenencias a la joven—Bueno, me alegro que no se haya hecho daño señorita Kaoru, con permiso.

—Si, no, yo… si estoy bien —acotó ella finalmente mientras tomaba su bolso y el shinai. — Con permiso.—

Respiro profundo y no quiso voltearse, no era ninguna tonta, aquel hombre venia desde ese callejón, ese que conducía a las gradas y a la casa en la colina, además allí estaba la cicatriz. Respiró nuevamente, porqué se ponía nerviosa, quizás era porque había estado chismorreando del muchacho, o porque al tenerlo frente a ella, sintió un poco de vergüenza de su torpeza y, sobre todo, porque no era su fuerte, comúnmente los chicos con los que convivía eran menores que ella, además era una relación maestro estudiante, y ese hombre, Kenshin, parecía bastante estoico, cuantos años tendría, veinte quizás, se miraba joven y bastante. Agradeció que aquel hombre pareciese preferir el silencio, sin duda estaba agradecida de ello, apenas si lo observó de soslayo y el pareció darse cuenta porque sus miradas se cruzaron y ella solo atinó a encogerse sobre sus hombros, de dónde y cuándo ella era así de tímida.

—Parece que vamos por el mismo camino, ¿no es así señorita Kaoru? —y si bien él no era de las personas más comunicativas se sintió bien romper ese silencio, se pauso y la tensión que observaba en los hombros de la joven se pareció relajar.

—Si así es, usted va a los baños Akabeko ¿cierto? —sonrió finalmente, por alguna razón sintió que aquella timidez que la ahuecaba se disipaba —Espera, no he escuchado tu nombre aún.—

—Puede llamarme por mi nombre, Kenshin—y aunque Kaoru lo sabía, asintió igualmente sobreentendida, mientras el muchacho colocaba su mano libre tras su nuca y luego señalo la canasta bajo su brazo derecho —La señorita Tae me obsequio un cupón.—

La sonrisa de Kaoru se ensancho aún más al escuchar el nombre de su amiga. Observó al joven frente a ella y sintió algo similar a la culpa, quizás estaba siendo solo prejuiciosa, aquel muchacho no parecía ser el monstruo que pensaba, se lamentó mentalmente, tal cual se comportaba como una niña al dejarse llevar por rumores sin fundamentos. Habían estado caminando nuevamente en silencio, pero sin duda no era un silencio incomodo. Kaoru visualizo el cruce que debía tomar para llegar a la escuela y se detuvo lentamente, apretó la correa del bolso que descansaba en su hombro y señalo el edificio a unos cuantos metros cruzando la calle.

—¿Oro? — Kenshin la imito y se detuvo a unos cuantos centímetros de ella y pestañeo confundido.

—Voy hacia allá — dijo, mientras revisaba que ningún auto se acercara, no supo muy bien porque, pero aquella simple caminata acompañada le había animado —Gracias por la compañía señor Kenshin —pensó un poco si aquello estaba bien, si el joven era de su edad pasaría vergüenza.

—Por favor, puedes solo llamarme Kenshin —Kaoru hizo una leve mueca de vergüenza y el chico negó con la mano restándole importancia —Entonces yo iré por aquí.—

—Nos vemos Kenshin —se despidió y cruzo la calle, cuando por fin estuvo del otro lado observó la espalda del joven alejarse, bueno que estaba pasando con ella, acaso era de su naturaleza el ser tan tímida y lúgubre, basta, definitivamente ella no era así — ¡Espera, Kenshin, oye, espera Kenshin!—

—¡¿Oro?! —tuvo que detenerse de modo que casi cayo de frente —¡Te escucho! —un poco atónito observó como la chica se acercaba corriendo hacia él, una sonrisita se escapó de sus labios.

—Ah… lo siento, veras —Kaoru quiso regular su respiración y exhaló profundamente —Miescueladekendodaraunademostración—las palabras se le atropellaron y sin duda se sintió una grandísima tonta en ese mismo momento.

—Me encantaría ir —si era honesto no estaba en sus planes, pero por alguna razón ni siquiera pensó en negarse si esa jovencita le hubiese preguntado algo más, desde cuando él era tan confianzudo.

Es la escuela de kendo Kamiya Kasshin Ryu, en justo luego del edificio —señalo nuevamente adonde se dirigía hacia unos minutos atrás —estamos en el semisótano.—

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El barullo era claro, bajo las escaleras que conducían al dojo donde un grupo de estudiantes la esperaban. Colocó su maleta en el suelo y luego se quitó las zapatillas blancas, saludo firmemente antes de entrar al dojo.

—Llegas tarde, fea —una mueca de desgrado se instaló en el rostro de Kaoru al escuchar a uno de sus estudiantes dirigirse a ella. —¡Deberías de avergonzarte!—

La chica observó el dorso de su muñeca donde un delgado reloj marcaba recientemente las ocho de la mañana en punto, no estaba tarde, al contrario, estaba a tiempo.

—Estábamos preocupados por usted maestra —hablo por fin uno sus estudiantes— es raro que llegue tarde. —y viendo la confusión de la joven se terminó por aclarar la garganta —Siempre está aquí al menos veinte minutos antes.—

—Ah — realmente no supo que más decir, quizás un poco de vergüenza —Vamos en fila chicos, en dos horas empezará el evento.—

Mientras los chicos calentaban ella paso a un lado, a su izquierda se encaminó una chica que la saludo con bastante efusividad. Kaoru sonrió, como iba ser un mal día si Misao se había saltado las clases solo para visitarla en ese día tan importante.

—¿Dónde estabas? —la jovencita se cruzó de brazos fingiendo indignación, Kaoru sonrió enternecida, Misao era algo bajita para su edad, así que cuando usaba aquellos overoles cortos en púrpura se le hacía adorable. —¡Kaoru despierta! —la jovencita le pico las costillas a su amiga.

—Ay, lo siento, estaba pensando —se sobó el costado de su cuerpo y sonrió, enrojeció levemente, porque pensó repentinamente en ese muchacho de cabello cobrizo —Te ves muy linda Misao. —finalizó dirigiendo su mirada a la puerta que conducía a la entrada del dojo.

—Ah, gracias —la chica de cabello oscuro sonrió con la mirada brillante, bueno, quizás y si tenía suerte aquel chico que le robaba suspiros se acercara al dojo luego de que le insistiera tanto por ir. Suspiro, pero observó nuevamente a Kaoru, posiblemente estaba exagerando, pero parecía distraída, además porque observaba la puerta, esperaba a alguien quizás —Ya están todos los chicos aquí, o ¿tal vez estas esperando por alguien?—

Kaoru negó rápidamente, que vergüenza, definitivamente era una mocosa mira que emocionarse por un completo extraño, lo que era peor con alguien quien apenas había hablado unos cuantos minutos, suspiro resignada, ojalá fuera buena mintiendo, pensó, pero al sentir la curiosa mirada de su amiga sobre ella no puedo evitar reír nerviosa.

—Invite a un chico a la presentación —soltó para luego disculparse y acercarse a sus estudiantes.

—Eso es nuevo. —pensó Misao que la observó alejarse, quien sería la persona que Kaoru había invitado a ese día. —También te ves linda hoy.—

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La reconoció por el moño rosa que sostenía su coleta alta. Había dejado su canasta en la recepción del lugar, la bulla que inundada el semisótano lo hizo sonreír plácidamente, vaya energía la que había allí. Se apoyo entre el muro que separaba la planta alta de la baja hacia el dojo. No eran muchos estudiantes sin duda, pero si parecían darlo todo. La buscó nuevamente con la mirada, allí estaba. Claro que lo había sorprendido cuando de la nada lo invito, pero fue honesto con él mismo, no pensaba en negarse, apoyo su cuerpo por completo en el barandal mientras su barbilla se apoyaba en el dorso de su mano. Mientras tomaba el baño de agua caliente en los baños públicos, pensó en la chica, si en Kaoru, porque sin querer aquellos ojos azules de su sueño se colaron en el rostro de esa muchachita y a quien engañaba, era agradable colocarle un rostro a ese sueño que le había relajado tanto, sobre todo si era un rostro tan agradable y gentil.

Si podía observarla por un rato más, entonces estaba bien, mientras no creara ninguna cercanía, al final que derecho tenía alguien como él a siquiera pensar en tener algo de felicidad.


Notas finales: Sin querer empecé a escribir fanfiction nuevamente, con el tiempo me dedique a proyectos personales en mi país y sin duda quise obsequiarme algo de Ruroni Kenshin, porqué, porque si. FanFiction sin duda cambio, me tomó un rato subir esta primera parte. Actualmente no se si Wattpad se usa y tampoco es mi fuerte. Veamos a dónde nos lleva esta historia.

Miércoles 6 de Julio 2022