LOS PERSONAJES DE RURONI KENSHIN NO ME PERTENECEN SON CREACIÓN ÚNICA Y ABSOLUTA DE NOBUHIRO WATSUKI
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Capítulo 2

Algo que nunca había pensado

La ronda de aplausos fue tendida, Kaoru sonrió aún más, definitivamente era mejor de lo que había esperado. Se cruzó de brazos satisfecha, Yahiko sin duda se convertiría en una estrella en ascenso en el kendo, no lo miraba de una manera diferente, llego al dojo cuando apenas tenía doce años, sin duda tenía un talento natural para el arte de la espada. Estaba demasiado metida en sus pensamientos, por lo mismo no había notado la penetrante mirada de Kenshin sobre ella, y si bien paso por alto para la joven kendoka, no para su amiga que permanecía con una pierna cruzada mirando aquel joven que no había despegado los ojos de su amiga. Llegó a preguntarse si era algún conocido o familiar de la joven, Kaoru sin duda tenía un mal y era que casi no hablaba de su familia. Sería entonces el chico que había invitado su amiga, sonrió con gusto, para ser honesta no sabía si su amiga era alguien que estaba abierta a las relaciones, sin querer ofenderla, Kaoru solo pensaba en el kendo, la escuela y ya.

—Daremos quince minutos para iniciar el siguiente Dan —la voz de Kaoru hizo que Misao la observara, era su momento de saberlo —Por favor, no se alejen para que no se retrasen.

—Kaoru —Misao llegó a su lado mientras le pasaba una botella con agua — ¿Lo conoces? —dijo, mientras señalaba con un movimiento de cabeza al muchacho en la segunda planta.

Kaoru pestañeo confundida, y sin despegar sus labios de la boquilla de la botella, dirigió la vista a donde Misao recién señalado segundos atrás, había llegado no lo había notado si quiera. Paso el trago de agua con fuerza y sin pensarlo mucho levanto su mano en saludo, aquello no pasó desapercibido por Kenshin, quien algo sorprendido sonrió y asintió en saludo. Que tonta pensó Kaoru, debe pensar que soy una confianzuda. Sin embargo, Kenshin solo había sentido que era muy bien recibido.

—No, bueno si, no —Misao la observó entre molesta y confundida, que le estaba pasando a Kaoru —¿Lleva mucho aquí? —finalizó.

—Creo desde el inicio del encuentro de Yahiko. —

—Oh, bien. —Kaoru entonces, se despidió y regreso a hablar con el siguiente contendiente. Misao agudizó la mirada y sonrió, al menos le alegraba que Kaoru empezara a florecer de otras maneras.

Kenshin había terminado por sonreír sorprendido un poco por la actitud de aquella jovencita, podía sentir algo de inocencia de parte de ella y bueno, como no iba ser agradable. Escucho la voz clara sobre el descanso de quince minutos, aprovecharía para observar un poco más de aquel lugar. Era pulcro, amplio y tenia ese ambiente acogedor que se le hizo conocido. A lo largo del pasillo una pequeña estantería se erguía con varios trofeos, se arrastró lentamente hacia ellos mientras se inclinaba, sus brazos descansaban dentro de las mangas del jinbei, vaya, resopló, no era una simple señorita, varios de los premios eran de Kaoru Kamiya, tenía mucho sentido, pensó.

—Dude que vendría, —Kenshin alzó la mirada y observó a la jovencita sin ser consciente de sus propios gestos, no puedo evitar sonreír y asentir —Son el orgullo de este dojo. —murmuro mientras se encaminaba a donde estaba el joven.

—Tiene usted un equipo increíble señorita Kaoru —el pelirrojo observó a la joven, misma que asentía orgullosa y daba ligeros pasos hasta el barandal —Usted también parece una kendoka excepcional. —

—Gracias Kenshin —la verdad aquel tema la hizo sentir en confianza, se inclinó ligeramente sobre el muro y no dejo de sonreír —Si ellos continúan así, sin duda llegaran más lejos que su maestra. —

El joven se acercó finalmente hacia ella, estando a pequeños centímetros cerca, observó entonces al chiquillo que sonreía y que con los brazos cruzados parecía aconsejar a los demás jóvenes. Kaoru pareció darse cuenta y asintió para luego explicarle quien era.

—Tiene mucho talento y trabaja muy duro —golpeo su puño con su palma y el joven siguió concentrado en lo que Kaoru decía —No quiero aburrirte con esto, —el joven negó —Es solo, que realmente me gusta —hizo una pausa y enrojeció, acaso había sonado doble sentido eso —¡El kendo, me gusta! —

—¡Oe, Kaoru! —la susodicha observó a quien la llamaba para luego incorporarse del todo —Baja de allí. —y ella solo atino a asentir.

—Gracias por venir Kenshin —comentó felizmente para encaminarse a la duela y continuar con el evento.

Kenshin sonrió y la siguió con la mirada hasta que la vio desaparecer por las escaleras.

..

.

Sin duda aquel evento había sido lo mejor para el dojo, como mínimo más estudiantes habían solicitado unirse. Kaoru estiro felizmente los brazos mientras se encaminaba al edificio donde la escuela estaba ubicada. Desde el evento una semana había pasado, recordó al pelirrojo y no pudo evitar cierta decepción. Mentiría si decía que no había sentido más curiosidad de hablar con él, pero cuando regresó a buscarlo él ya se había marchado, así de simple, y recordarlo le dejaba un mal sabor de boca, pero era inevitable, si eran un par de desconocidos, tonta ella que creyó que pensó algo diferente. Se quedó allí en medio de la calle pasmada pensando en todo aquello, sus manos apretaron el lazo de la cartera cruzada que llevaba. Se había colocado un vestido unos cuatro dedos arriba de las rodillas, de rayas horizontales en azul marino y fondo blanco. Mientras Kaoru pensaba en aquello del otro lado un atareado joven se acercaba con unas bolsas de compras, le pareció reconocer a la persona que estaba allí parada, sonrió sin saber muy bien por qué.

—Señorita Kaoru, es bueno verla —la saludo mientras se acercaba finalmente a ella, la vio sonreír y sin duda le enterneció, sobre todo cuando la joven tomó alguno mechones entre sus pálidas manos y lo acarició —Lamento no haberme quedado hasta el final del torneo. —siendo honesto el mismo no quería causar un malentendido sobre aquello.

Ella negó asegurándole que no había ningún problema. Kaoru bien podría considerar aquello como su gran defecto: lo tradicional japonés la ponía demasiado feliz, quizás por eso el día que vio al muchacho con aquel jinbei no dejaba de pensar en lo apuesto que se miraba. Pero al verlo con aquella ropa de civil le hizo sentir algo extraño en el estómago. Usaba una camisa en vino de tres cuartos, unos jeans desgastados y unas zapatillas negras, el cabello atado en un rodete desprolijo...

—Señorita Kaoru, ¿Me escucha? —ella pestañeó repetidas veces y lo observó apenada, asintió torpemente —Bueno, entonces es un sí. —confirmó él no muy convencido de haber sido escuchado.

—Ah, sí, si —y sus manos apretaron sus mechones con mayor fuerza, —¿Entonces? —

El joven adelantó sus pasos y la observó por sobre el hombro sin perder aquella mirada amable —Gracias por su ayuda señorita Kaoru— la confusión en los ojos de la chica quizás no era notoria, pero por alguna razón no pudo negarse y comprendiendo que aquella pausa era para que lo siguiera, ni siquiera lo pensó dos veces y le dio alcance.

Kaoru sintió sus manos sudar ligeramente si le decía que no había escuchado nada por estar en sus ensoñaciones seguramente pensaría que era una chiquilla atolondrada, y ahora qué hacía, fingir, bramó mentalmente, sus manos se mantenían unidas y pegaditas bajo su vientre, observó de soslayo al muchacho y este le dedicó una miradita por el rabillo del ojo, finalmente Kaoru solo atinó a observar al frente rápidamente. Hasta ese momento se pensó que estaban regresando sobre sus pasos, significaba entonces solo una cosa que la lleno de pavor.

Estaban caminando a la casa del muchacho.

—Señorita Kaoru, vamos por aquí —la susodicha alzo la vista a donde el muchacho señalaba, su pensamiento era el correcto. —Puede esperarme aquí si así lo desea, no tardaré—

"Señorita Kaoru, vamos por aquí"

Era como en su pesadilla, el joven inicio su procesión por las escaleras sin esperar la respuesta de la chica, Kaoru alzo la mirada para fijarse en aquel muchacho nuevamente, mordió ligeramente su mejilla interna y le dio alcance.

—Está bien, iré contigo Kenshin —y aquello sin duda le sorprendió a él.

Debian ser menos de cuarenta gradas, pero era un angosto pasaje que separaba la calle principal con la casa en la colina, alrededor se alzaban las casas de los vecinos, incluso si se colocara de puntillas no lograría observar nada. Permanecía a escasos pasos del muchacho, con la cabeza algo baja, la luz del sol apenas se filtraba por aquel camino, ladeo la cabeza y observó la espalda del joven, que extraña paz, pensó. No era una casa muy grande, bastante sencilla, a decir verdad, pensó entonces que quizás aquel pelirrojo estaba soltero. El la invito a entrar, el jardín estaba bien cuidado y la puerta algo vieja. No es que fuera raro, pero era una casa antigua, era raro que una casa tradicional japonesa se rentara, lo común era optar por las occidentales.

—¿Cuál cree que sea la mejor? —Kenshin extendió dos tazones de porcelana frente a la joven que tomo entre sus manos uno de ellos. —Como le mencionaba creo que conoce mejor los gustos de la señorita Tae que yo. —

Un clic hizo en la cabeza de Kaoru, claro, porqué otra razón aquel joven la invitaría a su casa. Observo los fijamente, coloco su índice bajo su barbilla pensando cual de aquellos tazones se vería mejor.

— El de los cerezos va mejor con el Akabeko —finalizo, Kenshin asintió y dándole la espalda se inclinó para guardar los tazones en cajas. —¿Necesitas ayuda Kenshin? —

—No se moleste señorita Kaoru, yo prácticamente la arrastre hasta aquí —negó él mientras envolvía meticulosamente los tazones en papel de estraza.

—Bueno, tampoco esperas que me quede viendo ¿Cierto? —Kaoru se sentó silenciosamente a lado del muchacho para ayudarlo en la tarea. —No sabía que eras alfarero Kenshin. —

—No lo soy —mencionó el muchacho mientras negaba profusamente al igual que sus manos se agitaban en negativa —Todo es trabajo del arrendador. —

—Ya veo. —

Hasta ese momento Kaoru dio un vistazo por la sala de la casa, al fondo y divido por un shoji, supuso entonces allí estaría la habitación del pelirrojo, la sala a pesar de todo parecía como no haber sido perturbada en ningún momento, unas cuantas cajas sin abrir, la luz apenas se filtraba por las ventanas, entre los rayos de luz observaba las motas de polvo que emergían en el aire, no es que le importara realmente, aun recordaba cuando su padre había muerto, se había deprimido tanto que el solo tomar una ducha era una tarea casi imposible, y aun cuando lo hacía se quedaba por horas bajo la regadera esperando que su cuerpo se fundiera entre la humedad.

—¡Kenshi, maldito, sé que estas allí! —tres golpes secos en la madera sobresaltaron a los jóvenes que se detuvieron de lo que hacían inmediatamente, por inercia Kenshin colocó la mano frente a la joven con el fin de protegerla —¡Abre o entro!

El pelirrojo trago pesadamente, si conocía la voz de la persona que gritaba como loco, pero vaya forma de aparecer cuando había sido específicamente que no, que lo dejaran estar por un momento solo. Suspiro, y sobó su cuello trato de aminorar lo tenso que se sentía, observó a Kaoru, que vergüenza sintió mientras las orejas se le calentaban, seguro iba a pensar que era algún buscapleitos o sabría qué cosa.

—Lo siento Kaoru —quizás por la propia pena ajena que sentía en ese momento dejo de usar el adjetivo de respeto, dejando a la chica algo confundida quien solo asintió levemente — Ya regreso, lo siento mucho. —

Mientras se encaminaba a la puerta de entrada sacudió su pantalón por si se había llenado de polvo. Kaoru inclinó su cuerpo suavemente quizás podría observar quién era aquella persona tras la puerta, no la reconoció de ningún vecino del área. Debía ser conocido de Kenshin, aunque lo había maldecido, quizás no era muy amigo, sin querer se puso en alerta mientras se colocaba sobre sus rodillas.

—Sanosuke —el pelirrojo abrió la puerta con una expresión agria, justo en ese momento una mano se estampo justo en pleno rostro, su expresión no cambio ni un poco, el joven frente a él era mucho más alto. —Baja la voz Sano. —

—Nada de: "baja la voz" —gruño el chico rabioso mientras tomaba de la camisa al muchacho casi alzándolo del suelo —¡¿Cómo crees que está bien el solo marcharte, eh, idiota?! —lo sacudió bruscamente y el ruido no pasó desapercibido por Kaoru que se levantó casi como un resorte usando sus manos como apoyo —¡¿Responde imbécil?! —

—Sano —el joven que se mantenía preso entre aquellas fuertes manos no cambio su expresión, parecía imperturbable, le preocupaba más la joven dentro de su vivienda —No es momento, aunque comprendo tu enojo, no estoy solo. —

—Ja, —bufó alistándose para golpearle y Kenshin listo para detenerle —Como si fuera a creerte, antisocial de mierda. —

—¡Basta! —Kaoru había terminado por acercase, no dudo por ningún momento cuando el alto muchacho pareció dispuesto a lastimar al pelirrojo, apretó el agarre de Sanosuke interponiéndose frente a ambos de manera incómoda —Basta, no sé qué problemas tienes con Kenshin, pero ya basta. — fue firme.

—Realmente has metido una mujer a tu casa —tanto ella como Kenshin palidecieron para luego enrojecer de súbito — ¡Es una niña! —y fue lo más que pudo soportar Kaoru antes de asestarle una bofetada al alto muchacho y marcharse a grandes trancos dejando a los hombres bastante sorprendidos.

— ¡Señorita Kaoru espere! —pero la mencionada ni se inmuto al llamado, siguió su camino hasta desaparecer por el camino que había llegado.

—Vaya carácter el de la nena. — bufó Sanosuke mientras acomodaba su quijada, pensó que apenas lo había rozado, pero vaya mano que tenía aquella jovencita. —Y tú, ¿Por qué no me dijiste que estabas acompañado? –

El pelirrojo se apretó el puente de la nariz con los dedos, maldita sea, meditó, escucho a Sanosuke preguntarle si no iría tras ella, pero el mencionado negó algo abatido.

—La ofendiste Sanosuke. —se hizo a un lado para darle entrada al mencionado —Solo entra. —

—No sabía que habías conseguido noviecita. —se burló Sanosuke.

Ni se inmuto en negarlo, observó por donde la chica se había marchado y suspiro, la verdad estaba disfrutando de la compañía de la joven, su rostro enrojeció suavemente, y cerró la puerta fuertemente.

..

.

"¡Es una niña!"

Algo amargo se le quedó en el fondo de la garganta, quiso buscar entre su bolsa.

—No, no, —pero hasta ese momento noto que la había dejado en la casa del muchacho. Apretó sus manos apretadas en puños justo en sus orejas y quizás por la frustración los ojos se le llenaron de lágrimas, se quedó en agazapada en aquellas gradas. —Que tonta fui —observó la palma de su mano que aún se permanecía tibia.

Seguramente debía volver, pero con que cara lo haría, no era su culpa si reaccionó como lo hizo, fue porque el monstruo pelo de gallo le había gritado que era una niña y esa sensación de ser minúscula se le apretó en el pecho dolorosamente, de todas las personas porque justamente aquel pelirrojo debió verla perder los estribos, peor aún por algo que quizás el no entendería, no entendería por qué le afectaba tan negativamente que le trataran como una niña. Su cabeza pego suavemente a la pared fría y cerró los ojos, mejor iba meterse por una ventana a su casa antes de regresar.

—Señorita Kaoru —respingo al escuchar la voz del muchacho frente a ella, no se percató que el joven estaba a solo escasos centímetros de cuclillas frente a ella. —Lo siento por lo que paso. —

—No es tú culpa —trato de sonar segura, pero le costaba, se estaba sosteniendo apenas de su compostura como kendoka en ese momento —Yo, a decir verdad, no quería mostrar ese lado de mi parte. —confesó.

Kenshin pestañeo y una sonrisa suave adorno su rostro mientras rascaba su mejilla con su índice, no la entendía, hablaba de la bofetada que le había dado a Sanosuke, por lo que él consideraba aquel testarudo de su amigo se merecía eso y más. Pero imaginaba que hablaba de su actitud voluntariosa, tempestuosa y sensible, que sin duda a él solo lo había cautivado. Por eso había escapado antes de tiempo de aquel torneo de Kendo, porque se descubrió así mismo contemplándola como si el tiempo se le fuera en ello, pero podía tratar de comprender que era común que una chica se mostrara dócil, suave y linda. Bueno, pensó mientras la chica seguía allí en aquella posición tan vulnerable, mientras cruzó los brazos sobre su pecho apretándolos, una pequeña corriente eléctrica sobre querer abrazarla se le cruzó por la cabeza, pero aquello sería muy atrevido de su parte.

—No veo un lado malo en ti Kaoru —omitió nuevamente el adjetivo, porque si era honesto sabría que ella lo tomaría como un consuelo, pero estaba siendo muy endeble al decirlo—Me hizo feliz que me defendieras. —

—Kenshin… —Kaoru apretó los labios y asintió, tuvo que esconder su mirada, claro que sentía las lágrimas acumulándosele, pero eran más bien de alegría. —Me alegro. —

—Olvidaste tu bolso —la ayudo colocándoselo por sobre la cabeza y ella terminó de tomarlo y acomodárselo, Kenshin extendió su mano para colocarle un mechón tras la oreja, pero apartó su mano rápidamente como si aquello quemara —Espero esta mala situación no le deje un mal aspecto sobre mí —admitió, en tiempos pasados y quizás si fuera otra persona no le daría tanta importancia. Pero la jovencita frente a ella parecía removerle algunas cosas que no le gustaban admitir tan fácilmente y sin dudarlo seguiría colocando unas cuantas barreras para no dejarse vencer por esas ganas que irremediables que había sentido en aprisionarla en sus brazos.


Notas finales: Creo que han pasado años desde que escribía un fanfic y me emociona, al final es una forma muy fanatica de no perder la alegría que han sido estas historias, me he sentido aún más presionada porque quiero evitar errores ortográficos que sé qué puede ser naturales, pero intento se minuciosa con ello. En este punto, sé que pensaran que es una historia melosa, y lo es, como Ruroni Kenshin es un shonen, imagino que meter tanto romance era difícil, espero no estar cayendo en el Occ, porque es algo de lo que no soy muy fan. En fin, gracias por quienes le dieron una oportunidad y se están quedando a leer, me han alegrado inmensamente.

Viernes 15 de Julio 2022