Disclaimer: Los personajes son de propiedad de Stephenie Meyer solo la historia es de mi autoría.
Capítulo 11. El despertar
Me sentía incomoda en la posición en que me había dormido, pero en cuanto intenté mover las manos una atadura en cada muñeca me detuvo, abrí los ojos lentamente desconcertada por el lugar en que me encontraba, descansaba sobre una camilla con las luces apagadas apenas entraba luz por la ventana.
–¡Auxilio! Grite por instinto mientras tiraba mis manos para liberarme, apareció por la puerta una mujer de cabello castaño de mediana edad, su mirada era severa.
-Por favor ayúdeme, desáteme ¿Por qué estoy aquí? La interrogue con desesperación.
-Debes tranquilizarte por el bien de tu bebe, aquí vas a recibir los cuidados que necesitas. Me respondió serenamente en su mano llevaba un cuaderno.
-Yo no necesito de ningún cuidado es un error que este aquí, por favor déjeme llamar a mi familia. Le suplique su rostro no reflejaba ningún cambio
-Tu estancia aquí no es ningún error, tu tía pensó que en este hospital estarías mejor, dada la situación en la que te encuentras, ahora para que puedas instalarte en tu habitación necesitamos una cosa más tienes que escribir una carta para tranquilizar a tus amigos.
-De que habla, yo no voy a escribir nada, sólo déjeme ir. Le suplique el cuerpo me temblaba por la angustia.
En ese momento un hombre alto, fornido y con cabello rubio entro a la habitación empujaba una mesa de aluminio con ruedas estaba cubierta por una sabana.
- ¿Se está poniendo difícil, Heidi? Interrogo a la mujer en tono burlón.
-Déjame resolver esto a mí. Le respondió sin mirarlo y este se retiró de la habitación sin verme.
-Muchacha, tienes dos opciones o escribes lo que te voy a dictar o tu problemita se va terminar en este momento. Sentencio con desdén y destapo el carrito el instrumental que allí pude observar me heló la sangre me invadió el temor y este debió reflejarse en mí rostro porque desato mi muñeca derecha y me entregó una hoja y un lápiz.
Escribí cada palabra que me dictaba apoyándome en el desayunador que me acerco, cada letra tranquilizaba a los que me querían y al mismo tiempo me condenaba, en mi interior rogaba para que estas acciones tan inusuales levantaran sospechas.
Una vez cumplido con aquella exigencia la mujer me desato la otra muñeca, no se veía tan fuerte pensé en golpearla contra la puerta o algo para escapar, todas mis pretensiones se disiparon cuando vi al hombre recostado sobre la pared cerca de la puerta de salida esperándonos como pude creer que sería tan fácil.
-Estefan. Le dijo la mujer llamando su atención abrió la puerta y me llevo del brazo
Caminamos por varios callejones, subimos por una escalera hasta llegar a un pasillo con muchas habitaciones las puertas tenían ventanillas con una rendija, nos dirigimos a la última de todas las habitaciones por una rendija en lo alto de la pared había una pequeña ventana por el que entraba la luz, abrió el candado y me indico que entrara, respire profundo y observe la habitación tenía una cama, un escritorio con libros debajo y una silla en una puerta se veía un pequeño baño.
En la pared colgaba un rotulo con una indicación "no está permitido la conversación entre pacientes o con los enfermeros" me senté en la cama hiperventilando asimilando mi realidad, me recosté, pero no tenía sueño, pensaba en las acciones de mi tía mantenerme encerrada para protegerme no era una opción aceptable y el que me hiciera escribir aquella nota definitivamente me hacían sospechar de ella, los Cullen tenían razón.
Me tranquilice imaginado que pronto vendrían por mí y me sacarían de este infierno en cuanto leyeran la carta se darían cuenta de lo inusual de mi comportamiento, sea por su supuesta ambición o porque de verdad quieren mi seguridad, una vez fuera de este lugar por mis propios medios me iría lejos.
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Mucho tiempo había pasado sabía que eran meses ya que mi vientre estaba muy abultado nadie había venido a rescatarme se habrían puesto de acuerdo ¿en quién podría confiar?
Encerrada en esta pequeña habitación tenía la misma rutina: tres comidas en la mañana, tarde y noche, ocasionales caminatas por los pasillos o las visitas al doctor para controlar mi salud.
En una ocasión había escuchado sollozos de la habitación junto a mí, trataba de evitar lo más que podía recordar aquello, pero encerrada en este lugar no ayudaba.
-Tranquila no estás sola. Se me había ocurrido susurrar para consolarla.
-Mi bebe se han llevado a mi bebe escuche. Entre más sollozos, el tono de voz se me hizo muy alto, le iba a decir algo más cuando escuche una voz masculina que gritaba.
-Que parte de que no pueden hablar entre ustedes no les quedo claro. Aquella frase sonó amenazante me quede paralizada en medio de la habitación, reaccione cuando escuche que se abría una de las puertas y corrí a la cama desde ahí rece por la muchacha que suplicaba que la dejaran tranquila minutos después sólo silencio.
Al día siguiente y durante 5 días las raciones de las comidas fueron más pequeñas, lo considere un castigo, la última frase de aquella muchacha seguía dándome vueltas en la cabeza lo único que me mantenía cuerda era mi bebe y su bienestar.
Me desperté como cada mañana resignada dentro de ese ambiente hostil, desayunaba sin prisa cuando.
-Apresúrate comiendo y vístete adecuadamente. Me ordeno un enfermero que nunca había visto desde la rendija de la puerta.
- ¿Acaso ha venido alguien a verme? Le pregunte con un hilo de voz.
-Limítate a hacer lo que se te ordena. Bramo de muy mal humor. –Y avísame en cuanto estés lista.
Me cambie rápidamente y le avise en cuanto estuve lista caminamos por varios pasillos, me parecían que lo hacían para despistar cualquier escapatoria o tal vez solo era mi imaginación, llegamos frente a una puerta de metal por debajo de la puerta se reflejaba una gran luz y pájaros cantaban ¿acaso había tenido compasión de mí?, ¿sería libre por fin?
La puerta se abrió no fue del todo decepcionante era un hermoso patio con flores y asientos con techos que daban sombra, otras chicas embarazadas se dispersaban por el espacio igual que algunos enfermeros que se distinguían por sus uniformes celestes, me empujó hacia dentro.
-Podrás quedarte por dos horas, te vamos a estar vigilando así que no intentes hablar con nadie a menos que quieras seguir encerrada en tu habitación. Se dio media vuelta y salió. Detrás de él la puerta se cerró con un gran estruendo, como no sentir miedo en este lugar si todos me trataban con amenazas en que estaba pensando mi tía cuando me encerró aquí o tal vez no sabía lo que me estaba sucediendo, caminé por un largo rato por aquel lugar unas altas paredes nos separaban del mundo exterior me senté y sentí los agradables rayos del sol y la brisa por momentos olvidaba el lugar en el que me encontraba, las sombrías miradas de las otras chicas me lo recordaban, regrese a la habitación triste por no haber aprovechado más este hermoso lugar.
Mi vida en este infierno me estaba empezando a afectar, no podía dejar de pensar que gran peligro había orillado a que me encerraran en este lugar Rosalie, Alice y yo crecimos como hermanas, ni por un instante me sentí en peligro junto a sus familias, que había cambiado para que hasta Emily hubiera tomado parte en este plan siniestro después de todo ella había insistido en que me tomara ese té ¿en quien podía confiar? me sentía sola y desprotegida, las palabras de aquella chica seguían resonando en mi cabeza.
De mis meditaciones me saco una voz familiar que reconocería en cualquier lugar ¿era de verdad Jacob aquí para rescatarme del infierno?
¿Tal vez ya me había vuelto loca?
-Alístate que vas a salir al patio. Me había gritado con voz grave y alcé la mirada esperanzada por la rendija vi su rostro iba a hablarle, pero negó con la cabeza con un leve movimiento ¿acaso ya me había vuelto loca y estaba alucinando?
Me llevo del brazo con la misma actitud que los otros enfermeros así que le seguí la corriente sin decir una sola palabra seguro que Jacob encontraría la manera de hablar conmigo, simule mí expresión de tristeza para no levantar sospecha.
Me senté en el patio y como nunca en mucho tiempo respiré aliviada y esperanzada pronto saldría de este lugar. Jacob me llevo de vuelta a la habitación, me mantuve callada no que quería arriesgarme a que nos descubrieran, en uno de los pasillos me susurro muy bajito -revisa tu funda de almohada. Lo vi y asentí levemente.
Entre en la habitación y espere unos minutos hasta no escuchar nada más que los latidos de mi corazón, revise el forro de la almohada había un papel con pequeñas letras me metí en el baño y cerré la puerta no tenía cerrojo, pero evitaría que me miraran por la rendija y me daría tiempo de deshacerme del papel, si escuchaba algún ruido.
Bella, cuando me enteré que habías decidido irte para cuidar de tu embarazo en un ambiente de tranquilidad lejos de todos los que te queremos, no pude creerlo, así que en conjunto con los Cullen acudí con tu tia por explicaciones, pero ella solo nos pidió que respetáramos tu decisión hasta Emily se puso de su lado y se negó a ayudarnos, los Cullen me prometieron que investigarían por su cuenta.
Me sorprendió mucho cuando tiempo después en medio de la noche Emily me busco y me entrego un papel con un nombre Hospital Psiquiátrico Dunning y la dirección, me rogo que te ayudara ya que la ambición de tu tía por tu herencia te ponía en peligro, ella se portó más inteligente que nosotros y le hizo creer que estaba de su lado así termino de encontrar tu paradero y sus verdaderas intenciones.
Gracias a Emily es que te encontré, no te preocupes y actúa como siempre para no levantar sospecha, te prometo que todo va a salir bien.
Tome el papel entre mis manos y me deshice de el en el baño camine como pude hacia la cama, las piernas me temblaban, mis ojos estaban llenos de lágrimas, apretaba los puños estaba llena de rabia, como pude me calme no sé cuánto tiempo paso, pero finalmente las lágrimas de mis mejillas se secaron y me jure que saldría de aquel maldito psiquiátrico con lo más preciado que tenía y me vengaría de aquella arpía que había trasformado mi existencia en una pesadilla.
Como Jacob me había aconsejado en la nota me mantenía en la misma rutina y fingiendo la aflicción de siempre, durante casi una semana Jacob se encargó de mi cuidado, pero cuando durante dos días Estefan, el otro enfermero, había ocupado su lugar me inquiete, solo debe estar en su descanso me tranquilice a mí misma.
Al tercer día de no verlo me aterrorice con la posibilidad de que lo hubieran descubierto y le hubieran hecho algo malo.
Esa tarde en el patio por primera vez me fijé en los muros que nos rodeaban muy en el fondo en un rincón pude divisar una reja, no era muy alta, estaba cubierta por enredaderas y vigilado por los enfermeros desde las pocas ventanas de los alrededores, dos de ellos se mantenía cerca de nosotros para evitar conversaciones entre susurros.
Durante 2 noches casi no dormí, pensando en el peligro en el que mi bebe y yo nos encontrábamos y al no saber la suerte de Jacob si como suponía lo habían descubierto en su intento por ayudarme a escapar.
La reja que creía que me permitiría escapar no funcionaba sin una manera de enfocar su atención, no encontraba una opción, no una que afectara a otra en mi situación.
Estaba devastada cuando me llevaron al patio, el día estaba nublado no ayudo a mi estado de ánimo, me senté en una de las banquetas la brisa jugaba con mechones de mi cabello cuando a lo lejos escuche un quejido inmediatamente regrese a ver y una de las chicas estaba arrodillada sobre el césped.
-Estoy sangrando ayúdenme, por favor. Gritaba desesperada, mi primer instinto fue correr a ayudarla como todos, pero me detuve al ver como los vigilantes de las ventanas desparecían, era mi oportunidad, respire profundo y camine lo más rápido que pude hacia atrás sin dejar de ver a los que me rodeaban, en cuanto llegue al árbol me escondí pude observar que todos se enfocaban en aquella chica que se retorcía de dolor.
Como pude escale la reja, no había perdido esa habilidad, pero mi abultado vientre me dificultaba la tarea, en la cima vi un frondoso bosque sería de gran ayuda para esconderme.
Un tirón de mi pierna me regreso a mi verdadera realidad. –No, suélteme. Les grité mientras trataba de patearlos, era inútil ya se había acercado otro enfermero y entre los dos me bajaron de la reja, yo no dejaba de patalear con tal fuerza que pude desequilibrar a uno de los enfermeros, en el forcejeo sentí un fuerte golpe en mi frente caí en el pasto.
-Ya déjala, no ves que está herida. Escuche gritar a una voz familiar, pero ya era muy lejana y me desmaye.
