Gracias por leer mi historia escribirla me ha ayudado mucho para olvidar los problemas.
Disclaimer: Los personajes son de propiedad de Stephenie Meyer solo la historia es de mi autoría.
Capítulo 13. Coincidencias
Yo nunca entendí porque mi padre el exitoso comerciante Marcus Masen me trataba diferente a mi hermana Esme siempre era insensible a las cosas relacionadas conmigo como si fuera un extraña para él y aún más cuando siendo apenas una niña mi madre murió, la única conclusión a la que llegue fue que el parecido físico a mi madre y el que siempre fui rebelde y voluntariosa le causaba aflicción, aunque muy en el fondo esa repuesta no me satisfacía del todo.
Entre las pocas personas de mi familia de las que recibía sincero cariño y protección incluyendo a mi madre y mi hermana se encontraba mi tía abuela la condesa Charlotte de Wolf, ella se había casado con un conde muy enamorada y en el tiempo que duro su matrimonio fue muy feliz a pesar de que no había podido darle hijos a su esposo, hasta que este murió de neumonía y no se volvió a casar. Ella se convirtió en una segunda madre, siempre nos dio a mi hermana y a mi ese amor maternal que tenía guardado, pero aún más a mí al ver cómo me trataba mi padre.
-Elizabeth suspiro, pero esta vez con una voz que reflejaba una antigua nostalgia guardada durante muchos años y continúo hablando.
-Era la primavera de 1900 mi cumpleaños 18 se acercaba mi tía abuela sabia cuanto me encantaba la música clásica especialmente el piano, pero mi padre nunca permitió que recibiera clases así que a espaldas de este me obsequio todo un mes de clases con un maestro pianista recién llegado de Londres llamado Edward Masen la coincidencia de nuestros apellidos me causó gracia.
Mi tía abuela logro el permiso para mi salida con mi padre, diciéndole que se sentía sola y quería que fuera a su casa a acompañarla por todo un mes, ella era la única que podía manipularlo seguramente pensando en las influencias que ganaría si se portaba bien con ella, así todas las tardes podría ir libremente a mis tan adoradas clases.
Cuando entre al Conservatorio de Música de la ciudad el primer día me dirigí muy emocionada donde recibiría las clases no creí que las influencias de mi tía abuela llegaran a tanto, cuando entre al salón el maestro un joven que no aparentaba un poco más de los 20, estaba de espaldas tocando en el piano una increíble composición el sonido era angelical así que decidí escuchar hasta el final, al finiquitar con la última nota se dio cuenta de mi presencia se volteo hacia mí y cuando iba a saludarlo nuestras miradas se encontraron, en ese preciso momento pude ver un brillo especial en sus ojos que hizo que mi corazón latiera muy rápido, fue amor a primera vista o eso creo y ese, fue el comienzo de todo, desde un inicio supe que mi padre de ningún modo aceptaría mi relación con un maestro de piano que apenas iniciaba su carrera sin un elevado prestigio y lo más importante para él una fortuna, así que lo convencí de que por el momento lo mejor sería que lo nuestro lo mantuviéramos en secreto esa clandestinidad no le agrado pero entendió, esa era una de las cosas que me encantaba de él siempre me escuchaba, me entendía y me apoyaba me trataba como una igual y no como una posesión como les había pasado a muchas de mis amigas al casarse.
-Sabes Bella, él fue el que me enseño defenderme, fue en una de las muchas noches que nos veíamos, le preocupaba que en mis salidas nocturnas me pasará algo.
-En serio se veían en las noches. Le dije con asombro si en estos tiempos el verse con un hombre a escondidas era desaprobado, no podía imaginarme como habría sido en aquella época, pensé.
Sí y es que el mes paso tan rápido las clases estaban por terminar y no podríamos seguirnos viendo, y ninguno de los dos encontraba una solución, decidí que era hora de arriesgarme como nunca en la vida lo había hecho como pude y sin levantar sospechas averigüe su dirección en el Conservatorio, para ese momento mi hermana Esme se había convertido en mi confidente, ella a pesar de que no se atrevía a enfrentarse a mi padre era leal y no revelaría mis secretos, siempre nos protegíamos la una a la otra, la vida no me había podido dar una mejor hermana, además entendía perfectamente mi situación, en su fiesta de cumpleaños 17 mi padre le organizó una fiesta y claro no desaprovecho para invitar a sus amistades, emprender nuevos negocios y como ya sospechaba emparejarnos con los hijos de sus acaudalados amigos y formar fuerte alianzas que incrementarían su fortuna no podía creer lo materialista y superficial que era, nunca entendí sus motivos.
Fue después de la fiesta que mi querida hermanita me contó muy ilusionada que conoció a su príncipe azul en carne y hueso, Carlisle Cullen que era médico, tenía una fortuna y excelente posición social relación que mi padre aceptó con total agrado, cuando lo conocí lo hice con recelo y pedía a Dios porque no fuera como los acostumbrados hijos engreídos y prepotentes que siempre sobresalían en el círculo social de mi padre, pero para mí tranquilidad se trataba de un caballero encantador en todo el sentido de la palabra, no sabes cómo me puse feliz por ella.
Por eso cuando le conté mi plan la misma noche que planeaba llevarla a cabo aprovechando que mi padre saldría de viaje, estaba segura que me ayudaría, ella me entendería.
-Te has vuelto loca verdad, si papá se entera no sé qué sería capaz de hacerte. Me dijo desesperada. -Y ahora que lo pienso sí que puse a mi pobre hermanita de los nervios esa y muchas noches, pero como te dije, ella entendió mi situación y acepto ayudarme y prontamente con algunas prendas que papá ya no usaba me disfrace como un hombre y mientras mi tía abuela que había venido a cuidarnos y los empleados dormían con ayuda de una soga me deslice por la ventana del cuarto que daba una calle, con pocos testigo, con paso acelerado me dirigí a la dirección ya había ido con anterior en el día cuando toque la puerta él no me reconoció, fue mi voz lo que me delato, aunque al principio se enojó conmigo por haberme arriesgado, los momentos que pasábamos juntos compensaban el peligro, regresaba siempre a las dos horas de haber llegado, mi hermana me ayudaba entrar lanzándome nuevamente la cuerda por la ventana, siempre estaba muerta del miedo, los días que no podíamos vernos Sue una de las muchachas que trabajaba en la casa era la que nos ayudaba llevando nuestros recados, ella era como de la familia habíamos crecido juntas ayudándonos en nuestras travesuras infantiles.
Ya habían pasado varios meses desde que a escondidas me veía con él que se había convertido en la razón de mi existencia y para mí habían sido los más maravillosos y mágicos de toda mi vida, pero no todo es para siempre esa tarde mi padre llego y se dirigió a mí con voz seria.
-Elizabeth sígueme a la biblioteca que tengo que hablar seriamente contigo. Mi hermana y yo intercambiamos miradas de terror ¿acaso mi padre había descubierto todo? lo seguí y en el camino me fui llenando de valor si era necesario me enfrentaría a él.
Cuando entre a la biblioteca él ya estaba sentado detrás de su buró en su ostentoso sillón forrado de cuero. –Siéntate, hija. Me dijo con una mirada más tranquila, ¡aja! entonces esto se trataba de algo más, él sólo me llamaba hija para manipularme cuando quería que aceptará sus órdenes sin protestar, medité.
-Así estoy bien papá. Le conteste ásperamente odiaba que utilizará esas artimañas conmigo. –Hija, esta mañana en mi oficina recibí la visita de Petter Rockefeller hijo él te vio en la fiesta de tu hermana y desea mi permiso para cortejarte y se lo di por eso desde mañana saldrán en las tardes para que se conozcan, así me lo ha pedido él, pero hija ten en consideración que mejor partido que este no vas a encontrar así que vete haciendo a la idea de ser la esposa del señor Rockefeller.
No podía creer lo que acababa de oír- como que su esposa, acaso mi opinión no cuenta, tú no puedes, decidir por mí en algo tan importante como esto-casi le grite llena de rabia.
-Basta- me interrumpió-claro que puedo decidirlo porque soy tu padre y sé muy bien lo que te conviene, tú en todo este tiempo me has demostrado ser una chiquilla rebelde y desubicada, además de que tuviste tu oportunidad de elegir por tu cuenta, en la fiesta que le organice a tu hermana estuvieron todos los muchachos de familias pudientes de las que podías perfectamente elegir, así que no me vengas con tus necedades aquí se hace lo que te digo y se acabó.
Estaba furiosa y me observo con detenimiento, conocía muy bien mi mirada la hacía cuando no cumpliría sus órdenes, así que rodeo su escritorio y mirándome directamente a los ojos me sentencio –Cuidado con hacer uno de tus acostumbrados arrebatos y dañar el buen nombre de la familia, no queras que tu hermanita no pueda seguir con su relación por tu culpa, ¿verdad?
- No, papá. Le respondí, aunque en mi mente ya empezaba a maquinar la manera de deshacerme de ese pretendiente, por mi silencio mi padre creyó ganada esta partida y salió triunfante de la biblioteca.
En la tarde del día siguiente día tal como me lo dijo llego aquel tipo ya pasaba de los 30 y sabía muy bien por mis amigas y por mí misma el ser vil que era, sintiéndose superior y petulante pensando seguramente en los negocios que podría hacer con mi padre eran tal para cual.
Aquella maldita tarde paso tediosamente lenta lo ignore por completo mientras caminábamos por el parque seguidos por Sue como chaperona, era lo único que me reconfortaba. Cuando por fin llegamos a la puerta de mi casa se dirigió a mí –señorita Elizabeth, no hablo en toda la tarde ¿acaso la aburrí? –es sólo que no tengo nada que decirle. Le conteste fastidiada. Solo me sonrió y agrego –no se preocupe tendremos muchas tardes para conocernos. Cuando se fue respire aliviada, en la noche vería a mi Edward, eso me reconfortaba el alma.
Cuando me abrió la puerta de su casa me lance a sus brazos eran tan reconfortantes mi paraíso personal, abrazados avanzamos hasta el sofá, después de darme un apacible beso, se dirigió a mí con preocupación
-Ahora sí cuéntame que sucede, Sue me trajo tu nota, pero no me explicabas nada.
- Yo estoy hecha un lio, sabes-le dije con desesperación -a mi padre se le ha metido en la cabeza que me tengo que casar con un sujeto que el escogió de acuerdo a su beneficio yo, no sé qué hacer. En ese momento me quebré, durante los últimos días no había pensado en la posibilidad de tener que dejarlo, por la ira que me embargaba y entretenida tramando el plan que había surgido en mi mente, pero ahora que me encontraba en su compañía, la realidad de que podía perderlo me quebró y las lágrimas rodaron por mi mejillas, el instintivamente me besó, termino en convertirnos a ambos en uno solo, ahora nos pertenecíamos y nadie nos podría separar, nuestra única opción era esperar a la llegada de mi tía abuela Charlotte desde New York, era la única que podía convencer a mi padre ella me apoyaría, debía dar largas al compromiso impuesto, todo saldría bien, me repetí mientras regresaba a mi casa más esperanzada y convencida de lo que quería.
Cada tarde durante un mes soporte la presencia de Garrett Rockefeller, que no desaprovechaba la oportunidad de hacer alarde y yo no perdía la de avergonzarlo cierta vez fingiendo un tropiezo le derrame café ardiente encima, le hacía siempre ese tipo de cosas, tendría que rendirse tarde o temprano y olvidarse de ese capricho conmigo.
Una mañana llego obsequios y cartas para Esme y para mí de la tía abuela Charlotte cuando leí la carta mis peores temores se hicieron realidad demoraría cerca de tres meses en volver y hasta ese entonces ya no tendría escapatoria del matrimonio. En la tarde papá llegó feliz, la noticia el señor Rockefeller había pedido mi mano en matrimonio. Esas palabras fue todo lo que pude soportar, corrí lo más rápido que pude a la habitación mi hermana corrió detrás de mí sabía perfectamente lo que me pasaba me consoló lo mejor que pudo, pero el único que me podría calmar era Edward así que esa noche corrí a su lado cuando vio que las lágrimas mojaban mi rostro, entendió prontamente lo que sucedía, sentados en su sofá me miró a los ojos muy serio y con una voz firme me dijo –yo he venido pensando en nuestra situación no quería tener que pedirte esto pero no encuentro otra solución, tu serías capaz de abandonar a tu familia y los lujos y te escaparías conmigo a Londres. Lo mire atónita lo que él entendió a mal, y continuo –No te preocupes yo te entiendo perfectamente. No le deje terminar de hablar y con un beso entendió que me iría con él. El esquema de escape fue establecido en 5 días viajaríamos a Londres en el buque reina Victoria a las 6:30, me registraría con una identificación falsa disfrazada de hombre, nos encontraríamos en el muelle y partiríamos rumbo a nuestra nueva vida, le conté el plan a mi hermanita, no me juzgó ella sabía que no tenía opción, me ayudó a empacar lo que necesitaba una simple maleta que no pesará mucho. Estaba de suerte me dije emocionada cuando papá nos informó que se iría de viaje volvería en la tarde del día de mi partida.
El día elegido para mí partida me levante muy temprano, tendría que salir como siempre por la ventana o los empleados se darían cuenta, me despedí de mi hermanita y de Sue y me lance a mi destino, mientras corría desesperada por las calles en busca de un vehículo que me llevará, tan afanosa estaba que al cruzar la calle no me fijé y un coche a toda velocidadestuvo a punto de arrollarme, atontada en el suelo solo quería irme lo más rápido que pudiera estaba ilesa solo era el susto, alguien me tomo por el brazo y cuando escuche la voz, sabía que no tendría escapatoria, el sombrero y el bigote falso se habían caído por el alboroto del accidente, estaba al descubierto. - Elizabeth, que piensas que haces- grito mi padre y levantándome me metió en el coche, no hablo durante el corto viaje de regreso, cuando llegamos a la casa me arrastro del brazo y en medio de la sala me grito enfurecido-Como deshoras a la familia vistiéndote de esa manera, a donde pensabas ir y con quien descarada eres igual a…. en ese momento bajo mi hermana asustada y mi padre la recriminó. -Seguramente tú la ayudaste en esta locura verdad –no, ella no sabía nada de esto – le dije, mi hermana no tenía que pagar mis culpas-yo decidí irme a New York con mi tía abuela Charlotte, porque no me voy a casar solo porque tú me lo impongas. Sentí una bofetada en mi rostro y seguidamente arrastrándome del brazo me encerró en el cuarto de huéspedes y me lanzo la maleta con la pretendía escapar. -Aquí te vas a quedar, hasta que sea el día de tu compromiso con el señor Rockefeller, porque de que te casas, te casas y a ustedes cuidado con intentar abrirle la puerta porque entonces su castigo será peor que el de esta desvergonzada. Minutos después oí como el coche se alejaba seguramente a confirmar ese maldito matrimonio.
Cuando no se oyó ningún ruido más en la calle, me hablo mi hermana.
-Elizabeth, hermana estas bien. Me dijo desconsolada, en su voz sentía su miedo, era tan frágil.
-Sí, no te preocupes y tranquila, todo va a estar bien, esta Sue cerca-sí, señorita que necesita- me dijo ella más tranquila que mi pobre hermanita-por favor ayuda a mi hermana dale algo para que se clame y no preocupen por mí, yo estoy bien.
Encerrada en ese lugar y cuando vi en el reloj que pasaban de las 7 concluí lo que Edward estaría pensando que me había arrepentido de todo lo nuestro "si no llegas, entenderé tus razones y me iré, te prometo que te dejare continuar con tu vida" al recordar sus palabras sentí como mi corazón se me oprimía por la pena en mi pecho él se había ido y creyendo que era una cobarde que no pudo dejar todo por él, las lágrimas rodaron por mis mejillas durante casi toda la noche de ese sombrío día.
Cinco días había pasado encerrada, al sexto día Sue me despertó, y me trajo el desayuno al cuarto la saludé y mi ánimo mejoró, aunque solo en parte porque si mi reclusión había terminado, la razón no era nada que me conviniera. Cuando intenté levantarme de la cama sentí un repentino mareo tan fuerte que tuve que sentarme en la cama, me había sentido así por algunos días. –Se encuentra bien señorita Elizabeth. Expresó alarmada –Sí, estoy bien no es nada solo debe ser el tiempo de encierro y que no me alimente bien. Le dije con voz firme para que se tranquilizará. - Entonces mejor coma y recupere fuerzas. Me dijo más confortada y me paso la bandeja con el desayuno, pero en cuanto probé los huevos revueltos que tanto me gustaban mi estómago sufrió un espasmo y corrí apresuradamente al baño, en cuanto las náuseas cedieron salí, Sue me ayudó a sentarme nuevamente en la cama, entonces me miró a los ojos y me hablo muy sería.
-Señorita discúlpeme por lo que voy a sugerir, pero yo pienso que usted está embarazada, a mi prima le paso lo mismo que a usted las náuseas, los mareos. En ese preciso momento caí en cuenta estaba retrasada por lo menos una semana no me había dado cuenta por la tormenta en la que se había transformado mi vida en esos momentos, casi en estado de shock Sue me abrazó en señal de protección.
-Sue, por favor no le digas aún a Esme, no quiero que se preocupe por mi culpa, yo encontrare el mejor momento para contárselo.
-Señorita Elizabeth, su padre y su hermana la esperan en la estancia. Nos informó una de las mucamas. Con ayuda de Sue me arreglé lo mejor que pude me puse color en las mejillas para enmascarar lo pálida que estaba. Bajé pidiendo a Dios que los síntomas no volvieran, necesitaba una treta para deshacerme del "excelentísimo" señor Rockefeller ahora más que nunca y esperar la llegada de mi tía abuela Charlotte mi única esperanza, sino escaparme de casa y buscar a Edward por mi cuenta, todo va a salir bien me dije a mi misma para tranquilizarme.
Entre a la estancia – Buenos días, papá- le dije y puse mi mejor cara la diplomacia antes que nada pensé, saludé a mi hermanita y vi una caja blanca que tenía en su regazo mirando a mi padre con cautela me senté a lado de ella. Sin ningún preámbulo mi padre se dirigió a mí.
-Elizabeth esta tarde vendrán los padres de Garrett Rockefeller a formalizar tu compromiso compórtate, no quiero ninguna escenita de tú parte, entendiste. -Sí, papá. Le conteste fríamente, pero en mi mente ya estaba buscando la manera para deshacerme del compromiso con Rockefeller, en aquella reunión.
–Esme ayuda a tu hermana a arreglarse con el vestido que compramos, las dos deben estar listas a las 5 de la tarde. Sin decir más se dirigió a dar órdenes a los empleados.
Una vez listas esperábamos en la entrada la llegada de mi "futura familia" mi hermana me apretaba la mano en señal de apoyo, cuando por fin llegaron y nos sentamos en la sala los padres de Rockefeller pidieron hablar en la biblioteca sobre detalles de la boda, sabía que esos detalles también estaban relacionados con dinero, mi padre envió a Esme a la cocina, una vez solos Petter me habló con voz vanidosa.
-Elizabeth se ve como un ángel, me alegro mucho saber que acepto mi propuesta de matrimonio. Yo solo le regrese una tímida mirada debió creer haberme dominado, me dirigió una mirada lujuriosa y confiadamente tomándome de la mano me acerco a él para besarme y con su mano libre toco indebidamente mi pierna, lo aparte violentamente de mi lado gritándole con fiereza que se alejará y le proporcione un cachetada con todas las fuerzas que pude y una patada entre las piernas que terminó en el piso, debió ser tal el alboroto que no me di cuenta que ya todos se encontraban en la sala observándome con asombro y desaprobación.
-Elizabeth, que fue lo que hiciste. Bramo mi padre enfurecido mientras los padres de Garrett lo ayudaban a levantarse. –Yo solo me defendí, intento propasarse conmigo. Le dije poniendo cara de susto y los ojos llorosos, en realidad yo era la víctima.
- Entenderá que bajo los acontecimientos suscitados tenemos que pensar mejor en la boda de mi hijo con su hija, verdad señor Marcus. Dijo indignado Rockefeller padre y apresuradamente salieron de la casa.
Mi padre me contemplo iracundo y se encerró en la biblioteca, corrí muy enojada al cuarto esta vez yo había sido una víctima, un verdadero padre me protegería, aquel día tan solo cerré los ojos y extrayendo de mi mente los recuerdos mágicos que pase con Edward me deje llevar hasta mi pequeño paraíso interior.
Cinco días pasaron, mi padre había dado órdenes de no dejarme salir me sentía como en una cárcel y cuando creí que ya lo peor había pasado, mi hermana entro al cuarto con un periódico en sus manos sus ojos reflejaban angustia y tratando de tranquilizarme me dijo.
-Liz, tienes que prometerme que vas a ser fuerte antes de mostrarte el periódico, sí.
-Sabes, que soy fuerte ya he pasado lo peor no te preocupes. Le dije sintiendo en mi pecho un terrible presentimiento, tomé el periódico en mis manos y leí el titular "Naufraga buque Reina Victoria que se dirigía a Londres no hay sobrevivientes" y lo próximo que sentí fue que me desvanecía, oí vagamente a mi hermana mientras alarmada me llamaba por mi nombre y la voz de Sue que la reprendía.
-Señorita Esme como le da este tipo de noticia en su estado, puede pasarle algo a la criatura. La mención de mi hijo me hizo reaccionar cuando abrí los ojos mi hermana me miraba atónita, como pude me incorporé. –Es verdad, estoy embarazada- le dije mientras las lágrimas brotaban sin control por mis ojos y dejando a un lado el dolor que me consumía por dentro continúe.
-Tengo que pensar en una solución si nuestro padre se entera seguramente querrá deshacerse de mi bebe. En ese panorama sentía como si estuviera al borde de un precipicio sin salida, lo único que me mantenía aferrada a la vida era ese pedacito de Edward que me quedaba y crecía dentro de mí. En la tarde del día siguiente mientras descansaba mi hermana llego muy sería luego de verse con su prometido Carlisle.
–Liz, hermana tenemos que hablar- Me dijo. –Por favor, Liz perdóname yo me sentía tan triste y abrumada con lo que te estaba pasando que para desahogarme le conté casi todo a Carlisle, aunque hay algo más recuerdas a Félix Cullen su hermano mayor. –Si. Le contesté con voz calmada ya había hecho sufrir mucho a mi hermana como para reclamarle por querer un poco de consuelo del amor de su vida y claro que recordaba a Félix lo había tratado muy poco cuando Sue y yo acompañábamos a Esme mientras paseaba con Carlisle en un parque que quedaba a unos metros de la casa y percibí que era tan caballeroso como su hermano, sabía que era dos años mayor que él y siempre se ponía nervioso cada vez que me hablaba.
-Cuando ya estaba de salida-prosiguió mi hermana, con una luz de esperanza en sus ojos -me encontré con él y me pidió que habláramos, me confesó que sin querer escucho la conversación y que quería proponerme algo en tu beneficio, Liz el me reveló que está enamorado de ti y que si tú lo aceptas está dispuesto a casarse contigo, cuidar del bebé como suyo, bajo las condiciones que tú le impongas.
Me quede desconcertada a simple vista esta propuesta era un regalo del cielo debí de estar al tope de mis fuerzas y sin más salidas, mi Edward se había ido para siempre y debía pensar ya no solamente en mí sino en mi bebe, actué por impulso y sin razonar en las implicaciones del futuro, acepté el trato. Le envié mediante una carta todas las condiciones y para mi desconcierto accedió sin problemas, en tres días hablaría con mi padre y valientemente se echaría la culpa de mi comportamiento, la historia sería que nos habíamos enamorado antes de que mi padre me informo de las pretensiones de Rockefeller hijo y por eso sabotee el compromiso y si no habíamos hablado con mi padre de lo nuestro era porque Félix no tenía un patrimonio propio que le permitiera darme la vida que me merecía y que si se había atrevido ahora era porque hace poco había heredado de su tío abuelo paterno una cuantiosa fortuna, lo cual era cierto, mi padre acepto complacido. La boda se llevó acabo en dos semanas, con pocos invitados, Félix y yo decidimos vivir en New York para evitar que se dieran cuenta que el bebé nacería antes de tiempo, meses después nació mi hijo lo llame Edward solo Esme y yo sabíamos el porqué del nombre, un año después mi hermana también trajo al mundo su primer hijo un varón al que llamo Emmett como nuestro abuelo materno. Mi matrimonio para los demás era perfecto, me comportaba como toda una dama, hasta mi padre vivía satisfecho "por fin había sido domada" decía, durante los dos años del matrimonio todo fluyo de acuerdo al convenio, en algún momento en serio intente enamorarme de él, pero en el corazón no se manda y en un año más el me pedía lo que yo aunque lo intente no podía darle mi amor y una familia, nos hacíamos daño con nuestras constantes peleas, fue cuando mi niño hermoso cumplió tres años que ya no pude soportar más, cuando mi tía abuela Charlotte me visitaba decía que veía como la luz en mis ojos se apagaba, en cierta ocasión dijo que le recordaba a mi madre, aunque cuando quise ahondar en el asunto cambio de tema.
Así que me decidí hablaría con Félix, cuando llegó en la tarde le pedí que habláramos en el cuarto, con dolor en mi corazón pues él se había convertido en mi salvador, le dije con voz segura.
-Félix, te lo suplico perdóname, pero nuestro matrimonio no está funcionando, lo mejor es que nos separemos en secreto, mi hijo y yo nos iremos a vivir con mi tía abuela Charlotte, eres joven, tienes dinero tú puedes rehacer tu vida. Al ver la expresión de dolor en su rostro no pude continuar hablando y el aprovecho para tomar mis manos y con tono suplicante decirme.
-No me hagas esto, yo no quiero a nadie más que a ti, todo va a cambiar yo ya no te voy a asediar solo no te vallas, no dejes que la sombra del pasado nos separe. Hizo una pausa era como si le faltara el aire, supuse que era por la desesperación que sentía, a pesar del remordimiento que me embargaba le reitere mi decisión diciéndole -Lo siento, pero ya es una decisión tomada. Su expresión cambio de la desesperación a la ira y tomándome enérgicamente de los hombros me grito. - Tú no vas a ir a ningún lado con mi hijo eres mi esposa y te vas a quedar a mi lado. Fue lo último que dijo antes de tocarse en el pecho y desmayarse. Desesperada hice traer a su médico personal, cuando el doctor salió de la recámara supe la verdad mi esposo sufría del corazón desde su adolescencia y no había querido decirme nada para no preocuparme, esta vez su corazón ya no resistiría más, estaba agonizando y lo mejor era llamar a la familia ya no le quedaba mucho tiempo.
-Si lo hubiese sabido habría actuado diferente- me recrimine mentalmente mientras esperaba a la familia. Uno a uno fueron pasando resolví ser la última, cuando entre no lo pude mirar a los ojos me sentía tan mal, me senté a su lado tome una de sus manos mientras una lagrima descendía por mi mejilla, con debilidad en sus palabras me hablo. –No estés triste no me lo merezco, soy tan cobarde que solo sabrás el por qué después de mi muerte, Carlisle te dará una llave de el cajón derecho de mi escritorio, por favor Elizabeth perdóname, solo podre irme en paz si me perdonas. -Claro que sí. Le respondí con dulzura como no perdonarlo después de lo que había hecho por mi hijo y por mí le dí un beso en la frente, exhaló su último suspiro y se fue para siempre. Después del sepelio Carlisle me entrego las llaves y luego de que Esme me diera un fuerte abrazo en señal de apoyo y ofrecerse a cuidar a mi niño para que descansara se retiraron al hotel donde se hospedaban, la curiosidad me gano abrí con ansiedad el cajón, lo único que encontré fue un sobre con dos hojas una de ellas llevaba mí nombre, nunca me habría imaginado lo que leería en aquel pedazo de papel que mis manos sostenían.
Elizabeth:
Si estás leyendo esta carta es porque fui un cobarde y antes de mi muerte no pude confesarte el acto egoísta e insensible que cometí para poder tenerte conmigo hay una historia que debes conocer.
El día de nuestra boda durante la celebración me ausente, seguramente lo recuerdas para limpiarme el vino que derrame en mi camisa, esa no fue la única razón de mi tardanza mientras me dirigía al baño escuche un gran alboroto en la entrada de la casa de mis padres, habían atrapado a un joven intentando entrar a escondidas, como uno de los dueños me acerque a resolver el problema y lo reconocí no lo podía creer era Edward Masen estaba vivo, yo había investigado su nombre sabía quién era y ahora seguramente venía por ti. Sin pensarlo dos veces hice que lo trasladaran al estudio de mi padre para hablar a solas con él. Sé muy bien quien eres le solté sin más cuando nos dejaron solos y lo que piensas hacer pero antes de que digas algo tienes que saber que Elizabeth cree que subiste al barco que naufrago y te dio por muerto, pero la realidad es que la abandonaste a su suerte, verdad, que no te basto con el daño que le hiciste ¿por qué volviste? Me explicó que estaba equivocado, que mientras se dirigía al puerto donde se encontrarían para irse juntos fue brutalmente atacado por bandidos estuvo apenas consiente por días, pero cuando se recuperó y se enteró de nuestro matrimonio vino a tratar de impedirlo. Sus motivos eran irrefutables, podría mandarlo a sacar, pero nada impediría que intentara acercarte a ti en otra ocasión, así que utilice la culpa para alejarlo de ti.
Le dije, muchacho yo la amo igual o más que tú por eso cuando perdió al bebe que estaba esperando ¿ella iba a tener un hijo mío? Sí, le conteste fingiendo pena por él. Cuando su padre se enteró tenía pensado encerrarla de por vida por la deshonra que le había hecho pasar, yo no lo pensé dos veces y asumí toda la culpa, piénsalo Edward ahora conmigo ella seguirá con su vida sin tener que sacrificar nada podrá tener a sus seres queridos a su lado, su reputación no será cuestionada, contigo sufrirá la deshonra para su familia por huir estando casada, tendrá una vida en la clandestinidad alejada de los que ama, lo mejor, es que ella siga creyéndote muerto ¿no lo crees así? . Cuando levanto su rostro con la expresión llena de dolor, supe que había ganado y más cuando me dijo "Está bien me iré para siempre, por favor cuídela mucho ella es un ángel que se merece todo lo mejor en esta vida" y después se fue a toda prisa tal vez para no tener tiempo a arrepentirse, supuse. Yo sabía por obvias razones lo que un hombre enamorado era capaz de hacer, por eso lo he estado vigilando durante todo este tiempo para impedir que se acercara a ti, si se le ocurría volver.
Elizabeth la única manera que encontré para calmar mis culpas era prometerme a mí mismo que si no te hacia feliz te daría tu libertad y su dirección, fui una vez más un egoísta y preferí seguirte teniendo a mi lado, por eso en cuanto entendí que ya no me quedaba más tiempo escribí esta carta y como un medio de aliviar mis culpas te dejo anexo a esta carta la dirección exacta de Edward en Londres y toda mi fortuna a ti y a mi hijo, búscalo, sé feliz Elizabeth y no sientas culpas por mí, te deseo lo mejor y una vez más perdóname quiero que sepas que te amé hasta el último segundo de mi existencia, gracias por darme tanta felicidad.
Félix Cullen.
Me quede desconcertada sentada en el sillón de aquel estudio, mis ojos se llenaron de lágrimas por la ira que me invadía, como de un momento a otro mí protector se había convertido en mi verdugo, respire más tranquila de alguna manera yo había expiado mis culpas con anticipación ahora era libre y me iría con mi hijo sin remordimientos a Londres a empezar mi nueva vida.
Dos semanas después ya había resuelto todo en New York solo faltaba negocios en Chicago, a propósito los deje para el ultimo decidí partir desde esa ciudad a Londres como debió ser en un principio, como iba a sospechar que correría con la misma suerte que la última vez que intente emprender ese viaje.
En Chicago me quedé en la casa que nos había regalado mis suegros por si queríamos regresar a la ciudad y una vez instalada junto con mi niño fui a visitar a mi hermanita Esme, su embarazo estaba ya muy avanzado y esperaba ansiosa a que naciera su bebe para saber si era un niño o una niña mientras Edward y Emmett jugaban en el jardín le conté todo.
-Esme, me voy Londres le dije. Ella me miro extrañada-y para que entiendas él porque tienes que leer esto. Le extendí la carta y una vez que termino de leerla no hubo necesidad de explicaciones, feliz por mí me dijo emocionada- El padre de tu hijo está vivo, no lo puedo creer y ¿cuándo te vas a buscarlo?
– Mi hijo y yo nos vamos en tres días y no sé cuándo volveré, por eso deje para el ultimo mis asuntos acá quería despedirme de ti mi querida hermanita que eres de las pocas personas que voy a extrañar y no te preocupes voy a hacer todo con discreción por respeto a tu esposo. Le dije dándole un fuerte abrazo y no entendía porque razón sentía una angustia en mi corazón.
Aquella noche de 1903 un día antes de mi viaje me encontraba dejando todo listo, mi pequeño Edward se encontraba al cuidado de Esme, perdida en mis fantasías imaginando como me reencontraría con mi amado no me di cuenta en que momento mi padre entró a la casa y me dijo.
-Hola hija, otra vez te vas de viaje sin despedirte de tu padre. Con el tono de voz lo más tranquilo que pude le dije. –Sí, tengo que viajar para arreglar negocios que dejo sin resolver mi esposo. –Siempre fuiste buena para mentir. Me interrumpió haciendo una mueca y reanudo.
- No tienes por qué engañarme sé muy bien que vas a buscar al verdadero padre de tu hijo oí todo mientras se lo platicabas a Esme, inocente Félix como yo lo fui una vez se hizo cargo del hijo de otro, eres igual a tu madre. Me dijo con desprecio e hizo una pausa que me permitió reflexionar por fin entendía todo, yo no era su hija y la historia de mi madre se había repetido conmigo solo que yo no iba terminar como ella yo sí tendría un final feliz y este individuo que tenía enfrente no me lo iba a impedir, me dije a mi misma.
-Sí, todo es cierto. Le dije prepotente. -Y usted no va a impedir que yo y mi hijo nos marchemos como lo hizo una vez, en esta ocasión ya no tiene poder sobre mí, así que le exijo que se vaya inmediatamente de mi casa.
-En eso te equivocas. Me dijo -ya una vez me equivoqué creyendo que no cometerías los mismos errores que tu madre, como fui tan ingenuo si desde niña demostraste todo lo contrario, de tal madre tal hija, ahora escúchame muy bien tu no vas a deshonrar mi apellido, ni a la de tu esposo, porque hoy yo voy a poner una solución definitiva a la peste que eres, señores por favor entren. Con violentos escalofríos que recorrían mi cuerpo observe como tres hombres fornidos y vestidos de enfermeros se me acercaban, grite desesperada pidiendo auxilio, pero fue en vano nadie me escucharía, me tomaron de los brazos y me sentaron en una especie de silla con correas con las que sujetaron mis muñecas y mis tobillos apenas tenía movilidad, aquel hombre que hasta hace poco creí era mi padre me hablo sin piedad.
-Ahora escúchame con cuidado si no quieres que a tu hijo le pase un terrible accidente escribe en esta hoja lo que te voy a dictar. Yo estaba aterrorizada como nunca en mi vida y accedí si pensarlo, mí punto débil era mi niño y no permitiría que este miserable le hiciera algo, aunque me costará la vida, con la cabeza asentí, las palabras que me dicto decretaban mi muerte.
Esme, acabo de enterarme de la muerte de mi Edward, yo no lo puedo soportar y tomare el camino fácil para acabar con este dolor, perdóname por ser tan cobarde, te lo suplico cuida de mi hijo él no tiene la culpa de mis decisiones. Elizabeth.
Después de eso me inyectaron un somnífero que con el tiempo descubrí que era ácido barbitúrico, que me sumió en un profundo sueño del que creí nunca más despertar. Cuando abrí los ojos desorientada me di cuenta que me encontraba en mi celda, Jane una enfermera que luego paso a ser la directora del lugar me informo de mi situación.
Mucho tiempo después me dieron la oportunidad de sobrevivir a la orden de muerte de mi padre, trabajando para ellos, jamás desperdician una oportunidad de eso ya 18 años.
