Disclaimer: Está historia está basada e inspirada en los libros de Harry Potter, de J.K. Rowling, como también, de los libros de Brandon Sanderson, específicamente la saga "Mistborn", de su gran universo "Cosmere". En otras palabras, todo el sistema de magia en este fanfiction no es obra de mi imaginación, sino que les pertenece a las maravillosas mentes de los autores recién nombrados. Para aquellos que no conocen los libros de Brandon Sanderson, se los recomiendo completamente, específicamente la saga Mistborn, la cual es una de mis favoritas.
SPOILER ALERT: Está historia contiene spoiler de la saga Mistborn. Si no la ha leído aún y desea hacerlo, debo advertirle que en esta historia podría encontrar información respecto al sistema de magia de la primera trilogía de la saga Mistborn de Brandon Sanderson.
Autor Comment: Retomé por un momento esta historia. Espero pronto subir el capítulo que viene después de este, el cuál tengo bastante avanzado.
He aquí un capítulo desde la perspectiva desde uno de mis personajes favoritos, Sirius Black 3.
The Blackness of Dark.
Las primeras dos semanas de febrero se pasaron llena de tareas y deberes para los jóvenes de quinto año, cada vez más exigentes para prepararlos para los T.I.M.O.S, sin embargo, para Sirius Black aquello no era un problema.
Tanto él como James, eran tan inteligentes que no necesitaban dedicarle tanto tiempo a los deberes como otras personas. Durante toda su vida había tenido excelentes notas y ninguna materia se le daba mal, sino todo lo contrario, siempre era uno de los mejores de la clase. Por esta razón, Sirius Black siempre tenía tiempo para todo lo que quisiera; jugar al Quidditch, tener sexo, ir al bosque prohibido con los merodeadores, tener sexo, jugar al coinshot, molestar Slytherins, escaparse a Hogsmeade y por supuesto, tener sexo.
Sirius desde temprana edad fue consciente de lo que provoca en las personas, sobre todo en las mujeres. Físicamente, era lo que toda chica soñaría, él lo sabía perfectamente. Su cuerpo alto, atlético, con los músculos marcados por el entrenamiento, sus rasgos perfilados, sus ojos grises, incluso su pelo negro y liso; todo en él era perfecto.
Sirius sabía que eso se debía en parte a la obsesión que tenían los Black por mantener la pureza de sangre, al igual que los "buenos genes", lo que provocó que en varias ocasiones a lo largo de los siglos, miembros de la prestigiosa Casa Black se casaron entre parientes.
Todos y cada uno de los Black poseía una belleza impresionante, incluso los más malos y oscuros miembros de la familia eran casi perfectos, ya que el uso excesivo de magia negra provocaba cambios en el cuerpo del usuario, sin embargo, los Black siempre mantuvieron la perfección de sus genes y aspecto físico a lo largo de siglos.
Sirius detestaba la historia de su familia, la obsesión que tenían por la pureza de sangre y por la perfección de los genes. Todos los días se miraba al espejo y veía a su hermano, a su padre, a su abuelo. Detestaba parecerse tanto a ellos, no obstante, Sirius olvidaba todo aquello cuando recordaba lo que podía obtener de las mujeres con tan solo una sonrisa.
Sí, ciertamente se aprovechaba de su belleza, ya que constantemente alguna chica se le insinuaba, le pedía una cita o literalmente se lanzaban a sus brazos. Sirius, como buen caballero, jamás rechazaba a una dama, a menos que no sea de su gusto para nada.
Afortunadamente para él, Hogwarts estaba repleto de chicas hermosas, todas dispuestas a estar con él.
Justo como en aquellos momentos, Sirius se dirigía en la capa invisible de James hacía una escondida bodega en el segundo piso del ala noroeste, justo en el área del castillo donde se encontraban las mazmorras. A Sirius le gustaba aquella bodega porque estaba prácticamente abandonada por lo que nadie pasaba por ahí y además, en la bodega había un cómodo sillón lo suficientemente amplio para que dos personas mantengan relaciones sexuales cómodamente.
Antes de entrar chequeó sus alrededores y luego se quitó la capa de invisibilidad, guardándola cuidadosamente en uno de los bolsillos de su capa.
La chica con la que se reuniría ya se encontraba allí.
- Estás atrasado. - murmuró Daphnee Pucey, una despampanante morena de ojos azules, alumna de séptimo año de Slytherin.
Daphnee fue una de las primeras mujeres con la que estuvo y es la única chica Slytherin que Sirius se ha llevado a la cama, hace unos años atrás. Pertenecía a una prestigiosa casa francesa, quienes poco se relacionan con las otras casas británicas que se caracterizan por pertenecer a Slytherin. A ella no le interesaba la pureza de sangre, sólo era una astuta y hermosa chica que buscaba obtener lo que quisiera, en este caso, placer.
Sirius se acercó a ella e inmediatamente empezó a besarla. Tenían poco tiempo, por lo que debían hacerlo rápido. Se desnudaron rápidamente, besándose y tocándose con fiereza. Con Daphnee el sexo siempre era así, feroz, ardiente, salvaje y rápido. Nunca tenían tanto tiempo por lo que siempre iban directo al grano cada vez que se veían, que por lo general era unas cuantas veces al mes.
Con ágiles manos, Sirius se deshizo de la ropa interior de ambos, pasando previamente sus dedos por la entrepierna de Daphnee, sintiéndola húmeda. Introdujo su miembro dentro de ella de una sola embestida, moviéndose con pericia.
Luego de varias poses y varios orgasmos, se vieron satisfechos y terminaron su sesión de sexo. Sirius se vistió y como si no hubiera pasado nada, sin siquiera esperar a que la chica terminara de vestirse, se despidió de ella con un gesto de la mano, murmurando "hasta la próxima".
Ningún tipo de remordimiento se apoderó de él por irse de esa forma, no era la primera vez. Sirius se sentía relajado y satisfecho al caminar por los pasillos de Hogwarts. Justo había terminado a tiempo con Daphnee, ya que los pasillos estaban repletos de alumnos que acababan de salir de las clases para la hora de colación.
Como siempre, todas las chicas que pasaban a su lado, soltaban risitas y susurraban entre ellas, mirándolo indisimuladamente. Él, como siempre, pasaba de todas. Sirius tenía fama de rompecorazones, ya que todas las chicas se enamoraban de él, sin embargo, él jamás había correspondido a nadie. Nunca se había enamorado, jamás había sentido nada por alguna, más allá del mero acto sexual. No le importaba demasiado el hecho de que nunca se había enamorado, es más, le parecía que era mejor de esa forma, pero sí admitía que la causaba curiosidad, sobre todo después de ver a sus dos mejores amigos completamente enamorados del uno al otro.
James había estado flotando en una nube rosada llena de corazones desde que se habían besado con Lily. Por su parte Sirius estaba feliz por sus amigos de que por fin se habían besado, sin embargo, le costaba entender a Lily.
Ella no había reaccionado de la misma forma que James. Había hecho todo lo posible por disimular que algo le pasaba, pero Sirius la conocía muy bien, entendía cómo funcionaba su mente, sin embargo aún así no lograba entenderla del todo. Le parecía insólito que Lily tuviera tan baja autoestima y concepto de sí misma, y que además se sintiera insegura por la posición social de James. Quizás se debía a que Sirius jamás le importó en lo más mínimo el tema de las grandes casas mágicas y su posición social, como también, siempre tuvo una alta seguridad en sí mismo, por esa razón le costaba entenderla, o quizás era porque veía todas sus virtudes amplificadas, viéndola como algo valioso en comparación a los estigmas sociales y las inseguridades que pudiera tener.
Sin embargo, era consciente que no era totalmente objetivo respecto a ella, ya que sentía algo por Lily que ni él mismo podía entender bien; la admiraba, la quería, la respetaba. Le parecía que era una de las mujeres más hermosas que había conocido y vaya que ha conocido mujeres hermosas. Sus sentimientos hacia Lily era algo totalmente nuevo y diferente para él, para empezar, nunca había sentido nada por una mujer anteriormente y menos aún con una chica que jamás se había llevado a la cama, es más, era impensable para él ver a Lily con otros ojos. Quizás lo que sentía por ella era parecido a lo que sentiría si hubiera tenido una hermana, que no fuera como todo el resto de su familia, por supuesto.
Entendía por qué James estaba locamente enamorado de Lily, ¿por qué ella no era capaz de ver todo lo bueno en ella?... aquello lo exasperaba un poco, ya que por esos motivos limitaba su felicidad, no se atrevía a estar con James por sus miedos e inseguridades, que en opinión de Sirius, eran todos sin sentidos.
Sin embargo, independiente de lo que él pensara o quisiera, siempre estaría a su lado, respetando sus decisiones. Al igual que con James, por lo que Sirius estaba totalmente dispuesto a hacer todo lo que esté a su alcance para que Lily y James estuvieran por fin juntos. Quizás había alguna oportunidad que se decidieran de una vez si iban juntos a Hogsmade por el día de San Valentín, el cual se celebraba en dos días más. Pero realmente dudaba que aquello fuera a pasar, ya que los últimos días Lily había estado ignorando a James, al igual que a él.
No le costó más de un minuto darse cuenta de por qué Lily estaba pasando de él precisamente, ya que con tan solo ver a Danna Winchester le bastó para entenderlo.
Por primera vez en su vida, Sirius sintió un poco de culpa por haberse enrollado con una mujer. Sabía que Danna estaba pillada por él, lo sabía sin siquiera tener que quemar Brass o Zinc, pero no pensó que con tan solo unos cuantos besos iba a ponerse de aquella forma. Bueno, un poco más que solo besos, pero ni siquiera llegaron a tener relaciones sexuales. Quizás el hecho de que Danna estaba deprimida se debía a que Sirius la ignoró después de aquello, apenas volvió a mirarla y a dirigirle la palabra.
Aquello fue principalmente porque, si bien Danna le gustaba, sabía que no podría corresponder sus sentimientos y eso le haría daño. No es que le importara demasiado si le hacía daño o no, la chica eventualmente lo superaría, pero el problema es que no era cualquier chica... era la mejor amiga de Lily.
Por esa misma razón, para evitar que Lily se enfadara y pasara de él, prefería no volver a acercarse Danna. Sabía que si pasaba algo más entre ellos, sería todo peor. Aunque, siendo sincero, estaría más que encantado de concretar algo más, ya que la chica estaba buenísima.
Pasando por los pasadizos que sólo los merodeadores conocían, en tan solo unos minutos Sirius se encontraba en el Hall Principal de Hogwarts, donde estaban las enormes puertas del Gran Salón. Chequeó previamente con sus sentidos alomanticos que sus amigos se encontraban ahí. Se abrió paso entre las enormes puertas de roble, caminando con su porte tan naturalmente elegante, llamando la atención como siempre. Se dirigió directamente hacia el lugar donde siempre se sentaban los merodeadores en la mesa de Gryffindor.
Remus estaba sumergido en un libro, apenas prestando atención a su comida. Peter, por su parte, no dejaba de meterse a la boca salchichas y pedazos de carne. En cuanto a James, estaba totalmente cabizbajo, mirando fijamente una mancha de grasa en el mantel de la mesa, ignorando a todo su alrededor.
- ¿Qué sucede, Prongs? - preguntó Sirius, sentándose justo al lado de James. El aludido no respondió, sino que apenas hizo un pequeño gruñido. Sirius levantó la vista y miró con interrogación a Remus y Peter, que estaban sentados al frente de ellos. Remus simplemente suspiró y cerró los ojos, negando con la cabeza, por lo que Sirius centró su mirada en Wormtail, quien no esperó para darle una respuesta.
- Le pidió una cita a Lily por el Día de San Valentín y ella lo rechazó - masculló Peter, con la boca aún llena de comida.
- ¡Cállate Peter! - siseó James con una voz ácida y cortante. Peter inmediatamente se encogió ante sus palabras, claramente sintiéndose mal. Remus carraspeó ligeramente, aún sin despegar sus ojos del libro. Aquello fue más que suficiente. - Lo siento, Wormtail - se disculpó James, arrepintiéndose por hablarle así, quien inmediatamente sonrió. Bastó un simple carraspeo de Remus para que James se sintiera culpable por sus palabras hacia Peter.
- Si te hace sentir mejor, a mi también me ignora por completo - dijo Sirius, como quien no quiere la cosa. - Traté de hablarle esta mañana y literalmente sólo me fulminó con la mirada. - agregó, recordando la mirada asesina que Lily le había dirigido cuando la saludó en el desayuno. También recordó la expresión triste y desanimada de Danna.
- ¿Qué hiciste? - preguntó James, suspicaz. Sirius se tomó un tiempo para responder, mostrando repentino e inusual interés en la comida. La verdad es que no tenía ganas de hablar del tema, sin embargo, sabía que no iban a dejar de molestarlo hasta que les contara. Aunque estaba seguro de que James ya lo sabía, a veces no era necesario que hablaran para saber lo que el otro estaba pensando.
- Me enrollé con Danna Winchester, más de una vez. - dijo, intentando contener la sonrisa de pillo que amenazaba por salir a flote. Se supone que estaba arrepentido de hacerlo...
- Lo sabía - dijo James esbozando exactamente la misma sonrisa, pero sin contenerse para nada. Remus dejó de mirar su libro por primera vez y centró su mirada en él.
- ¿Y que más le hiciste? - preguntó Moony, con el mismo tono suspicaz que había usado anteriormente James, entrecerrando los ojos. Sirius intentó aparentar inocencia, sin embargo, sabía perfectamente a donde se estaba dirigiendo con aquella pregunta, no era la primera vez que Remus se molestaba con él por como trataba a las chicas. Tampoco servía de nada fingir que la situación no era sólo porque se había besado con Danna.
- Pues pasé de ella, no volví a mirarla ni dirigirle la palabra - respondió, pasando su mirada de aburrimiento por el Gran Salón. Sabía exactamente que pasaría a continuación.
Remus cerró su libro y negó con la cabeza nuevamente, formando una línea con sus labios.
- Sirius, ¿cuándo madurarás? - masculló Remus, mirándolo con desaprobación. Sirius rodó los ojos y se encogió de hombros, preparándose mentalmente para ser atacado por el juicio moral de Remus Lupin. Si no fuera porque Remus era realmente una persona admirable, no tendría peso aquel sermón, pero precisamente era una de las pocas personas capaces de remecer la conciencia de Sirius.
- Realmente estoy avergonzado de tu manera de tratar a las mujeres, Sirius. ¡No son sólo un pedazo de carne! ¿Te gustaría que James le hiciera eso a Lily? - siguió Remus, claramente molesto e indignado. Ante la mención, James exclamó "¡Ja! ¡Como si pudiera hacerlo!"
Hasta el momento Remus nunca le había hecho mención a aquella comparación de Lily y James, las veces que discutieron por el mismo tema. Ciertamente no le gustaría en lo más mínimo que Prongs le hiciera daño a Lily, es más, ya había amenazado a James al respecto, pero ¿ignorarla? dudaba que Prongs fuera capaz de hacerlo, tal como él mismo había dicho. De hecho, Sirius pensaba que era más probable que Lily se lo hiciera a James que al revés, pero con lo enamorada que estaba de él, era muy poco probable.
- No es una muy buena comparación, Moony - verbalizó Sirius, luego de beber un trago de su zumo de calabaza.
- Te daría otro ejemplo si es que sintieras algo más que sólo calentura por otra mujer. - gruñó Remus.
- ¿Sabes? me aburrí del tema - dijo Sirius, poniéndose de pie. - Nos vemos más tarde - agregó, alejándose despreocupadamente, como si no le hubiera afectado lo más mínimo la discusión.
- ¡Hey, esperame maldito pulgoso! - exclamó James, parándose también de su asiento, apurando el paso para alcanzar a Sirius. Peter hizo el ademán de hacer lo mismo, aún con la boca llena de comida, pero Remus lo detuvo, negando con la cabeza. - Parece que alguien anda de malas pulgas, ¿eh? - bromeó Prongs, dándole un codazo en las costillas. Sirius respondió inmediatamente, esquivando su golpe y empujándolo a su vez con el hombro.
- Pues, tu eras el que parecía un zombie llorón - se burló Sirius. James lo miró con reproche.
- Pues, fue tu culpa que Lily me rechazara - respondió haciendo un mohín de disgusto. - Me dijo que pasaría el día de San Valentín con Danna. - James entrecerró los ojos, mirándolo de lado. Sirius no pudo evitar reírse.
Ambos sonrieron y caminaron hacia los terrenos de Hogwarts. El cielo estaba encapotado en grandes nubes negras, en cualquier momento podría empezar a llover. Los chicos caminaron bromeando y charlando todo el rato. A los dos les había mejorado el humor considerablemente, como siempre les pasaba cuando estaban juntos.
Bordearon el castillo hacia la parte oriente, la cual lindaba con el espeso Bosque Prohibido por un lado y por el otro un largo acantilado donde se extendía una gran quebrada llena de rocas y vegetación. En aquella zona del castillo nunca habían personas y se podían apreciar muy pocas ventanas y balcones, la mayoría de los salones de aquella zona estaban en desuso o estaban inhabilitadas a los alumnos, cerradas con llaves. Por esta razón, era el lugar ideal del castillo donde los chicos iban a pasar el rato. Escalaban por los largos muros de piedra, corrían y saltaban por el techo (también por la quebrada), usaban magia y a veces bebían alcohol que traían como contrabando desde Hogsmade.
Hace unos años atrás, encontraron en una de esas ventanas una pequeña bodega que, para sorpresa y deleite de ellos, tenía barriles y estanterías con alcohol; whisky, vinos y agua ardiente. Les costó bastante poder acceder a la dichosa bodega, tuvieron que combinar magia y alomancia para poder lograrlo. Parecía que había estado cerrada durante muchísimos años, fue uno de los descubrimientos más importantes que hicieron los merodeadores, al menos en aquel entonces. Decidieron que el poco stock de alcohol que se encontraba en la bodega lo beberían en ocasiones muy especiales, por lo que empezaron a usarla para almacenar lo que se traían desde Hogsmade.
Sin embargo, en ese momento no les apetecía beber, además que se supone que tenía que ir a clases como en cuarenta minutos más. Empezaron a hacer carreras por el tejado, siempre controlando el nivel de Pewter para no romper las tejas. Empezó a llover al poco rato, pero poco les importo, ya que habían hechizado sus ropas previamente para que no se mojaran con la lluvia, es más, empezaron a lanzarse bolas de lluvia teledirigidas con magia y por supuesto, monedas. Quemando Pewter, Steel y Iron, lanzaban sus monedas y las hacían chocar entre ellas, provocando chispas al hacer contacto. Aquello era una de las cosas que Sirius más disfrutaba hacer, desde primer año que venían hacia el tejado a hacer carreras y practicar al coinshot.
Luego de cuatro carreras, de las cuales empataron, tomaron asiento en el tejado, resguardados de la lluvia por un balcón. Se quedaron callados un momento, escuchando la lluvia caer. A los dos les había empezado a dar hambre, ya que no habían comido nada desde el desayuno, por lo que empezaron a descender del tejado, en dirección hacia las cocinas de Hogwarts. Ambos estaban sumergidos en sus pensamientos.
- Realmente la cagué con Danna ¿cierto? - dijo Sirius. Las palabras de Remus le habían quedado dando vueltas.
- Sí, un poco. - admitió James - pero no creo que sea para tanto. - Sirius captó la mirada de su mejor amigo y lo interrogó con sus ojos. - me refiero a que, se notaba a leguas que la chica quería algo contigo, supongo que sentiste sus emociones con alomancia. Ella quería incluso sabiendo tu reputación e historial con las chicas. Y bueno, Lily también lo sabía, sólo que quizás pensó que no serías capaz de meterte con su mejor amiga, por eso está molesta. - caviló James. - Ambas lo sabían y ya estamos bastante grandes como para tomar nuestras propias decisiones, sobre todo respecto con quien elegimos enrollarnos.
Hubo un pequeño silencio luego del análisis de James. Desde el último verano que habían pasado en el extranjero junto a los padres de James, ambos había cambiado mucho, pero especialmente James. Había abierto los ojos respecto a la delicada situación del mundo mágico y la posición que el tenía en aquel todo conflicto, lo que había provocado que madurara en muchos aspectos, un ejemplo de aquello era lo que acababa de decirle respecto a su opinión de los hechos. Aquello mejoró el animo de Sirius considerablemente.
- Tienes razón - dijo Sirius. - No le había dado tantas vueltas al asunto por qué sé que el enojo de Lily es momentáneo, pero... tú sabes, lo que me dijo Remus me hizo sentir culpable. - admitió, ligeramente molesto.
- Sirius, a veces eres muy ciego. - James negó con la cabeza. - Remus siente atracción por Danna. - La expresión de Sirius inmediatamente cambió, poniendo una cara de consternación.
- ¿Me estás jodiendo? - dijo, perplejo. James se encogió de hombros y asintió - ¡Joder Prongs! ¿Por qué no me dijiste algo? - acusó
- ¡Joder Padfoot! - imitó James con tono burlón. - Puedes quemar Brass o Zinc ¿no?… solo es cosa de poner atención en las emociones de los demás y en su lenguaje corporal - dijo sonriendo ligeramente. Sirius soltó una carcajada que parecía un ladrido de perro.
- ¡Eres un maldito espía! - dijo, aún riéndose.
- ¿Qué? Me aburro a veces - respondió James, contagiándose con la risa de Sirius.
- ¿En serio? A mi me aburren las emociones de los demás, casi nunca intento saber lo que sienten. - respondió Sirius - Además, es una invasión a la privacidad Prongs - agregó, sonriéndole maliciosamente.
- Lo sé - dijo James, sin siquiera parecer avergonzado ni arrepentido. - a veces trato que se sientan un poco mejor - levantó las cejas y luego sonrió un poco - y bueno, siempre intento saber que esta sintiendo Lily, pero ella siempre está quemando Copper cuando estoy presente - la sonrisa de Sirius se ensanchó aún más, mirando a James con burla. - En fin, volviendo al tema, me di cuenta que a Remus le gustaba Danna cuando hicieron parejas en clase de Encantamiento a principios de año - añadió.
Sirius se quedó pensando unos momentos en aquella nueva revelación. Generalmente Remus se abstenía cada vez que le gustaba una chica, debido principalmente a su gran trauma de ser un hombre lobo, sin embargo, eso no quitaba el hecho de que había tenido encuentros con chicas, después de todo, era un merodeador, pero siempre evitaba a toda costa formar vínculos, por lo que la mayoría del tiempo Remus pasaba de tener contacto con muchas chicas, lo que a su vez provocaba que las chicas sintieran aún más atracción por él. El misterioso e inalcanzable Remus Lupin.
Quizás Remus sentía atracción hacia Danna, pero Sirius estaba seguro que no era algo realmente importante para él, definitivamente si estuviera enamorado de ella se habría dado cuenta, tan ciego no estaba. De hecho, las contadas ocasiones en las que Sirius utilizaba el Brass o Zinc, era con sus amigos cercanos. A veces cuando estaban mal y quería que se sintieran mejor, lo hacía casi inconscientemente. Por supuesto, siempre de la forma más sutil y delicada, jamás de forma invasiva. El poder de aquellos metales era enormemente poderoso y efectivo, de hecho, para sólo sentir las emociones de los demás sin manipularlas simplemente basta con activar alguno de los dos metales, en la "llama" o intensidad más baja.
A veces Sirius suavizaba las emociones de Remus cuando estaba en la fase de Luna llena, ni siquiera hacía falta quemar algún metal alomantico para saber que lo estaba pasando fatal. James también lo hacía, pero eran tan sutiles que Remus no se daba cuenta, o al menos jamás les dijo algo al respecto.
Luego de pasar a las cocinas por su tardío almuerzo, los chicos se dirigieron hacia las mazmorras. Tenían clase de pociones con los Slytherin y después de clases, entrenamiento de Quidditch.
Sirius había decidido que iba a hablar con Lily y con Danna. La había cagado, pero iba a pedir las disculpas correspondientes y no volver a pensar en el asunto nunca más.
El Día de San Valentín despertó con el cielo totalmente despejado, hacía mucho frío, como siempre en aquella época del año, pero todo parecía más vívido bajo la luz del sol. Lo cual era ideal para todas las parejas que celebrarían el día de los enamorados en Hogsmade.
Los merodeadores despertaron y cada uno de ellos tenía diversos regalos por el día de San Valentín, dulces y chocolates, tarjetas rosadas y de colores, que emitían sonidos y vibraban. Como siempre, tanto Remus, James y Sirius no abrieron ninguno de los regalos ni comieron ningún dulce, ya que generalmente estaban hechizados y contenían pociones de amor.
En cuanto a Peter, también recibió regalos pero en menor cantidad, a diferencia de los chicos, siempre leía las cartas y comía los chocolates. Más de una vez tuvo que ir a la enfermería por intoxicación, claramente las chicas no eran muy diestras en el arte de las pociones y hechizos de amor. Sin embargo, aquel día Peter era el único que tenía una cita de San Valentín, con una chica de cuarto año de Hufflepuff, que usaba unos grandes lentes que aumentaban el doble el tamaño de sus ojos. Por esta razón, Peter fue el primero en levantarse aquel día, despertando a todos en el proceso.
Por su parte, Sirius, James y Remus irían juntos a Hogsmade, como siempre. Debían abastecer sus provisiones de dulces en Honeyduke y artículos de bromas en Zonkos, ademas, por supuesto, irían a beber cerveza de mantequilla a las Tres Escobas y dar vueltas por el pequeño pueblo.
Luego del desayuno, los chicos partieron hacia el pueblito de muy buen humor. Gastando bromas, riendo y charlando entre ellos. Sirius había aclarado su pequeño problema con Lily y Remus el día anterior, aunque aún le faltaba conversar con Danna, sin embargo, al menos Remus y Lily no lo habían fulminado con la mirada nuevamente, que era lo que más le molestaba de toda la situación.
Cuando llegaron a Hogsmade, Peter se dirigió al Salón de té de Madame Tudipié para reunirse con su cita y James, Remus y Sirius se dirigieron a Honeydukes.
El pueblito estaba abarrotado de alumnos, todos felices disfrutando del día soleado. Varias chicas se acercaron, riendo coquetamente. También se encontraron con amigos de otros cursos. Luego de abastecerse en grandes cantidades de pasteles, chocolates y dulces, se dirigieron a Zoncos, donde estuvieron un rato hasta que Remus les dijo que pasaría a la librería. Los chicos salieron de la tienda y se despidieron de Remus, poniendose de acuerdo para reunirse en las Tres Escobas.
No habían caminado ni 5 metros cuando captaron pulsos alomanticos. Como siempre ambos mantenían activos todos sus metales, pero en baja intensidad. El inequívoco sonido que emitían los pulsos alomanticos al quemar Bronze se escuchaba entre el bullicio de la multitud.
Sirius aumentó su llama de Bronze, amplificando su poder. Pudo detectar a 4 alomancers, poniendo un poco más de atención, pudo detectar que estaban quemando Bronze, Pewter, Steel y Iron.
- ¿Qué mierda...? - musitó Sirius. No había forma de que aquellos alomancer fueran alumnos de Hogwarts. Tenían identificados a los pocos alumnos alomancer y ciertamente ninguno de ellos podía quemar Steel o Iron.
Los chicos se miraron entre ellos e inmediatamente aumentaron su llama interna de Tin, Pewter y Copper, poniéndose en alerta.
- Sigámoslos - dijo James, empezando a caminar hacia donde habían percibido los pulsos alomanticos, unos 300 metros más hacia el norte de su ubicación actual, en una de las últimas edificaciones del pueblo.
Caminaron rápidamente, poniendo especial atención en las conversaciones y emociones de los demás. Unas voces graves y cortantes se podían distinguir desde la dirección de los pulsos alomanticos.
- Apresúrense - dijo uno, el de la voz más grave, quien se sentía ansioso y molesto - tenemos poco tiempo.
- Espero que no lleguemos muy tarde - comentó el alomancer que quemaba Bronze, que se sentía nervioso y algo asustado.
Sirius y James llegaron justo a tiempo para ver a cuatro encapuchados caminando en dirección al Bosque.
Se miraron nuevamente entre ellos y en mutuo entendimiento empezaron a seguirlos, luego de que James sacara su capa de invisibilidad, ocultandolos. Los siguieron concretamente como 5 minutos hacia el interior del bosque, donde había un pequeño claro y varias rocas de gran tamaño. Los chicos se mantuvieron a cierta distancia detrás de una roca, no era necesario que se acercaran mucho, ya que quemando Tin podían escuchar todo con total claridad.
Los cuatro alomancer se acercaron hacia una figurada encapuchada que los esperaba en el claro. Aquella persona no estaba quemando ningún metal, sin embargo, los chicos pudieron ver con claridad el gran tatuaje negro alrededor de sus ojos, que se extendía recorriendo parte de su cara, la cual la capucha no ocultaba.
- ¡Es un Oligator! - exclamó Sirius en un susurro. Tanto él como James tenían una expresión de absoluta sorpresa.
- ¿Estás seguro? - questionó James, cambiando su expresión a una de consternación.
- Apesta a magia negra - masculló Sirius, mirando con el ceño fruncido al Oligator, quien había centrado su atención en los recien llegados.
- ¿Qué demonios hace un Oligator en Hogsmeade? - dijo James horrorizado.
En ese momento, los cuatro alomancer se acercaron al encapuchado que los esperaba.
- Llegan tarde - gruñó el Oligator, con una voz rasposa. Los alomancers lo miraron con cara de pocos amigos, sin embargo no dijeron nada al respecto.
- Vamos directo al grano - dijo el Thug, el alomancer que quemaba Pewter, parecía ser el líder del pequeño grupo de alomancers.
- Sí, ya no queda tiempo y este lugar es muy inseguro - gruñó el Oligator. - El Señor Tenebroso no piensa esperar más. Ya bastante ha tenido que soportar de la ineptitud de las grandes casas y de sus marionetas. - masculló, escupiendo al suelo.
Los alomancer se enfurecieron ante estas palabras, sin embargo, la mención de Voldemort los hizo sentir una chispa de terror. James y Sirius estaban más atentos que nunca a cada una de las palabras que decían. Aquello era algo muy importante y oscuro, quizás tenía algo que ver con lo que James presenció en la fiesta de año nuevo.
- El Señor Tenebroso debe entender que el Ministerio de Magia ha puesto especial atención en los alomancers, nos tienen vigilados. - gruñó el Thug. - Nuestros amos han hecho todo lo posible para proseguir con el plan - agregó.
- ¡Qué insolencia! - siseó el Oligator, furioso. - ¿Quién eres tú para referirte al Señor Tenebroso de esa manera? ¡Deberían agradecer que aún están vivos! - rugió.
Los alomancer que quemaban Steel y Iron sacaron monedas de la manga de sus capas, de forma amenazante, sin embargo, el Thug gruñó y los detuvo con un gesto de su mano. El Oligator simplemente entrecerró los ojos.
- Entréguenme el paquete - siseó entre dientes, con una mirada penetrante cargada de odio. El tatuaje alrededor de su ojo derecho solo acentuaba la mirada oscura que emitía aquel Oligator.
Los alomancers miraron a su alrededor chequeando que no hubiera nadie y luego el Thug sacó de su capa una pequeña caja y un pergamino, el cual entregó al Oligator con aspecto insolente.
El Oligator examinó el paquete y el pergamino y luego asintió. Luego volvió a mirar a los alomancer con odio.
- Más les vale que la próxima vez no se atrasen ningún segundo más. O sino, será un Inquisitor quien venga a castigarlos - dijo el Oligator, con los ojos brillando con malicia.
Los alomancer se pusieron pálidos ante las palabras del Oligator, quien desapareció del lugar con un suave sonido.
- ¡¿Un Inquisitor?! - exclamó más que horrorizado el alomancer que quemaba Bronze.
- Es un farol - gruñó el Thug, claramente furioso - Un Inquisitor jamás se rebajaría a un encargo como ese.
- No estes tan seguro - dijo el alomancer que quemaba Steel. - El Señor Tenebroso los envía cuando quiere castigar y aterrorizar. - se estremecieron ligeramente ante sus palabras.
- Entonces tenemos que asegurarnos de no cometer ningún error - dijo el Thug de forma cortante. Aún seguía furioso por las palabras del Oligator. - ¡Vamos! - exclamó, dirigiendose al lugar por donde habían entrado al bosque, sus capas negras ondeando al caminar.
Los chicos los siguieron a cierta distancia, hasta que los alomancer se metieron por un pequeño callejón entre dos establecimientos que parecían abandonado. Uno de ellos tomó una piedra del suelo, cuando todos pusieron su mano en la piedra, desaparecieron.
Sirius y James quedaron anonadados de lo que acababan de presenciar. Se sacaron la capa de invisibilidad y se miraron en shock.
- ¡¿Inquisitor?! - exclamó James - ¡¿Me estás jodiendo?!... ¡No se reporta la existencia de alguno desde hace como un siglo! - su voz estaba cargada de incredulidad.
Por su parte, Sirius tenía una expresión de absoluta seriedad, con el ceño fruncido.
- Nunca han dejado de practicar Hemalurgia, Prongs. - murmuró, sombrío. - Los Oligator nunca han dejado de reunirse. No me sorprende que estén aliados con Voldemort.
- Sí - coincidió James - pero... ¿Inquisitors? - se estremeció ligeramente. - He oído cosas horribles de ellos, pero son prácticamente un mito, muchos creen que están exstintos. - Sirius bufó ante sus palabras.
- La gente siempre quiere creer que las criaturas malignas no existen. Probablemente todo lo que has oído es cierto, y peor - dijo Sirius, aún más sombrío. - Son criaturas monstruosas, creadas con el único propósito de matar. Y son el mayor enemigo que un Soulborn puede enfrentar. - Sirius apretó los puños con fuerza. James lo miró con la boca abierta.
- ¿Qué sabes sobre ellos? - exclamó, mirándolo directamente a los ojos.
- Más de lo que me gustaría - murmuró Sirius afiladamente. - Vamos donde Moony, tenemos que hablar sobre esto.
Caminaron en dirección a Las Tres Escobas, la cual estaba abarrotada de alumnos. Los chicos no estaban de humor para sociabilizar, por lo que buscaron a Remus entre la multitud y se dirigieron directamente a su mesa, donde yacía una caliente taza de cerveza de mantequilla. Remus estaba sumergido en un libro que al parecer acababa de adquirir.
- ¡Hola! - saludó Moony alegremente, sin embargo, de solo mirar el rostro de los chicos le bastó para saber que algo había pasado. - ¿Qué sucedió? - preguntó, preocupado.
- Tenemos que hablar - dijo James con voz grave, recorriendo el local con la mirada, sus ojos se centraron en un punto en específico. Sirius siguió su mirada y vió a Lily charlando alegremente con Danna y otro grupo de chicas.
- Vamos a algún lugar tranquilo, hay demasiada gente aquí - dijo Sirius manteniendo la expresión de seriedad.
Remus asintió y de un solo trago se tomó su cerveza de mantequilla. Salieron rápidamente del local, caminando en dirección hacia la Casa de los Gritos.
Solían ir a veces ahí cuando iban a Hogsmeade, habían puesto muebles que luego minimizaban y escondían las noches de luna llena, además la mayoría de la noche se la pasaban merodeando por el bosque, por lo que el interior de la casa estaba relativamente en buen estado. A Remus no le hacía mucha gracia ir pero era el lugar más tranquilo donde podían estar.
Una vez instalados, los chicos le contaron a Remus todo lo que había sucedido, quien los miró con los ojos como plato durante el relato.
- ¡Por Merlín! - exclamó Remus. - ¡Esto es grave! Deberían ir a hablar con Dumbledore. - ambos asintieron.
- Esto es exactamente lo que pasó en la fiesta de año nuevo. Los Mortífagos y los Oligators están recolectando paquetes para Voldemort - dijo James
- Paquetes e información de las grandes casas - señaló Remus.
- Y los Inquisitors... - James miró a Sirius con cautela - ¿Puedes decirnos lo que sabes de ellos? - Remus también centró su mirada en él.
Sirius se paró de su asiento y se acercó a la ventana, apretando los labios.
- No sé muchos detalles - empezó Sirius, dándose vuelta para mirarlos. - Pero sé que son criaturas creadas por una de las peores formas de magia negra; Hemalurgía. - pausó. Remus, quien apenas había leído el termino con anterioridad, en algún que otro libro donde se mencionaban la Hemalurgía con muy escuetas palabras, lo miró con un aspecto entre confusión y curiosidad.
- De por sí este... "tipo de magia", por así llamarlo, involucra la muerte de un inocente. Y el proceso de transformar un alomancer en un Inquisitor, requiere de una gran cantidad de magia negra. - pausó. Remus lo miró horrorizado. James, por su parte, con expresión sombría.
- ¿Los transforman? - preguntó Moony, desconcertado. - ... ¡Por Merlín, alguna vez fueron humanos! - exclamó.
- Sí. - dijo Sirius. - Mi sádico y loco bis abuelo, Cygnus Black II, cuando era joven transformó a uno de sus alomancers en un Inquisitor, con la ayuda de su séquito de Oligators. Causó mucho alboroto, para algunas casas fue un insulto y una amenaza, por lo que decidieron intervenir. - pausó, mirando nuevamente por el ventanal, a fuera el cielo estaba llenándose de nubes negras. - murió mucha gente. - agregó con la voz ronca.
Era parte de la Historia de la Magia que en siglos pasados se desataron muchas guerras y problemas por los Inquisitors, algunos relatos describían su aspecto; altos y fornidos, calvos, con tatuajes negros alrededor de lo que alguna vez fueron sus ojos, donde dos enormes estacas de metal hacían de ojos, traspasando su cráneo. Las dos afiladas puntas sobresalían 5 centímetros fuera de su cabeza. Pero no solo causaba impresión y terror por su aspecto, ya que eran extremadamente poderosos. Sus poderes provenían de la Hemalurgía, la cual es un tipo de magia que utiliza metales alomanticos y magia negra. En términos de poderes utilizados por los metales alománticos, los Inquisitor podían usar todos al igual que los soulborn.
Los Inquisitors hablan y piensan como si fueran un humano, sin embargo, poco queda en ellos de lo que alguna vez fueron. Todo su cuerpo y mente pasa a ser de su creador; el mago, oligator, alomancer o cualquier otro ser que pueda utilizar Hemalurgía. El creador controla a los Inquisitor como si fueran sus marionetas, eligiendo a su disposición devolverles la conciencia de la persona que eran, ordenadoles qué hacer, a donde ir. Por supuesto eran una herramienta muy útil en tiempos de guerra, sin embargo, se requería una enorme cantidad de poder y de muertes para transformar un solo Inquisitor.
Hace más de un siglo atrás un dictador se había alzado, teniendo un pequeño ejercito de Inquisitors. Fue una de las masacres más terribles en la historia, sin embargo, la unión de varios países y estados de seres mágicos lograron combatir el ejercito de no solo Inquisitors, sino también una variedad de criaturas malignas y terrorificas. Los magos y brujas, aterrorizados por la guerra desatada por los Inquisitors, aprendieron a no hablar de ellos. Era mal augurio mencionar a esas monstruosas criaturas, por lo que, a través de los años, empezaron a olvidarlo, hasta que eventualmente muchos empezaron a considerarlo un mito, dejando de ver la amenaza en ellos; nadie en su sano juicio sería capaz de hacer algo así y todos los ministerios de magia alrededor del mundo habían trabajado arduamente para erradicar a los Oligators, quienes eran los súbditos de la Hemalurgía, cuyo principal propósito era traspasar el conocimiento de generación en generación.
Por esta razón, el conocimiento público que había sobre los Inquisitors y la Hemalurgía era casi nulo. Sirius sabía estas cosas porque su familia eran unos sádicos aficionados a las artes oscuras, su padre soñaba con algún día tener sus Inquisitors. Cuando Sirius y Regulus eran pequeños, su padre les contaba sobre las horrorosas hazañas que había logrado su bis abuelo, para él era un orgullo que su abuelo había creado un Inquisitor.
Sirius le contó a los chicos como su bis abuelo había sido enviado a Azkaban, donde fue recibido como un héroe. Los miembros de la familia Black repudiaron públicamente el actuar del bis abuelo de Sirius, sin embargo, la verdad es que solamente lamentaban el hecho de que los malévolos planes de Cygnus Black no hubieran funcionado.
- Joder, Voldemort está creando Inquisitors - masculló James, luego de un momentáneo silencio posterior al relato de Sirius. - Esto está recién empezando.
- Y se pondrá mucho peor - asintió Sirius. Los chicos se miraron entre ellos, con absoluta seriedad y preocupación. La situación se estaba poniendo mucho más grave de lo que habían imaginado.
- ¿Qué será lo que están recolectando en esos paquetes? - caviló Remus.
- Lo que sea que están recolectando, no creo que sea algo bueno - dijo James.
Para aquel entonces, las nubes se habían apoderado completamente del cielo, oscureciendo notablemente el día, mientras la lluvía caía fuertemente. Luego de discutir diversas teorías, los chicos se dirigieron hacia Las Tres Escoba por una taza caliente de cerveza de mantequilla.
Habían decidido que luego del festín en el castillo se dirigirían a la oficina de Dumbledore para contarle lo que habían presenciado. Quizás aquello significaría que no volverían a ir a Hogsmeade en harto tiempo, pero lo que estaba pasando con Voldemort, los Oligators y las grandes casas mágicas era algo tan importante y grave que no podían dejar pasar ningún día sin contárselo a Dumbledore.
Sirius no podía dejar de pensar en todo lo que se avecinaba. Estaban pasando muchas cosas malas en muy poco tiempo, Voldemort estaba ganando poder a pasos agigantados. Si no hacían algo pronto, se les iría de las manos.
La guerra se sentía más inminente que nunca.
Luego del día de San Valentín, no dejó de llover ningún solo día de forma tormentosa, con mucho viento y frío. Debido a como habían estado los días, hace ya más de una semana, todo indicaba que el equipo de Gryffindor tendrían que jugar el partido de Quidditch contra Ravenclaw en pésima condiciones climáticas.
El partido se llevaría a cabo en la mañana después del desayuno, por lo que el equipo de Gryffindor aún tenía una tarde para entrenar para el partido del siguiente día. Por esta razón, Sirius se dirigía en esos momentos hacia la cancha de Quidditch, entrenarían una vez más para familiarizarse con la tormenta y hablarían sobre las tácticas de juego para el día de mañana, o más bien, se empaparían hasta los huesos una vez más y James les daría un sermón diciéndoles que tenían que vencer a aquellos engreídos Ravenclaws.
A Sirius no le importaba demasiado el hecho de que jugarían en pésimas condiciones climáticas; ya había jugado anteriormente en tormentas, además, Ravenclaw no llegaba a ser ni lo medianamente bueno en comparación a Gryffindor. No obstante, James estaba más obsesionado que nunca con el Quidditch, los hacía entrenar mínimo 4 veces a la semana y no había dejado de repetirles incontables veces que tenían que vencer a Ravenclaw. Esto se debía principalmente porque el capitán de Quidditch de Ravenclaw, Nick Maxwell, un alto y apuesto chico de sexto año, había sido nada más y nada menos que el primer beso de Lily Evans. Aquello había ocurrido en su cuarto año en Hogwarts, justo el año en el que James tomó el liderazgo del equipo de Gryffindor. Desde entonces, James sentía una rivalidad absoluta hacia Nick y por lo tanto, todo el equipo de Ravenclaw, rivalidad que sólo era superara por los Slytherin.
En lo personal, a Sirius tampoco le caía bien Nick Maxwell, ni ningún chico de Ravenclaw, sólo una de las cazadoras era la excepción, Juliet Myers de séptimo año, que estaba buena. Sin embargo, no sentía la misma rivalidad absurda que James y estaba totalmente seguro de que iban a ganarles, por eso en aquellos momentos deseaba que su querido amigo no fuera tan obsesivo con el Quidditch, ya que hasta tan solo unos minutos atrás había estado teniendo una placentera tarde, que encantado hubiera extendido.
Sirius no pudo evitar sonreír traviesamente, a medida que se arreglaba el cuello de la camisa y caminaba por los ya desiertos pasillos de Hogwarts. Hace un par de días ya que había estado follandose a nada más y nada menos que Danna Winchester.
Todo había empezado el día en el que Sirius se acercó a ella para hablar a solas. Luego de haber estado varios días absorto pensando en lo que él y James habían presenciado en Hogsmeade, por fin se había decidido a pedirle disculpas a Danna por su comportamiento insensible, por esa razón, un día luego de la cena la interceptó en su camino hacia la sala común. Justo en esos momentos estaba sola, ya que Lily estaba enterrada en libros en la biblioteca y Alice estaba con su novio Frank.
Cuando Sirius llegó a su lado, luego de saludarla y disculparse educadamente por su actuar, le dijo que pensaba que lo mejor era que no pasara nada entre ellos, ya que, como es la mejor amiga de Lily, prefería evitar problemas con ella por lo que pasara entre ellos.
Danna había quedado poco menos que en shock antes las palabras de Sirius, al parecer no se esperaba que le sacara aquel argumento de que la razón por la que había pasado de ella, era porque Lily es su mejor amiga. No tenía sentido para ella, según sus propias palabras, que la ignorara porque tenían a Lily como amiga en común. Por esto, de la forma más gentil, educada y adorable, Sirius le dijo que la verdadera razón era porque no quería herir sus sentimientos.
Aquello tuvo como consecuencia lo contrario a lo que Sirius esperaba; Danna le dijo que a ella no le importaba en lo más mínimo los sentimientos y que sólo quería pasarlo bien y disfrutar. Luego de aquella declaración, estampó sus labios con los de Sirius.
En su defensa, Sirius quedó tan impresionado con la actitud de Danna, que no atinó a nada más que responderle el beso. No fue capaz de rechazarla, mucho menos una vez que empezaron a besarse. Fue todo tan intenso y pasional que Sirius no pudo evitar fundirse en sus labios y en su piel, explorando su cuerpo con sus manos. Ella respondió inmediatamente de la misma forma, pegando su cuerpo a él.
Una pequeña parte de su cerebro le decía que no debería seguir con lo que estaba haciendo, que no debería tener sexo con ella, pero simplemente estaba tan caliente que no pudo evitar arrastrarla hasta la sala abandonada más cercana. Con un movimiento de su varita, bloqueó la puerta y silenció la sala.
Realmente hace tiempo no sentía tanta pasión y calentura con una mujer. Danna era simplemente hermosa de pies a cabeza y definitivamente sabía cómo mover su cuerpo. Se sentía como hipnotizado con ella, sin darse cuenta perdió la noción del tiempo, solo quería seguir follandosela, pero en ese momento escuchó la estridente voz de Peeves, que al parecer venía directo hacia la sala donde se encontraban.
Apenas si alcanzaron escaparse de Peeves, si no fuera porque Sirius lanzó un hechizo para confundirlo. Ambos rieron por lo ocurrido y escaparon, en dirección hacia la sala común. Sirius no podía dejar de pensar que Danna se veía muy sexy con las mejillas sonrosadas y la camisa mal abotonada, podía ver una parte de sus sostenes. Estaba tomando todo su esfuerzo no llevarla a alguna de las varias habitaciones escondidas en el castillo, lo hubiera hecho si no fuera porque se encontraron con un grupo de alumnas de Gryffindor de cuarto año, que los miraron con suspicacia a medida que cuchicheaban entre ellas. Alcanzaron el retrato de la dama gorda justo detrás del grupo de chicas, la sala común estaba rebosante de alumnos, sin embargo, al buscar a sus amigos sólo pudo ver a Wormtail.
Aún con las mejillas sonrosadas, Danna se despidió de él con un "nos vemos luego", sonriendo ligeramente, subiendo rápidamente las escaleras hacia el dormitorio de las chicas. Sirius se quedó mirándola hasta que se perdió de la vista.
Se acercó a Wormtail y se sentó a su lado, quien estaba jugando ajedrez mágico con un chico de cuarto. Cuando Sirius preguntó por James y Remus, Peter le dijo que estaban en la biblioteca. Sirius sonrió ante sus palabras inmediatamente. No era una sorpresa que últimamente James había estado acompañando a Remus a la biblioteca, o mejor dicho, usándolo de escusa para estar cerca de Lily, quien había estado obsesivamente inmersa en torres de libros, desde que le habían contado sobre lo ocurrido en Hogsmeade. Hasta entonces, Lily no tenía idea de lo que era un Inquisitor y estaba obstinadamente decidida a obtener toda la información posible que pudiera sobre Inquisitors y Hemalurgía.
No puedo evitar pensar en Danna, mientras veía con aburrimiento como las piezas de ajedrez se destrozaban mutuamente. Había quedado totalmente prendido luego de lo que había pasado entre ellos, se arrepentía de no haber ido con ella alguna habitación para seguir follando. No estaba acostumbrado a quedarse con las ganas de esa forma, lo mejor que podía hacer era darse una ducha de agua fría.
Justo había decidido ir a su habitación, cuando Danna apareció en lo alto de la escalera y bajó rápidamente. Se acercó directamente hacia él y murmuró "¿Me puedes acompañar afuera?", por supuesto Sirius la siguió inmediatamente, al parecer Danna había quedado con las mismas ganas que él, ya que apenas estuvieron en un corredor desierto se lanzó a sus labios una vez más.
Desde entonces, habían estado follando todos los días. Sirius había estado sorprendido por lo que Danna provocaba en él. La verdad es que le gustaba muchísimo y lo calentaba hasta la médula. Sin embargo, una parte de él presentía que no saldría del todo bien lo que estaban haciendo, para empezar, Danna le había pedido que por el momento no quería que Lily supiera que estaban teniendo relaciones.
Su argumento fue que a veces Lily se ponía como madre sobre protectora y le daba sermones que en estos momentos quería evitar, además que ella tenía claro que sólo era por placer y diversión. A Sirius no le había agradado para nada que le pidiera que le ocultara algo a Lily, sin embargo, dijo que simplemente no lo comentaría, pero si Lily le preguntaba directamente, no lo negaría.
Había pasado recién una semana desde entonces y Lily apenas parecía notar nada más que sus libros. Lo único que lograba captar su atención aparte de sus estudios, era James, quien no había dejado de intentar estar cerca de ella desde aquel día que se besaron luego del último partido de Quidditch.
Justo estaba pensando en ello cuando alcanzó las canchas de Quidditch. La lluvia y las ráfagas de viento le dieron la bienvenida. James ya se encontraba ahí, refugiado de la lluvia en los vestidores, al igual que Brendon, el portero, y Jackson, el otro bateador. Todos saludaron a Sirius alegremente.
- ¿Cómo estuvo el estudio en la biblioteca? - dijo Sirius mirando a James con aspecto burlón.
- Muy bien - respondió James sonriendo ampliamente - Lily me ayudó con el ensayo de pociones. - Sirius rió, con sus ojos grises brillando.
- ¿Y tú? ¿Haciendo el pre entrenamiento? - lo molestó James, sonriendo traviesamente. Él sabía perfectamente que Sirius estaba follandose a Danna, lo cual le parecía bastante divertido, ya que no dejaba de gastarle bromas al respecto.
- Pues sí - dijo Sirius, sonriendo de la misma forma que James - Realmente me dejó listo y dispuesto para salir a mojarme bajo la tormenta - agregó, con tono burlón. James sonrió aún más ampliamente, iba a replicar, pero justo en ese momento llegaron el resto de los integrantes del equipo de Quidditch.
- Ya era hora - dijo James, mirándolos con el ceño ligeramente fruncido. Ninguno parecía muy animado por la idea de entrenar nuevamente bajo la lluvia, según el aspecto de sus rostros, sin embargo, James inmediatamente tomó su actitud de capitán, instándolos a que se motivaran.
En un minuto ya estaban todos vestidos con su ropa de Quidditch, tomando vuelo hacia la cancha.
A pesar de que nadie quería entrenar, luego de unos minutos todos parecían estar disfrutando el entrenamiento. Practicaron entre ellos como siempre y realmente les salía a la perfección el trabajo en equipo. Sirius no tenía ninguna duda de que vencerían al día siguiente.
Luego de dos horas de entrenamiento, el equipo de Gryffindor se dirigió a los vestidores por una ducha caliente. Una vez que todos estuvieron de vuelta en la sala común, James los mandó a todos a dormir y los citó a las 9 am a más tardar para desayunar.
Sirius no tenía muchas ganas de ir a acostarse aún ya que apenas tenía sueño. Sus ojos vagaron por la sala común y vió a una pelirroja acurrucada en un sillón, sentada con las piernas dobladas hacia su pecho. Al parecer, James también se había percatado de su presencia, ya que sus ojos estaban clavados en ella. Los chicos se miraron y sonriendo, se acercaron a Lily, quien parecía estar dormitando encima del libro que estaba leyendo.
- Buen cojín - la molestó Sirius, sentándose en el sillón justo al lado de ella, quien dio un respingo.
- Se ve bastante cómodo - coincidió James, mientras tomaba asiento en el sillón individual al frente de Lily. La expresión somnolienta de la pelirroja lo hizo sonreír con ternura, quien parpadeó repetidamente, intentando enfocar mejor.
- ¡Dejaste todo el libro babeado! - exclamó Sirius, riéndose fuertemente, justo cuando Lily parecía haberse dado cuenta de su situación. Sus mejillas se colorearon de un notorio color rosado.
- ¡Por Merlín! ¿Qué hora es? - exclamó, se limpió la baba con el torso de la mano y se frotó los ojos.
- Las 10 de la noche. - respondió James, mirándola con ternura.
- Realmente no deberías dormir en libros, Lils. - la molestó Sirius nuevamente, literalmente tomando un bucle pelirrojo con sus dedos. - eso te pasa por estudiar demasiado. - James asintió, de acuerdo con Sirius, sin despegar sus ojos de Lily.
- Eso pasa porque se me acabó la reserva de Pewert - murmuró Lily, tapando con su mano un bostezo. - De todas formas, ha valido la pena usar mis libros de cojín - agregó, mirando a Sirius con un mohín en sus labios. - De hecho, los estaba esperando para mostrarles algo.
- ¿Qué cosa?... ¿Encontraste información? - preguntó James, con sus ojos brillando de entusiasmo. Lily lo miró y asintió, sonriendo ligeramente.
- Pues sí, justamente en este libro - respondió, apuntando el libro con un movimiento de su mano, cuyo título estaba escrito en gruesas líneas negras "Magos y Brujas Oscuros A través de la Historia" . James lo tomó y Sirius se inclinó hacia el libro para observarlo con interés y curiosidad. - Está en el capítulo 87, página 1205 - Lily apuntó con su varita al libro e inmediatamente se abrió en la página que mencionó. Podía verse un retrato en blanco y negro donde aparecía un mago con largo pelo oscuro, pálido rostro y marcadas ojeras. Tenía una expresión de odio y desprecio, sus ojos se movían con desdén, mirando al lector. - Octonarious D' Amstrodo, vivió en el siglo X. - prosiguió Lily, apuntando la imagen en el libro. - Según este relato, él creó Inquisitors, quienes realizaron una verdadera masacre.
- Octonarious, en sus últimos momentos de vida antes que fuera ejecutado, declaró que no se arrepentía en lo más mínimo, que él había sido el único capaz de robarle el poder a muchos soulsting y soulborns. - pausó. Sirius y James la miraban fijamente, atentos a su relato. - En aquella época los alomancer tenían más poder que ningun otro ser mágico, por eso muchos los odiaban. - Mientras hablaba, Lily sacó de su bolso otro libro, cuyo título decía "Convirtiéndose en partidario de las Artes Oscuras", nuevamente apuntó con su varita al libro, que se abrió en una página donde aparecía un retrato de una mujer que mas bien parecía una arpía. - Y en este libro, aquella mujer, Silveryan Lghterk del siglo XII, afirmó que los Inquistors habían robado sus poderes de soulborn, por esta razón se sumergió en las artes oscuras. Asesinó a muchas personas. Según el relato, varios testigos afirmaron que antes de que la encontraran y ejecutaran, estaba intentando crear Inquisitors. - Lily terminó de hablar y miró a los chicos con expresión grave. Ambos la miraban con los ojos más abiertos de lo normal.
- Te refieres a que... ¿Los Inquisitors pueden robarles los poderes a un alomancer? - preguntó James con asombro.
- Sí, eso es lo que creo. - respondió Lily con aspecto sombrío. - Creo que esa es la razón por la que muchos libros dicen que los Inquisitors son el peor enemigo de un Soulborn. - Un silencio siguió las palabras de Lily, cada uno asimilando lo que acababa de decir.
- Ahora que lo pienso... - dijo Sirius con la voz ronca - Recuerdo que mi padre en más de una ocasión nos amenazó a Regulus y a mi con Inquisitors, diciendo que nos quitarían nuestros poderes y no seríamos más que unos simples brujos patéticos. - Lily levantó las cejas con desapruebo, siempre había detestado como habían sido los padres de Sirius con él.
- Vaya, que tierno - musitó Lily con ironía. - Pero supongo que con el término "simples brujos patéticos" se refería a que sólo pueden quitar el poder de la Alomancia. Si los Inquisitors fueran capaces de robar la magia, no dudo que los ministerios hubieran puesto mayor importancia a la caza de Oligators. Después de todo, los soulsting y soulborn son una minoría. - exclamó Lily, claramente molesta e indignada.
- Por supuesto, mucha gente ve a los alomancers como una amenaza, por ellos que dejemos de existir. - murmuró Sirius amargamente.
- ¡Hey! ¿Por qué esas caras largas? - preguntó James, mirando a Sirius y Lily de hito en hito. - ¡Esto no cambia las cosas! Ya sabíamos que los Inquisitors son el peor enemigo de un Soulborn. Lo único que podemos hacer es seguir entrenando y mantenernos juntos. - Las palabras de James hicieron efecto, ya que los tres sonrieron.
- Sí, tienes razón Prongs - dijo Sirius, sonriendo de lado, sus ojos grises chispeando. - Tres Soulborn trabajando en equipo, buena suerte si pueden contra nosotros. - James asintió con entusiasmo, sin embargo, Lily volvió a tomar una expresión preocupada.
- No lo sé, tengo un pésimo presentimiento sobre todo esto - dijo Lily, mordiendo su labio inferior. Justo en ese instante, el enorme gato negro de Lily saltó encima de su regazo e inmediatamente empezó a ronronear.
Sirius y James se miraron entre ellos un momento, sabían que Lily siempre se había sentido insegura respecto al hecho de ser una bruja solbourn y últimamente había estado en un constante estado de preocupación y ansiedad desde que los chicos le contaron lo que presenciaron en Hogsmeade.
- Hey, Lils... - dijo James con suavidad, inclinándose hacia ella. - Yo tengo un buen presentimiento de que mientras estemos juntos, nada malo nos pasará. - Una pequeña sonrisa se asomaba por sus labios, mientras sus ojos castaños miraban con profundidad a Lily, quien se quedó como hipnotizada mirando a James unos segundos, luego una hermosa sonrisa cruzó su bello rostro, ligeramente ruborizado.
Sirius sonrió de oreja a oreja, no podía evitar emocionarse cada vez que veía a Lily y James mirarse de esa forma. Por Merlín, se notaba a leguas que se morían el uno por el otro, Sirius deseaba que por fin empezaran a estar juntos e hicieran el amor por todo el castillo. ¡Joder, tanta tensión sexual! ¿Cómo podían aguantar? Realmente dudaba que aquello fuera bueno para la salud de sus queridos mejores amigos.
- Incluso si trataras, créeme Lily que no podrás deshacerte de nosotros - Sirius no puedo evitar meterse. - Sobre todo de James - agregó guiñando un ojo. James rio suavemente y Lily se puso aún más roja, miró a Sirius con reproche, pero teniendo serios problemas para contener una sonrisa.
- Es verdad - admitió James, encogiéndose de hombros y sonriendo radiantemente. Lily nuevamente se quedó mirando a James un segundos como hipnotizada, antes de que sus labios se curvaran en una sonrisa cargada de ternura. Miró a ambos significativamente, claramente emocionada
- Ustedes dos a veces son realmente tiernos - dijo Lily, su sonrisa de ternura aún más pronunciada, apretando ligeramente a Nio con sus mano, quien maulló fuertemente y la miró con sus grandes ojos verdes, aún ronroneando. - Yo sé que puedo contar con ustedes, realmente lo agradezco, pero... - La expresión de Lily cambió repentinamente, desapareciendo la sonrisa de sus labios.
- No tienes que agradecernos, Lils - interrumpió Sirius, mirándola atentamente.
- Por supuesto que sí - dijo Lily, frunciendo el ceño ligeramente. - Escuchen ustedes dos; nunca entenderé por qué realmente se preocupan tanto por mi, sólo por el hecho de que soy soulborn como ustedes no justifica la forma en la que me tratan. - Sirius hizo el ademán de interrumpir nuevamente, pero Lily lo fulminó con la mirada y continuó - pero, no necesito entender el por qué, sólo agradezco que sean parte de mi vida - ante esas palabras Lily se ruborizó y evitó mirar a James -. A lo que me refiero es que, yo sé que podemos contar el uno con el otro para luchar como un equipo, pero eso no significa que no puedan separarnos. Tenemos que prepararnos para lo peor... - su voz disminuyó ante las últimas palabras y sus ojos verdes se centraron en su gato, que aún ronroneaba sobre su regazo.
- Tienes razón, sí debemos prepararnos para lo peor - dijo James con suavidad, con la voz ronca, mirándola directamente a los ojos - Pero también tenemos que prepararnos para ser inseparables. - sus dedos acariciaron suavemente su mano, se inclinó aún más a ella. - Sinceramente prefería morir antes que eso pase - afirmó con determinación. Los ojos verdes de Lily brillaron con emoción, parecía como si en cualquier momento acortaba completamente la distancia entre ambos.
Por su parte, Sirius nuevamente sonrió de oreja a oreja, sintiendo una sensación de alegría dentro de él, algo que solamente había podido lograr sentir gracias a sus amigos.
- ¡Aaaaww! ¿Abrazo grupal? - exclamó Sirius, extendiendo sus brazos. James y Lily lo miraron y estallaron en risas, a las cuales también se unió Sirius.
Luego de aquello cambiaron de tema a cosas más triviales, hasta que Lily soltó un enorme bostezo, se dieron cuenta de que era casi medianoche. Sirius inmediatamente empezó a burlarse de la expresión horrorizada de James, diciéndole que era un irresponsable capitán, sin embargo, después de que Lily les deseara buenas noches y éxito para el partido del día siguiente, James no pudo evitar sonreír hasta que se acostaron a dormir.
Al día siguiente, Sirius se despertó al amanecer. James ya estaba despierto, mirando por la ventana de su habitación, la cual estaba empapada por la lluvia y se podía escuchar con claridad a través de ella el sonido del tempestuoso viento.
- Hey, Padfoot - saludó James - Estaba a punto de despertarte. - dijo, sonriendo a Sirius desde la ventana.
Sirius se frotó los ojos y se sentó, mirando a James sin enfocar bien aún.
- Hermoso día ¿no? - murmuró Sirius una vez que se percató del clima fuera de la ventana de la habitación.
- Sí, Ravenclaw no tiene oportunidad - dijo James con determinación. Sirius lo miró atentamente y sonrió, se imaginó con claridad la cara de superioridad que tendría James cuando ganaran y viera la cara de fastidio y derrota de Nick W.
Pensar en el inminente partido logró despertar a Sirius del todo, estaba ansioso por jugar y ganar y luego celebrar durante todo el día. Aún estaba en su cama acostado, pensando en la cerveza de mantequilla y whizky de fuego que iban a contrabandear, cuando sus extraordinarios reflejos atraparon un calcetin que venía directo hacia su cara.
- ¡Levántate! - dijo James sonriendo, listo para lanzarle otro calcetín a Sirius - Tenemos que estar listos antes de las 9:30 am - le recordó por milésima vez, como si no lo supiera ya.
Sirius volvió a atrapar el calcetín lanzado por James, parándose de su cama. Tomó la varita de su velador y con un movimiento abrió su baúl, del cual salieron volando su ropa de Quidditch.
- Despertaste odiosito, Prongs - dijo Sirius lanzándole a James los dos calcetines como proyectiles. - Aún estamos bien de tiempo.
- Buenos días - saludó un somnoliento Moony, quien ya estaba de pie, dirigiéndose hacia el baño. Mientras tanto, Wormtail aún roncaba desde su cama.
Luego de que todos estuvieron listos, los cuatro merodeadores salieron de su habitación hacia la sala común, la cual ya estaba repleta de alumnos, todos usando colores y accesorios representativos de Gryffindor. Cuando los chicos estuvieron a la vista, todos en la sala común los miraron e inmediatamente empezaron a gritar, chiflar y aplaudir, todos los saludaban y les deseaban exito en el partido a Sirius y James, al igual que el resto del equipo que ya se encontraba ahí.
Sirius miró a su alrededor buscando a Lily, pero no había rastro de ella, ni tampoco de Danna y Alice, probablemente estaban ya en el Gran Salón desayunando.
Se dirigieron al Gran Salón, una caravana de Gryffindor, los merodeadores, todo el equipo Quidditch y diversos grupos de alumnos, todos entusiasmados por el partido. Cuando entraron al Gran Salón, ya habían varios alumnos de Slytherin, Ravenclaw y Gryffindor, no así de Hufflepuff, lo cual le pareció un poco extraño a Sirius, sin embargo no le dio otro pensamiento a medida que saludaba a un montón de gente que les deseaba éxito en el partido.
Tal como pensó, Lily se encontraba con sus amigas en el comedor, su rostro oculto tras el Diario El Profeta. Sirius se dirigió directamente hacia donde se encontraba Lily, adelantándose a los demás y liderando la caravana.
Tomó asiento frente a ella, justo al lado de Danna, quien le sonrió radiante, sin embargo, miró un poco desconcertada la cantidad de alumnos que tomaron asiento también cerca de ellas; los merodeadores y el equipo entero de Quidditch.
Lily bajó el periódico y miró a Sirius directamente, su piel más pálida de lo normal y una expresión de horror en sus delicados rasgos.
- ¡¿Qué pasó?! - exclamó Sirius, asustado por la expresión de Lily. James inmediatamente saltó y exclamó a su vez - ¡Lily! ¿Estas bien?!
Lily negó con la cabeza y les mostró el diario.
Una fotografía movible en blanco y negro mostraba la marca tenebrosa sobre una mansión destrozada, devorada por las llamas.
MASACRE EN UPPER FLAGLEY
FAMILIA LEWIN ASESINADA
En la madrugada de esta noche, un terrible asesinato se cometió en la mansión de la Casa Lewin, renombrada y respetada familia de la comunidad de seres mágicos.
Lamentable y trágicamente todos sus miembros perecieron bajo el actuar de un grupo de Mortífagos, de quienes se pudo confirmar la identidad de alguno de ellos, entre ellos un miembro de la antigua Gran Casa Black, quienes usaron Maldiciones Imperdonables contra los miembros de la Casa Lewis, según se pudo constatar gracias a los últimos recuerdos del elfo doméstico de la mansión, quien presenció el terrible asesinato. El elfo doméstico, quien intentó defender a sus amos, fue gravemente herido, sin embargo, los aurores que llegaron a la escena del crimen pudieron extraer sus recuerdos justo antes de morir.
Gracias a esto, se pudo confirmar la participación de Bellatrix Black y Rodolpho Lestrange, al igual que otros dos Mortífagos cuyas identidades aún no han podido confirmar.
Esta absoluta y terrible tragedia a conmocionado al mundo mágico, quienes guardan luto y tristeza ante tan enorme pérdida...
Sirius no pudo seguir leyendo más. Sentía como si un bloque de cemento se hubiera asentado en su estomago. Levantó sus ojos grises del periódico y miró a Lily y luego a James, quien había estado leyendo por encima del hombro de Sirius, al igual que Danna.
- Marteen y Lauren Lewis son alumnos de Hufflepuff - susurró Lily con la voz ahogada, al borde de las lágrimas.
Un silencio siguió las palabras de Lily. Sirius miró hacia la mesa de Hufflepuff y pudo ver que los alumnos que se encontraban desayunando tenían una expresión deprimida. Un grupo de alumnos que estaba a la misma altura de ellos se voltearon y miraron a Sirius con desprecio y resentimiento. Evidentemente habían escuchado las palabras de Lily.
Por supuesto, había sido Bellatrix Black quien había provocado aquellos crímenes, la prima de Sirius, ferviente súbdita de Voldemort.
Todos sabían que la Gran Casa Black se caracteriza por la simpatía de sus miembros hacia la magia negra, pero pocos habían sido acusado por sus crímenes.
Sirius apretó los labios y sus puños con fuerza, evitando hacer contacto visual con Lily y James. Un fuego de rabia y odio recorrió su cuerpo de pies a cabeza, a la vez que un fuerte sentimiento de vergüenza y odio hacia mismo, como siempre le ocurría cuando pensaba en su sádica familia. Siempre supo que su prima estaba trastornada, pero aún así no pudo evitar sentirse pésimo, como si realmente fuera su culpa que su prima fuera una sádica asesina, como lo sugerían esas miradas de resentimiento, miedo y desprecio que le dirigían los alumnos de Hufflepuff.
- Sirius... - dijo Lily suavemente, acercando su mano hacia la de él, pero Sirius negó con la cabeza y rápidamente salió del Gran Salón hacia los terrenos de Hogwart, en dirección al lago, apenas prestando atención a su alrededor.
Sentía tanta rabia que tenía ganas de romper todo, quemando Pewter pateó un enorme piedra del tamaño de una calabaza como si fuera una pelota de futbol, la cual voló por los aires varios metros hasta que cayó en el lago, provocando un fuerte ruido, lanzando una enorme cantidad de agua por los aires tras el impacto.
- ¡Sirius! - exclamó Lily, con tono acusatorio, quien evidentemente lo había seguido, al igual que James.
- Padfoot - dijo James, mirándolo cautamente. - Ya no tienes nada que ver con esa familia, ya lo sabes. -
- ¡Dudo que Marteen y Lauren piensen lo mismo! - estalló Sirius, caminando de un lado a otro, claramente furioso. - ¡Maldita hija de puta! - gruñó.
- ¡Sirius! - exclamó Lily de nuevo, pero esta vez con un tono varios decibeles mas agudo, con una expresión preocupada. - ¡No se te ocurra culparte por esto! ¡Ni siquiera vez a tu familia hace más de un año!
- ¡No son mi familia! - explotó Sirius, furioso. Lily se puso rígida y lo miró con los ojos bien abiertos, con una expresión entre sorpresa y pena.
- ¡No le grites! - estalló James, frunciendo el ceño y apretando los puños, claramente enfadado. - ¡Cálmate Sirius! ¡Esto no es tu culpa! - exclamó, acercándose unos pasos, mirando a Sirius fijamente, quien no quito sus ojos grises de Lily, con una expresión horrorizada y arrepentida - ¡Tenemos un partido que jugar en 15 minutos, no me jodas! - añadió James con un gruñido.
- L-Lo siento Lily - dijo Sirius, mirándola con angustia - Lo siento, es solo que... -
- Lo sé, Sirius - dijo Lily suavemente. Dio unos pasos hacia ambos chicos e inmediatamente una sensación cálida los inundó, tranquilizándolos y relajándolos inmediatamente. Lily les sonrió con una expresión de disculpa en su rostro, ya que estaba quemando Brass para suavizar sus emociones. - Sirius, tu no tienes nada que ver con Bellatrix Black. Tú tomaste la decisión de alejarte de aquella "familia", no hay nada más que puedas hacer al respecto.
Las palabras de Lily junto al entumecedor efecto del Brass, inmediatamente calmó a Sirius, quien empezó a ver las cosas desde otro punto de vista. No era una sorpresa que Bellatrix cometiera un crimen así, es más, ahora que lo pensaba con más profundidad, recordaba que en más de una ocasión la escuchó hablar sobre "el exterminio de casas".
Sí su prima había empezado a poner en práctica su exterminación de familias mágicas, lo más probable es que la Casa Lewis no sería la última.
Les dijo a Lily y James su deducción, comentándoles sobre el recuerdo de Bellatrix hablando del exterminio de casas.
- Sí eso es así, no hay nada que podamos hacer al respecto, por el momento al menos. - dijo Lily con su tono de prefecta perfecta. Sirius la miró con el ceño fruncido y una mueca de reproche y James la observó por el rabillo del ojo.
- Pues yo creo que sí podríamos hacer algo al respecto - dijo James, con cierto tono de preocupación.
- Bueno, hablar con el Profesor Dumbledore, por supuesto. Pero probablemente ya lo sabe y dudo que requiera ayuda de tres menores de edad - dijo Lily mirándolos, bien erguida. Los chicos abieron la boca para contestar, pero Lily los cortó - ¿No tienen un partido que jugar como en 5 minutos? - dijo, poniendo
una mueca de desinterés.
- ¡Joder, aún ni desayunamos! - exclamó James. - ¡Vamos! - dijo, agarrando de un tirón el uniforme de Sirius para que lo siguiera.
Gracias al poderoso efecto del Brass que Lily había utilizado en él, Sirius había dejado de sentir la ira que se apoderó de él hace tan solo un momento, solamente sentía un pequeño desagrado, después de todo, Lily y James tenía razón, no podía hacer nada respecto al atroz crimen que cometió su prima, quizás solo esperar un par de años cuando sea mayor de edad para poder darle caza y enviarla a Askaban.
Luego de comer rápidamente algo de desayuno, el equipo de Quidditch se dirigió a la cancha, escoltados por todo Gryffindor, quienes gritaban y cantaban cábalas.
Los Ravenclaw ya se encontraban en la cancha de Quidditch y el estadio llenándose de alumnos. El bullicio de la muchedumbre era ahogado por el sonido de la tormenta, la cual estaba peor que nunca, de todas maneras tendrían que usar todos lentes protectores con hechizo anti agua.
Una vez que el partido comenzó, ya todos volando sobre sus escobas con naturalidad, Sirius empezó a sentirse mejor. La sincronización que existía con su equipo era excelente, incluso con tal peligroso panorama climático, se movían con precisión, todos preparados para aquello.
Estaba tan concentrado en sentir cada músculo de su cuerpo, en cada movimiento de los jugadores, cada intercambio de mirada con sus compañeros, que a penas se inmutó cuando un cazador de Ravenclaw le gritó "Maldito Mortífago" luego de que Sirius lo abatiera con una bludger perfectamente dirigida. Sin embargo, no puedo evitar sentir un pequeño pinchazo en el estomago al escuchar esas palabras. No sabía bien por qué le afectaba tanto, ya que siempre despreció a su familia, su reputación y sus particulares gustos, pero se torturaba al pensar que quizás, si es que las circunstancias fueran diferentes, si no tuviera ni a los merodeadores ni a Lily en su vida, lo más probable es que a estas alturas sería un maldito mortífago.
Luego de unos cuarenta minutos de juego, la buscadora de su equipo, atrapó la Snitch, dando por finalizado el juego a favor de Gryffindor. Como siempre, todos estaban felices, gritando de alegría, los alumnos de Gryffindor saltando y aplaudiendo en las gradas, entonando el cántico oficial del equipo. Sin embargo, Sirius lamentó que el partido terminara tan rápido. Estaba recién entrando en calor, por él se hubiera quedado 3 horas jugando Quidditch. Ni siquiera le interesaba ganar, solo quería estar más tiempo jugando. Es más, ni siquiera tenía ganas de celebrar. No obstante, se esforzó por esbozar una sonrisa, la cual se transformó en una sincera, cuando James voló a su lado y lo abrazó con euforia, con una sonrisa radiante.
Al menos James se sentía feliz, aquello por el momento era suficiente. Lo único que le quedaba era emborracharse hasta olvidarse de todo y pasar un buen día junto a los merodeadores. Quizás no sería un tan mal día después de todo.
Habían pasado casi tres semanas desde las trágicas noticias que asimiló el mundo mágico, la masacre de toda la Casa Lewin, a excepción de sus dos últimos herederos, Marteen y Lauren Lewin, hijos del difunto jefe de la Casa Lewin, Michael John Lewin.
La gente estaba aterrada ahora más que nunca, ya que la Casa Lewin se caracterizaba por ser una familia adinerada, con abundantes recursos. Si ellos fueron asesinados de aquella forma, con acceso a dinero y recursos, ¿Qué les quedaba a los que no tenían esa opción?. La tención, la incertidumbre y el miedo se habían abierto paso lentamente en la comunidad mágica, desde el ataque en Navidad hasta ahora, la actividad de los Mortífagos y seguidores de Voldemort, había aumentado exponencialmente. Cada vez habían más secuestros, torturas, muertes, casas incendiadas.
A estas alturas, toda la población era bien consiente de la marca tenebrosa, la cual se encargaban de dejar suspendida en el cielo durante días en el lugar donde se cometió un crimen en nombre de Voldemort, nombre que la gente aprendió a no pronunciar de la forma más cruda, ya que el nombre estaba maldito, cada vez que alguien osada nombrar a Lord Voldemort, los mortifagos o el mismo Voldemort podían aparecerse inmediatamente frente a la persona que pronunció el nombre.
Si seguían a ese ritmo, siendo atacados sin entregar una defensa ni contra ataque, la comunidad mágica de Reino Unido se desmoronaría, muriendo muchos en el proceso.
Sirius se había mantenido cabizbajo toda la semana, a pesar de los efectivos esfuerzos de sus amigos por animarlo, aun así no había podido evitar contagiarse con la sensación colectiva de tención e incertidumbre. Estaba totalmente alerta todo el tiempo, pensando que en cualquier momento algo malo iba a pasar, desde que alguien lo atacaría repentinamente, o algo malo le pasaría a alguno de sus seres queridos. Apenas había dormido, quemando Pewter casi sin descanso.
Por supuesto, Lily y James notaron que se había estado excediendo con el Pewter, llamando su atención, ya que había pasado 3 días con apenas dormir 6 horas.
Lily fue la que más le pidió que durmiera bien, ya que era muy preocupada en general, pero sobre todo ahora, estaba más alterada de lo normal, más sensible. Sirius podía notar como estaba alerta al igual que él, al igual que James, que a su vez se preocupaba por ambos. Era un círculo interminable en el que cada uno se preocupaba por el otro, afectándole enormemente como se sintiera el otro.
Esa era la principal razón de que Sirius intentaba con todas sus fuerzas aparentar que estaba bien y que no se sentía pésimo aún por lo de los Lewin, sobre todo después de que intentó hablar con Regulus al respecto, y él lo rechazó. Fue una estupidez pensar que su hermano repudiaría de su prima, después de todo, Regulus era el favorito de Bellatrix.
Pensándolo en frio, desde otra perspectiva, era obvio que Regulus apoyaría a su prima, independiente de que haya cometido un acto de tal magnitud. Así era su hermano.
¿Habría algún día en el que dejara de sentir pena y vacío al pensar en Regulus? No sabía si algún día podría dejar de hacerlo. Quizás el día en el que muera alguno de los dos. No lo sabía. Intentar hablar con él había sido incluso peor, se arrepentía de haberlo pensado si quiera.
A veces sentía que tenía la cabeza hecha un nudo, lo único que quería era evadir por un momento la realidad. Esa era la razón por la que en esos momentos se encontraba solo caminando hacia un salón abandonado del quinto piso, donde se encontraría ahí con Danna.
Había estado evitándola casi inconscientemente, buscándola sólo para tener sexo un rato, por eso en aquellas ultimas semanas se habían visto en solo tres ocasiones, en salones abandonados. Si bien transformaban una de las mesas en una cama e insonorizaban y sellaban el salón, sabía que aquello la incomodaba y la hacia sentir mal, sin siquiera necesitar usar Brass o Zinc. Quizás fuera porque se juntaban por separados, evitando que los vieran juntos, o quizás porque era un salón en desuso lleno de polvo y telarañas.
Pero no podía evitarlo, no podía hacer más por ella en esos momentos. Quizás solo alejarse hasta sentirse mejor, pero tener sexo con ella le hacía sentir mejor, mucho mejor de hecho, y quería hacerlo sólo con ella, no con Daphnee, ni ninguna de las chicas que lo buscaban. Realmente le estaba gustando estar con Danna, cada vez más. Le gustaba no solo tener sexo con ella, si no que también, conversar abrazados, haciéndose cariño mutuamente.
Aquello era algo nuevo para él, ya que normalmente después de tener relaciones sexuales, se vestía y se iba. Así de simple. Sin remordimientos, ya que no le nacía quedarse ahí. Pero con Danna era diferente, sin embargo, en el estado de animo que se encontraba en esos momentos, no tenía ni ganas de quedarse así con ella, ya que normalmente era tan perceptiva como Lily y se daba cuenta cuando estaba tan metido en sus pensamientos tormentosos, ya que Sirius podía sentir y ver en sus rasgos como se preocupaba por él y en esos momentos, aquello le molestaba. No necesitaba que le afectaran los sentimientos de otra persona, con los de sus amigos y Lily bastaba. Quizás era frío, pero era lo que le nacía. No tenía espacio para más cargas emocionales. Así que pensaba follar y luego ir al techado para buscar alcohol en su bodega de contrabando.
Estaba pensando justamente en eso, caminando en un pasillo donde circulaban alumnos que salían y entraban de clases, cuando sus agudos sentidos aumentados por el Tin, captaron como un hechizo era dirigido hacía él.
Inmediatamente aumentó la llama de todos sus metales, su cuerpo se fortaleció en segundos, contrayendo los músculos de sus piernas casi instintivamente, provocando un salto hacia arriba de casi 2 metros, moviéndose tan rapido a tal nivel que el ojo humano a penas es capaz de captar, esquivando el hechizo, el cual rebotó en una armadura, la cual estalló en pedazos, causando un enorme estruendo.
Todos los alumnos que se encontraban en ese momento en el pasillo empezaron a gritar, corriendo para buscar refugio. Sirius giró en el aire y miró a su atacante, quien tenía su varita alzada y no apartaba sus ojos de él.
- ¡CRUCIO! - gritó nuevamente Marteen Lewin, los ojos inyectados en sangre, cargados de rabia y odio. Ya con los pies en el suelo, esta vez Sirius esquivó la maldición con aún mayor facilidad, al estar mirando de frente a su contrincante, era mucho más fácil esquivar sus maldiciones. A pesar de el shock por la sorpresa de verse atacado, aún más por Marteen Lewin, le causó rabia y molestia el hecho que aquel chico estuviera tirando maldiciones imperdonables en un pasillo repleto de estudiantes inocentes.
Esquivó nuevamente una serie de maldiciones rebosantes en magia negra por parte de Marteen. Era rápido y diestro con la varita, pero no era rival para un Soulborn.
Sirius chequeo a su alrededor para asegurarse que no habían mas personas. Afortunadamente, los estudiantes habían logrado correr sanos y salvos. Ya que hubiera sido trágico que alguien más saliera herido por aquella situación.
Sirius siguió esquivando sus maldiciones con humillante facilidad. Podía ver como el odio y la rabia aumentaban en los rasgos de Marteen, al igual que la frustración. Sintió lastima por él, verdadera y autentica lástima. Era una persona rota por el dolor, dejándose llevar por sus instintos más primitivos. Probablemente si Sirius no fuera Soulborn, quizás podría haberle dado cara y cobrar algo de su venganza. Sin embargo, no podía hacer nada realmente. Marteen no era alomancer, estaba en una enorme desventaja.
Sirius levantó su varita con la sobre humana rapidez que proporciona los efectos del Pewter, lanzando un "Expelliarmus" certero a la varita de Marteen, la cual a su vez, tenía en el puño un pequeño aro de metal. Sirius quemó Iron y atrajo la varita a sus manos, siguiendo la línea alomantica que conectaba al aro de metal de la empuñadura, con facilidad y rapidez, impulsado también por el efecto del hechizo desarmante.
Marteen gritó de rabia e impotencia. Entonces se lanzó hacia Sirius, sacando un afilado cuchillo desde su capa. Nuevamente Sirius lo esquivó con facilidad. Al combinar Pewter, Tin, Iron y Steel, era practicamente invencible. El Pewter potenciaba todo su cuerpo, haciéndolo exponencialmente más fuerte, más rápido, más agil. El Tin aumentaba sus sentidos, por lo que podía escuchar, ver, oír y sentir todo con una mayor precisión que muchos animales. El Iron y Steel le permitían ver cada fuente de metal en todos los lados del castillo, a través de las líneas azules translucidas, las cuales salían desde su pecho hacia cada fuente de metal. Al quemar Iron podía atraer hacia él cualquier metal, y con Steel podía empujar cualquier fuente de metal.
Por esta razón, desde que apenas vió a Marteen frente a frente, pudo ver el cuchillo que ocultaba gracias a su Iron-Steel-Vision. Estaba esperando el momento en el que Marteen decidiera usarlo para empujarlo de su mano. En el momento en el que lo hizo, lanzando por los aires el cuchillo con alomancia, Marteen gritó con aún más fuerza y rabia.
- ¡Maldito y Asqueroso Black! - gritó con todas sus fuerzas, cargando con fiereza con los puños en alto. - ¡Te maldigo a ti y a toda tu descendencia! - siguió gritando Marteen, intentando con todas sus fuerzas acertarle un puño a Sirius.
- ¡Son la peor escoria que ha existido en el mundo mágico! - siguió gritando, colérico. - ¡Deberían matarlos a cada uno de los Black, para que se extingan por siempre ! ¡Casa de demonios malditos!.
Los gritos colérico y desgarradores de Marteen calaron en Sirius, desatando con fuerza todas las emociones de culpa, pena, desesperación, que había estado sintiendo desde que se enteró de la noticia de los Lewin.
Seguía esquivando los golpes instintivamente, sin embargo, por un momento sintió que todo se paralizaba, como si pudiera ver en cámara lenta las expresiones faciales de Marteen. El duelo, la rabia, la desesperación, el odio. La lástima que sentía por aquel chico caló mas hondo que nunca.
En ese entonces, Sirius dejó de moverse. El puño de Marteen se enterró en sus pómulos con fuerza. Marteen abrió los ojos con sorpresa, a la vez que una sonrisa de satisfacción cruzaba su rostro. Venganza. Por fin podía liberar algo de sus rabia y odio.
Golpe tras golpe Sirius se dejó. Incluso por un momento dejó de quemar Pewter para sentir el dolor.
Quizás fuera masoquista y estúpido, pero quería ser castigado. La parte de él que lo hacía ser un Black, aquel gen maldito de demonios, que lo impulsaba a la oscuridad, debía ser castigado, debía ser redimido, sino lo llevaría a la destrucción de si mismo.
Por otra parte, la parte de él que se sentía inmensamente culpable por ser un Black, quería ayudar a Marteen Lewin, empatizaba con su sentir, por eso recibió sus golpes, sintiendo un extraño sentimiento de liberación y alivio.
No sabía exactamente cuanto tiempo pasó, pero en algún momento cayo al suelo, la sangre corriendo por su rostro, cuando sintió la inconfundible presencia de James. Incluso antes de olerlo, escucharlo o verlo, Sirius podía sentirlo, sin siquiera usar alomancia.
Sin decir ni una sola palabra, James apareció frente a sus ojos, estampando su puño bajo la mandíbula de Lewin a una rapidez envidiable incluso para un alomancer. El golpe mandó por el aire a Lewin, cayendo varios metros lejos de él y James. Marteen gritó y se retorció de dolor una vez que cayo al suelo, sujetando su mandíbula con sus manos.
James sacó su varita y le lanzó un hechizo a Lewin, el cual lo inmovilizó con una cuerda. Luego se giró a hacia Sirius y con un gesto de preocupación en su rostro, extendió su mano hacia Sirius.
- Joder, Padfoot, ¿Estas bien? - preguntó, dándole una palmada en el hombro. Ignorando los gritos de Marteen, quien seguía retorciéndose, esta vez intentando zafarse del hechizo inmovilizante de James - ¿Se te acabó el Pewter? - preguntó nuevamente, mirando las heridas sangrantes en el rostro de Sirius.
- No. - replicó, y en el mismo instante empezó a quemar Pewter. Inmediatamente el dolor se esfumó y la herida dejó de sangrar, cicatrizando a una rapidez notoria. - Solo que no me apetecía en lo mas mínimo golpearlo ni defenderme. - musitó, apretando los labios. James simplemente asintió lentamente.
En algún momento de la pelea, se había reunido una multitud de alumnos al rededor del pasillo, presenciando el "espectáculo". Sirius movió sus ojos entre la gente, divisando a Remus y a Peter caminando hacia él.
- ¡Suéltame! - pataleó Marteen, gritando a todo pulmón, los ojos aún más inyectados en sangre. No paraba de retorcerse intentando zafarse. Tenía una expresión completamente trastornada. - ¡ Sueltame ya! ¡Ese maldito Black merece morir, al igual que toda su maldita familia! ¡ Cada uno de ellos! ¡Asesinos Psicópatas! - bociferó, escupiendo sangre al suelo.
- ¡Basta! - gritó James, con aquella voz tan imponente, aumentada por el Pewter. - ¡Suficiente Lewin - demandó. Irguiéndose cuan alto es, apuntando su varita directamente a Marteen. - Escúchame con atención. - exigió. Marteen se quedó quieto, mirando a James con atención por primera vez. James caminó hacia él, mirándolo directamente a los ojos. Sirius pudo sentir como James quemaba Brass, suavizando las emociones de Marteen y de todos los espectadores, incluso él se vió bajo los efectos del entumecedor Brass, ya que no estaba quemando Copper en esos momentos y sinceramente lo agradecía.
- Lamento mucho lo que le pasó a tu familia, Marteen. Es una pérdida invaluable para la comunidad mágica. - exclamó James, concentrado en suavizar todas las emociones de Marteen. - Nuestras familias han sido amigas por siglos, nos respetamos mutuamente...
- ¿Qué demonios tienes que ver tu familia en esto, Potter? - interrumpió Marteen, revelándose a los efectos del Brass, claramente aún furioso. - ¡Suéltame ahora mismo! - enunció, mirando a James con odio.
- ¡Escúchame! - demandó James. - ¡Quiero que te quede muy claro que Sirius ya no es miembro de la casa Black! - vociferó James, con su voz grave y profunda. - ¡Él es mi hermano! ¡Es un Potter! - James levantó la vista y miró a los espectadores. - ¡Que les quede a todo el mundo claro que Sirius es un Potter!
Se hizo un silencio absoluto ante las palabras de James. Todos en Hogwarts y en la comunidad mágica sabían que los Potter eran prácticamente dueños del país y que poseían un ejercito a su disposición. Eran extremadamente poderosos no solo en magia, sino en dinero, recursos, contactos. Era la Gran Casa Potter y nadie, absolutamente nadie lo quería de enemigo.
- ¡No olvides quién es el verdadero enemigo, Lewin! - terminó James. Lanzándole a Marteen una oleada aun mas fuerte de Bass.
Finalmente, las palabras y alomancia de James hicieron efecto en Marteen, quien lentamente empezó a aminorar sus emociones coléricas hasta que se quedó completamente quieto, apretando los labios.
En ese entonces, un alumno llego corriendo anunciando que Flitch se acercaba y los alumnos expectantes empezaron a dispersarse.
- ¿Puedes soltarme, Potter? - masculló Marteen, sin hacer contacto visual.
James lo miró una vez mas y con un movimiento de varita deshizo el maleficio.
Marteen se irguió, y miro primero a James y después a Sirius, quien se encontraba con aspecto de shock.
- Un Black siempre será un Black. - sentenció Marteen con acidez. - Algún día pagaran por lo que han hecho. - dijo, apretando los puños. Miró una última vez con unos ojos cargados de veneno y luego de recoger su varita del suelo, se marchó caminando con brusquedad por el pasillo.
James suspiró y se giró hacia Sirius, quien tenía los ojos cerrados. Las palabras de James le habían emocionado más de lo que le gustaría admitir. Él ya no es un Black, es un Potter. Tiene una familia de verdad, que lo quieren y lo aceptan tal cual es.
Sirius se encontró con los ojos de James y no pudo evitar sonreír, acortando la distancia entre ellos y dándole un fuerte abrazo al mejor amigo y hermano que la vida podría haberle entregado.
Remus se acercó y palmeó con cariño el brazo de Sirius.
- Vaya rostro que tienes Pad. - dijo Remus, riendo suavemente. Sirius rió también y se encogió de hombros con una mueca de resignación.
- ¡Hey, chicos! - exclamó Wormtail, quien se encontraba en uno de los extremos del pasillo. - ¡Joder ya viene Flitch! ¡Corran! - chilló Peter, corriendo en dirección contraria.
Todos corrieron y luego empezaron a gastar bromas y reírse, como siempre lo hacían después de una aventura rompiendo las reglas del colegio.
Sirius aún asimilaba todo lo que acababa de pasar, sin embargo, no podía evitar sentirse aliviado. No sabía exactamente por qué, pero sentía que se había sacado un peso de encima.
En aquellos momentos, mientras se dirigía a la sala común con sus mejores amigos, pudo sentirse tranquilo y feliz por primera vez dentro de aquellas espantosas semanas. Jamás se habría imaginado que aquellas emociones serían tan extremadamente efímeras.
Cuando llegaron a la sala común de Gryffindor, Lily se encontraba esperándolos. Le bastó ver su rostro para saber que algo realmente malo había pasado.
Lily saltó del sillón en el que se encontraba y se acercó a ellos inmediatamente.
- ¡Los estuve buscando por todos lados! - exclamó. Su voz estaba quebradiza, sus ojos llenos de lagrimas. Se acercó a Sirius y tomó su mano con delicadeza. - ¡¿Por qué tienes la cara llena de sangre?! - exclamó horrorizada.
- ¿Qué pasó Lily? - preguntó Sirius, ignorando su pregunta, pálido, con un hilo de voz. Lily suspiró y bajó la mirada.
- La Profesora McGonagall me mandó a buscarte, Sirius. Una lechuza acaba de llegar. - Lily tiritó ligeramente y apretó la mano de Sirius. - Lo lamento muchísimo. Tu Tío Alfred ha muerto. - Sus delicados brazos rodearon a Sirius en un abrazo, el cual apenas fue capaz de sentir.
Ante las palabras de Lily, un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza. Sus oídos empezaron a zumbar y apenas fue capaz de enfocar.
Su Tio Alphred... muerto.
Lentamente sintió como la oscuridad empezó a jalarlo nuevamente, inundando y devorando todo a su paso.
