Capítulo 2

Isabella

—Hey… —Jake llegó hasta donde estaba con un vaso de cerveza, odiaba la cerveza, me parecía insípida y amarga, nada deliciosa al paladar—. Llevo rato buscándote, bebé, ¿dónde diablos estabas?

—Intentaba quitarle un porro a Mike, pero el hijo de puta quería una mamada a cambio. ¡¿Qué demonios pasa con los hombres?! Piensan con la jodida polla —Jake sonrió, él no era para nada celoso. Mike era uno de sus mejores amigos—. Creen que uno anda por la vida intercambiando drogas por sexo, así como así, quién sabe dónde tenía metido su pito hace unas horas y pretendía que me lo llevase a la boca. —Hice una arcada a lo que Jake soltó una risotada.

—Esa es mi chica. —Pasó una mano por mis hombros y me tendió el vaso, era lo único que servían en esta maldita fiesta, cerveza, joder me iba a tener que aguantar el puto sermón de Eleazar atrás de nada, era increíble que, para ser una fiesta de universitarios, el alcohol y las drogas brillaran por su ausencia.—. Vamos princesa, bebe un poco, vamos a divertirnos un rato y luego prometo sacarte de aquí y llevarte a una verdadera fiesta. —Sonrió nuevamente y pasó su nariz por mi cuello—, te vi antes bailando. —Sonreí, amaba bailar—. Luego te perdiste, ese baile tuyo me puso a mil y hueles tan malditamente bien, que me gustaría follarte aquí en medio pasillo.

Ignoré su plática calenturienta.

—Jacob… —puse voz mimada—. Necesito un porro, así sea uno pequeño. —No era una fumadora asidua, seis meses atrás ni siquiera me hubiese acercado a un tabaco, pero cuando estaba colocada era cuando más libre me sentía, era cuando las culpas desaparecían, hoy necesitaba abstraerme del mundo real. Jake arqueó una ceja y le tendí el vaso—. Y algo más fuerte que el orín de caballo. —Jake buscó entre sus pantalones vaqueros, sacando la mitad de un porro, enarqué una ceja.

—No me mires así, te estaba buscando; pero no estabas por ningún lado, agradece que te he guardado un poco, sabes lo difícil que es para mí. —Se excusó alzando sus manos, a pesar de que era solo la mitad de lo que realmente necesitaba me acerqué a él, aplastando mis labios con los suyos, introduje mi lengua en su boca, mientras él agarraba mis caderas y me recostaba contra la pared—. Vamos detrás de la casa —susurró mordisqueando mi labio inferior—. Esa faldita tuya me está volviendo loco, Bella —dijo provocador.

Sonreí aun en el beso y me separé de él, quitándole el porro y caminé provocativamente en dirección a la parte de atrás de la casa; antes de que Jake pudiera alcanzarme, tropecé con una pared… O eso creía, frente a mí, había un hombre, parecía demasiado mayor para estar en la universidad, era alto y musculoso, tenía el cabello negro, por un momento nos observamos, sobre todo porque con nuestro choque, él derramó su cerveza en su camisa.

—Hey, fíjate por donde caminas. —Jacob me abrazó de la cintura—, hubieses podido lastimarla y, joder, me hubiesen importado poco tus músculos.

—¿Estás bien? El chico me observó de arriba abajo, verificando si tenía alguna lesión visible.

—Sí lo estoy, mucho gusto. —Me pasé la lengua por los labios—. Isabella Swan, pero puedes llamarme Bella. —Extendí mi mano.

—Soy Emm. —Por su rostro pasó una mueca de terror—. Daniel Emmerson. —Se rio como si estuviese contándose una broma a sí mismo.

—¡Llegó por lo que lloraban! —grito Tyler—. ¡Quien quiera golosinas, saben dónde jodidamente encontrarme!

Daniel alzó sus cejas «Golosinas» articuló sin voz y haciendo comillas con sus dedos.

—Bella, tú y yo tenemos lo que queremos, le enviaré un mensaje al pendejo de Tyler para que me aparte lo que necesitamos —dijo Jake entre dientes, me despedí de Daniel y seguí mi camino hacia el patio trasero.

La casa de Tyler era enorme y tenía un jardín extenso, él era un pobre niño rico, sus papis siempre estaban de viaje y había dado esta fiesta para celebrar su último año en la universidad, él era muy amigo de Jake, pero no tenía ni la más remota idea de dónde se habían conocido, Jake trabajaba en un taller automotriz, cuando no estaba en clases.

Tan pronto como llegamos a la parte de atrás de la casa, cerca de un pequeño cobertizo, Jake empezó a atacar mi cuello con desesperación.

—Jake…Jake…Jacob —Lo aparte de mí de un empujón.

—¡¿Qué jodidos te sucede, Swan! Ya te di tu puto porro —bufó exaltado.

—Necesito encenderlo, idiota —le reproché.

Jake estaba exasperado, se sentó en el césped y luciendo completamente molesto

Coqueteaste con ese maricón —dijo acusador. Lo miré sin entender, sentándome a su lado—. Con la Mole, Isabella, te vi, estabas coqueteando con él.

—Hey, chico, calma… Necesito fuego. —Intenté serenarlo. De mala gana sacó un encendedor de su pantalón y encendió el porro que estaba en mi boca, inhalé el humo, dejando que mi cuerpo se relajara—. Yo no dije nada cuando tu mirada se fue directa a las grandes tetas e Georgia Wills.

El silencio nos dominó unos segundos, antes que él hablara.

—Ella es grande…

—Emmerson también, pero que coquetee un poco con él no quiere decir que me lo vaya a follar. —Llevé el porro a mi boca, reteniendo el aire unos segundos, Jake aprovechó para quitármelo y aspirar él también—. Es como muy mayor para estar en la universidad, debe tener mínimo unos veintiocho.

—Mi viejo dice que nunca es tarde para ir a la escuela, quizá Emmerson es un rebelde regenerado. —Rio por su propio chiste y aproveché para quitarle el tabaco, Jake volvió a atacar, empezó besando mi cuello mientras su mano derecha masajeaba mi muslo, deslizándola lentamente en el interior de mi falda de jean—. Eres preciosa…

No contesté, en vez de ello exhalé el humo, observando las estrellas, nunca cerraba los ojos mientras fumaba ya que cuando lo hacía podía ver la mirada de decepción de mis padres, por lo que prefería enfocarla en las estrellas, si estaba al aire libre, sin importarme siquiera que Jacob intentara marcarme con un chupón en el cuello, mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas; pero me obligué a no derramarlas y aspiré de nuevo. El tabaco se estaba acabando y no me sentía ni la mitad de lo elevada que debería, inhalé profundamente, reteniendo el humo unos segundos, huyendo de los recuerdos.

Jake me besó el escote, entre los pechos y luego movió su boca de manera lenta de nuevo a mi cuello, exhalé dejando ir el humo…Placer, dulce y magnífico placer.

Jake me quitó el porro para inhalar de nuevo y luego se acercó; abrí mi boca, respirando de él, antes de verlo aspirar y tirar lo que quedó, mis pezones se apretaron contra mi sostén de encaje cuando sus dedos tocaron mi intimidad por encima de mis bragas de encaje.

Levitando a bajo vuelo cerré los ojos, entregándome al frenesí que recorría mi cuerpo, y jaloneé los cabellos de Jake, mientras él frotaba mi clítoris antes de insertar uno de sus dedos en mi interior.

—Tan mojada, Swan… —dijo complacido.

Arqueé mi espalda cuando otro dedo entró en mí, Jake sabía usar sus dedos, sabía qué lugares tocar y la velocidad que debía usar. Gemí mientras me agarraba de los mechones de su cabello, envuelta en el frenesí, me besó y siguió el beso, me separé un poco para articular la palabra que él ansiaba.

—Fóllame—murmuré sin voz, estábamos en un lugar oscuro y algo apartados de la fiesta, mis manos se concentraron en sacar la camisa de su cuerpo mientras aún estaba aturdido, desabroché su cinturón y mi mano se encargó de su miembro.

Jake gimió trémulamente cuando lo liberé de sus bóxer y yo aproveché ese momento para separar mi rostro del suyo, mis labios mordieron su barbilla y bajaron por su cuello mientras sentía su miembro endurecerse bajo mi toque, con suavidad delineó mis pliegues con sus dedos y ajusté su miembro para que entrara en mí, estaba tan jodidamente cachonda gracias a sus caricias, encerrada en una misión en donde solo iba a obtener una meta: El orgasmo descomunal que él siempre me daba, estábamos tan metidos en nuestro deseo que no notamos cuando la música se apagó, ni siquiera las malditas sirenas de la policía.

Solo la voz de Riley, uno de los amigos de Jake, quien nos alertó de los oficiales.

—¡Joder! Esos hijos de puta. —Se levantó rápidamente, tendiéndome su mano—. Vamos, Swan, no tienes la edad legal para estar aquí y te fumaste un porro.

—Medio —farfullé en su dirección, levantándome del césped, las sirenas se escuchaban llevándose un poco de mi estado comatoso y lujurioso.

—Joder, lo que sea, no iré a la cárcel por tu maldita culpa, así que mueve el trasero —dijo fuertemente antes de empezar a correr.

Afortunadamente salimos de casa de Tyler sin que la policía nos atrapara, lo último que necesitaba era encontrarme con un Eleazar molesto en una estación de policía.

Jake pateó una piedra molesto mientras caminábamos por las calles, estaba haciendo frío, pero no quería volver a casa de Eleazar. Si iba a reñirme por haberme escapado, por lo menos que valiera la pena, ¿no?

Tiré de las mangas de mi chaqueta de jean, haciendo que Jake se girara y empezara a caminar de espaldas.

—¡Malditos policías! ¡No sabes cómo odio a esos hijos de puta, Swan, siempre arruinan la diversión!

No dije nada solo seguí delante de él, caminando a un lado de la carretera, en estos momentos, odié la decisión de ponerme una falda en vez de unos vaqueros. El viento azotó con fuerza, haciéndome temblar levemente; faltaba poco menos de un mes para que empezara el invierno.

—¿Tienes frío, Swan? —preguntó Jake, golpeándome con su hombro.

—Naah…Tu presencia me hace temblar. —Una sonrisa torcida cruzó su cara—. ¡Claro que sí, pendejo, es poco más de la una y media de la mañana y estamos a pocas semanas del jodido invierno!

—¿Por qué demonios no me lo dijiste? —murmuró, colocándose a mi lado mientras se quitaba su chaqueta y me la tendía.

—No, gracias… —murmuré y lo escuché bufar un «mujeres», apreté los brazos a mi pecho cuando una nueva ola de viento me hizo temblar.

—¡Joder, Swan! —Jake colocó su chaqueta en mis hombros, olía a su colonia mezclada con cigarrillos y algo de yerba.

—¿Tienes cigarros? —mi voz salió algo temblorosa por el frío.

—Sí, en el bolsillo de la chaqueta… Mierda, ni siquiera pude comprarle unos porros a Tyler; Clancy me dijo que no me daría mercancía hasta que no le pagara lo de la última vez… malditos policías. —Pateó una piedrecilla, sabía que Jake vendía drogas en la universidad, pero eso hacía parte de su vida privada. Por lo tanto, no tenía que importarme, si no quieres que pregunten por tu pasado, no indagues en el pasado de los demás.

Encendí el cigarrillo rápidamente, le di una fuerte calada, sintiendo cómo el humo me calentaba un poco, no me gustaba fumar, pero estaba helando.

—Pásame uno, bebé… —Le tendí la cajetilla y el encendedor y di otra calada más, sintiendo inhibición del frío. Al tiempo que miraba a Jake expulsar el humo.

—¿Vamos a quedarnos caminando toda la maldita noche? —musité con el cigarro aún en mi boca.

—No sé, estoy pensando Bells, no tenía un plan B, lo único que quería para esta noche era emborracharnos en la fiesta de Tyler, fumar algo de yerba y follar hasta el amanecer. —Sonreí porque en ocasiones Jake era muy idealista ¿hasta el amanecer? Sí, como no—. Conozco a alguien que puede vendernos unos porros, y si no tiene, estoy seguro de que debe tener algo que nos haga volar igual.

—No quiero drogas Jake, no voy a meterme heroína o coca. —Tiré el cigarrillo y lo apagué con la punta del zapato.

—No, no es coca, ni heroína, él trafica con pastas.

—¿Pastas? No voy a…

—¡Bueno, ya está bien Isabella! —me interrumpió—, conseguiré unos porros, sabes que odio cuando te pones intransigente —dijo con tono algo molesto. Me detuve arqueando una ceja mientras lo observaba, todo inicio de enojo se evaporó mientras él se acercaba—. No quiero pelear, princesa. —Acarició mis brazos de arriba abajo—. Te prometí un viaje y te lo daré, solo sé paciente. Daddy tiene su centro de operaciones en el centro, así que solo hay que esperar un poco a que la policía se aleje de la casa de Tyler para ir por la moto. Podemos esperar ahí. —Señaló un pequeño parque, estaba oscuro y podía ver a un par de indigentes.

—¿Ahí? —Enarqué una de mis cejas.

—Pues, si tienes dinero para entrar ahí… No me opondré. —Señaló un hotel.

Ja, como si Eleazar no controlara cada centavo de lo que dejaron mis padres. —Me encogí de hombros y caminé hacia el parque, me senté en una silla con Jake a mi lado.

No me quejaría si me regalas una mamada, nena, hay un callejón oscuro por allá.

—Eso es un buen chiste Jake, no voy a follar contigo hasta que no me fume un porro completo —sentencié.

—Te di medio porro, eso como mínimo me hace merecedor de una mamada; además, hace unos minutos no te quejabas mientras estábamos en el jardín de Tyler. —Ambos reímos—, pero está bien, tú mandas, conseguiré un par de porros y luego seguimos con el plan de follar toda la noche.

Media hora después, caminamos de la mano de regreso a casa de Tyler, el lugar estaba completamente oscuro, pero tanto la terraza como algunos vidrios rotos, confirmaban que en ese lugar había una fiesta. Jane estaba parqueada junto a los arbustos donde Jake la había dejado

Tomamos la sexta avenida hasta llegar a un vecindario al sur, estaba cayendo una leve llovizna, pero aun así me tenía empapada, tenía la chaqueta de cuero de Jake que cubría mis manos y parte de mis muslos.

—Daddy vende lo mejor de lo mejor, como te comenté, es quien proporciona parte de la mercancía de Tyler y Clancy.

—¿Cómo conociste a este hombre?

—Por Tyler, una vez fui con Clancy, el hombre es de aquí, pero vivió muchos años en Las Vegas, ahí aprendió todo sobre la preparación de las drogas, luego su jefe murió dejándolo a él como el dueño del negocio, hizo conexiones y luego volvió, tiene sus propias granjas de yerba y otras cosas más, a veces. Cuando Tyler no tiene mercancía por que las debe y Clancy se pone pesado, vengo y compro mis dulces aquí, no le gusta vender a pequeños proveedores, pero él me conoce, es cliente de mi padre, tiene un Mercedes viejísimo y una Harley del noventa y ocho, que es mi sueño hecho realidad —dijo mientras caminábamos por un terreno deshabitado. Dejamos la motocicleta cerca de un parque infantil, pero de ahí en adelante habíamos caminado. Tenía algo de miedo aunque nunca lo admitiría, el corazón me latía fuertemente, agarré la mano de Jake y entrelacé mis dedos fuertemente en los de él—. ¿Aún tienes frío? —negué—, entonces tienes miedo. —No fue una pregunta, así que no respondí, pero pegué mi cuerpo más al de Jacob—. Este territorio es de Daddy y yo me considero su amigo, he venido cuando me he quedo sin mi dosis personal, no pasará nada malo, todos lo conocen, le respetan y le obedecen, Daddy es algo así como un capo. Compraremos los porros e iremos a mi apartamento a fumar y follar.

Sonreí, mientras atravesábamos un aparcamiento que conducía a un callejón, pero antes de llegar escuchamos unas voces, Jake me empujó hasta detrás de un contenedor de basura y ambos observamos la escena en medio del callejón

Un hombre y una mujer al parecer discutían, desde nuestra posición no podíamos escuchar muy bien, pero él parecía enojado y ella también.

—Creo que deberíamos esperar a que la discusión terminé —susurré a Jake, él se asomó observando a la pareja unos segundos antes de volver.

—Son Daddy y su mujer. —Señaló a la mujer que discutía con el hombre—. La he visto una que otra vez, siempre discuten, pero al final él busca la manera de contentarla, la última vez que los vi, terminaron follando justo ahí —indicó una puerta pesada detrás de ellos—. Tuve que esconderme hasta que terminaran, fue como ver porno en vivo.

Le di un ligero empujón por voyeur.

—¿Entonces ese es Daddy? —Me asomé y mi mirada se detuvo en el hombre, era alto, seguramente, tenía más de 1.90, el cabello rubio atado en una especie de moño desarreglado, y la mitad de su rostro estaba cubierto por una espesa barba rubia, llevaba una chaqueta de cuero sin mangas y los brazos cubiertos de tatuajes, se veía peligroso.

—El mismo… es un tipo rudo.

—Silencio, no me dejas escuchar —siseé.

Bebé. —El tono de la mujer fue bastante bajo—, has hecho suficiente dinero en este negocio, y yo tengo una buena cuenta de ahorros, puedes dejarlo Jimmy, podemos irnos lejos.

No pienso ir a ningún lugar, linda, tengo todo lo que necesito aquí y aún me falta mucho por hacer.

¡Quiero irme!

Entonces vete, nadie te dice que vengas aquí cada noche, lo haces porque quieres, te crees muy especial cariño y, noticia de última hora, no lo eres, ve a jugar a la casita feliz muñeca, es lo que te gusta.

Si me voy no volveré

Nadie te está pidiendo que lo hagas.

Es que acaso no me amas.

Sabes que sí lo hago, por un demonio, pero no me gusta que me impongas cosas, por eso me fui hace unos años, porque no sabes aceptar que esto es lo que soy, nena, es lo que hay… tómalo o déjalo.

Sabía que no debíamos quedarnos ahí espiando una discusión que no teníamos que escuchar; con el paso de los minutos, la discusión fue tornándose más intensa, acalorada, en un momento la mujer golpeó al hombre, haciendo que Jacob silbara en reprobación.

—Calla o nos descubrirán —susurré, dándole un pequeño golpe en el pecho. La conversación entre los que parecían amantes subió de intensidad, la mujer lloraba y gritaba mientras articulaba con sus manos, demandando o reprochándole por algo.

El hombre siseó algo y la chica intentó golpearlo de nuevo, pero esta vez él fue más rápido, tomó su mano apretándola con fuerza, siseó entre dientes algo muy cerca de su rostro.

—Sabes, no me siento cómoda aquí, deberíamos irnos y volver cuando ellos hayan terminado —le musité a Jake.

—Si salimos ahora nos verá —argumentó mientras veíamos a la mujer llorar. Ella le decía que lo mejor era huir juntos.

La pareja continuó con su discusión, en un segundo ella intentó besarlo y luego se separaron como dos perros rabiosos, la mujer era bipolar y necesitaba una dosis alta de «Me quiero yo, pedazo de hijo de puta», estaba a punto de dejar el escondite donde estábamos y arrastrar a Jake de vuelta a su moto, cuando el sonido de un golpe hizo eco en el callejón, el hombre tomó a la mujer por el cabello y ella hizo una mueca de dolor.

Un nuevo golpe se escuchó, seguido del quejido lastimero de la mujer al chocar contra algo, mi cuerpo se estremeció al escuchar claramente cómo algo se rompía.

—Jake, vámonos —susurré en su oído, pero él parecía no prestarme atención—. Podemos meternos en problemas —murmuré y él solo susurró un: «stsst»

El hombre se agachó hasta tomar a la chica del cabello y hacer que sus caras quedaran frente a frente, siseó algo en su dirección y luego la soltó con dureza antes de decirle algo más para luego caminar lejos de ella.

Sentí lástima por la mujer que estaba tirada en el suelo húmedo, golpeada y llorando por un imbécil que no la merecía.

Entonces ella se levantó, limpió sus lágrimas y le gritó al hombre que se alejaba:

Sí, yo seré una idiota, pero tú eres un bastardo que me ha hecho sufrir hasta hoy, seguiré tu consejo y me iré, pero ten en mente que yo conozco todos tus escondites, conozco todas tus actividades, yo sé quién eres en realidad y voy a destruirte, tal como tú lo has hecho conmigo todos estos años —farfulló con rabia—. ¡Pagarás por años de lágrimas y sufrimiento,! ¡No descansaré hasta verte detrás de las rejas como la rata que en realidad eres!

Como si el tiempo se hubiese detenido, el hombre se giró, sacó un arma de sus pantalones y sin un ápice de duda apuntó a la mujer, el disparo retumbó en nuestros oídos, haciéndonos jadear, la mujer cayó al suelo y el hombre, como si hubiese salido de un trance corrió hacia ella, soltando el arma y arrodillándose frente al cuerpo tendido en el pavimento, acariciando sus cabellos de manera frenética.

—Vámonos Jake—le urgí, ya no me importaban los malditos porros, solo quería salir de ahí y llegar a casa de Eleazar, mi corazón latía aceleradamente, el miedo se ramificaba en cada una de mis extremidades, quería correr, pero mis piernas no respondían—. ¡Jake! —Él asintió lentamente, caminando hacia atrás, golpeó sin querer con un cubo de basura que teníamos a nuestras espaldas.

La mirada del hombre se levantó, justo para encontrarse con nuestros cuerpos petrificados, sus ojos eran azules, fríos e inexpresivos, rojos por la droga en su sistema, nos observó por unos segundos.

Jamás olvidaría esa mirada.

Gritó con fuerza y tres hombres iguales de corpulentos y tatuados que él, salieron del lugar.

—¡Mierda! —susurró Jake—. Corre, Isabella, corre. —Jake me empujó fuertemente, instándome a que corriera, sacó un arma de la cinturilla de sus pantalones, una que no sabía que estaba ahí, y siguió empujándome mientras disparaba.

Los hombres también sacaron sus armas.

Jake me tomó de la chaqueta, pero antes de que pudiera dar un paso por mi vida, sentí un intenso dolor en mi hombro, el ardor se apoderó de mi cuerpo, desestabilizándome, un segundo estallido de dolor impactó mi pierna, haciéndome caer cerca de un pequeño charco de agua, formado por la lluvia. Cerré los ojos mientras el dolor me consumía, la sonrisa de mi madre apareció tras mis párpados, mientras el olor a sangre me hacía perderme en la inconciencia, a lo lejos pude escuchar los gritos de Jake llamándome, pasos acelerados y más disparos.