Nada me pertenece los personajes son propiedad de Stephanie Meyer.

La historia está preservada bajo derechos autor!

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Cuatro.

Terminé mi cerveza, las últimas palabras de Bree chocaron contra los confines de mi memoria, Vicky también me amaba, Esme y Bree pensaban que no, pero habíamos atravesado juntos por muchas cosas, simplemente nos habíamos alejado, era el momento de construir una nueva historia.

Era todo.

Tomé nuevamente el auricular y marqué los números del hospital, tarareé una canción de un grupo español mientras esperaba paciente a que contestaran del otro lado de la línea.

Seattle Children's Hospital —contestó una voz monótona, que reconocí como la de la enfermera Jessy, conocía a muchas de ellas por nuestras constantes visitas con Benji.

—Buenas noches, Jessy.

—Buenas noches, Edward. —Sonreí al escucharla que me llamaba por mi nombre—. ¿En qué te puedo ayudar?

—Bueno, me preguntaba si has visto a mi esposa, he intentado comunicarme con ella, pero parece tener el celular en silencio o apagado, imagino que están con las manos llenas por el accidente y, por ello no ha tenido tiempo de responder mis mensajes.

—¿Accidente? Edward, el exceso de trabajo te está cobrando factura, sí, estamos un poco saturados; pero afortunadamente tenemos todo controlado. ¿Sigues en el trabajo? La doctora Cullen terminó su turno hace más de cinco horas, ya debe estar en casa.

Mi primer instinto fue preguntarle si estaba segura, quizá Jessy apenas tomaba turno, o la habían llamado de emergencia; sin embargo, no lo hice, en cambio apreté el teléfono, sintiendo cómo mi garganta se cerraba ante su declaración.

«Tiene que haber una explicación», cerré los ojos y respiré profundamente, negándome a darle paso a pensamientos destructivos.

—Edward, ¿estás ahí? —preguntó ella con tono preocupado.

Tragué el nudo que obstruía mi garganta, sintiendo la desolación abriéndose paso en mi interior.

—Sí, aquí estoy… No lo sabía, estoy en la estación, pero gracias por informarme, llamaré a casa. —Colgué el teléfono, con una pesadez en mi pecho.

Hacía semanas que intuía que algo estaba pasando, por eso la discusión que había tenido con mi esposa, sabía que no estábamos bien, no estábamos bien hacía meses y una parte de mí temía que ella estuviese viendo a alguien más. Vicky se había indignado cuando lo insinué, pero seguía teniendo un extraño presentimiento. Negué con la cabeza y caminé hacia el bar personal de Esme, tomé la botella de Jack, me senté tras el escritorio y bebí un generoso trago directamente de la botella, el líquido amargo escoció en mi garganta mientras en mi cabeza todo tipo de pensamientos se hicieron hueco.

«No, no lo pienses, Edward»

« ¿Dónde está ella?»

«¿Dónde está Victoria?»

Tomé una vez más, necesitando acallar los demonios que en ocasiones se apoderaban de mí.

Victoria no era capaz.

Victoria me amaba, íbamos a darnos una nueva oportunidad, esto tenía que ser un error.

Le marqué al celular una vez más pero no contestó.

«¿Dónde estás Victoria

Volví a beber, ella tendría una explicación, a lo mejor Jessy estaba equivocada.

A lo lejos podía escuchar la melodía de With or without you de U2 que se reproducía desde mi celular. La primera vez lo dejé pasar, para la segunda, abrí los ojos, dándome cuenta de que me había tomado más de la mitad de la botella de whisky y me había quedado dormido. El lugar estaba tenuemente iluminado. Lo que significaba que en algún punto de la noche Esme volvió a su despacho para encontrarme sobre su mesa; afuera, el Olimpo estaba más vivo que nunca, miré la hora en mi reloj, dándome cuenta de que eran casi las tres de la mañana, me levanté del sillón, trastabillando hacia el sofá.

Estaba quedándome nuevamente dormido cuando el sonido de mi celular volvió a reproducirse, maldije por lo bajo, restregándome los ojos antes de tomarlo de la mesa, pensando que quizá podría ser Eva, pero era el nombre del Oficial Hale el que estaba en la pantalla.

—Masen —Aún estaba molesto con Hale por el informe que le había entregado a Carlisle, pero estaba esperando su llamada o la de McCarthy.

—Señor, lamento importunarlo a esta hora, he intentado comunicarme con el Teniente Cullen, pero no ha sido posible —su voz parecía lejana. Busqué con mi mirada el reloj de la mesa de noche y noté que eran pasadas las tres de la mañana—. Señor, ¿está ahí?

—Aquí estoy, Hale, ¿qué sucede? —Tallé mis ojos, al verme sin zapatos, supuse que había sido Artemisa quien me los quitó—. ¿McCarthy llamó?

—No, lo estoy llamando por la misión de Emmett, señor...

—¿Qué está pasando, Hale? —La duda en su tono de voz hizo que me levantara del sofá.

—Dios, ¿cómo hago esto? —Escuché a Hale murmurar—. Señor, realmente, no sé cómo decirlo.

—Termina de hablar de una puta vez, Jasper.

—Reportaron disturbios en la zona centro de la ciudad, enviamos una patrulla de policía porque, al parecer, hubo una disputa entre bandas, con armas de fuego. —Respiré fuertemente, haciendo que Jasper notase que estaba acabando con mi paciencia. El tartamudeó un poco antes de continuar—: Los oficiales encontraron más que una pelea señor. Encontraron un laboratorio de cristal azul.

—Mierda, voy para allá. No permitas que nadie mueva nada. —Empecé a moverme por la habitación.

—Eso no es todo, señor, también encontramos tres cuerpos, por lo que una unidad de homicidios está aquí.

—Mantén las manos de los de homicidios en sus asuntos, necesitamos recoger toda la información de ese laboratorio, Hale.

—Eso no es todo señor… una de las víctimas es… —hizo una pausa y estaba a punto de mandarlo al diablo, odiaba cuando hacía eso.

—¡Joder, Jasper! ¿Puedes darme toda la información sin vacilar?

—Lamento tener que ser yo quien le diga esto… Una de las víctimas es su esposa, señor.

El celular resbaló de mis manos, cayendo con un sonido sordo al chocar con el parqué, me dejé caer en el sofá, sin poder entender lo que Jasper acababa de decirme.

No podía ser cierto.

Jasper seguía murmurando que lo sentía, que necesitaba ir allí, y sobre todo que necesitaba a Carlisle.

Negué con la cabeza, recogí el celular del suelo y lo llevé a mi oreja.

—Hale… ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?

—Señor, lo siento, lo siento tanto.

—No puede ser mi esposa, seguramente estás equivocado —rechisté.

—Necesito hallar al teniente, señor.

—Envíame la dirección exacta del lugar, tiene que ser una broma. —Colgué la llamada, sintiéndome en una especie de realidad desconocida. No, Webber tenía que estar equivocado, no podía ser Vicky, Victoria estaba bien.

La llamada con Jessy pasó rápidamente por mi memoria, ella no estaba en el hospital, ella…

Negué con la cabeza, me puse los zapatos. Todo resquicio de alcohol desapareció de mi cuerpo, salí del despacho y bajé las escaleras abruptamente, Selene me detuvo cuando estaba a punto de llegar al primer piso.

—Edward, cariño, ¿estás bien? ¿Qué ocurre? —me interpeló con preocupación. Me zafé de su agarre necesitaba salir de aquí, necesitaba llegar a la escena del crimen—. Edward.

—Me tengo que ir, Bree, déjame ir… —No sé si fue mi voz, o el estado en el que me encontraba, pero ella me soltó.

—Sabes que estoy aquí para ti, para lo que necesites…

No dije nada, caminé a la salida y una vez que estuve fuera del Olimpo fui directo al auto, en modo automático. La noche era cerrada y estaba fría, pero nada me importó. Mi celular vibró en el bolsillo de mi pantalón y lo saqué.

Observé la dirección con detenimiento, estaba al otro extremo de la ciudad, pero las calles estaban solas, podía llegar, tenía que… Conduje como un maniático, no importaban los semáforos ni los demás autos, mucho menos la lluvia que caía. Mientras conducía, mi memoria reproducía una y otra vez mi conversación con Victoria, su perfume dulzón, sus ojos azules… No, no podía ser ella, Hale estaba equivocado. Tomé el teléfono de nuevo, marcándole, pero su celular se iba a buzón.

«Cariño llámame, por favor, llámame»

Intenté una vez más, pero otra vez se fue a buzón. Marqué el número de Carlisle, mi esperanza era que él supiera donde estaba, pero la llamada también se iba al buzón.

«¿Dónde estás, Victoria?»

Me detuve en un semáforo y saqué un cigarro, mis manos temblaban cuando lo encendí, fumé, necesitaba mantenerme distraído.

No podía ser Victoria.

Ella sin duda se enojaría cuando volviera a casa y pudiera sentir el olor del tabaco en mi ropa.

Mi celular volvió a sonar, el nombre de Hale aparecía en la pantalla.

—Jasper… ¿Te has comunicado con Carlisle? —pregunté rápidamente.

—No señor, la llamada sigue dirigiéndose a buzón de voz; el asistente del fiscal y el equipo forense han llegado, señor.

—¡Maldición, intenta retrasar las cosas, voy en camino! —El corazón me latía con fuerza, aun así, mi voz se mantuvo estoica y demandante.

—Señor, no es nuestro departamento, el detective Newton tiene su equipo aquí, el fiscal Ateara acaba de llegar y hay curiosos.

—Estaré ahí en unos minutos, Jasper, excúsate menos y obedece más.

—Entendido, señor.

Coloqué la dirección en el GPS y tiré mi celular, acelerando a fondo. No supe exactamente cuánto tiempo estuve conduciendo, pero el amanecer empezaba a asomarse cuando llegué a la dirección que Hale me había dado, todo el lugar parecía oscuro, tenebroso, este era uno de los sitios que habíamos marcado por el constante consumo de estupefacientes. Varias patrullas de policías se encontraban aparcadas, el vehículo forense también estaba ahí.

Las manos me temblaban mientras caminaba hacia la Oficial Brandon del departamento de homicidios, detrás de la cinta de precaución y junto a tres oficiales más, evitando que los curiosos pasaran de ella.

Tan pronto sus ojos se encontraron con los míos, se tornaron vidriosos. Victoria y Alice no eran amigas, pero habían coincidido en parrilladas y fuimos juntos a su matrimonio.

—Detective Masen.

—¿Dónde está Jasper? —pregunté mientras me deslizaba debajo de la cinta.

—Él está en el callejón. Sam y Seth están recolectando evidencia dentro del lugar que ejercía como laboratorio —trató de explicarme. Asentí e iba a seguir caminando cuando ella tomó mi brazo—. Señor, usted no debería ir allí… de verdad, no…

—Tengo que ver si es ella, Brandon… —Conocía a Alice Brandon, se había casado hacía apenas cinco meses con Hale, uno de mis mejores agentes, ella me soltó y mis pasos se hicieron más rápidos y pesados al mismo tiempo, a medida que me acercaba, mi corazón latía con prisa.

Hale y el fiscal Paul Ateara salían del callejón, había trabajado con Ateara en algunas oportunidades, el hombre me observó con lástima.

—No debería estar aquí, Masen.

—No me diga lo que tengo que hacer, Ateara… Hala, infórmame.

—Este es un caso de homicidio, detective Masen—expreso Ateara cortante.

—Hay un laboratorio de cristal azul ahí, si me disculpa, esto es un caso de narcóticos también. —Me puse frente a él—. Hale infórmame —rumié entre dientes.

—Sam y Seth, están dentro recolectando evidencias, hay materia prima y suministros, este es el laboratorio más grande que hemos encontrado en los últimos seis meses, señor.

—¿Algún detenido?

—No señor, los oficiales Quil y Harry hicieron algunas preguntas, los testigos afirman que huyeron después del fuego cruzado.

—¿Quiénes son las víctimas? —intenté una vez más adentrarme en el callejón, pero Hall no me permitió avanzar, dos oficiales que no había visto cubrieron la entrada al callejón.

—No hagas esto más difícil, Masen, no me obligues a sacarte de aquí, te daré toda la información tan pronto hayamos terminado.

—Si la mujer de ahí dentro es mi esposa, yo necesito verla —mi voz salió como una súplica, estaba dispuesto a rogar si era necesario.

—Dos minutos, oficial Hale, acompáñelo, usted conoce los protocolos. —Hale asintió y los dos policías se apartaron dejándome entrar.

—Señor, yo…

Alcé la mano para que se callara, el callejón estaba húmedo, oscuro y olía a basura.

«¿Qué demonios hacía mi esposa aquí?»

Un oficial del equipo forense tomaba fotografías desde diferentes ángulos, al único cuerpo tendido sobre el pavimento.

—¿Quiénes son las víctimas?

—Jacob Black, veinticinco años y un hombre sin identificación…

Con cada paso el aire se retenía en mi pecho, cerré los ojos recordando el día de nuestra boda, recordando unos pocos días antes del nacimiento de Benji, la sonrisa de Victoria cuando sostuvo a nuestro niño en brazos.

Retuve el aliento cuando llegué frente al que se suponía era el cuerpo de mi esposa. Mi corazón se saltó un latido, mi pecho se contrajo con fuerza y un grito atormentado nació y murió en mi garganta, era ella… era ella, era mi Vicky

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Actu sorpresa!

Espero que les guste chicas.

Me comentan que tal.

Ary