La historia está preservada bajo derechos autor!
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CINCO
Edward
Por un segundo o tres el zumbido en mis oídos se intensificó, mi cuerpo entero se quedó de piedra mientras observaba el pacífico rostro de mi esposa… Sin vida.
Victoria
Mi voz no respondió.
—Detective Masen —la voz de Jasper se escuchaba lejana—. Detective… —Mis pies se movieron por sí solos—. Detective, no puede…
Me agaché frente a ella sin tocarla, su pelo rojizo estaba húmedo, su piel ya no era rosada, ahora había adquirido un tono azul, tan azul como los ojos vacíos que ahora me miraban sin vida. Inhalé con fuerza, llevándome la mano a la boca para reprimir el grito que pugnaba por salir.
Esto no podía estar sucediendo, estaba en una especie de pesadilla, tenía cientos de ellas desde el ataque a mi convoy en Afganistán.
«Despierta, Edward.»
Me golpeé con ambas manos la cabeza,
«¡Despierta, maldita sea! ¡Despierta!»
Había hablado con Victoria hacía unas horas, ella iba a pensar lo de la terapia de parejas, nos iríamos de viaje a una isla en el Caribe, íbamos a luchar por nuestro matrimonio, quizá en un año o dos, intentar tener un bebé.
«¡Despierta!»
El zumbido se detuvo, el rocío de la lluvia se incrementó, abrí los ojos y las lágrimas empezaron a descender por mis mejillas, extendí mi mano para tocarla, para cerrar sus ojos, podía sentir la vibración de Hale a solo unos pasos detrás de mí.
No podía hacerlo, no podía tocarla.
Tenía un único disparo, uno en la frente, ni siquiera tuvo oportunidad.
«¿Quién te hizo esto, cariño?»
Apreté mi mano en un puño y sorbí mi nariz, sentándome sobre el suelo y dejé que el dolor de la pérdida me absorbiera por completo. El tiempo se detuvo mientras mis lágrimas caían. Nuestra última conversación se reprodujo como una cinta de video en los confines de mi memoria.
«—Tienes razón, merecemos una oportunidad —sonreí y ella también—. Hablaré con Stuart para pedirle unos días, realmente tengo que irme. Cura tus heridas, te prometo pensar lo de las terapias. —Abrió la puerta—. Por favor, deja de fumar, detesto el olor que queda en tu ropa.
—Te amo, cariño, conduce con cuidado y escríbeme cuando estés en el hospital.
—Yo también, te escribiré cuando llegue al hospital...»
Esas no podían haber sido nuestras últimas palabras.
—Detective Masen —Jasper colocó su mano sobre mi hombro—. Hemos localizado al teniente, está a cinco minutos de llegar, creo que sería mejor para él que el equipo forense termine su trabajo antes de que llegue.
—Necesito unos minutos…
—Edward… No lo hagas más difícil para él. —Esta vez fue, Dimitri quien habló.
La observé una vez más, sino fuera por sus ojos abiertos podía jurar que estaba dormida. Anhelé tenerla en mis brazos como hacía tantos meses no la tenía. Dos hombres se acercaron y Hale intentó levantarme, pero no lo hice, solo me quedé ahí, perdido; aún así, dejé que los médicos forenses empezaran a recolectar las evidencias.
—Cierren sus ojos, por favor, háganlo antes de que llegue Carlisle— murmuré al que estaba más cerca—. Miré a mi alrededor buscando algo, una huella, una pista, algo que me dijera sobre lo que sucedió en este lugar. quien era el culpable de esto.
—Vamos detective, déjelos hacer su trabajo. —Jasper me tendió su mano y me levanté observando el lugar—. Hay una gran cantidad de material dentro de la bodega, estamos clasificando y … —Se detuvo, porque igual no estaba escuchando, todo lo que podía ver era a los dos hombres manipulando el casi rígido cuerpo de mi mujer.
—Hay signos de violencia, ¿marcas visibles? —pregunté y uno de los médicos asintió, girando el rostro de Eva. Noté un gran hematoma cubrir su mejilla derecha, olvidé cómo se respiraba, mi pecho se contrajo con fuerza y empuñé mis manos.
—Tiene hematomas en el rostro, marcas de dedos en las muñecas. —Mostró sus brazos y rasguños en las manos.
—Ella se defendió… —murmuré para mí mismo—. ¿Algo más? Muestras de saliva… ¿Semen? ¿alguna muestra de ADN que nos dé una pista?
—Ninguna hasta ahora, pero podremos examinarla mejor en medicina legal —habló el otro hombre.
—¿Por qué mejor no me acompaña, detective? —Esta vez me dejé guiar por Jasper hasta la salida del callejón—. Estoy seguro de que Demetri compartirá con usted toda la información.
—Quiero llevar este caso.
—Sabe que no es posible, detective Masen —escuché la voz de Demetri—. Demasiados conflictos de intereses. —Miré hacia el callejón, mientras colocaban a mi esposa en una bolsa mortuoria, Alec se acercó a mí, palmeando mi espalda, un oficial llamó la atención de Demetri; y Cayo hizo una señal a Hale, dejándome solo con Johnson.
—Quiero un informe detallado de todo, Demetri.
—Edward, sabes que dadas las circunstancias, es preferible…
—No te lo estoy pidiendo, necesito saber… —mi voz se cortó y mis ojos se humedecieron—. No me inmiscuiré. —Mentí, solicitaría el caso tan pronto pudiera ir con el comisionado—. Pruebas, testigos, evidencia, cualquier cosa que ayude a atrapar al hijo de puta que cegó la vida de mi esposa, si estuvieras en mi lugar, sé que me pedirías lo mismo.
—No hay mucho que pueda decirte ahora. ¿Tienes idea del porqué tu esposa estaba en este lugar? ¿Porqué si quiera estaba fuera de casa?
Negué con la cabeza.
—Ella, me dijo que tenía una emergencia en el hospital.
—¿Tú dónde estabas?
«Bebiendo, pensando que ella me engañaba»
—Yo estaba en El Olimpo, con mi madrina, voy por una cerveza cuando Victoria está en turno nocturno… —Demetri me observó, arqueando una ceja, pero no dijo nada, debido a que los forenses pasaron a mi lado, los detuve colocando la mano sobre la bolsa.
«Encontraré a quien te hizo esto, cariño, te juro que lo encontraré»
Detrás de la cinta amarilla un Carlisle desesperado salía de su auto, corrió hacia nosotros ante la mirada atenta de varios de sus oficiales.
—¡Dime que esto es un error…! —gritó en mi dirección, bajé la cabeza sin saber qué decirle mientras lo veía cada vez más cerca—. Edward dime que...
—Yo… —mi voz volvió a quebrarse, no había manera en que pudiera decir esto.
—Lo siento mucho, teniente. —Escuché la voz de Demetri.
—Quiero verla, necesito verla… —Los agentes le permitieron abrir la bolsa descubriendo el rostro de Victoria. El cuerpo de Carlisle se tensó y hubiese caído al suelo de no haber sido por Demetrí y Jasper—. Mi niña, mi niñita, Edward.
No dije nada y por algunos minutos dejaron que Carlisle llorara por su hija, ante la mirada de pesar de muchos de los que estaban ahí. Jasper se acercó a Carlisle, diciéndole que debían proceder, mi suegro se limpió el rostro y asintió para que se llevaran el cuerpo.
—¡¿Dónde estabas?! ¿Qué hacía Eva aquí?
—Dijo que tenía una emergencia en el hospital, le pedí que no fuera, le supliqué que se quedara… —Los vi cerrar la bolsa y seguir hasta la furgoneta forense.
—Necesito ir con ella —dijo Carlisle—. Y tú necesitas buscar al responsable de esto — me exigió.
—Yo lo llevaré, teniente —murmuró Demetri, llevándose a Carlisle con él.
—Señor, la prensa está afuera, Alice ha tratado de detenerlos, pero están apelando al hecho de que es su deber informar.
—Yo me encargo de los buitres —dijo Cayo—. Ve con el cuerpo de Victoria, Edward, te mantendré informado —explicó antes de empezar a caminar ante la curiosa multitud que se arremolinaba alrededor de la cinta amarilla.
Miré una vez más al callejón, otro par de oficiales intentaban encontrar cualquier evidencia, otro más interrogaba a algunas personas y Cayo reunió a la prensa para hacer una breve declaración.
—Hale, quiero que te quedes aquí y quiero que me hagas saber cualquier cosa que el equipo forense encuentre, cualquiera, por mínima que sea, me la dirás. —Jasper asintió.
—Alice y yo lamentamos su perdida, señor.
Asentí.
—Hale, quiero un informe completo de las otras dos víctimas, iré a medicina legal.
Él dio un seco asentimiento con su cabeza. sin decir nada más me encaminé hacia el auto, Demetri y Carlisle ya no estaban en el lugar.
Me subí al coche, coloqué la llave en el encendido, pero no pude girarla, no pude hacer nada, la impotencia, el dolor, un extraño sentimiento de culpa y vulnerabilidad se apoderó de mi cuerpo. Golpeé el volante, una y otra vez, mientras mis sollozos aumentaban y las lágrimas nublaban mi visión.
Nada quedaba del policía que había intentado mantenerse ecuánime, ahora solo era el esposo dolido, el que sentía la perdida. Ahogué un grito y coloqué mi frente sobre el manubrio; respiré e inhalé con fuerza, no podía derrumbarme, no aún, no aquí; tenía que ir con Carlisle, con Victoria, Vicky me necesitaba ella… mis manos se convirtieron en puños, mi pecho bombeaba con fuerza. Tenía que ser fuerte, necesitaba ser fuerte.
Cerré los ojos y volví a inhalar profundamente por la nariz, aunque parecía que no pudiese retener el aire. Liberé mis dedos, llevando mi mano hacia la llave en el encendido y la giré.
«Conduce Edward, solo conduce.»
Hice el viaje hasta el instituto de medicina legal en menos tiempo del que hubiese pensado, realmente no iba muy rápido, pero tampoco a la velocidad permitida, mientras me dirigía hasta el viejo edificio, bloqueé todos mis pensamientos. Intenté pensar que era otra mujer, que mi esposa estaba en el hospital o en casa. En cualquier lugar menos aquí, dentro de uno de esos malditos contenedores.
Salir del auto tomó todo de mí y cada paso que daba en dirección a la oficina del forense encargado del cuerpo de mi esposa me sobrecogía y hundía en la terrible realidad.
El oficial Stanley fue el encargado de llevarme con Carlisle, estaba en una de las salas con el cuerpo de Victoria cubierto por una sábana blanca, solo su rostro descubierto. Inhalé con fuerza mientras colocaba mi mano en el hombro de Carlisle.
—¿Quién podría haberle hecho esto a mi niña? —masculló Carlisle, sin siquiera mirarme.
—No lo sé, pero voy a encontrarlo, Carlisle, te juro que lo encontraré.
—¿Dónde estabas tú? —Se giró, y tuve que dar un paso atrás, había más que dolor en la mirada de mi suegro y jefe, había ira, recriminación—. Te envié a casa Edward, te envié a casa con mi hija y luego ella aparece muerta en un callejón de mala muerte y tú… ¿¡Dónde estabas tú!? —gritó.
—Yo…
—¿Por qué la dejaste salir…?
—Te lo dije, ella me dijo que tenía una emergencia en el hospital yo… yo. ¡Joder, Carlisle! Intenté detenerla, le dije que necesitábamos hablar, le hablé de las vacaciones, le supliqué que se quedara; sin embargo, ella se fue. —Por los ojos de Carlisle se escurrieron gruesas lágrimas—. Yo amaba a Victoria, yo la amo, perderla… perderla me está doliendo tanto como a ti. —Mi propia visión se tornó borrosa—. ¿Tú no pensarás que…?
La puerta se abrió y McCarthy, Demetri e Irina Borren entraron al lugar. Carlisle secó sus lágrimas y estrechó la mano de Irina y Demetri.
—Necesito saber qué sucedió —demandó—. Necesito que el culpable de la muerte de mi hija esté tras las rejas —su voz fue enérgica, aunque llena de sufrimiento.
—Lo encontraremos, teniente Cullen —dijo con solemnidad Demetri.—Tenemos que hacerles unas preguntas y dejar que la doctora Borren termine el informe y con él cada… con la occisa. Acompáñenme, por favor.
Lo seguimos por el pasillo hasta la oficina que le fue asignada, Carlisle y yo nos sentamos en las sillas sobrantes mientras Demetri se sentaba detrás del escritorio.
—Bien, sé que esto no es fácil para ninguno de los dos, pero esto es parte del protocolo. ¿Tenía Victoria algún enemigo?
—¡No! —grité, levantándome de la silla.
—Cálmese, detective. —Demetri cruzó sus dedos, apoyando los codos en el escritorio—. ¿Quizá un paciente inconforme, una deuda, quizá? algo que nos lleve al asesino.
—Mi hija no tenía enemigos y la mayoría de sus pacientes eran niños —contestó Carlisle.
—El cuerpo de Victoria fue encontrado en una zona marcada por el contrabando y la distribución de estupefacientes, la primera hipótesis es que el asesino pudo colocarla ahí, pero tenemos a un testigo. La pregunta es si Victoria estaba consumiendo algún tipo de sustancia psicoactiva.
—¡Mi hija no era una drogadicta! —exclamó Carlisle enojado—. No te permito que…
Tomé su brazo, obligándole a mantener la calma, Vicky había tenido un episodio con las drogas, pero lo habíamos superado, ella no podía haber recaído. ¿O sí?
—¿Cuándo fue la última vez que viste a Victoria y dónde estabas cerca de las dos de la mañana, Edward?
La mirada inquisitiva de Carlisle se posó en mí.
—Trabajé hasta tarde, el teniente Cullen me ordenó ir a casa antes de la medianoche, cuando llegué a casa, ella estaba lista para salir, no la había visto desde la mañana cuando ella salió al hospital y yo a la estación.
—¿Te dijo a dónde iba?
—Habló de un accidente cerca a Seattle, que remitirían a algunos heridos al hospital y que necesitaba irse.
—¿Solo eso?
—Sí —mentí, no quería que toda la estación se enterara de mis problemas matrimoniales.
—¿Te quedaste en casa, luego de que ella se fue?
Negué —Fui con mi madrina a El Olimpo. —La ceja derecha de Demetri se levantó. El Olimpo era reconocido por su exclusividad y tipo de negocio—. Ella es la dueña y yo necesitaba hablar con alguien.
—¿Con alguien o con ella?
—¿Esto es un interrogatorio, Demetri? ¿Soy sospechoso de la muerte de mi esposa?
—Esto es protocolario, Masen. Tú lo sabes. —Se giró hacia Carlisle—. ¿Cuándo fue la última vez que vio a Victoria, teniente Cullen?
—Hace dos días, estuvo en casa mientras Edward estaba en una misión.
—¿Notaste algo extraño, en su apariencia física o emocional?
—Ya te dije que mi hija no es una drogadicta, es una doctora respetada. Estaba cansada, salió de turno y no quería llegar a casa sola.
—¿Te expresó si sentía angustia o miedo por su vida?
—No, y si hubiese tenido miedo o si su vida estuviese en peligro, ella me lo habría dicho.
—Bien, tengo el preliminar de lo recolectado en el lugar de los hechos.
—¿Han encontrado algo?
Demetri negó con la cabeza.
—Tenemos algunas muestras que recolectamos en el lugar y unas pocas del cuerpo de Victoria, pero esto es igual a nada.
—¿Revisaron bajo sus uñas? Ella peleó por lo que quizá haya alguna muestra de piel, algo de ADN bajo sus uñas —dije rápidamente.
—Supongo que la doctora Barren lo hará, ahora lo importante es que hay un testigo, una chica de veinte años, que en este momento esta en cirugía. —Dio un largo suspiro—. Necesitan ir a casa ahora. —Carlisle negó con la cabeza—. Nada hacen aquí, no entregaran el cadáver hasta al menos un par de días y el informe del forense no estará listo hasta mañana. Lo mejor que pueden hacer es ir a casa, descansar un poco y tener todo en orden para las exequias. —Se levantó de la silla—. Detective Masen, teniente Cullen, lo siento mucho.
No supe exactamente cuántas horas estuvimos ahí, pero salimos de la oficina, sumidos en nuestros propios pensamientos. Hasta que Carlisle se detuvo.
—Estabas con esa mujer…Con la prostituta.
—Solo me tomaba una cerveza con Esme , en su oficina., —Carlisle rio, fue una sonrisa triste e irónica, como si supiera que estaba mintiendo… porque mientras mi esposa yacía en un sucio y húmedo callejón, yo estaba perdiéndome en una botella de Jack. —No vuelvas a llamar a Esme prostituta.
—Es lo que es…
—¿Tú dónde estabas? Intenté llamarte al celular, pero nunca contestaste.
—Estaba ocupado… —murmuró sin más—. ¿Qué fue lo último que ella te dijo?
Una especie de nudo se instaló en mi garganta y tomó todo de mí tragarlo para poder hablar sin que la voz me temblara.
—Dijo que merecíamos más, dijo que quería ir de viaje conmigo. —Una lágrima se derramó por mi mejilla—. Dijo que pensaría acerca de la terapia… ¿Quién pudo haberle hecho esto, Carlisle?
—No lo sé, pero no descansaré hasta encontrarlo.
Bueno ya se esta desenredando todo ¿Tienen teorías? Me cuentan?
Nos vemos mañana!
