La historia está preservada bajo derechos autor!
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SeisEdward
Era poco más de media tarde cuando me despedí de Carlisle, luego de acompañarlo a su auto. Tardarían unos días antes de entregar el cuerpo de Victoria, este tipo de procedimientos era lento y demorado, pero estaba seguro de que Carlisle movería a todos sus contactos para que el procedimiento fuera todo lo contrario; no había comido nada desde el día anterior, pero tampoco tenía hambre, era como si todo mi cuerpo estuviera paralizado. La situación me agobiaba, la opresión en mi pecho me dificultaba respirar y las preguntas sin respuesta estaban a punto de volverme loco. Necesitaba tiempo a solas para asimilar todo.
Detuve el auto al llegar a casa, sin embargo, no me bajé, solo me quedé ahí, con los puños en tensión, agarrados al volante mientras observaba todo en penumbras. La realidad de saber que esta noche no volvería y que ninguna de las siguientes tampoco lo haría, laceró mi piel; por primera vez desde que recibí la llamada de Hale, sentí que no podía respirar. Con las manos temblorosas encendí el coche y salí sin mirar atrás. Conduje por horas sin llegar a un lugar fijo, solo deteniéndome para comprar una botella de Jack en una gasolinera, en medio de la lluvia que azotaba a Seattle.
Y con ella en la mano, bajo el arrecio de la lluvia, la llevé a mis labios, intentando olvidar las últimas doce horas de mi vida.
Amanecía cuando me detuve en la parte trasera del club de Artemisa, todavía llovía un poco, pero no era como si me importara. Siempre venía aquí cuando quería estar a solas, este lugar estaba reservado solo para el personal del club, sabía que a esta hora estaba vacío y, a pesar que la botella yacía vacía en el asiento del copiloto, no estaba completamente ebrio, ya que podía seguir sintiendo el dolor, la perdida, la ira, la frustración... Todo junto porque ella se había ido.
—¡Victoria! —grité, dejándome caer en la gravilla del parqueadero, la puerta se abrió y Felix, el barman y guardaespaldas de Artemisa, salió ayudándome a levantar. Sabía la noticia de la muerte de Victoria y el tiroteo; ya debía haber salido en las noticias, la prensa estaba ahí y sabía que no descansarían hasta obtener los nombres de las víctimas.
—Oh, Edward… Mi niño. —Esme acarició mi rostro suavemente—. Está helado, Felix, llévalo a mi recamara.
—Se fue… —susurré antes de estallar en sollozos—, se fue y lo último que le dije fue "te necesito como una vez tú me necesitaste a mí" le recriminé el haberse casado conmigo porque estaba embarazada de Benji…
—Tranquilo, muchacho. Llévalo —murmuró a Felix, pasando la mano por mi cabello—. Bree, prepárale un café bien cargado. Lauren, busca ropa, ve con Jessy a la casa de Edward. Consíganle ropa para varios días, de preferencia oscura, mi niña.
—Esme, ¿qué voy a hacer sin ella…? —murmuré aún sollozando.
—Sobrevivirás, mi niño, como siempre lo has hecho. —Acarició mi cabello nuevamente—. Yo cuidaré de ti ahora, como en los viejos tiempos.
—Artemisa —la voz de Bree se filtró por mis oídos—. Me gustaría…
—No es buen momento, hija… —Sentí cómo era arrastrado por el guarda . Subimos por las escaleras con mucha dificultad y luego mi cuerpo fue depositado en algo mullido, mientras Esme se sentaba a mi lado y deslizaba sus manos en mis cabellos. Sollocé no sé por cuánto tiempo, mientras ella me consolaba, luego me quedé dormido.
Desperté desorientado, estaba oscuro, pero sabía que estaba en el impoluto cuarto de Esmerald, las cortinas gruesas y oscuras impedían que cualquier tipo de claridad del exterior se colase en la habitación; pero estaba seguro de que era suya, ya que tenía impregnado el sutil aroma a jazmín del perfume que usaba Esme en las sábanas. Tallé mis ojos fuertemente, me levanté de la cama sin saber exactamente qué hora era.
Recordé todo lo que sucedió en la noche y la realidad me golpeó con fuerza.
«Era una pesadilla»
«Tenía que serlo.»
Pensé con tranquilidad, mientras pasaba las manos por mis cabellos, tenía solo mi bóxer puesto, lo que confirmaba mi teoría de que había pasado la noche aquí. Caminé hacia las ventanas, tropecé con uno de los sofás de Esme y abrí una de las cortinas para que la luz iluminara el lugar, necesitaba mi celular.
La puerta se abrió, dejando ver la curvilínea figura de mi madre a efectos técnicos.
—Veo que estás despierto —murmuró suavemente, llegó hasta la cama y me dio un albornoz.
—¿Hace cuánto tiempo que estoy aquí?
—Dos días, tuviste fiebre y deliraste un poco… —Palpó mi frente.
—Victoria… —Una lágrima se deslizó por la mejilla y mi garganta se cerró—. Dime que mi esposa no está muerta, que todo hace parte de una pesadilla…
Esme caminó hacia mí, dándome un abrazo; su cabeza se apoyó en mi pecho mientras volvía a derrumbarme con ella.
—¡Dios! Solo quiero despertar, Esme, solo quiero despertar, ayúdame a que no duela tanto, ¿qué voy a hacer sin ella, Esme?, ella es todo lo que tengo, ella es toda mi vida. Íbamos a darnos una nueva oportunidad, íbamos a arreglar nuestro matrimonio. ¿Cómo acabo con este dolor?, ¿cómo continúo respirando si ella no está aquí?
—Sé que duele, Edward, pero diste todo de ti por ella y, eso es con lo que tienes que quedarte. —Negué con la cabeza—. No hay nada que puedas hacer mí, niño, ella ya no está.
Me aparté de su abrazo.
—Edward.
—Sí puedo. ¡Soy un maldito policía! ¡Voy a encontrarlo y va a pagar por esto! —Empuñé mis manos, no descansaría hasta atrapar al culpable. El dolor no se iría hasta que no encontrara al responsable de la muerte de Victoria y lo pusiera tras las rejas.
Limpié mis mejillas y observé a Esme con una nueva determinación.
—Necesito mi ropa.
—Edward, ¿qué piensas hacer?
—¿Dónde está mi ropa y mi celular?
—Jess la dejó en el baño. Yo tengo tu celular, está en mi estudio.
—Me daré una ducha y te veré ahí —dije en voz baja pero resuelto, mientras caminaba al baño.
Sin embargo, una vez cerré la puerta, el dolor de la pérdida volvió a quebrarme; mis lágrimas y el dolor se mezclaron con el agua que caía desde mi cabello. Me rasuré, porque Victoria detestaba mi barba y traté, inútilmente, de arreglar mi cabello antes de vestirme y salir en dirección al estudio donde sabía que Esmerald me estaba esperando
—Edward —la voz de Bree me hizo detenerme antes de entrar al estudio—. Yo… Yo lo siento mucho.
Negué con la cabeza.
—No, no lo sientes… La odiabas.
—No la odiaba, ella simplemente no era mi persona favorita, aún así, nadie merece que le arrebaten la vida.
—Gracias, Bree.
—¿Puedo? —intentó acercarse, pero negué y abrí la puerta de una vez.
Esme me esperaba con una bandeja de comida que decliné, no tenía nada en el estómago, pero tampoco tenía apetito.
—Tienes que comer, hemos estado hidratándote cada vez que despertabas, pero no has comido nada, el caldo te ayudará —me aconsejó. Me senté frente a la taza humeante, llevé un poco de la sopa de pollo y fideos a mi boca—. Contesté una llamada de Carlisle. —Ella nunca llamaba a mi suegro por su nombre, sin embargo, no di mucha atención—. Entregarán el cuerpo de Victoria en horas de la tarde.
—¿¡Qué!? No puedes estar hablando en serio, se supone que tardan una semana para entregar el cuerpo.
—Bueno, al parecer él ha movido algunos de sus contactos, llamó para informarte que se ha encargado de todo lo relacionado con el sepelio y que solo necesita que estés ahí. —Me tendió una hoja de papel—. Ha programado que la ceremonia sea al caer la tarde.
—¿Por qué tanta prisa?
—Tienes que entenderlo, hijo, supongo que, para él, esto no es fácil…
—Está bien, supongo que es lo mejor. Terminaré esto e iré con él.
Ella negó con la cabeza.
—Quiere que lo veas en la capilla donde se llevará a cabo la ceremonia para el descanso de Victoria.
—¡Él no tiene derecho a elegir!
—¡Es su padre, tiene todo el derecho! —Se levantó de su silla y caminó hacia mí—. Ponte en su lugar, por una vez en la vida, piensa en él, en lo que debe estar sintiendo.
—¡Y lo que yo siento! ¡¿quién se apiada de mí?!
—Yo estoy aquí, no pidas piedad, Edward, si no puedes darla. En vez de apoyar a ese hombre, te perdiste en una botella de alcohol, ¿has siquiera pensado en lo que debe pasar por la cabeza de él? ¿En lo que ha vivido las últimas horas mientras que tú ahogabas tu pena con una botella de Jack y caminabas bajo la lluvia?
Tomé mi celular.
—¿Dónde están mis llaves?
—Edward.
—¡¿Dónde?! —Esme sacó las llaves de un cajón junto con mi placa, las tomé y me di la vuelta, completamente enojado por las decisiones de Carlisle.
—Edward… —Ella me siguió—. Edward, detente… No hagas de esto un problema, hijo, por favor.
—Solo tengo que salir —refunfuñé—, necesito ir a la oficina, necesito pensar…
Esme se acercó una vez más, colocando su mano en mi mejilla.
—Estaré contigo en el funeral, no hagas algo de lo cual puedas arrepentirte.
No fui inmediatamente a la oficina, di unas vueltas por la ciudad y luego volví al lugar donde Vicky fue hallada, habían pasado cerca de treinta y seis horas, pero el lugar estaba catalogado como escena del crimen, un par de oficiales hacían guardia, a pesar de mi deseo de volver al callejón, no lo hice; en vez de ello, encendí el coche y me dirigí hacia la estación, no sin antes llamar a Jasper, solicitándole el informe sobre lo encontrado en el laboratorio clandestino.
Era poco más de medio día cuando aparqué en la estación. No fijé mi vista en nadie mientras caminaba en dirección a mi oficina. Jasper me siguió con dos carpetas en mano, cerrando la puerta tras él.
—Señor, pensé que usted estaría en el sepelio de su esposa.
—Dame las carpetas, Hale —dije sin mirarlo, no quería ver la lástima en sus ojos, me tendió las carpetas y de inmediato me concentré en el informe, en las cantidades de amoniaco, etanol y acetona encontradas, los componentes de las pastas de cristal azul.
—¿Quién tiene la recolección de muestras?
—Newton, señor.
Mi celular vibró y lo saqué del bolsillo, observando el nombre de Carlisle en la pantalla.
Rechacé la llamada.
—Busca a McCarthy dile que lo necesito y ¿ podrías decirle a tu esposa que la necesito un momento?
—Sí, señor.
A pesar de que Brandon no estaba en mi división, siempre estaba dispuesta a colaborar en lo que necesitáramos. Mi celular sonó de nuevo y rechacé la llamada una vez más, revisé lo que habían encontrado en el laboratorio, además de la materia prima, una huella: una colilla de cigarrillo, una muestra de saliva en alguna lata de refresco… La puerta se abrió y Hale y Brandon entraron a la oficina.
—¿Dónde está el informe de las muestras de ADN?
—Laboratorio aún no lo ha entregado, señor —dijo Jasper—. McCarthy está fuera de la estación en este momento.
Alcé la mirada.
—¿Los informes balísticos de las víctimas?
—Están en poder del detective Newton. Señor, homicidios llevará el caso de los asesinatos, pero el capitán ha dado vía libre a narcóticos para todo lo relacionado con el laboratorio.
—¿Brandon, sabes si Mike está en la oficina? ¿Encontraron algo del hombre sin identificar?
—Toda esa información está en manos del detective Newton —repitió Wells.
Mi puerta se abrió nuevamente y Mike Newton entró a la oficina.
—¿Qué diablos?
—A ti te necesitaba, requiero los informes forenses de todas las víctimas. —Me sentía trabajando en piloto automático, como si necesitara mantenerme hablando solo para no volver a sentir el dolor que latía en mi pecho cuando recordaba a Victoria en ese mugroso callejón.
—Brandon, Hale, ¿nos darían unos segundos a solas? —Ambos asintieron saliendo de mi oficina.
—¿Qué estás haciendo aquí, Masen?
—Encontramos un laboratorio de metanfetamina y cristal azul, el capitán ha solicitado que narcóticos se haga cargo del caso.
—Sí, pero no a ti, uno de los chicos pueden hacerse cargo, encontraron a tu esposa muerta en el mismo lugar. —Le di una mirada de odio a Newton—. ¿No deberías estar ocupándote de eso?
—Estoy ocupándome de eso. —Repliqué, mi celular empezó a sonar y por tercera vez rechacé la llamada de Carlisle.
—¿Tienes el informe de las víctimas?
—Las víctimas pertenecen a homicidios, y sabes que eso lleva más tiempo, pero para que veas que realmente quiero que trabajemos en conjunto, recibí el informe preliminar de Victoria. —Arqueé una ceja—. No debería hacer esto, pero por nuestra amistad… —Deslizó una carpeta por mi escritorio—. Es una copia, Masen y, si alguien se entera de esto, será tu responsabilidad. —Se acercó a la puerta—. Un consejo, sal de aquí, ve con el teniente Cullen y despídete de tu esposa.
No estaba listo para ver el cadáver de mi esposa en un ataúd y no sabía si podría hacerlo. Una vez estuve solo, abrí la carpeta sacando los documentos del informe forense, sabía que esto solo era un preliminar. Inspiré profundamente antes de empezar a leer.
En el informe estaba detallado cada uno de los rasgos físicos de Vicky, las especificaciones del cuerpo y la descripción de cada una de sus heridas, explicando los diámetros y el tipo de casquete que había sido usado. Vicky murió por una bala en su frente, pero también tenía otras heridas, un hematoma en su mejilla derecha y un golpe en su ceja izquierda.
Cada palabra descrita en el informe era un orificio en mi pecho, respiré profundamente mientras seguía leyendo el documento, no detectaron ningún tipo de ADN externo.
El resultado parcial de la autopsia era claro: Mi esposa había muerto a causa de un trauma craneoencefálico, producido por un arma de fuego.
Cerré el archivo ante la presión en mi pecho, las lágrimas picaron en mis ojos y antes de que pudiera hacer algo, todo lo que estaba sobre el escritorio terminó esparcido en el suelo. Un sollozo escapo de mi garganta y la puerta de mi oficina tembló antes de escuchar la voz de Hale del otro lado preguntándome si estaba bien.
¿Cómo demonios podía estar bien? Como le pedían a un hombre que lo estuviera después de la muerte de su esposa.
Lloré, lloré hasta sentir que mi garganta se desgarraba, me estaba desmoronando y me importaba muy poco el lugar en el que estaba, en mi mente solo podía pensar en Victoria, en lo asustada que debió sentirse antes que le dispararan.
¡Tenía que encontrar al culpable!
Después de lo que pareció mucho tiempo logré recomponerme, Hale me había dejado solo después de unos minutos tras la puerta, limpié mis mejillas, recogí las cosas del suelo y las dejé sobre el escritorio, me tomó un minuto o dos estar completamente en control de mis emociones; al abrir la puerta, todas las miradas del lugar se posaron sobre mí, cuadrando mi postura les lancé una mirada que decía claramente que se metieran en sus vidas, pasé de Durant, Hale y McCarthy hasta quedar frente al escritorio de Alice Brandon.
Ella observó mis ojos inflamados y enrojecidos, pero no dijo una sola palabra sobre ello.
—Teniente Masen.
—¿Qué información tienes sobre Jacob Black?
—¿Black? —Alice preguntó y asentí. Ella tecleó en el computador rápidamente—. Tengo su expediente.
—Ven conmigo.
Caminamos de vuelta a la oficina, una vez más Alice no hizo ningún comentario sobre el estado en el que se encontraba, me senté detrás de mi escritorio mientras ella se sentaba en la silla de enfrente.
—William Jacob Black, veinticinco años, trabajaba con su padre en un taller mecánico, su único delito fue hace unos meses por una pelea callejera, pero pagaron su fianza, tenía un arma en la mano, una glock 26, diferente al arma con el cual acabaron con la vida de Victoria Masen, pero la bala que mató a Black, salió de una Beretta de 9 milímetros. Es todo lo que está aquí, señor, el equipo forense aún no entrega el informe preliminar, el teniente Cullen los ha tenido ocupados con… Victoria.
—¿Qué hay de la chica herida?
—Su situación es crítica, según el último informe que fue entregado al oficial Ralson, pero si ella se salva…
—¿Tienes el informe sobre ella?
—Lo imprimiré, señor.
Negué con la cabeza.
—Envíamelo por correo.
Alice asintió antes de salir de mi oficina, volví a cerrar con seguro y organicé algunas cosas antes de que llegara la alerta de correo. Una vez estuvo en mi bandeja de entrada, lo imprimí rápidamente, necesitaba tener toda la información.
Isabella Marie Swan
20 años.
UW Medical Center – Northwest Hospital.
Tenía que verla, ella era la única que sabía toda la verdad, e iba a decirme absolutamente todo.
