Nada me pertenece los personajes son propiedad de Stephanie Meyer.

La historia está preservada bajo derechos autor!

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Nueve.

Isabella

La cabeza me pesaba, abrí los ojos, la luz estaba encendida y me molestaba.

Jake estaba muerto…

Mi pecho se contrajo con fuerza, ante el recuerdo de Jake y lo que había dicho el policía, Jake estaba muerto, eso no podía ser cierto, tenía que ser una mala broma. Él corría rápido, tenía piernas largas que lo hacían veloz, él no podía simplemente estar muerto.

Un sollozo escapó de mi garganta e inmediatamente escuché el rechinar de una silla, moví la cabeza para ver a Eleazar sentado en una esquina mientras leía algo en su celular.

—Bien, despertaste —exclamó Eleazar, guardando el Smartphone en su chaqueta para luego levantarse de la silla, y caminar hacia mí—. ¿Cómo te sientes? —preguntó sin ningún tipo de preocupación, más bien, su pregunta fue desdeñosa, no contesté; en cambio, lo miré sin emoción—. Te hice una pregunta, Isabella.

¿Cómo me sentía? Perdida, estaba viviendo lo mismo que hacía meses atrás, quería despertar de la pesadilla en la que estaba envuelta, me dolía todo el cuerpo, pero más me dolía el alma.

—¿Lo que dijo ese policía es cierto, Jake está muerto? —carraspeé y Eleazar asintió, las lágrimas escocieron en mis ojos y una solitaria resbaló por mi mejilla, había tenido la esperanza que fuese una equivocación.

Él se sentó frente a mí en un espacio en la cama.

—Tienes que calmarte, Isabella, llorar no hará que tu novio y esa mujer regresen a la vida —musitó fríamente—. Tenemos un problema más grande aquí, eres testigo de dos homicidios y la policía querrá tu declaración. —No dije nada por lo que siguió—. Déjame contarte una historia. Cuando tenía tu edad, escapé de casa, tomé mi motocicleta y pensé en huir lejos.

—No estaba escapando, solo estaba en una fiesta —lo interrumpí, él hizo un ademán con su mano, restándole importancia a lo que acababa de decirle.

—Mi madre era una mujer con un carácter terrible, una mujer que quería marcar cada paso que debía dar en la vida, me casaría con la mujer que ella elegiría, estudiaría lo que ella deseara, incluso, tenía prohibido el contacto con mi hermano, ¿crees que nunca me acerqué a tu padre por no quererlo? Acercarme a él significaba renunciar a los privilegios con los que fui criado; sin embargo, conocí a Carmen y estaba dispuesto a perder todo por ella —continuó—. Ese día, luego de que se anunció mi compromiso con la hija de una amiga de mi madre, supe que no podría soportarlo más; estaba anocheciendo cuando me detuve en un parque al sur de la ciudad, tenía que trazar un plan, pero tenía hambre, así que compré un hotdog a un hombre en un andrajoso carro, me senté a una distancia cercana para calcular mi siguiente paso; no muy lejos, aunque andrajoso, el hotdog estaba bueno, seguramente me comería otro solo por llevar la contraria a los hábitos saludables de mi madre. Mientras comía, vi cómo dos hombres con rostros cubiertos llegaron donde el hombre y lo golpearon, mi primer instinto fue levantarme y hacer algo por el vendedor de hotdog, pero uno de los hombres me miró y pasó la mano por su cuello en una muestra de que si intervenía yo sería el siguiente. A pesar de que hui y volví a casa una cámara me capto, un par de días después dos oficiales fueron a mi casa, el hombre estaba muerto lo que me convertía en un testigo…

—Yo…

—Regina me contó sobre los oficiales que vinieron por la mañana.

—¿Oficiales?

—Sí, Isabella, dos oficiales, uno que no pudo llegar a ti y el otro que irrumpió en la habitación. Ellos querrán tomar tu declaración, como dije, eres la única testigo de un doble asesinato.

Mi garganta se contrajo al pensar en Jake.

—No te he contado mi historia por que sí. Bella, sino porque se de primera mano lo que conlleva convertirse en un testigo, la presión a la que eres sometida por parte de la policía—colocó su mano en mi hombro sano y apretó gentilmente —tu aun no terminas de recuperarte de lo ocurrido en ese terrible accidente en donde tantas personas perdieron la vida —el recuerdo del accidente volvió a mi con fuerza — quiero que puedas jugar bien tus cartas, que pienses en lo que te Beneficie a ti y solo a ti, porque solo tu cargaras con tus decisiones; los oficiales van a volver, ellos querrán saber todo lo que viste, todo lo que ocurrió la noche que escapaste de casa, como una ladrona solo para ir a una fiesta y fumar yerba. —Abrí los ojos ante su acusación—. Sí, lo sé, vives en mi casa, Isabella y yo también fumé en mis años de adolescencia, se a lo que huele la maldita marihuana, supongo que es una fase, por la pérdida de tus padres y si no lo es, realmente no me importa qué mierdas le metes a tu cuerpo, dentro de poco tendrás la edad suficiente para hacer lo que quieras, recibirás tu fideicomiso y, seguramente te irás de mi casa. Te aseguro que no seré yo quien impida que hagas con tu vida lo que te plazca, siempre y cuando, repito, no jodas mi apellido, ni jodas al bufete, así que esto es lo que te aconsejo que hagas.

Dejé de escuchar a Eleazar, evocando los recuerdos de la mañana, cuando ese oficial irrumpió en la habitación, recordé el miedo que sentí, al verlo, se parecía mucho a ese hombre. verlo llegar sin ningún aviso trajo a mi mente imágenes de esa noche, esa en la que Jake murió intentando salvar mi vida, no podía simplemente decir que no recordaba nada, cuando todo estaba aun fresco en mi memoria.

Tenía que hacerlo por Jake.

Brand seguía hablando sin siquiera detenerse, hablaba de ciudades y estrategias, pero no lo estaba escuchando.

—Entonces cuando la policía regrese tú…

—Voy a colaborar con los oficiales —lo interrumpí—, yo voy a…

—¡Calla! ¿Si quiera te estás escuchando? ¿escuchaste mi historia? —siseó con molestia—. ¿Sabes qué va a suceder si haces eso? Desde que llamaron a nuestra casa para decirnos que estabas ingresada en este hospital, he estado investigando todo sobre el caso. Tengo amigos en la policía, hay teorías, dicen que la mujer era hija de un oficial de alto rango, esposa de otro…

—Pero ellos tienen que pagar… —lloré—, tienen que pagar por la muerte de Jake.

—¿Y tu vida, Isabella? He leído que esto está relacionado con la red de una nueva droga conocida como cristal azul, se habla de gente poderosa, trata de blancas, red de narcotráfico, crimen organizado. ¿De verdad crees que esto va a acabar con tu declaración? Cuando los atrapen, irás a juicio, te convertirás en un objetivo Isabella, porque estos hombres no trabajan solos, hay toda una organización detrás de ellos, son hombres cuya principal ley es la venganza.

—¡No sé qué intentas decirme!

—¡Que seas inteligente, con un demonio! Usa el cerebro que tienes, tu padre se vanagloriaba y orgullecía de tu coeficiente intelectual, que por cierto, creo que está podrido en marihuana. Porque la chica de la que mi hermano hablaba no la he visto aparecer en estos meses —sentenció con dureza—. Te sacaré del país, escoge tu destino y vete.

¿Irme?

—No hay mucho que pensar Isabella, elige un destino, apégate a la historia de no saber nada, de no recordar nada, te sacaré de aquí tan rápido como tú escapabas de mi casa.

—Pero y… ¡Y Jake!

—Jake, el chico que te daba drogas, está muerto Isabella. —Negué con la cabeza—. Y si no quieres ir a hacerle compañía, deberías sopesar la opción que te estoy ofreciendo.

Ni siquiera había pensado en esa opción, no había pensado en nada, pero quería que ese hombre pagara por la muerte de Jake, él no merecía morir así y yo no podía quedarme callada sabiendo que mi testimonio podía ayudar para que atraparan a ese tipo.

—Esto no es lo que quería para mí, para mi vida —susurré.

—¿Y qué más querías, Isabella? Vivías una vida de excesos, ¿pensaste que yendo a fiestas y drogándote, tu vida iba a cambiar para mejor?

—No hiciste nada…

—No hubieses dejado que lo hiciera y realmente tampoco iba a hacerlo, el ser humano debe aprender de sus decisiones, sean acertadas o no, especialmente en lo que se refiere al dolor. Esto lo has creado tú, esta es tu vida, la que elegiste mientras estabas ocupada matando tus neuronas a punta de porros; ahora, lo único que te queda es ser inteligente, porque estarán sobre ti, te buscarán hasta debajo de las piedras, si colaboras con la policía. —Eleazar respiró con fuerza, podía ver su enojo a pesar de que era un hombre que fue criado para enmascarar sus emociones, sacó de su bolsillo el celular—. Llamaré a mi secretaria, Madrid es un buen lugar, podrás empezar la universidad allá el siguiente año, yo te enviaré una cantidad de dinero cada mes hasta que cumplas los veintiún años y podrás vivir cómoda con…

—No lo haré. —Estaba más allá de asustada, lo último que quería era ponerme ante la mirada de ese hombre una vez más, pero mis padres no me criaron para convertirme en una rata que huía, no era una cobarde—. No me iré, yo… —Un nudo apretó mi garganta y mis mejillas se humedecieron debido a mis lágrimas—. Yo no dejaré que ese hombre esté por ahí, no cuando Jacob murió intentando salvar mi vida.

—Eres una idiota…

Alcé la mirada observando con fiereza al hermano de mi padre.

—Mi padre se revolcaría en su tumba si echara por tierra todas sus enseñanzas.

—¿Qué no es eso lo que has hecho estos últimos cuatro meses? —satirizó Eleazar.

—Pues, ya no más, diré todo lo que ocurrió esa noche al siguiente policía que venga —mi voz titubeo y Eleazar negó con la cabeza.

—Es tu última palabra. —Asentí—. Bien, un consejo, por el amor que le tuve a tu padre: solicita ser parte del programa de protección a testigos, a cambio de tu colaboración. El estado se encargará de darte una nueva vida Isabella, empezar de cero, olvidar todos los errores que has cometido y empezar una vez más, incluso, podríamos cambiar tus apellidos y llevar el apellido de la familia.

—Soy una Swan

—Pues, ya no lo serás, sobrina, tu estúpida etapa de rebeldía te ha quitado tu apellido.

La puerta se abrió y una enfermera entró, inmediatamente Eleazar volvió a su silla mientras ella revisaba las máquinas a las que aún seguía conectada.

Lo miré con odio mientras por mi cabeza repasaba las últimas palabras que dijo, él se equivocaba, yo siempre seré una Swan

Edward

Volver a la casa que compartí con Victoria durante tantos años sin que ella estuviera ahí, fue sin duda una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. A pesar de que en los últimos meses ella nunca estaba, podía sentir el vacío que habitaba en el lugar, pensar en nuestra estúpida pelea de esa noche, me hizo querer tirar todo y quemar la puta casa desde los cimientos. No lo hice, supongo que fue porque ella fue quien eligió esta casa como nuestro hogar.

Me dejé caer en el sofá, tomando la fotografía de nuestro matrimonio, mi sonrisa y la de ella. Era consciente de que no me amaba, pero tenía una resolución, iba a hacer todo lo posible para que ella lo hiciera, estábamos llenos de sueños, quería apoyarla en todo lo que necesitara, quería perderme en ella y que ella se apoyara en mí.

Y lo logramos por unos meses.

—¿En qué momento nos desviamos del camino, amor? —pregunté a la fotografía, como si esta pudiera contestarme.

Las lágrimas corrieron por mis mejillas, el dolor en el pecho se ramificó a todo mi cuerpo; abracé la fotografía y me permití llorar antes de sacar mi celular del bolsillo, marcando los números que me sabía de memoria.

—Hola, muchacho.

—¿Puedes ayudarme, Esme? No puedo hacer esta mierda, no puedo.

—¿Dónde estás?

—En casa, Carlisle quiere que empaque las cosas de Vicky, pero no puedo siquiera acercarme a nuestra habitación, estoy sujeto por curitas, Esme, me estoy quedando sin aire a pesar de que puedo respirar. Te necesito, por favor, te necesito.

—Voy para allá. Deja todo en mis manos, cariño.

Esmeralda llegó quince minutos después, encontrándome en el mismo lugar desde donde realicé la llamada telefónica.

—Mi niño… —Tomó mi rostro.

—Nunca voy a poder olvidarla, Victoria hizo una herida que dejará en mi piel una cicatriz eterna.

—Esa herida poco a poco encontrará el camino hacia la sanación. ¿Han encontrado algo, una pista?

—No tengo ningún indicio, no tengo nada que me llevé a los culpables de su muerte —murmuré perdido—. No quiero estar aquí, no sin ella.

—Es mejor que vayamos a casa hoy, después de todo, mañana será otro día, mi niño; y por muy fuerte que sea la tormenta, el sol siempre brilla al día siguiente. —Se levantó y me tendió la mano. Felix estaba fuera de la casa cuando salí con Esme—. Lleva el auto de Edward al Olimpo —murmuró hacia él, que asintió y se dirigió a mi auto.

Mientras Esme conducía, noté rápidamente que no era el camino hacia el club.

—¿A dónde vamos?

—Necesitas paz y un lugar lejos de todo esto, Bree Felix y Jessy se encargarán de recoger las cosas de Victoria y llevarlas con Carlisle, además de empacar los muebles y demás cosas en la casa, mientras decides qué hacer con ella. Tu habitación en el club siempre será tu habitación, al menos hasta cuando sientas que puedes volver o, decidas vender el inmueble.

—No has respondido mi pregunta.

—Tengo una cabaña en Idaho, que es, justo lo que necesitas en estos momentos: pinos altos, naturaleza y el arrullo del agua. Se la compré a un viejo gruñón que ya no la quería, la remodelé y es perfecta, además, está bastante alejada del resto de las cabañas. He hablado con Carlisle, sé que necesitas estar el lunes a primera hora en la oficina. Solo estamos a un par de horas de Seattle, volveremos el domingo; tú solo toma estos días para pensar en ti.

La cabaña quedaba cerca de un acantilado que colindaba con un río de poca corriente, tenía algunos desperfectos a pesar de la remodelación, descubrimos un pasaje que iba del río hasta el sótano de la casa, estaba descubierto y podría ser una entrada para animales, por lo que Esme y yo conducimos hasta el pueblo para conseguir una puerta y algunos helechos naturales. El fin de semana trascurrió rápidamente mientras trabajaba en la casa y me olvidaba de todo lo que necesitaba resolver en Seattle. Sin embargo, la tranquilidad que había sentido en la cabaña desapareció tan pronto pisé la estación el lunes por la mañana.

Saludé a Hilda, la secretaria de Carlisle, le dije que tenía una cita con su jefe. Podía sentir todas las miradas sobre mí, seguramente Ateara ya había comentado lo loco que me volví en el hospital; aun así, no bajé la mirada. Como esposo y detective estaba en todo mi derecho de saber la verdad sobre qué pasó con mi mujer la noche de su muerte y si Isabella Swan era la única que sabía, tendría que decírmelo.

—Tengo una reunión con el teniente Cullen.

—Enseguida le aviso, detective Masen. —Vi a Alice y a Jasper a lo lejos y también vi a McCarthy, pero en el momento que iba a preguntar sobre su misión, Hilda me dijo que Carlisle me estaba esperando. Caminé hacia la oficina y abrí la puerta. El comisionado Lewis estaba sentado en la silla de Carlisle mientras este estaba cerca a la ventana de su despacho; y frente al comisionado, estaba sentando Aro Vulturi, la silla al lado estaba vacía.

—Detective Masen —habló el comisionado extendiéndome la mano, la estreché brevemente y luego me indicó que me sentara. Miré hacia Carlisle, pero él solo dio un gran suspiro. Observé que en su escritorio reposaban dos carpetas, tomé asiento y le asentí a Vulturi, aunque lo único que quería saber era qué demonios hacía este hijo de puta en una reunión con Carlisle y el comisionado—. Estaba fuera de la ciudad cuando sucedió lo de su esposa, como le he comendado al teniente Cullen el departamento de policía de Seattle no escatimará en recursos hasta encontrar a los responsables de la muerte de Victoria Cullen y la otra víctima.

—Gracias, le aseguro que no voy a parar hasta descubrir quiénes son los culpables y así llevarlos ante la ley.

—Lo sé, detective, la fiscalía ha decidido salvaguardar la vida de Isabella Swan; ella ha confirmado sus deseos de colaborar, ya se ha hecho lo pertinente para que ingrese al programa de testigos protegidos. Por otra parte, el detective Vulturi será el encargado de llevar esta investigación, junto con el detective Biers de narcóticos, ambos departamentos trabajaran en conjunto.

—Pero ¡qué! ¿Por qué? —Me levanté de la silla—. ¡Este es mi caso! —Empecé a sentir mi sangre hervir, no me iban a apartar del caso.

—Siéntate, Edward. —La voz severa de Carlisle me hizo observarlo con furia.

—¡Tú sabías esto! Te lo pedí, te dije…

—¡Silencio, detective Masen! —ordenó con voz potente.

Me senté, sintiéndome desesperado, molesto, no podían sacarme de este caso, se lo debía a mi esposa, tenía que encontrar a quien le había quitado la vida. Coloqué mis manos sobre el escritorio y bajé la cabeza, inhalé con firmeza, controlando la furia que me invadía por dentro.

—Comisionado, yo… Por favor, permítame, yo necesito —mi voz se cortó—. Yo…

El comisionado me palmeó la mano que estaba sobre el escritorio de roble de Carlisle.

—Sé lo que quiere, detective Masen, pero usted conoce los protocolos, sabe perfectamente que no puede llevar este caso.

—Créame cuando le digo que estaré centrado, día y noche, no descansaré hasta que encuentre al culpable.

—Lo sé, Edward. —Miró a Vulturi—. ¿Detective Vulturi, puede darnos un segundo? El detective Biers lo espera en su oficina.

El imbécil salió sin decir nada, lo odiaba, era un egocéntrico que pensaba que tenía el departamento en sus manos por estar casado con la sobrina del comisionado.

—Carlisle, toma asiento, por favor.

—¡Me estás sacando de mi puesto, Lewis! No puedes pretender que me siente y me haga a un lado mientras el asesino de mi hija está allá afuera.

Así que Carlisle también estaba fuera de todo.

—Como hombre entiendo lo que están sintiendo. —Trato de convencernos. Carlisle negó con la cabeza—. Lo entiendo Carlisle, hemos sido amigos por años, Vicky jugó a las muñecas con Pandora, mi familia te aprecia, pero es mi deber como comisionado mantener en este caso a una persona que piense con cabeza fría y no se deje llevar por el dolor.

—Yo…

—Edward, primero te hablaré como tu superior y, esto va también para ti, Carlisle. No pueden hacer parte de este caso debido a lo que los une a él, sin contar que lo que ocurrió en el hospital con la señorita Swan no fue profesional, ni ético. El tío y tutor de la víctima es Eleazar Denali de Denali, Prest y Gorden Abogados, Isabella no colaborará, si tú estás en el caso; de hecho, ha pedido una orden de alejamiento de su sobrina, no podrás estar a menos de tres metros de la chica.

—¡Pero, Vulturi! —reviré.

—Aro hace parte de la unidad de homicidios, además, cuenta con mayor experiencia y campo en este tipo de casos —intenté hablar, pero él me detuvo—. Y Ryle Biers es casi tan bueno como tú. Tengo a dos de mis mejores hombres en este caso. —Se levantó de la silla y caminó hasta sentarse en el borde del escritorio—. Como hombre sé lo que es perder a tu esposa, como comisionado es mi deber manejar este caso con interés legítimo en la investigación.

—¿Quién puede estar más interesado que yo? —levanté la voz—. ¿Que Carlisle? Perdí a mi esposa, Carlisle perdió a su única hija.

—Estoy aquí, haciendo esto personalmente porque los estimo, pero la decisión está tomada. Carlisle, Edward están fuera de la investigación por el homicidio de Eva Masen Grey y Jacob Black. Biers y Vulturi llevarán este caso. De hecho, están fuera de la estación por treinta días.

—¿Aparte de todo me suspendes? —Carlisle parecía completamente enfadado, se levantó de la silla, maldiciendo entre dientes solo para volver a su lugar en la ventana.

—No te suspendo, amigo. —El comisionado Lewis también se levantó de su silla, tomó las carpetas que tenía en el escritorio, estaba completamente seguro de que eran los expedientes que entregó criminalística, afortunadamente, tenía una copia en mi escritorio. Lewis caminó hacia Carlisle y palmeó su hombro—. Necesitas unos días para ti, supe que no aceptaste los días que tienes que tomar para asimilar el duelo por la muerte de tu hija, aprovecha y sal de la ciudad. Esto lo hago solo porque eres tú, regresa en cinco días y hazte cargo de los casos que están pendientes, te pido que dejes a los detectives Vulturi y Bears trabajar en el caso del laboratorio del centro. —Eso era Victoria, eso era justo lo que no quería que ella se convirtiera, que no fuese vista como solo un caso, ella era mi esposa y me la habían arrebatado—. Sigues siendo el teniente de policía de esta dependencia. En cuanto a usted teniente Masen, lo que ha sucedido en el hospital es algo que está fuera de toda comprensión, después de considerarlo, hemos decidido que usted no se encuentra en óptimas condiciones para retomar sus labores, por esta razón y como sanción por lo ocurrido, estará fuera de la estación por las siguientes dos semanas, el detective Durant estará encargado de su unidad durante este tiempo; cuando regrese, le sugiero trabajar en sus demás casos y no interferir en la investigación sobre este. Debo irme porque tengo una reunión que requiere mi presencia.

—Así no más —dije entre dientes, levantándome de la silla—. Salgan de la ciudad, diviértanse —ironicé—, mientras mi esposa yace tres metros bajo tierra y el culpable está allá afuera.

—No tengo nada más que agregar, detective Masen, usted tomará la suspensión, no se acercará a la señorita Swan y Durant lo apoyará en narcóticos, durante su tiempo fuera no volveré a repetir las razones por las cuales he tomado esta decisión, si incurre en desacato, me veré obligado a darle una suspensión definitiva. —Con esa última amenaza salió de la oficina. Observé a Carlisle volver a su silla.

—¿¡No harás nada!? ¡Dejas que nos saquen sin más! ¡Que tu hija sea tratada como un caso más!

—¿Qué se supone que haga?, Lewis es mi superior y ha dado una orden. —Me dejé caer en la silla—. Sabía que esto pasaría, lo vi cuando apenas era oficial. Nos apartan y nos mantendrán al margen de todo lo ocurrente con la investigación.

—Le prometí a Victoria que encontraría al culpable y pienso cumplir.

—Edward, no podemos desacatar una orden, pienso que lo mejor que podemos hacer es apartarnos.

—¿Me estás escuchando?

—Tengo una casa en Vancouver, creo que pasaré unos días allá, necesito estar solo, pensar, tu deberías hacer lo mismo.

—¡Carlisle!, le prometí a tu hija…

—Te escuché, pero te pido como superior y como padre de Victoria, que te mantengas al margen, y dejes que la justicia se haga cargo. Confío en mi departamento y sé que harán lo que esté en sus manos para atrapar a ese maldito, yo tomaré estos días para asimilar mi perdida.

—¿Asimilar tu perdida? ¡Han pasado dos semanas! Dos semanas y no hay una pista y, piensas quedarte de brazos cruzados.

—Acataré una orden de mi superior, Edward.

Negué con la cabeza.

—Si es todo lo que tienes que decir... —Carlisle no dijo nada, en cambio, tomó una de las fotografías, me levanté de la silla completamente enfadado, cerré la puerta con fuerza y caminé hacia mi oficina.

Hice una promesa y pensaba cumplirla.

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Gracias por todos sus Revs!

Feliz cumpleaños a miiiiii