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Doce
Capítulo 12Isabella
—¿Está segura? —Me dejé caer en la silla detrás de mí, llevándome las manos a la cabeza, cerré fuertemente los ojos—. ¡Señorita Swan! —Toda la habitación se movía a mi alrededor, sentía cómo si alguien me sujetara del cuello, alcé la cabeza intentando respirar, pero parecía no ser suficiente, a lo lejos vi al asistente de fiscal sacar su teléfono presuroso, los agentes de la DEA acercaron sus carpetas, el zumbido taladraba mis oídos, podía ver al detective Vulturi frente a mi intentando decirme algo, pero no lo escuchaba.
No escuchaba a nadie.
La agente Brandon se colocó frente a mí instándome a respirar suavemente, entendí que estaba teniendo un ataque de pánico, ella había estado en la casa cuando tuve los dos últimos, el primero por la explosión de una llanta y el segundo cuando uno de los Marshal abrió la puerta sin tocar primero, fue ella quien me ayudo con ambos, fijé mi mirada en ella, como si nada fuera de las dos existiera poco a poco el ruido de la sala volvió.
El detective Vulturi gritaba, el fiscal estaba a un lado ladrando ordenes, Eleazar estaba lívido mientras el detective Vulturi me enseñaba una fotografía en una carpeta que le habían entregado los agentes de la DEA.
—Es ese hombre identificado como James Witherdale ¿es Daddy?
—Señorita Swan, necesitamos una respuesta —señaló el asistente del fiscal.
Miré al hombre de nuevo, había cambiado su aspecto, ya no era rubio, su cabello estaba cortado al estilo militar, pero era él, era la misma mirada el mismo porte… Era él.
—¿Señorita Swan?
—Es él —murmuré lentamente.
—Dígalo en voz alta señorita Swan —habló el fiscal.
—¡Es él! —Me levanté de la silla completamente alterada, caminé hacia la ventana tintada donde un oficial hacía salir a los hombres; sin embargo, él estaba ahí, del otro lado mirando hacia la ventana como si pudiese verme a través de ella—. Yo lo vi apuntarle a esa mujer y disparar sin siquiera vacilar —dije entre el llanto y la conmoción—. El hombre que estaba a su izquierda también estaba ahí esa noche, fue quien fue tras nosotros, quien disparó primero, no reconozco a los demás —mi voz salió como un chillido antes de cubrir mi rostro y dejar que los recuerdos me invadieran.
—Bien, agente Brandon, lleva a la señorita Swan a mi oficina, necesitaremos una nueva declaración.
—Iré con ella —dijo Eleazar levantándose también.
—No puede hacer eso licenciado Denali, Isabella ahora está a cargo del departamento de policía, por su bienestar, es necesario que solo un agente este con ella.
—Soy su tutor, además de su abogado, teniente. Necesito saber cómo esta, es mi deber velar por que ella este bien.
—Lo lamento.
—Solo serán unos minutos. No puede prohibirme el hecho de querer hablar con mi sobrina.
—Solo cinco minutos Brandon —dijo el teniente a regañadientes.
La agente Brandon me ayudó a levantar y caminó junto a mí. No registré la distancia, solo cuando ella me dejó sentada en un mullido sofá, noté lo mucho que mis manos temblaban y las lágrimas que seguían resbalando por mis mejillas.
—Pediré un té para ti, estás muy alterada. —Levantó el teléfono y marcó un par de dígitos, pero luego colgó frustrada—. No contestan el teléfono.
—Podría ir por el —dijo Eleazar
La agente Brandon arqueó una de sus cejas.
—Mi deber es proteger a Isabella.
—Soy su tutor, su tío y abogado. ¿Cree que podría hacerle daño?
—Solo hago mi trabajo.
—Entonces consiga ese té.
Alice lo ignoró en cambio sacó su celular y la vi testear algo de manera rápida, Eleazar se acercó a mí, sentándose a mi lado en el sofá.
—¿Cómo has estado? Hemos estado muy preocupados por ti — murmuró en una perfecta actuación.
—He estado bien.
Él tomó mis manos entre las suyas.
—Todo estará bien Isabella, estás haciendo lo correcto.
Un golpe en la puerta me hizo saltar.
Alice que había estado observando nuestra interacción, fingiendo leer algo en su celular, caminó hacia la puerta, solo fueron unos segundos, pero fue suficiente para que Eleazar me acercara a él en lo que parecía un abrazo fraternal.
—¡Qué mierdas hiciste! debiste haberte ido del país cuando te di la opción —me reprochó, mientras la agente Brandon recibía la taza con el té , pero todo mi cuerpo estaba tenso por la cercanía y el reproche de Eleazar—. Tuve que enviar a Carmen fuera del país, tu aventura nos ha puesto a todos en la mira de esos hombres, he estado recibiendo amenazas en el bufete, si alguno de nuestros clientes se entera…
—Isabella. —Escuché la voz de Alice, pero Eleazar no me soltó.
—Sé inteligente, retráctate, di que te confundiste o cualquier mierda, no me importa, pero hazlo o te arrepentirás.
—Bella. —Esta vez él me dejó ir, deslizando la mano por mi cabeza mientras murmuraba que todo estaría bien. Alice me tendió la taza y un fuerte aroma a toronjil quemó mi nariz—. ¿Te sientes bien? —Asentí llevándome la taza a la boca solo para disimular el shock que las palabras de Eleazar me habían dejado. ¿Retractarme? Vivir huyendo y con miedo ¿Qué me garantizaba que ese hombre no me buscaría después de que me retractara?
No, no lo haría, él tenía que pagar por la muerte de Jake incluso por la mujer del policía, ninguno de los dos merecía morir esa noche, Eleazar se levantó de la silla y caminó hacia un costado sacando su propio celular del bolsillo.
—No puede hacer ninguna llamada licenciado.
—Lo siento —se disculpó—. También estoy un poco nervioso —murmuró, sin embargo, articuló que me retractara, una vez Brandon le dio la espalda.
—¿Te sientes mejor?
Asentí a Brandon justo antes de que el teniente Vulturi entrara a la habitación, junto con el asistente del fiscal del distrito y dos hombres más, todos se acomodaron en la oficina sin perderme de vista. Dejé la taza con el té a medio tomar cuando Vulturi se acercó a mí.
—Sus facciones coinciden con el retrato hablado que diste cuando aún estabas en el hospital, ha cambiado su apariencia, pero es él, lo tenemos. Sin embargo, necesitamos tu firma en la declaración final.
—¿Tiene que ser hoy? ¡Mi sobrina ha sufrido suficiente con todo esto! Ella está dispuesta a colaborar en todo lo que sea necesario, pero…
—Con personas como Daddy es necesario que actuemos con rapidez —argumentó uno de los agentes de la DEA—. La declaración solo le tomará unos minutos.
A pesar de las malas caras de Eleazar, volví a dar mi declaración, contestando cada una de las preguntas que el fiscal, quien se identificó como Collin Hall, me hizo. Las horas pasaron lentamente y para cuando terminamos, el sol empezaba a ponerse y yo estaba lista para ir a casa y olvidar este día. Estaba agotada tanto física como mentalmente.
—¿Puedo irme ahora? —pregunté mientras el fiscal recogía todos los documentos que había firmado.
—Los agentes Cayo y Cayo la llevaran a junto con la agente Brandon, con las pruebas y su declaración, podremos acusar formalmente a James Witherdale por la muerte de Jacob Black y Victoria Cullen
Justo antes de salir de la estación, Eleazar volvió a envolverme en un abrazo incómodo solo para susurrarme en el oído que esperaba que no lo lamentara.
Sabía que no lo haría porque Jake tendría justicia, incluso Victoria.
Salí de la estación de policía rodeada de hombres que juraban protegerme, Brandon volvió a colocarse a mi lado en el asiento del pasajero mientras que el agente Riley y él agente Cayo ocuparon sus lugares, observé el auto frente a nosotros que empezaba a escoltarnos, mi mirada vagó fuera del vehículo donde Vulturi y Eleazar me observaban.
Estaba hecho.
Edward
Lo siento señor, tenemos problemas; al parecer, tenemos a Daddy.
Releí una vez más el mensaje de Jasper Hale.
¡Maldita sea!
Aún tenía una semana antes de poder volver a mi cargo. Pero necesitaba ver a ese hijo de puta, necesitaba verlo y matarlo con mis propias manos si era posible, así que salí del coche y caminé directamente hacia la estación.
Me tomó casi media hora llegar, desde que Hale me envió el mensaje, se suponía que no debía estar aquí, pero me importaba una mierda lo que supusieran los demás.
Subí las escalinatas, atravesé las puertas de vidrio y le sonreí a Adriana que se sorprendió al verme.
—Detective Masen, Pensé que su licencia se vencía la próxima semana.
—Solo vine por unos documentos que necesito, Adriana —musité sin detenerme, preguntándome dónde tendrían a Daddy, seguí mi camino hacia mi antigua oficina, pensaba volver a tomar el curso de mi investigación, no importaba lo que me costara.
Justo antes de llegar, sentí como si alguien me tocara, empujándome hacia la habitación de suministros, llevé mi mano a la cinturilla en busca de mi arma, pero rápidamente recordé que mi arma de dotación y mi placa me habían sido retiradas.
—¡¿Qué mierdas les pasa a los dos?! — grité, observando de Jasper y Emmett.
—¿Qué le pasa a usted, detective? No puede estar aquí, su licencia es hasta dentro de siete días —retrucó Emm antes de dirigirse a Jasper—. Sácalo de aquí… —Salió de la habitación cerrando la puerta.
—¡Qué demonios!
—¿Qué hace aquí, detective…? Lo que dije, joder, lo que dije es confidencial. Pensé que le alegraría no que vendría aquí.
—Necesitó verlo, mirarlo a la cara y…
—¡Lo único que necesita es salir de aquí antes de que ponga en peligro mi puesto de trabajo y el de Ali! —farfulló, perdiendo la paciencia—. Detective, soy su amigo, pero no estoy dispuesto a que me expulsen por su arrebato.
Intenté salir de la habitación, pero la mano de Jasper en mi hombro me empujó de nuevo a mi lugar.
—Necesito saber dónde están, Hale, hablar con Vulturi.
—¿Cree que el detective Vulturi lo va a dejar acercarse a Isabella Swan o si quiera a Daddy o cual sea que sea su nombre? Este es el caso de su vida, detective Masen, nadie fuera de las personas que estaban en el cuarto de reconocimiento saben lo que pasó ahí, no puede venir aquí sin importarle nuestras vidas, nuestro futuro en la fuerza.
La ira de Hale hizo que diese un paso atrás, él tenía razón, no podía llegar y demandar a Vulturi que me dejara interrogar a Daddy, no solo porque sabrían quiénes somos, sino porque pondría en riesgo la carrera de Ali y Jasper
—Me iré —dije sintiéndome derrotado, vine aquí con la firme intención de buscar la verdad, pero no podía hacerlo.
—¿Qué caso tiene? Media estación lo ha visto… Alice va a matarme. —Jasper se veía tan derrotado como me sentía. Caminé hacia el único amigo que tenía en la estación y palmeé su hombro.
—Yo me las arreglaré, tranquilo, Jasper, nada sucederá. Ahora necesito salir de aquí, solo te pido que, por favor, me mantengas informado.
El hombre pasó una mano por su rostro sin decirme una sola palabra y abandoné la habitación de suministros, topándome con Vulturi.
¡Maldita sea, mi mala suerte!
—¿Qué haces aquí? —vociferó al verme. Se veía inquieto como si tuviese demasiado entre manos y es que, para Vulturi, atrapar a uno de los hombres más buscados del país era como ganar el gordo de la lotería.
—Trabajo aquí. —Caminé hacia mi oficina.
—¡Estás suspendido!
—Tengo una jodida licencia, Vulturi, no me han suspendido, en una semana me reintegraré y necesito unos documentos. —Saqué la llave y giré la perilla de mi oficina y entré con él, pisándome los talones. Rodeé el escritorio buscando entre las gavetas la copia del informe que Jasper me había dado sobre Isabella Swan y el que me entregó Mike sobre las pistas del caso de Victoria.
—Tienes que salir de aquí, Masen, o haré que el comisionado te suspenda por desacato.
—¿Desacato? No me he acercado a Isabella Swan, no me he inmiscuido en el caso. ¿¡Qué mierdas estoy desacatando!? —grité perdiendo el control mientras entrecerraba mi mirada amenazante.
—Isabella Swan está en la estación, lo que hace que estés desacatando la orden de alejamiento, pero eso tú ya lo sabías
Abrí el segundo cajón del escritorio y encontré lo que buscaba.
—No lo sabía —fingí indiferencia, pero el corazón me latía con fuerza.
—No me vengas con esa mierda.
—¡No lo sabía! Solo necesito encontrar un informe de uno de los casos de Cristal Azul, quiero leerlo y ver en qué demonios hemos estado fallando, ¿o tienes algo relacionado con mi caso, Vulturi?
—Tienes cinco minutos para salir de aquí, hoy no es un buen día Masen, no tientes mi paciencia.
Saqué el sobre mostrándoselo.
—No necesito tus putos cinco minutos, ya me voy. —Pasé a su lado sintiendo la ira aumentar en mi interior, este era "mi caso" y el maldito no solo me lo quitaba, sino que se creía con autoridad de ordenarme cosas.
Mientras caminaba hacia la salida pensé en lo cerca y lejos que estaba de encontrar la verdad.
El sonido del papel crujiendo hizo que mirara mis manos, el sobre con el informe forense y el testimonio de Isabella. La única persona que podría hacer justicia, no solo por la muerte de Victoria, sino justicia por años de desdicha.
Saqué las hojas redactadas, releyendo la autopsia de mi esposa y agradecí mentalmente a Jasper, cuando una copia de la primera declaración de Isabella cayó a mis piernas, pero no estaba el retrato que ella había hecho de Daddy.
No supe cuánto tiempo estuve en el auto, pero afuera el sol empezaba su camino hacia el descenso. Estaba a punto de irme cuando tres oficiales salieron de la estación, conocía este tipo de procedimientos, estaban analizando el área, así que dejé las hojas en asiento del copiloto y me acomodé, buscando en la guantera del auto la 9mm que siempre tenía ahí, coloqué el cartucho y observé.
Entonces hubo movimiento, luego, dos autos que no conocía se detuvieron frente a la estación. Vulturi salió seguido por Alice y otro par de agentes que no reconocía, en medio de los dos fue fácil reconocer, vi a Isabella Swan, fue rápidamente guiada hacia un auto con Alice y los dos oficiales tras ella, sin más personal para no llamar la atención.
Encendí el auto, ni siquiera lo pensé, simplemente, lo hice y cuando el auto emprendió la marcha, hice lo mismo.
Isabella.
—Está bien, te haré un té de tila cuando lleguemos a casa y te darás una ducha caliente. Mañana será un día estresante para ti —dijo la agente Brandon mientras me consolaba, el agente Riley no había dicho una palabra a diferencia del agente Cayo que parecía molesto.
No había podido dar mi declaración, una vez todo estuvo listo, no pude articular más de una frase coherente, las palabras de Eleazar estaban frescas en mi memoria, me dieron tiempo mientras me calmaba, pero no pude hacerlo, mi cuerpo completo era una masa temblorosa, los ojos azules, fríos y despiadados de Daddy o James como lo había llamado el agente Vulturi, me taladraban los recuerdos haciéndome estremecer, no podía, no quería, no importaba cuántos tés me había dado a beber la agente Brandon, mi estómago estaba cerrado, mis cuerdas vocales paralizadas.
Muy a pesar del Detective Vulturi y el fiscal del distrito y después de muchos alegatos de Eleazar se me permitió volver a la casa.
—¿Mañana? —incluso mi propia voz parecía distinta en mis oídos.
—Lo siento, linda, pero el fiscal no va a descansar hasta tener tu nueva declaración, tendremos que volver mañana, pero con una buena noche de sueño, estarás bien, recuerda que te protegeremos.
—No puedo volver aquí, agente Brandon, yo…
—¡Por Dios! Dime Alice, o Ali como me dice Jasper —sonrió—. Tienes que ser fuerte, Isabella, después del juicio esto pasará; además, no tendrás que volver a verlo, ni siquiera sabe si alguien lo reconoció. —Sabía que intentaba ser amable y tranquilizarme, pero sus palabras no me tranquilizaban… en absoluto.
El auto se detuvo.
—¿Por qué te detienes? —pregunto la agente Brandon.
—Señal en rojo —respondió con fastidio el agente Colt.
—El Detective Vulturi dijo que… —No pudo decir más nada.
Algo nos golpeó con fuerza y luego las balas llegaban por todos lados rompiendo el silencio y como en una visión de cámara lenta, se desató el infierno.
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Adelanto próximo capítulo.
Ali cayó al suelo, su pantalón estaba prácticamente teñido de rojo, tenía otra herida en el brazo que no sabía cuándo se la habían hecho, pero lo que me preocupaba, era la herida en el muslo que parecía no dejar de sangrar.
—Necesitamos detener el sangrado —dije quitando mi camisa de mangas largas y presionando sobre la herida; había mucha sangre, muchísima sangre.
—Estoy bien, tienes que salir de aquí. —Me empujó.
—¡No voy a dejarte!
Estaba pálida y sudorosa, siseó cuando presioné la tela sobre la herida.
—No tengo más municiones, Isabella y aún hay cinco hombres, tienes que irte.
—¡No me pidas que te abandone! No podría perdonármelo, Alice, no podría. Si este va a ser mi fin; entonces que así sea.
Entonces escuché el sonido de un coche derrapando cerca de la carretera y luego más disparos, seguidos de sirenas de la policía.
—Refuerzos —masculló débilmente—. Refuerzos. —Iba a decirle que todo estaría bien, pero un hombre puso una mano en mi boca mientras que con la otra sujetaba con fuerza mi cintura, mi grito murió en la cálida piel de sus manos; sin embargo, el miedo se disparó a cada rincón de mi cuerpo.
Nos vemos el jueves!
