La historia está preservada bajo derechos autor!
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DIECISEIS
Isabella
Sostuve la mirada de la mujer por unos minutos hasta que la puerta fue abierta y la chica que ayudó al policía, entró con una pila de ropa.
—Es de Calíope, Artemisa —¿Qué no era Esmeralda? —. Creo que es la única que es de su talla, dudo que mi ropa le quede.
—Tienes razón, tienes más cintura que yo. —Le quité la ropa y me dirigí a donde Esmeralda, Artemisa o cómo sea que fuese su nombre.
El cuarto de baño era tan masculino como el resto de la estancia: amplio, elegante con luces doradas y azulejos negro; una bañera de patas doradas donde cabrían perfectamente dos personas; una ducha y un inodoro, se me hizo extraño ver un espejo que abarcaba media pared frente a la tina; y aunque mi cuerpo me gritaba que tomara un baño en ella, decliné, yendo a la ducha.
Una vez que estuve desnuda, giré la perilla, dejando que el agua tibia cayera sobre mi piel. Cerré los ojos y respiré con fuerza.
Quería mi vieja vida, mis ampollas por las zapatillas de ballet, quería hornear galletas con mamá, leerle un cuento a Ben y dejar que papá me ganara en el ajedrez.
Si tan solo pudiéramos volver a donde éramos felices y no lo sabíamos, si tan solo…
Sorbí mi nariz, mi cuerpo se sacudió ante un sollozo y me pasé las manos por el cabello, peinándolo hacia atrás. Abrí los ojos dirigiendo la mirada hacia mis pies, en un vano intento por no llorar, pero el agua rojiza por la sangre de la agente Brandon, hizo que los recuerdos del día me golpearan, como si de una película se tratase. Rememorar el cuerpo débil de la agente Brandon mientras intentaba protegerme, el cuerpo inconsciente del del agente Riley, Jacob diciéndome que corriera y mi padre girándose para enfrentarme, hizo que estallara en sollozos, mientras la pesada culpa me aplastaba el pecho.
Resbalé por los oscuros azulejos hasta quedar sentada en el suelo, con mi cabeza apoyada en mis rodillas mientras mis brazos apretaban mis piernas, lloré, grité y maldije a la vida, al karma, a la muerte esquiva que no me llevaba con ella; pero permitía que otros resultaran lastimados por mi culpa.
No sabía si Alice estaba viva o muerta, ella perdió mucha sangre, por lo que necesitaban encontrarla pronto.
Me tomó más que un par de minutos calmarme y otro par antes de levantarme, estaba segura de que fuera de la habitación me habían escuchado; sin embargo, mientras trataba de controlar el llanto me di cuenta de que no me importaba.
Me tomé mi tiempo y, una vez estuve en pie, lavé mi cuerpo y tallé las manchas de sangre seca en mis brazos y pecho, me enjaboné de manera automática y eché champú. Tomé una de las toallas del estante y me sequé, luego examiné la ropa que la mujer me trajo, afortunadamente, eran unos vaqueros, una camisa de mangas largas y una chaqueta de tela gruesa, también había unas bragas de encaje que parecían nuevas.
Cuando abrí la puerta de la habitación, el poli y la mujer de la bata parecían discutir.
—Hace unos segundos me dijiste que estar cerca de ella podría llevarme a la cárcel, hablaste de cómo quebranto la ley. —Hizo comillas irónicamente—, que digo defender y ahora me dices que debó protegerla.
—¡Es tu deber! —rebatió la mujer tajantemente, ambos fueron interrumpidos por el televisor que mostraba algo de último minuto.
Ninguno notó mi presencia y los tres nos quedamos absortos ante la imagen que se reflejaba en la pantalla: el detective Vulturi, se dirigía hacia los periodistas. Me di cuenta de que no solo mi caravana había sido atacada, parecía que el infierno descendió sobre la estación de policía.
—Reed Thomas, ¿Sabemos que debido a los atentados tres personas escaparon podemos saber sobre ello?
—Efectivamente tres hombres huyeron en medio de la confusión y el fuego cruzado, es por lo que, el departamento de policía está ofreciendo una recompensa por cualquier información que nos lleve a la captura de estos tres hombres. —Dio la palabra a otro hombre que estaba casi al final.
—¿Quiénes son estos hombres?
Los hombres detrás de Jensen quitaron las lonas de los cuadros y tres rostros se reflejaron en la cámara.
—Alistair Romanof Stefan Romanof y el ultimo es un criminal del cual hasta hace unas horas en conjunto con el FBI establecimos su identidad, a pesar de que cuando capturamos tenía en su poder una identificación falsa.
Un grito cargado de terror brotó de mi garganta, mis piernas cedieron mientras caía al suelo temblando ante la revelación de la noticia.
Daddy estaba libre y ahora él vendría a por mí.
Edward.
Apenas pude alcanzarla antes de que sus piernas cedieran, en un segundo estaba en shock, por lo que acababa de ver y, en el otro, estaba prácticamente atravesando media habitación debido el grito de absoluto terror de Isabella.
Era él, podría reconocerlo a pesar de sus cambios físicos, a pesar del tiempo transcurrido
—Llévala a la cama —dijo Esme cuando la tomé en brazos.
—Ven aquí. —La recosté sobre las mantas, tenía el pelo húmedo y los ojos enrojecidos. Al cerrar los ojos y con la ropa que Bella le había dado parecía una jovencita.
«Joder, apenas es una jovencita»
—Dame permiso. —Esme me hizo a un lado y empezó a pasar una mota de algodón debajo de su nariz—. Despierta, cariño —murmuró con voz suave.
Poco a poco los ojos de Isabella se abrieron, pero su expresión seguía siendo de terror. Se sentó en la cama, llevándose las rodillas a la barbilla, abrazó sus piernas y empezó a sollozar.
Iba a acercarme, pero Esme negó con la cabeza, levantándose de la cama, dejó que Isabella llorara por unos minutos antes de deslizar la mano por su cabello en un gesto de consuelo.
—Tranquila, pequeña, nada va a sucederte. Estás segura, te mantendremos segura.
—Él va a matarme —murmuró ella sin mirarnos—. El detective Morrinson dijo que no podía verme, pero él me observaba como si pudiera.
—¿Quién?
—Ese hombre. —Su cuerpo entero temblaba—. Sabe que estuve ahí, sabe que lo reconocí, ahora que escapó, va a buscarme, me encontrará y me matará.
Miré el televisor donde la fotografía de James seguía colgada, aún estaba en shock por ver su rostro; todo este tiempo, Daddy estuvo frente a mi nariz y nunca pude dar por él, él…
—¿James? —Hablé sin importarme la mirada de Esme—. Como pude estar tan ciego
—Edward, no es el momento —siseó Esme sin dejar de acariciar el cabello de Isabella—. No te hallará aquí, no sabe dónde estás y buscaremos el mejor lugar para mantenerte segura mientras él esté prófugo.
—Nadie puede mantenerme a salvo, nadie —refutó Isabella—, ni siquiera la policía, sino pregúntenle a la agente Brandon —admitió, sorbiendo su nariz—. No puedo. —Negó con su cabeza, completamente sumergida en el miedo—. No puedo tener otra alma más en mis espaldas, yo…
—Tsss. —Esme la abrazó.
—Necesito saber que la agente Brandon está bien —murmuró Isabella—. Necesito pedirle perdón por ponerla en peligro, necesito pedir perdón a la familia del agente Riley…
—No fue tu culpa, querida; ellos cumplían con su deber.
—Fue mi culpa sino hubiese salido esa noche, si tan solo me hubiese quedado encerrada como Eleazar lo ordenó, Jake estaría trabajando en su moto y no me hubiese atravesado en la vida del agente Riley Biers ni de la agente Alice Brandon, yo… —Más lágrimas.
Mi mirada nuevamente cayó en Isabella ¿Dónde estaba la chica de hacía un par de horas, la que entró en este lugar renegando de lo que era?, la chica que yacía en mi cama no era más que una chiquilla asustada.
—No pienses en el si hubiera… hacerlo es sufrir de una manera absurda, no hay una máquina del tiempo que te permita observar que hubiese sucedido de no haber hecho lo que hiciste, si no hubieses tomado la decisión que tomaste, es un error pensar que la vida es un examen que podríamos haber contestado de manera diferente. No podemos definirnos por lo que hemos hecho o no simplemente aprender de lo que fue.
—Yo solo, ¡fui tan estúpida!
—Tranquila, tranquila…
Se quedaron en silencio, solo los sollozos de Isabella se escuchaban en la habitación, yo aún seguía en shock, como si hubiese sido enviado a un universo alterno.
«¿Qué hiciste Victoria? ¿Por qué? ¿Por qué él?» A lo lejos podía escuchar a Esme tararear una canción que no conocía.
Me senté en el sofá donde anteriormente ella había estado sentada; descansé mi cabeza en el espaldar y cerré los ojos, poco a poco dejé de escuchar los hipidos de la chica, detrás de mis párpados en lo único que podía pensar era en el momento en que mi matrimonio se derrumbó por completo, Victoria y yo nos habíamos distanciado tras la muerte nuestro hijo, ella se culpó tanto y yo no supe cómo ayudarla, por más que le dije que no era su culpa, siempre estaba triste, siempre llorando, hasta que el doctor Stuart, amigo de Carlisle, la invitó a hacer el internado en su hospital, empezó a sonreír, se volvió a sentir como la Victoria que conocí cuando era niño, paciente, tierna, volvimos a tener intimidad, a dormir juntos, casi pensé que lo había solucionado todo, solo le faltaba un año para poder ser titular; entonces empezó a hacer más horas, a enterrarse en trabajo y yo tenía el caso de Daddy, nos alejamos de nuevo, y ocho meses atrás todo se esfumó, ahora lo entendía todo, era él, siempre fue él.
No supe por cuánto tiempo estuve sumido en mis propios pensamientos, pero la mano de Esme en mi hombro me hizo levantar la mirada hacia ella.
—Le he dado uno de mis sedantes, dormirá lo que resta de la tarde y parte de la noche, es lo mejor, estaba muy alterada. —Asentí—. ¿Tu cómo estás? preguntó sentándose a mi lado y me miró con preocupación.
—Tú viste lo mismo que yo, ¿verdad? Viste su… —mi voz se quebró—. Era él, Esme, han pasado años, pero era él.
—Lo sé, lo siento, mi niño. La voz de Esme también se quebró y una lágrima se deslizó por su mejilla.
—Ha cambiado, pero es él. —Alce la mirada observándola—. Puedes explicarme qué pasó, porque mi mente está haciendo mil conjeturas, pero quiero creer en mi esposa, quiero creer en que Victoria… —Ni siquiera podía decirlo.
—Edward…
—¿Por qué? ¿Por qué Victoria me mintió? ¿Qué hacía ella con él? ¿Acaso no fui suficiente?
Me levanté del sofá caminando de un lado a otro con las manos empuñadas, quería golpear algo, quería gritar y sacar de mi interior todo lo que estaba sintiendo, la furia, la sorpresa, la frustración, las dudas y el dolor, sobre todo el dolor que estaba ahogándome, porque me sentía traicionado por la única mujer que había amado, por la que había cambiado mi vida, me sentía insuficiente, poca cosa, basura. Todo lo que Daryl me hacía sentir cuando era solo un niño.
Los brazos de Esme me arroparon con fuerza, deteniendo mi caminata incesante, haciendo que todo se quebrara y perdiera la batalla contra lo que estaba aplastando mi pecho.
—¿¡Por qué no fui suficiente Esme!? ¡¿Por qué?!
Ella me apretó aún más fuerte a pesar de lo esbelta que era.
—Tú fuiste suficiente, fuiste más que suficiente, te hiciste cargo de ella, de su hijo, fue ella la que nunca te vio, tú no hiciste nada malo. Tú eres un buen hombre, eres la persona más dulce y amable que he conocido, yo te crie, no permito que dudes de ti, todo esto debe tener una explicación.
Me perdí por unos segundos entre el abrazo de Esme y la cantidad de sentimientos que me albergaban.
—Necesito salir de aquí.
—No…
—Esme, por favor. —Lágrimas cayeron por mis mejillas—. Necesito estar solo.
—No, escúchame bien. —Esme enmarcó mi rostro con sus manos, haciendo que mi mirada se enfocara en ella—. No vas a salir de aquí y cometer una estupidez, no vas a salir a buscar a James, no esta noche, no ahora, tienes aquí todo para hacerlo pagar por toda esa rabia que estás sintiendo, por el dolor que te está causando. —Su mirada vagó hasta Isabella, recostada en la cama—. Esa chica te necesita Edward, necesita tu protección, ahora sabes quién es en realidad, lo conoces, sabes cómo se pone cuando quiere algo, no permitas que lastime a la chica, sé que estás furioso, sé que estás herido, pero necesitas ayudarla. Actuar como el policía que sé que eres.
—Todo este tiempo supuse que ella había estado en ese lugar por una emergencia médica, todo este tiempo, Ahora entiendo todo, los turnos nocturnos, él porqué estaba tan esquiva… ¿Era por él?
—No sabemos qué pasó en realidad Edward, a lo mejor.
—No lo digas, no soy tan estúpido, Esme
—Sé que no lo eres, pero como te dije, todo tiene una explicación y para esto también lo hay, quizá solo fue una desafortunada casualidad, quizá... Es una posibilidad Edward, no te cierres, no cometas una locura, la única que puede tener esas respuestas, es esa niña. —Señaló a Isabella—. Necesitas hablar con Carlisle, ¿quieres que lo llame por ti?
Negué con la cabeza.
—Yo lo llamaré, pero sí necesito que hagas algo por mí, dejé mi auto cerca del lugar de los hechos, no puedo ir a buscarlo.
—Le diré a Felix que vaya tan pronto el bar esté cerrado.
—Necesito estar solo, prometo que no saldré de esta habitación hasta no saber qué haré con Isabella.
Esme dejó un beso en mi mejilla.
—Le diré a Hestia que te envié algo de cenar.
—Cenar es la menor de mis preocupaciones.
—Aun así, tienes que hacerlo —susurró Esme antes de abandonar la habitación.
XoXoXoXoXO
Sorry la demora, pero al fin termine de escribir esta novela 60 capitulos chicas.!
