El mundo era un lugar horrible, con sólo pensar en los acontecimientos recientes… la repentina aparición del titán colosal y el acorazado, la caída de Trost, la muerte de incontables compañeros, y ahora un titán cambiante que aparentemente estaba del lado de la humanidad. Parecía que el mundo se iba acercando a una destrucción inminente cada vez que pestañeaba, todo eso le generaba un temor tan grande que tenía ganas de tirar la toalla y simplemente morir. Pero ya estaba ahí, sin quererlo debía seguir peleando para poder sobrevivir.
Aquellos pensamientos no eran muy alentadores para el próximo paso que iba a dar, esa decisión determinaría su futuro y podía afectar en su supervivencia. Tenía las cosas muy claras, pero la incertidumbre la estaba matando. Cuando sus ojos veían la hoguera devorando aquellos cuerpos masacrados por los titanes sentía mucho miedo, tenía miedo de terminar muriendo de forma tan horrible.
Ella mantenía su distancia de sus demás compañeros quienes veían también las hogueras lamentando las muertes de los caídos, ella en especial lamentaba la de Marco Bodt. Le había afectado mucho, a pesar de que no fue muy cercana a él recordaba su agradable personalidad y las veces que lograron entablar conversaciones cortas pero significativas. En esas ocasiones solían hablar de cómo serían sus muertes, ella le decía que como no tenía a nadie en el mundo le atemorizaba pensar que nadie la recordara o llorara su muerte; él en cambio solía filosofar sobre por qué bien moriría. De alguna forma encontraba reconfortante esa clase de intercambios, pero ya no estaría ahí para concluir su última conversación.
«Tu muerte fue silenciosa y lamentable» pensó, él no merecía ese tipo de final, por poco y pudo pasar por el cadáver irreconocible de cualquier soldado «No creo que este era el final que querías para ti ¿Verdad?… Estoy segura que no querías morir de esa manera. Entonces ¿Por qué lo hiciste, tonto?».
Apretó los puños indignada, tenía ganas de escupirle en la cara a la vida misma.
—Con que aquí estabas —la chica levantó la mirada a quien de repente le había hablado, se trataba de Krista Lenz una de sus compañeras dentro de la tropa de reclutas 104, la única aparte de Marco que llegó a notarla y trató de entablar una amistad con ella, aunque a diferencia del otro ellas no eran tan cercanas—. ¿Has decidido a qué rama del ejército te unirás?
—Sí, ¿Y tú? ¿Dónde te unirás?
—Oh… —la joven notó de inmediato el temor en el rostro de Krista—. Tengo pensado unirme a la Legión.
Ella la miró sorprendida, no se esperaba semejante respuesta de la rubia.
—¿Por qué? Tú estás dentro de los diez mejores, tienes la posibilidad de vivir tranquilamente en el interior ¿No?
—Supongo… mi motivo es egoísta a diferencia de nuestros compañeros, pero creo que estando ahí puedo darle algo de significado a mi vida —la respuesta de Krista era un tanto ambigua, muchas veces le soltaba esa clase de comentarios. Quizás como nunca le preguntaba a qué se refería esta se sentía cómoda para mostrar un poco más de sí misma sin temor a ser juzgada—. Pero basta de mí, ahora dime tú ¿Dónde piensas unirte?
—Yo también… me uniré a la Legión—Krista parpadeó un par de veces sorprendida, de todas las opciones jamás se imaginó que la chica a su lado tuviera en mente estar dentro del Cuerpo de Exploración—. No estoy dentro de los diez mejores así que mis opciones son limitadas.
—Ya veo… yo asumí que preferirías unirte a las Tropas de Guarnición.
Krista dijo algo bastante acertado, ese camino sería más apropiado para un soldado como ella quien no se caracterizaba por alguna habilidad en especial, tampoco era entusiasta ni mucho menos poseía sentido de liderazgo… se consideraba una persona corriente, de seguro sus chances de supervivencia dentro de la Legión serían pocas si hablábamos de sus habilidades con el equipo de maniobras. Aun consciente de ello, tenía muy claro desde el principio el rumbo que iba a tomar porque hizo una promesa que no pensaba romper.
—Me sorprende que una cobarde como tú decida unirse a la Legión, Kristel Lombard.
—Ymir —la joven nombrada frunció el entrecejo hacia a la tercera que se unió a la conversación, era bastante claro por la repentina tensión entre ambas que no se llevaban muy bien.
—En verdad no lo entiendo, tienes las peores calificaciones dentro de nuestra generación. De seguro terminarás siendo comida de titán en la primera expedición.
—Oye Ymir, no tienes que decir eso —intervino la rubia visiblemente molesta con su amiga.
—Es la verdad. De hecho, me molesta que seas amiga de alguien que se cohíbe de vivir como quiere y siempre tiene miedo. Ni siquiera es capaz de mirar a la gente a los ojos cuando habla.
—No está bien juzgar a las personas de esa forma, Ymir. Cada quien tiene su historia y sus motivos por el cual hace las cosas — Krista defendió fervientemente a la chica quien a pesar de molestarle las palabras de Ymir decidió guardar la calma.
—¿Ah? ¿Por qué la defiendes tanto? ¿Acaso es en tu intento de pretender ser buena persona?
—¡Ya basta Ymir!
En medio de la fricción entre ambas la joven de nombre Kristel Lombard se levanta de su asiento haciendo que las otras dos detuvieran su discusión. Kristel no reparó mucho en las palabras de Ymir, sabía que se trataba de una de sus escenitas de celos pues la rubia siempre intentaba buscarle el lado para conversar. Además, tampoco iba a negar la verdad, todo lo que le decía Ymir sobre ella era absolutamente cierto así que no tenía con qué rebatir.
A Kristel le molestaban las personas como Ymir, desde que la vio supo qué clase de persona era. Ella simplemente era una rata que se escondía para sobrevivir, era bastante contradictorio irse corriendo a un lugar donde le esperaría una muerte segura.
—Si Krista se va a unir a la Legión entonces asumo que tú también lo harás ¿No? —comentó una Kristel impasible.
—Acertaste, pero al menos lo hago por decisión propia.
—Te felicito —Ymir frunció el ceño por la repentina actitud condescendiente que mostraba—. Dime una cosa Ymir, ¿Acaso existe una muerte peor que ser devorado por titanes?
Ambas jóvenes tras Kristel dibujaron una expresión extraña en sus rostros. Por lo poco que conocían de ella siempre se mostraba callada y jamás expresaba lo que sentía a otras personas. Los pocos que la veían la reconocían por mantener la mirada en el suelo mostrando un semblante patético y débil. Por ello ese tipo de pregunta las descolocó, en especial a Ymir. Debido a su misteriosa personalidad Ymir reconsideraba constantemente quién era realmente Kristel Lombard, y esta vez no sería la excepción porque esa noche la veía diferente, transmitía una gran determinación como si estuviera dispuesta a aceptar cualquier cosa que le deparara el destino.
Como Kristel no esperaba una respuesta a su pregunta, simplemente se retiró lejos para descansar. Estaba muy cansada.
Trost la cambió al igual que a todos los que tuvieron su primer enfrentamiento con titanes. No había más misterio...
—¡Reclutas, formen fila frente al escenario!
La voz del soldado sacó a Kristel de su ensimismamiento. Agitó la cabeza para apartar los recuerdos de esa noche donde habló con Krista e Ymir. Pensó que quizás se pasó un poco con su actitud, pero al menos logró que la alta joven de pecas la dejara tranquila, ese día no se encontraba de humor para soportar sus comentarios sarcásticos.
Ya casi era hora de la ceremonia, así que debía acercarse al lugar donde les darían la bienvenida. Kristel pensaba en algo así como una especie de ritual de iniciación al ejército.
Ella fue de las primeras en llegar, vio como poco a poco iban llegando de soldados. Podía oler en el aire el miedo impregnado en la cara de los nuevos, tras la pesadilla en Trost dudaba que hubiera muchos candidatos motivados para entrar a la Legión a excepción de algunos que tenía en mente como Ymir, Krista, y los amigos del loco suicida.
Los pensamientos de la joven fueron interrumpidos cuando anunciaron la llegada al escenario del comandante Erwin Smith. Kristel contuvo la respiración al contemplar la intensa mirada del hombre, se veía como el imponente líder que imaginó, era de esperarse de alguien quien lideraba a la humanidad hacia la libertad de los monstruosos titanes.
—Soy Erwin Smith, comandante de la Legión de Reconocimiento. Hoy ustedes van a elegir una facción del ejército. Dicho sin rodeos, estoy aquí para persuadirlos a que se unan a la Legión —según Kristel, el discurso de Erwin fue aterrador cuando empezó a revivir los recuerdos de la cruenta batalla que tuvieron en Trost, ese enfrentamiento les hizo darse cuenta en carne viva de lo insignificantes que eran los humanos frente a los titanes. No obstante, ese día también reveló un hecho importante, que la humanidad tenía esperanza gracias a Eren Jaeger con su poder de titán cambiante.
Kristel se rió por dentro. La esperanza de la humanidad reposaba en manos de un imbécil iracundo como él, la vida a veces resultaba tener un buen sentido del humor. Precisamente alguien como él portaba las respuestas al misterio relacionado con los titanes bajo el sótano de su casa en Shiganshina.
La resolución era irrevocable, quienes se unieran a la Legión muy probablemente morirían con tal de recuperar la muralla María ¿Cuál sería la decisión de los nuevos soldados? ¿Acaso revelar información confidencial sería suficiente para motivar a quiénes estaban indecisos?
Kristel miraba embelesada la figura del comandante, ella se mantenía firmemente plantada en su puesto dispuesta a no mover ni un músculo a pesar del miedo que la estaba haciendo temblar… ¡Maldito miedo! Una reacción inevitable al pensar en esos monstruos. Mientras un mar de soldados pasaba por su lado yéndose a otro lugar, sintió la mirada de Erwin Smith en ella durante un rato. Kristel se sintió intimidada ¿Qué significaban esos ojos del comandante? Era una mirada dura, pero al mismo tiempo parecía complacido por la expresión que tenía en la cara.
Ella se preguntaba qué cara estaba poniendo. De seguro era una que la hacía lucir como una miedosa estúpida porque ella era terrible ocultando sus emociones.
El comandante desvió la mirada observando a los soldados restantes delante del escenario, eran más de los que esperaba.
—¿Morirían si se les ordena hacerlo?
—¡No quiero morir! —exclamó uno de ellos expresando un pensamiento en común, ninguno quería morir.
Ante ello, Erwin Smith mostró una sonrisa. Veía a buenos soldados. Le gustaba las sus expresiones de sus rostros, lástima que la muerte estaría esperando por la mayoría de ellos.
—¡Doy la bienvenida a la Legión a todos los presentes! ¡Entreguen sus corazones!
Kristel escuchó el sonido firme del puño chocando sobre los corazones de todos, aquel era el sello que estaban poniendo sobre sus destinos. Al quedarse ahí aceptaron un pacto que los ataba a abrazar la muerte en cualquier momento, se convertirían en más sacrificios que necesitaba la humanidad para algún día alcanzar la tan anhelada libertad.
Las palabras del comandante la hicieron pensar, ella iba a entregar su corazón a la humanidad. Jamás fue una persona apasionada, ni era la mejor tomando la iniciativa y precisamente acaba de tomar el camino más escabroso de todos ¿Estaba bien estar ahí? ¿Estaba preparada para seguir adelante? No estaba segura.
«¿Qué puede ser peor que morir en manos de titanes?» se preguntó mientras alzaba la mirada al cielo estrellado. Esa pregunta que tampoco tenía respuesta.
Después de eso, los días posteriores resultaron muy duros durante su integración en la Legión de Reconocimiento. Luego de elegir a una compañera fiel que la ayudaría dentro del territorio de titanes, tenía que memorizar la formación que utilizarían dentro de unos pocos días en una expedición de reconocimiento con los nuevos reclutas como forma de prepararlos para futuras expediciones fuera de la muralla... Kristel jamás se imaginó que tendría que salir tan pronto a hacerle frente a esos monstruos.
Kristel agradeció que nadie se acercara a hablarle, se encontraba muy nerviosa mentalizándose cómo sería estar allá afuera. Pero el nerviosismo de sus compañeros no la ayudaba mucho. Por esa razón intentaba mantenerse lo más ocupada posible aprendiendo todo lo que pudiera hasta el día cero.
Ese día llegó demasiado rápido para su gusto.
Se sentía bastante rara sobre su yegua intentando tranquilizarse, según el líder Ness tenía que procurar mantener la calma en todo momento porque los caballos eran criaturas muy sensibles. El hombre le dio muy buenos consejos, de seguro le notó en la cara sus inseguridades y sus miedos. Realmente la Legión no era como se la imaginó, había de todo un poco, gente arrogante, otros excéntricos, pero la mayoría eran muy buenos compañeros y apasionados con sus ideales; todo lo que ella no era.
Kristel suspiró.
Decidió colocar la capucha sobre su cabeza para cubrir su rostro del sol, su piel era muy sensible a los rayos solares por lo que tener esa clase de indumentaria era muy práctico para ella. Vio a los soldados agrupándose en sus respectivas posiciones y logró identificar a Krista con cara de angustia.
Ella no era la única con los nervios a flor de piel, eran tan evidentes que sus manos temblaban sobre las riendas de su yegua.
—Quita esa cara Lombard —la joven se volvió hacia esa agradable voz que se aproximaba a ella, se trataba del líder Dita Ness—. Así atraerás a los titanes más rápido.
Kristel se sonrojó avergonzada.
—B… buenos días líder Ness.
—No te preocupes Lombard, nosotros los mayores nos aseguraremos de que esto sea fácil para ustedes. Es una expedición de reconocimiento, sólo ir y volver, no hay de qué preocuparse.
Naturalmente la chica no pudo evitar sonreír, le inspiraba confianza tener a alguien como Dita Ness dentro de la Legión. Como si hubiese recitado un par de palabras mágicas, logró que sus niveles de estrés se redujeran considerablemente, ahora sólo debía enfocarse en hacer las cosas bien y dejarse guiar por sus mayores.
—¡La puerta se abrirá en 30 segundos!
Kristel respiró hondo.
Llegó a sus oídos el pesado crujir de la puerta mientras los latidos de su corazón incrementaban a cada segundo. Luego, escuchó un grito de avance y de repente ya se encontraba galopando con su yegua atravesando las ciudades destruías de la muralla María. A lo lejos llegó divisar algunos titanes, eso le generó inquietud, pero intentó mantener la calma pues las instrucciones eran seguir adelante y dejarle todo al equipo de apoyo.
Al llegar a campo abierto Kristel se dio cuenta de lo hermoso que estaba el día, era gratificante sentir el viento en la cara mientras sus ojos contemplaban el verde esmeralda de la hierba que arropaba las montañas. Simplemente era genial, una parte de ella quería dejar de pensar que estaba con la Legión en territorio de titanes.
—¡Oye novata! —le gritó uno de los soldados que iban junto a ella—. No te distraigas, estás en el área más expuesta a los titanes.
—No queremos perder soldados tan pronto. Ojos al frente y prepara la bengala para disparar la señal de humo cuando te avisemos—le dijo otro próximo a ella.
Kristel asintió.
Era cierto, quizás para su mala suerte le había tocado la peor posición dentro de la formación, se encontraba al borde del ala derecha junto al equipo de reconocimiento, a diferencia de sus otros compañeros que estaban en áreas más céntricas. No era momento de bajar la guardia, le iba a tocar ver muchos titanes.
—«¡Maldición!» —exclamó Jean Kirschtein mientras cabalgaba hacia sus compañeros más próximos. Desde hace unos minutos presentía que algo andaba mal con la formación. Él era uno de los soldados novatos más próximos al extremo del ala derecha y hacía un buen rato que no veía señales de humo por esa parte.
Eso sólo podía significar una cosa muy a su pesar… ¿Qué debía hacer? Lo único que se le ocurrió fue intentar localizar a Armin o alguno de sus otros compañeros quienes no deberían de estar muy lejos.
A medida que avanzaba logró divisar algo a lo lejos… El cuerpo de un titán que estaba de rodillas en el suelo, pero estaba inmóvil desprendiendo humo del cuerpo indicando que ya estaba muerto. Tenía una posición bastante extraña para ser un titán muerto. No podía identificar cuándo medía exactamente, pero asumía que debía tener al menos unos quince metros. El joven frunció el ceño porque también logró ver el cuerpo de un soldado de rodillas frente al enorme cadáver sin su caballo.
Esto le parecía muy raro.
—¡Oye! —gritó Jean llamando la atención del soldado, mientras se acercaba logró distinguir a la persona que estaba ahí. Parecía ser una chica de su edad la cual le sonaba de alguna parte, tenía una especie de pañoleta que guardaba su cabello… ¿De dónde la conocía?
—¡Oye! ¿¡Estás bien!? —gritó Jean nuevamente llamando la atención de la muchacha quien parecía estar sumida en un estado de shock, estaba temblando de miedo frente al titán muerto.
La chica al principio se sobresaltó por la repentina llegada de él, pero inmediatamente se relajó en cuanto vio a Jean llegar con su caballo.
—¡Rápido! Sube a mi caballo, puede aparecer otro titán en cualquier momento —la chica no dudó dos veces y procedió a subir al caballo con su ayuda—. ¿Me puedes explicar qué diablos sucedió aquí?
—E… el flanco derecho fue eliminado por completo… —fue lo primero que dijo mientras se aferraba con fuerza a la capa de Jean. Aún recordaba perfectamente aquellos gritos de agonía de esos soldados siendo devorados por los titanes y las últimas palabras de quien le encargó informar que el equipo de reconocimiento de la derecha había sido aniquilado—. E… esa cosa horrible atrajo t… titanes y los mató a todos.
—¿Eh? ¿A qué te refieres?
—C… creo que era un titán excéntrico. No… un titán hembra, se dirige hacia la formación, tenemos que avisar a los demás.
Jean abrió los ojos desmesuradamente.
—¿¡Qué diablos!? —exclamó acelerando el paso del caballo—. ¿Qué pasó contigo? ¿Dónde está tu caballo? ¿Acaso mataste ese titán tu sola?
—No sé si me creas si te digo que no sé lo que pasó exactamente...
Jean alzó una ceja, él sabía que algo raro había pasado entre esa chica y el titán muerto. Pero de momento se limitó a asumir que se encontraba demasiado asustada, pues había otras prioridades.
—Eres Jean ¿Verdad?
—S… sí —el nombrado se mostró asombrado al ser reconocido—. Creo que te he visto antes ¿Me equivoco?
—Soy Kristel, estuve con ustedes en la tropa de reclutas 104.
¡Con razón le sonaba de alguna parte! Jean nunca cruzó palabra con ella durante el tiempo donde ambos tan sólo eran cadetes en entrenamiento, pero la había visto de lejos, al parecer siempre evitaba el contacto con otros. Fácilmente pasaba desapercibido, sus habilidades como soldado eran bastante promedio, era muy callada, y al tener la mirada siempre fija al suelo resultaba difícil reconocer las facciones del rostro.
Ahora que tuvo la oportunidad de verla cerca se dio cuenta que aquella chica realmente era muy bonita, tenía una sedosa piel blanca, ojos almendrados color azul claro de aspecto melancólico, también pudo apreciar sus cejas y pestañas claras. Le resultaba curioso por qué intentaba ocultarse, incluso ocultaba su cabello bajo esa vieja pañoleta que no dejaba ver siquiera las raíces de su pelo.
—Puedo ver a nuestros compañeros delante —le informó a la chica, poco después lanzó una señal de humo amarilla, era momento de que alguien lo hiciera.
Kristel veía poco tras la ancha espalda de Kirschtein, pero efectivamente podía distinguir a sus compañeros, y más adelante la monstruosidad que había aniquilado a parte de su escuadrón.
La situación empezaba a salirse de las manos, eso la estaba empezando a poner muy nerviosa. Esto no era simplemente ir y volver como le dijo Dita Ness.
Kristel se había hundido tanto en sus pensamientos que pasó de los otros dos cuando empezaron a conversar, simplemente se encerró en su caparazón. A veces lograba percibir oraciones que llegaban a sus oídos acerca del titán hembra, y la posible ubicación real de Eren. Eso no le importaba, a decir verdad, lo único que quería a toda costa era que esa pesadilla acabase de una buena vez.
—¡Kristel, responde! —la voz de Jean la sacó de sus pensamientos nuevamente, parecía estar llamándola desde hace un rato—. ¿Qué te pasa? ¡No puedes distraerte de esa manera en pleno campo de batalla!
—Lo siento… estaba pensando en otra cosa —admitió sintiéndose realmente tonta, no era momento de recluirse mentalmente como forma de escapar, tenía que enfrentar la amenaza. No culpaba al joven, quien la estaba mirando con cierto enojo, lo entendía.
—Pues es momento de que despiertes, hay que impedir que el titán hembra se adentre más en la formación.
Kristel lo miró aterrorizada.
—Saltaremos sobre ella para intentar distraerla, al menos uno de nosotros tendrá que cortarle el tendón de Aquiles. Yo te daré la señal para saltar. Sólo tienes que hacer cómo hiciste con el titán que mataste.
La última parte no la tranquilizaba para nada ¿Y si le decía que realmente no mató a ese titán? Recordaba que, tal como sus superiores fue capturada por ese enorme titán y cuando estuvo a punto de caer en sus hediondas fauces, el titán se detuvo y se quedó mirándola fijamente hasta que cayó de rodillas al suelo y empezó a deshacerse delante de sus ojos. No hubo nadie cerca para cortarle el cuello, aun así, algo le había infligido daño y estaba segura de que ese alguien no había sido ella. Le alivió haber salido de una muerte segura, pero esta vez no estaba segura de tener tanta suerte.
Recordó las palabras de Ymir ese día, con sus habilidades no saldría viva de su primera expedición. De seguro el momento ya le había llegado.
A medida que se acercaban al titán hembra, Kristel hacía grandes esfuerzos en controlar su agitaba respiración producto del pánico. En cualquier momento Jean le daría la señal para engancharse al masivo cuerpo del titán, debía estar lista.
—¡Ahora! —el grito de Jean atronó sus oídos, llegó el momento de saltar y soltar los cables del equipo apuntando hacia las pantorrillas del titán.
El cuerpo de Kristel temblaba sin parar, no creía poder hacerlo. Para su sorpresa, el ágil cuerpo del titán esquivó los cables de Kristel y trató de patearla, afortunadamente no llegó a golpearla directamente, pero la ráfaga del golpe la mandó lejos ganándose una fuerte caída y varios raspones en la cara. Lo mismo ocurrió con Jean. Y Armin también cayó.
Listo, faltaba que ese titán los aplastara como moscas en cualquier momento.
—Jean… —el nombre del chico escapó de sus labios, al menos había tenido el valor de volver a arremeter contra ella, pero aquel podía ser un catastrófico final para él.
No quería verlo, no quería ver como mataban a otra persona delante de sus ojos.
—¡Jean, venga al que estaba ansioso por morir! —pero algo increíble sucedió en cuanto Armin dijo aquellas palabras, el titán detuvo su puño en el aire dándole chance al joven de escapar.
No entendía lo que Armin estaba hablando, pero sea lo que fuese, funcionó.
Kristel estaba del otro lado de donde estaban Jean y Armin, intentó incorporarse como pudo entre las fuertes sacudidas de la adrenalina y el dolor que atravesaba todo su cuerpo. También sintió algo picoso y húmedo sobre su mejilla izquierda, instintivamente pasó dedos ahí para darse cuenta que estaba sangrando.
«Demonios…» la joven chasqueó la lengua. Ahora qué iba a hacer, qué tenía que hacer, no comprendía como esos tres tenían el coraje de aún seguir batallando contra ese monstruo, a diferencia de ella que casi se orina encima.
Reiner logró cortar los dedos del titán y quitar a Armin de en medio dándoles el camino libre para huir. Sus piernas estaban entumecidas, sólo esperaba no haberse fracturado nada debido a la caída. Obligó a su cuerpo levantarse del suelo soltando un doloroso gemido, sabía que si se quedaba ahí sería el final, y Kristel Lombard no quería morir en su primera expedición.
La muchacha intentó correr siguiendo a los demás jóvenes los cuales huían despavoridos esperando a que el titán hembra no los persiguiera. Lo último que escuchó fue a Reiner decir que se había ido en otra dirección. Pero en ese momento Kristel estaba muy abrumada como para sentirse aliviada, lo único que estaba en su mente era sobrevivir, nada más.
Kristel no se había dado cuenta que durante la caída había perdido su pañoleta dejando libre aquel sedoso cabello blanco ondeaba con gracia en la brisa. Cuando los chicos se detuvieron, quedaron asombrados observando el cabello de la muchacha que, junto a sus otras finas facciones parecía una criatura fuera de este mundo. Pero la chica estaba completamente absorta en su propio dolor para notar las intensas miradas que recibía, especialmente de Armin.
En la cabeza del rubio sólo tenía algo en mente, y era a esa niña que conoció en Shiganshina, la que desapareció y creyó que jamás la volvería a ver, y estaba ahí justo frente a él. No cabía duda de ello, sus rasgos exóticos eran inconfundibles. Por alguna razón ahora se llamaba Kristel, y estuvo todo el tiempo delante de él junto a la tropa 104 durante tres años sin darse cuenta.
Aquello le ocasionó una dolorosa punzada en el pecho.
—Gerda… —Armin soltó el nombre de sus labios en apenas un murmullo, pero lo suficientemente claro para que la joven peliblanca escuchara. Como era de esperarse, reaccionó asustada a la mención del nombre. Miró a Armin con asombro y miedo al mismo tiempo mientras sostenía un trozo de vendaje que le ofreció Reiner para limpiar la sangre que se escurría del raspón de su mejilla.
—¿Estás bien? —murmuró el rubio haciendo como si no dijo nada.
—Estoy bien —contestó la otra de la misma forma —, ¿Y tú?
—Sí, sólo un poco aturdido.
Esa fue toda la conversación que tuvieron en todo el rato que Jean intentaba localizar su caballo. Dada la situación, dos de ellos tenían que quedarse porque sólo tenían un caballo, Kristel veía venir que tendría que ser uno de esos dos… al menos la tranquilizaba el hecho de que no iba a estar sola.
Pero antes de seguir sumiéndose en más pensamientos pesimistas, aparece un ángel salvador, Krista Lenz y dos caballos ¡Qué alivio! Jamás se había sentido tan alegre de encontrarse con la joven, de momento sentía más tranquilidad.
—¡Kristel! —llamó la joven en cuanto logró divisarla una vez que los chicos habían tomado sus caballos—. ¿Qué te pasó en el rostro?
—Sólo una caída… —respondió mientras intentaba ponerse de pie, la respuesta no convencía a Krista de su bienestar, no sólo tenía la mejilla raspada, también tenía otro pequeño la frente y un hematoma en la barbilla.
Pero al menos estaba viva… así es, Krista Lenz estaba feliz de que su amiga estuviera viva.
—Es la primera vez que veo tu cabello, es precioso —Kristel abrió mucho los ojos al percatarse hasta ese momento de la ausencia de su pañoleta. Miró a su amiga, lucía admirada cómo las ondas naturales de su cabello enmarcaban su cara y caía hasta la espalda baja.—. Déjame ayudarte…
Kristel se quedó de rodillas al suelo para que le fuera fácil a la rubia peinar su cabello apropiadamente. Sintió como Krista peinaba con suavidad las hebras finas de pelo blanco, era muy reconfortante.
—Listo —le dijo, Krista ató su cabello en una cola baja usando un mechón de pelo—. Tú vienes conmigo en mi caballo.
Kristel asintió.
De ese modo ellos cinco partieron hacia el resto de la formación, se dirigían al bosque de árboles gigantes. Aquello generó conflicto entre los reclutas dada la situación, pero al parecer la misión seguía en pie, esto le dejaba a Kristel un amargo sabor en la boca.
De momento tenían que asegurarse que ningún titán entrara al bosque, así que desde diferentes posiciones los jóvenes soldados se colocaron en las ramas de los enormes árboles atrayendo la atención de los repugnantes titanes. Tenía a su derecha a Armin y Jean, se le hizo un nudo en el estómago ver cómo aquellas criaturas alzaban sus manos con ganas de devorarlos.
No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero había pasado el suficiente para algunos titanes intentaran escalar los árboles.
Kristel suspiró, sólo deseaba que todo esto acabara pronto.
Entonces, la joven llevó su mirada hacia el suelo, cuando lo hizo abrió los ojos como platos al darse cuenta que, a diferencia de sus demás compañeros, no había ni un solo titán debajo de ella deseando comérsela ¿Cómo podía ser eso posible? Entonces, por puro reflejo miró a su derecha donde estaban sus dos compañeros, y tragó en seco al ver sus expresiones llenas de sorpresa y temor.
Kristel sintió una tensión abrumadora sobre ella, no tardaría mucho hasta que otros se dieran cuenta de ese "pequeño" detalle el cual sin dudas la metería en problemas una vez regresaran a las murallas.
No tenía idea de por qué ningún titán le estaba haciendo caso, eso la hizo pensar en la persona a quién le prometió unirse a la Legión de Reconocimiento ¿Acaso conocía de esto? ¿Por eso le dijo que la Legión era el lugar más seguro para ella?
Continuará…
