La mejilla de Gerda cayó bruscamente sobre la grama.

Frunció el ceño encontrándose frustrada por ser incapaz de siquiera tocar al hombre que la veía como si se tratase de un asqueroso insecto arrastrándose por el suelo. Gerda soltó un suspiro impaciente, y con esfuerzo trató de incorporarse nuevamente para enfrentarse nuevamente al individuo delante de ella. Limpió con la manga del uniforme las gotas de sudor que caían en su frente y se puso en guardia justo como le enseñó. Gerda era consciente de cuan patética podía lucir delante del capitán, pero eso no la iba a hacer desistir.

«¡Otra vez…!»

Los ojos cristalinos de la joven miraban con decisión al capitán, quien por el contrario portaba una expresión indiferente hacia la chica, por tanto, a esta se le complicaba saber qué pudiera estar pasando por su cabeza exactamente. Levi no esperó mucho hasta que decidió atacar nuevamente sin piedad, la peliblanca no hacía nada más que esquivar sus ataques… uno, dos, tres, cuatro, cinco. De repente, sintió como la rodilla del capitán se hundió en su abdomen sacándole el aire de los pulmones.

Gerda cayó de rodillas suelo tosiendo mientras intentaba recuperar el aire.

Ese último golpe en definitiva fue el más doloroso que pudo haber recibido durante toda la sesión de entrenamiento. El capitán reanudó sus sesiones de entrenamiento matutino tan pronto logró recuperar fuerzas, la levantaba antes de que saliera el sol, y la tomaba como un saco de boxeo propinándole las peores zurras de su vida.

Ella suspiró intentando incorporarse por enésima vez ignorando el dolor que le atravesaba en todo el cuerpo.

—Felicidades, esta vez conseguiste un par de segundos de vida antes que el enemigo acabe contigo —dijo Levi, conociéndolo eso era lo más cercano a un cumplido.

Pese al ligero reconocimiento del capitán, Gerda aún seguía sintiéndose patética.

Desde que Gerda salió de la enfermería se sentía profundamente comprometida con su entrenamiento, hacía todo lo que podía para ganar más resistencia, y en efecto los resultados se iban notando, pero demasiado lento para lo que Gerda estimaba. La joven se preguntaba qué más podía hacer, obviamente necesitaba más que seguir corriendo hasta el cansancio.

—Es suficiente por hoy —informó el pelinegro sacando a la muchacha de sus pensamientos—. Treinta vueltas alrededor del campo, luego únete a Eren para limpiar.

La joven dio un respingo al escuchar ese nombre.

Después de aquel raro encuentro con Eren hizo todo lo posible por evitarlo durante los días posteriores. Había cierta tensión entre ellos cada vez que se encontraban por mera casualidad en el corredor de las habitaciones o durante la limpieza, en parte esto era por ella quien sin poder evitarlo empezaba darle vueltas a la descabellada pregunta que le hizo. Eren, por su lado, no le dirigía la palabra en parte porque se notaba a leguas en la muchacha que se sentía incómoda con su presencia, y también en parte algo decepcionado por no obtener respuesta a su pregunta… por tanto, Eren Jaeger sacó la conclusión que era sujeto no grato para Gerda Weber.

Gerda intentaba mantener a raya aquellos absurdos sentimientos que le quitaban la paz cada vez que veía o recordaba a Jaeger mientras corría alrededor del campo, tampoco es como si él le diera tantas vueltas, pues ni él mismo sabía siquiera el verdadero significado de la pregunta que le había hecho.

«—¿Qué soy para ti, Gerda?».

La joven resopló con sólo recordarlo.

«Pregunta estúpida…»

Después se desataba un hilo argumental en su cabeza diciéndose sobre qué base se le ocurría preguntarle eso ¡Era ridículo! Tenía años que no lo veía, y en el pasado nunca se llevaron bien. Por alguna razón recordó una escena bastante peculiar de su infancia, en una cena con los Jaeger inevitablemente una escena entre ellos dos tuvo que pasar en donde Gerda terminó golpeando a Eren en la cabeza con el plato de la cena porque este terminó hablando de más, el doctor Jaeger les puso penitencia a los dos para que finalmente se llevaran bien —cosa que definitivamente no funcionó, pero los calmó por unos días—. Gerda juraba que Eren Jaeger la odiaba y trataba de hacer su vida imposible, en cambio Kristen como adulta al fin era capaz de discernir más allá de las acciones del chico pues este al fin y al cabo siempre terminaba buscándola… para ella ese era el simple intento de un niño que no sabía cómo actuar cuando una niña le llamaba la atención, en ese entonces Gerda pensó que eso no tenía sentido en absoluto, e incluso le molestó cuando su madre le pidió que intentara controlarse cuando Jaeger le dijera algo que no le gustara pues de alguna forma puede que intentara comunicarle algo.

«Meras patrañas…» eso era lo que Gerda pensaba, pero tras lo que le dijo Eren extrañamente las palabras de Kristen cobraron sentido, pero le costaba reconocerlo.

Gerda sacudió su cabeza para apartar esos pensamientos. Cuando terminó de dar las vueltas, fue a limpiar con Eren y el resto de la tropa.

La chica ni siquiera lo saludó, se encontraba demasiado agotada por el entrenamiento y saber el día que aún seguía por delante la ponía de mal humor. Así que durante todo el rato que estuvieron juntos limpiando Jaeger simplemente se limitó a darle pequeñas miradas, pero en cuanto hacía algo mal no tardaba en ir exaltado a corregirla.

Por primera vez, decidió seguir el consejo de su madre y tragarse las ganas de gritarle en la cara para que la dejara en paz. Pero sabía que en cualquier momento podía explotar.

El día prometía ser movido, a medida que avanzaba la mañana podía ver más soldados integrándose a sus labores diarias, esos soldados especialmente estaban relacionados con la tropa 104, a quiénes se les había encomendado proteger a Eren y a Historia. La legión estaba con los ojos bien abiertos ante un posible movimiento de parte de aquel misterioso enemigo que se encontraba dentro de las murallas, y también entrenaban a Eren sin descanso con tal de que pudiera cerrar la brecha en el muro María.

Mientras tanto, Gerda Weber simplemente estaba en mera observación, no podían estimar nada claro respecto a ella así que hasta que no se descubriera algo en concreto no procederían pues aún necesitaban información y Hange tenía las manos bastante llenas con los experimentos de Eren para que lograra la cristalización, ese era el objetivo principal. La división de soldados que fue encomendada a registrar la casa del pastor Nick no pudo obtener mucha información porque su casa estaba a manos de la Policía Militar lo cual de por sí suscitaba sospechas.

Con respecto a todo esto, Gerda no sabía ni qué pensar… suponía que en parte era bueno, prefería que las cosas respecto a sus circunstancias se fueran revelando eventualmente a medida que su cuerpo y su mente se iban fortaleciendo.

La muchacha suspiró y luego cerró los ojos por unos segundos, se sentía demasiado cansada, tanto física como mentalmente.

Gerda podía sentir el movimiento de sus compañeros a su alrededor a un ciento por ciento enfocados en sus deberes. Le pareció reconocer la voz de Jean hablando con Sasha, quien al parecer intentaba robar comida nuevamente.

Jean había entrado sin cuidado trayendo la suciedad que con tanto empeño Eren trataba de limpiar, Gerda no tanto pues a diferencia se Eren no le tenía tanto temor al capitán. De todas formas, todas las mañanas terminaban pateando su trasero así que no tenía nada que perder si limpiaba bien o no.

—¿Crees que el capitán Levi se sentirá satisfecho con la limpieza, idiota? —Eren se dirigió exaltado hacia Jean—. Si no te hubiera hecho la cama esta mañana…

—¡Cállate! ¡No eres mi mamá!

Los gritos empeoraron las punzadas de Gerda en la cabeza, pero afortunadamente se calmaron con la llegada de Mikasa quien a pesar de todo seguía siendo tan activa y dedicada como siempre rehusándose por completo a descansar, pasando del reclamo de sus amigos.

—Es inútil —dijo Eren—. Traté de detenerla, pero no me hace caso. Antes estuvo haciendo abdominales.

—¡No la espíes! —exclamó un enfurecido Jean hacia Eren.

A Gerda se le crispó la ceja, y se acercó a los chicos con una mirada glacial capaz de congelar hasta los huesos.

—Otra palabra más y te juro que romperé el palo de la escoba en la cabeza —amenazó Gerda directamente al joven de ojos verdes quien se sobresaltó al escuchar la fría voz de la muchacha.

—Oye… ¿Por qué me lo dices a solo a mí? Él es el gritón —se defendió Eren vehementemente.

—¿Qué diablos estás…? —saltó Jean para arremeter contra Jaeger nuevamente, pero fue interrumpido por una peliblanca ya bastante frustrada con el chico durante toda la mañana.

—¡Llevas toda la mañana volviéndonos locos quejándote cada cinco minutos de lo que según tú no hacemos bien! ¡Me tienes harta!

—¿Acaso estás loca? Obviamente llevas haciendo todo mal ¿No tienes miedo de lo que el capitán Levi puede hacerte?

—Vuelve a decirme loca y verás, tarado.

Sin darse cuenta, esos dos se habían convertido en el centro de atención. Especialmente Gerda, quien era capaz de decirle unas cuantas verdades a Eren sin problema alguno, lo cual jamás esperarían de su personalidad apacible.

—Ahí esos dos de nuevo… —suspiró Armin, ganándose la mirada curiosa de quiénes tenía cerca pues no entendían a qué se refería.

—Ya, ya… dejen de coquetear. Me dan asco —dijo Jean deteniendo al instante la discusión entre los dos.

La primera en reaccionar fue Gerda, con las mejillas ligeramente sonrojadas miró molesta a Jean, y le dijo:

—Deberías ir a un doctor para que te revise la cabeza, Jean.

—Vaya… hoy estás que revientas —le respondió el chico con un gesto soberbio, dejando a Jaeger totalmente descolocado.

—¿Saben qué? Estoy cansada… —con esto la chica soltó la escoba dejándola caer en el suelo y se apartó de los muchachos.

«¿Por qué a mí me grita y a él no?» se cuestionó Eren formando un gesto de molestia.

—Definitivamente está loca… —dijo esta vez en un murmuro procurando que la muchacha no lo escuchara.

—Su cara bonita es engañosa —expresó Jean su análisis a la peliblanca—. Fácilmente puede mandarte al diablo sin pensárselo dos veces.

En eso Eren Jaeger no podía estar más de acuerdo.

Aquella extraña faceta en la personalidad de Gerda no dejaba de sorprenderlos, aunque por lo general se proyectara como una persona serena y se llevara relativamente bien con todo el mundo también podía tener un carácter intimidante especialmente si se trataba de Eren, o al menos era lo que sus compañeros empezaban a notar de a poco a medida que la muchacha mostraba estelas de su verdadera personalidad. Pero Gerda no era la única que mostraba cambios interesantes, la dulce Krista Lenz ahora Historia Reiss a quien siempre se le veía una personalidad amable y simpática tuvo un cambio dramático manteniendo una expresión impasible y vacía, como el de una simple muñeca hueca incapaz de emular emociones, siempre se mantenía callada detrás de todo el mundo absorta en sus propios pensamientos.

La situación era difícil para todos, en especial para aquellos tres personajes que se enfrentaban a un panorama incierto. Eren Jaeger estaba más que determinado en seguir hacia adelante, Gerda pensaba del mismo modo e intentaba mejorar cada día, pero la determinación de Historia era totalmente incierta… y esto en cierto modo dejaba pensativa a Gerda Weber, quien pese a todo no era indiferente a su situación pues a fin de cuentas esas dos tenían más en común de lo que reamente se imaginó. No obstante, la peliblanca se abstuvo de acercársele y conversar porque de seguro la rubia no estaba de ánimos para una charla, además de lo duro que era para ella procesar la ausencia de Ymir en su vida.

Aunque Historia no lo notara, Gerda siempre la observaba recordando el tiempo donde la chica se acercaba para hablar y hacerle compañía. Aunque esa no fue su verdadera personalidad en cierto modo extrañaba esos momentos… representaban los dulces de la inocencia antes de todo este embrollo.

«Que dolor de cabeza…»

Particularmente se sentía bastante estresada ese día, y los reclamos de sus compañeros hacia Sasha quien no escatimaba esfuerzos en robar comida cada vez que se le presentaba la oportunidad empeoraban su dolor de cabeza. Gerda los fulminó con la mirada, pensando si debía gritarles o no… todo esto era el colmo.

Pero afortunadamente, aparece el capitán Levi en escena cuya presencia instala un silencio sepulcral entre los jóvenes, este se dispuso ante todo a inspeccionar la limpieza del lugar pese al caos que armaban los reclutas.

—Han tenido tiempo suficiente para limpiar.

Su decepción se veía escrita perfectamente en todo el rostro.

Eren se llevó una mano en la cara, pensando en un "se los dije" e imaginando las posibles consecuencias de esa limpieza tan ineficiente.

—No importa —contestó el capitán, al menos la suerte estaba del lado de los jóvenes reclutas pues el capitán había decidido tratar para después sus métodos de limpieza—. Eren, Hange te está esperando para experimentar.

De ese modo todos los reclutas estuvieron de testigos para presenciar el monstruoso experimento. La legión esperaba con ansias sellar el hoyo en el distrito Shiganshina, más aún ver los misterios de Grisha Jaeger en el sótano de su casa. Pero todo el sobreesfuerzo y el estrés en Eren estaba haciendo que los experimentos resultaran fallidos una y otra vez sumiendo a todos en frustración mientras aquella brillante posibilidad se alejaba cada vez más como si se tratara sólo de una mera fantasía.

Así terminaba el día, sin brindar el más mínimo halo de esperanza. Pero era lo máximo que podían alcanzar a la falta de información que disponían sobre esa clase de poder.

En el camino de vuelta, Armin Arlet vislumbró a su amiga peliblanca andando a paso lento tras dar por concluido el experimento. El joven apresuró el paso hasta que finalmente quedó a su lado.

Instintivamente, Gerda llevó sus ojos claros hacia él y esbozó una pequeña sonrisa al confirmar que se trataba de su agradable presencia. El rubio imitó el gesto.

—Entonces… aún hay mucho qué recorrer ¿No? —mencionó ella para romper el silencio que se instaló entre ellos.

En respuesta, el joven suspiró y mostró una sonrisa cansada.

—Me gustaría que hubiera otra forma, a Eren aún le cuesta controlar sus poderes…

—Tiene que seguir entrenando… —complementó la chica, recordando con esas palabras lo mucho que también tenía que trabajar para mejorar… no podía evitar establecer una comparación entre ellos dos, en sus actuales condiciones ambos aún seguían siendo un par de tontos que seguían esforzándose.

—No creo que sólo simple entrenamiento lo ayude —respondió Armin mirando hacia el atardecer con una mirada cansada—. A pesar de todo, es bueno ver lo mucho que se esfuerzan.

Ahora la chica parpadeó confundida por el comentario en plural.

—Me refiero a ti… he visto que estás entrenando muy duro, corres todas las mañanas y luego te pones a limpiar con nosotros —el comentario del muchacho en principio la sorprendió, no esperaba que alguien notara sus esfuerzos por hacerse más fuerte, y eso en parte la hacía sentir avergonzada. Pero luego, un sentimiento travieso surgió en su interior dibujando una expresión pícara en el rostro con la intención de molestarlo.

—Vaya Armin, no sabía que observabas tanto a las personas.

Armin se sobresaltó mostrándose nervioso, el joven empezó a balbucear y a tropezar en sus propias palabras intentando explicarle que las cosas no eran como pensaba.

La actitud de Armin hizo que Gerda soltara una suave risa, y suspiró sintiendo nostalgia. Al joven le resultó curiosa la respuesta, y miró atentamente el próximo movimiento de la muchacha, quien se abrazó a su misma y su mirada iba a acompañada con cierto deje triste.

—Aprecio que te preocupes tanto por mi tras haberlos ignorado por tres años —confesó, en verdad ese hecho le llevaba pesando por mucho tiempo y al fin tenía el valor de admitirlo abiertamente—. No lo merezco.

El rubio llevó la mirada hacia el camino pensando en esas palabras, cuando se enteró que Gerda estaba entre ellos tuvo que admitir que se sorprendió. No obstante, en su corazón no había lugar para guardarle rencor por eso.

—Bueno, teniendo en cuenta todo lo que has pasado puedo entender por qué te alejaste de todo… pero creo que lo importante es que ya no lo estás haciendo más.

Gerda le sonrió, era inevitable sentir tanta calidez en la presencia de Armin.

Los jóvenes quedaron envueltos en un agradable silencio mientras retornaban al cuartel de la Legión, de vez en cuando la mirada nerviosa de Armin reposaba en ella recordando todas las cuestiones que estaban alrededor de su existencia. No habían tenido la oportunidad de conversar al respecto y deseaba hacerlo, más no quería incomodarla.

—¿Algo que quieras decir Armin? —preguntó ella notando sus miradas titubeantes.

—Bueno, quería preguntarte respecto a… aquello.

—Oh…

—Pero no es necesario que lo hagas si no te sientes cómoda —agregó rápidamente el muchacho al notar que Gerda no le respondía, más bien mantenía sus ojos plasmados en el horizonte como si hubiera quedado atrapada en medio de una profunda reflexión.

—No sé cómo sentirme al respecto… —confesó, la verdad no tenía problemas al expresarse con Armin. De hecho, sabía que era la persona más apropiada para depositarle su confianza—. Lo único de lo que estoy segura es que una parte de mi quiere conseguir respuestas, quiero entender de qué huía… qué soy. Pero otra parte no está segura si quiere encontrar la respuesta. Así que, simplemente voy a dejarme llevar por la corriente y ver qué me depara.

Armin asintió, sintiendo perfectamente los sentimientos de Gerda. Cada día que pasaba resultaba difícil para ella. Por eso, a pesar de que hubo un lapso de tiempo que los separó, Armin aún quería demostrarle que no tenía que enfrentarse a esos misterios ella sola.

—Yo puedo ayudarte… —la respuesta le llamó la atención, y se quedó mirándolo con cierta perplejidad—. Puedo ser alguien en quien puedas apoyarte para resolver este misterio, no tienes que atravesar este camino sola. Por algo están los amigos.

El chico no imaginaba la inmensa felicidad que embargó su corazón al pronunciar la última frase, conmovía su corazón profundamente confirmar que aún tenía su aprecio por los viejos tiempos al igual como ella lo sentía por él. Y como si de repente se hubieran remontado a esa época, Armin se sonrojó cuando vio la sonrisa tierna que tanto le gustaba, justo la que recibía cuando jugaban.

A pesar de que el mundo se estuviera desmoronando en locura, las cosas pequeñas podían brindarles a ambos al menos un poco de satisfacción al menos en momentos como esos.


En tan sólo unas horas se había formado la situación más crítica en la Legión, ahora el enemigo no estaba fuera de las murallas, sino también entre los de su misma especie. Todo empezó cuando les llegó la noticia del asesinato del pastor Nick, y la detención de los altos mandos en la Legión, el momento llegó rápido pero ya esperaban que el enemigo empezara a mover las fichas tarde o temprano, esto sólo confirmó la teoría de Erwin Smith… algo no estaba bien con la monarquía y debían hacer algo al respecto.

El mensaje de Erwin lo había cambiado todo en la pequeña base de la Legión en las montañas, aquella tarde durante el atardecer el capitán Levi Ackerman movilizó a sus hombres y a la tropa 104 lejos del lugar. En cuestión de unas pocas horas tras el anochecer la Policía Militar rodeó la base, y todos ellos contemplaban esto desde lejos.

—Por poco… —dijo Connie Springer mirando absorto hacia la dirección donde se encontraban esos soldados de la Policía Militar con la clara intención de arrestarlos… o quien sabe—. ¿Qué nos habría pasado si hubiéramos tardado más?

—¿Cómo sabía el comandante sobre esto? —preguntó Armin dirigiéndose al capitán Levi.

—El gobierno ha dado nuevas órdenes, detener la actividad de la Legión fuera de la muralla. Quieren que entreguemos a Historia y a Eren.

Este último dato sorprendió a todos… ahora se estaban moviendo sin importarles que sus acciones fueran claramente sospechosas, y eso los hacía potencialmente peligrosos porque estaban dispuestos a lo que sea. Y eso los hizo preguntarse con cierto temor qué secreto albergaba la muralla que fuera tan importante.

La incertidumbre los estaba matando.

El capitán decidió llevar a todos a Trost y armar un plan para asegurar la seguridad de ambos jóvenes. La idea de Levi era que con el desorden que habría en el distrito sería más fácil ocultarse, además de poder utilizar el equipo de maniobras por los edificios, era lo más lógico, pero el no saber exactamente quién los atacaría los ponía a dudar de sus movimientos.

Con algunos hombres de la líder de escuadrón Hange y los miembros de la tropa 104 partieron hacia Trost mientras diseñaban un plan en concreto para recorrer la ciudad al día siguiente y saber exactamente quiénes estaban detrás de toda esa persecución hacia la Legión, el mismo fue armando entre Levi y Armin mientras los demás escuchaban atentamente.

—No sabemos cómo o quiénes nos atacarán así que nuestra prioridad será proteger a Eren e Historia a toda costa —habló el capitán mirando hacia los dos jóvenes cuyas caras apenas eran visibles por la débil luz que producía el fuego de una pequeña lámpara. Habían llegado a Trost muy entrada la noche más no era el momento de descansar, gracias a los hombres de Hange pudieron encontrar un viejo depósito lo suficientemente discreto para pasar la noche y hacer los preparativos de su plan—. Por tanto, debemos ocultarlos.

Muchos de los jóvenes mostraron confusión preguntándose cómo eso sería posible.

En ese momento intervino Armin para aclarar la duda en sus compañeros.

—Lo que significa que Eren e Historia irán en eso —el rubio señaló una enorme carreta que contaba con una cubierta lo suficientemente grande para esconderlos mientras simulaban que llevaban mercancía a través del distrito como solían hacer los comerciantes—. Pero debemos plantar un señuelo para atraer al enemigo en caso de que nos ataque, lo que implicará que dos de nosotros tengan que hacerse pasar por ellos…

Los jóvenes se miraron entre ellos como analizándose entre ellos para el papel de hacerse pasar por Eren e Historia.

—Creo que Jean y Armin serían perfectos para esto —habló Sasha sin pensarlo mucho y atinó en el clavo con la sugerencia.

La reacción natural de los mencionados fue exaltarse, Armin estaba avergonzado pero resignado pues contempló desde antes esa opción. En cambio, Jean y Eren se exaltaron totalmente en desacuerdo con la idea.

—¡Yo no me parezco a ese idiota! —fue lo que dijo Jean haciendo que no mucho tiempo después Eren replicara diciendo que él no se parecía en nada a Jean "cara de caballo".

—Me parece perfecto —dijo el capitán poniendo fin inmediatamente a la discusión, pero los chicos no quitaron las caras desconcertadas que tenían, esto provocó que Sasha, Connie e incluso Gerda aguantaran las risas especialmente por la cara de Jean que, según la peliblanca, podía darle años de vida.

El capitán procedió a explicar los detalles finales del plan, los jóvenes en esta parte adoptaron una actitud más seria dejando a un lado el pequeño altercado de unos minutos. Después de ello, podían al menos descansar un poco si podían, era comprensible si alguno de ellos se sentía nervioso por el día siguiente.

El capitán Levi vio a los jóvenes acomodarse en sus respectivos puestos para descansar, este no pudo evitar posar su pesada mirada en Gerda Weber, él no quería preocuparse de más con todo lo que estaba pasando. No obstante, era imposible tener esa espina que le molestaba cada tanto cuando recordaba la última conversación que tuvo con Erwin en Trost antes que se desatara todo ese embrollo.

Levi fue a informarle respecto al avance nulo en los experimentos con Eren pues no sabían cómo hacer que este lograra desarrollar dicha habilidad, en aquella conversación tocaron la posibilidad de que Historia Reiss fuera su única opción para obtener dicha información que necesitaban, en dicha ocasión Erwin también le mencionó acerca del estado en que se encontró la casa del pastor Nick cuando los soldados de la Legión fueron a investigar, después dijo respecto a Gerda:

«—Dile a Gerda que procure no ocultarse el cabello durante los días siguientes.»

Levi frunció los labios, era consciente que la chica ocultaba su cabello porque la monarquía la quería muerta.

«¿En qué piensas, Erwin?» se cuestionó el capitán por enésima vez por las raras instrucciones del rubio.

Entonces, fue cuando llegó ese momento que Levi lo entendió, y no le gustaba para nada la implicación de la muchacha en ese plan. Erwin tenía razones de sobra para sospechar que los mismos que estaban detrás de Eren e Historia también querían a Gerda, y por tanto de alguna forma estuviera ligada al misterio de las murallas, y al usar su cabello al descubierto Gerda Weber se convertiría en la carnada perfecta para sacar al enemigo de las sombras…

Erwin estaba haciendo una maldita apuesta, como siempre lo hacía.

...

La mañana siguiente resultó ser un día muy movido en el distrito, de por sí la ciudad era un caos debido a la situación de los refugiados. Los banderines de colores que estaban colgados por toda la ciudad se reflejaban perfectamente en los ojos de Gerda, quien miraba los objetos decorativos con curiosidad, ella los había visto anteriormente cuando que vivió en Trost con su madre y corría apurada por las pobladas calles para llegar a tiempo a su trabajo.

—Hoy es el aniversario de la coronación —dijo Sasha a un curioso Connie que ignoraba el motivo de estos y el especial desorden en determinado punto de la ciudad.

Levi instó a los jóvenes caminar algo dispersos para no levantar sospechas, y eso Gerda trataba de acatarlo a la perfección, en cierto punto del camino decidió ponerse una capucha para cubrir su cabeza porque empezaba a sentir fuertes los rayos del sol sobre su piel la cual se estaba enrojeciendo.

Gerda mentiría si no admitía que estaba nerviosa, sentía cómo las manos le sudaban mientras adhería sus manos en el equipo de maniobras debajo de la capa que vestía en caso que tuviera que usarlo por alguna emergencia. Algo que contribuía a sus nervios en parte era el hecho que el capitán le había solicitado usar su cabello al descubierto, no sabía la razón, pero le atormentaba el mal presentimiento de hacer eso. La creciente paranoia aumentaba el ritmo cardíaco, quizás sólo fuera su imaginación debido a la situación en que estaban, pero ella tenía la sospecha de que alguien los estaba observando… más como no percibía ningún movimiento particular del parte del capitán Ackerman, decidió mantener la calma lo mejor que pudo.

Gerda inhaló y exhaló suavemente, viendo como una opción pensar en aquel tiempo cuando vivó en Trost y cuidaba a los niños de la señora Schneider, se preguntaba que habría sido de ellos… identificó varios lugares y se dio cuenta que no estaba muy lejos del bar de Catleya, no sabía nada desde que se unió al ejército. Se preguntaba si estaba bien, si la volvía a ver de seguro le daría una fuerte reprimenda por haberla mortificado porque durante sus tres años de entrenamiento tan sólo le envió una sola carta.

«Tengo que escribirle otra…» tenía confianza que ella estaría bien aun después de la batalla en Trost… o al menos era lo que quería pensar; Gerda se abstenía de ponerse en contacto con la mujer en parte por temor a recibir una mala noticia.

En las calles había demasiada gente, más gente de lo que les hubiese gustado pues entorpecía el avance del grupo y la carreta que albergaba en secreto a Eren e Historia. Gerda esperaba que tan sólo fuera algo temporal o pasara lo más rápido posible, le desagradaba la sensación que estaba experimentando al caminar por las calles… y pronto, ese sentimiento que consideraba irracional cobró sentido, cuando de repente una carreta a toda velocidad se aproximó a ellos y se llevaron consigo a Armin y Jean disfrazados.

Gerda quedó helada en su lugar, se sintió tan cerca… el miedo estaba a punto de paralizarla, se reprendió por ello porque no era momento para eso. A partir de ahí empezaba el plan.

—¡Vamos Gerda! —exclamó Sasha despertando a la peliblanca de su estado ensimismado por la sorpresa.

Los jóvenes empezaron a usar el equipo de maniobra por la ciudad con rapidez, Mikasa y el capitán iban a la cabeza como los soldados virtuosos y talentosos, mientras los otros intentaban alcanzarlos lo mejor que podía, Gerda iba desde atrás. La capucha se había apartado de su cabeza debido a la velocidad con que se desplazaba por los techos, su cabello blanco estaba atado a una coleta baja. Por primera vez Gerda Weber se sentía como un verdadero soldado en acción.

Siguieron a los secuestradores hasta llegar a una especie de almacén parecido al que estuvieron la noche anterior, ahí rápidamente se dieron indicaciones para posicionarse y emboscarlos. Durante el proceso, hubo algo que inquietó a Levi Ackerman, y era el hecho de que los secuestradores aparentemente eran aficionados… eso le añadía más extrañez a los sucesos que estaban sucediendo. El mayor los dejó a cargo para salvar a Armin y Jean antes que se dieran cuenta que no eran los verdaderos.

—Entonces debemos de asegurarnos cuántas personas hay ahí dentro ¿Verdad? —preguntó Gerda a Connie, este asintió e inmediatamente la joven se puso a analizar el perímetro localizando a los secuestradores.

En el proceso se encontró con el rostro nada grato de Armin quien intentaba aguantar al pervertido que tenía las manos encima suyo pensando que realmente era una chica.

«Pobre Armin…»

—Yo sólo veo cuatro ¿Puedes ver algo más? —informó Gerda a su compañero al ver como se aproximaban desde afuera cuatro sujetos hacia donde estaban los supuestos Eren e Historia.

—Sí, yo igual —le respondió Connie.

Los chicos se pusieron en guardia cuando los escucharon hablar.

—¿Estás seguro que son Eren y Krista?

—Sí, la descripción coincide.

—¿Lograron ver a la chica de cabello blanco con ellos?

—No señor.

—Eso nos puede causar problemas, hablaron de atrapar a esa chica… —habló quien parecía estar a cargo del secuestro—. Oh, ¿Dónde está el vigilante?

Entonces, sin mucha dilación Mikasa salió de su escondite estampando su rodilla en el rostro de uno de los hombres, su maniobra fue rápida y poderosa. Gerda quedó impresionada por la habilidad de Mikasa, ella soñaba con algún día ser tan buena como ella en el combate cuerpo a cuerpo ¿Debería pedirle ayuda para que la entrenara? Esa idea le pareció brillante… pero inmediatamente sacudió la cabeza, tenía que estar enfocada en el plan y seguir vigilando con Connie.

—Connie, Gerda ¿Estos son todos? —preguntó Mikasa hacia los jóvenes que tan pronto llamó salieron de sus escondites.

—¡Sí! —respondieron al unísono.

Inmovilizar a los sujetos fue algo sencillo, cabe destacar a que algunos de los que estaban conscientes abrieron los ojos como platos al ver el paso de la chica peliblanca, tenían justo en sus narices a la otra muchacha que debían atrapar. Y eso Gerda lo pudo entender.

La muchacha se colocó la capucha mientras tragaba con miedo, tenía miedo que la raptaran como hicieron con Armin y Jean, pero ya los secuestradores estaban capturados ¿Significaba eso que no corrían peligro?

—Gerda —la voz de Mikasa la sacó de su ensimismamiento, la joven pelinegra permaneció unos segundos en silencio percibiendo el temor reflejando en sus ojos cristalinos—. Ten cuidado.

Ella asintió, aun no debía bajar la guardia.

En cuestión de pocos minutos Armin y Jean se equiparon para unirse a los demás quiénes iban a reunirse con el capitán, quien según Mikasa probablemente necesitara apoyo. La tropa se colocó sobre el techo de una casa para vislumbrar la ciudad, de momento todo se veía bastante calmado.

—¡Escuché disparos! —exclamó Sasha de repente con un rostro angustiado, Gerda y otros que estaban cerca la miraron asombrados por la reacción tan brusca—. Ha sonado más de uno por allá.

—Entonces, ha pasado algo… —dijo Jean.

—Probablemente —habló Mikasa mostrando un semblante increíblemente serio ganando la atención de sus compañeros—. El capitán dijo: A partir de ahora nos enfrentaremos a humanos, no sólo a titanes.

—¿Qué significa eso? —cuestionó Jean confundido y sorprendido al mismo tiempo, pero Mikasa se abalanzó hacia dejando a los demás totalmente desconcertados.

Pero el mensaje era bastante claro, al menos para Gerda y eso la hizo tragar nerviosa… si el enemigo era humano e intentaba atacarlos, probablemente tuvieran que matar.

La peliblanca frunció el ceño enojada con lo que estaba pasando.

«¡Maldición!»

Gerda fue la próxima que salió detrás de Mikasa, y escuchó como los otros partieron tras ella. En ese momento Gerda se dio cuenta que no había tiempo para dejarse paralizar por el miedo o quedarse lamentándose, si lo hacía su muerte sería patética y llegaría pronto. Y ella no quería eso.

Gracias a la velocidad que brindaba el equipo de maniobras para desplazarse, los jóvenes llegaron en pocos segundos al lugar donde se desarrollaba el altercado. A relativa cercanía lograron ver al capitán quien perseguía la carreta donde estaban Eren e Historia inconscientes… básicamente, estaban enfrentándose al peor escenario posible.

El enemigo también tenía equipo de maniobras y armas de fuego dispuestos a matar a cualquiera que interviniera en sus planes. A Gerda se le encogió en corazón cuando el capitán utilizó la cuchilla para matar a una persona… pero era entendible, era la vida de él y con ella debía proteger a los chicos a toda costa.

—¡Vayan tras el carro! —ordenó Levi cuando los vio aproximarse.

—¡Sí! —respondió Mikasa tomando la iniciativa como la excelente soldado que era.

—Tengan cuidado, ellos están acostumbrados a enfrentarse a otros humanos. Ya han matado a tres de los nuestros. Si quieren recuperar a Historia y Eren, no pueden dudar en matarlos cuando tengan la oportunidad.

En la expresión de los chicos se podía percibir lo mucho que les disgustaba la idea. Sin embargo, no tenían muchas opciones.

El enfrentamiento era feroz con tal de obtener el control del carro, mientras se acercaban los asesinos iban acercándose como cucarachas superándolos en números.

La adrenalina corría salvajemente en los jóvenes, pero intentaban mantener un objetivo claro, salvar a sus compañeros. Tanto Gerda Weber como los demás jóvenes soldados estaban realizando una la hazaña más peligrosa en todas sus vidas, e irónicamente no era contra titanes.

Armin y Jean se aproximaron al carro por órdenes del capitán mientras Gerda, Sasha y Connie se dedicaba a cubrirlos. La peliblanca sólo podía pensar en lo loco que se ponían las cosas, podía sentir los agitados latidos de su corazón en la cabeza mientras escuchaba los sonidos de los cables adhiriéndose a las paredes de los edificios… los estaban persiguiendo, esos asesinos estaban tras de ellos.

Por mero instinto la chica miró hacia atrás y lo vio… vio a un hombre con esas terríficas armas y precisamente la estaba mirado a ella ¿Qué iba a hacer? ¿La iba a apuntar con su cañón? El tiempo pareció detenerse, las cosas sucedieron demasiado rápido, el hombre de sombrero vaquero sonrió de manera macabra y se aproximó a ella amenazándola con el arma, este con un movimiento rápido movimiento la golpeó en la cabeza con la misma haciendo que terminara inconsciente, pero antes que perdiera velocidad y cayera al suelo, el hombre la agarró y se dispuso a acercarse al carro donde más de sus subordinados tomaban el control del mismo.

—Eras la única que nos faltaba… —dijo el hombre pasando justo al lado del capitán Levi, quien con rostro horrorizado vio cómo se llevaban a Gerda Weber también.

Eso se suponía que no debía pasar.

Con el mayor dolor en su corazón se dio cuenta que habían perdido, no había más que podían hacer.

—¡No! Nos retiramos —ordenó con firmeza al ver la intención de Mikasa de ir tras el carro a toda costa. Él deseaba hacer lo mismo también, pero sería un movimiento tonto.

Los miembros de la tropa 104 miraban estupefactos lo que ocurría, no pudieron salvaros y al mismo tiempo compartieron el temor de ver a Gerda partir con esos asesinos.

—¡Gerda! ¡Eren! ¡Historia!