Capítulo 9 - La cascada de los castores
Cuando Sam se levantó esa mañana, sintió mucha hambre. No era por comer pan élfico todos los días y estar siempre con el estómago vacío, era por el agradable olor a pescado frito que venía de la cocina. Se vistió rápidamente y caminó al comedor. La posada tenía solo 4 habitaciones y encontrar la cocina fue pan comido. Sam se sentó en una mesa. La cocinera le dio un plato.
- Se ve que tiene hambre – la cocinera le entregó un pescado frito y unas rebanadas de pan.
Sam se lo zampó todo. Una vez satisfecho, decidió agradecerse con su servidora.
- Estaba muy rico ¿cuál es tu nombre?
- Mi nombre es Anbu, soy prima de Anju, que trabaja en Colcktown. Nosotras trabajamos en la rama de las Stock Pot Inn. La comida es mi especialidad, mientras que mi hermana es mejor recepcionista.
- Gracias por el dato. Si voy a Colcktown, le haré una visita.
Sam salió de la posada y se dirigió a la casa del anciano. El hall estaba lleno de zoras que iban y venían. Había alguna clase de conmoción en el auditorio. Sam se acercó a un zora masculino y le habló:
- ¿Qué pasa¿Por qué hay tanta gente?
- Es que ocurrió algo con Lulu, de los Indigo-Go's. De la noche al día ya no quiere hablar – el zora señaló al tumulto de gente que se acercaba a la habitación de Lulu – Los fans están molestos porque se cancelaron todos los ensayos y conciertos.
- Ya veo.
Sam subió por el camino y llegó a la casa del anciano. El estaba adentro, mirando por una ventana el grupo de manifestantes. Se dio vuelta y miró a Sam.
- Ya llegaste, que bueno – el anciano se sentó en un mesón - ¿Supiste lo de Lulu?
- Si, un zora me lo contó.
- ¿Qué terrible no? – El zora sacó un viejo libro – Estudié tu caso y déjame decirte que es muy complicado.
- ¿Por qué¿Acaso no se puede?
- No no, nada de eso. E problema es que necesito que me consigas varias cosas para hacer el ritual.
- ¿Cómo cuales?
- Cosas como botellas de cristal o una joya en específico – el zora le mostró el libro – ¿Ves esta lista? Son todas las cosas que necesitamos. Solo nos faltan tres cosas: una botella de cristal, el diamante del océano y una lágrima de luna.
- ¿Y dónde encontraré tales cosas?
- Las botellas comunes son de vidrio. Solo puedes conseguir algunas de cristal con los castores de la cascada que queda al final de Great Bay. Te sugiero que vayas ahí primero si es que deseas volver a tu mundo antes de que este mundo llegue a su fin.
- ¿A su fin?
- ¿No lo has oído? La luna está cada día más cerca de nosotros. Todos suponen que tarde o temprano la luna caerá y nos extinguirá a todos. Yo mismo calculé y quedan exactamente dos días, contando éste, para el "fin del mundo".
- Debo apurarme entonces. Me iré de inmediato – Sam tomó sus cosas – gracias por la ayuda.
- De nada chico ¡Ah! Necesitarás esto – el zora le tiró un remo.
- ¿Un remo? – Sam no dudaba de los conocimientos del anciano, por lo que guardó el remo en su cinto.
Ya afuera del hall, Sam se encontró con el zora del bote.
- ¡Vaya! Veo que te tomaste tu tiempo. Seguramente no lo pasaste muy bien. Los Indigo-Go's no van a tocar mas.
- ¿Me llevas a la playa?
- Por supuesto.
- ¿Te tengo que pagar?
- No, en la cuota vienen incluidos ambos viajes. Súbete.
Durante el viaje a la costa, Sam notó que el número de peses esqueleto había aumentado. Ya en la costa, Sam saludó al zora de los juegos y se despidió del zora de los botes. Miró su mapa y se encaminó a la cascada de los castores.
El camino iba montaña adentro. Paralelo al arenoso camino que tomaba Sam, había un río que desembocaba al mar. Seguramente venía de la cascada. Las palmeras crecían en las paredes del acantilado y formaban un techo verdoso en el angosto pasaje. La luz era intermitente. La sombra ayudaba a aliviar el calor del ambiente. Tras caminar durante media hora, Sam llegó a una curva. El sonido de la cascada se hacía más fuerte. Cuando terminó la curva, llegó:
La cascada era imponente. Tenía solo 10 metros de alto pero para Sam era de un tamaño gigantesco. El agua de la cascada caía en una laguna profunda, de la cual surgía el río del que ya habíamos hablado.
Sam rastreó alguna entrada o cueva. A nivel del suelo no había nada. Sam elevó la vista y encontró la gruta. Estaba alto, y tuvo que atar una roca a un trozo de cuerda para poder trepar. A la primera arrojada, se pudo anclar en una palmera que se encontraba a la entrada de la gruta. La escalada no fue mucho trabajo. Casi al final de llegar, la roca se soltó. Sam sintió como la gravedad lo atraía al suelo de apoco. Instintivamente, se aferró a una liana colgante. Trepo rápidamente y logró llegar a tiempo. El corazón le latía fuertemente.
Entró por el túnel y se encontró poco tiempo en otra laguna. Ésta daba origen al río que formaba la cascada. Nadando en la laguna había un castor. Era de tamaño muy grande. No tan grande como nosotros, pero de tamaño de hobbit. Sam le gritó:
- ¡Señor Castor¡Necesito de su ayuda!
El castor saltó a recibir a Sam.
- ¿Qué quieress?
- Tengo que obtener una botella de cristal.
- ¿De cristal dices? Esas son muy raras. Tú sabes. Las botellas son un tesoro para nosotros – el castor pensó un rato – Deberás ganarme en una carrera en el río si quieres tener una ¿de acuerdo?
- Muy bien.
- Perfecto. Espérame aquí en un minuto, iré a buscarte un kayak. No creo que me ganes nadando.
El castor se sumergió en el río y se metió en un dique (seguramente construido por los castores) ySam se sentó a esperar. Miró su remo: le iba a servir.
¡El tercer capítulo está terminado! Bueno, en verdad es el capítulo 9 dentro de la historia general y el 10 si contamos el prólogo ¡Pero que importa! Léanlo y me mandan sus comentarios.
Fe de erratas:
Para los que leyeron el capítulo 6en su versión vieja, en las notas del autor:
Decía: Esta la parte que me costó menos.
Debe decir: Este fue el capítulo que me costó menos.
