Hola! Pues ya estoy aqui de nuevo!

Bueno, bueno, no os pongais asi por como acabé el capitulo anterior. Hay que mantener la intriga, jajaja, aunq supongo q os imaginais lo q ha pasado, no?

Pues nada, eso es todo por ahora, espero q os guste este capitulo!

Y recordad:

" comitas dobles" - dialogo.

' comitas simples y cursiva! ' - pensamientos.


Cap 14: Unos cargamos con orcos muertos, mientras otros abrazan a jovencitas.

Legolas empezó a correr hacia el edificio, seguido de cerca por sus compañeros. Que había sido esa luz? Estarían todos bien? Como era posible que no se hubiese percatado de la desaparición de tres orcos? Maldiciendo su falta de atención sobre el grupo de atacantes, entró en el edificio.

En la entrada pudo ver dos orcos sin vida y a Gandalf que alzaba su espada ante uno de ellos. El mago acababa de matarlo, de su espada caían grandes gotas de sangre negra. Gandalf miró al elfo con preocupación, mientras éste, sin detenerse un segundo, pasó de largo al mago y subió las escaleras a toda prisa.

Cuando entró en el pequeño apartamento quedó completamente sorprendido por la escena que tenía delante. El salón estaba destrozado, el sofá no era más que un montón de escombros y la mesa estaba partida en dos apoyada contra la pequeña estantería que no tenía un aspecto mucho mejor. La joven Sonia estaba sentada al otro lado de la sala y sollozaba con la cabeza escondida entre sus brazos y sus rodillas. Anne estaba en pie, ante Sonia, sus brazos caían inertes, y, por uno de ellos se deslizaba una fina línea de sangre roja, que caía a sus pies en forma de pequeñas gotas. Su cara estaba totalmente inexpresiva y sus ojos estaban fijos en algo que había ante ella. Legolas siguió su mirada, a los pies de la chica estaba el cuerpo inmóvil del último de los orcos. No había duda de que estaba muerto, pero el elfo se sorprendió al ver el estado del cuerpo. Estaba completamente rígido, y, si sus ojos no le engañaban, parecía que estaba helado, como si hubiese quedado enterrado bajo la nieve, solo que en esa sala no había nieve.

Los otros llegaron en seguida y contemplaron la escena aturdidos, igual que le había pasado al elfo. Éste avanzó hacia Anne, quien no se había movido ni desviado la vista del cuerpo del orco. Se puso ante ella y la miró de arriba a bajo preocupado. Estaba bien, excepto por un corte en su brazo derecho que no parecía profundo. Aunque seguía sin moverse.

"Estas bien?"- susurró suavemente. Pero no obtuvo respuesta. Se acercó a ella un poco más y, delicadamente, puso sus dedos bajo la barbilla de la chica y la obligó a mover la cabeza hacia él. Eso tampoco sirvió, ya que Anne dejó que el elfo moviera su cabeza, pero aun así, su mirada seguí fija en el orco.

"Andraya"- volvió a intentarlo Legolas. -"Anne"- repitió, suavemente.

Anne escuchó como una voz lejana la llamaba. Desvió su vista hacia el origen de la voz, para encontrarse con dos hermosos ojos azules que la observaban preocupados. Tardó un poco en reconocer a quien tenía delante. Se sentía como si acabara de despertar de un largo sueño. Le miró, aun aturdida, mientras el elfo le devolvía la mirada. No recordaba que el elfo la hubiese llamado nunca por su nombre, al principio la llamaba Eva y, después de saber su verdadero nombre, se limitó a dirigirse a ella sin utilizarlo. Por eso se sorprendió, al darse cuenta de lo bien que había sonado, de la calidez de su voz al pronunciarlo. Sus ojos estaban fijos en los del elfo, que mostraban la misma calidez que sus palabras, y sin saber porque Anne empezó a sentirse mejor, más tranquila, más protegida. Legolas suspiró interiormente al ver que había conseguido sacar a Anne de su estado. Se alegró al notar en su mirada que, aunque asustada y desconcertada, se encontraba bien, pero algo captó de nuevo la atención de la chica, haciendo que desviara su mirada hacia el orco otra vez.

Gandalf se acercó a Sonia y tras verificar que se encontraba bien, se aproximó al cuerpo sin vida de la criatura y lo observó pensativo, mirando hacia Anne de vez en cuando.

"Deberíamos sacarlo de aquí"- le dijo a Aragorn, quien asintió. Y con la ayuda de Guimli se dispusieron a arrastrarlo fuera del apartamento.

Anne se percató de que había movimiento en la sala y al mirar a su alrededor, su vista volvió a quedar fija en el orco. Que había pasado? No lo sabía bien. Recordaba estar acorralada por la horrible criatura, como ésta se lanzó hacia ella, y como ella había alzado sus manos en un intento por protegerse del golpe, y ya está, eso era todo, lo siguiente que recordaba era frío y oscuridad. Notó como unos suaves dedos se posaban en su mejilla.

"Anne"-

'Otra vez esa voz.'

Su mirada volvió a Legolas quien acariciaba su mejilla con ternura. Sus ojos mostraban preocupación y Anne comprendió el motivo. 'Esa cosa ha estado a punto de matarnos. Podría estar muerta... Sonia podría estar muerta ... y sería culpa mía ... porque me pasa esto a mi?'. Dejó caer su cabeza sobre el hombro de Legolas, quien, a su vez, la abrazó suavemente acercándola más hacia él. Anne escondió su cara contra el cálido cuello del elfo y se aferró con sus manos a su camiseta, y, sin poder evitarlo, empezó a sollozar.

"Unos cargamos con orcos muertos, mientras otros abrazan a jovencitas."- murmuró Guimli cuando tanto él como Aragorn, pasaron por su lado arrastrando el cadáver fuera de la casa. -"El mundo está muy mal repartido"- le apoyó Aragorn.

Anne lloró durante unos minutos, incapaz de contener lo que sentía, mientras que Legolas acariciaba su espalda como si se tratase de un bebé y le susurraba palabras de consuelo al oído. Cuando se tranquilizó, Legolas la guió hasta su habitación y la sentó en la cama, donde ya se encontraba Sonia.

Aragorn examinó a las chicas, Sonia estaba bien, exceptuando el susto que llevaba encima. Y Anne tenía un corte en el brazo que, aunque no era gran cosa, el montaraz trató concienzudamente para evitar infecciones. Sonia, una vez empezó a reaccionar y sentirse más segura con los chicos de nuevo en el apartamento, ayudó a Aragorn, como buena enfermera que era. En cuanto a Anne, se limitó a quedarse sentadita e ignorar lo que sucedía a su alrededor, aun con sus pensamientos perdidos en los horribles finales que podría haber tenido el reciente suceso.

Desde la sala, Gandalf miraba pensativo a la chica. Ver el estado del cadáver del orco le había impresionado. Sin duda Anne había realizado algún hechizo, aun sin ser del todo consciente, como acto reflejo. Durante los días que pasó la joven en Rivendell le había explicado algunos hechizos para manipular el clima, como invocar el viento e incluso la nieve. Pero lo que no se esperaba era que demostrara tanto poder, al menos tan pronto. 'La jovencita promete' pensó. 'Pero esto la pone en peligro... Nos pone en peligro a todos ... Si estoy en lo cierto sobre lo que Saruman quiere de ella, no tardará en volver a intentar algo ... aquí no está a salvo, debemos irnos en seguida.'

"Debemos irnos en seguida"- dijo Legolas al mago, como leyéndole los pensamientos. Éste asintió y, tras intercambiar una mirada de preocupación con el elfo, se dirigió hacia donde se encontraba Anne. Se arrodillo ante ella y, poniendo una de sus manos sobre el hombro de la chica para obtener su atención, le dijo que debían partir de inmediato.

"Cuando pase la amenaza de Saruman, podré volver?"- medio susurró la chica.

"Llegado el momento, la elección será solo tuya"- Respondió el mago, dulcemente. Anne asintió lentamente, se puso en pie y se dirigió al armario del que sacó una mochila.

"Estoy lista. Vámonos"- dijo, de golpe le habían entrado unas ganas enormes de irse de ese lugar. No quería seguir ahí y seguir viendo en su mente a ese horrible ser muerto en su salón. 'Cualquier lugar es mejor que este, incluso la Tierra Media.'

"Cuando has preparado la bolsa?"- preguntó Sonia, mirando curiosa la mochila que cargaba su amiga.

"Pues cuando llegué."- dijo Anne, como si fuese obvio. -"Sabía que Gandalf aparecería por aquí, así que ... mejor que me encontrara preparada, no?"- contestó, mirando al mago, quien asentía con una sonrisa.

"Pues partamos, ya nos hemos demorado suficiente."- intervino Legolas.

Tras dar un último vistazo al que, durante los últimos cinco años, había sido su hogar, Anne cerró la puerta y le dio las llaves a Sonia.

"Es mejor que no te quedes aquí"- le dijo Aragorn a Sonia. -"Podrían venir más"-

La chica puso cara de pánico. -"No os preocupéis. Me iré a pasar una temporada con mis padres. Aunque estuviese convencida de que ningún orco más va a aparecer por este lugar, iría igualmente. No creo que pueda volver a dormir tranquila en una buena temporada."- 'Como añoro a mi mami!' –"Ten cuidado"- le dijo a Anne, mirándola con preocupación. Ésta le dedicó una pequeña sonrisa. –"Todo irá bien."- Y, tras un abrazo, se unió a los chicos, que ya bajaban por las escaleras. –"Hasta pronto"- susurró Sonia antes de ver desaparecer por el pasillo a su amiga y pensando en lo mucho que la iba a echar de menos.

El camino de regreso al lago pasó sin ninguna incidencia, Legolas iba en primer lugar, inspeccionando el camino, seguido de cerca por Aragorn quien cargaba con la mochila de Anne. Guimli y Gandalf iban al lado de la chica, quien caminó todo el rato mirando al suelo, sin fuerzas ni ánimos de mirar esos lugares tan familiares, pues tenía la sensación de que tardaría mucho en volverlos a ver. 'Si es que no acabo atravesada por una de esas horribles espadas negras de algún orco antes ... o Saruman me mata ... o me caigo de un caballo y me rompo el cuello ... o ... Creo que estoy un poco pesimista...'


'De nuevo en Rivendell' suspiró Anne, mientras caminaba tras los chicos hacia la puerta del hermoso palacio. Ante la cual, les aguardaba Lord Elrond, quien había sido testigo de su llegada desde su balcón. Respiró tranquilo al ver que todos habían vuelto sanos y les sonrió con afecto mientras les daba la bienvenida. Todos parecían contentos por estar de nuevo en su mundo. Bueno, todos, todos, no. Miró a Anne con preocupación, mientras ésta se limitaba a contemplar el suelo con expresión triste.

–"Bienvenida."- le dijo el señor de Rivendell. –"Me alegro de que estés bien"-

–"Si, yo también. Lo siento, pero estoy cansada"- respondió sin siquiera levantar su mirada. Cogió su mochila de las manos de Aragorn y se fue hacia su habitación.

–"Pasemos dentro. Creo que tenéis muchas cosas que contarme"- les dijo el medio elfo a los viajeros mirando curioso las extrañas vestimentas de éstos.

Lord Elrond los guió hasta una pequeña sala, en el centro había una mesa preparada para ellos con algo de comida y, en uno de los laterales de la estancia, un fuego. Gandalf pasó a relatarle al señor de Rivendell lo ocurrido desde que partieron, interrumpido varias veces por cierto enano que no dejaba de hablar maravillado de las extrañas construcciones en las que vivían las gentes de ese extraño mundo. Lord Elrond escuchó atento toda la historia y, una vez Gandalf (y Guimli) concluyeron, asintió pensativo.

"Invocar al hielo es un conjuro difícil de controlar"- comentó.

"Lo sé."- respondió el mago. -"No deja de ser sorprendente que lo realizase con éxito al primer intento. Con el poder que ha demostrado, no le costará mucho aprender a defenderse."-

"No estoy muy seguro si eso es una buena o mala noticia."- agregó el medio elfo, pensativo. -"Si Saruman sabe que ella posee tanto poder, volverá a intentar algo pronto, no esperará a que aprenda a dominarlo y se convierta en una amenaza para sus planes."-

El comentario de Lord Elrond hizo que el resto de presentes, incluido Guimli, dejasen de prestar a tención a sus platos y le mirasen sorprendidos.

"Mmm"- lo miró serio el mago. -"Aún no estoy muy seguro de lo que quiere de ella."- comentó a sus amigos mientras una idea de cómo enterarse se iba formando en su mente.

"Aquí estará segura"- concluyó Lord Elrond. 'Por ahora.'


La pequeña reunión acabó pasada la media noche y, tras ésta, todos se retiraron a sus habitaciones. 'así que Saruman la quiere por su magia' pensó Legolas, mientras contemplaba el cielo nocturno desde su balcón. Lord Elrond y Gandalf no habían sido muy claros con sus explicaciones y, sin duda, sabían más de lo que demostraban. Aunque confiaba en ellos, deseaba que no fuesen tan prudentes con sus palabras y conocer más sobre lo que estaba ocurriendo. Sabía que sus preocupaciones no le dejarían dormir, así que decidió dar un paseo por los jardines.

'Cuantas noches en vela desde que ella llegó'. Sonrió al recordarlo. Primero por que no se fiaba de ella y se quedaba despierto vigilándola casi toda la noche, y más tarde, demasiado preocupado por lo que estaba sucediendo y la implicación de Anne en el asunto como para dormir. 'Anne... porque me costó tanto decir su nombre en voz alta?' Se encaminó hacia el pequeño claro al pie de la cascada donde la había encontrado apenas unos días atrás, el día que ella estaba haciendo campana de sus clases. Cuando estaba a menos de un par de metros del lugar, la vio. Estaba sentada, apoyada en un árbol, en la misma posición que la otra vez, mientras contemplaba la cascada. Tras dudarlo unos segundos, entró en el claro, haciendo un poco de ruido para no asustarla como la última vez.

Anne levantó su vista al oír los pasos y le miró sorprendida. Legolas se había cambiado de ropa, así que volvía a vestir su típico traje verde y llevaba el pelo recogido al estilo élfico. Si el estado de ánimo de Anne hubiese sido el habitual en ella le habría dicho algo como 'Creía que los pasos de los elfos eran casi inaudibles, presumido!' Pero no lo era, estaba demasiado preocupada por todo lo que había sucedido, y , aunque el susto se le había pasado hacia un buen rato y se sentía segura en Rivendell, aun tenía miedo. No sólo de lo que les podría haber sucedido a ella o a Sonia o a alguno de los chicos. Sino también por lo que ella había hecho. Como había matado a ese orco? Sería capaz de volver a hacerlo? Si ella era un mago y esa demostración de poder era solo la punta del iceberg de lo que podría llegar a hacer, sería capaz de conseguir controlarlo sin herir a nadie? 'Por que me ha de pasar esto a mi?'

Legolas se había sentado a su lado y también contemplaba la cascada pensativo. 'No sabía que este era un sitio tan popular' pensó Anne. Durante un buen rato estuvieron en esa posición, sin hablarse ni mirarse, ambos perdidos en sus pensamientos.

"Gracias"- susurró Anne. Legolas se giró para mirarla, sin estar muy seguro de si había hablado en realidad o solo se lo había parecido a él, ya que la chica ni siquiera se había movido. -"Por sacarme de la oscuridad"- susurró de nuevo la chica, ahora mirándole a los ojos.

Legolas asintió lentamente, y, tras mirarla con atención unos segundos, decidió hacerle la pregunta que rondaba por su cabeza desde que había llegado. -"Que pasó?"-

"No estoy muy segura"- contestó Anne, desviando la vista a sus manos. -"Todo pasó muy rápido. Yo sólo quería que nos dejara en paz ... estaba tan asustada y, de repente, todo fue oscuridad ... hasta que te oí llamarme."- le miró de nuevo. -"Gracias"-

Legolas volvió a asentir y Anne centró su atención de nuevo en la cascada. No sabía muy bien el motivo pero el sonido del agua al caer la ayudaba a tranquilizarse. Legolas la observó unos minutos, parecía tan vulnerable y, hacia apenas unas horas, había matado a un orco ella sola. Todo en esa chica parecía ser una gran contradicción. En ocasiones parecía débil y al segundo siguiente parecía fuerte y confiada. Afirmaba no ser partidaria de la violencia, pero no había dudado un segundo en darle una buena patada a ese chico. Tan pronto podía estar alegre como triste. La mayor parte del tiempo se comportaba como una niña sin preocupaciones, pero también podía ser adulta y sensata. Lo había demostrado al confesar que preparó la bolsa nada más llegar a su mundo porque quería estar preparada, y no dudó en volver a Rivendell cuando todo se complicó. Parecía que por fin había asumido su destino. Lo sintió por ella, 'demasiada responsabilidad para alguien tan joven'.

"En la oscuridad, una roca puede parecernos un fiero lobo, pero a la luz del día no es más que una roca."- Anne le miró sorprendida, mientras el elfo se levantaba y, después de desearle buenas noches, se alejó del lugar. 'Lobos? Piedras? ... Sé que intenta decirme algo pero no sé el que... Las metáforas nunca se me han dado bien'


Las siguientes semanas pasaron rápido, entre clases y más clases, Anne apenas tuvo tiempo de pensar en lo ocurrido y su humor, para alegría de todos que ya empezaban a estar un poco preocupados, volvió a ser el de siempre (más o menos). Las clases de magia iban muy bien, Gandalf había empezado de nuevo por los fundamentos y, poco a poco, empezaba a controlar hechizos básicos. El mago parecía complacido con su alumna, la cual, en más de una ocasión, no estaba muy segura de cómo conseguía hacer que los hechizos saliesen bien.

Las clases con Lord Elrond ya no eran tan aburridas como al principio. El medio elfo ya, no solo le hablaba de la historia de la Tierra Media, sino que también le daba pequeñas lecciones de élfico. De manera, que cuando veía que la joven empezaba a aburrirse con la historia, cambiaban de tema. Para la sorpresa de Anne, resultó que se le daba bastante bien el élfico. Bueno, en realidad lo que se le daba bien era memorizar la gramática e, incluso, entenderlo (frases simples por supuesto que está empezando), pero hablarlo era otro tema. 'Esto es imposible de pronunciar!' pensaba cada vez que Lord Elrond le hacia leer algún texto en voz alta. El medio elfo cerraba los ojos y suspiraba al escuchar como la joven destrozaba su bella y querida lengua.

Por otro lado, Veryan, alias Silencioso, seguía enseñándole a montar a caballo. Para Anne esa era la peor de todas las clases, de no ser porque el elfo era bastante agradable y nunca perdía la paciencia. –"Inténtalo de nuevo"- repetía una y otra vez Silencioso, mientras Anne intentaba controlar al caballo y le echaba miraditas de rencor. Apenas habían avanzado mucho desde la primera clase. Veryan había insistido en enseñarla a montar al estilo de los elfos, es decir, sin silla. A Anne no le hizo mucha gracia, pero el elfo insistió diciéndole que era más práctico. Ya conseguía subirse al caballo y trotar sin problemas, pero trotaban hacia donde el caballo quería que, casualmente, siempre era el lado contrario al que Anne le indicaba. 'Este bicho me odia... Como no te portes bien te haré a la parrilla, monstruo!.' El caballito en cuestión era una preciosa yegua de pelaje oscuro, toda ella era completamente negra incluidos sus ojos. El color azabache de la yegua brillaba bajo el sol dando como resultado unos extraños destellos azulados. Sin duda era un animal hermoso, regalo de Lord Elrond, de nombre Ambar que, como Anne averiguó durante una de las lecciones, significaba Destino. 'Creo que hubiese sido más apropiado llamarla bicho-negro-desobediente. Como se dirá en élfico?'.

Por su parte, Aragorn, Legolas y Guimli habían estado muy ocupados saliendo a patrullar el bosque y ayudando a preparar las defensas de Rivendell, por si fuese necesario. Aun así, pasaban ratos con la chica, para mantenerla ocupada y que no volviera a deprimirse. Anne sabía que ese era el principal motivo por el que no podía tener ni cinco minutos para ella, pero en el fondo les estaba agradecida. La herida de su brazo se había curado sin ningún tipo de complicaciones, y Anne se alegró muchísimo cuando Aragorn le dio el alta, ya que éste le vendaba y desvendaba el brazo al menos cuatro veces al día. 'Que pesadito!... Nunca nadie le había prestado tanta atención a mi brazo!'


Pues esto es todo por ahora, no pasan muchas cosas en este capitulo y no hay mucho humor, en realidad no hay, pero no era plan de q la chica se pusiese a decir burradas en medio del ataque del orco. Así q el proximo tendrá dosis extra de risas, ya lo tengo escrito y es uno de mis preferidos.

Hasta pronto! ;p