Hola! Pues ya estoy aqui otra vez!
Bueno, hoy no
tengo mucho tiempo para responder a los reviews por separado, resulta q
me voy dos semanas de vacaciones y estoy superliada metiendo cosas en
la maleta (la mayoria no creo q las vaya a usar, pero es q sino mi madre
no me deja irme!). Pero como recompensa este es el capitulo mas largo q
he escrito nunca!
Muchas gracias por todos los reviews, me alegro de que os gustara el capitulo. Si en algo habeis coincidido la mayoria es en q Anne deberia hacer explotar a Pilindiel, jajaja, definitivamente es la elfa más odiada de la tierra media. Por desgracia, despues de eso, creo q encerrarian a Anne en prision o puede q en un manicomio (q seria mas apropiado). Asi q os tendreis q contentar con el cabezazo de Ambar, q ya se lo tenia merecido la elfa! Hay quien me ha llamado malvada por cortar la escenita de Anne y Legolas en el mejor momento... jajaja, todo llegará. Bueno, aqui os dejo el siguiente capitulo.
Cap 29: Problemas en el paraíso
Anne llegó al palacio aún riendo. Ambar, su odiado caballito, la había defendido de Pilindiel, la muy odiada elfa, dándole un buen cabezazo. La semana ya no podía mejorar más. Después de medio-ridiculizar a la elfa con La Macarena la noche anterior, ahora había que añadirle el cabezazo de Ambar. Anne no sabía cual de los dos sucesos le hacía más gracia. 'Es una pena que Legolas se lo haya perdido... ' Justo en ese momento, como leyendo sus pensamientos, Legolas apareció por uno de los pasillos.
-"Legolas!"- gritó Anne, corriendo hacia él, intentando contener la risa. -"No sabes lo que ha sucedido!"- y continuó sin dejarle contestar. -"Ambar le ha dado un cabezazo a Pilindiel! Y se ha caído de culo con la frente roja!"- siguió la chica intentando contener la risa. Pero paró de golpe al ver que el elfo no se reía, sino que estaba serio, muy serio.
-"Lo sé. Mi padre quiere verte."- se limitó a decir, y tras esto, empezó a caminar. Anne siguió a Legolas por los pasillos del palacio hasta el despacho del rey, caminó en completo silencio, preguntándose por el motivo que el rey tendría para querer verla y la seriedad de Legolas.
Cuando entraron en el despacho, el panorama que encontró no le gustó nada. Sentado ante su escritorio estaba el rey, a su lado Thalion y frente a ellos estaba Rudhon, el padre de Pilindiel, quien se había girado al oírlos llegar. Todos con expresiones muy serias. 'Esto tiene pinta de emboscada!...'
-"Podríais explicarnos que ha sucedido exactamente en los establos?"- le preguntó el rey con tono autoritario.
'De aquí no va a salir nada bueno...' -"Cuando he llegado a los establos con los caballos, ha aparecido Pilindiel y nos hemos puesto a hablar."- 'Mmm' pensó unos segundos en explicarles la conversación que habían tenido, pero al final prefirió no hacerlo. -"Y cuando me ha alzado la voz, Ambar le ha dado un cabezazo."- El rey miró seriamente a Anne y después a Rudhon.
-"Has intentado detenerla?"- preguntó el rey.
-"Ni siquiera la he visto venir"- respondió Anne. -"Además, dar cabezazos es su manera de saludar. No lo ha hecho con mala intención."- añadió.
-"Eso nos ha dicho mi hijo. Cómo se encuentra vuestra hija?"- le preguntó a Rudhon.
-"Tiene un buen golpe en la cabeza y ha perdido la consciencia unos minutos, pero los sanadores dicen que se pondrá bien, aunque necesita reposo"- dijo el consejero.
'Pues claro que se encuentra bien! Sólo ha sido un cabezazo!'
-"Bien"- dijo el rey Thranduil, más relajado. -"Me alegro de que no haya sido grave."-
-"Aun así, exijo un castigo."- añadió Rudhon severamente, mirando a Anne. Quien le miraba un poco perdida. 'Cómo se pone todo el mundo por un estúpido cabezazo!'
El rey miró a Anne preocupado y luego de nuevo a Rudhon. -"Y qué sugerís?"-
-"Un animal que se dedica a dar cabezazos a modo de saludo y dejar a elfas jóvenes inconscientes es un peligro. Si la jovencita no sabe controlar a su yegua, tendríamos que plantearnos si es seguro mantenerla en la ciudad."-
-"Pero..."- empezó Anne, aunque una mirada por parte del rey la hizo callar.
-"Mi sugerencia es..."- siguió hablando Rudhon. -"...el caballo no puede permanecer en la ciudad del Bosque Oscuro, por seguridad."-
-"Qué! Sólo ha sido un cabezazo!"- se quejó Anne, que no acababa de creerse lo que estaba escuchando. -"A mi me da uno cada día y no me ha pasado nada. Qué vuestra hija sea una exagerada no es problema mío!"-
Rudhon encaró a la chica con mirada seria. -"Y también exijo que os disculpéis con mi hija"-
'Qué! Pedirle disculpas a la pija-wen! Ni muerta!' Anne le lanzó una mirada asesina al consejero, quien tampoco se quedó corto y contuvo la mirada de la chica con total frialdad.
El rey permaneció en silencio unos minutos, tomando una decisión, hasta que por fin habló. -"Es mi decisión que la yegua de nombre Ambar abandone la ciudad al anochecer, y que la joven Andraya se disculpe con la dama Pilindiel por el comportamiento de la, hasta hoy, su yegua."-
-"Qué!"- estalló Anne. -"Qué quiere decir que abandone la ciudad? Vais a abandonarla en medio del bosque de noche! Y qué pasa con las arañas?"- Pero nadie dijo nada más, Anne miró a Legolas, buscando un poco de apoyo por su parte, pero éste se limitó a mirar al suelo. -"No!"-
-"Es mejor que vayas a despedirte de Ambar"- le dijo Thalion. -"La decisión ya está tomada"- Y tras esto, le indicó que saliera del despacho. Antes de que la puerta se cerrara detrás de ella, pudo ver la sonrisa de triunfo en la cara de Rudhon.
Anne caminó hacia los establos aún confusa por lo que acababa de ocurrir. Cómo era posible que por un simple cabezazo estuviesen desterrando a Ambar? Y pensaban abandonarla a su suerte en un bosque lleno de arañas gigantes! No iba a tener ninguna posibilidad de sobrevivir! Cómo era posible que los elfos condenaran a una muerte tan horrible a un animal. Ella creía que eran amantes de la naturaleza. Pero lo que más le dolía era que Legolas no había hecho nada por impedirlo, no había abierto la boca en todo el rato. 'Por qué no nos ha defendido, él sabe que los cabezazos de Ambar no son para quedarse inconsciente, la elfa seguro que ha exagerado, Zorra. Mega-zorra!'
Cuando llegó a los establos, hizo salir a Ambar, quien había notado el estado de ánimo de la chica y le dio un golpecito en la mejilla para animarla. Anne le acarició la frente suavemente. Miró a su alrededor, estaban solas. Pensó en la posibilidad de esconder a Ambar o incluso de fugarse con ella, pero cuántas posibilidades tendrían una yegua desobediente y una maga novata de sobrevivir en el bosque, y donde irían. No había solución. Quizás Gandalf pudiese intervenir, pero no lo había visto en todo el día, ni siquiera a la hora de comer.
–"Por qué ha de pasar esto justo cuando empezamos a llevarnos bien..."- susurró la chica, sin dejar de acariciar a la yegua, quien la miraba con sus oscuros ojos sin ser consciente de lo que estaba a punto de sucederle.
Poco después llegó un grupo de guardias, seguidos por Legolas y Rudhon. Éste último se acercó a Ambar, y tras un golpe en su trasero la obligó a caminar delante de él. La yegua le echó una mirada molesta, pero siguió sus indicaciones. Anne caminaba la última, siguiendo la extraña procesión hacia las fronteras del reino. Los guardias seguían a Rudhon, y Legolas caminaba al lado de Anne. Unos diez minutos después, Rudhon se paró y también toda la comitiva, excepto Ambar a quien le indicó que siguiera adelante, hacia la espesura del bosque. La yegua se giró una última vez, miró con sus negros ojos a Anne durante unos segundos, y tras un bufido de despedida, siguió su camino hacia la oscuridad del bosque. Cuando el animal ya no fue visible, los guardias y Rudhon empezaron a caminar de vuelta a la ciudad.
Anne se quedó unos minutos más mirando hacia los oscuros árboles tras los que había desaparecido Ambar. Había estado intentando contener las lágrimas, no iba a ponerse a llorar delante del pija-wen-padre, pero ya no se veía capaz de contenerlas mucho más.
–"Deberíamos volver"- dijo Legolas, pero Anne no se movió, ni siquiera le miró. –"Empieza a oscurecer y estamos lejos de la ciudad. Esta zona es peligrosa."- insistió de nuevo.
–"Eso díselo a Ambar"- le soltó la chica.
–"Ella estará bien"- intentó animarla el elfo. –"Encontrará el camino de vuelta a Rivendell, es una yegua muy lista."-
–"Eso se lo dices cuando la estén devorando un grupo de arañas gigantes"-
Legolas la cogió de la mano y empezó a tirar de ella. Caminaron de vuelta a la ciudad en silencio, entraron en palacio y la guió hasta su habitación. Una vez allí, Legolas abrió la puerta y la dejó entrar, pero antes de que él pudiera hacer lo mismo Anne se giró, y con mirada triste le dijo: -"En estos momentos los elfos me caéis fatal!"- y le cerró la puerta en las narices. Se dejó caer en la cama y ahí se quedó. Inmóvil e inerte, pensando en todo lo que había sucedido ese día, en lo alegre que había sido la mañana, la impotencia que había sentido en el despacho del rey y lo triste que se sentía ahora. Pensó en Ambar y en que la echaría de menos. Y sin poderlo evitar, la melancolía se apoderó de ella. Había estado muy ocupada con su nueva rutina en la Tierra Media y casi no había tenido tiempo de echar en falta nada de su antigua vida, pero ahora, sola en su habitación, se dio cuenta de que echaba de menos muchas cosas, más de las que habría imaginado. Como a sus amigos, hablar con Sonia, su vida desorganizada pero sin magos asesinos, su cutre-trabajo... en definitiva, su hogar. Perdida en sus pensamientos pasaron las horas, ni siquiera escuchó la campana que llamaba a la cena.
Legolas llegó al gran salón esperando ver a Anne. Necesitaba hablar con ella y decirle lo mucho que sentía lo que había ocurrido, pero Ambar había puesto tanto a su padre como a él en una situación muy delicada. Para su desesperación, ella no apareció y eso le preocupó, la chica nunca se saltaba una comida.
Después de la cena se dirigió a su habitación, para ver como estaba. Al llamar a la puerta no obtuvo respuesta, así que la abrió un poco y se asomó. La habitación estaba completamente a oscuras pero aun así, pudo ver su silueta sobre la cama -"Anne?"- susurró y al ver que no respondía se acercó a ella. –"Anne?"- volvió a insistir sentándose a su lado y poniendo su mano sobre el brazo de la chica, quien estaba acostada de lado de espaldas a él. Pero ella no reaccionó.
–"Siento lo que ha ocurrido, no debí dejarte sola con los dos caballos."- empezó el elfo. –"Lo lamento."-
Anne se giró un poco para mirarle. –"Gracias..."- susurró Anne. Legolas la miró sin comprender. –"...por no defender a Ambar"- y volvió a girarse.
Legolas suspiró. –"Tienes que entender que no podía intervenir, no puedo ir en contra de la palabra de mi padre"- intentó disculparse con la misma excusa que había usado para no abrir la boca cuando estaban en el despacho, solo que dicha en voz alta no sonaba tan contundente como había esperado.
–"Claro. Pilindiel envía a su super-papi, el gran consejero, a defender su honor"- dijo Anne con sarcasmo. –"Y nosotras qué? Ni siquiera hemos tenido la oportunidad de defendernos. Qué pasa? Si no tienes un padre importante no tienes derecho a un juicio justo?"-
–"Lo que Ambar ha hecho es grave"- empezó el elfo.
–"Es grave?"- se incorporó Anne de golpe y encaró al elfo. –"Pero era gracioso cuando los cabezazos me los daba a mi, no? Fuiste tú quien dijo que ese era su manera de saludarme!"-
–"Desgraciadamente el que le ha dado a Pilindiel ha sido mas fuerte..."-
–"No! Ha sido como todos!"- le interrumpió la chica. –"Tú no estabas allí"-
–"Ha tenido que ser mas fuerte o ella no habría perdido el conocimiento"-
–"Estas seguro de que lo ha perdido? Es que tú lo has visto, porque yo no!"- estalló la chica.
Legolas la miró confuso. –"Como puedes pensar que Pilindiel ha mentido"-
'Porque es una zorra que pretende quitarme de en medio?' Anne le miró unos segundos antes de añadir. –"Dale las gracias a Ambar por el cabezazo que le ha dado a tu querida damita o ahora sería yo la desterrada"- Legolas la miró aun más confuso. –"Pilindiel me estaba acusando de..."- vaciló un momento. –"Vamos, que sus palabras no fueron agradables, exactamente. Y me estaba planteando donde arrearle el puñetazo cuando Ambar se me adelantó. Ella ha sido la única que me ha defendido de esa pilinguiwen y a cambio tengo que abandonarla a su suerte en un bosque lleno de arañas que se la van a merendar!"-
Legolas tardó unos segundos en asimilar toda la información recibida. –"De qué te acusó Pilindiel?"-
Anne le miró unos segundos. –"De nada que te importe."- murmuró mientras volvía a tumbarse de espaldas a él. –"Seguramente tergiversarás sus palabras y me dirás que me dijo todo eso porque quiere ser amiga mía. No quiero seguir hablando de ella."- dijo la chica con fastidio.
El elfo se quedó ahí sentado unos minutos, no acababa de comprender que había sucedido entre las dos chicas para que Anne hubiese estado a punto de golpearla. En ese caso, había sido una suerte que Ambar se hubiese adelantado a la chica, no quería pensar en las consecuencias si Anne llega a pegar a Pilindiel. Un suave sollozo lo sacó de sus pensamientos.
Anne hundía su cabeza en la almohada intentando que Legolas no la oyera llorar, pero el elfo tenía un buen oído.
-"Estás bien?"- le susurró Legolas inclinándose un poco hacia ella.
-"Déjame"- respondió Anne desde su posición.
-"Estás bien?"- volvió a susurrar el elfo, esta vez obligándola a darse la vuelta. Al hacerlo pudo ver que los ojos de Anne estaban enrojecidos de tanto llorar y su mirada era triste y distante, nunca la había visto así. Suavemente limpió las lágrimas de la chica con sus dedos, lo que hizo que Anne alzara la vista para mirarle. La mirada que le devolvía el elfo estaba llena de preocupación y también de comprensión, y, sin poderlo evitar, se sentó en la cama, se abrazó a él y siguió llorando. El elfo se quedó allí, acariciando la espalda de la chica para intentar reconfortarla. Pero tras un buen rato, la chica seguía sin calmarse y eso le entristecía. Intentó calmarla diciéndole que seguramente Ambar llegaría sana y salva a Rivendell, que era una yegua muy lista, pero no sirvió de mucho.
-"No es solo por eso"- dijo entre sollozos la chica.
-"Entonces, qué te ocurre?"-
-"Es todo."- siguió sollozando. -"Es este lugar. Estoy harta de vivir en el mundo barbie. Rodeada de gente perfecta, con vestidos perfectos, peinados perfectos y sonrisas perfectas. Todo el mundo baila perfectamente, montan a caballo a la perfección y tienen un perfecto manejo de la espada... Te haces la idea? Todos sois perfectos en todo, me siento torpe todo el tiempo."-
-"Aún te queda mucho por aprender, no tienes que preocuparte por eso"- intentó animarla el elfo.
-"No es algo que se pueda aprender. Vosotros sois bonitos cisnes y yo sólo soy un patito, nunca seré un cisne. Me siento fuera de lugar. Estaría mejor con el resto de los patos."- y volvió a llorar desconsolada.
Legolas la miró confuso, no muy seguro de a donde quería ir a parar la chica con la reciente y extraña metáfora. -"Qué puedo hacer para que te sientas mejor?"- le susurró.
-"Llévame a casa"- susurró la chica.
-"Ya estamos en casa"-
-"No a tu casa, sino a la mía"-
-"A Rivendell?"- preguntó el elfo, temiéndose que esa no era la respuesta.
-"No."- susurró Anne. -"A casa."- Esas palabras le dolieron de verdad, Anne no sólo no consideraba el Bosque Oscuro su casa, sino que además quería irse. -"Les echo de menos"- seguía la chica. -"Quiero ver a mis amigos, quiero ver a Sonia, salir de fiesta, ir al cine, dormir hasta tarde, comer chocolate y helados, criticar a los novios de mis amigas, incluso quiero ir a trabajar... y olvidar esta pesadilla..."-
Las palabras de Anne habían afectado seriamente al elfo, quien no fue capaz de decir nada más, y se dedicó a acariciar suavemente la espalda de la chica, pensando en todo lo que le había dicho, todas las emociones que habían salido en tan solo unas pocas palabras. Un rato después Anne dejó de llorar y al poco se había quedado dormida. Así que la recostó en la cama y se fue.
A la mañana siguiente Anne despertó temprano, algo extraño para ella, intentó volver a dormirse, pero no lo consiguió. Había algo que la preocupaba, recordó lo que había ocurrido el día anterior y lo que le había dicho a Legolas, y se arrepintió de inmediato. Así que se vistió y arregló en treinta segundos y salió en su busca. Era el tercer día de las fiestas, y había mucho alboroto por el palacio, con todos los preparativos de la celebración de esa noche. Encontró a Legolas en los jardines, conversando con Thalion y Adlanna.
-"Vaya, qué haces levantada a estas horas?"- le preguntó medio riendo Adlanna cuando la vio acercarse a ellos.
Anne sonrió. -"No podía dormir"- y mirando a Legolas añadió. -"Podemos hablar un momento?"- El elfo asintió y se alejaron de la parejita.
-"Cómo te sientes?"- preguntó Legolas, antes de que ella pudiera decir nada.
-"Mejor."- dijo Anne parándose ante él. -"Sobre lo que te dije ayer..."- empezó -"No era mi intención sonar tan pesimista. Es solo que me puse muy triste por lo de Ambar y todo lo demás salió sin avisar. No quería decir lo que dije."-
Legolas la miró unos segundos y asintió. -"No te preocupes, todos tenemos derecho a entristecernos de vez en cuando, no? Ha habido grandes cambios en tu vida en muy poco tiempo, no te preocupes."- dijo el elfo con una pequeña sonrisa. Anne sonrió más tranquila, 'con lo que le gusta dramatizar, me pensaba que costaría más convencerle' .
-"Qué vas a hacer hoy?"- le preguntó Legolas.
-"Bueno, tengo un libro que leer."- dijo Anne, recordando sus obligaciones. -"Daeron me dijo que estaría en la biblioteca por la mañana para ayudarme"-
-"Pues no le hagas esperar"- y tras darle un suave beso en la mejilla, añadió. -"Hasta luego."-
Anne pasó las siguientes dos horas en la biblioteca leyendo el maravilloso libro. Daeron apareció poco después de que ella llegara, y con su ayuda consiguió leer las páginas que tocaban para ese día en tan solo dos horas! Como aún era bastante temprano decidió salir a dar una vuelta por los jardines, los cuales estaban siendo decorados para el baile que se celebraría durante la noche, que también incluía una competición de canto.
Legolas no tenía nada que hacer esa mañana, la tarde anterior había llegado un mensajero de Rivendell, con muy malas noticias, lo que tenía a su padre, Gandalf y el mensajero reunidos desde ayer. Por lo visto, tenían muchas cosas de las que discutir. Paseó por los jardines sin rumbo fijo y al final se decidió por ir a ver qué tal se encontraba Pilindiel.
Llamó a su habitación y una dama de compañía le hizo pasar. Pilindiel estaba sentada en un banco en la pequeña terraza de su habitación, parecía encontrarse mejor, aunque tenía una venda en la frente. Al ver a Legolas le sonrió y con un gesto le invitó a sentarse a su lado. Legolas se interesó por su estado, y la elfa, al ver que acaparaba toda la atención del príncipe, no tardó en relatarle el horrible suceso con el caballo loco que la golpeó hasta dejarla inconsciente.
-"Entonces, perdisteis la consciencia?"- preguntó Legolas.
-"Sí"- dijo la elfa, con voz afectada. -"Todo era tan confuso..."-
-"Lo lamento"-
-"No fue culpa vuestra, ese caballo apareció de la nada."-
-"No debí dejar a Anne sola con los dos caballos"- se lamentó Legolas.
-"Mi padre me ha contado lo que ha pasado con la yegua. Cómo está Anne? Supongo que estará afectada por lo que ha pasado."- se interesó falsamente la elfa.
-"Sí, fue todo un drama"- respondió Legolas, y le relató los lloros en la habitación, y lo que le había dicho sobre los cisnes y los patos, y sus ganas de volver a casa. También le comentó sus palabras de esa mañana y que todo había quedado en nada, pero aun así, eso no lo dijo muy convencido.
Pilindiel sonrió para sí, Legolas se lo estaba poniendo en bandeja y no iba a desaprovechar una oportunidad así. -"Debéis comprenderlo"- empezó suavemente la elfa. –"Tiene que ser duro para ella, abandonar su hogar de un día para otro e ir a vivir a un lugar completamente desconocido. Era cuestión de tiempo que algo así sucediera"-
Legolas la miró confundido. -"Dónde queréis ir a parar?"-
-"Pues que es de esperar que tarde o temprano eche de menos su hogar y decida volver."- y tras esto, empezó a hablar de lo bonita que era la decoración de los jardines, dejando a un pensativo Legolas perdido en sus pensamientos, con la mirada fija en el horizonte.
Anne paseaba por los jardines con Adlanna, quien le iba explicando el motivo de la celebración de esa noche y lo que significaban los diferentes tipos de adornos, eran todos muy bonitos y llenos de colores y vida, sin duda que el jardín quedaría precioso. Al pasar cerca de uno de los arcos del palacio, vieron salir de éste a Legolas, quien caminaba con la cabeza gacha sumido en sus pensamientos y no las había visto. Anne corrió hacia él.
-"Ey"- le dijo, cuando estuvo a su lado. Legolas alzó la cabeza de golpe e intentó sonreír, pero no le salió bien. -"Te ocurre algo?"- preguntó la chica.
-"Ven"- la guió hasta una zona de los jardines en la que no había nadie y se puso frente a ella. -"Hay algo que he de preguntarte"- empezó, mirando al suelo. Estuvo uno segundos así y Anne empezó a preocuparse.
-"Qué es?"-
-"Em"- alzó la vista y Anne pudo ver algo que no había visto antes en sus ojos, duda. -"No vas a quedarte"- dijo el elfo.
-"A qué te refieres?"- preguntó la chica un poco confusa.
-"Cuando Saruman deje de ser una amenaza para ti, te irás."- dijo el elfo, su voz había sonado triste.
Anne se quedó pasmada, no se esperaba eso, en realidad nunca lo había pensado. -"No lo se. Es algo que aún no me he planteado."-
-"Pues hazlo, porque necesito una respuesta."- dijo Legolas, con tono autoritario.
-"Por qué quieres saberlo ahora?"- le preguntó extrañada la chica.
-"Cuando un elfo entrega su corazón es para siempre. Necesito saber si te irás antes de que sea demasiado tarde para mi."-
-"Pero tú ya sabías que me he criado en otro mundo, sabías que existía la posibilidad de que me fuera y aun así no te importó. Por qué ahora sí?"- insistió la chica que tenía una ligera sospecha de lo que estaba sucediendo.
-"Es por lo que me dijiste anoche"-
-"Creía que ya había aclarado eso. Estaba triste, no quise decirlo."-
-"Pero lo hiciste"-
-"Pero esta mañana me has dicho que no me preocupara, qué te ha hecho cambiar de idea?"- preguntó Anne. -"O quién? "- Legolas la miró confuso. –"Has hablado con cierta elfa hoy, no es cierto?"- dijo Anne. -"Pilindiel te ha dicho que me iré, no es así?"-
Legolas la miró aun más confundido, era cierto que había hablado con ella, pero esa duda ya la tenía... o puede que no... -"Eso no importa, respóndeme. Necesito saber si esto es serio o estás jugando conmigo."- dijo en tono más autoritario que antes. Se sorprendió al ver que ahora Anne le miraba enfadada.
-"Y qué importa lo que te diga"- dijo la chica molesta. -"Por mucho que te diga que voy a quedarme, en cuanto hables con Pilindiel, ella se encargará de convencerte de lo contrario. De manera que, para qué quedarme, para pelear toda mi vida con ella y acabar descubriendo que tú le haces más caso a ella que a mi!"-
-"Eso no es cierto!"- ahora Legolas también se estaba enfadando. –"Cómo puedes decir eso?"-
-"Cuánto has tardado en ir a contarle lo que ocurrió ayer?"- empezó la chica.
-"Es fácil hablar con ella... Supongo que necesitaba hablar con alguien... "- intentó defenderse el elfo.
-"Exacto! A mi me usas para pasar el rato y reír, pero cuando tienes un problema acudes a ella, no a mi. Quién es el que está jugando?"- Legolas dudó unos segundos, Anne había sonado muy convincente. -"Si quieres saber si pienso irme o quedarme cuando todo esto acabe deberías preguntármelo a mi, no a ella!"- Y mirándolo seriamente añadió. -"Como ya te he dicho, no se lo que haré, supongo que esperaba tomar esa decisión contigo. Pero ya no importa, porque no pienso conformarme con la mitad de ti, no pienso compartirte. Lo quiero todo o nada, tú mismo"- y tras eso se fue, dejando a Legolas un poco descolocado.
Anne caminó enfadada hasta su habitación, cerró la puerta dando un buen portazo y se dejó caer en la cama. Estaba furiosa con ella misma, con Legolas y con Pilindiel, y ni siquiera estaba segura de cómo habían llegado a ese punto. 'Cómo se ha liado todo tanto? Seguro que ha sido esa zorra... Aunque él tampoco se ha quedado corto...'
Alguien llamó suavemente a su puerta, Anne agarró la almohada con fuerza dispuesta a lanzarla 'Como sea ese elfo se va a enterar y como sea la zorra, convertiré la almohada en una piedra y le abriré la cabeza!', en cambio quien asomó la cabecita fue Adlanna, y con voz preocupada le preguntó: -"Va todo bien?"-
-"Claro. Por qué no iba a ir bien?"- dijo Anne con sarcasmo, tirando la almohada sobre la cama.
Adlanna se sentó al lado de Anne y siguió mirándola con preocupación. -"Porque caminabas por los jardines murmurando que ibas a descuartizar a alguien. Qué ha ocurrido?"-
-"Nada! Sólo que Legolas es medio-retrasado y se deja mangunear por la mega-zorra!"-
Adlanna puso cara de comprender. –"Habéis discutido?"-
–"No, más bien ha sido una conversación surrealista!"- respondió Anne, quien volvía a estar enfadada. –"Resulta que Pilindiel le ha metido en la cabeza a Legolas que me voy a ir y él se lo ha tragado todo! Esa mega-zorra! Primero se las apaña para deshacerse de Ambar y ahora esto! Y encima Legolas me acusa de estar jugando! Y él ni siquiera sabe pensar por si mismo!"-
Adlanna asintió lentamente al comprender que era lo que había pasado. –"Y tú qué le has dicho?"-
–"Pues que no se si me iré o no."- dijo Anne suspirando. –"Es que realmente no se que hacer y menos ahora."- y dejándose caer de espaldas encima de la cama, añadió. –"Le he dicho que se decidiera entre Pilindiel y yo... No tenía que haberle dicho eso... Creo que lo he estropeado todo..."- y empezó a llorar.
–"Ey!"- Adlanna se acercó a ella para intentar consolarla. –"Ya verás como todo se soluciona. Para él eres muy importante."-
–"Pero si cree más a Pilindiel que a mi, y no me ayudó con lo de Ambar"- dijo Anne entre sollozos. –"No puedo seguir así... Tenía que haber machacado a esa zorra hace tiempo..."-
–"No digas eso."- dijo Adlanna, mientras acariciaba la cabecita de la chica. –"Legolas se dará cuenta de lo que sucede."-
–"Tú crees? Porque hasta ahora ha estado completamente ciego!"-
–"Debes seguir luchando."- la animó la elfa.
–"No servirá de nada..."- dijo Anne, antes de volver a estallar en lágrimas.
Adlanna se quedó en todo momento a su lado, intentarlo calmarla, pero nada de lo que decía o hacía parecía animar a la chica, quien cada vez estaba más deprimida. Y empezó a asustarse cuando ni siquiera reaccionó a la campana que daba el aviso de la comida. Nunca la había visto en ese estado, normalmente solía ser una persona alegre, a veces tenía mal genio o se comportaba de manera extraña, pero no solía estar triste.
Legolas paseó pensativo por los jardines. Había recibido mucha información esa mañana y no estaba seguro de haberla asimilado bien toda. Repasó mentalmente la conversación con Anne. Cómo podía acusarle de estar jugando? Él siempre estaba a su lado para ayudarla. 'Maté a dos arañas con un palo por ella!'. Pero sus palabras le habían dolido y tenía que admitir que había parte de verdad. Entre frustrado y enfadado con todo lo que había sucedido esa mañana se fue a la zona de entrenamiento para intentar desahogarse. Pero cuantas más flechas disparaba, más frustrado se sentía. La situación se le hacía insoportable. Así que, tras oír la campana que anunciaba la comida, se dirigió hacia los salones. Con un poco de suerte todo habría sido un malentendido.
Al llegar al gran salón, se sentó en su sitio, pero el asiento que estaba a su lado, el que normalmente ocupaba Anne, estaba vacío. Suspiró entre decepcionado y aliviado, no sabía como iba a reaccionar ante Anne, así que igual era mejor que ella no estuviera allí. La mesa se fue llenando poco a poco y, para cuando empezaron a servir la comida, solo había dos sillas vacías. La de Anne y la de Adlanna. Ésta última apareció por la puerta que daba a las cocinas cargada con una pequeña cesta, se dirigió a Thalion y tras susurrarle unas palabras, se excusó con los demás por no quedarse a comer con ellos.
Thalion alzó su vista hacia su hermano, preocupado, mirada que no le pasó desapercibida al rey, quien ya había observado un comportamiento extraño en el menor de sus hijos. Legolas desvió la vista de la de Thalion y contempló al resto de presentes, entre los que estaba Gandalf y el mensajero de Rivendell, quienes habían estado reunidos con su padre hasta hacia apenas unos minutos.
Adlanna volvió a la habitación de Anne cargada con una cestita llena de comida para las dos, pero la chica apenas probó bocado. Hay que decir que la mayoría de comida que había traído la elfa eran dulces, para intentar animarla, pero no estaba resultando.
Hacía un rato que Anne se dedicaba a mirar por la ventana hacia el bosque, perdida en sus pensamientos.
–"Sabías que ha llegado un mensajero de Rivendell?"- preguntó Adlanna, intentando que la chica pensara en otras cosas.
–"No"-
–"Por lo visto trae noticias de Lord Elrond para el rey Thranduil y Gandalf"- siguió la elfa.
–"Pues qué bien"-
'Esto no sirve de nada' se lamentó Adlanna. –"Anne"- empezó la elfa, acercándose a donde la chica se encontraba. –"No puedo quedarme más contigo, tengo obligaciones que atender esta tarde."- Anne se limitó a asentir. –"Por qué no vas a dar un paseo por los jardines? Llevas todo el día encerrada..."- y, tirando del brazo de la chica, la obligó a salir de su habitación y la acompañó hasta los jardines. –"Volveré a por ti en cuanto termine"- le dijo Adlanna antes de despedirse, Anne volvió a asentir y empezó a caminar sin rumbo definido, en busca de algún rinconcito tranquilo donde pasar el rato.
Bueno, pues hasta aqui por ahora. Como ya he dicho antes voy a estar dos semanas fuera y sin ordenador! No se como lo voy a soportar! Os prometo q actualizare en cuanto vuelva.
Siento ser malvada e irme de vacaciones dejando a Legolas y Anne peleados, pero os daré una pista de lo q va a pasar... pensad bien en las siguientes palabras "mensajero de Rivendell"...
Pues nada más, a las q estais de vacaciones q lo paseis muy bien! y las q no, pues q lo paseis muy bien tambien!
Dejad review!
Hasta pronto! ;p
