Hola! Bien, puedo anunciar oficialmente q la pija-wen ha sido derrotada! jajaja. Anne al poder!

Bueno, muchas habeis coincidido al opinar sobre donde va Legolas, pero para saberlo vais a tener que leer el capitulo. Sobre Silencioso... creo q voy a tener q fundarle un club de fans, jajaja, pero q sepais q me pido ser la presidenta.

Pues nada mas por ahora. Muchas gracias por dejar review!


Cap 32: Haciendo las paces

La mañana siguiente amaneció nublada, el cielo estaba completamente cubierto de nubes dando a la ciudad un aire gris, igual que el estado de ánimo de Anne. Era el cuarto y último día de las festividades, así que no tenía clases, pero, como tampoco tenía nada mejor que hacer, pasó la mañana en la biblioteca acabando el libro de Daeron. Veryan volvía a estar reunido con el rey y Gandalf, por lo visto pronto tendría que partir con la respuesta de éstos al señor de Rivendell.

A la hora de comer, se dirigió hacia el salón, un poco insegura por encontrarse con Legolas. Pero, para su sorpresa, éste no apareció en toda la comida. Nadie dijo nada sobre la ausencia del príncipe, así que ella tampoco preguntó.

Después de comer pasó la tarde con Adlanna. La elfa creyó que mantener ocupada a Anne le iría bien, así que la obligó a ayudarla a decorar el salón para la cena. De manera que Anne se pasó cuatro horas entre flores, lacitos y manteles, dando su opinión sobre la decoración y las combinaciones de los colores, algo que nunca se la había dado bien, pero que no dejaba de ser divertido. Después del tiempo y esfuerzo invertidos, el salón quedó bastante bonito, algo rosa para el gusto de Anne 'Pero qué quieres, esto es el mundo barbie... digo, celebración de la primavera.'

Una vez terminado el trabajo, Adlanna trabajó mucho, Anne se limitó a observar a la elfa ir y venir toda estresada, dando órdenes y colocando flores por aquí y lacitos por allá. Las chicas necesitaban un merecido descanso, así que se retiraron a la habitación de Adlanna para relajarse. O eso creía Anne, porque nada más llegar, la elfa empezó a sacar del armario unos 200 vestidos, esperando que Anne la ayudara a elegir uno para esa noche.

-"Es algún tipo de tortura que desconozco?"- Adlanna la miró desconcertada. -"Ya sabes, pasarse el día entre vestiditos y flores..."-

-"Es todo un honor decorar el salón para la cena de esta noche."- dijo la elfa, orgullosa. -"Además, después habrá un gran baile..."-

-"Otro? Os pasáis el día bailando..."-

Adlanna le echó una mirada molesta. -"Después habrá un gran baile, el más importante de la temporada, asistirá todo el reino."- Y mirándola pensativa, añadió. -"También tendremos que buscar un vestido para ti."-

Anne intentó replicar, pero antes de que se diera cuenta Adlanna ya la tenía acorralada en el lateral de la habitación (lejos de ventanas y puertas, hay que añadir, que la elfa es muy lista) tendiéndole varios vestidos. Así que Anne no tuvo más remedio que pasarse el resto de la tarde probándose los 200 vestidos de la elfa. 'Y ahora que viene, una guerra de almohadas...'. Pero la chica se los puso todos sin rechistar, Adlanna lo hacía con buena intención, no era plan de herir sus sentimientos con comentarios estúpidos consecuencia del mal humor de la chica por recientes acontecimientos con ciertos elfos. Adlanna había intentado sacar el tema de Legolas unas cuantas veces, pero Anne se había limitado a cambiar de tema, suspirar apenada o incluso fingir sordera.

Al final de la tarde, ambas estaban vestidas y peinadas. Adlanna, después de muchas dudas, había elegido un vestido dorado, casi de la misma tonalidad que su cabello, de manera que parecía que resplandecía. Y Anne, después de muchas quejas, había tenido que ceder y ponerse un vestido azul celeste, de largas mangas y con un escote en barca, con bonitos bordados élficos en un azul más oscuro. 'Bueno, al menos no es rosa...'.

Anne tenía la impresión de que iban demasiado arregladas, pero esa sensación cambió totalmente en cuanto entraron al salón. La chica nunca había visto tanta gente en esa sala y todos con sus mejores galas. Thalion se acercó a ellas, vestía una elegante túnica gris a juego con sus ojos. Después de los saludos y el cuarto de hora de intercambio de sonrisitas amorosas entre los dos elfos mientras Anne miraba hacia otro lado, las guió hacia la mesa, donde los presentes ya empezaban a sentarse.

Anne vio a Gandalf, risueño, su blanco habitual sustituido por un blanco aun más brillante. A su lado estaba Veryan, quien sonrió al verla. Poco a poco la mesa se fue llenando. Anne estaba un poco nerviosa, no había coincidido con Legolas en todo el día y no sabía como tratarlo, los dos últimos días habían sido muy extraños. Pero Legolas no apareció. Todo el mundo estaba en su sitio, el rey hizo un pequeño parlamento y dio comienzo la cena, pero él no estaba.

Anne miró el sitio libre a su lado apenada. 'No ha querido venir porque estoy yo...'

-"Nadie le ha visto en todo el día"- le dijo Thalion. -"Y su caballo no está en los establos"-

Anne le miró preocupada. 'Se ha fugado por mi culpa?'

-"A veces lo hace."- intentó animarla el rey. -"Se pierde un rato por el bosque y vuelve con energías renovadas"-

-"El bosque?"- preguntó la chica, aún más preocupada, al recordar las horribles arañas mutantes que lo habitan.

-"No te preocupes. Sabe defenderse."- la tranquilizó el rey al notar el temor en la voz de la chica.

'Perfecto! Legolas se ha fugado a un bosque lleno de arañas come-elfos por mi culpa... ' Dejó vagar su vista por la sala y, en una de las mesas cercanas vio a Pilindiel, con un precioso vestido ROSA, '... se podría haber llevado a esa de paseo, no?' Pero algo le llamó la atención. La elfa parecía triste, miraba fijamente su plato, que ni siquiera había tocado, y en su cara no había su característica radiante sonrisa. 'Vaya, debe estar deprimida porque hoy no puede abrazar a Legolas...'

La cena pasó sin ninguna alusión a la ausencia del príncipe, ni al incidente entre Rudhon y Anne de la noche anterior. La conversación era ligera, nada de temas serios, había muchas risas y bromas. Y entre tanta risa, Anne comía ajena a todo lo que pasaba a su alrededor, demasiado ensimismada con sus problemas para ver las miradas de preocupación que le lanzaban de vez en cuando los presentes.

Una vez finalizada la cena, una suave música inundó la sala y los elfos empezaron a irse hacia la zona de baile. Anne, soltando un suspiro por el esfuerzo, se levantó de la mesa, dispuesta a irse para su habitación. Pero, para variar, Veryan le cerró el paso.

-"No te quedas al baile?"- preguntó, clavando sus penetrantes ojos en los de la chica intentando descifrar el motivo de su apatía.

-"No tengo ganas"-

-"Sólo un rato. Lo pasaras bien"- insistió el elfo.

-"No tengo ganas."- repitió.

-"Quédate un rato más con nosotros."- se unió Adlanna a Veryan. -"Lo pasaremos bien."-

'Esto es una emboscada...' pensó Anne, mientras miraba a Veryan, Thalion y Adlanna plantados ante ella impidiéndole el paso hacia el pasillo.

La chica suspiró. -"Creo que eso es un sí"- dijo Thalion sonriendo, la cogió de la mano y tiró de ella hasta una mesa cercana a la música, donde se sentaron los cuatro. Los tres elfos estuvieron un buen rato hablando de la fiesta, la música... cualquier cosa para mantener animada a Anne. Veryan les habló de las clases de equitación que le había dado a la chica, y tras la tercera anécdota que había causado las risas de Thalion y Adlanna, Anne decidió intervenir. Los elfos sonrieron al ver que por fin la habían hecho reaccionar, y pasaron el resto de la velada charlando amigablemente los cuatro. En cierto momento se les unió Gandalf, pero al poco miró a la chica serio aunque con ojos alegres antes de decirle que era mejor que se fuera a dormir, ya que al día siguiente tendría que retomar sus lecciones.

'Ya casi lo había olvidado, ahora que empezaba a pasarlo bien...' Así que, tras desearles buenas noches, se retiró a su habitación.


Legolas volvía cansado a la ciudad. Por la música que se escuchaba supo que el baile había empezado. Pero perdérselo había merecido la pena, pues, tras mucho merodear por el bosque, había encontrado lo que andaba buscando. Tuvo que matar a un par de arañas para conseguir su objetivo, motivo por el cual tenía algún que otro arañazo, pero lo había encontrado y eso era lo único que le importaba en ese momento.

Se dirigió al salón, después de pasar por los establos. No estaba muy seguro de cómo afrontar la situación con Anne, pero prefería hacerlo cuanto antes, esa situación tan incómoda ya había durado suficiente. Se paró en la puerta principal y barrió la sala con la vista hasta que la encontró. Estaba preciosa, entre el vestido y el pelo recogido al estilo élfico, podría haber pasado por una elfa. Sonreía un poco avergonzada por algo que parecía haber dicho Gandalf, mientras que los demás reían abiertamente. Legolas suspiró un poco molesto al ver a Veryan sentado al lado de Anne. 'Ese elfo... Parece que Anne lo está pasando bien, supongo que puedo esperar un rato.' Gandalf miró hacia él y le sonrió. Legolas le devolvió el gesto, antes de dar media vuelta y volver por donde había venido.


Anne se sentó en su cama y suspiró. Le sabía mal que se hubiesen tomado tantas molestias. Adlanna se había pasado el día con ella, y después de la cena habían estado dándole conversación, incluso Gandalf apareció para animarla. La verdad es que durante un rato se lo pasó bien, pero lo habría disfrutado todo mucho más de no ser por la extraña sensación de pérdida que tenía. Legolas no había aparecido ni había dado señales de vida y eso la entristecía. 'Tan mal están las cosas para que ni siquiera me hable?... Aunque después de lo que le dije a Pilindiel delante de todos no me extraña...' Se dejó caer de espaldas sobre la cama, al hacerlo notó un ligero CREC. 'Qué hay aquí?'

Encima de la cama y debajo de su espalda había un trozo de pergamino. Tenía una línea escrita con una bonita caligrafía: Te espero en los establos, Legolas. El corazón de Anne se puso a mil y su mente empezó a pensar en posibles motivos por los que el elfo querría verla, pero todos llevaban a la misma conclusión. 'Me va a dejar... y en unos establos!... Por qué en unos establos? Me han dejado en lugares raros como en el metro o incluso en medio de la calle, pero nunca en unos establos. Claro que donde vivía hasta ahora tampoco habían...'

Con estos alegres pensamientos en su cabecita fue recorriendo el camino que la separaba de su destino. A cada paso que daba, su corazón palpitaba más fuerte. 'Igual tengo suerte y me da un infarto antes de que me deje y luego le doy pena y cambia de opinión... como que darle pena! Es él quien no sabe pensar por si mismo! Que se largue con la Pilinguiwen y no vuelva!... No, no, no, que no se vaya con esa...'

Llegó ante los establos, la puerta estaba abierta, pero no parecía haber nadie. Respiró hondo un par de veces, intentando tranquilizarse, algo que no consiguió, y entró. Estaba bastante oscuro y casi no veía nada. –"Legolas?"- murmuró. Dio un par de pasos más cuando una extraña sombra al fondo la hizo pararse de golpe. 'Ahora es cuando me arrepiento de haber visto todas esas pelis de miedo y asesinos en serie!'. La sombra se movió hacia ella y Anne dio un paso atrás, estaba a punto de salir corriendo cuando la sombra relinchó. '¿...?... No seas estúpida, estás en unos establos, qué esperabas oír, unas sevillanas?' La chica se quedó completamente quieta, mientras esa sombra se acercaba a ella, al hacerlo pasó bajo la suave luz de la luna que se filtraba por una de las ventanas cercanas. Anne abrió la boca del asombró, mientras que la oscura figura acababa de salir de la penumbra trotando alegremente hacia ella y le arreaba un golpecito en la frente.

-"Ambar!"- gritó Anne, abrazándose al cuello de la yegua. Después de un par de minutos, se separó de ella para examinarla.

-"Está bien."- dijo una voz detrás de ellas. Anne se giró para quedar cara a cara con Legolas. -"La encontré a medio camino de Rivendell, casi a la salida del bosque."-

Anne no sabía que decir, Legolas había ido a buscar a Ambar! No sabía si reír o llorar, abrazar al elfo o a la yegua...

Legolas asumió el silencio de la chica como que estaba enfadada. -"No había motivo para que continuara desterrada puesto que Pilindiel mintió."- siguió hablando. -"Lamento no haberte creído sobre las intenciones de la elfa y que tuvieras que soportar sus continuas..."- pero calló de golpe cuando Anne se abrazó a él con fuerza.

-"Gracias"- susurró la chica.

-"Era lo mínimo que podía hacer."- dijo, y apartándola un poco de él, añadió. -"Tenemos que hablar"-

A Anne se le heló la sangre. Esas tres palabras eran las que más odiaba en el mundo. Siempre que alguien le decía 'tenemos que hablar' era para decirle algo que le iba a doler. 'Esto es el fin...' respiró hondo y miró a Legolas, quien la observaba atento.

-"Lamento mucho haber estado tan ciego con lo sucedido con Pilindiel, debí darme cuenta de lo que ocurría. También siento que pensaras que no quise defenderte ante Rudhon. Era una situación complicada y tomé una mala decisión. En ningún momento estuve de acuerdo con él."- decía, mientras sus ojos no dejaban los de Anne ni un segundo. -"Y sobre la discusión de lo que pasará cuando todo esto de Saruman acabe..."- Anne vio como en este punto el elfo dudaba, no sabiendo muy bien como decir lo que quería decir. 'Ahora sí es el final... ' -"Es algo que tendríamos que haber hablado hace tiempo. Era una duda que siempre estuvo ahí, pero que no me atrevía a preguntar. Supongo que tenía miedo de la respuesta."- Legolas desvió la vista al suelo. -"Si decides irte..."- Miró a Anne un poco sorprendido, la chica le había cogido la mano entre las suyas y la apretaba con fuerza.

-"Me quedo."- susurró, con la vista en el suelo. Legolas la miró aún más sorprendido, empezó a decir algo pero Anne le cortó. -"Si para no perderte no puedo volver a casa nunca más, pues no volveré. Pero no me dejes."- añadió con un hilo de voz, antes de empezar a sollozar suavemente.

Legolas se acercó a ella y levantó su carita con su mano. Anne tenía los ojos cerrados y los labios apretados intentando no ponerse a llorar, pero gruesas lágrimas empezaban a escapar de debajo de los párpados. -"Dejarte?"- susurró el elfo, mientras observaba como Anne abría los párpados y le miraba con ojos vidriosos. Amablemente, quitó las lágrimas con sus dedos. -"Cómo quieres que te deje, si con tu sola presencia alegras mi corazón."-

-"Pero dijiste que necesitabas saber lo que iba a hacer antes de entregar tu corazón para siempre..."- dijo Anne un poco confusa.

-"Es tarde para eso."- susurró el elfo. -"Muy tarde."- Anne seguía mirándole confusa, sin saber que pensar. -"Me hace muy feliz que estés dispuesta a renunciar a tu mundo por mi, pero no puedo aceptarlo..."-

'Vale, ahora es cuando me deja...'

-"...a menos que yo esté dispuesto a hacer el mismo sacrificio..."-

'Esto está al caer...'

-"... de manera que cuando llegue el momento de tomar esa decisión, iremos donde tú quieras."-

'Jar! Me he perdido...'

Ahora Anne sí que le miraba confundida. -"Que? Dejarías el Bosque Oscuro por mí... No puedes hacer eso..."-

-"Qué sentido tiene quedarme aquí sin ti. He vivido mucho tiempo solo y ahora que te conozco me doy cuenta de lo vacía que estaba mi vida."- Y, acariciando con dulzura la mejilla de la chica, añadió. -"Mi hogar está donde tú estés."-

Anne aún estaba perpleja ante la información recibida cuando notó los labios de Legolas sobre los suyos. Se abrazó a él con fuerza, con miedo de que cambiara de opinión y saliera corriendo, y le besó como nunca antes lo había hecho, con todo el corazón. Casi sin poderlo evitar, todas las emociones acumuladas por lo sucedido empezaron a salir sin previo aviso.

Legolas estaba perdido en ese beso, sentía como si Anne le robara las fuerzas, en la calidez de su abrazo. Se separó un poco sobresaltado al notar que el beso se había vuelto un poco salado, para ver que la chica tenía la cara llena de lágrimas. -"qué..."- empezó confuso.

-"Creía que me ibas a dejar"- dijo la chica, mientras se cogía con fuerza a la camisa del elfo para no dejar que se separara más.

El elfo negó con la cabeza. -"Claro que no."-

-"creía que me ibas a dejar"- repetía la chica, ahora sollozando mientras gruesas lágrimas volvían a caer por sus mejillas.

-"No, no"- murmuraba Legolas a la vez que, con suaves besitos por sus mejillas, recogía las lágrimas con sus labios.

-"Te fuiste sin decir nada"- seguía Anne. –"Creía que no querías volver a verme."-

-"Lo siento"- susurraba Legolas entre beso y beso. Poco a poco recorrió la carita de la chica, hasta que volvió a sus labios, atrapándolos entre los suyos con necesidad.

Anne se abrazó de nuevo a Legolas atrayéndolo hacia ella, mientras le devolvía el beso con toda la pasión que sentía. Notó como los brazos fuertes del elfo la apretaban contra su cuerpo y a su lengua explorar caprichosa su boca.

Tan concentrada estaba en Legolas, el beso, las caricias, que perdió la noción del tiempo e incluso del espacio. La siguiente vez que fue consciente de donde estaba, se encontraba en la habitación de Legolas. No muy segura de cómo habían llegado ahí, pero sin importar demasiado, puesto que los besos de Legolas le robaban la razón.

(Aviso: A partir de aquí las cosas se ponen un poco calientes, así que si a alguien no le gusta este tipo de lectura, recomiendo que pasen directamente al siguiente capitulo.)

Los besos del elfo habían empezado a descender por su barbilla, el cuello, la clavícula, y ahora, se concentraban en los hombros, mientras sus manos peleaban en la espalda de la chica contra los lazos del vestido. Sin ser muy consciente, Anne había empezado a desabrochar la camisa, y entre botón y botón se dedicaba a acariciar la suave y cálida piel que sus manos encontraban a su paso.

Segundos después, Legolas salió victorioso de la batalla contra los lacitos y empezó a deslizar la tela del vestido por los hombros y brazos de la chica a la vez que posaba suaves besos por su pecho.

Anne sintió como el vestido caía y notó los dedos de Legolas recorrer sus brazos, momento que aprovechó para quitarle la camisa y tirarla a sus pies. Suspiró ante la magnífica vista que tenía delante, esos bien delineados músculos resultado de años de entrenamiento, quería memorizarlos y recorrerlos con sus manos. En ese momento, Legolas volvió a inclinarse sobre ella y empezó a besarle el cuello y el pecho, de manera que ya no tenía esa estupenda visión. Pero no importaba, se abrazó al elfo y empezó a recorrer la fuerte espalda con las manos mientras se dedicaba a mordisquearle el hombro derecho.

Legolas soltó un ligero gruñido, sus labios acababan de topar con la ropa interior de la chica. Se apartó un poco para comprobar que se trataba de una camiseta de tirantes blanca que le llegaba un poco más abajo de la cintura y se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Recorrió con sus manos la suave tela que ocultaba la cintura de la chica antes de que ésta atrapara sus labios en un cálido beso. Gentilmente, posó el cuerpo de Anne sobre la cama, para cubrirlo con el suyo después.

Sus labios se separaban lo justo para coger aire y volver a unirse, mientras intercambiaban caricias por la espalda y el pecho. Anne sentía el cálido cuerpo de Legolas sobre el suyo, pero la tela no le dejaba sentir el contacto de su piel directamente... Con un ágil movimiento se las arregló para girar a Legolas y colocarse sobre él. Con un último beso, se separó de él para quedar sentada sobre sus caderas. Deslizó las manos tiernamente sobre el pecho del elfo mientras le sonreía.

Legolas le devolvió la sonrisa, pero quedó pasmado cuando la chica se quitó la camiseta y se la tiró a la cara. Riendo, lanzó la ropa bien lejos y se levantó para quedar sentado con Anne sobre sus piernas. Miró con ojos hambrientos el cuerpo desnudo de Anne, antes de rodearlo con sus brazos y empezar a repartir tiernos besos por su pecho y abdomen. Anne se abrazó al elfo acariciando su suave espalda y sintiendo escalofríos recorrerla con cada nuevo beso por parte de Legolas.

Momentos más tarde, Anne se las apañó para atrapar los labios de Legolas, después pasó a sus mejillas, nariz y finalmente a la frente, mientras con sus manos deshacía el peinado del elfo. Cuando lo consiguió, se separó un poco de él y sonrió al ver lo atractivo que estaba con el pelo suelto, cayendo libre por su espalda. Legolas acarició suavemente el cabello de Anne y también le deshizo el peinado. Bajó delicadamente las manos por la espalda de la chica, acercándola a él. Se quedaron abrazados en esa posición unos minutos, reposando una frente sobre la otra, mirándose a los ojos, sintiendo el contacto de sus cuerpos, la suavidad de su piel, envueltos en ese cálido abrazo.

Anne empezó a deslizar sus manos por el perfecto pecho, inclinándose sobre Legolas y obligándole a tumbarse sobre la cama. Con húmedos besos fue trazando un camino por el pecho del elfo a la vez que le dedicaba suaves caricias. Legolas empezó a suspirar, su respiración más irregular cuanto más al sur descendían las caricias. Llegó al ombligo y volvió a subir. Las manos de Legolas se deslizaban por la espalda de la chica y sus caderas. Notó como las cerraba con fuerza sobre estas antes de, bruscamente, darle la vuelta y colocarse sobre ella.

Sin darle tiempo a reaccionar, Legolas empezó a besarla apasionadamente, pasando de sus labios al cuello, para volver a subir después. Sentía sus manos por todas partes, sus caricias ardían. Anne le devolvía los besos de la misma manera apasionada y frenética en que los estaba recibiendo. Con sus manos notaba como los fuertes músculos se tensaban y relajaban a causa de su contacto. Le abrazó con fuerza, envolviéndolo con sus brazos y aferrándose a la blanca espalda. Instintivamente, abrió las piernas dejando que él se colocara en medio y soltó un suave gruñido al notar que Legolas aun llevaba puestos los pantalones. El elfo la miró unos segundos antes de saltar de la cama y deshacerse de ellos.

Anne observó la escena entre risueña y asombrada. Ante ella estaba el ser más hermoso de toda la creación... y sin ropa! No tuvo tiempo de pensar demasiado, pues Legolas volvía a estar de nuevo sobre ella. Tras darle un suave beso en los labios, empezó a deslizar una mano por el cuerpo de la chica, acarició sus labios, la curva de su cuello, la clavícula, uno de sus pechos, el suave abdomen y llegó a la cadera. Introdujo su mano bajo las braguitas, lo que cortó la respiración a Anne. Lentamente, empezó a deslizarlas por las caderas y las piernas, acariciando por el camino los suaves muslos y los piececitos. Después las lanzó sin muchos miramientos lejos de la cama y se colocó sobre Anne, separándole las piernas con una de sus manos.

Anne pasó sus brazos por detrás del cuello del elfo y lo atrajo hacia ella, se besaron suavemente pero poco después el beso se había vuelto pasional, sus manos acariciaban al otro incansables y sus respiraciones empezaron a agitarse. Lentamente, Legolas introdujo su miembro dentro del húmedo y cálido cuerpo de Anne con suaves movimientos de caderas. Anne se abrazó a él con fuerza moviendo sus caderas al ritmo que marcaba el elfo. Legolas le dio un suave beso, causando que Anne le mirara. Sus ojos se encontraron y permanecieron perdidos en la dulzura de sus miradas, incapaces de desviar la vista. Poco a poco, el ritmo fue haciéndose mas rápido y la penetración más profunda. Sus respiraciones empezaron a entrecortarse, sus cuerpos temblaban y sus brazos se aferraban al otro desesperadamente.

Anne estaba completamente abrumada por la intensidad de lo que sentía, notaba que estaba a punto de perder el control. El único punto de apoyo que la mantenía en la realidad eran los preciosos ojos azules que tenía ante ella, pero pronto ni siquiera eso fue suficiente. Con un leve gemido arqueó su espalda hacia atrás, soltándose del abrazo de Legolas y agarrándose con fuerza al cabezal de la cama. El cambio de postura lo aprovechó el elfo para atacar el cuello de Anne, quien ya no podía dejar de gemir y acababa de perder el control sobre su cuerpo. Legolas notó como las caderas de Anne se movían de manera irregular, de manera que descendió una de sus manos hasta ellas y empezó a moverlas a su ritmo.

Anne volvió a abrazarse a Legolas, acurrucándose en la curva de su cuello. El elfo podía sentir la respiración agitada de la chica mientras ésta le susurraba al oído cuanto lo quería y lo necesitaba, y el miedo que había pasado al creer que lo perdería. Legolas se abrazó a ella con fuerza, quería que ese momento durase, pero la respiración de la chica en su oído y la forma en que desesperadamente se aferraba a él, sumado a todo lo que estaba sintiendo, no le ayudaba mucho. Segundos después, notó los espasmos que invadían las paredes interiores de Anne y ya no pudo contenerse más, y poco después alcanzó su clímax.

Legolas cayó sobre Anne, sus brazos habían perdido toda su fuerza y se negaban a obedecerle, su cuerpo temblaba y notó como, debajo suyo, el de Anne también. Se acurrucó sobre su pecho, sintiendo la agitada respiración de la chica e intentando calmar la suya. Minutos después, Anne empezó a acariciarle la espalda y a darle suaves besos en la frente. Legolas se giró, arrastrando en su abrazo a la chica con él, de manera que quedaron tumbados de lado uno frente al otro. Anne le miraba con una pequeña sonrisa y posó sus manos en su pecho, jugando con un mechón rubio que caía libre. Legolas, distraídamente, empezó a acariciarle la mejilla, rozando los finos labios con su pulgar, mientras la observaba con atención, memorizando ese momento. Sonrió al ver como poco a poco se le iban cerrando los ojos y se iba rindiendo al sueño. Se acercó un poco más a ella, envolviéndola con sus brazos y, tras apoyar su frente contra la de la chica, dejó que el sueño le llevase a él también.


Sin comentarios.

Hasta pronto! ;p