Vamos a ver, dejad de preguntarme si Anne se va a qedar embarazada pq la respuesta es NO! Y tengo dos buenas razones:
Razón 1) No esta en los planes de la escritora, es decir, yo! No puedo escribir lo q tengo en mente si Anne esta embarazada o con un bebe del q cuidar.
Razón 2) Como pretendeis q Anne (la maga chalada) y Legolas (el elfo psicopata) tengan un hijo? No os dais cuenta q no estan preparados? Pobre niño, tener q convivir con ese par de padres! Eso si el niño sale normal, pq tb podria salir medio chalado y medio psicopata y entonces serian los padres quienes huirian de su hijo/a. (Tengo pánico solo de pensar en el caracter del crio)
Espero haberos convencido, jajaja, en realidad la opcion buena es la 1, eh! la 2 es una broma... o puede q no...
Ahora en serio...
Hola! Muchas gracias por todos los reviews! Aqui os dejo otro capitulo, espero q os guste.
Cap 36: Calma y tormenta
Dos días habían pasado desde su partida. No habían encontrado peligros en el bosque lo que había acelerado su paso y ya estaban a medio camino de su destino y a unas horas de salir del bosque. Pero por alguna extraña razón, eso le inquietaba. Conocía bien ese viejo bosque. Era su hogar. Y sabía perfectamente que un grupo numeroso de viajeros no pasaba desapercibido por los seres oscuros que lo habitaban. Así que mucho menos un ejército de elfos, por muy silenciosos que fueran al caminar.
Los rastreadores que había enviado a verificar la seguridad de la zona habían vuelto sin encontrar nada alarmante y eso era lo realmente alarmante. Él no era el único que opinaba así, pues muchos de sus guerreros también encontraban extraño el suceso. Ingenuamente, decidieron considerarlo buena suerte, pero él no estaba tan seguro. Algo no andaba en su sitio. Una extraña calma se había apoderado del bosque y eso nunca era bueno.
Dos días habían pasado desde su partida. Y la angustia que sentía no había hecho más que aumentar. Por si fuera poco, las pesadillas no habían cesado. Se despertaba empapada en sudor frío y asustada. Inconscientemente, alargaba el brazo en busca de Legolas, pero el vacío a su lado confirmaba su ausencia. Así que cogía con fuerza el colgante e intentaba conciliar el sueño de nuevo. Las clases mantenían su mente ocupada durante el día, pero la noche era otro tema. Le echaba mucho de menos y 'esas estúpidas pesadillas no me dejan dormir!'.
Adlanna ya se había dado cuenta de su estado de insomnio, aunque las ojeras bajo sus ojos hablaban por si solas. Ese día, la elfa había decidido que pasarían la tarde en los jardines, en un intento por animar a Anne o puede que agotarla, ya que la obligó a caminar y caminar (aunque Adlanna se refería a eso como pasear), nombrándole las diversas plantas y árboles que se iban encontrando a su paso, cuando florecían, que frutos daban, etc, etc. Adlanna parecía una auténtica enciclopedia de plantas. Se las sabía todas. Y respondía como si nada a las mil preguntas que le formulaba Anne, esperando dar con algo desconocido para la elfa. Pero no lo logró, aunque tampoco es que estuviera muy segura de que todas las respuestas obtenidas fueran ciertas ya que ella no tenía ni idea, pero el hecho de que los elfos no mienten era un buen punto de partida. Así que cuando al fin se sentaron a descansar a la sombra, Anne había dejado de dirigirse a ella como Adlanna y la había rebautizado como la dama de las flores. Y reía al ver la expresión de la elfa cada vez que la llamaba así.
El enojo de Adlanna fue rápidamente sustituido por satisfacción al escuchar la risa de Anne, algo que en los últimos días no había sido nada habitual. Desde su posición, vieron pasear a muchos elfos, pues la preciosa tarde primaveral invitaba a recorrer los jardines. Poco después, un grupo, entre los que estaban varias de las exelfas acosadoras, se sentaron a charlar amigablemente con ellas. Anne, sin hablar demasiado, escuchó tranquila la amena conversación, sin tratar temas delicados, lo que todos agradecían. Y se sorprendió de lo amables que parecían ahora las elfas. Sin duda, estar alejadas de Pilidiel les sentaba bien.
El grupo habló y habló, en élfico hay que añadir, lo que para Anne suponía un esfuerzo extra. Al final, ya estaba más que harta de traducir simultáneamente en su cabecita, y, deseando que los elfos tuvieran subtítulos, se quedó dormida sobre el regazo de Adlanna.
A diferencia de lo que ocurría por las noches, ninguna pesadilla vino a molestar su sueño, al contrario, una sensación de completa calma la inundó hasta que notó como alguien la zarandeaba suavemente. Resistiéndose a abandonar la confortable sensación de descanso, abrió los ojos y miró a su alrededor.
-"Nooo..."- murmuró.
-"Legolas tiene razón. Eres una dormilona."- sonrió Adlanna, mientras la ayudaba a incorporarse. Anne le echó una mirada que decía 'que Legolas diga misa! No soy una dormilona!'. -"Deberíamos volver a palacio, creo que va a llover."- añadió la elfa.
'Llover?' se extrañó Anne 'Pero si hacía un día estupendo!'. Dirigió su vista al cielo y lo que vio no le gustó nada... Y lo que sintió, aun menos...
Siguieron avanzando sin encontrar ningún obstáculo, lo que aumentó el sentimiento de alarma haciendo que agudizada sus sentidos al máximo. Al atardecer llegaron a los límites del bosque, donde se pararon a dar un poco de descanso a los caballos, pues atravesar el bosque no había sido fácil para ellos.
Se volvió para observar el camino que acababan de abandonar, 'algo no va bien...'. Esa frase no paraba de dar vueltas en su cabeza. 'Pero el qué?' miraba atento la espesura ante él como si la respuesta a su pregunta estuviera escrita en ella. 'El qué?' La idea vino a su mente sin más. Llamó a un par de rastreadores y los envió de nuevo por donde habían venido, hacia las montañas del Bosque Oscuro, deseando estar equivocado.
La idea era disparatada y a la vez tenía sentido. El motivo por el que habían pasado con tanta facilidad por el bosque no era la suerte. Alguien les había dejado pasar, alguien les había facilitado la marcha, alejándolos del bosque... 'Ojalá me equivoque...'
Esperó intranquilo el regreso de los jinetes, mil ideas inquietando su mente y mil sentimientos su corazón. Cuando al fin vio acercarse a los rastreadores, sus caras lo decían todo.
Se acercaron precipitadamente a él y rápidamente le contaron lo que habían visto. La expresión de Legolas permaneció inexpresiva al escuchar las nuevas, pero sus ojos revelaban su preocupación y su enfado. Cómo habían sido tan descuidados? Los jinetes habían encontrado un rastro cerca de las montañas que no dejaba lugar a dudas, un enorme grupo de orcos había pasado por ahí recientemente. Y su destino no era difícil de adivinar.
-"Preparad los caballos!"- gritó. -"Volvemos a la ciudad!"-
-"Y Rivendell, mi señor?"- preguntó uno de los sorprendidos soldados.
Legolas miró en dirección a la ciudad de Lord Elrond. -"Tendrán que resistir sin nosotros."- respondió, deseando que los refuerzos que habían llegado de distintas partes de la Tierra Media fueran suficiente para protegerla.
Anne se levantó de golpe sobresaltada. Ante ella y cubriendo el cielo de toda la ciudad había un enorme nubarrón negro de aspecto amenazador. Sus sentidos se pusieron alerta, inspeccionando el ahora lúgubre aspecto de los jardines. 'No son imaginaciones mías' pensó, al ver que varios de los elfos que paseaban cerca de ella también miraban al cielo con preocupación.
Sin dudarlo un segundo, arrastró a Adlanna dentro del palacio, quien, un poco sorprendida por el mal despertar de la chica, no acababa de comprender lo que sucedía. Siguió tirando de ella hasta que se plantaron ante la puerta del despacho real y, sin siquiera llamar, entró.
El rey se encontraba reunido con varios de sus consejeros y Thalion también estaba presente. Estos alzaron su vista ante la interrupción que acababan de recibir por parte de las dos chicas. Anne dudó unos segundos al notar todas las miradas en ella. 'Debería haber llamado antes?'
El rey la miró unos segundos sorprendido, pero su expresión cambió a una de preocupación cuando notó la inquietud de la chica. -"A qué se debe esta interrupción?"- preguntó al fin.
-"Está aquí"- respondió Anne. El rey le dirigió una mirada interrogativa pidiéndole que se explicase mejor. Anne se volvió hacia la ventana. -"Deberían mirar fuera."-
Y en el preciso momento en que dirigieron su vista al exterior, el primer relámpago cruzó el cielo, iluminándolo por unos segundos, seguido de un gran estruendo. Momentos después, el viento empezó a azotar las ventanas con furia, haciéndolas temblar.
-"Que tormenta tan extraña"- oyó que comentaba uno de los consejeros.
El rey miró unos segundos más la oscura nube que cubría su reino, antes de volver su vista de nuevo hacia la chica. Al ver su expresión, Anne comprendió que sus sospechas eran ciertas, el rey también lo había percibido. 'Ahora si que estamos en un lío...'
-"Que se prepare la guardia."- dio ordenes el rey a uno de los soldados que había presentes, ante la asombrada mirada de muchos de los consejeros.
Fuera de palacio, los soldados se apresuraban a cerrar las murallas y preparar la guardia, y los elfos restantes se encerraban en sus casas, trabando puertas y ventanas. Muchos de ellos estaban inquietos, nunca antes habían presenciado una tormenta así.
Los rayos cada vez eran más frecuentes. Desde la puerta principal de palacio, Anne pudo ver como, poco a poco, parecía que cada vez se acercaban más al suelo, como si intentasen alcanzarlo.
-"Vosotras quedaos dentro!"- les gritó Thalion, aunque a causa del ruido ensordecedor del viento, sus palabras fueron casi inaudibles, cuando pasó por su lado, camino a las murallas. Adlanna asintió, y se llevó a Anne a una de las salas de la primera planta, donde ya se habían refugiado un pequeño grupo de elfos.
Desde uno de los ventanales, ambas observaron el ir y venir de los soldados. Vieron entrar el último rastreador que el rey había enviado a comprobar el bosque y como se cerraron las puertas tras él. Éste se dirigió a su señor con expresión preocupada e intercambiaron unas palabras durante unos minutos. A Anne no le gustaba estar tras el cristal, era como una película sin sonido. Veía todo lo que sucedía pero no oía nada a parte del estruendo del viento al chocar contra los muros. Y poco después, al viento se le sumó la lluvia. Al principio fina y débil, pero poco después empezó a caer con fuerza, entelando su visión y dificultando las tareas de los que estaban fuera. La película sin sonido había pasado a ser una película codificada, pero aun así se quedó pegada al cristal, intentando ver lo que estaba sucediendo fuera.
Minutos más tarde, una ráfaga de viento golpeó con fuerza los ventanales, haciendo que estos cedieran y las puertas se abrieran sin control. Del susto, muchas de las elfas presentes gritaron y Anne, quien había caído al suelo al golpearla una de las puertas, se apresuró a cerrarlas de nuevo para impedir que el frío viento siguiera entrando en la sala.
Cogió las puertas y las empujó con fuerza luchando contra el viento. Cuando estaba apunto de cerrarlas, un nuevo relámpago, mucho más potente que todos los anteriores y también más cercano, cruzó el cielo e impactó contra la zona este de las murallas. La luz que acababa de iluminar el escenario fue sustituida por dos horribles estruendos. Uno era el fiel trueno que sigue a cada rayo, y el otro fue el sonido más terrorífico que podrían haber esperado.
Olvidándose por completo de las puertas, la lluvia o el frío viento, Anne salió a la balconera para ver, estupefacta, como la alta, lisa y gruesa muralla se había convertido en un montón de escombros. Pero lo peor vino medio segundo después, cuando detrás de dichos escombros empezaron a ser visibles docenas de orcos y huruks, quienes gritando y con las espadas en alto, se preparaban para atacar.
Los elfos fueron rápidos en reaccionar. Pasado el sobresalto inicial de ver caer la fuerte muralla, una línea perfecta de arqueros se formó frente a las ruinas y, sin dar más tiempo de reacción al oscuro ejercito ante ellos, empezaron a dispararles sin piedad.
Pero por cada orco abatido, dos ocupaban su puesto y pronto los tuvieron tan cerca que los arcos tuvieron que ser sustituidos por las espadas. Adlanna obligó a Anne a entrar de nuevo a la sala y cerró las puertas tras ellas. La sangrienta escena que se estaba interpretando en los jardines captó la atención de todos los presentes. La mayoría eran elfas, sirvientes y algún consejero. Éstos miraban fuera intentando encontrar entre la masa de orcos, barro y espadas a sus familiares.
Tan hipnotizados estaban que no se dieron cuenta del peligro hasta que lo tuvieron casi encima. Una horrible cara apareció de pronto tras el cristal, haciendo que todos retrocedieran del susto. Les miró con sus malévolos ojos antes de empezar a aporrear la puerta con su espada.
El cristal de la puerta empezó a resquebrajarse bajo el impacto de los golpes. Adlanna alzó su voz sobre los gritos de las asustadas elfas y las obligó a correr fuera de la sala, hacia el pasillo. Trabaron la puerta de madera con varios muebles que encontraron y les indicó que se encerraran en las salas del piso superior.
Anne esperaba que ella también corriera hacia las escaleras, pero por el contrario, se dirigió a una de las estancias cercanas. -"Adlanna!"- la llamó Anne, siguiéndola. -"Dónde ..."- pero calló de golpe al ver que la elfa había entrado en una sala que normalmente estaba destinada a los guardias y la inspeccionaba en busca de una arma apropiada para ella. Al fin, dio con una brillante espada larga y un poco curvada. La alzó ante ella y dio un par de golpes al aire para probarla. -"Perfecta"- murmuró, antes de girarse hacia Anne, quien la miraba sorprendida.
-"Crees que eres la única que ha recibido clases de esgrima?"- le sonrió. Anne la siguió mirando sorprendida sin saber que decir. -"Aun hay mas gente escondida en el piso inferiore de palacio, hay que encontrarlos a todos y llevarlos a las plantas superiores. Allí estarán más seguros."- le dijo, más seria. Anne seguía mirándola con expresión de sorpresa. -"Vas a ayudarme o te vas a quedar ahí?"- preguntó al fin la elfa sacándola de su atontamiento. La chica se limitó a asentir y segundos después se encontró sujetando una espada que Adlanna acababa de seleccionar para ella. -"Pues vamos!"-
'Cuando se ha convertido en la princesa guerrera?' pensó la chica, al ver salir del cuarto a la decidida elfa.
Salieron de nuevo al pasillo y al pasar ante la sala donde habían estado escondidas, oyeron los golpes del orco contra la puerta. Ésta parecía estar cediendo, a cada nuevo golpe, una nueva grieta aparecía en la oscura madera. Adlanna se apoyó contra la pared al lado de la puerta y le indicó a Anne que hiciera lo mismo. Dos golpes después, el orco, ajeno a la presencia de las chicas, había conseguido abrirse paso y sacaba la cabeza por una de las brechas que había abierto, intentando colarse por ella al interior del palacio. Con un rápido y seguro movimiento, Adlanna decapitó al oscuro ser. Sin dar importancia a la negra sangre que había manchado su bonito vestido, le dio una patada al cuerpo inerte ante ella lanzándolo a dos metros de distancia de la puerta.
'Y parecía tímida...'
Adlanna intentó poner una pequeña mesa para barrar la puerta, pero pesaba demasiado, al girarse para ver porque Anne no la estaba ayudando, se encontró con que la chica estaba embobada mirándola con expresión extraña.
-"Por qué me miras así?"- quiso saber la elfa.
-"Cuando sea mayor quiero ser como tú."-
Adlanna hizo una mueca. -"Ayúdame, no tenemos todo el día"-
Con eso hizo reaccionar a Anne y entre las dos montaron una pequeña barricada ante la puerta para impedir que ningún otro orco siguiera el mismo camino que éste.
Decidieron recorrer las plantas inferiores en busca de más refugiados. Empezaron por el largo pasillo en el que se encontraban, inspeccionando las numerosas salas y habitaciones que encontraban a su paso. En varias de estas, dieron con algún grupo de elfas y sirvientes que se habían resguardado allí de la tormenta y el posterior ataque. A todos ellos los enviaron a los pisos superiores.
Por el momento no habían encontrado ninguna señal más de la presencia de orcos en el palacio, pero, como siempre es mejor prevenir, decidieron cerrar todas las puertas con llave (éstas se las había dado una de las sirvientas) y trabar aquellas que parecían más débiles. Intentando así dificultar el acceso al interior del palacio a los atacantes.
Sigilosamente entraron en la siguiente sala. Se trataba de un bonito despacho con un gran escritorio ante el largo ventanal, cuyas cristaleras estaban destrozadas y los trozos de vidrio se amontonaban por el suelo. Con las espadas en alto, observaron atentas el cuarto. No parecía haber nadie, de manera que Adlanna le hizo una señal a Anne para que salieran de la sala. En ese momento se escuchó un ruidito que, aunque amortiguado por el sonido de la lluvia y los gritos que venían de fuera, a ellas les pareció un sollozo. Se miraron inseguras un segundo y volvieron a inspeccionar el despacho. Mientras miraban atentas a su alrededor, escucharon otro sollozo. Y esta vez consiguieron captar su procedencia. Parecía venir de la pared más alejada del ventanal, entre una enorme estantería y la chimenea.
Cautelosamente, las dos chicas avanzaron hacia el oscuro rincón. Cuando estuvieron a apenas unos pocos pasos, una carita cubierta de lágrimas y con expresión de terror salió de las sombras.
-"Pilindiel!"- exclamó Adlanna, acercándose a ella. -"Te encuentras bien?"- le preguntó mientras la ayudaba a levantarse del suelo.
-"Si"- susurró ésta entre sollozos.
-"Te sacaremos de aquí"- intentó animarla la elfa.
-"Es necesario?"- le preguntó Anne cuando las dos elfas pasaron por su lado. Adlanna se limitó a lanzarle una mirada asesina que decía algo así como 'no puedes burlarte de ella en otro momento? está muy asustada!'. A lo que Anne respondió con una mirada de 'no bromeo, por mi que se quede aquí.' Y antes de que Adlanna pudiera responder con otra mirada asesina, unos extraños ruiditos provenientes de la ventana empezaron a inundar la habitación.
Anne, de espaldas al destrozado ventanal, se quedó helada y sintió como se le erizaba el vello de la nuca al reconocer los ruiditos en cuestión. Alzó su vista y miró a Adlanna, pero ésta no le devolvía la mirada, sino que su vista estaba fija en algo que había detrás suyo, y su expresión era de completo terror. Cerrando los ojos e intentando despertar de esa horrible pesadilla en la que se había convertido la noche, se giró poco a poco, para ver, desesperada, como unas largas y negras patitas entraban en la sala, seguidas por un horrible y enorme cuerpo.
'Ya casi me había olvidado de las maravillosas arañas que habitan este maravilloso bosque!' pensó Anne, mientras intentaba no recordar el miedo que pasó la última vez que estuvo ante una de ellas, pero no sirvió de mucho, ya que en estos momentos se sentía igual de asustada.
Las chicas retrocedieron ante tan impresionante monstruo, pero la araña, moviéndose rápidamente, se plantó a un metro de ellas. Sin perderla de vista siguieron caminando de espaldas, en un intento desesperado por alcanzar la puerta y salir de allí. Pero, como si la enorme araña hubiese adivinado sus intenciones, trepó por una de las paredes, rodeando a las chicas y se plantó ante la puerta, bloqueándoles así la salida. Los movimientos de la araña fueron tan rápidos y ágiles que las tres dieron un salto del susto cuando el enorme bicho apareció a sus espaldas. Pilindiel dio un buen grito y, para su desgracia, el agudo chillido captó la atención de la araña. Ésta la miró unos segundos, a Anne le pareció que la alimaña incluso babeaba 'que asco! Me están dando repeluses!', mientras su vista estaba fija en la preciosa elfa.
La horrible bestia dio un par de pasos amenazadores hacia ella, haciendo que las tres chicas retrocedieran y, para cuando fueron conscientes, ya las había acorralado contra una de las paredes.
Anne miró a Pilindiel, quien miraba aterrorizada a la enorme criatura, después a Adlanna, quien alzaba su espada desafiante aunque su expresión revelaba el temor que sentía. Y por último, miró a la horrible cosa, justo en el momento en que flexionaba sus piernas dispuesta a saltar sobre sus desvalidas presas.
Pilindiel volvió a gritar e, instintivamente, se cubrió la cara con los brazos y se agachó contra la pared. Se quedó en esa posición esperando a que el bicho viniera a devorarla...
El rápido movimiento de la araña cogió por sorpresa a Adlanna, quien se aplastó contra la pared alzando su espada, pero la araña no llegó a impactar con ella...
Anne, por su parte, vivió la escena en una especie de cámara lenta. Vio como la araña se lanzaba sobre ellas, como las dos elfas intentaban resguardarse contra la pared y ella intentó hacer lo mismo, pero sus piernas no le respondieron. Así que se quedó ahí plantada, conteniendo la respiración y entonces...
Y entonces... jajaja tendreis q esperar un poquito para saber q les ocurrirá!
Pero para hacer la esper más amena, sobretodo a mi, os dejo una mini-encuesta, q ya hace muuuucho desde q hicimos la ultima, eh!
Así que, q creeis q está a punto de suceder:
A) Adlanna y Anne tiran a Pilindiel a las fauces de la araña mutante y aprobechan q esta ocupada para escaparse.
B) Adlanna y Anne tiran a Pilindiel a las fauces de la araña
mutante y aprobechan q esta ocupada para escaparse. Es más, Pilindiel
resulta ser venenosa y la pobre araña muere intoxicada.
C) Aparece Ambar al rescate, le pega cuatro cabezazos a la araña gigante y la deja KO.
D) Puesto que estan a punto de morir, Anne decide darle una paliza a Pilinguiwen, y así se venga de ella antes de palmarla.
E) Alguien llega para salvarlas.
F) ¿...?
Espero vuestras respuestas!
Bueno, pues esto es todo por ahora. en mi opinion otro posible nombre para este capitulo podrá ser La princesa guerrera, ya q hemos conocido una faceta nueva de Adlanna, eh? quien nos iba a decir q era tan decidida! jajaja
Espero q os haya gustado el capitulo!
Hasta pronto! ;p
