Hola! Muchas gracias por todos los reviews! Me anima que os gustara el capitulo y que participarais en la encuesta.
Se q he tardado más de lo habitual en actualizar y lo siento muchisimo, pero he estado muy ocupada con las clases y ahora tambien llegan los examenes parciales asi q lo mas probable es q no actualice tan seguido como lo hacia. Pero q nadie se alarme, este fic tiene para rato y lo pienso acabar!
Cap 37: Cómo ser un mago
Pilindiel volvió a gritar y, instintivamente, se cubrió la cara con los brazos y se agachó contra la pared. Se quedó en esa posición esperando a que el bicho viniera a devorarla...
El rápido movimiento de la araña cogió por sorpresa a Adlanna, quien se aplastó contra la pared alzando su espada, pero la araña no llegó a impactar con ella...
Anne, por su parte, vivió la escena en una especie de cámara lenta. Vio como la araña se lanzaba sobre ella, como las dos elfas intentaban resguardarse contra la pared y ella intentó hacer lo mismo, pero sus piernas no le respondieron, así que se quedó ahí plantada, conteniendo la respiración, y entonces, unas palabras vinieron a su mente. 'Benditas palabras' pensó.
-"Vara tel' Seldarine"- recitó a la vez que extendía sus brazos y alzaba las palmas en dirección al horrible bicho que se les echaba encima. El hechizo de protección que Gandalf le había enseñado funcionó a las mil maravillas. La araña se estampó contra una especie de escudo transparente que, naciendo de las manos de Anne, se extendía de forma circular cubriendo a las chicas.
El horrible animal cayó pesadamente al suelo, pero se repuso al momento y volvió a cargar, dándose otro buen golpe contra el escudo mágico de Anne y haciendo que ésta se tambaleara un poco a causa del impacto. El monstruo intentó un nuevo ataque, esta vez parecía haber comprendido que había algo invisible que no la dejaba llegar hasta sus presas de manera que, no saltó hacia ellas tan violentamente como las dos veces anteriores, y, para sorpresa de Anne, quedó en pie sobre el transparente escudo.
Anne retrocedió un par de pasos, la fuerza que ejercía la criatura era más de la que podía soportar. Detrás suyo podía oír los sollozos de Pilindiel y estaban empezando a ponerla de los nervios. 'Esa pija-wen! Todo es culpa suya! Tendríamos que haberla abandonado a su suerte!'. Los incesantes lloros de la elfa la estaban irritando más que la araña.
Miró a la elfa y, sin poderse contener, le gritó: -"Deja de lloriquear como una mocosa y sal de aquí!"- 'Estupida elfa!' volvió a mirar al horrible bicho 'Estupida araña!' Y, dando un paso adelante a la vez que flexionaba los brazos, lanzó a la araña lo más lejos que pudo.
Al ver esto, Adlanna agarró a Pilindiel del brazo y la obligó a salir de la sala. Anne, después de ver con satisfacción como la araña atravesaba la ventana y caía en la terraza exterior 'eso por meterte conmigo, estúpida araña mutante!' las siguió fuera.
Adlanna cerró la puerta con llave, pero fuertes pasos en la sala que acababan de abandonar hicieron que las tres chicas se pusieran de nuevo en guardia. Ver una araña volando atravesar una de las ventanas de palacio había alertado a los orcos que peleaban cerca. Alguno de estos había conseguido escabullirse de sus oponentes y ahora se encontraban examinando la puerta del despacho. Con una fea mueca cayeron en la cuenta de que ésta no era rival para ellos y, sin dudarlo un segundo, empezaron a aporrearla insistentemente con sus espadas.
A las chicas ni siquiera les dio tiempo de buscar un escondite, la puerta cedió en cuestión de segundos, dejando a la vista a cuatro horrendos orcos que las miraban con algo que puede que fuera una sonrisa, pero que en sus caras parecía más bien una mueca tétrica y aterradora.
Avanzaron hacia ellas de manera amenazadora, agitado las espadas ante ellos, lo que les daba un aspecto aún más letal. Anne agarró su espada con fuerza e intentó concentrarse. Se colocó en la posición que Legolas le había enseñado y centró toda su atención en el orco que se dirigía a ella con la intención de dar el primer golpe.
El orco avanzó con pasos seguros y, cuando estuvo a apenas un metro de ella, alzó la espada sobre su cabeza con las dos manos, listo para dar el primer sablazo. Anne no lo dudó un segundo. Al ver como el orco descargaba con furia contra ella, se apartó hacia la derecha y, sin darle tiempo a reponerse del golpe que acababa de dar, lanzó una cuchillada de abajo a arriba dándole de lleno en la cara. Sin dejarse intimidar por el rabioso grito que dejó escapar el orco y sintiendo su corazón latir a toda velocidad, se abalanzó sobre él hundiendo su hierro en la garganta.
Lo sacó con cierta cólera y miró al orco caer a sus pies produciendo horribles sonidos al ahogarse con su propia sangre. La escena era espantosa, pero no pudo contemplarla mucho más, ya que otro de los orcos se lanzó hacia ella.
Esquivó varios de sus golpes y bloqueó otros, siempre fijándose en el cuerpo de su oponente para intuir la procedencia del siguiente golpe. Pero el orco era mucho más fuerte que ella y no estaba para bromas, así que, golpe tras golpe, consiguió acorralarla contra la pared.
El orco gruñó satisfecho al tenerla rodeada. Y, fijando sus oscuros ojos en ella, alzó su espada para dar el golpe de gracia.
Anne se maldijo a si misma al no haber prestado la suficiente atención a sus alrededores y haber acabado en esa posición tan desventajada. Legolas siempre la prevenía de ello en las clases, pero ella nunca conseguía prestar la atención necesaria. Al ver al orco dispuesto a atacarla, su reacción instintiva, puesto que es un mago, no fue intentar bloquear el golpe con su espada, sino que, alzando una mano, susurró: -"Caran-nar"-. Una llama apareció en la palma de su mano, primero pequeña y amarillenta, pero medio segundo después creció, volviéndose complemente roja y tan o más grande que la cabeza del orco.
Éste miró la llama sin acabar de comprender, aunque tampoco tuvo tiempo para ello, pues Anne se la lanzó directamente a la cara, y aprovechó la confusión del orco al sentir el fuego sobre él para clavarle la espada en el pecho. La horrible criatura se tambaleo antes de caer sonoramente al suelo, Anne miró unos segundos como el fuego se apagaba dando como resultado un humeante cuerpo inerte.
Examinó sus alrededores y respiró mas tranquila al ver que Adlanna había destrozado a sus dos oponente y la miraba orgullosa con cara de 'contempla mi obra', donde la obra eran los dos cuerpos mutilados y sin vida de los orcos. Detrás de ellas y agachada contra la pared estaba Pilindiel, mirando aterrada los cadáveres, y por suerte para los nervios de Anne (y para la propia seguridad de la pija-wen podríamos añadir, que Anne no estaba de humor para soportarla), parecía que se había quedado sin lágrimas al fin y ya no sollozaba.
Adlanna se acercó a Anne y la examinó unos segundos para ver si estaba herida, al no ser así sonrió más tranquila y tras posar unos instantes la vista en los cuatro orcos muertos, se volvió hacia la chica. -"Parece que no se nos da del todo mal, eh?"- dijo con una pequeña sonrisa.
Anne, quien había estado debatiéndose entre el asco y pánico que le daban los orcos y el asco y pánico que le daban las peleas (ahí está su yo pacifista otra vez), le devolvió la sonrisa a la elfa, más tranquila de que ella también estuviera bien.
Pero el momento de relax duró poco, desde la entrada del despacho pudieron ver como en el exterior los relámpagos que caían eran cada vez más numerosos y potentes. La mayoría acababan impactando contra el suelo, dificultando así la tarea de los elfos de defender su ciudad. Ya que, éstos ya no solo tenían que lidiar con el ejercito de orcos, sinó que también tenían que protegerse de los rayos que caían sin tregua cerca de donde se atrincheraba la guardia élfica.
Llevaban horas avanzando de nuevo hacia la ciudad, aun lamentándose por haber sido tan incautos. El ejército se movía con rapidez pero aun no estaban ni a mitad de camino. Cuando de pronto, una inmensa nube negra empezó a ser visible a través de la espesura de las copas de los árboles. El nubarrón parecía estar completamente sobre la ciudad y, de vez en cuando, se podía distinguir el destello de algún que otro rayo.
Los elfos miraron al cielo preocupados, ninguno recordaba haber visto nunca una nube con ese aspecto. Al poco una ráfaga de frío viento llegó hasta ellos, trayéndoles el olor de la tormenta.
Legolas se puso más tenso aun de lo que ya estaba. Reconocía ese olor, reconocía ese viento y la cruel voz que parecía traer. Volvió a mirar la nube más atento, vio un par de rayos caer y sintió otra racha de viento volver a golpearle. No había duda, ya había vivido una tempestad como aquella, hacía años, en lo alto de Caradhras. En aquella ocasión Saruman había intentado derrumbar la montaña sobre sus cabezas para impedirles el paso, y lo hubiera conseguido de no haber descendido a tiempo. Ahora había una tormenta igual de peligrosa sobre su hogar. Lo que sólo llevaba a una posible conclusión, Saruman estaba cerca. Con su poder debilitado no podría conjurar una tempestad así de poderosa desde muy lejos. Él estaba cerca, sus orcos posiblemente atacarían la ciudad y en ella estaba su corazón.
Esos pensamientos lo desesperaron, apresuró aun más a su montura, obligando a que todos siguieran su paso, pero el gran ejercito élfico seguía avanzando muy lentamente para su gusto. Así que, en un intento de ganar tiempo y llegar cuanto antes a la ciudad, seleccionó a los mejores guerreros, dejaron todo lo que no les sería útil y emprendieron la marcha a paso veloz, dejando el grueso del ejercito tras ellos.
Sin prestar atención a las advertencias de Adlanna, Anne cruzó veloz el despacho, esquivando muebles destrozados y trozos de cristal, y salió a la pequeña terraza. Bajo la fuerte lluvia, contempló la escena angustiada. La guardia élfica intentaba detener el avance de los orcos, de vez en cuando un pequeño grupo de los horribles seres conseguía escaparse de sus oponentes y se deslizaban, silenciosos, hacia el palacio. Afortunadamente, pronto una ráfaga de letales flechas les daba alcance. Pero los esfuerzos de los elfos se veían debilitados al, no sólo tener que protegerse del fuerte viento y el mar de agua que caía, sino también de los extraños rayos que parecían caer sobre sus cabezas.
Anne dio un paso más y se acercó a la baranda de piedra. Delante suyo descansaba el cuerpo sin vida de la araña que las había atacado, atravesada por al menos cinco flechas, y unos metros más adelante, la última línea de elfos que protegía el palacio luchaba sin descanso. Cuando un nuevo relámpago cayó del cielo e impactó a menos de un metro de ellos, Anne alzó su vista a la oscura nube, concentrándose en ella, intentando comprender sus misterios. Pudo sentir como la tormenta ganaba fuerza, se alimentaba de una energía externa que la dominaba y la volvía peligrosa, pero no pudo determinar su procedencia.
Adlanna miró con preocupación como Anne, ajena a todas sus quejas, se había quedado quieta en la terraza. Se volvió hacia Pilindiel y, obligándola a levantarse, le ordenó que se fuera al piso superior. Ésta, de tan asustada que estaba, era incapaz de moverse, ni siquiera era capaz de aguantarse en pie. Adlanna empezó a impacientarse. Tenía que sacar a la elfa de allí, pero también tenía que llevarse a Anne de esa terraza, estaba demasiado expuesta. Así que, tras valorar la situación unos segundos, decidió ir primero a por la chica para que la ayudara a arrastrar a Pilindiel hasta un lugar seguro después.
Atravesó el destrozado despacho y se puso al lado de Anne. No sin antes contemplar la escena horrorizada unos minutos. Se obligó a apartar la vista y se volvió hacia la chica.
-"Volvamos dentro!"- le gritó, para que la oyera a través del fuerte viento. Pero Anne no se movió. La agarró del brazo y tiró un poco de ella. -"Vamos!"- volvió a insistir, pero nada. Anne seguía con la vista fija en la nube. Adlanna la miró un poco más atentamente, su castaño cabello, alborotado a causa del viento, caía mojado por su espalda, empapando el ya de por si mojado vestido. Sin embargo no parecía consciente de ello, más bien le dio la sensación que estaba concentrada.
-"Anne?"- dijo de nuevo, volviendo a tirar de su manga. Para su sorpresa, esta vez la chica se movió. Sus brazos se alzaron lentamente, quedando extendidos y un poco flexionados ante ella y las palmas abiertas en dirección a la tormenta.
Adlanna la miró extrañada, no acabando de comprender que estaba haciendo, cuando se dio cuenta que parecía que susurraba. Al principio sus palabras se perdieron en el viento, insonoras, pero unos segundos después, se asombró al percatarse que la voz de Anne, que sonaba suave y tranquila, parecía ser llevada por el viento hacia las alturas, hacia la oscura nube que les amenazaba, impasible, desde el cielo.
Pudo sentir como sus músculos se relajaban, su corazón dejó de latir tan apresuradamente como lo hacia segundos antes para volver a su latido habitual y su respiración se calmó. La voz de Anne parecía tener un efecto tranquilizador, alzó su vista para descubrir que no solo sobre ella, también sobre la extraña nube, pues ahora la lluvia caía débil, los rayos cruzaban el cielo sin fuerza suficiente para tocar el suelo y el viento soplaba suave y, aunque no había dejado de ser frío, ya no daba esa impresión, de manera que al rozar con su congelada piel, parecía incluso cálido.
Adlanna pudo ver como, aprovechando la inesperada calma de la tempestad, los elfos habían vuelto a recuperar el control de la batalla, ganando poco a poco terreno a los orcos y echándolos de su amado reino.
La reciente tregua que les daba la tormenta fue recibida con entusiasmo entre los miembros de la guardia, quienes, ahora sí, ya podían centrar todos sus esfuerzos en enfrentarse al ejército invasor. Entre sangre y barro, los guerreros élficos luchaban con energías renovadas por la protección de su pueblo. En medio de todo el caos, Thalion peleaba contra un par de crueles huruks con un ojo pendiente del palacio, ya que, desde su posición, podía ver a Adlanna y a Anne en una de las terrazas más cercanas de la batalla.
Preocupado y a la vez enfadado con ellas por no estar en un lugar seguro, intentaba deshacerse una y otra vez de sus oponentes. Su mente dividida entre la pelea que tenía entre manos y los posibles motivos por los que ellas no estaban resguardadas dentro de palacio.
Al percibir que la tormenta había perdido su fuerza entendió el motivo, Anne estaba luchando contra Saruman para controlar el fenómeno y, aunque agradecido de que la chica lo estuviese consiguiendo, seguía sin gustarle lo más mínimo que ambas estuvieran tan desprotegidas.
Con un par de veloces movimientos, deslizó sus espadas por el cuello y el abdomen de sus rivales. Libre de ellos, se alejó de la batalla, no sin decapitar a un par de orcos por el camino, y se dirigió hacia las chicas. Las tenía que poner a salvo como fuera, sabía que Adlanna no se opondría, pero Anne y su tozudez eran otro tema. Le había prometido a Legolas que cuidaría de ella y eso es lo que iba a hacer, aunque tuviera que encerrarla en una mazmorra para lograrlo.
Tras la corta carrera que lo llevó hasta ellas, cogió a Adlanna de los brazos y, antes de dejar reaccionar a la sorprendida elfa, le dijo: -"Qué estáis haciendo aquí fuera?"- Y, arrastrándola hacia el interior, añadió: -"Es muy peligroso"-
Adlanna le miró sorprendida, tan embobada estaba en Anne y la tormenta, que no lo había oído llegar. -"Es qué no te das cuenta de lo que esta haciendo Anne?"- preguntó la elfa, intentando soltarse de Thalion y volver al lado de la chica, pero desistió al ver la mirada que le echaba el elfo.
Aún no habían dado ni dos pasos al interior del palacio cuando ambos escucharon un fuerte estallido. Volvieron su vista hacia el cielo y se alarmaron al ver como de la base de la ya no tan amenazadora nube, acababa de aparecer, a diferencia de los últimos, un potente relámpago, que volaba por el cielo directo hacia ellos. O más bien, directo hacia Anne, quien concentrada en su labor, no era consciente del peligro que se le echaba encima.
Bueno, pues esto es todo por ahora, espero no tardar mucho en tener listo el proximo capitulo. Todo depende de mi tiempo libre.
Sobre la encuesta... Por dios! Como pudisteis pensar en Adlanna y Anne como unas simples damiselas en peligro! Ya se q muchas de vosotras opinasteis q Anne usaria su magia, pero las demas... muy mal! jajaja. Gracias por participar!
Me encantaria contestaros los reviews
uno por uno pero realmente ando muy mal de tiempo. Eso no quiere decir
q no quiera saber vuestra opinion sobre este capitulo. Q os ha
parecido? Os ha gustado el arrebato guerrero de Anne? Dejad
review!
Buf, no teneis ni idea lo q tengo planeado para el proximo, jajaja.
Hasta pronto! ;p
